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Una historia como otra cualquiera. por mariangel chan

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertecen a mi, si no al gran Kishimotoo/

Notas del capitulo:

Hola!!! Bueno aqui esta un largito One-shots.

 

Informacion: Para los que esperan mi proximo fic "Los hijos de la oscuridad" les digo que lo estoy escribiendo para que los primeros de abril este publicando el primer capitulo... sin mas nada que decir, les dejo leer. Espero que les guste.

 

Paz y Besos Mariangel :)

 

Era un día como cualquier otro; la brisa fría anunciaba la llegada del invierno para que en unos pocos meses otro año se fuera abriendo paso a uno más con sus nuevos propósitos por delante de todo. Pero a pesar de que era un día normal, esta historia tiene un toque singular al igual que las demás.

 

Un niño aproximadamente de 12 años corría por las calles de un pequeño pueblo con una tostada casi por terminar en su boca. Cabe resaltar que el chico en el exterior era exquisito, cabellos negros, ojos del mismo color y una piel pálida, pero en el interior guardaba una gran depresión por la muerte de su hermano creándole una personalidad fría y callada.

 

Como no era de extrañar, todos los días llegaba ciertos minutos tarde al colegio. Tenía que percatase que su madre tomara sus píldoras para dormir, desde que murió su hermano hace más de 5 meses no hacía otra cosa que llorar. Itachi su hermano mayor era un chico con un gran futuro, excelentes calificaciones, amado por todos, ofertas de famosas universidades… Su hermano era el orgullo de la familia y un gran modelo a seguir para el menor. ¿Por qué? Una pregunta sin respuesta, Itachi era una buena persona ¿Por qué tuvo que morir? ¿Por qué aquel que más merece vivir o merece seguir viviendo, muere? ¿Y qué hay de aquellos que merecen morir pero siguen con vida?

 

 “¡Ja! Que irónico” meditaba el niño en su mesa mientras intentaba captar la idea del profesor de matemáticas. Recuerda exactamente las noticias del día anterior al suceso “Chico heroico muere por salvar a una mujer de un violador” decían los titulares. ¡Ja! Se reía amargamente el pequeño.

 

Los meses transcurrían con una rígida rutina; despertarse, ver a su padre marcharse al trabajo, hacer el desayuno, intentar razonar con su madre tirada en el suelo, llevarla a la cama, darle sus píldoras y esperar que se durmiera, ir al colegio, regresar a casa, consolar a su padre que lloraba porque madre no era misma e irse a la cama tragando grueso para no llorar. Tenía que ser fuerte por el bien de su familia.

 

Soledad… La soledad es un sentimiento de aflicción que consume el alma, que te va matando poco a poco y hace perder el camino de la existencia. El chico bautizado como Sasuke desnudaba su corazón en llanto agrio frente a la tumba de su hermano, se oprimía el pecho con el puño manteniendo la ira, pateaba el suelo y con otra mano se jalaba de los cabellos desesperados.

 

-¡¿POR QUE?! ¡¿POR QUE ME DEJASTES SOLO!?- Gritaba con el rostro rojo por las lágrimas. Solo tenía 12 años y sentía como el peso de la responsabilidad caía sobre su cuerpo, a pesar de tener dos adultos que lo cuidaban, últimamente sentía que los papeles se habían invertido. Observo las letras de color blanco talladas en el mármol negro “Siempre serás recordado” las acaricio con delicadeza “Que mundo tan injusto”.

 

En ocasiones imaginaba como sería tener el control del tiempo, para pausarlo y retrocederlo cuando quisiera ¡Que absurdo! …. El cementerio era el único lugar donde sus más profundos sentimientos de tristezas decaían, era el único lugar donde no era fuerte y era el único lugar donde volvía hacer niño… Aspiró el olor del pasto muerto sollozando por última vez.

 

Una piedra con forma extraña estaba a escasos centímetros de él. La cual con una mueca amarga  la tomo y miro con detalle. La vida humana es tan compleja en su significado pero a la vez tan sosa por no prevenir la muerte, solo basta un segundo para pertenecer a la nada. Toda clase de pensamientos se le cruzaron en un instante mientras miraba la piedra con filo y su muñeca al mismo tiempo… Sólo era cuestión de tomar una decisión….

