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Si decido quedarme [CHANBAEK] por Valeeemotions

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Notas del fanfic:

Es una adaptación de precioso libro "Si decido quedarme" de la escritora Gayle Forman. Este escrito no me pertenece, he querido hacer esta versión de Chanyeol y Baekhyun porque la historia me parece hermosísima. Es triste, y con mucho contenido. Espero os guste. ♥

7:09

Todo el mundo cree que fue por culpa de la nieve. Y en cierto sentido supongo que es verdad.

Esta mañana, cuando despierto, una fina capa blanca cubre el césped de delantero de nuestra casa. No pasa de un par de centímetros, pero en esta parte de Seúl basta eso para que todo quede paralizado, porque el único quitanieves del condado está ocupado en despejar las carreteras. Lo que cae del cielo es agua mojada, gotas y más gotas, pero de nieve, nada.

         Sin embargo, es suficiente para cerrar las escuelas. Mi hermano pequeño, TaeHyung, suelta un alarido de guerra cuando la noticia se anuncia en la radio de onda media de Mamá.

—¡Día de nieve! —bramea —, Venga, Papá, vamos a hacer un muñeco.

         Mi padre sonríe y da unos golpecitos a su pipa. Empezó a fumar pipa hace años, desde que le dio por el rollo “años cincuenta” al estilo de la telecomedia FatherKnowsBest. También lleva pajarita. No acabo de tener claro si se trata de una cuestión de vestimenta o de ironía, una manera de expresar que en otros tiempos fue “Punky” pero ahora es profesor de inglés de primaria, o si el hecho de convertirse en maestro lo ha metido en una especia de experiencia atávica.

         En cualquier caso, me gusta el olor del tabaco de pipa. Es dulce  y ahumado, y me trae recuerdos del invierno y estufas de leña.

— Muy valiente de tu parte —le dice a TaeHyung—. Pero la nieve apenas está cuajando en la carretera. ¿Por qué no pruebas con una ameba, en lugar del muñeco?

    Se nota que papá está contento. Ese par de centímetros de nieve ha acarreado que todos los centros de enseñanza del condado se cierren, incluidos mi instituto y el colegio donde él enseña, así que también es un inesperado día de fiesta para papá.

Mi Madre, que trabaja en una agencia de viajes de la ciudad, apaga la radio y se sirve una segunda taza de café.

 — Bueno, si todos hacen novillos, no esperen que yo vaya a trabajar. No sería justo. —coge el teléfono y llama a la agencia. Cuando cuelga, nos lanza una mirada —. ¿Preparo el desayuno?

Papá y yo soltamos una carcajada al unísono. Mamá solo sabe preparar cereales y tostadas. Es papá quien cocina en esta familia.

Fingiendo no oírnos, ella saca una caja de bisquick del armario.

— Venga ya, no creo que sea tan difícil.  ¿Quién quiere crepes?

— ¡Yo! ¡Yo! —grita TaeHyung—. ¿Podemos echarles trocitos de chocolate?

—  No veo porqué no.

—  ¡Yujuuu! —aulla mi hermano agitando los brazos.

—   ¿De dónde sacas tanta energía  a estas horas de la mañana? —bromeo, y me vuelvo hacia mi Madre—. No deberías dejarle tomar tanta café.

—  No, si ahora lo he pasado al descafeinado —me sigue ella—. Lo suyo es de nacimiento.

—  Vale, mientras no me pases a mí al descafeinado —le advierto.

— Eso podría tipificarse como maltrato juvenil —terca papá.

Mamá me acerca un tazón humeante y el periódico.

— Sale una estupenda foto de tu novio —me dice.

— ¿En serio? ¿Una foto?

—  Ajá. Y por cierto es todo lo que hemos visto de él desde el verano —añade lanzándome una mirada de soslayo con una ceja arqueada, su versión de una mirada penetrante.

— Lo sé —digo, y se me escapa un inoportuno suspiro. La banda de Chanyeol, EXOplanet, se encuentra en una espiral ascendente, lo que es magnífico… casi siempre.

