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RED STRING por AoiReitakun

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Notas del fanfic:

Hola hola ^^

Vengo con un Reituki, el primero que subo de ellos como pareja principal, que espero que os guste. 

He tomado ideas de la creencia tradicional del hilo rojo del destino típica de la mitología en Asia, metiéndole mis ideas y haciendo una mezcla que ha terminado por ser este fic. 

 

P.D. Por supuesto, se lo dedico a Ishi que cumple hoy años, pero me temo que mi historia no está a la altura de ninguno de sus Reitukis. Aún así si se decide a leerlo, espero que le guste ^^

Notas del capitulo:

Espero que os guste y no se os haga aburrido este primer capítulo. Advierto que va a ser un fic bastante pasteloso y sin mucha chicha lemonera, pero necesitaba escribir algo así de ellos.

 Nos vemos en las notas finales.

                                                               RED STRING

 

_Suzuki, el negocio no va bien y nos vemos en la obligación de reducir personal. Lo sentimos hijo.

 

 

Después de haber perdido uno de mis dos trabajos de media jornada, mi humor se había ensombrecido para el resto del mes. Al parecer acompañando al tiempo, pues las nubes negras amenazaban con soltar lluvia en cualquier instante, algo que no me convenía pues estaba dando vueltas por la calle sin paraguas a mano. ¿Por qué justo ahora tenían que despedirme? Ya me quedaba poco dinero por ganar para poder pagarme la matrícula de la Universidad a la que quería ir, y por la que llevaba ahorrando dos años. 

Tuve que contar con el contratiempo de que justo al terminar la preparatoria, mi madre decidiera echarse novio, y me dijera un sutil “sobras aquí” al mencionar que ya estaba en edad de independizarme. Me ayudó a pagarme un pequeño apartamento por supuesto, pero los gastos mensuales estaban ahí, y al principio los primeros sueldos que conseguía tuve que usarlos en algunos muebles, comida, luz, agua y demás. El haber tenido pequeños trabajos en la escuela y por tanto algo ahorrado me ayudó a remontar.

Sin embargo, aquí estaba. De nuevo iba a quedarme a las puertas de poder estudiar música.

Ante la idea golpeé con fuerza un cubo de basura, provocando que varias personas que caminaban por allí me miraran. No me importaba en absoluto.

Un pequeño resplandor del hilo rojo y algo difuminado atado a mi dedo meñique llamó mi atención. Dirigí mi vista a la dirección por donde se perdía aquel larguísimo cordel en la lejanía, aquel cordel que me unía a mi alma gemela y que tan sólo nosotros dos éramos capaces de verlo. ¿Quién sería mi alma gemela? Me lo había preguntado tantas veces que una vez más era ya algo natural. Podía ser mayor, o podía ser menor,  aunque a lo sumo podía ser uno o dos años menor que yo, pues recordaba haber estado siempre con ese cordel atado en mi dedo. Podía ser hombre o mujer, rico o pobre, incluso famoso. Podía no vivir en esta ciudad, país o continente. Podía ser cualquiera… Y en aquel momento, seguir el camino que marcaba mi cordel me pareció la idea más tentadora.

Era típico de niños jugar a seguir el hilo rojizo hasta que nos cansábamos o nuestras madres nos llamaban para ir a casa. Típicos juegos que cuando eres un crío tiene mucha emoción aunque ni siquiera salieras del parque donde jugabas. También era típico tratar de deshacer el nudo en el dedo, pero era imposible. No se podía tocar, pues al intentarlo se disipaba como una neblina antes de volver a recomponerse.

Pues al igual que cuando era niño, decidí seguir el camino que trazaba mi hilo rojo del destino, ya que al menos si iba a estar caminando, prefería pensar que tenía un destino al que ir.

Anduve minutos, tal vez más de media hora, hasta que algo llamó mi atención. El hilo atravesaba la carretera hasta la acera de enfrente, y se perdía en el interior de un edificio. Más concretamente era una cafetería, pude observar.

Mi pulso se aceleró ante la idea de que mi alma gemela podía estar ahí dentro. Me quedé paralizado sin saber qué hacer. ¿Realmente quería descubrir quién era? Tal vez no era el momento de conocernos, y si entraba ahí  y realmente estaba, estropeaba algo.

Unas gotas de lluvia empezaron a golpearme la cabeza cada vez de forma más frecuente e insistente, y en ese momento decidí entrar a dicha cafetería para resguardarme de la tormenta. Y de paso saciar mi curiosidad, lo reconozco.

Crucé la calle deprisa pues la lluvia era ahora más intensa y empezaba a mojarme, y entré en aquel pequeño local con varias mesas ocupadas por estudiantes que disfrutaban de sus últimos días de vacaciones, madres con niños y alguna pareja de enamorados. Después de echar un vistazo a la sala, me dirigía una mesita que quedaba libre cerca de  una de las paredes del sitio, y después de mirar la carta pedí un café a una amable camarera.

Tomando aire, empecé a seguir con la mirada el hilo que ahora podía apreciarse levemente de un rojo más intenso. Estaba realmente nervioso, y no estaba seguro de querer averiguar quién estaba al otro lado, pero como siempre, la curiosidad me pudo. Y así, atravesé con la mirada toda la estancia hasta una mesa junto a la ventana que daba a la calle. Allí el hilo ascendía hasta una mano. Oh dios. Allí estaba. Tragué saliva con fuerza, y elevé la mirada hasta toparme con la identidad de la persona a la que estaba unido desde que nací. Y… era un chico.

Un chico con el pelo castaño y con unas gafas cuadradas de pasta negra sobre su chata nariz, que lo hacían verse elegante e intelectual. En una mano tenía un libro y con la otra removía el contenido de una taza humeante pausadamente. Sin embargo, su forma de vestir no decía para nada “formalidad”. Llevaba unos pantalones negros con rotos, unas botas también negras con cordones blancos y una camiseta con algún dibujo de colores blanco, rojo y negro que quedaba algo oculta bajo la fina chaqueta que llevaba de manga larga y recogidas hasta la mitad de sus antebrazos. Vestía bien. Era joven, como mucho de mi edad, aunque su cara de seriedad le daba una imagen de madurez.

Me quedé observando sus movimientos mientras tomaba mi café, y descubrí que todo lo que hacía desprendía una elegancia natural. Pero, en serio, ¿un chico? No me esperaba esto. Siempre tuve bastante claro que la persona de la que acabaría enamorándome era mi alma gemela, la que compartía el hilo del destino conmigo. Y no es como si sólo me fijara en chicas, no tiene caso fingir, pues durante mi vida había estado secretamente obsesionado con mi profe de literatura, me había comido con los ojos al chico del cajero de la tienda cerca de mi casa, e incluso había fantaseado con besar al amigo de mi primo mayor cuando era un preadolescente. Sin embargo, todo aquello siempre había quedado en ilusiones y en ideas dentro de mi cabeza. Nunca se lo dije a nadie, ni sentí la necesidad de hacerlo. Y siempre que he tenido pareja, ha sido una chica, y era por eso mismo por lo que no me esperaba un chico al otro lado del cordel rojo.