 

-El alma sin ciencia no es buena, Y aquel que se apresura con los pies, peca- Sasuke volteo la cabeza asustado, se encontró con un niño más pequeño que lo miraba fijamente -¿Qué tratas de hacer?- La piedra cayó al suelo. El niño tenía una mirada muy inocente de color azulada y uno de sus dedos jugaba con un mecho de cabello rubio -¿Eres mudo?-

 

El azabache se limpió el rostro con la manga de su camisa, sacudió la tierra de sus pantalones y con una reverencia dio la espalda al más joven. Algunas veces era mejor marcharse sin dar explicaciones. Los ojitos azules que aún mantenía su mirada  hacia el mayor comenzaron a cristalizarse.

 

-Todos me ignoran- Susurró con tristeza  -¿Por qué tú deberías ser la excepción?- Se dejó caer en el suelo mientras sus manitos refugiaban su rostro. El mayor miro por encima de su hombro a la vez que se mordía el labio inferior… Era igual que él, un niño perdido en las oscuridades del mundo...

 

Compadeciéndose se acercó. Una punzada atravesó su corazón al caminar.

 

-Disculpa yo…- Buscaba las palabras correctas, culpándose –Yo no quise… Es que verás-  El menor levanto su rostro sin una pizca de tristeza al contrario mantenía una gran sonrisa blanquecina…

 

-Te hice hablar- Estallo es una pequeña carcajada levantándose. Sasuke abrió los ojos de sorpresa por haber caído en una trampa tan sencilla como era dar lastima. Inmediatamente se volteo para volver a casa, no se podía dar el lujo de llegar tarde cuando su madre estaba entre la vida y la muerte y menos por un niñito fastidioso que le daba igual sus emociones.

 

-¡Oh vamos! No seas amargado- Chillo con una vocecita tierna –Solo era una broma- Al ver que no respondería corrió, deteniéndolo sublime por la espalda y apretando todo lo que podía, el mayor sintió otra punzada –No te vayas, por favor, un poco de compañía no hace daño- Su vocecita de ángel convencía.

 

-Voy muy tarde, será en otro momento- respondió cortante al mismo tiempo que se zafaba del agarre… ¿Quién era este niño?...

 

-Que lastima- El color de sus ojos era cautivante e inocente –Me gusta ayudar… Si algún día me necesitas estaré en el templo que está a escasos metros de aquí- Una sonrisa de esperanza floreció. Sasuke se limitó a observarlo con cierta desconfianza antes de irse.

 

Ya pasado unos días era cada vez más difícil aceptar la realidad cuando tus padres te lo recordaban a cualquier momento. Temiendo día y noche que la locura depresiva llegara a su punto límite… Silencio… Silencio… Solo silencio cubrían esas cuatro paredes llamada “Habitación” o como le gustaba llamarlo “Lugar para tragar las lágrimas”.

 

A pesar de lo matutino, el niño de mirada delicada no se apartó de sus pensamientos, le parecía curioso su comportamiento al igual que su físico…

 

Unas flores frescas descansaban cerca de la tumba de su hermano con un pequeño que miraba fijamente.

 

-¿Qué haces aquí?- Preguntó con un tono molesto.

 

-Sus flores estaban marchitas- respondió el más joven con una sonrisa – ¡Volviste!- Exclamo entusiasmado. Sasuke tomó una bocanada de aire para comenzar una mental oración, siendo observado siempre. Una lagrima disimulada resbaló, dando paso a las siguientes gotas de lluvia que se intensificaban al unísono.

 

-Gracias por las flores niño- Una despedida agria, pero paralizada en el momento que retumbo un trueno en el cielo tornándose oscuro. En cuestión de segundos el menor sujetaba sus muñecas haciéndolo correr, tardó un tiempo para darse cuenta que era llevado por caminos desconocidos, inmediatamente jalo para soltarse auto convenciéndose que era peligroso. Sin embargo el más pequeño se detuvo otorgándolo una manito para que lo siguiera de nuevo… ¿Qué podía perder?

 

A unos cuantos metros del cementerio subiendo por un camino rocoso se encontraba un templo abandonado, que si no fuera por un gran árbol de hojas rojas situado en el centro no tuviera nada en especial. Buscaron un techo cercano para esperar a que pasara la lluvia.

 

-Mi nombre es Naruto, no niño- Dijo el joven luego de un rato, se recogía las piernas al pecho para adquirir un poco de calor. Sasuke no vio la necesidad de dar su nombre pero si preguntar algo que lo molestaba de hace días.

 

-¿Aquella tarde que hacías en el cementerio?- La carita de Naruto se levantó, sorprendido hacia la pregunta, no esperaba que el azabache le hablara…

 

-Visito a quienes ya nadie los recuerda… Un poco de compañía no es malo- Su risa era cálida e ingenua, el mayor le calculaba unos 8 o 9 años de edad quien sabe si menos.

