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The Mad Proffesor por algodon Sibyl

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Notas del fanfic:

¡Hola animalitos de la creación! n.n

Éste es el primer fic que hago de disney (y dream works, claro) ya que recientemente vi la peli de grandes héroes y dije; yaoi detected eue¨ 

¡Esque Hiro es taan ukeable! eue

Pero bueno, ésta historia la tenía hace un tiempo en la cabeza de coco que tengo y originalmente sólo sería la pareja de Hiro y Tadashi, pero una amiga me pidió que metiera yuri ene y luego hetero... y ¡puf! salió esto xD 

Pero gueno amores míos espero y les guste, ya sé que tengo otros dos fics pendientes (para los que no sepan es uno de sekaiichi hatsukoi llamado "Masamune Takano vs. The World y el otro "Dos amantes", no crean que me he olvidado de éste último eue) y sin más que decir ¡Disfrutenlo! nun

Notas del capitulo:

Hola mushash@s! éste es el primer capítulo del fic! n.n

Por cierto, quiero aclarar que reemplazé el concepto de la ciencia por la filosofía, ya que no sé absolutamente nada de ella (bueno, de química un poquitín, no estudié dos semanas para pasar el exámen en vano ene) además de que me gusta demasiado la filosofía así que espero y no me critiquen por ello n.nU

El pequeño de tan sólo 13 años de edad corría a toda prisa por el pasillo de la universidad.

Aunque no quería llegar tarde por ser su primer día, esto no sería posible ya que el reloj marcaba las 9:10 a.m. 10 minutos tarde.

Vio que la puerta del aula donde le tocaría su clase estaba abierta así que entró a toda prisa para luego poner sus manos sobre las rodillas y tratar de recuperar el aire perdido.

Mmm… diez minutos tarde señorito. Una voz masculina lo sacó de sus pensamientos; miró al frente y se percató de que el profesor había llegado sólo unos segundos antes que él, ya que su portafolio estaba a milímetros de tocar el escritorio. Pero no importa, no es el único que llegó tarde, siéntese por favor.

El chico obedeció y se sentó en el lugar más cerca del pizarrón, ante la vista atónita de todos los presentes. El chico al lado de él era un albino, con una sudadera azul marino, pantalones color hueso y tenis negros, que parecía perdido en su libro.

Bien muchachos, hoy tenemos a un alumno nuevo, se llama Hiro Hamada. Anunció el profesor a los alumnos. Apenas tiene trece años y ha hecho lo que muchos de ustedes no han hecho o no harán en toda su patética existencia. Los alumnos, lejos de ofenderse, soltaron una que otra risita divertida, algo que le pareció curioso a Hiro. Trátenlo bien y procuren no celarse por favor.

 Algo que Hiro notó desde que llegó, fue que el profesor no hacía contacto visual con él, mucho menos con sus alumnos. Aunque debía admitir que era realmente atractivo, no pudo dejar de ver su corpulento cuerpo pasearse de un lado a otro sin despegar la vista de su libro, el cual reconoció muy bien; “el mundo de Sofía” de Jostein Gaarden, todo un clásico de la filosofía. Sus facciones eran masculinas y marcadas, muy bonitas a la vista del chiquillo, tenía una cicatriz en su mejilla derecha, al parecer padecía heterocromia, ya que por lo que pudo notar uno de sus ojos era más claro que el otro, aunque no los alcanzara a ver a simple vista por el problema del contacto visual. Sus labios no se movían de una curvatura sin expresión. Sin duda un sujeto que lo robó el aliento a primera vista. Aunque parecía ser demasiado joven como para ser profesor.

Bien Hiro, como eres nuevo. Su voz lo sacó de sus pensamientos. Me presentaré. Anunció aún sin despegar la vista de su novela y escribió en el pizarrón: Harada Daichi. Soy tu profesor de filosofía y tutor, si tienes alguna interrogante no dudes en pedírmelo.

