Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Separación por Lady Cadiie

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este fanfic pertenece al Mes AoKi.

Notas del capitulo:

¡Buena onda pipol!

Pues aquí, véanme nuevamente escribiendo AoKi... y que mejor porque ya se acabará su Mes —Llora amargamente— En fin, bueno, este escrito es un tanto especial, pues pertenece al Mes AoKi y además, pertenece a un nuevo proyecto mío que se titulará "Fics que previenen" Si, suena muuuuy garigoleado el nombre, pero espero me entiendan al leerlo.

En fin, los dejo leer.

Advertencias: Angst, drama.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son propiedad de Tadatoshi Fujimaki y yo sólo los uso un rato prestados.

Esta historia pertenece al "Mes AoKi" para la comunidad "AoKiLovers~" en Fanfiction y FB. Atiborremos las páginas de estos dos por un mundo mejor ;3

Separación

.

.

Era el tercer cigarrillo en la última hora y ya lo había consumido por completo. Revisó la cajetilla en busca de otro rollo de tabaco, pero la encontró vacía. Era sólo viernes y ya se había acabado dos cajas completas por sí sólo. Suspiró molesto y cansado por tanto esperar, así que decidió enviarle un mensaje al rubio para que le diera alguna señal de vida.

Kise era bastante impuntual cuando de verse se trataba. Siempre ponía el trabajo con antelación sobre su relación y eso era algo que le comenzaba a fastidiar. Chasqueó la lengua.

Últimamente su noviazgo con el rubio era una constante decadencia en comparación con lo que fue en su máximo fulgor, en aquel antaño cuando iniciaron a escribir juntos un ellos en Teiko.

Ahora, a sus veinte siete años de edad, y con más de diez años de antigüedad en la única relación estable que ha tenido en su vida, siente que él y el modelo son un par de críos intentando rescatar algo que ya no existe.

Él con su trabajo en la jefatura de policía debía de vivir con tensiones y ansiedades que se duplicaban cuando se enteraba que el blondo viajaba a alguna pasarela fuera del país. Y por parte de Kise -comentaba el mismo chico- tenía que tomar calmantes cuando el moreno salía a una emergencia. Sus salidas se resumían a reclamos y gritos que terminaban en ira y frustración por parte de Daiki y en llanto y cólera por parte del modelo.

Ya no recordaba cuando fue la última vez que hicieron el amor.

Por eso, le había propuesto a Ryota que tuviesen una cita como la primera que tuvieron en secundaria. Algo puro y sencillo, un momento que les hiciera avivar la llama que los había encandilado el uno con el otro.

Un pequeño dolor en el pecho le regresó al presente. Sacó su celular y envió otro mensaje, un poco más agresivo que el anterior.

Se levantó de aquel banco del parque para ir a comprar otra cajetilla, necesitaba algo que le ayudase a calmar aquella insana ansiedad que sentía cuando el modelo no llegaba a tiempo. Se detuvo en la primera máquina expendedora que vio para adquirirlo. En cuanto tuvo el paquete en sus manos, lo abrió y sacó otro cigarro; lo encendió y consumió de manera lenta de camino al lugar acordado con su novio para verse.

Esperó nuevamente sentado observando el atardecer. Ryota ya tenía –de nuevo- una hora de retraso para su cita. Una vena brotó en su sien; estaba bastante impaciente y desesperado, pero también furioso por no tener noticias del blondo. Al parecer Kise no se dignaba a mandarle un mensaje.

Contando los minutos llegó la noche junto con él. Volteó la mirada al interior de la cajetilla y la mitad de sus nuevos cigarros habían desaparecido.

Harto de ello, se levantó y comenzó a caminar rumbo a su casa, no sin antes textear el último mensaje que mandaría en el día.

Kise podría pudrirse si así lo quería.

.

.

Había salido de darse una ducha para quitarse el sudor de un largo día de trabajo. Las luces artificiales para iluminar las fotografías que iban a ser para la colección de otoño e invierno; las constantes maquillistas que retocaban su cara cada corte y los constantes berrinches de los nuevos modelos le habían colmado la paciencia. Se pasó una pequeña toalla en su cabello para secar las gotas que iban deslizándose por su nuca y espalda.

Estaba solo en su casa, así que fue caminando hasta la cocina como dios lo trajo al mundo para sacar del refrigerador una lata de cerveza que tomó en el acto para refrescarse.

—¡Esto es vida!