Pagué la cuenta, y me quedé observándole un rato más, viendo como recibía una llamada de teléfono y al contestar al principio mostraba una pequeña sonrisa en aquellos voluptuosos labios, y después poco a poco los movía con cada palabra que pronunciaba a quien estuviera al otro lado de la línea, hasta formar un leve puchero que me hizo detener mi respiración un momento.

¿Debía acercarme? Tal vez simplemente debía irme y dejar que otro momento del destino nos juntara. Pero, ya había llegado hasta allí…. No quería irme sin hablar con él.

Esperé a que colgara la llamada, y cuando lo hizo dio un leve suspiro antes de guardar su móvil en un gran bolso que tenía en otra silla de la mesa, y cogía el libro de nuevo para continuar leyendo.

Decidí utilizar el coraje que me quedaba sin utilizar hasta el momento, y me levanté de la mesa para dirigirme hasta la suya. A cada paso que daba acercándome notaba como si el nudo del hilo en mi dedo se apretara levemente. Cuando llegué hasta él, carraspeé para llamar su atención y para asegurar que mi voz no sonara patética.

_Perdona, ¿puedo sentarme? –dije algo tímido. Realmente estar frente a él me imponía. Su mirada se dirigió a mi persona un milisegundo antes de continuar mirando las páginas de su libro.

_Está ocupado –wow, alto ahí, si era mi alma gemela no podía ser tan borde. Fruncí el ceño por el tono que había usado conmigo, aunque por fin había escuchado su voz que era grave y masculina.

_Sólo será un momento, quería hablar contigo –me atreví a decir. Mis palabras sacaron un suspiro de su pecho, y pasó de página en el libro antes de contestarme.

_No estoy interesado, gracias. -¿Qué coño le pasaba a este tipo? Era un maldito borde y en aquellos momentos yo no estaba para estupideces de aquel estilo.

_Tomaré asiento entonces –dije ya sin timidez alguna, y sentándome en la silla enfrente de él que estaba libre. Esto sí le hizo levantar su mirada, que por cierto era fulminante, poniendo su atención en mi persona.

_¿Qué coño crees que haces? Te he dicho que no me interesa hablar contigo –sonaba realmente molesto, algo que me hizo gracia por lo que le dediqué una sonrisa burlesca.

_Yo creo que sí –dije con tono de “sé algo que tú no”, y levanté mi mano donde se anudaba el hilo rojo a mi dedo meñique, y su reacción  se quedó grabada en mi memoria. Abrió los ojos con auténtico terror, soltando el libro sobre la mesa por la sorpresa, y abrió levemente sus gruesos labios para decir algo, pero se quedó sin articular palabra.

Levantó su propia mano con incredulidad y vio que el hilo se había acortado, sólo separado por la distancia de la mesa, y empezó a respirar agitadamente, mirándome a la cara y al cordel rojo alternativamente, hasta que, con el ceño fruncido y un tono helador me habló de nuevo.

_¿Por qué has venido? No necesito conocerte, así que vete por donde viniste. –me quedé sin poder reaccionar por el asombro de ser tratado así. ¿Qué era tan malo de habernos encontrado?

Guardó su libro en el bolso que estaba en la silla de al lado, y dejando el dinero de lo que había consumido en la mesa, se levantó dejándome más atónito todavía y comenzó a caminar hacia la puerta que daba a la calle.

Después de recuperarme del asombro, seguí sus pasos apresuradamente, echándome mi americana por la cabeza ya que seguía lloviendo sin parar y no tenía nada mejor con lo que taparme. Vi a lo lejos su figura bajo un paraguas negro, y acorté la distancia llegando hasta él.

_¡Espera! Espera, sólo quería conocerte. –Le había hecho volverse agarrándole desde atrás de uno de sus brazos, el cual solté enseguida al ver que su miraba seguía siendo fulminante. –Lo siento, no quería molestarte. No pensé en que tal vez era el único que necesitaba hablarte, comprendo que al fin y al cabo somos simples desconocidos….

Guardé silencio tras decir aquello, y con alivio vi cómo su mirada cambiaba a una más tranquila y menos agresiva. Noté que mi americana empezaba a calarse del todo con el agua que caía sobre nosotros. Malditas tormentas de verano.

_¿Cómo te llamas? –Oh. Al fin conseguía que me hablara normal. Era un gran avance, o eso creí.

_Akira Suzuki –dije con una pequeña reverencia, pues darle la mano que tras sujetar la prenda sobre mi cabeza estaba mojada, era una mala idea.

_Te estás mojando, Suzuki –observó. Pensé que me ofrecería un hueco bajo su paraguas, pero aquella propuesta nunca llegó. Tan solo me observaba de forma divertida.

_Sí bueno… No me esperaba una tormenta hoy así que no llevé paraguas al trabajo. –dije tímidamente tocándome la nuca.

_Ya veo… ¿en qué trabajas? –los nervios me invadieron ante la pregunta. No quería darle una mala imagen de mí diciéndole que me habían despedido de ser un simple camarero. ¿Por qué tenía que haber mencionado el trabajo? Mierda. –Oh, espera déjame adivinar. Probablemente seas un aburrido empresario. ¿Un abogado tal vez? –Tragué saliva por el nerviosismo. No quería no cumplir sus expectativas, no al menos tan pronto, pero tampoco quería mentirle.

_La verdad es que…. –hice una pausa retirándole la mirada hacia el suelo –La verdad es que era camarero. Me despidieron esta mañana. –Tenía miedo de mirarle de nuevo a la cara, pero cuando lo hice ante mi sorpresa vi que su gesto se había relajado, y me miraba algo sorprendido.

_Oh…. –de nuevo hubo un silencio, y esta vez se me hizo eterno –Perdona es que… Ibas en traje y… -Lo miré atónito al ver que su tono de voz ya no era para nada agresivo y que para colmo se estaba disculpando. Reí un poco antes de contestar.

_Sí bueno, me lo prestó un amigo para el trabajo. Aunque creo que ya se lo pudo devolver. –El tema de tener que vestir formal no era algo que me gustara precisamente. Asintió con una leve sonrisa. Noté que mi estómago hacía algo extraño. Probablemente llevaba mucho tiempo sin comer.

_¿Vives lejos? –contesté con mi dirección y asintió al ver que mi casa no quedaba cerca –Puedo acompañarte hasta una entrada de metro. Cabemos bajo el paraguas e imagino que si quieres devolver el traje a tu amigo tendrá que estar en buenas condiciones, ¿no? –Sonreí complacido.

_Me harías un favor. –el otro asintió y esperó a que me metiera con él en el paraguas. Noté con alivio que la lluvia ya no me golpeaba y dejé mi americana empapada colgando de mi antebrazo.

Ahora que lo tenía justo al lado, vi que era más bajito que yo por varios centímetros, y eso que su calzado tenía una suela muy gorda que lo hacían ganar altura, y yo llevaba mis zapatos de vestir con suela finísima.