 

-¿Y tus padres?- Se arrepintió al instante que observo una expresión hiriente, sus labios eran una línea recta al igual que sus cejas. Apretó más las piernas contra el pecho.

 

-Murieron en un accidente- Susurró muy bajito. Algunas lágrimas se escaparon y el mayor se sintió miserable al preguntar. Él sabía perfectamente el  dolor de un ser humano al perder alguien querido. Al no saber remediar su error lo tomó enredándolo en un abrazo. Se mantuvieron así hasta que la lluvia ceso por completo… -¿Vendrás mañana?- El rostro enrojecido del pequeño era hermoso.

 

-Si prometes volver a tu hogar-

 

-Este es mi hogar- dijo sin vacilar.

 

Los días fueron pasando y los dos niños se volvían más cercanos, Sasuke lo visitaba con frecuencia en el templo luego de sus clases. Resultaba muy divertido estar cerca porque sus conversaciones y juegos avivaban la infancia pasada… Se había olvidado por completo lo que era ser niño…

 

Reír… Las risas son una expresión placentera que infunde alegría al cuerpo, científicamente una medicina para la buena salud. Si esto era verdad no quería parar  ¿Desde cuándo no se reía a grandes carcajadas? Naruto tenía la cara pintada con marcador azul porque supuestamente era un disfraz, su amigo si sabía cómo divertir. Al igual que sabía establecer con facilidad una conversación; hablaba de todo, de las personas, de los animales, de lo oculto, de lo sagrado, de sus teorías como niño, de lo terrorífico, de lo sobrenatural, de la vida, la muerte y el cielo…

 

-¿Cómo puedes saber tantas cosas?- Como era costumbre estaban sentados al pie del árbol de hojas rojas compartiendo un bocadillo.

 

-Mi madre era bibliotecaria y mi padre profesor de literatura… Va en mi sangre-  Sonrió, Naruto al no querer vivir en un orfanato se escapó de las autoridades llegando así al templo que hacía años ni una persona se acercaba, no había que ser un genio para saber que el niño robaba para mantenerse. –Yo… Yo tengo algo que decirte- Su vocecita sonó nerviosa luego de un rato.

 

-Dime lo que sea para eso están los amigos- Le pasó el brazo tras su espalda.

 

-¿Somos amigos?- Sus ojos brillaron ante la curiosidad, el mayor lo miró fijamente con una sonrisa.

 

-Qué clase de pregunta es esa… Obvio que somos amigos- Hasta el mismo se sorprendía de su actitud delante del rubio. Inmediatamente el menor se sonrojo, pero no lo detuvo hacer lo que pensaba. Se acercó muy despacito y le dio un pequeño beso en los labios a su amigo, luego se separó para ver su expresión. –Yo también te quiero- Lo miro con ternura. Desde ese día se prometió que lo protegería a toda costa… La vida le entregaba nuevamente la felicidad y no permitiría que se la volvieran a rebatar.

 

Las cosas en su casa iban de mal en peor, aunque su madre ya dormía sus horas correspondientes y comenzaba hacer sus labores, las peleas se habían vuelto parte de la rutina. Su padre llegaba ebrio casi todas la noches y su madre lo amenazaba con pedir el divorcio de la cual a esto, reaccionaba de forma violenta, su hijo intento detenerlos en varias oportunidades pero a cambio, los golpes y su “No te metas en cosa de adultos, cariño” de la mujer, no ayudaban mucho.

 

-¿Estás bien?- Pregunto Naruto preocupado al verle morados en el rostro.

 

-Lo de siempre- El menor lo sentó, buscando un poco de hielo.

 

-No quiero que te hagan más daño- Dijo triste abrazándolo.

 

-Desearía que todo acabara- Deposito un beso en la frente de su rubio –Tu eres lo único que me hace feliz Naruto.

 

-Y tú a mí- Quedaron dormidos bajo el árbol de hojas rojas.

 

Un día de esos que crees que todo será como el día anterior… Aburrido… Sasuke salió muy tarde de sus clases, obligándolo a volver a casa y no visitar al menor. Corrió como pudo para poder zafarse de los regaños de su madre, cuando por fin estuvo al frente de la puerta un aliento helado recorrió su cuello… Qué extraño….

 

Abrió la puerta,  su madre no estaba allí para recibirlo mucho menos su padre, dejo la mochila en la sala… Un fuerte olor le invadió las fosas nasales… Al llegar a la cocina una escena lo aterrorizo haciéndolo caer de rodilla… ¿Qué? ¿Qué? Una punzada le atravesó el corazón.

