Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

So you think you can be a star por BombayLove

[Reviews - 11]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes son artistas reales de la Johnny & Associates.

Sus acciones y personalidades fueron reemplazadas para el deleite del lector (por la macabra mente de la autora).

Empero la historia sí es originalmente mía, así que, no la plagien.

Gracias por su atención :)

Notas del capitulo:

Tadayoshi es un muchacho recién entrado en sus 18 años quien renunció a su sueño de convertirse en idol para cuidar a su madre.

Un día, el famoso productor musica Nishikido Ryo insiste en contratarlo para convertirlo en la nueva estrella de la música japonesa.

Pero en el camino, se dará cuenta que detrás de las cámaras, no todo es lo que parece.

¿Quién dijo que el destino no puede cambiarse?

Aunque todo parezca estar en contra de los deseos de uno, existe la ínfima posibilidad de ser alcanzado por un golpe de suerte.

Pero, también, quizás, para obtener lo que uno desea, debe desprenderse de muchas cosas a las que siempre se estuvo arraigado.

Yo no quise eso, yo quise obtenerlo todo, sin perder nada en el proceso.

Aquel mundo parecía tan brillante, tan maravilloso, tan... perfecto. Pero no lo era. Yo fui testigo de eso, yo fui partícipe de eso. Pero frente a las cámaras, frente a los flashes, siempre sonreía, no importaba cuán duro hubiera sido el día, no importaba el daño que tenía encima, eso es lo que significa ser famoso.

 

Era el mediodía de una cálida tarde de primavera. La sucursal de comidas rápidas en medio de la ciudad estaba relativamente vacía. Una compañera le pidió que le cambiara el turno porque tenía que ir a comprar algunas cosas con su novio, con quien se mudaría el mes siguiente.

Suspiró al recordarlo. ¿Cuándo fue la última vez que había salido con una chica? Sonrió, porque no lo recordaba. Desde que a su madre le habían diagnosticado una artrosis, debió abandonar sus estudios, aunque eso significara desechar por completo un futuro en la ToDai. Así de inteligente era, pero no lo tanto como para lidiar entre el estudio y el trabajo. Lo había intentado en los últimos meses de la secundaria, y lo logró por poco. Cuando fue al hospital para un chequeo rutinario, el doctor le dijo que si hubiera tardado un día más en hacer una consulta, ya estaría en el suelo inconsciente por una mala alimentación. Pero no fue nada que un suero de unas cuantas horas y una dieta no solucionaran. A partir de ahí no tuvo ningún problema, claro, porque sólo trabajaba y se hacía cargo de su madre cuando llegaba a su casa.

Un hombre de traje y anteojos negros, de marca, interrumpió sus pensamientos.

— Bienvenido — Le dijo el muchacho, dedicándole una reverencia.

— Lo de siempre — Pidió el hombre de cabello oscuro, algo alborotado, sin despegar su vista de la pantalla de su celular.

— ¿Lo... de siempre...?

Por primera vez el hombre levantó la vista para mirarlo. Se sonrió.

— Lo siento. A esta hora suele haber una muchachita de pecas, ¿no?

— El día de hoy va a venir en el turno de la tarde.

— Ya veo. Entonces, un capuchino, por favor.

— Enseguida.

— Con siete cucharadas de azúcar.

El muchacho, quien se había dado vuelta para ir a preparar el pedido del hombre, se volvió lentamente.

— ¿Siete cucharadas de azúcar?

— Sí, ¿por qué? Siempre pido lo mismo — Volvió a sonreírle el hombre.

— ¿Por qué...? Mhh... ¿Por qué no le sirvo otra cosa? ¿Qué tal... un mocha? De por sí es bastante dulce y no tendrá que abusar del azúcar.

— Está bien. Entonces, un mocha.

— ¿Le gusta el chocolate?

— ¿A quién no?

