De la nada el domus había sido edificado en pocos meses. Los habitantes de la isla de Cytera desconocían quien era el amo de ese magnífico lugar y de dónde provenía. Los esclavos que construían el domus era bien pagados por su silencio tanto qué, los años pasaron y Cytera seguía sin saber quién estaba ahí. Peor mientras este extraño no molestara a nadie, todo estaría bien.
10 años después.
-¡Will, vamos! ¿no podemos ir a cazar un jabalí en vez de ver como esperas horas a pescar un pobre pez?- se burló rogón su compañero de instituto- Es tu cumple años número dieciocho, debemos de tener un festejo en grande. Sublime y único- Will sonrió y vio su caña de pescar que estaba tiesa sin pescar nada. Suspiro hondo y camino por el río hasta la orilla y ahí dejo su caña improvisada.
-Está bien, vamos- los muchachos comenzaron a correr por el bosque hasta adentrarse lo suficiente sin perder el camino de regreso. Silenciosos caminaron hasta encontrar un jabalí en medio del bosque, los muchachos estaban armados.
Uno de los mejores amigos de Will les dio la señal para que avanzaran, rodeando al jabalí. De repente un grito se escuchó y el jabalí comenzó a correr pero se vio acorralado por todos los muchachos. Una flecha lo hirió en la pata trasera y luego otra, el animal cayó indefenso y saltaron sobre él para penetrar su lomo con un cuchillo. El jabalí se retorció y sus chillidos resonaban por todo el bosque silencioso.
-¡Cállalo!- gritó Will- ¡Haz que pare Anker, páralo!- su amigo degolló al animal
-Cálmate Will, pareces un loco, sé que odias cazar pero no es para tanto. La agonía que le das a tus peces, privándolos de su oxígeno es peor asesinato que una muerte rápida a una lenta- tenía razón pero los pescados no chillaban su muerte, eran silenciosos.- Alcander, carga el animal hasta casa de Will para poder cocinarlo. Los demás caminaron detrás de Alcander pero Will y Anker se quedaron ahí de pie.
-Lo siento Anker, sabes que yo...no soporto ver un animal ser asesinado- Anker limpió su cuchillo y lo guardo dentro de tu túnica.
-Está bien hermano, yo te obligué así que asumo la responsabilidad de lo que paso, ahora bien, vamos a tu casa a seguir festejando que mañana te llevaran ante tu Maestro o debo de decir Erástes. Ese recordatorio hizo que se sonrojara.- Por cierto ¿ya sabéis quién será? Me sorprende que te lo hayan asignado y no dejado que te cortejara -Will trago duro.
-No, mi padre nunca me comentó nada al respecto, hasta mañana que lo conozca en el simposium sabré quien ha estado dando los regalos- el corazón le dolía. Will siempre había soñado el ser cortejado y así demostrar su inteligencia y no dejarse cortejar por cualquier hombre de clase alta y mucho menos casado. Will se quedó pensando en sus palabras- ve, en un momento los alcanzo- mientras veía desaparecer a su amigo un ruido entre las ramas de los árboles le llamo la atención, camino en círculos para averiguar que animal estaba arriba. Unas alas negras se abrieron de par en par, de repente, ocasionando que Will cayera de sentón.- Maldición- cuando volteo de nuevo hacía las copas de los árboles ya no había nada.- Ese era un animal enorme, sus alas parecían dos brazos extendidos- se puso de pie y camino cauteloso hasta alcanzar a los demás en el sendero erosionado por los carruajes de los comerciantes.
Llegaron a la villa donde vivía Will, Alcander deposito el jabalí en la cocina y dio la orden de que lo asaran en el jardín y dispusieran un banquete. A las horas el olor de carne asada despertó el apetito de todos. Se sentaron alrededor del animal asado y se dispusieron a comer.
-Will ¿estás listo?- Will tomo un sorbo de su vino
-No y la verdad no estoy de acuerdo con el testamento de mi padre pero no tengo otra opción para mantener el prestigio de mi familia siendo el único descendiente vivo-
-Pues, yo hace un par de años que estoy con mi erástes y...soy muy afortunado a su lado- Attis se sonrojo y suspiro
-Oh, así que su relación es correspondida ¿quién fuera a pensarlo?- Attis mastico para poder hablar
-Bueno, mi diferencia es que yo fui cortejado por mi maestro y con el tiempo fui escuchado- todos se sorprendieron y lo felicitaron
-Un motivo más para festejar hasta que la luna este en lo más alto de la bóveda celeste- todos alzaron sus copas y brindaron.
Will se le quedo mirando al fuego cálido que lo protegía del frío de las noches de verano. No podía dormir aunque hubiese bebido vino, los nervios y la impotencia los consumía. Su padre le había seleccionado a su erástes y la palabra de que ya estaba entregado se esparció por el pueblo desde que tenía los diez años edad, haciendo que ningún otro maestro se interesara a él. Tenía que ser un candidato de muy alto poder y rango, para poder pagar la tutoría de Will. Will le hizo una señal a un sirviente que lo vigilaba para cualquier cosa que necesitase.