_Y ahora que no tienes tu trabajo de camarero ¿qué harás? –dijo de repente sacándome de mis pensamientos.

_Bueno, me queda mi otro trabajo de medio tiempo como dependiente de una tienda de ropa. Pero tengo que ponerme a buscar otro trabajo para conseguir más dinero. Necesito pagarme la Universidad. –el otro asintió a lo que le contaba.

_Eres de mi edad más o menos por lo que veo.

_Cumplí 20 este año –dije para sacarle de dudas.

_Como sospechaba. Yo cumplí 19 en febrero.

_¡Eres menor que yo! Deberías hablarme con respeto –dije fingiendo ofensa.

_Ni lo sueñes –dijo soltando una risita que me hizo reír con él. En aquel momento llegábamos a la entrada del metro de aquella zona, y resguardándonos bajo el porche me di cuenta que había llegado el momento de despedirnos.

_Te  he contado muchas cosas de mí y no me has dicho ni siquiera tu nombre –observé mirándole con recelo. El otro sonrió de medio lado, recolocándose las gafas cuadradas que ocupaban gran parte de su cara.

_Mi apellido es Matsumoto –esperé a que dijera su nombre, pero al parecer no tenía intenciones.

_¿Nombre? –dije al fin.

_No te importa, Suzuki. Como bien has dicho somos desconocidos. –su sonrisa era juguetona, mientras yo hacía un pequeño puchero ofendido y miraba a la gente que pasaba por la calle con paraguas. Se hizo el silencio entre nosotros, antes de que al fin dijera que tenía que irse ya.

_¿No irás en metro? –pregunté con una leve esperanza de estar un poco más a su lado. Al parecer mi expresión o mis palabras le causaron gracia.

_Pareces un cachorrillo abandonado –dijo soltando un poco más de su risa grave –No, iré en autobús. Mi casa no está tan lejos al fin y al cabo, y las aglomeraciones me agobian. –Asentí con la cabeza algo decepcionado, y decidí probar suerte una última vez.

_No me darás tu número de teléfono, ¿verdad? –su sonrisa apareció de nuevo en sus labios gorditos.

_Hasta otra, Suzuki –dijo simplemente, no contestando mi pregunta y por supuesto no dándome su número de móvil, y camuflándose entre los demás paraguas de la calle mientras el hilo rojo se iba alargando de nuevo entre nosotros, marcando claramente que cada vez la distancia era mayor.

Suspiré sin saber muy bien cómo sentirme por el encuentro con mi supuesta alma gemela, que por cierto era una persona muy complicada. Sólo tenía ganas de llegar a casa y tirarme en la cama para descansar, así que me puse en marcha para hacerlo cuanto antes.

 

 

 

 

_Suzuki, ¿puedes ir a caja? Necesitamos alguien más allí. –Asentí y me dirigí a la otra caja registradora de la tienda de ropa donde trabajaba por las tardes. Se había formado algo de cola, por lo que cuando llegué mi compañero de trabajo me sonrió agradecido.

Comencé a cobrar a los clientes, doblando la ropa que habían decidido llevarse y metiéndolas en bolsas para dárselas. Entre los dos conseguimos que de nuevo hubiera más tranquilidad en la tienda y que no tuvieran que esperar mucho aquellos que se disponían a pagar.

De repente, después de darle las gracias a una clienta y darle su bolsa, vi que mirando el puesto de los pantalones vaqueros estaba él. Sufrí un pequeño infarto al comprobar que realmente era él, con el hilo rojo agarrado a su meñique mientras movía las perchas. Hacía algo más de una semana desde aquel primer encuentro, y aunque había sospesado la posibilidad de ir a la misma cafetería para ver si estaba allí, no me había atrevido. No quería parecer un acosador o algo así.

Me quedé mirándolo un rato mientras atendía a los últimos clientes, y cuando ya la tienda se quedó más tranquila (también debido a que era algo tarde y casi la hora de cerrar), le pedí a mi compañero que se hiciera cargo él de la caja.

Me aproximé hasta él despacio, y cuando ya estaba justo a su espalda dije un “Hey” que le hizo volverse de golpe. Su cara era de auténtico asombro y confusión.

_¿Qué haces aquí? –fueron las primeras palabras que me dijo después de una semana sin vernos, genial.

_Trabajo aquí –dije señalando la pequeña tarjeta que colgaba de mi camiseta. Se quedó callado asintiendo con la cabeza, y noté cómo me miraba de arriba abajo sin ningún tipo de disimulo.

_Te veo cambiado –comentó. Caí en la cuenta de que aquel día que nos habíamos visto iba de traje y con el pelo teñido de rubio elegantemente peinado, mientras que hoy llevaba mi ropa casual, unos vaqueros claros con rotos y una cadena colgando de un lateral, una camiseta de manga corta con el nombre de un grupo de rock, y alguna pulsera de cadenas. Y por supuesto, mi pelo estaba peinado de forma descuidado, con la parte del pelo más larga en la superficie peinada algo hacia arriba.

_Hoy voy normal –dije con una pequeña risa. Observé que él iba vestido parecido al otro día, pero esta vez no llevaba gafas, probablemente habían sido sustituidas por lentillas. -¿Puedo ayudarte a encontrar algo? –volvió su atención a la ropa que colgaba en perchas y rascándose la nuca dijo

_Buscaba algo para un amigo. Pero no sé si es ropa lo que le gustaría como regalo de cumpleaños… -sonaba inseguro y analizaba lo que había por allí detenidamente como si tratara de encontrar el regalo perfecto. Se mordió el labio inferior en concentración, y me quedé mirándolo atontado hasta que se volvió a mirarme de nuevo.

_O-oh, bueno, puedes regalarle algún colgante u otro tipo de complemento. Llegó nueva mercancía hace unos días –dije como opción. Había dejado de morderse el labio, pero eso no impedía que continuara mirándolos atontado mientras me hablaba de nuevo.

_¿Podría verlos? –asentí y me volví enseguida tratando de recobrar la compostura mientras le hacía una seña con la mano para que me siguiera. Lo llevé hasta el mostrador donde cobrábamos, y colocándome tras este empecé a sacar alguna cosa que teníamos expuesta y más cajas donde había cosas que todavía no habíamos colocado para los compradores con esperanza de que primero se gastaran los de la anterior temporada. Pero bueno, este cliente era especial.

Estuvo largo tiempo mirando complementos y probándoselos para ver cómo quedaban, mientras yo le hacía propuestas y lo observaba detenidamente. Hubo un collar en especial de una cadena algo ancha con tres cruces colgantes que le llamó la atención y pareció saciar sus gustos.

La tienda ya estaba casi vacía, tan solo mis compañeros recogiendo las cosas y doblando alguna ropa mal puesta, y nosotros dos. Se fueron despidiendo poco a poco, y al final quedamos nosotros.