Tras dedicarle una nueva reverencia, el muchacho volvió sobre sus pasos, sin tardar más de cinco minutos en llevarle su pedido.

— Aquí tiene, que lo disfrute.

— Sí que tienen razón las chicas...

— ¿Eh? — Atinó a preguntar el muchacho al reparar en lo fijo que lo estaba mirando su cliente.

— Cada tanto aparece un grupo de chicas preguntando por ti. Tu compañera hasta les dice tus turnos y todo — El aludido sonrió.

— ¿Y en qué tienen razón?

— En que tienes cara de idol.

El muchacho se sorprendió por su apreciación, pero a los pocos segundos, no pudo dejar de sonreír ampliamente.

— Muchas gracias, señor.

— ¿Te gustaría serlo?

— ¿Eh?

— Una estrella.

Lo siguiente que oyó fueron los fuertes latidos de su corazón.

— No diga esas cosas, por favor — Le pidió, negando con ambas manos —. Es imposible para una persona como yo llegar a serlo.

— Pero quieres, ¿verdad? Lo veo en tu actitud. Créeme, yo sé lo que digo — Agregó, bajando un poco sus anteojos de sol para que el muchacho viera sus ojos.

— ¡Usted es...!

— Shhh — Pidió el hombre, volviendo a calzarse sus anteojos.

— ¡Nishikido Ryo-san! — Prosiguió el muchacho en voz baja —. ¡El famoso productor musical!

— Quiero confesarte algo. Que esas chicas dijeran eso de ti, me hizo entrar la curiosidad, y yo también le pregunté tus horarios a tu compañera, pero como no puedo salir de la empresa cuando tú estás a cargo...

— Lo de la mudanza es mentira...

— Eso es verdad. Lo que es mentira es que fue con su novio a comprar cosas. Pero, no creí que realmente lo fuera a conseguir. En fin — Dijo Ryo, haciéndose a un lado, ya que había una pareja detrás suyo esperando para hacer su pedido —..., tu nombre es...

— Okura Tadayoshi.

— Entonces, Okura-kun, aquí te espero cuando termines el turno — Le dijo el hombre, entregándole una pequeña tarjeta con sus datos, junto con el dinero que debía pagar por su bebida.

— Eh... Muchas... gracias — Dijo el muchacho, alternando su mirada entre Ryo y su nuevo par de clientes.

Sin decir nada más, el hombre se fue, bebiendo su café recién cuando salió del lugar. Cerró los ojos con fuerza y frunció los labios.

— Está jodidamente dulce...

 

Tadayoshi terminó su turno y, luego de contarle a su madre lo sucedido (o al menos, lo que la emoción del momento le permitió contarle), llegó a la dirección que estaba impresa en la tarjeta de negocios de Ryo. Había pensado que conocía la ciudad bastante bien, pero ese edificio definitivamente  no estaba en su mapa mental. Sus más de veinte pisos se alzaban como una brillante aguja en medio de la ciudad. El logo de la discográfica relucía translúcido sobre dos de los vidrios al costado de las enormes puertas giratorias frente a él. Decidido, entró al mismo, encontrándose con una tranquilidad que no esperaba. Debajo suyo se extendía un sinfín de alfombras quizás persas, quizás francesas, con distintas texturas y colores. Sillones de cuero blancos, algunos de un cuerpo, algunos de dos cuerpos, todos en torno a un total de más de diez mesas de vidrio repartidas por el lugar; y en medio, una recepción con un escritorio circular, desde el cual un par de ojos femeninos se posaron sobre él, curiosos.

— Bu... Buenas tardes...

— Mi nombre es Okura Tadayoshi y — No sabía cómo justificar su presencia, hasta que halló la respuesta entre sus manos —... vengo de parte de Nishikido Ryo-san — Agregó, enseñándole a la muchacha la tarjeta que tenía entre sus manos.

— ¡Ah! Sí. Nishikido-san está en el piso treinta. Si quiere esperar hasta que lo anuncie — Dijo la muchacha, señalándole uno de los sillones que estaba más cerca del lugar.