-Delhar, apaguen la hoguera y recojan todo, tengo que dormir y que preparen mis cosas para mañana ir a simposium- el sirviente asintió y comenzó a recoger todo lo de la fiesta.
Will espero a que su baño y ropaje estuviera listo mientras leía manuscritos en su biblioteca personal. Tocaron a la puerta y Delhar apareció con un montón de sirvientes para bañar a su amo. Cuando llegaron al cuarto Will los detuvo antes de entrar.
-Esto no es un simple baño, es un ritual para nosotros los erómeno, así que por favor den me privacidad y tiempo para prepararme- Delhar asintió de nuevo en silencio y marchó junto a los demás dejando las cosas que su amo ocupaba en una vasija de porcelana.
Lentamente se desvistió hasta solo dejarse un tapa rabo, se miró en el espejo y afeito su cara de cualquier vello facial (no era barba)*, cepillo su cabello ondulado y un poco largo. Verifico cualquier imperfección en su cara y procedió a eliminar cualquier vello corporal hasta quedar lampiño. Limpió las uñas de sus manos y pies a fondo. Una vez terminado se introdujo la tina donde aplico ungüentos en su piel y cabello. Will era blanco como el mármol y tenía un cuerpo marcado por practicar deportes. Como si los dioses lo hubieran tallado con detalle. Una vez bañado, se secó e impregno de aromatizantes y lociones, coloco una bata de lino casi transparente de color blanco, con los brazos descubiertos y solamente cerrada con un cinturón de seda color dorado.
Se recostó en su cama sin poder dormir, tratando de idealizar como sería su nuevo maestro, que clase tendría, ¿sería muy exigente? ¿Dónde lo conocía su padre? ¿Por qué nunca lo cortejo? ¿Por qué nunca se mostró ante Will? Haciéndose todas estas preguntas Will quedo dormido.
El gallo lo despertó con su canto al amanecer, se puso sus mejores ropas y salió al comedor donde había pedido un desayuno solamente de frutas ya que los nervios no le tenían apetito y menos cuando iría a un banquete donde se hacían las fiestas del fin de período de prueba.
La reunión se haría por la tarde y se finalizaría por la noche, que conveniente para algunos oídos y otros escuchados. Will se rio para sí mismo. Termino de revisar sus pendientes del viñedo que su familia poseía.
-Delhar, es hora de que me vaya, por favor cuida de mi casa en mi ausencia y me llevaré a algunos sirvientes conmigo- el sirviente asintió.
Will tomo dos sirvientes para ir con él, cuando llegaron los dejaron en un cuarto especial para ellos. Will inhalo profundo y paso por la puerta de madera que daba hacía la gran sala donde se festejaba el simposium cada mes.
La edad mínima para poder terminar con un arreglo entre el maestro y la familia del discípulo eran los quince años y la edad máxima para ser reclamado, los dieciocho años. Así este era el último año de Will pero esto había sido por petición de su erástes hacía su padre cuando Will tenía diez años su maestro lo pidió para su tutoría. ¿Dónde lo había visto o conocido? Lo sabría pronto.
La sala estaba llena de caras adultas conocidas y las menores no tanto. Will se paseó por todo el lugar para llegar a las columnas donde estaban los secretarios del estado haciendo fe en la unión.
-Buenas tardes, he venido para conocer a mi maestro, mi nombre es Will Graham- el secretario busco en su lista, cuando encontró su nombre el hombre se quedó sin aliento y con los ojos abiertos de par en par.
-Su erástes es el señor…el señor, Hannibal Lecter- ¿quién? Will se acercó más al hombre
-¿Me puede dar mas información? Jamás había escuchado ese nombre- el secretario tembló
-Y..yo, yo no le puedo dar más información. ¿Cómo es posible que no lo conozca? Lo siento, no es de mi incumbencia por favor vaya a la sala número trece, ahí lo espera su Maestro- Will no entendía el comportamiento del hombre. Se enderezo y dio la media vuelta para regresar al segundo piso y subir a la habitación. Mientras Will caminaba a las escaleras se dio cuenta que todos se le quedaban viendo y murmuraban detrás de sus espaldas. ¿Qué pasaba?
A medida que se acercaba a su cuarto los sonidos de sorpresa llenaron sus oídos y cuando llegó, todo se quedó en silencio. Trago duro y llamó a la puerta, tardaron en contestar pero cuando lo hicieron pudo ver a lo lejos, en el balcón a un hombre de unos veinticinco años de perfil mirando hacía el mar, alto, bronceado, cabello cenizo, ojos color miel y un cuerpo definido, un cuerpo como de marinero. Su mundo se detuvo, su corazón latía rápido y su mente le decía “yo lo he visto antes”.
El hombre giró su mirada y cuando sus ojos se encontraron ambos se quedaron contemplándose el uno al otro, congelados sin poder decir nada.