_Creo que me quedaré con este…. –dijo cogiendo de nuevo el collar de las cruces que le había llamado más la atención. –Aunque es un poco caro –dijo con un suspiro viendo el precio. No pude evitar soltarle lo siguiente.

_Te haré un descuento. –Me miró atónito –Por ser tú te lo dejaré más barato –dije sonriéndole mientras empezaba a cobrarle el collar en la caja registradora.

_¿No te meterás en líos? – Me encogí de hombros.

_Mis compañeros lo han hecho muchas veces con sus ligues y familiares. Porque lo haga yo una vez no creo que importe –dije pasándole el collar ya envuelto en papel de regalo y con el tiket de compra.

Cerré bien la caja registradora, puse la alarma y cerré la tienda después de apagar las luces.

_Siento haberte hecho quedarte el último –dijo mientras yo le daba vueltas a la llave en la persiana metálica.

_No te preocupes, así he podido hacerte el descuento sin problemas –dije guiñándole un ojo, lo que le hizo soltar una risita y volver su vista al suelo. Juraría que un leve color rosa se posaba en sus mejillas.

_He venido en coche. Puedo llevarte a casa, si quieres… -dijo de repente volviendo su vista a mis ojos. Me quedé sorprendido mirándole sin saber que decir.

_No es necesario, mi casa está lejos de la tuya… Y bueno, la parada del metro está cerca.

_No importa. No me cuesta nada. –Iba a replicarle de nuevo, pero me cortó –Quiero agradecerte lo de hoy de algún modo.

Con aquello consiguió callarme del todo, y asintiendo con la cabeza seguí sus pasos hasta su coche, que no estaba nada mal. El chico no parecía tener problemas de dinero.

Durante el camino hablábamos mientras sonaba música de fondo, bastante buena he de admitir. Al parecer teníamos música en común, algo que agradecí internamente.

_¿Has encontrado otro trabajo? –me dijo mientras aceleraba de nuevo después de un semáforo.

_Todavía estoy buscando… -dije mientras jugaba con mi cazadora que la tenía en mi regazo. Ahora que oscurecía empezaba a refrescar, pero no sentí necesidad de ponérmela por el momento. –Es complicado encontrar uno de medio tiempo y que paguen decente –dije algo ofuscado. Asintió con la cabeza y me pidió que le dijera direcciones a partir de ahí para ir hasta mi casa.

_¿Vives solo? –cambió de tema. Asentí aunque no comenté que no cabría más gente en mi piso de todas formas.

_¿Y tú? –dije curioso. Casi todo el rato habíamos hablado de mí. Yo no sabía nada de él aparte de su apellido, su edad, y la zona en la que vivía.

_No. Vivo con alguien. –dijo tranquilamente. Asentí.

_¿Ese alguien es a quien le vas a regalar el collar? –pregunté curioso. Soltó una risita de esas graves que me hacían deseas escuchar más.

_Sí, es él. Aunque si se entera de que le estoy comprando regalos de cumpleaños con dos meses de antelación me mataría –dijo con una sonrisa.

_¿Por qué con tanto tiempo? –dije frunciendo el ceño sin comprender.

_Me gusta hacer regalos, y me gusta prepararlos con tiempo. No dejarlos para el último momento. –dije un “Oh” como respuesta y de nuevo reinó el silencio salvo mis indicaciones para ir hasta mi piso. Llegamos en pocos minutos más.

_Puedes parar por aquí, donde mejor te parezca –dije cuando ya vislumbré el bloque de pisos. Aparcó en un hueco justo cerca de la entrada, y de nuevo, había llegado el momento de despedirnos. No sin antes probar a tener suerte, claro.

_¿Quieres subir? –Lo miré fijamente y esperanzado, y comenzó a reír mientras negaba con la cabeza -¿Qué ocurre? –dije con una sonrisa en mis labios contagiada por sus carcajadas.

_Vuelves a ponerme carita de cachorro abandonado –dijo simplemente. ¿De verdad ponía una cara como aquella? No me daba cuenta de mis gestos. –Pero no, lo siento. No subo a casa de desconocidos. –Se formó un puchero automáticamente en mis labios mientras retiraba la mirada al frente. Quería replicarle diciéndole que yo no era un desconocido cualquiera. Aquel hilo entre nosotros deslumbrando tenuemente en la oscuridad nos lo recordaba, pero decidí no comentar nada.

_Tampoco me darás tu número hoy, supongo –dije suspirando abatido, y solté mi cinturón para irme a casa. Cuando subí de nuevo mi mirada, vi su mano tendida hacia mí con la palma hacia arriba, esperando a que le diera algo. Lo miré a los ojos sin comprender.

_Dame tu móvil si quieres que te lo apunte –mi corazón hizo un movimiento extraño en mi pecho, y me apresuré a sacar mi móvil (el más decente que había conseguido comprarme) del bolsillo con cremallera de mi cazadora para dárselo al instante.

Esperé a que lo apuntara entre mis contactos, mientras observaba su rostro iluminado por la pantalla y sus delicados dedos tecleando en la pantalla táctil. Tenía las manos muy bonitas, pude apreciar.

_Ya está. -Dijo bloqueando el móvil y dándomelo de nuevo. Rocé sin querer su mano al cogerlo, y puedo jurar, que sentí algo en mi interior removerse, como si se alegrara de que había hecho un contacto con aquel ser. Lo miré a los ojos, y por la mirada que me dirigió él había sentido lo mismo o algo parecido.

Nos despedimos de forma un tanto violenta, y salí del coche cerrando la puerta tras de mí. Fui hasta el portal, y me giré una última  vez para ver cómo el coche desaparecía en la lejanía.

Al llegar a casa, me tiré en el sofá, y cogí el móvil de nuevo entre mis manos. Desbloqueé la pantalla, y fui a contactos recientes, y al momento una sonrisa se puso en mis labios.

El contacto más reciente añadido era un tal “Takanori ;)”, por lo que ya no tenía que estar pensando en cuál podría ser o no ser su nombre. Me lo había dado y sin siquiera pedírselo de nuevo.

Sin pensarlo comencé a escribir un nuevo mensaje.

Para: Takanori ;)

Al fin tengo tu número y nombre :D

 

Sin dejar de sonreír me levanté del sofá, y me puse a hacerme algo comestible para cenar. También me di una ducha y me metí en la cama al instante. Miré el móvil y en mi estómago apareció de nuevo una sensación rara al ver un mensaje, y era extraño porque acababa de cenar.

 

De: Takanori ;)

No te acostumbres a recibir tanto…

 

Para: Takanori ;)

¿Por qué? Soy bueno, me merezco recompensas.

 

Me di cuenta algo tarde de que aquello no sonaba muy bien.

 

De: Takanori ;)

Cada vez me recuerdas más a un cachorro… Pero sigue siendo bueno y tendrás más recompensas.

 

Ooh dios….

 

Para: Takanori ;)

Definitivamente me portaré bien.

 

De: Takanori ;)

^^

 

No estaba seguro de lo que acababa de pasar. ¿Habíamos tonteado? ¿Solo se burlaba de mí? ¿Qué demonios había sido eso?