La voz de Kise sonaba alegre y despreocupada. Sentía una leve incomodidad, como si tratase de acordarse de algo… pero dejó pasar ese pensamiento cuando sintió una leve corriente de aire a pesar de tener la calefacción encendida.

—Será mejor que me vaya a arropar —dijo al aire como si alguien pudiese escuchar y volvió su cuerpo al cuarto para ponerse una pijama ligera.

Cuando estuvo vestido, buscó su celular que tenía apagado por las políticas de la empresa y lo prendió recibiendo al instante mucho correo spam y unos cuantos de admiradoras. Después de eliminar cada uno de ellos para que no llenaran su memoria, se dirigió a su correo personal y observó unos cuantos que venían de su familia… y más abajo tres de Aomine.

¿Por qué Daiki le enviaría mensajes un día entre semana?

¿No habían quedado en nada… o sí?

Ya te dije Kise, mañana tenemos un compromiso sí o sí.

Aominecchi, no te preocupes… ¡Yo estaré puntual ahí!

Oh, no…

¡Se le olvidó por completo su cita con su moreno! Se pegó la frente con la palma de su mano con una fuerza abrumadora para despertar a sus adormiladas neuronas. Se cambió a una velocidad impresionante para ir a donde estaba su novio; mientras tanto, fue revisando rápidamente los mensajes que provenían del chico…

"Kise ¿Dónde estás? Llevó aquí media hora esperándote… más vale que traigas tu trasero aquí."

Pasó al siguiente, se encontraba ligeramente nervioso; Daiki parecía molesto cuando le envió eso. Con una mano se colocó una bufanda para ir abrigado y con la otra sostenía el aparato para seguir leyendo…

"¿Realmente planeas dejarme esperando tanto? Más te vale tener una buena excusa… ¡Mueve tu trasero aquí y ahora!"

Con esas palabras, parecía que quería arrancarle los ojos en el momento en que le mandó ese texto. Suspiró aliviado, por fortuna no se acordó en ese momento, se evitó de mínimo un golpe en las costillas. Tomó un abrigo de su armario en lo que leía las últimas palabras de Daiki…

"Olvídalo. Ya no vengas."

Esas palabras fueron tan directas que cuando las leyó en voz alta le supieron amargas en su boca. Su novio estaba decepcionado y eso le dolía aún más que si estuviese enojado. Al menos enojado podría tolerar alguno que otro reclamo y gruñidos, incluso un golpe en la coronilla de la cabeza… pero triste, el moreno solía darle con el látigo de su indiferencia.

Y eso era algo que no podía permitir, porque odiaba y le dolía cuando Aomine parecía tener su sonrisa apagada. Sin esperarse tanto, marcó el número —del que provinieron todos los mensajes— rápidamente para contactar con su novio, se sentó en el borde de la cama ansioso y auto culpándose por haberse olvidado de algo tan importante como su cita.

Espero y espero en la línea mientras el incesante tono de marcado llenaba su oído y cabeza; al no recibir una respuesta, volvió a marcar una y otra vez. Seguramente Aomine en ese instante debería de estar más que colérico y no le contestaría; y él no planeaba dejar las cosas así, pues de buenas a primeras, ya estaba casi con un pie fuera de su casa cuando al parecer ya le habían contestado la llamada.

¿Qué quieres Kise? —la voz ronca y malhumorada no le auguraba nada bueno a Kise, pero lo que le preocupó fue el tono de desgane y frío que se escuchó.

—Aominecchi ¡Lo siento! —suplicó el rubio deteniendo su camino— No sé porque me olvidé de nuestra cita, salí tarde de la sesión y…

Demonios, cállate —un poco de silencio llenó el ambiente que se creó a partir de ese momento; el modelo por su parte, estaba esperando obedeciendo la orden de su novio y se alertó cuando pasaron unos minutos y aún no decían nada.

—Aominecchi ¿Sigues ahí?

Por supuesto que sigo aquí idiota —aun con el tono mordaz, Kise pudo percibir en un instante que el enojo había disminuido en un par de momentos—, sólo que me despertaste al marcar muchas veces ¿Qué no tienes nada que hacer?

—Entonces… —Ryota tragó duro para deshacer ese nudo en la garganta— ¿No estás molesto conmigo?

Por supuesto que sigo molesto ¿A qué persona le gusta que lo dejen plantado? —Gruñó iracundo haciendo que Kise borrara la diminuta sonrisa que tenía en el rostro— Quisiera recordarte las veces que te he dejado plantado y todo lo que he hecho para que me perdones.