El pequeño miraba con cara de bobo a su profesor daba la clase. No sabía qué rayos estaba pasando con él.

El profesor cerró su libro de golpe. Bien muchachos, cómo dijimos al principio del año y cómo dice Alberto Knox; “lo único que necesitamos para convertirnos en buenos filósofos es no perder la capacidad de asombro”

Con ésta frase, comenzó la clase. El profesor a ojos de Hiro era realmente fascinante: su voz, sus movimientos. Todo era ameno y grato para el chico prodigio quién no dejaba de ver a su interlocutor haciendo circo maroma y teatro explicando sobre Anaxágoras, pero la seriedad en su rostro no desaparecía, incluso cuando comentaba algo que les sacaba sonrisas a los alumnos.

El chico al lado de él notó esto y por ende, escribió sobre su cuaderno para llamar la atención del chico:

 “Hola, un gusto Hiro, me llamo Jack Frost.”

Hiro notó esto y escribió para responder.

“Hola! Un gusto Jack, ya sabes mi nombre”

“Qué bien, tenemos un niño prodigio en la clase, eh?”

“Bueno… pues si n.nU”

Tranquilo, es un verdadero placer conocer a alguien como tú, veo que conociste al profesor Harada”

“Sí, vaya, su clase es genial”

“Lo sé, aunque creo que tiene que ver el hecho de que sea como de nuestra edad”

“¿Enserio? ¿Cuántos años tiene?”

“23, los mismo que yo, por cierto te ves algo distraído”

Hiró abrió los ojos como platos.

“Es por el profesor, ¿no es así?”

Hiro se puso completamente rojo, ¿tan obvio era? Por Dios, sí que debía estar enfermo.

yo? No! Cómo dices esas cosas Jack” Estaba tan nervioso que mientras escribía soltó una pequeña pero audible risita que llamó la atención del salón; incluida la del profesor.

Señor Hamada, ¿algún comentario que quiera compartir con la clase? Llamó la atención de Hiro con algo de molestia en su voz.

E-ehh no señor, perdóneme. Agitó las manos y sonrió con demasiada vergüenza, aún seguía rojo.

Entonces ¡Ponga atención! Regañó para luego volver a la clase.

Hiro suspiró pesadamente y se sentó de nuevo. Jack se limitó a verlo y sonreír cálidamente.

Al término de la clase todos recogieron sus cosas para irse, el profesor le había preguntado bastantes cosas a Hiro durante toda la clase. No es que no se las supiera, simplemente lo ponía nervioso la mirada que su mentor le dirigía cada vez que preguntaba algo. Una fría, aunque no podía descifrar bien su expresión, no estaba seguro, simplemente lo incomodaba.

Hey Hiro, ¿quieres que te muestre la escuela? Ofreció Jack con una sonrisa.

¿Huh? Claro… Le correspondió el gesto.

Ambos fueron los últimos en salir, el profesor seguía sin despegar la vista de su libro. Se dirigieron a la puerta cuando éste llamó.

Hamada, ven por favor.

El aludido se giró, sus mejillas se tornaron rojas al escuchar la voz de su maestro llamarle. Jack lo miró y le dedico una tierna sonrisa para darle ánimos, Hiro comprendió el gesto y se dirigió con su profesor.

Te espero afuera Hiro. Anunció Jack

Sí, muy bien. Jack cerró la puerta.

¿Qué pasa señor? Debía admitir que en esos momentos las piernas le temblaban, pero quería hacerse el fuerte.

Bien Hiro. Habló Harada. Veo que es cierto lo que me decían de ti. Cambió de página el libro.

¿Huh? Ah bueno, no es para tanto. Puso una mano tras su cabeza.

Sí lo es… …eres excepcional. Cerró el libro aún sin verlo a los ojos.

B-bueno gracias. Hiro sentía que su corazón saldría en cualquier momento.

Es todo, puedes retirarte. Dijo dándole la espalda y acomodando sus cosas.