Sin embargo, no me quedaban más fuerzas para comprobarlo, así que quedé dormido profundamente al momento de coger postura bajo mis sábanas.

 

 

 

De: Takanori ;)

¿Quieres ir a tomar algo después de tu trabajo?

 

Ya había pasado un mes desde que habíamos empezado a mandarnos mensajes. Habíamos quedado varias veces para dar una vuelta, tomar algo, ir de compras y perdernos en grandes tiendas de música mientras comparábamos nuestros gustos.

Había aprendido durante este mes bastante de Takanori, como que estudiaba en la Universidad diseño de moda, algo que a sus padres nos les hacía ninguna gracia, y con los que por cierto no se llevaba demasiado bien. Era por esta última razón al parecer por lo que se había independizado. Venía de una familia importante, por lo que no le faltaba el dinero precisamente. Más tras la herencia de su difunto abuelo que le había dejado a él, su único nieto, una gran cantidad de dinero.

También había aprendido cosas sobre su personalidad, como el sentido de humor que era muy parecido al mío, por lo que hacer bromas y comentarios absurdos sobre cosas siempre sacaba en ambos carcajadas y risas. También tenía una actitud fuerte, y a veces un lado de diva que te helaban la sangre. Sin embargo, muchas veces contestaba borde cuando se sentía ofuscado o vulnerable ante algo. Poco a poco había aprendido a diferenciar una contestación borde de verdad con una que tan solo servía como coraza.

También compartíamos gustos en cine, y teníamos pendiente ir a ver una película juntos, pero debido a que él había estado ocupado con sus estudios que ya habían empezado a principios de mes y yo con mis dos trabajos no habíamos podido. En efecto, no conseguí ahorrar lo suficiente para poder matricularme ese año, por lo que decidí esforzarme al máximo trabajando y el año siguiente tendría mi lugar en la carrera de música sin dudarlo.

 

Para: Takanori ;)

¡Claro! Cualquier cosa con tal de no ir con mi amigo Yuu de fiesta.

¿Vendrás a recogerme?

 

Tan solo esperé unos minutos más mientras reponía ropa del almacén en las estanterías y perchas para la respuesta.

 

De: Takanori ;)

Eres cruel con tu amigo…  Claro, qué remedio :P

 

Reí por lo bajo por su respuesta.

 

Para: Takanori ;)

No le conoces, sino me darías la razón.

Te esperaré entonces :D

 

De: Takanori ;)

Preséntamelo entonces….

Nos vemos ^^

 

¿Presentárselo a Yuu? Ni de broma. Mi amigo cuando veía una persona atractiva, fuera chico o chica, se lanzaba a por ella sin dudarlo, y casi siempre conseguía lo que se proponía, así que no. No iba a arriesgarme a que terminara con Takanorien en la cama, porque que era atractivo no podía negarse. No es como si estuviera teniendo pensamientos celosos o algo así, pero Taka era mi alma gemela y no quería problemas con mi amigo.

El resto de la tarde en la tienda se me hizo más llevadera sabiendo que al final vendría Takanori a por mí.

Cuando estaba en cuclillas recolocando unos zapatos mal dejados, noté una mano en mi hombro. El roce me hizo estremecerme, y entonces supe al instante de quién era. Subí la mirada con una sonrisa y allí estaba el castaño sonriéndome. Habíamos comprobado varias veces que al rozarnos o tocarnos había algo en nuestro interior que se removía satisfecho, y aunque no lo habíamos dicho en voz alta, era algo muy placentero. Como una pequeña corriente de calor afectuoso que te acariciaba desde dentro, y te relajaba al instante haciéndote sentir seguro. He de admitir, que más de una vez lo había rozado disimuladamente fingiendo inocencia disculpándome después para sentir más de esa sensación tan especial.

_Taka, cojo mis cosas y nos vamos –dije terminando de colocar los zapatos. Fui a la parte trasera de la tienda donde estaba mi cazadora.

Salí de nuevo a su encuentro y despidiéndome de mis compañeros que ya estaban recogiendo las cosas para cerrar salimos a la calle. Me puse la cazadora pues el frescor de octubre era innegable. Fuimos hasta su coche, y decidimos ir a tomar un par de cervezas a un bar que decía haber descubierto hace poco.

El sitio estaba bien decorado, y la cerveza estaba a muy buen precio, por lo que anoté mentalmente el nombre del bar para un futuro.

Le pregunté qué tal le habían ido las clases esa semana, si había terminado el proyecto que tenía para el viernes y algunas cosas más, mientras él me contaba cómo le habían puesto un examen sorpresa el martes imposible de aprobar si no habías mirado nada, y que él no lo había hecho por estar muy enfocado en el proyecto. También me habló de su amigo Kouyou que estudiaba diseño gráfico y que era un chico muy torpe. Al parecer él tenía que entregar un trabajo para el miércoles, y Takanori tuvo que ayudarle a terminarlo porque el que ya estaba casi acabado se le había manchado con café al tropezar con un imbécil.

_Te lo digo en serio, no he conocido persona más torpe y gafe que Kouyou. Encima siempre va a su propio ritmo, y termina estresándome –dijo negando con la cabeza. Reí por aquello, pues imaginarme un chico de actitud calmada y pasiva alrededor de Taka que era un remolino de ideas y cosas que hacer se me hacía demasiado cómico.

A continuación hablamos de mí y de mi nuevo trabajo los fines de semana por la mañana en una pequeña tienda cerca de mi casa, con el que al menos no tenía que gastar en transporte pues podía ir andando.

Así estuvimos hasta que dieron las 9 y media de la noche, y con nuestras jarras de cerveza vacías, insistí en pagar la cuenta yo, a lo que él se negó repetidas veces diciendo que tenía dinero de sobra (probablemente mucho más que yo) en la cartera. Pero cuando quiero soy muy cabezota, así que abandonamos el sitio camino a mi casa una vez pagué por las bebidas. Que te llevaran en coche a los sitios era demasiado cómodo y me estaba malacostumbrando.

Una vez frente a mi puerta con el coche aparcado, sentí el impulso de probar mi suerte de nuevo.

_¿Quieres subir? –dije esperanzado mirándolo casi sin pestañear. Tamborileó con sus dedos sobre el volante mientras se formaba una sonrisa en sus labios.

_Esta escena me suena –dijo, rompiéndome un poco por dentro al comprender que se refería a aquel día que se lo había propuesto y no subió. Así que probablemente hoy tampoco lo haría, y tocaba separarnos de nuevo. -¿Qué tienes para ofrecerme si subo?

Tragué saliva sufriendo un mini infarto por aquellas palabras. Maldita sea, porqué tengo una mente tan sucia que me hace malpensar todo.

_Bueno… Podemos pedir algo de comida para cenar, ver una peli…. Lo que quieras –Asintió con la cabeza lentamente poniéndome más nervioso.