— Sí, está bien. Muchas gracias — Le agradeció, dedicándole una reverencia, antes de volver sobre sus pasos y dirigirse a uno de los sillones, pero la entrada de una persona, lo dejaron inmóvil en su lugar.

Era una de esas personas que brillaban por sí solas, no importaba dónde estaban o con qué se vistieran. Él hacía brillar lo impensable. Venía seguido de su manager, con quien intercambiaba palabras que él no llegaba a oír. Estaba vestido con una remera blanca, un pantalón de jean roto, unas botas color ocre, un sombrero negroy un par de anteojos de sol, como toda persona famosa. De repente, su mirada se posó sobre él y le sonrió.

— Al fin llegas — Le dijo —. Toma — Agregó, extendiéndole una bolsa que parecía recién salido de la tintorería, por el olor que se desprendía de su interior. Al ver que Tadayoshi no reaccionaba, su sonrisa se transformó en una expresión de seriedad, frunciendo el recién llegado su ceño —. ¿Qué esperas? Me cansa el brazo.

— Ahhh, lo siento.

— No durarás mucho aquí con esa actitud.

— Eh, disculpe, pero yo — Cuando Tadayoshi volteó para intentar ser rescatado por la recepcionista, halló el lugar vacío, como si nadie hubiera estado allí en un primer momento.

— ¿Tu nombre? — Le preguntó.

— Okura Tadayoshi, pero...

— Muy bien, Okura. Conmigo las reglas son así: cuando yo pido algo, lo quiero ya; no me contradigas; no me tutees, ¿estamos de acuerdo?

— Eh...

— Y sin titubeos — Aunque todavía tenía puesto sus anteojos de sol, podía sentir que su mirada lo penetraba de lado a lado, por lo que asintió con la cabeza, seguido de un inaudible monosílabo de afirmación.

Cuando volvió su vista a la recepción, la muchacha había vuelto a su lugar, quedándose prepleja por su el camino que estaba tomando. Aunque Tadayoshi le suplicó con la mirada que lo salvara, ella se hincó de brazos, compadeciendo su suerte con una cálida sonrisa.

Si bien abordó el ascensor, su destino fue el piso veinte, donde lo primero que vio fue un largo pasillo sobre el cual se cruzaban una incontable cantidad de personas de una habitación a la otra.

Las tres personas entraron a una de las tantas habitaciones, el cual era un set de fotografías, el cual estaba ambientado como un comedor con una ventana, desde la cual se proyectaba un paisaje ficticio.

— Bienvenido, Tegoshi-kun.

— ¿Ya está todo preparado? — Preguntó el aludido, quitándose el sombrero para entregárselo a su 'nuevo empleado.'

— Cuando quieras, empezamos.

— Muy bien, que vengan las maquilladoras — Dijo el rubio, dirigiéndose a una cómoda silla con su nombre bordado detrás de la misma, como si se tratara de una estrella de Hollywood.

Si bien aún no había desembarcado en tierras extranjeras, el nombre de Tegoshi Yuya resonó en Japón desde que Tadayoshi tenía uso de razón. Había empezado de pequeño, y desde que apareció en televisión, no salió más de allí. Era como si la televisión y la industria musical pop no hubieran existido sino, hasta que él apareció en ambos. Pero se lo veía completamente distinto al Tegoshi Yuya que él leía en las revistas y al que veía a través de la pantalla. Y más se dio cuenta de esto, cuando los flashes empezaron a golpear contra su rostro, reflejándose como si se tratara de un espejo, pero el cual, lejos de devolver una imagen de una persona soberbia, reflejaba la imagen de una persona amable, todo lo contrario a lo que él había visto hasta ese momento. 

— ¡Descanso de cinco minutos y cambio de vestuario!

Un par de figuras algo familiares para él, pasaron sobre Yuya como un torbellino, cambiando su vestuario en un santiamén.