— Ah, esta juventud de hoy no sabe apreciar la fama —refunfuña papá, sonriendo. Sé que se alegra por Chanyeol, que incluso se enorgullece de él.

Hojeo el periódico hasta llegar a la agenda cultural. Hay una pequeña nota sobre EXOplanet, con una foto diminuta de sus cuatro miembros, junto a un extenso artículo sobre “The X” y una imagen grande de su cantante, el divo del punk-rock, KyungSoo. En la nota solo se dice que la banda local “EXOplanet” será telonera de “The X” en Portland, una de las ciudades incluidas en su gira nacional. No menciona lo que para mí es una noticia aún más importante: que anoche “EXOplanet” actuaron como grupo principal en un club de Seattley que, según el mensaje que me envió Chanyeol a media noche, se agotaron las entradas.

— ¿Irás al concierto de esta noche? —pregunta papá.

— Pensaba ir. Depende de si cierran las carreteras por culpa de la nieve.

— Sí, menuda nevada se avecina —ironiza él, señalando un solitario copo que desciende lentamente.

— Además, tengo que ensayar con un pianista universitario que la profesora ha sacado de la manga. —La señora Eun, que enseñaba música en la universidad antes de jubilarse, y con la que he estudiado los últimos años, si–empre anda a la caza de víctimas que me acompañen. «Para que tengas el nivel y les demuestres a esos creídos de Juilliard cómo se toca», arguye.

Aún no me han admitido en Juilliard, pero la prueba me fue muy bien. La suite de Bach, y la música de Shostakóvich fluyeron de mi instrumento mejor que nunca, como si mis dedos fueran una prolongación del arco y las cuerdas. Cuando acabé de tocar, jadeante y con las piernas temblorosas, uno de los examinadores aplaudió un poco, lo que imagino que no ocurre con frecuencia. Al salir, me dijo que hacía mucho tiempo que no se veía un « joven campesino de Óregon» en Juilliard. La profesora Eun se lo tomó como un indicio de que iba a ser aceptada. Uhm, no sé, tampoco estoy seguro al cien por cien de querer que me acepten. Igual ha ocurrido con la meteórica ascensión de “EXOplanet”, mi ingreso en Juilliard daría pie a ciertas complicaciones, o sea, agravaría las ya surgidas durante los últimos meses.

— Necesito otro café. ¿Alguien se apunta? —pregunta Mamá, acercándose con la vieja cafetera eléctrica.

Olisqueo el aroma intenso y untuoso de la variedad francesa de café torrefacto que preferimos en casa. Con solo olerlo ya te espabila.

— Quizá me vuelva a la cama —anuncio—. Tengo el chelo en el instituto, así que ni siquiera puedo ensayar.

— ¿Todo un día sin ensayar? Oh, pobre corazón en pena, no sufras. —me hincha Mamá. Aunque se ha aficionado a la música clásica a lo largo de los años (« Es como aprender a apreciar el queso maloliente», afirma), como público obligado no siempre se ha mostrado complacida con mis ensayos maratonianos.

         Del sótano llega un ruido estrepitoso. TaeHyung está aporreando la batería heredada de Papá, de los tiempos en que tocaba en una banda importante de la ciudad, o sea, casi desconocida en el resto del mundo, y trabajaba en una tienda de discos.

         Él sonría al oír el estruendo de redobles y platillos, y eso evoca un viejo remordimiento. Sé que es una tontería, pero siempre me he preguntado si lo decepcionó que no me dedicara al rock. Era lo que tenía pensado, sí, pero en clase de música de tercero me sentí atraída por el violonchelo, un instrumento que me pareció casi humano. Intuí que podría contarme toda clase de secretos, y así fue como empecé. De eso hace casi diez años y aún sigo con él.

—¿Alguien quería volver a acostarse? —grita mamá para hacerse oír.

—Qué te parece, la nieve se está derritiendo —comenta papá, dando chupadas a la pipa.

Me asomo a la puerta de atrás para echar un vistazo. El sol ha conseguido abrirse paso entre las nubes y se oye el siseo del hielo al derretirse. Cierro la puerta y vuelvo a la mesa.