_Suena a buen plan –dijo casi en un susurro. Parecía perdido en sus pensamientos, así que le dejé cavilar guardando silencio, hasta que volvió su mirada hacia mí, y se le dibujó una sonrisa muy leve en su rostro. –Subiré.

Sonreí sin remedio, y subimos hasta mi apartamento. Antes de entrar me disculpé por su pequeño tamaño algo avergonzado, pero en ningún momento mostró  estar disgustado con lo que veía, diciendo que estaba muy bien.

Mientras preparé algo de cena (unos espaguetis, pues era comida asegurada que me salían bien y que le gustaba), le ofrecí un botellín de cerveza mientras yo me bebí otro. Al instante quedó maravillado por mi bajo eléctrico colocado con mimo contra la pared junto a su altavoz que me había costado mucho ahorrar dinero para comprarlo durante mi adolescencia. Le dejé cogerlo y tocarlo un poco, algo a lo que no acostumbraba, pero sabía que con él podía estar tranquilo. Y así fue. Vi como acariciaba el instrumento con mimo, quedándome mirando el hilo rojo que colgaba de su dedo meñique de la mano que rasgaba las cuerdas delicadamente y que llegaba hasta mi mano izquierda. Últimamente ver el final de aquel cordel era lo que más alegraba mis días.

_Es genial –dijo dejándolo de nuevo en la posición que lo había encontrado. Sonreí orgulloso de mi “bebé” y comencé a servir la cena en dos platos.

Fuimos al salón y allí cenamos tranquilamente sentados en el suelo frente a la baja mesita y con nuestras espaldas apoyadas en el sofá. Vimos alguna película que echaban en uno de los canales, pero tampoco hicimos mucho caso pues ambos ya la habíamos visto. Después de cenar le ofrecí otra cerveza, y esta vez comenzamos a hablar de temas algo más personales.

Le conté cómo de adolescente había trabajado para comprarme el bajo y desde entonces los trabajos a medio tiempo se habían vuelto mi día a día. También le conté sobre mi madre, que nunca se había preocupado mucho por mí, y mi padre que nunca lo había conocido. Cómo se había echado novio y desde ese entonces ya no me hablaba casi, demasiado ocupada en complacer a aquel tío. Ya sabía sobre mis intentos de entrar a la Universidad para estudiar música, por lo que el hecho de que me hubiera echado de casa a los 18 para estar a solas con su novio le cabreó mucho. Yo la verdad estaba bastante resignado.

_Y pensar que eras un tío aburrido de negocios el primer día que nos conocimos… -dijo sacudiendo la cabeza con una sonrisa incrédula.

_Te dejaste llevar muy rápido por las apariencias, Takanori –dije dando otro sorbo de mi cerveza con una media sonrisa.

_En realidad hay una explicación…. –dijo lentamente. Lo observé con curiosidad y esperé a que continuara. –Justo unos días antes había tenido otra discusión fuerte con mis padres. Había sido el cumpleaños de mi madre e hicimos una cena en familia a la que obviamente estaba obligado a ir. No tardaron mucho en sacarme el tema de que era una deshonra por no tener intenciones de seguir los pasos de mi padre y heredar la empresa que había fundado mi bisabuelo. La conversación tomó cada vez un camino peor… Hasta que me amenazaron con dejar de pagarme la carrera. No es como si me  importara mucho, tengo dinero de sobra para ello gracias a mi abuelo, pero el hecho de que quieran privarme de lo que me gusta y quiero hacer me dejó de muy mal humor y ofendido.

Hizo una pausa para beber, y continuó hablando.

_Más cosas se juntaron ese día,  y justo apareciste tú, mi supuesta alma gemela, teniendo pinta de ser un empresario. Me molestó mucho, muchísimo, el hecho de que el destino me pusiera delante mi alma gemela como burla, diciéndome que realmente mi posición era en una oficina llevando el negocio de la familia, que mi sueño solo eran ideas infantiles como lo llamaban mis padres. –terminó diciendo. Ahora comprendía mucho mejor la reacción que había obtenido de él aquel día. –Me sentí muy decepcionado si te soy sincero.

Abrí mi boca ofendido, provocándole unas risas.

_Que sepas que tú tampoco eras precisamente como te esperaba –dije ofendido. Sin borrar su sonrisa me preguntó que cómo me lo había imaginado. –Bueno, para empezar pensaba que serías una chica –observé que su sonrisa desaparecía y me miraba fijamente. No le había gustado mucho mi comentario al parecer. –Encima al acercarme fuiste un borde conmigo, por lo que empecé a temer que realmente estuviéramos unidos. –dije con una pequeña risa tratando de arreglar la atmósfera que había formado con mi comentario de antes.

_¿Eres hetero? –soltó tras el silencio que se había hecho después de mi confesión. Traté de analizar su mirada, pero no sabía cómo interpretarla, pues no dejaba pasar ningún tipo de emoción.

_Bueno… No exactamente –dije retirando mi vista al botellín que estaba entre mis dedos. –Me han gustado algunos chicos, pero mis parejas siempre han sido femeninas.

_Comprendo… -dijo con un tono de voz distante, algo que no me gustaba nada. Joder Akira, tienes un don especial para cagarla. Pero no tuve tiempo para arreglar las cosas, pues su móvil empezó a sonar y al ver en la pantalla el contacto contestó al instante. –Hola –una pequeña sonrisa se asomó en las comisuras de sus labios –Sé que son casi las 12… -dijo rodando los ojos y borrando su sonrisa al instante. Dio un suspiro mientras la persona al otro lado continuaba hablando. –Ya, ya…. Pensé que hoy volverías más tarde, perdona. –Fruncí el ceño por aquellas palabras. –Iré ahora a casa de todas formas, así que ahora nos vemos. –dijo algunas palabras más de despedida y colgó. –Perdona Akira… Tengo que irme.

Dejó su botellín de cerveza casi terminado sobre la mesa del salón y se dispuso a levantarse. Yo seguí sus pasos algo triste porque se había terminado mi tiempo a su lado, y este siempre pasaba tan rápido…

Fuimos hasta la puerta donde se calzó y cogió su cazadora del perchero que había allí.

_Gracias por todo lo de hoy. Me lo he pasado bien. –dijo mirándome con una sonrisa.

_No es nada… Yo también me lo he pasado bien. –dije devolviéndole la sonrisa.

Se hizo un silencio en el que mi cerebro pareció accionar algo de improviso en su interior, obligándome a moverme como si mi cuerpo no me perteneciera. Solo sabía que había acortado la distancia entre nosotros hasta rodear su pequeña figura con mis brazos, atrayéndolo hacia mi cuerpo en un abrazo. Apoyé mi mejilla en su hombro, con mi cara en dirección a su cuello e inspiré el aroma que desprendía su cuerpo, mientras sus brazos se cerraban alrededor de mi cintura correspondiendo mi abrazo, y provocando que aquel calor que siempre me inundaba al tocarle se expandiera por mi cuerpo como una corriente eléctrica, y por primera vez en mi vida, tuve una sensación en mi pecho que nunca olvidaría y por la que más adelante lucharía por sentirla lo máximo posible. Me sentí completo.