— ¡Jugo! — Vociferó el rubio, sentándose en la silla aún dentro del set —. Dije, ¡jugo!

Cuando Tadayoshi volvió la vista al manager del muchacho, éste, con una seña de manos, le señaló el improvisado mini-bar levantado a un costado de la habitación. De un salto, llegó al lado de Yuya con un vaso de jugo, sin reparar en el desnivel del suelo, terminando por caer estrepitosamente sobre el suelo y derramando el contenido del pequeño vaso sobre el vestuario del rubio.

— Lo... Lo siento mucho — Se disculpó el muchacho, frotándose la nariz, por el golpe que había sufrido.

— ¿Estás bien? — Le preguntó uno de los vestuaristas, acercándose a socorrerlo. Cuando Tadayoshi levantó la cabeza, se dio cuenta que le estaba sangrando la nariz —. Ouch... Maru, ¿me alcanzas algún trapo?

— Aquí tienes — Dijo el aludido, extendiéndole un pedazo de tela, sin dejar de atender el vestuario de Yuya.

— ¡Las personas que ustedes contratan siempre terminan siendo unos inútiles! — Exclamó el rubio, resonando sus gritos en toda la habitación —. ¡Estás despedido!

— Pero él no es la persona que nosotros pedimos para ti...

— ¿Eh? — Preguntó Yuya.

— Es lo que estuve intentando de decir todo este tiempo — Dijo Tadayoshi.

— Entonces, ¡con más razón! ¡¡Seguridad!!

— ¿Por qué tanto griterío? — Preguntó Ryo, apareciendo en el set.

— ¡Hay tanto griterío porque aquí la seguridad no sirve! ¡Dejan que cualquiera se meta en la empresa!

— ¿Y quién dijo que él se metió burlando la seguridad? — Preguntó Ryo, ayudando a Tadayoshi a incorporarse —. Yo le dije que viniera — Yuya no podía salir de su asombro ante las palabras de Ryo.

— ¿Y se puede saber quién rayos es?

— Un idol — Respondió Ryo, seguro de sus palabras. Sosteniendo a Tadayoshi por uno de sus hombros, lo hizo girar sobre sus pasos, quedando frente a la vista de todos y dándole la espalda a Yuya —. Todos, su atención, por favor — Dijo, por si aún quedaba alguien sin haber oído los gritos de Yuya —. Recuerden muy bien este rostro, porque él formará parte de una nueva generación de idols en la industria de la música — Ryo miró a Tadayoshi, dándole el pie para que se presentara.

— Encantado de conocerlos... Mi... Mi nombre es Okura Tadayoshi — Dijo, sin detener su titubeo a causa del nerviosismo.

— Okura-kun, será un placer trabajar contigo — Dijo Ryo, sonriendo.

Una vez las cosas volvieron a la tranquilidad, Yuya se quedó vestido con una bata, hasta que los vestuaristas encontraran algo que agradara al rubio.

— Tegoshi-san...

— No creas que voy a dejártela fácil — Le dijo, sin siquiera mirarlo, jugando con sus dedos sobre el borde el vaso del cual estaba bebiendo —. Por más nuevo favorito de Ryo-chan que seas, no pienso cederte mi puesto, novato.

Tadayoshi se quedó inmóvil en su lugar. No fueron las palabras de Yuya lo que le habían impedido moverse o siquiera articular palabra alguna. Había sido la forma cruel y fría con la cual se había dirigido a él. Definitivamente, detrás de cámaras, los idols eran muy distintos a lo que mostraban cuando estaban frente a ellas.

Notas finales:

Gracias por leer~ ♥ ^3^ *chu*

¿Qué les pareció este nueva historia?

Tego va a ser muy perra porque en KAGUYA me hizo reventar los ovarios -w-;

 

Por si no lo saben ToDai son las siglas en japonés de la Universidad de Tokio :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).