—Tienes razón —susurró derrotado al recordar rápidamente como Daiki se desvivía si por alguna razón lo dejaba vestido y alborotado—. Aominecchi, por favor perdóname…

La voz de Ryota era de completa súplica, estaba demasiado avergonzado por haber dejado plantado a su novio que no hizo otra cosa más que no fuera rogar porque su Horóscopo se encontrase entre los primeros lugares de ese día; juntarse tanto con Midorima traía sus mañas. Estaba desconcertado y sobre todo, muy triste por sentir que poco a poco su relación realmente se iba resquebrajando… no, lo último que quería en la vida sería separarse de su amado novio, pero no sabía cómo expresar ese miedo que nacía por ese nuevo distanciamiento que poco a poco fue ganando terreno en su noviazgo.

Estaba frustrado.

¿Cuándo puedes tener un poco de tiempo para mí? —La voz de Aomine lo hizo reaccionar, ya que esta se escuchaba pausada, con nostalgia y llena de una calma que no era normal en el moreno. Y aun con todo ello, no pudo evitar sonreír aunque sea un poco.

—El sábado sin falta Aominecchi, nos vemos en la estación de Shibuya, ¿Te parece? —Respondió inmediatamente sintiendo como el aire se salía de golpe de su cuerpo, tuvo que inhalar una gran bocanada para poder respirar normalmente.

Bien —aunque recibió una respuesta bastante escueta, para él fue un alivio. No desaprovecharía esa oportunidad por nada del mundo nuevamente; así tuviese que cancelar una sesión, iría sin dudarlo corriendo hasta donde el moreno estuviese—. Creo que sería mejor que te deje dormir…

—Claro, tú también debes de descansar —musitó alegre y se abrazó a la chamarra que Daiki había olvidado hace meses en su departamento. Por un momento sintió como el aire se llenó de una vitalidad inexplicable y miró con amor la prenda que sostenía—. Buenas noches Aominecchi, te amo.

Yo también Kise, y como no tienes una idea.

Con esas palabras en la mente, el rubio colgó la llamada primero, pues podría pasar horas y él podría seguir hablando y hablando sin parar con Aomine. Estaba feliz por la futura reconciliación con el policía, tendría que armar una cita única e inigualable para compensar en una pequeña parte todo lo que se distanciaron esos meses. Quería volver a incendiar la llama del amor, quería volver a sentirse loco por él como cuando eran adolescentes…

Y él lo llevaría a cabo.

.

.

Kise estaba sentado en una de las bancas principales del parque fuera de la estación. Estaba bastante ansioso por su tan esperada cita, que no había logrado conciliar bien el sueño durante la noche; y aun así, se vistió con el mejor outfit que había encontrado en su closet y salió corriendo de su casa con temor a llegar tarde… pero para su sorpresa, cuando menos lo esperó ya había llegado con media hora de antelación a la hora acordada.

La ropa tan llamativa que llevaba puesta le hacía lucir elegante, pero casual. Las personas que le miraban no lo reconocían demasiado, pero aun así estaba lo suficientemente guapo como para que cualquier persona que le mirase desviara la mirada para seguir contemplándolo. Y aún con todas las atenciones que recibía del mundo entero, para él no existía nadie más que Aomine; él era la única persona que le importaba que lo mirara.

Él estaba tan ensimismado pensando y repasando su cita perfecta, que no se percataba de su mundo exterior. Ese día era dedicado a Aomine, nada ni nadie podía ocupar su mente que no fuera el moreno. Tramó paso a paso y casi con un cronograma cada lugar que recorrerían pensando en la diversión y el romanticismo que obviamente no debía de faltar.

Cuando revisó su celular, ya habían pasado quince minutos; aun cuando hizo un mohín de molestia, no pudo sostenerlo mucho tiempo al recordar que la vez pasada Aomine lo había esperado más de dos horas.

—Seguramente se trata de una venganza suya… pero me las cobraré Aominecchi.

Susurró para sí mismo al darse cuenta que el sol seguía y seguía marchando en el amplio cielo azul. Después de un prolongado tiempo que él consideró necesario, volvió a revisar su celular para verificar la hora o en su caso, ver si había mensajes por parte de su novio. La primera le indicó que ya casi había pasado una hora y lo segundo fue desalentador al ver que no había nada en su bandeja de entrada.