Cuando recobré mi cordura, empecé a separarme del calor de su cuerpo, aunque he de admitir que me costó horrores, hasta soltarnos del abrazo.

_Buenas noches Aki –dijo con una leve sonrisa girándose para abrir la puerta y perderse por ella.

_Buenas noches… -dije antes de que cerrara la puerta de la entrada, como una barrera entre nosotros. Estoy seguro de que de estar allí conmigo se habría burlado de nuevo diciendo que parecía un cachorro abandonado, pero realmente en aquellos instantes me sentí abandonado.

Acababa de sentir la sensación más maravillosa que había experimentado nunca, y había durado tan poco que ni siquiera había tenido tiempo para asimilarla antes de que me la arrebataran.

Me metí a la cama con esperanzas de dormirme pronto, pues al día siguiente tenía que ir al trabajo, pero al sentir el frío del vacío que tenía a mi lado se me hizo complicado.

 

 

 

El fin de semana siguiente accedí a salir de copas con mi amigo Yuu. Al parecer había quedado con un chico que había conocido hacía poco, y ya que éste iba a llevar a un amigo me obligó a acompañarlo.

Mi sorpresa cuando vi que se dirigía al fondo del pub, donde había sentados dos chicos y uno de ellos era Takanori fue inmensa. Me entró pánico por unos instantes al pensar que tal vez el chico del que había hablado mi amigo era Taka, pero al ver cómo se dirigía directo al otro chico, un castaño alto y delgado con unos labios peculiares me tranquilicé al instante. Taka que no parecía de muy buen humor abrió los ojos de par en par al verme allí de pie junto a mi moreno amigo. Le dediqué una sonrisa y a continuación saludé al chico que me presentaba Yuu, que al parecer era nada más y nada menos que el famoso Kouyou. Éste se dispuso a presentar a Yuu y Takanori, pero cuando llegó mi turno le dijimos que no hacía falta, que ya nos conocíamos, aunque no dijimos nada del hilo rojo que conectaban nuestras manos. No sabía muy bien la razón, pero Takanori me había hecho ver en más de una ocasión que no quería que se supiera quiénes éramos el uno para el otro. La cara de nuestros amigos fue de asombro, pero se alegraron ya que según ellos así la velada sería menos violenta.

No sé cuántas copas habíamos bebido, ni cuantas estupideces había soltado ya mi amigo, pero empecé a notar que el alcohol me hacía efecto así que dejé de beber más. Yuu me llamó soso, pero decidí ignorarlo. Después cuando tuviéramos que llevarlo arrastras a casa veríamos cómo me agradecía el que no me pasara bebiendo.

Pasó un rato y los otros 3 bebieron más copas. Noté que Takanori no hablaba tanto como antes, así que empecé a fijarme en él y abandoné la conversación de los otros tortolitos. Lo vi con la mirada brillante y las mejillas algo rojizas por el alcohol, mientras observaba la pantalla de su móvil como si tratara de buscar algo.

_¿Estás bien? –dije llamando su atención.

_Oh… Hm –asintió con la cabeza mientras guardaba su móvil de nuevo en un bolsillo. –Cr-creo…. Creo que he bebido demasiado…. –Hablaba con dificultad, arrastrando las palabras y apoyó sus codos sobre sus rodillas para colocar su cabeza entre sus manos.

_¿Quieres que demos un paseo? –me ofrecí. Sabía que un paseo en la frescura nocturna le ayudaría. Asintió con la cabeza que todavía quedaba entre sus manos, y con movimientos algo torpes intentó levantarse del cómodo sofá donde estábamos sentados. Rápido lo agarré del brazo para evitar que se cayera.

Cogí su cazadora y la mía y anuncié que íbamos a pasear. Pero al dar unos pasos, ambos nos dimos cuenta de que estaba algo peor de lo que habíamos previsto. Al estar sentado no había controlado tanto cuánto le estaba subiendo.

_Akira…. Baño…. –sólo conseguí entender aquellas palabras, y fueron suficientes para que lo llevara hasta los baños del local, que gracias a dios no estaban lejos.

Nada más llegar hasta uno de los retretes, se posicionó de rodillas y comenzó a vomitar. Colgué las cazadoras de un pequeño gancho en la puerta y me arrodillé tras él apartándole el pelo de la frente y de la cara, mientras con la otra mano le daba pequeñas caricias en la espalda. Después de vaciar su estómago, se dejó caer hacia mi pecho respirando entrecortadamente, agotado.

_Es asqueroso… -dijo con voz ronca sacándome una pequeña sonrisa.

_Tienes que controlar mejor tus límites… -le dije en tono preocupado. Realmente no me había gustado nada verlo en aquella situación. Lo único que me calmaba era saber que estaba con él a su lado.

_No suelo…. –carraspeó un poco antes de continuar –beber… No sé mis límites…

Le acaricié la cabeza con una mano, y vi que sus ojos estaban cerrados y amenazaba con dormirse allí mismo. Lo zarandeé impidiéndoselo.

_Ey, no te duermas. Vamos a casa –le dije mientras tiraba de él para levantarlo del suelo, que por lo menos no estaba muy sucio de momento. Tiré de la cadena y cogí las cazadoras antes de abandonar el baño con Takanori todavía afectado y quejándose diciendo que quería dormir en aquel momento.

Ignorándolo me acerqué a nuestros amigos y les anuncié la situación, pidiéndole a Kouyou la dirección exacta de la casa de Taka para llevarle allí.

En la calle había varios taxis esperando a llevar a alguien pues aquella zona estaba llena de bares, y nos montamos en el que estaba más cerca en los asientos de atrás. Le dije la dirección al conductor mientras Takanori apoyaba su cabeza en mi hombro para dormir como tanto quería.

No tardamos mucho en llegar, y cuando lo hicimos pagué al taxista y desperté al menor que estaba desorientado y le costaba abrir los ojos. Le ayudé a salir del coche y fuimos hasta su portal.

_¿Dónde tienes las llaves? –dije, Takanori tambaleándose comenzó a reír y con voz que se supone debía ser juguetona pero era clara de una persona con alcohol me contestó.

_Búscalas Aki-chan –dijo levantando sus brazos para que le cacheara. Rodé los ojos y decidí buscarlas y no insistir en que me dijera dónde las guardaba. Toqué los bolsillos de su cazadora y no había nada. Pasé a tocar los de su pantalón con más risas divertidas de fondo del castaño, y allí noté que en uno estaba su móvil y en el otro tenía su cartera y llaves. Bingo.

Las saqué y abrí la puerta al instante con su voz de fondo diciendo que no era divertido si las encontraba tan rápido. Le obligué a seguirme agarrándole del brazo, y subimos hasta su piso. Abrí la puerta y el interior estaba demasiado oscuro, por lo que tanteé con la mano en busca de una luz. La encontré y al instante su apartamento quedó iluminado. Wow, aquella casa no tenía nada que ver con la mía. Era mucho más espaciosa y decorada con muy buen gusto y con muebles modernos y probablemente caros. Le hice entrar, ir al baño como me había pedido para lavarse los dientes, y después lo senté en el sofá, donde se dejó caer.

