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Durante el día y la noche por neferpitou

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Su mirada celeste se vio iluminada por el rostro del pequeño que dormía a su lado. Ya había pasado tanto desde que le prometió una muerte única, y ahora…,  ahora lo miraba tratando de buscar una forma de saciar esas ganas se cortar su cuello, de acallar sus palabras cortando su respiración, de besar sus labios en un baño de sangre, ¡esto parecía una broma!, era casi imposible tratar de contenerse, parecía que mientras pensaba en la tan anhelaba batalla a muerte algo entre sus piernas se volvía duro, daba la impresión de que la excitación era mucho más grande que el amor que sentía por su pequeña manzanita sin madurar, pero hablando enserio, lo único que lo hacía olvidar esa tan esperada batalla en donde se vería quien de los dos era el más fuerte se debía a que Gon ya cumplía con la mayoría de edad y gracias a ese simple hecho podían estar juntos sin que la opinión del resto pudiera importar, sin los prejuicios de la sociedad moderna, sin que se entrometieran en lo que parecía ser un amor morboso, didáctico, lleno de un acto desvergonzado, vulgar y a su vez tan extravagante como cualquiera pudiera llegar a imaginar entre las relaciones de un chico de 19 y un hombre de 35, pero a pesar de todo eso no llegaba a saciar sus ganas de sangre, ¿Qué tal si termino con todo esto de una maldita vez? Fue lo que se preguntó luego de verse sumido en la desesperación por acatar las peticiones de Gon, claro lo amaba y todo, ¿pero prohibirle que dejara de asesinar? Esa fue una de las cosas que más le dolió dejar cuando acepto con los ojos brillosos y el corazón en un hilo que lo amaría y protegería hasta sus últimos días,  era por eso que la mayoría de las veces calmaba su deseo con sexo, aun así parecía no funcionar....

 

Tomo de la cintura a Gon apegándolo más a su cuerpo, este se estremeció entre sueños al sentir como el miembro erguido de Hisoka palpitaba al entrar en contacto con su piel, el pelirrojo recorrió su abdomen, bajo un poco el cuello lamiéndole el ovulo de la oreja para propinarle una pequeña mordida, por otro lado el morocho se sobresaltó dejando sus ojos entre abiertos los cuales combinaban con ese rubor que florecía en sus mejillas al sentir las manos del otro entrando en contacto con su piel.

-Hisoka...-se restregó los ojos, lo miro por unos segundos, se veía tan linda esa sutil sonrisa que ahora se posaba en el rostro del mayor.

 

-Pues quien más…

 

-La verdad no sabría responder esa pregunta-le sonrió, era algo tan perfecto.  ¿Estará bien todo esto? Se cuestionaba a si mismo cada mañana cuando despertaba junto a quien parecía ser lo más importante que tenía en la vida, por el simple capricho de no querer sentirse como un pequeño niñito que ruega por algo de atención, si, esa era la definición correcta para lo que sentía cuando lo tocaba de esa  forma, algo escrupuloso que pasaba por su mente cada segundo que sentía sus labios conectados de una forma única a los de su rival, así eran las cosas, simples luchas de placer entre las sabanas, algo que ya no parecía importar a diferencia de lo que eran en el principio. Enfrentamientos en donde no se distinguida el odio del amor ¡ERA ALGO ENFREMIZO QUE A SU VEZ SE VOLVIA EN PLACER!, ¡UNA LOCURA! Definida por los que estaban a su alrededor y es que todavía recordaba la cara que había puesto Killua Zoldyck, si, el mismo que se le había declarado antes de sentir esas cosas por Hisoka, pero en ese entonces creía que era algo enfermizo el estar con alguien del mismo sexo ¡TODA UNA ESTUPIDEZ DE SU PARTE!. Ahora que lo recordaba cada vez que su mente volvía a traer esa imagen se le pasaba como lo había tratado… Desde entonces ya no eran amigos, ya no eran nada, unos simples desconocidos, por suerte Leorio y Kurapika lo habían entendido, aunque el verdadero problema comenzó cuando Hisoka le había dicho que el hermano mayor de los zoldyck, Illumi zoldyck no se había tomado muy bien las cosas…. ¿Por qué ese maldito pelirrojo tenía que ser tan deseado entre hombres y mujeres?, tal vez era su 1.87 de estatura, ese asentó volátil, su piel comparada con la nieve, su torso el cual daba a reflejar lo trabajado que era, sus múltiples rasgos faciales que no lo hacían aparentar más de 26, sus piernas estilizadas, la agilidad que poseía, su ancho pecho y su pequeña cintura la cual se marcaba cada vez que se mantenía firme, tal vez eran sus ojos celestes, su personalidad o el simple hecho de que tenía la facilidad de llevar todo bajo su control.