Siguió esperando en el mismo lugar. Veía a las personas transitar frente a él y a los niños corriendo alegres disfrutando de su día libre. En los días pasados tuvo que hacer jornadas dobles para completar el trabajo y poder tener ese espacio para su novio, pero al parecer el otro no lo sabía y se estaba tardando más de lo debido. Su ojo derecho tuvo un ligero tic al comprobar que ya pasaba —y por mucho— de la hora citada.

Pronto tuvo sed por el inmenso calor que acontecía y se levantó en busca de algo refrescante. Al llegar a una máquina de expendio, ingresó el dinero correspondiente y fijó su vista un poco, al parecer se encontró dubitativo entre la diversa gama de sabores que se exponían frente a él. Sus cavilaciones fueron violentamente interrumpidas al escuchar el tono de llamada de su teléfono, cogió el aparato en sus manos y observó que el número registrado era de Aomine.

Su entrecejo se frunció violentamente, tendría que decirle un par de cosas.

—¡Aominecchi, quedamos aquí hace dos horas! —No dejó que la persona en el otro lado hablase y continuó su perorata— ¡Ven corriendo si no quieres que me vaya de aquí…!

Señor Kise —una voz, que no era la de su novio, le interrumpió y se detuvo en seco. Por alguna razón estaba nervioso y sus manos comenzaron a sudar lentamente.

—¿Quién habla? —Inquirió bastante confundido mientras presionaba cualquier botón de la máquina.

Hablamos del Hospital Hiroo para comunicarle que su pariente, Aomine Daiki, se encuentra en nuestras instalaciones…

—¿Qué? —Estaba escéptico por todo lo que estaba escuchando. Su corazón se aceleró ante la posibilidad de que haya sufrido un accidente y sus piernas temblaron como gelatina— Voy para allá.

Colgó y se fue corriendo sin recoger la bebida que estaba esperando para refrescar su garganta. Aunque en cierta forma, ahora lo que necesitaba con urgencia era que le refrescaran el corazón. Necesitaba saber buenas noticias de su novio.

.

.

Aomine iba abriendo los ojos lentamente, los sentía pesados y su cuerpo no respondía como él quería. Se obligó a incorporarse de manera lenta utilizando sus brazos. En cuanto sintió como un inhalador estaba sobre su nariz, intentó apartarlo, pero casi al instante sentía que el aire le faltaba volvió a ponérselo.

Intentaba distinguir todo lo que había en la habitación y lo primero que hizo fue ver como una cabellera rubia reposaba junto a su cadera, abrazándola… he ahí porque sentía pesado el cuerpo. Reconociendo que era Kise quien estaba ahí junto a él, comenzó a acariciar las hebras doradas que caían sobre el rostro y la cama; era incomparable como aquel cabello era suave como la seda, nunca lo diría, pero podrían pasar horas y horas y él continuaría acariciándole el cabello de manera lenta.

Retirando el flequillo que colgaba sobre la cara del rubio, pudo reconocer al instante que tenía los ojos hinchados y alrededor de ellos, una capa rojiza los rodeaba. Había estado llorando. Mataría al mal nacido que hizo aquello.

—Kise —susurró moviendo el cuerpo ajeno para que reaccionara, pero este sólo se removía apretando más el agarre que tenía sobre sus piernas—. Oe, Kise…

—Aominecchi… —después de un rato, Ryota iba abriendo sus ojos, exponiendo los grandes orbes dorados que tanto le encantaban al moreno. Estos, repentinamente, se tornaron acuosos y perdieron el brillo— ¡Aominecchi!

Kise se abalanzó sobre su cuerpo y respondió naturalmente rodeando con sus brazos la cintura estrecha de su novio. Una sonrisa se apoderó de su boca y recargó su cabeza en el hombro del rubio. Estaba entretenido acariciando la delgada espalda de Kise, no sabía lo que le había sucedido, pero no sabía duda en que tener cerca a su novio, era el mejor de los remedios. Ahora se sentía tranquilo, en paz… vivo.

—Aominecchi… no vuelvas a asustarme así de nuevo, por favor —rogó el modelo sintiendo como volvía a respirar al ver que el moreno recobró la conciencia. Sentía como las lágrimas recorrían su rostro hasta dejarlo sin ningún sentir dentro de él; querías sacarlo todo y quería demostrarle a su novio cuan preocupado estaba.

—No lo volveré a hacer, lo prometo —dijo con voz firme y segura intentando tranquilizar con esas palabras a Ryota.

