The heart wants what it wants
You got me sippin’ on something
I can’t compare to nothing
I’ve ever known, I’m hoping
That after this fever I’ll survive
Revisó su reloj de mano otra vez. Eran casi las cuatro de la tarde. Miró a su derecha queriendo encontrar algo con qué distraerse y hacer más llevadera su espera. Tras no encontrar nada divertido llamó a una camarera y pidió otro café. La chica lo miró algo extrañada y tan sólo asintió para luego regresar con la tercera taza humeante de café. Le agradeció y cuando el café estuvo en su mesa revisó una vez más su reloj. Cuatro y diez.
Llevaba una hora y diez minutos esperándolo*.
Suspiró bebiendo de su taza.
I know I’m acting a bit crazy
Strung out, a little bit hazy
Hand over heart, I’m praying
That I’m gonna make it out alive
Pasaron otros quince minutos antes de que su teléfono sonara. SiWon sintió su corazón doler.
Metió la mano en el bolsillo de su pantalón para sacar el teléfono con la pantalla boca abajo rogando porque el nombre de su pareja no apareciera en ella. Una vez que lo sacó le dio la vuelta lentamente y el nombre de «Kim HeeChul» con un corazón al lado se leía. Pudo escuchar su corazón quebrarse en pedazos.
Dejó el teléfono en la mesa y se quedó estático, con la respiración acelerada, con la mirada perdida en el aparato deseando que eso no fuera verdad. No esta vez.
El teléfono se apagó y SiWon cerró los ojos apretándolos fuerte.
No podía hacerlo esta vez.
The bed’s getting cold and you’re not here
The future that we hold is so unclear
But I’m not alive until you call
And I’ll bet the odds against it all
El teléfono empezó a vibrar una vez más sobre el mantel beige. SiWon colocó su mano sobre sus labios evitando hacer una mueca, tratando de no llorar. No era buena idea hacerlo en la terraza del café, así que tragó ese nudo en su garganta, o al menos lo intentó, y tomó aire para luego exhalar fuerte y contestar la llamada.
— ¿Hola? ¿SiWon?
—Hola… —susurró dolido. Carraspeó y se sentó erguido tomando fuerzas—. Hola, Chul.
— ¿Por qué no contestabas, SiWonnie? ¿Estabas con alguien más? —lo dijo en tono de burla pero SiWon no le encontraba la gracia.
«Yo no».
—No, no —sonrió forzoso—. No lo sentí, es todo.
—Está bien. Te creeré, amor —SiWon bajó la mirada, triste—. SiWon, te llamo para decir que no podré ir.
— ¿Por qué? —sintió la voz quebrársele.
—Tengo mucho trabajo, bebé.
—Sí. Entiendo —SiWon ni siquiera supo cómo lo dijo. Ya no le quedaban fuerzas para continuar.
—Tampoco me esperes despierto. He de llegar tarde —SiWon no pudo verlo pero HeeChul se rascó la nuca algo culpable.
SiWon exhaló despacio tratando de que las lágrimas no ganaran la batalla por salir. No podía ser cierto. Incluso ese día HeeChul tenía que irse. De hecho, incluso ese día HeeChul quería irse.
—HeeChul —dijo con la voz más dura que tenía—, ¿sabes qué día es hoy?
—Quince de septiembre, amor, ¿por qué?
Los pedacitos del corazón de SiWon empezaron a sangrar de a poco, muriendo con lentitud o agonizando tras un largo periodo de dolor y lucha.
« ¿Por qué?», la pregunta se formuló en su cabeza con indignación y despecho, y con una cantidad enorme de dolor, casi tan grande como el universo.
—Porque estaba perdido en la fecha, es todo —luchó consigo mismo para que su voz no lo delatara.
—Oh, bebé, ¿dónde cargas la cabeza? —rio un poco a través del teléfono sin conseguir lo mismo del otro lado—. Bueno, cariño, debo irme. Ten una buena tarde y disculpa por no poder ir.
—Adiós —y colgó la llamada antes de derrumbarse por completo.
Ni un beso ni los tan habituales «te amo» pudieron salir de sus labios. Ya no quería seguir con esa mentira. Debía aceptar toda esa tortuosa realidad de la cual era parte y decidirse de una vez por todas.