Fui hasta la cocina quedando maravillado también con cómo estaba decorada y le llevé un vaso de agua. Lo bebió sin rechistar mucho y dejó el vaso en la mesa de enfrente al sofá rojo.

_Mh… Aki…. Estoy muy mareado –dijo en susurros mientras apoyaba su cabeza de nuevo en mi hombro. Suspiré.

_Lo sé… se te irá pasando poco a poco. –Le aseguré. Él sólo asintió con su cabeza levemente parpadeando lentamente, como si le pesaran los párpados y estuviera tratando de mantenerlos abiertos.

_Akira… -habló de nuevo agarrando una de mis manos y jugando con mis dedos, notando como siempre aquel calor inundando mi cuerpo con el contacto. Se notaba que estaba borracho o todo esto no estaría pasando. –Abrázame de nuevo… -mi corazón se aceleró al instante y mi asombro se hizo presente en mi cara. –Se sintió muy bien.

Restregaba su mejilla contra mi hombro como si de un gato se tratara reclamando atención. Dudé unos instantes, pero sentir aquella sensación de nuevo era demasiada tentación como para negarme. Pasé el brazo donde se apoyaba por su espalda y con el otro lo atraje hacia mi pecho encerrándolo en un abrazo que al instante me hizo sentir ese fuego interno y la sensación de estar completo.

_Mh… -colocó su rostro junto a mi cuello, cortándome la respiración al notar el roce de su nariz y de su aliento al respirar contra aquella piel tan sensible. –Hueles bien… -dijo inspirando con profundidad. Oh dios, aquello no podía ser bueno…. De repente noté sus labios posarse sobre mi cuello en un beso, y fue como un latigazo que removió todo mi interior, dejándome petrificado en el sitio.

Comenzó a ascender besándome de nuevo en mi mandíbula, y nuestros ojos se encontraron. Me dirigía una mirada hambrienta, queriendo más. Mi vista bajó hasta sus labios gorditos y provocadores, y tragué saliva. Quería probarlos. Necesitaba besarle en aquel instante. No me dio tiempo a actuar posicionándose a unos centímetros de mi boca y besando de nuevo la piel que encontró allí, dejando salir su aliento de forma entrecortada con su respiración agitada. Sólo tenía que volver mi cabeza y acortaría la distancia a sus labios… Tan sólo era un pequeño movimiento…

_No debemos hacer esto…. Está mal –dijo en un susurro entrecortado, y sonaba dolido. Yo no entendía a qué se refería. Todo aquello se sentía demasiado bien como para pensar si quiera que era un error. Cerré mis brazos con más fuerza en su cintura impidiendo que se alejara. Volví mi rostro hasta quedar de frente al suyo, con nuestros labios a milímetros de encontrarse, con su aliento de menta sobre el mío de alcohol entremezclándose.

_¿Por qué? –dije como un niño al que le niegan su juguete favorito. Me miró tristemente y llevó la mano donde relucía el hilo rojo en su meñique hasta mi pelo, acariciándolo y entremezclando sus dedos con mis hebras rubias, provocando que cerrara los ojos por la sensación tan placentera de estar siendo mimado de aquel modo.

Justo en aquel momento, sonó en la puerta de entrada una llave introduciéndose. Abrí los ojos encontrándome con el rostro de auténtico terror de Takanori, que se apartó de mí al instante provocando que me inundara la cruel frialdad que sentía siempre al no tenerlo cerca. Entró al salón un chico de pelo castaño oscuro, y quedó petrificado al vernos en el sofá sentados.

_Vaya, no esperaba encontrarte en casa tan pronto, pensaba que ibas a salir de fiesta con  Kouyou. –dijo acercándose hasta Takanori, y con terror vi que se inclinaba hacia él, y acortaba toda distancia haciendo lo que se me había negado a mí momentos antes. Besó los labios de Taka, justo delante de mis pupilas, y juro haber notado que algo se rompía dentro de mí. Como si algo nuevo que se había ido construyendo poco a poco en mi interior fuera destrozado de un solo golpe.

La escena duró más tiempo en mi cabeza de lo que en realidad duró, pero mis ojos no se apartaban de Takanori que me miraba con arrepentimiento, tristeza, disculpa… Una mezcla de sentimientos que no supe identificar bien. Tragué saliva y mirando de nuevo a la persona que acababa de destrozarme sin siquiera saberlo, vi que me estaba dedicando una mirada curiosa. No sé muy bien cómo, pero conseguí hablar de nuevo.

_Taka no se encontraba muy bien y lo acompañé a casa. –dije dando la explicación de mi presencia que se requería.

_Oh, Taka cariño, ¿ya estás mejor? –dijo el susodicho acercándose de nuevo al menor y poniéndose en cuclillas para quedar a su altura pues seguíamos sentados. “Cariño”, claro. Por si me había quedado duda de que eran pareja…

_Sí ya estoy bien –dijo algo molesto el castaño. ¿Está bien? Mientras yo notaba que me habían desgarrado por dentro, él ya estaba bien.

_Si me disculpáis… Me voy. Ya no es necesario que me quede más aquí –dije mirándole sólo a Takanori a los ojos mientras me levantaba, y pude notar su arrepentimiento en aquella mirada cargada de significado, de palabras que quería decirme y no podía.

_Espera, quiero agradecerte que hayas ayudado a Taka. –dijo el otro acercándose a mí siguiendo mis pasos hasta el hall.

_No es necesario, los amigos están para eso –dije con una sonrisa que me costó una vida enseñar.

_Al menos dime tu nombre –dijo mientras me ponía los zapatos y la cazadora.

_Akira. –dije con tono neutral. Sólo quería escapar de allí. No podía seguir fingiendo más tiempo amabilidad.

_Encantado entonces, yo soy Yutaka. –me tendió una mano, que estreché brevemente y después de despedirme con un “adiós” salí por aquella puerta bajando los escalones de dos en dos hasta que me encontré bajo el cielo nocturno. Miré al cielo lleno de nubes, y suspiré llenando mis pulmones de aire fresco.

Estaba dolido, decepcionado, pero sobre todo tenía una sensación en el pecho de tristeza, como un hormigueo que no me abandonaba. Llevé mi mano hasta allí, agarrando de mi camiseta y tragué saliva. Nunca antes me había sentido así. Ni con una ruptura de pareja, ni tras una discusión con un amigo o ni con mi propia madre. Era un sentimiento mil veces más fuerte y doloroso que todo lo que había experimentado hasta el momento, y descubrí que no se iría pronto.

Notas finales:

Y hasta aquí el primer capítulo. El segundo y último tengo previsto subirlo el fin de semana que viene, ya que lo tengo casi terminado.

Por favor, sed buenos y dejadme reviews con vuestra opinión ;;

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Un abrazo a todos ♥


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