Después de eso, ambos sintieron que todo lo ocurrido meses anteriores se desvanecieron por completo, como si se hubiese tratado de un efímero sueño que sólo provocó un mal rato de descanso. No existían dudas entre ellos, ya que aquel suceso ocurrido con el moreno logró disipar toda la niebla que caían sobre la mente de ambos; eso sólo había sido una pauta para reafirmar su amor.

Ahora sabían más que nunca, que jamás se separarían.

Pronto la puerta se abrió lentamente y la figura de un señor mayor se dejó ver en la sala. Llevaba una tablilla entre sus manos y, aunque su rostro mostraba una sonrisa, esta no era nada sincera y mucho menos brindaba tranquilidad.

—Buenas tardes Joven Aomine, veo que se despertó de buenas teniendo a su amigo cerca —comentó riendo un poco por la posición tan comprometedora en la que se encontraban ambos—. Bien ¿Cómo se siente?

—Mucho mejor, aunque sigo sin saber qué es lo que está pasando —gruñó enojado al tener que interrumpir su tiempo con Kise—. Aunque sin esta cosa —continuó hablando señalando los tubos que se introducían en su nariz—, no puedo respirar bien… siento que me hace falta aire.

—Ya veo —el semblante del médico cambió a uno bastante serio, tensando de esa manera el ambiente que había en la habitación.

—Doc, ¿Cuándo puedo irme? Necesito hacer mucho en mi trabajo —mintió viendo descaradamente el cuerpo de su novio y éste se sonrojó violentamente al darse cuenta del trabajo que tenía pendiente Aomine.

—Bueno, necesito hacerte unos estudios de rutina para poder darte de alta en la brevedad posible.

—¿Y cómo cuánto tarda eso? —Inquirió bufando; ya podía irse olvidando de disfrutar siquiera esa tarde de domingo con Kise.

—Ser harán mañana por la mañana y te daremos de alta por la tarde. Los resultados estarán en algunos días.

—Bien, si no hay de otra —dijo resignado, obteniendo una mirada de reproche por parte del rubio— ¿Qué?

—Aquí estaremos sin falta cuando usted lo diga sensei —agradeció Kise con una leve reverencia con la cabeza. En cuanto vio que el señor se retiraba, volteó mirando furioso a Aomine—. Obedecerás todo lo que sensei te pida… quiero que descarten cualquier cosa que haya sucedido.

—¿Si quiera sabes que sucedió? —Preguntó confundido, pues su último recuerdo fue ir bajando de las escaleras de su condominio de departamentos para ir a la cita con su novio. Al mirar como el entrecejo fruncido se relajaba, sintió que él podía hacer lo mismo.

—El casero iba subiendo por las escaleras porque el ascensor estaba averiado y vio que estabas tirado tomándote el pecho y gritando mucho… después de eso te desmayaste cuando venías en la ambulancia —contó apretando la sábana que cubría las piernas del moreno.

—No es gran cosa —le restó importancia, pero al ver la mirada triste supo que para el modelo significaba otra cosa totalmente distinta—. Lo siento, no quería que te angustiaras, eso es todo.

—Prométeme que no volverás a darme un susto como hoy y estaré contento —la sonrisa que puso en su rostro era pícara y soñadora, de esas que le quitaban el aliento a Daiki.

—Con esa sonrisa, te prometo lo que quieras —dijo atrayendo con su poca fuerza el cuerpo del otro hasta él.

—Entonces prométeme que nunca nos separaremos —rogó Kise con unos ojos nostálgicos y con la ansiedad recorriendo las palmas de sus manos.

—Te lo prometo.

Ese pacto hecho con palabras lo sellaron con un beso suave y lento, de esos que se disfrutan por el simple hecho de compartir ese momento con la persona que amas. Después y despacio, fue profundizándose por las mañas de Aomine haciendo que su lengua se colara a la cavidad del rubio y lo recorriera nuevamente; aunque por los tubos que tenía el moreno en la nariz, tuvieron que separarse.

Sonreían, eso era lo único que importaba.

Y aun así, Kise tuvo el presentimiento que todo eso no iba a ser lo último que ambos vivirían.

.

.

Algunos días después de los exámenes y la alta de Aomine, él y Kise volvieron al consultorio del Doctor para escuchar los resultados de los análisis. El sol ese día se había ocultado detrás de unas imperiosas nubes que probablemente soltarían lluvia por la tarde. Aomine llevaba un paraguas por si las dudas, mientras que Kise iba sólo como acompañante de su novio, pues después de eso tendría que regresar de su descanso e irse nuevamente a la sesión que tenía pendiente.