Con las lágrimas al borde de los ojos se levantó y dejó unos billetes sobre la mesa. Se alejó de la cafetería, desbloqueó su auto y se subió encendiéndolo rápido para salir a prisa y alejarse del café en donde lo conoció, del estúpido lugar donde usualmente pasaban y el cual empezaría a detestar de ese momento en adelante.
Ya no pudo aguantar más el dolor de su corazón y dejó que las lágrimas cayeran libres por sus mejillas. Aunque le nublaban la vista, esperaba que lo hicieran sentir mejor. Un semáforo en rojo lo detuvo en su camino y, enjugando su rostro, sacó su teléfono y escribió un mensaje para su pareja.
«De hecho, HeeChul, hoy es nuestro
aniversario número cuatro».
Save your advice ‘cause I won’t hear
You might be right but I don’t care
There’s a million reasons why I should give you up
But the heart wants what it wants
Después de diez segundos de haber enviado el mensaje su teléfono empezó a recibir varias llamadas, todas con el mismo emisor. SiWon colgó las primeras tres, puso su teléfono en silencio, lo dejó en el tablero y siguió conduciendo hasta cuando la pantalla del teléfono lo empezó a molestar y lo lanzó a los asientos traseros sin temer que le pasara algo. Aceleró un poco mientras pensaba en lo estúpido que había sido, en lo ciego que había estado. Y se sentía tan mal que por un momento dudó si era verdad. Tanto dolor no podía ser real, pero aceptar la realidad era todo lo que le quedaba.
Era ahora cuando se lamentaba el no haber escuchado a sus amigos, de no querer creer algo que él sabía. Se sentía estúpido, como un idiota. Y se sentía tan débil.
You got me scattered in pieces
Shining like stars and screaming
Lighting me up like Venus
But then you dissapear and make me wait
SiWon jamás creyó que HeeChul sería capaz de engañarlo tantas veces.
HeeChul era un alma libre, SiWon lo sabía, pero al saberse en una relación seria SiWon supuso que cambiaría. Y le hizo creer aquello. Al inicio todo fue perfecto, y SiWon creyó todo sería así. Que equivocado estaba.
La primera vez que supo que HeeChul lo engañaba fue por HyukJae. El chico había visto a HeeChul con otro tipo de la mano. SiWon quiso convencerlo (y convencerse) de que tal vez fue por cortesía, pero cuando HyukJae le dijo que luego se besaron, SiWon ya no supo qué decir.
No le creyó pero la duda le entró. Después de HyukJae siguieron más personas que le decían lo mismo o se lo daban a entender. Y, después de que HeeChul llegara tarde tantas noches, impregnado de un perfume que no era de él, con algunos botones menos en su camisa, SiWon sospechó que podía ser verdad así que contrató un investigador privado. Y cuando él le confirmó sus dudas, les creyó a todos.
Había fotos de HeeChul con otro tipo, un tal JaeJoong hablando muy cerca, con miradas que SiWon creyó sólo suyas, con sonrisas más sinceras que las que él recibía. Esa noche, como muchas anteriores, HeeChul no llegaría a casa porque «el trabajo se le había acumulado», así que la soledad sería su única compañera. Despechado y adolorido tomó una botella de vino y se sirvió una copa. Se sentó en el sofá mirando a través del gran ventanal de su sala y luego de terminarse el contenido de la copa se bebió todo lo de la botella intentando amainar el dolor de su corazón. No supo en qué momento empezó a llorar, sólo supo que lo estaba haciendo como un niño. Se sentía roto desde el alma hasta la punta de los pies.
Sus sollozos se fueron haciendo cada vez más fuertes y dolorosos, más desgarradores al saber que todo era verdad. Al día siguiente hizo como si nada de eso hubiese pasado, como si su relación fuese perfecta.
Pero ese día no sería así. Ya no soportaba más.
Su teléfono siguió titilando y SiWon lo seguía ignorando.
And every second’s like torture
Hell over trip, no more so
Finding a way to let go
Baby, baby, no I can’t scape
En las noches en que lo esperaba el tiempo no sentía misericordia por él.