 

No encontraba una buena respuesta para poder sacar sus dudas ¡su novio era deseado!, ¡DESEADO POR HOMBRES Y MUJERES!, un verdadero calvario para su vida diaria. Lo único que reconformaba esa sensación eran momentos como ahora, que se encontraban solos en el cuarto mudándose a los ojos, dejando que desde sus oídos se filtrara la respiración del contrario en lo que la noche los cubría con su neblina, su frio pero sobre todo las tormentas de granizó haciendo que las pequeñas chispas que chocaban contra los barandales del balcón impactaran contra el enorme ventanal que ocupaba el cuarto de ambos, en verdad esto era perfecto, total y completamente perfecto.

 

-Esto me encanta-se había quedado sentado sobre la cama logrando que el mayor quedara destapado, le sonrió, paso su mano con delicadeza por su mejilla, era tan suave su piel.

 

-¿te encanta?, ¿a qué te refieres?-cerro por uno instante los ojos dejando que la caricia del menor fuera apreciada por sus sentidos.

 

-Pues eso… Me encanta… Me encanta que estemos solos, sin que nadie nos cuestione, sin que estén Illumi, Kuroro, Machi, Kurapika o Killua tratando de seducirte, es una bazofia todo esto.

 

-Vamos… Se supone que estaremos juntos hasta que me valla al infierno-le toca la nariz, mira sus hermosos ojos color ámbar, admira la nariz respingada del menor, le sonríe, el otro tiene un deje de confusión en el rostro.

 

-¿Infierno?

 

-Pues claro… Que no se te olvide Gon… Lo mejor que se hacer en esta vida es matar personas, es mi pasatiempo favorito, lo sabes, está bien, dije que no volvería a hacerlo pero es inevitable, tanto tu como yo sabemos que algún día volveré a mis viejos hábitos y lo único que temo es que empiece contigo, el problema está en que luego de poder matarte ya no me quedara nada… Ni una presa única para poder desafiar ni mucho menos en amor de otra persona.

 

 

-…-un silencio tortuoso se formó en el cuarto dejando que se escucharan los granizos chocar contra el vidrio, cada palabra que pronunciaba dolía, era algo que lo hacía sentir en el infierno, una verdadera tortura… Su mirada se había oscurecido ¿en verdad iba a terminar muerto en los brazos de quien más amaba?,  sonaba a una broma.

 

-¿Te duele escuchar que aun después de todo este tiempo siento ganas de matarte?-tomo al pequeño que seguía sentado en la cama con la vista perdida en el vacío, lo recostó sobre su pecho, trato de cubrir con las sabanas lo más que pudo de su piel morena, recorrió su espalda con la yema de sus dedos en lo que subía las sabanas hasta sus hombros, era tan suave, tan enloquecedoramente suave.

 

-La verdad es que no… Siempre fui tu mayor capricho, tú mismo me lo dices cada vez que tienes a oportunidad, es solo que me molesta la forma en lo dices.

 

-¿la forma?

 

-Porque tienes que tomarte las cosas tan a la ligera, ¡DETESTO ESO!, si tan solo soy un juguete dilo, no necesito sentirme de esta manera.

 

-Eres un niñito idiota-dejo su mano sobre el cabello negro del menor, dejando que se perdiera en su melena indomable, jugando con uno de los mechones, suspirando por el deseo.

 

-Eres un…-sintió como la mano de Hisoka tapaba su boca de forma brusca, aún seguía sobre su pecho, el otro lo había inmovilizado, ya no podía hablar y mucho menos mover su cuerpo.

 

-Por eso te amo…

 

Sintió algo tibio recorrer su cuerpo, una sonrisa se posaba en su rostro, tal vez este amor ciego, loco y obsesivo lo llevaría aun inevitable final, pero sabía que eso no pasaría hoy, que se encontraba con ese asesino  lunático que ocupaba todo el espacio en sus pensamientos tanto como de su corazón.

 

Cerro los ojos, trato de acomodarse para poder dormir escuchando la mejor tonada que sus oídos pudieran captar, el latir del otro y fue entonces que lo supo.

 

No avían mejores noches que las que pudiera compartir con el maldito enfermo que se encontraba a su lado, pues lo amaba pero más importante, él también lo amaba y eso, eso era simplemente perfecto….

 

 


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