El hospital era inmenso y sin duda, su aroma característico no agradaba a cualquiera que se presentase ahí como simple invitado. Aunque normalmente en ese lugar daban a luz muchas mujeres y las operaciones eran exitosas, la asociación que ellos dos tenían en común era ambiente fúnebre y triste.

Pasaron directamente con el señor que les había atendido. Fuera de la puerta, justo arriba de la puerta, estaba colocada la placa… un nombre o especialidad que realmente no agradaba a muchos.

"Oncología"

—Joven Aomine, Kise pasen por favor —pidió amablemente el avejentado señor colocándose detrás de su escritorio. Tomó algunos papeles entre sus manos y los colocó dentro de un folder.

—Sin rodeos Doc —exigió Daiki al minuto de estar sentado y ver que el médico aún revisaba, lo que suponía, eran sus exámenes. Él era impaciente de cualquier manera.

—Bien… esto es una noticia desalentadora —comentó al momento de recargar sus codos sobre los papeles dejados frente a él. Cerró un momento los ojos, pensando en cómo decir los resultados que previamente había analizado y el probable pronóstico—. Bueno, Daiki… te hicimos unas pruebas para descartar cualquier cosa. Cómo te lo han de haber comentado, entraste a la clínica en un estado de shock por un dolor en el pecho…

—¿Qué tiene Aominecchi, sensei? —La voz de Kise temblaba, pero sostenía fuertemente la mano de su novio debajo de la mesa recargando ambas en la pierna del moreno. Quería demostrarle su apoyo en todo momento.

—El joven Aomine presenta un avanzado estado de cáncer de mama —la mirada serena, pero seria del médico impactó a ambos jóvenes.

—No haga ese tipo de bromas Doc, yo no soy una mujer… —replicó riendo Aomine, pero algo en el semblante y en el aire pesado que se respiraba le decían que aquello no era ni de cerca una broma.

—¿Crees que por no ser mujer no puedes tener cáncer de mama? Aomine-kun, estás muy equivocado… —dijo el doctor sacando un libro pesado de uno de los cajones del escritorio— Tú también posees mamas, pequeñas, pero las tienes al igual que todos los hombres del mundo y si bien la incidencia de este tipo de cáncer no es alta, no significa que no exista.

—¿Pero por qué se da esto? —Inquirió Kise momentos después de digerir la noticia. Estaba soportando toda la presión que al parecer, le cayó encima a Daiki, pues este no era capaz de decir algo después de lo dicho por el señor.

—Pues existen muchos factores… uno de ellos obviamente es el genético —explicó el doctor buscando una página entre las miles que tenía el libro—. Pero también se desarrolla por el exceso en el consumo del tabaco, uso de anabólicos o tratamientos hormonales…

Después de contar un poco sobre lo que era el padecimiento, tanto Kise como Aomine se quedaron callados. Obviamente después de la notica desafortunada que recibieron, ambos estaban tristes y decaídos, pero seguían sosteniendo sus manos, juntas, firmes… no querían separarse ni ahora ni nunca.

—Pero… ¿Tiene remedio, no? —Preguntó esperanzado el rubio, pero todo aquello se perdió cuando el doctor negó con la cabeza.

—Por desgracia el cáncer de mama en hombres avanza demasiado rápido antes de que pueda ser detectado a tiempo…

—¿Cuánto tiempo me queda de vida? —La voz de Aomine era profunda, grave… como si careciera de sentimientos.

—Unos cuatro meses aproximadamente.

Al escuchar su sentencia, las manos de Daiki buscaron refugio en Kise y entrelazó sus dedos con los del otro. Está de más decir que Ryota correspondió el gesto y la unión entre ambos se afianzó.

Pero ahora no estaban tan seguros de que nadie podría separarlos… por desgracia venía y se acercaba rápidamente... era la muerte.

.

.

Notas finales:

Bueno... este escrito no se quedará así, esto tendrá una secuela el sábado en nombre del Prompt "Tatuaje"... ese día subiré la parte final y complementaria del escrito.

Espero que al menos, si no les gustó, no me maten por hacer eso... créanme, es para crear conciencia con los jóvenes... chicas, manden a checar a sus novios y chicos, no está de más irse a checar también y mas si fuman mucho.

Gracias por leer. Nos estamos leyendo el sábado.

Besitos de naranja.

Lady Cadiie.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).