 

Su madre yacía en el suelo con el pecho abierto cubierto de sangre mientras su padre no paraba de apuñalarla…

 

Un grito ahogado se escuchó por toda la casa, el hombre volteo asustado observando a su hijo arrodillado…

 

-Sasuke- Pronunció, miró sus manos con horror… Estaban cubiertas de sangre… Soltó el cuchillo asombrado, pero la escena que vio fue demasiado para el… ¿Qué? ¿Qué estaba pasando? ¿Había matado a su esposa? Su respiración se volvió agitada, trato de levantarse para tranquilizar a su hijo –Sasuke-

 

-¡ALEJATE DE MI, MALDITO!- Gritó levantándose para correr no sin antes ver una cuarta persona.

 

Corrió tanto como pudo… Corrió y corrió para que su padre no lo matara. Lo que no sabía es que el hombre se quitó la vida minutos después de que saliera de la casa. No supo más a donde ir… Naruto… Naruto lo consolaría, Naruto le diría que todo esto es una horrible pesadilla.

 

Llego con el corazón saliéndose por el pecho, sus lágrimas sofocaban su vista, su cuerpo temblaba.

 

-¿Qué paso? ¿Estás bien?- Corrió el rubio asustado, a penas Sasuke lo visualizó lo abrazó con todas sus fuerzas.

 

-NO, NO PUEDO MAS… ESTO ES UNA PESADILLA…- El rubio lo llevó debajo del árbol.

 

Brisa… Dulce brisa mezclada con el olor de la cuidad.

 

-BASTA… BASTA. ¿QUE HE HECHO? TODOS LOS QUE AMO MUEREN- Llevaba sus manos a el cabello para jalárselos, la ira, el sufrimiento se estaba volviendo parte de él.

 

-Necesitas calmarte- Le suplico el rubio que tenía su rostro hundido en el pecho del mayor.

 

-¡CALMARME! ¡CALMARME! ¡ESTAS LOCO! MI PADRE MATO A MI MADRE ¡Y TU QUIERES QUE ME CALME!- Le grito… fue una mala idea venir a ese lugar…

 

-¿No querías que todo se acabara?- El azabache se detuvo en seco y observo a Naruto que lo miraba neutral.

 

-¿De qué estás hablando? ¡YO NO QUERIA ESTO!-

 

-Cálmate Sasuke- El mayor lo miro por unos segundos… Sasuke, Sasuke…. Hacia memoria en qué momento había dicho su nombre… Pero nunca llego… Exacto, nunca se lo dijo ¿Qué era esto? – ¡ALEJATE DE MI!- Se levantó asustado… Un recuerdo de una sombra vino a su cabeza… La cuarta persona.

 

-¡TU!- Acusó –Tú estabas en mi casa.

 

-¿Eh? Pero que cruel eres Sasuke… Me estas culpando cuando hace días atrás decías que me querías- Su expresión linda e inocente se esfumaron, una sonrisa se formó en sus labios dejando mostrar un par de colmillos –Ahora sabemos quién es el ingenuo- Una gran viento azoto el lugar.

 

Sasuke cayó de espaldas atemorizado.

 

Una figura joven y atractiva, alta, cabellos rubios, ojos rojos, colmillos y un cuerpo resaltante apareció delante del… El niño alegre y tierno ya no estaba…

 

-¿POR QUE ME HACES ESTO A MI?- Gritó llorando, su garganta quemaba y su corazón ardía.

 

Solo fuiste escogido al azar para mi entretenimiento, donde vivo no hay muchas cosas interesantes… Sasuke- Su nombre sonaba grotesco –Yo maté a tu hermano, a tu madre, a tu padre y a la única persona que amaste- Ya no aguantaba más… Basta…Basta, el dolor era insoportable… ¿Por qué? ¿Por qué? Sentía como sus órganos explotaban en su interior, su cerebro se freía, su piel era arrancada… Sufrimiento y más sufrimiento, solo eso vienes a pasar en esta vida…

 

-¡YA POR FAVOR! ¡TE LO SUPLICO, TE LO RUEGO! DEJAME EN PAZ- Era desgarradora la escena.

 

-¿Que ganaría con eso?-

 

-¡ENTONCES MÁTAME!- No veía otra salida… Naruto sonrió saboreando sus labios, estaba realmente excitado, este momento era glorioso en sus tantos siglos de vida. Una carcajada golpeo el corazón ya sangrante del azabache.

 

-Que mejor diversión… Querer morir y no poder-

 

 


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