Desde que vio a ese chico de cabellos rubios, piel blanca y suave como la cerámica, de esbelta figura y ojos azules como el cielo que reflejaban un gran dolor, sintió deseo, todo en él lo hacía parecer un hermoso ángel pero su carácter bipolar lo convertía en un demonio, uno lleno de dolor el cual lo llevaba poco a poco a la locura pero el chiquillo se resistía a ceder y eso era lo que más le llamaba la atención al mayordomo de la mansión Phantomhive, Sebastián Michaelis quien no dejaba de pensar en lo satisfactorio que sería romper su alma por completo y por ente, que callera en la locura total. Pero había dos problemas y esos problemas tenían nombre, Claude Faustus y Hannah Annafeloz, los demonios mayordomos del conde Alois Trancy aunque el verdadero mayordomo era Claude porque él había hecho el contrato con Alois y Hanna solo estaba ahí por voluntad propia.
A pesar de que Claude era el mayordomo verdadero, no le ponía mucha atención a su amo y eso Sebastián lo sabía perfectamente así que sería un problema menos, por el contrario Hanna no bajaba la guardia cuando se trataba del conde y eso representaría un gran problema para el mayordomo pero el motivo no era el que no pudiera matarla sino porque al no recibir una orden directa de su amo, el conde Ciel Phantomhive, él no podría hacer nada contra los mayordomos ni contra el conde.
Pero no se daría por vencido y aria hasta lo imposible para que su amo accediera a que al menos por una noche, el conde Trancy, se quedara y así aprovecharía para destruirlo mentalmente y espiritualmente y así dejarlo como un juguete roto con el cual poder satisfacer su celo ya que después de todo el seguía siendo en demonio y si hacia sufrir a ese niño su amo no le impediría nada porque Ciel pensaba que sus padres murieron por culpa de Alois.
Qué fácil es engañar a los humanos.
El único inconveniente era hacer que los dos mayordomos, Claude y Hanna, dejaran que su amo se quedara por una noche en la mansión.
− ¡Sebastián! –Justo estaba pensando en algún modo de llevar a cabo su plan cuando escucho la voz de su amo llamándolo.
Suspiro y camino rápidamente hasta el despacho donde Ciel se encontraba revisando unos papeles y cartas que de seguro eran invitaciones a fiestas o eventos a los cuales el conde no asistiría. Después de tocar la puerta, el mayordomo se abrió paso hasta llegar al lado derecho de su amo.
− ¿Me hablo amo? –pregunto haciendo una inclinación.
−Tengo hambre tráeme algo dulce –dijo Ciel sin despegar la mirada de los papeles que estudiaba con mucho interés.
Cuando el mayordomo se disponía a marcharse para cumplir la orden, la voz de su amo lo detuvo.
−Mañana vendrá el conde Trancy así que quiero que todo esté en completo orden.
El mayordomo se volteó a ver a su amo regalándole una sonrisa típica de él y con una reverencia dijo.
−Yes my lord –dicho esto se marchó y sonrió perversamente, sus ojos se tornaron de un tono rosa y camino en dirección a la cocina.
La oveja viene directo al matadero.
Después de haberle llevado el postre a su amo. Sebastián se puso a limpiar la mansión tal como Ciel le había ordenado pero mientras lo hacía escucho como uno de los sirvientes, Maylene, se acercaba corriendo y si no fuera porque Sebastián la sostuvo por la cintura, hubiera caído al suelo.
−Cuantas veces te he dicho que no se debe correr dentro de la mansión –dijo en tono cansado.
−Lo siento Sebastián-san es que hay alguien buscando al joven amo, ya lo hice pasar a la sala –dijo muy agitada y sonrojada por haber corrido escalera arriba.
−Está bien yo le avisaré al joven amo tu ve con Bard y Finian y terminen de limpiar la mansión.
−Si Sebastián-san. –Maylene salió corriendo en busca de sus compañeros para terminar la tarea que les encomendó Sebastián.
El mayordomo camino hasta la sala y se encontró con ni más ni menos que a la sirvienta de la mansión Trancy, Hannah Annadeloz.
− ¿A qué se debe esta visita tan inesperada? – pregunto Sebastián mientras se acercaba a la sirvienta.
−Eso es algo de lo que quiero hablar junto a tu amo si es posible. –El tono de Hannah era más serio de lo normal y eso provoco curiosidad en Sebastián.