Hiro asintió y salió corriendo, cerrando la puerta tras él.

¿Y bien? Preguntó Jack cuando Hiro salió del aula.

¿Bien qué?

¿Qué te dijo exactamente?

P-pues… sólo me alabó…

¿Enserio? Jack parecía sorprendido.

Emm… sí, ¿por qué?

Él no suele hacer eso, de hecho no te dice que eres bueno o malo, por más que lo seas.

Caminaron hasta el patio trasero, el cual era un enorme jardín verde con muchos árboles y sillas con mesas.

Además, ése profesor es rareza en su máxima expresión. Ambos se sentaron en una de las sillas.

¿A qué te refieres?

Es demasiado misterioso, no sabes qué hará o qué piensa, además de que si le preguntas algo privado te comienza a contar la biografía de alguna persona importante.

¿Tanto así?

Sí, además de que nadie sabe dónde vive, qué más hace, incluso su verdadera edad.

Pero tú dijiste que tenía 23…

Bueno estoy seguro que ésa es, cada vez que le preguntas la cambia radicalmente.

Ya veo…

Él mismo dice que no le interesa ninguno de sus alumnos, no le interesa hacer relaciones interpersonales ni amistades. Dice que venimos a trabajar y no a hacer amigos.

Eso sí es raro.

Jaja, hasta a algunos otros maestros les asusta pero ¿Qué se le va a ser? Jack tomó su mochila y la abrió, sacando dos paquetes de ahí. ¿Trajiste comida o vas a comprar?

Hiro pensaba en lo que Jack le había dicho, hasta que ésa pregunta lo sacó de sus pensamientos.

¿Eh? Pues… Esculcó sus bolsillos y su mochila. Recordó que en la mañana estaba tan distraído que no se dio cuenta de que algo se había olvidado. ¡Dios! Olvidé mi dinero y mi almuerzo. Puso su mano en su frente.

Tranquilo, tengo la costumbre de preparar dos almuerzos, anda, toma uno. Le extendió uno de los paquetes.

¡Gracias! Destapó éste y miró un enorme sándwich de unos 30 centímetros. ¡Vaya! ¡Se ve muy bien! ¡Itadakimasu! Exclamó para luego empezar a comer.

Jaja, ya veo, eres de Japón…

¿Mh? Pasó el trozo de comida. Sí, soy de Tokyo.

¿Y qué hace alguien cómo tú aquí?

Pues…  Recordó lo que había pasado aquél día, donde perdió al dueño de su corazón, a la persona de la que se había enamorado. Mi… hermano murió hace 4 años…

Jack abrió los ojos como platos.

Mi tía dijo que no quería recordar eso así que por eso nos mudamos aquí.

Lo siento, no debí preguntar.

Tranquilo, no es para tanto ya lo superé. Mentira. Era una total mentira. Sabía que aún estaba enamorado de su hermano, aún seguía anhelando volver a probar aquellos labios que lo tocaron alguna de tantas veces.

Hiro… …¿te encuentras bien? Llamó Jack algo preocupado.

S-sí, estoy bien… Sin saberlo había derramado una pequeña lágrima.

Al ver esto, Jack lo abrazó de forma fraternal, sin dobles intenciones. Hiro se quedó estático, pero correspondió al abrazo.

Sé lo que se siente perder a un hermano, mi hermana también falleció hace dos años…

Ahora fue Hiro el que se sorprendió, dejando escapar más lágrimas que se desvanecían en su rostro.

Desde el otro lado del patio, un profesor los miraba con celos y furia, era la primera vez que le daban ganas de asesinar a sangre fría a uno de sus alumnos. Tragó saliva con fuerza y apretó los dientes al igual   que los puños. Su ceño estaba fruncido.

 

Jaja, Jack Frost, será mejor que te alejes de mi pequeño Hiro, sino alguno de los dos saldrá lastimado. Pensó mientras una sonrisa sádica se formaba en su rostro y se retiraba del lugar.

 


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