Kim MinSeok estaba recostado sobre la cama, con el celular entre sus manos, observando la pantalla apagada vacilante.
Kim MinSeok se sentía extraño, así que dejó el teléfono sobre la mesa de noche y decidió ir a la cocina por algo de comer, pero apenas dio un paso hacia la puerta, comenzó a sonar una melodía. Con desesperación se volvió y tomó el teléfono entre sus manos para atender sin siquiera mirar el remitente.
—¿Sí? —Un nudo se le hizo en estómago al reconocer la voz de su manager. Pateó algo que estaba en el suelo, ¿un almohadón? ¿un peluche?
El manager solo le recordó que en unos días debían viajar a Japón.
Dejó el teléfono de nuevo sobre la mesa y lo miró durante algunos segundos antes de dirigirse a la cocina.
Esta vez no sonó.
—¡MinSeok! ¡MinSeok! ¡Despierta! —El chico levantó su cabeza y miró algo perdido a SeHun—. Tu teléfono está sonando desde hoy. Ya nos despertó a todos.
MinSeok observó en blanco como SeHun salía del cuarto. Entonces oyó un mensaje llegar a su teléfono. Se sentó sobre la cama y alcanzó el aparato. Habían comenzado a llegar mensajes desde las tres de la mañana sin parar. Observó el reloj. Eran las cinco.
“MinSeok ah, hoy saldrá la primera conferencia de prensa de la película, ¿la verás? Por favor, di que sí”, “MinSeok ah, no me ignores”, “MinSeok ah, sigues siendo el mismo idiota de siempre. ¿Por qué me sigues ignorando?”, “¡MinSeok! Te odio. Siempre me haces esto”.
MinSeok soltó una carcajada y algunas lágrimas se asomaron por sus ojos, al igual que un poco de agua llegaba a sus fosas nasales, para hacerle sorber por la nariz.
LuHan, su LuHan…
Sin esperar más, desbloqueó el teléfono y llamó a su ¿mejor amigo? ¿amante? ¿novio?
La primera llamada fue enviada directamente al buzón de entrada. MinSeok estaba seguro que LuHan estaba tan entusiasmado con sus mensajes que se había asustado al notar que el teléfono recibía una llamada. También no pudo evitar sonreír al imaginar aquel rostro sorprendido del menor. Sus ojos abiertos, sus labios separados, boqueando, sin saber qué hacer, esperando que le vuelvan a llamar.
La segunda llamada fue atendida apenas había comenzado el primer tono. MinSeok ahogó una risa al notar el tono desesperado que usó LuHan al saludar del otro lado de la línea.
Se escuchaba feo, con interferencia. A través de la lluvia podía oír el rastro de alguna canción romántica, que seguramente LuHan estaría oyendo en esos momentos.
—¿No puedes dormir? —preguntó en tono severo MinSeok, pero intentando que se notara que era una broma.
—Ahora que escucho tu voz, creo que menos podré hacerlo. —MinSeok enrojeció al escuchar la respuesta de LuHan un minuto después de él haber hablado.
LuHan siempre había sido ese tipo de persona directo, de pocas palabras pero certero en lo que quería comunicar.
—¿Por qué tantos mensajes en medio de la noche? Los chicos se despertaron. —La risa de LuHan sonó como la gloria misma a través del auricular del teléfono. Tan dulce, suave, como siempre sonaba.
En ese momento, MinSeok quiso mandar a la mierda todo y viajar a Pekin para poder abrigarse con sus brazos, poder dormir con sus nanas, poder sentir ese aroma tan peculiar, la mezcla entre varonil y esencia de vainillas que siempre tenía el menor.
Tragó saliva, intentando reprimir las lágrimas al escuchar su respuesta. Tan suave, que a través de la lluvia de interferencia apenas la pudo oír. —Te extraño tanto…
—Lu… —Quiso decirle lo que sentía. Que lo amaba, que ya no podía sin él. Que necesitaba sus estupideces, sus palabras, sus juegos… sus besos. Pero no pudo. No.
A pesar que lo deseaba con todo el corazón, sabía que no era justo. No. Para ninguno de los dos. Ya suficientemente difícil había sido separarse una vez sin haberse confesado ningún sentimiento. Porque a pesar de todo, todo lo que habían hecho juntos, todas las acciones sin palabras, jamás habían dicho aquella frase que terminaría por romper todo.
—Yo también te extraño. —Ambos se quedaron en silencio. Sin saber que decir. Sin saber qué hacer.
—Me verás, ¿verdad? —preguntó angustiado LuHan. MinSeok pudo notar como temblaba su voz.
—No me lo perdería por nada en el mundo.
—MinSeok… —Silencio. Lágrimas. Tuvo que tapar su boca con una mano para ahogar el gemido de uno de los sollozos que amenazaba con escapar. LuHan lo notó. Notó lo mal que estaba lo que hacían. Pero no lo pudo evitar—. MinSeok, te amo. Por favor. No me olvides.
Y colgó.
Kim MinSeok intentó desesperadamente llamar de nuevo, pero LuHan había apagado su teléfono.
Sin saber que más hacer, escribió un mensaje. Uno que sabía sería leído por el otro.
“Lu ge, yo también te amo, jamás podría olvidarte.”