DESEO PROHIBIDO
Hermoso, sin caderas pronunciadas, con un cuerpo que para algunos sería demasiado varonil pero que para él era un sueño hecho realidad, sobre todo por aquella cabellera que se dejaba caer grácilmente por esa extensa espalda hasta llegar a sus mismos glúteos, los mismos que vería y devoraría tanto con su lengua, dientes y miembro apenas le sacara la ropa.
Un hotel cualquiera, en una esquina de amor cualquiera, se toman su tiempo antes de pagar y hace uso de una habitación que si bien es de mala muerte servirá con creces mientras la cama se encuentre en buen estado.
Ríe, mientras le comenta que jamás le habían tratado tan bien. Pero a él no le importa, él no quiere escuchar historias de amores pasados, el solo quiere tenerlo, poseerlo, el solo quiere tener entre sus dedos esa hermosa cabellera platinada, poder tocar esa delicada piel blanquecina y arrancarle un buen par de besos a esos labios carmesí.
La parte baja de la ropa desaparece con premura, le masturba lo más atento y rápido que su propia urgencia se lo permite para meterle con premura un par de dedos por el ano con un ungüento que hace retorcerse de placer a su pareja hasta el punto de escucharlo gemir antes de tiempo.
Su miembro ya no puede más, le abre las piernas con desesperación apostándolas sobre sus hombros para luego introducirse de un solo golpe en esa cálida guarida que lo recibe con soltura pero que se adapta a sus necesidades lo mejor que puede.
Las estocadas son veloces, erráticas, desesperadas, con chillidos de parte de su pareja y gritos de exasperación de su parte cuándo sabe que esta punto de llegar al clímax.
-¡Dracooooooooooooooooooooooooo, Dracooooooooooooooo, Dracoooooooooooooo!-
-Si…si…¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!-
Se han venido, su rubio sobre sus pechos y el en su interior, quedando completamente agotados, tendidos uno al lado del otro, intentando de regular sus respiraciones, deseando con que aquello no se trate solo de un sueño del cual deberan despertar dolorosamente.
-Estuvo bueno, no- ronronea el rubio acariciando el pecho del moreno por debajo de su polera – ¿No lo crees asi?-
Él lo mira con exasperación, la adrenalina se ha ido, la testosterona ha bajado y solo puede pensar en cómo diablos ha caído tan bajo…otra vez.
-Oye, quieres quedar para otra vez-
-Esto no volverá a suceder- dictamina levantándose con pereza de la cama para vestirse lo más rápido posible.
-Oye pero porque tan molesto, acaso no estuvo bueno-
Le mira con desprecio, ya que ese no es el punto, el punto es que ha caído en las garras de una lacra y lo único que agradece a esas alturas es que haya sido en el mundo muggle y no en el mágico donde sucediera.
-Toma, por las molestias- le extiende un par de billetes que el otro mira con ira contenida.
-Yo no lo hice por eso,…realmente me gustas-
-Si, como sea, lo quieres o no- reclamo el moreno para ver cómo eran arrebatado de sus dedos el par de billetes.
-A todo esto, ¿Quién es Draco?-
Se atrevió a preguntar el rubio que ante sus ojos ya había perdido cualquier vestigio de hermosura ante sus ojos.
-Eso no te importa-
-Cómo no, si gritaste su nombre y además cuando nos-
-¡Obliviate!-
El chico cayó como piedra sobre el colchón, desmayado, tal y como había sucedido la última vez que había cometido la misma locura hacia un mes atrás, y es que jamás permitiría que aquel nombre fuera dicho por la boca de alguien de su calaña, ni mucho menos utilizado para algún juego sexual con otro cliente, eso nunca, porque Draco, su Draco, ese que nunca podría tener, ese que lo despreciaba y hasta se atrevía a ignorarlo, ese, ese solo podía ser su deseo prohibido, su sueño húmedo, su fantasía perdida.
Fin