−Muy bien sígueme. −Caminaron escalera arriba hasta llegar al despacho de Ciel el cual estaba comiendo su postre y cuando los vio pasar dejo eso de lado para recargarse en su sillón y cruzar las piernas mientras veía con curiosidad al demonio de la mansión Trancy.
− ¿Tu amo te envió? –pregunto Ciel sin ninguna pisca de sorpresa como si él hubiera previsto esa visita.
−No. Él no me envió yo vine por mi propia cuenta –respondió Hannah sin cambiar su tono serio.
−Entonces que se te ofrece –esta vez fue Sebastián quien hablo.
−Pedir que escondan a mi amo por un tiempo quizá un par de semanas en lo que se arregla un inconveniente.
Sebastián se sorprendió un poco pero lo disimulo mientras que Ciel solo sonreía y observaba con interés a Hannah la cual ,por su parte, estaba cada vez más nerviosa por haber dejado solo a su amo con ese demonio llamado Claude Faustus. Ciel tardó en responder a propósito ya que le encantaba ver como la sirvienta se ponía cada vez más nerviosa y eso le hacía gracia pero termino con su sufrimiento.
−Porque tiene que esconderse y porque precisamente bienes a la mansión Phantomhive a pedir ayuda. –Ciel no dejaba de observar cada movimiento de Hannah y no le paso por alto cuando esta se mordió el labio inferior como para evitar decir lo que Ciel ya suponía pero que quería confirmar.
−Es para que escape de Claude –dijo en un susurro que el único que pudo escuchar fue Sebastián y cuando este sonrió le confirmo a su amo sobre sus sospechas.
−Eso responde solo la primera pregunta ahora dime porque me pides ayuda a mi ¿Tu sola no puedes defender a tu amo?
−No es eso es solo que si esta con ustedes el no podrá acercarse debido a que estará Sebastián, no se preocupen les daremos algo a cambio si lo desean solo les pido que escondan al amo Alois en lo que logro derrotar a Claude. –Esta vez Hannah se veía más alterada y su tono serio cambio al de uno de urgencia.
− ¿Porque el joven Alois se tiene que esconder de su propio mayordomo? –pregunto Sebastián.
−Eso, no lo puedo decir porque sería romper la promesa que le hice a mi amo. –Hannah ya no soportaba el no obtener una respuesta por parte del conde Phantomhive.
Pasaron un par de minutos los cuales debido al tenso ambiente, parecieron horas, hasta que Ciel hablo en tono serio.
−No lo puedo tener aquí más de tres semanas, no importa si hayas arreglado el problema que tienen o no ¿Entendiste? –dijo Ciel parándose enfrente de Hannah quien asintió con la cabeza y dio media vuelta para disponerse a ir de regreso con su amo.
−Antes de que te vayas quiero que me respondas algo. ¿Alois estará de acuerdo en que lo dejes aquí conmigo y sin ningún contacto con alguno de ustedes? –Ciel sabía que Hannah no planeaba dejar solo a su amo pero él quería hacer sufrir a el culpable de la muerte de sus padres y esta era la mejor oportunidad.
Hannah por su parte se tensó al escuchar la pregunta que no era exactamente una pregunta sino una orden y aunque le pesara tendría que dejar a su amo a manos de esos dos pues eran los más aptos para protegerlo o quizá serian peor que Claude. No. Claude era mucho peor. Así que no le quedaba muchas opciones y prefirió arriesgarse a dejar a su amo solo por dos semanas.
−Eso no les debe interesar y tampoco habrá problema alguno ya que él por puras penas puede mantenerse de pie pero si es necesario déjenlo enciérrenlo en la habitación pero no creo que tenga fuerzas para tratar de escapar
Dicho esto se marchó rápidamente sin siquiera darle las gracias al conde Phantomhive porque ella sabía que él se cobraría el favor con creses así que no tenía sentido darle las gracias pero ese pensamiento lo dejo de lado, lo que verdaderamente le preocupaba era como aria para que Alois pudiera salir de la mansión sin que Claude lo notara y para eso tendría que decirles a los trillizos , Thompson, Timber y Canterbury, que le ayudaran lo cual ellos harían sin oponerse puesto que ellos eran subordinados de Hannah, pero aun así correrían riesgo de ser vistos y si eso pasaba la vida de Alois correría riesgo más del que ya estaba corriendo al seguir en esa mansión junto ese demonio.