HeeChul decía que llegaría temprano, incluso le daba una hora exacta a la que llegaría, y SiWon lo esperaba con la esperanza de demostrarle lo mucho que lo amaba, pero cuando el tiempo estipulado pasaba, cada segundo parecía una eternidad. Y así, las horas se hacían largas que ni la televisión ni un buen libro podían apelar a su lado bueno. Para cuando HeeChul llegaba, SiWon estaba ya dormido.
SiWon podía decir que aquella situación era parecida al infierno. Era su infierno personal, y no podía estar contento ante esa idea. Pero ya no soportaría más eso. Ya había sido suficiente. Necesitaba librarse de toda esa situación para no terminar en el psiquiátrico y con el corazón más dañado de lo que estaba.
Cuando hubo llegado a su apartamento lo primero que hizo fue cambiar la contraseña**, luego se arrepintió y colocó la de antes. Revisó su teléfono y treinta llamadas perdidas lo recibían, y otros quince mensajes también. Prefirió apagarlo y lo lanzó al sofá. Se dirigió a su habitación y fue al baño desvistiéndose en el camino para darse una ducha. Abrió el grifo y permitió que el agua lo mojase por completo, y cuando la cerró se permitió llorar. Apretó con fuerza el grifo mientras un sollozo desgarrador salió de su garganta. El dolor seguía ahí y las lágrimas eran una buena opción para liberarlo. Lloró hasta cuando el dolor en su pecho se había disminuido un poco. Tras haberse calmado se ducho y salió con una toalla rodeándole la cintura y con otra secándose el cabello. Fue hasta su armario, sacó su pijama y se lo puso, se metió a la cama y ésta lo recibió haciéndole recordar las largas noches en soledad con la cama tan fría como vacía.
Exhaló y se cubrió con las mantas.
This is a modern fairytale
No happy endings
No wind in our sails
But I can’t imagine a life without
Breathless moments
Breaking me down
Casi a las diez de la noche se levantó en busca de comida. Su estómago rugía y no tuvo más remedio que obedecerlo. No tenía ánimo de cocinar, así que una sopa instantánea fue su cena. Y no había rastro de HeeChul.
Rio amargamente ante el hecho de creer que él regresaría. Él no lo haría, él nunca lo hacía cuando estaba con JaeJoong. Y, mientras su estómago se llenaba, se preguntó por qué seguía con HeeChul. Quizá era porque, sin gustarle la idea de admitirlo, era algo masoquista. O porque no imaginaba una vida sin los buenos momentos que pasaba con HeeChul. Aunque eran pocos, lo hacían feliz.
Esta vez sonrió con tristeza y luego negó con la cabeza.
Se sintió engañado.
The bed’s getting cold and you’re not here
The future that we hold is so unclear
But I’m not alive until you call
And I’ll bet the odds against it all
Save your advice ‘cause I won’t hear
You might be right but I don’t care
There’s a million reasons why I should give you up
But the heart wants what it wants
HeeChul regresó al día siguiente pidiendo disculpas por no haberse acordado de su aniversario. SiWon no dijo nada, sólo tenía la mirada gacha. No quería verlo y saber que el otro lo engañaba y regresaba a casa como si nada pasara. Le dolía y verlo a los ojos lo harían desfallecer.
—En recompensa a lo de ayer, compré dos boletos de avión para irnos a JeJu —le sonrió abrazándolo. SiWon no lo hizo, se quedó petrificado en su lugar y HeeChul se separó de él mirándolo extraño.
— ¿Qué pasa, amor?
—Que ya no puedo más —la frialdad de sus palabras congeló el lugar. HeeChul lo miró alarmado, con sus ojos a punto de salírsele de las cuencas.
— ¿Qué? ¿De qué?...
—Terminamos —lo interrumpió. No quería escucharlo, no quería verlo, no quería nada de él.
—SiWon, tú…
—Recoge tus cosas y vete. Ya no quiero volver a verte.
Caminó a su lado, tomó su teléfono del sofá y salió del apartamento con un nudo en la boca del estómago y un dolor llenándole el pecho. Tomar esa decisión le había costado mucho, pero era lo mejor. Suspiró profundo y fue al ascensor, esperó a que lo llevara al parqueadero y fue a su auto levantando la mirada.
The heart wants what it wants…
Debía trabajar.
The heart wants what it wants…