— Los del condado han exagerado las cosas —comento.

— Naturalmente —dice mamá—. Pero ahora no pueden dar marcha atrás, después de anunciar el cierre de las escuelas. Y yo ya he llamado para pedir el día libre.

— Pues sí —dice Papá —. Razón de más para aprovechar este inesperado paréntesis. ¿Qué tal coger el coche y pasarnos a ver a Henry y Amber?

       Son unos viejos amigos de mis Padres, de la época en la que él se dedicaba a la música. Desde el nacimiento de su hija han optado por comportarse como adultos. Viven en una vieja y espaciosa granja. Henry se dedica a algo de webs de internet en un establo convertido en despacho, y Amber trabaja en un hospital cercano. Su bebé es la principal razón de que mis padres quieran visitarlos. Ahora TaeHyung acaba de cumplir los ocho años y yo tengo diecisiete, ya no despedimos ese olor a leche agria que tanto emboba a los adultos.

— Y al volver podemos pasar por BookBarn, ¿Vale? —propone Mamá para engatusarme.

Se trata de una vieja, enorme y polvorienta librería de segunda mano. En la trastienda guardan un alijo de discos de música clásica, a veinticinco centavos, que nadie parece querer aparte de mí. Tengo una pila escondida debajo de mi cama. Uno no va por ahí alardeando de poseer una colección de música clásica.

         Se los enseñé a Chanyeol, pero cuando ya hacía cinco meses que salíamos. Esperaba que se echara a reír, pues es un tío tope en la onda, con sus tejanos de dobladillo vuelto y sus Converse negras, sus desgastadas camisetas punk-rock y sus tatuajes sutiles. No es de la clase de chicos que salen con alguien como yo. Y por eso, cuando hace dos años en el ala de música del instituto, advertí que me miraba, creí que pretendía burlarse de mí y me empeñé en evitarlo. El caso es que no se rió cuando le enseñé mi colección. Resultó que él también tenía una colección de discos polvorientos bajo su cama, de punk-rock, claro.

—También podríamos parar en la casa de los abuelos para una cena temprana — sugiere papá, alargando ya la mano para coger el teléfono—. Estaremos de vuelta con tiempo más que suficiente para que vayas a Portland —añade mientras marca el número.

— De acuerdo —acepto. No es por el cebo de BookBarn, ni porque Chanyeol esté de gira, o porque mi mejor amigo, Tao, esté ocupado con el anuario. Ni siquiera es porque tenga el chelo en el instituto, o porque no quiera quedarme en casa viendo la tele, o durmiendo. Es que, sencillamente, me gusta salir con mi familia. Esa es otra cosa de las que no se alardea, pero Chanyeol también es así.

— ¡TaeHyung! —llama papá—. ¡Venga, vístete! ¡Nos vamos de aventura!

Mi hermano culmina su solo de batería con un estrépito de platillos y sube corriendo a su habitación. Momentos después irrumpe en la cocina, ya vestido, como si se hubiera puesto la ropa mientras bajaba como un rayo por la empinada escalera de madera de nuestra casa victoriana, plegada de corrientes de aire.

School’ soulforsummer …—canturrea,

— ¿Alice Cooper? —refunfuña papá—. Pero bueno, ¿Todo se vale en esta casa? Al menos canta algo de los Ramones, Chaval.

School’ soulforever —sigue Taehyung a pesar de las protestas.

—TaeHyung, el optimista —comento.

        Mamá se ríe y deposita un plato de crepes un poco chamuscados sobre la mesa de cocina.

— A desayunar, familia.

 

Notas finales:

¿Qué tal? Bueno, el primer capítulo es algo aburrido, pero el segundo trae toda la bomba. (?) 

A las personas que siguen el fanfic de XiuMin y Lu Han, les aviso que ya pronto tengo actualización. Estaba ocupada, pero ya dejé de trabajar y como estoy de vacaciones ya podré actualizar más bonito. :) 

Nos vemos en el próximo :D 


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