La serpiente cuyo cuerpo ocupaba 8 montañas y 8 valles...
El zorro de 9 colas que devoraba el alma de quien cruzara su camino...
La guerra por la supremacía y el control total de un país...
2 demonios cuya guerra comenzó a cobrar la vida de miles de inocentes...
Los conflictos entre dioses y demonios han afectado desde siempre el frágil balance de la vida de los seres vivos. Las crueles y sangrientas batallas por la supremacía entre cada demonio cobra con sangre y dolor cada guerra entre estos seres. Una de las guerras más prolongadas y sangrientas desde el comienzo se odiaron desde el inicio cuando solo les basto mirarse, la batalla entre 2 de los demonios más destructivos que se conozcan: KITSUNE NO KYUUBI rey de las tierras del sur y YAMATO NO OROCHI gobernante de las tierras del norte por siglos de odio, rencores y masacres entre los ejércitos solo para intentar obtener el control total del país...
La guerra cobraba vidas de miles de inocentes, arrastrando a la desesperación a cada débil e indefenso humano entre las tierras del norte y el sur para ninguno de ellos había escapatoria, fueran a donde fueran no tenían paz. Los dioses no sabían cómo frenar la absurda guerra sin derramar más sangre, Susano-o y su hermana Amaterasu habían decidido bajar al mundo humano en un intento desesperado por ayudar a los indefensos humanos, disfrazados como campesinos uno viviría en los dominios de Orochi y el otro en las tierras del Kyuubi, buscarían algún indicio de debilidad para atacarlo y darle fin al reino de terror de esos demonios.
Orochi sabia lo poco eficiente que era su ejército repleto de demonios débiles, jamás podría ganarle al zorro con esa clase de guerreros tan patéticos. Debía encontrar soldados más poderosos y fieles, no podría entregarle poder a un sirviente si este podía clavarle una espada en el corazón o cortarle sus cabezas cuando estuviera dormido y usurpar su trono solo encontró una opción. Creo usando 8 escamas de su piel mezcladas con su sangre a sus más fieles guerreros sus hijos:
los 8 corazones de Orochi, atados completamente a su voluntad los guerreros eran incapaces de desobedecer los deseos de su padre se convirtieron en los sirvientes ideales, fieles y sumisos ante el demonio.
Kyuubi sabía que Orochi buscaría una forma de obtener ventaja. Las batallas perdidas a manos de los semi-demonios creados por la serpiente fueron la afirmación a sus sospechas... arrancando 9 mechones de su pelaje junto a la sangre de 9 sacrificios creo a sus propios hijos: las 9 colas del Kyuubi, logrando inclinar la balanza a su favor ganándole terreno a la serpiente blanca robándole parte de sus tierras, obligando a la serpiente a retirarse.
El zorro era engreído y nunca vio un defecto en una de sus 9 colas: voluntad propia...el hombre deseaba ser libre...
Orochi exigia el sacrificio de 8 doncellas cada luna llena y el Kyuubi la de 9 niños..
Susano-o y Amaterasu no podian encontrar un punto débil que atacar en el ejercito de ambos demonios, sus pocas esperanzas parecían caerse a pedazos. Susano-o caminaba cerca de un rio cuando vio a 2 ancianos y una mujer llorar, ella era la última doncella del lugar aquella que debía ser sacrificada la próxima luna llena a la serpiente blanca, el dios se enamoro de la doncella prometiendo salvarla a cambio de casarse con ella..
El dios jamás imagino ser descubierto por el octavo corazón de Orochi. *Dale sake el día del sacrificio, una vez que este borracho córtale las cabezas y sácale el corazón solo así podrás detenerlo* esa fue la frase que el corazón le dio, podían estar sometidos a su padre y no podían oponerse a sus deseos pero ellos poseían voluntad propia.
Odiaban ser usado y solo querían liberarse de la serpiente.
Amaterasu había descubierto una forma de detener al demonio, una solución cruel y sádica para quien acepta ayudarla en ese plan, encontró 9 niños dispuestos a morir para detener al zorro, inocentes cansados de ver personas morir sin una verdadera razón, no había mas opción para la diosa que envenenar la sangre de los niños y dejar que el zorro los devorara la sangre llena de veneno mataría al zorro.
Ella solo debía cortarle la cabeza y arrancarle el corazón solo se enfrentaba a un problema como hacer que carne y sangre llanas de veneno llegaran al demonio sin ser descubiertos antes por las 9 colas del kyuubi.
*Dejare pasar a los niños envenenados si logras liberarnos. Odiamos al zorro solo deseamos ser libres*fue la respuesta de la novena cola del zorro.
...en la luna llena la serpiente perdió las cabezas decapitadas por el dios y el zorro murió envenenado perdiendo su cabeza y corazón a manos de la diosa...
Los demonios fueron descuartizados y sus restos quemados hasta no dejar ni un rastro...solo había un problema los 8 corazones de Orochi y las 9 colas del Kyuubi eran semi-demonios poseían un alma humana, un gran problema ellos se reencarnarían después de morir teniendo la sangre de la serpiente y el zorro regresarían al mundo con todos sus poderes y de nuevo podría estallar la guerra.
Susano-o firmo un contrato con los 8 corazones atándolos para la eternidad a sus 8 relámpagos blancos creados por el dios usando 8 gotas de sangre mezcladas con su cabello aquellos que se encargarían de mantenerlos bajo control usando cualquier método.
Amaterasu firmo a su vez un contrato con las 9 colas del Kyuubi las mujeres aceptaron someterse a las 9 flamas del sol creadas con las lagrimas y sangre de la diosa, quienes por la eternidad se asegurarían de mantener bajo control.
*************En la actualidad************
Las oficinas Marukawa son las encargadas de mantener a raya a cualquier ser sobrenatural sin importar el método que sea usado, su principal objetivo es mantener la existencia de estos seres oculta al conocimiento humano.
Las leyendas que se cuentan son reales...
Los monstruos que las personas juran ver son reales...
Los seres de antaño que atormentan a la humanidad existen...
Corría entre los largos y pulcros pasillos de madera pulida cargando un grueso folder rojo con el último reporte de los disturbios, debía advertirle a su jefe de un nuevo desastre por parte de los demonios del sur. Cada vez era mas difícil controlar a un grupo que lo único que parecía buscar era divertirse sin pensar en las consecuencias de sus actos a largo plazo y la tontería que acababan de hacer lo confirmaba.
Debía informar cuanto antes de la tontería que los fastidiosos demonios habían hecho la noche pasada. De un solo golpe abrió la puerta del despacho de su jefe, jadeante por correr desde la entrada del edificio hasta el tercer piso donde se ubicaba el despacho.
-¡Asahina-san los demonios destrozaron otro bar!-grito el joven en cuanto entro al despacho, su voz apenas era audible sus piernas fatigadas apenas podían mantenerlo en pie con pasos temblorosos logro ir hasta el escritorio de su jefe, cuya rostro no mostraba ni una pisca de nerviosismo.
-¿Que paso esta vez Yukina? cual es el nuevo problema-dejo a un lado los papeles que firmaba para mirar detenidamente al muchacho jadeante y fatigado, este le entregaba un grueso folder con un detallado reporte del destrozado bar por un grupo de demonios y las fotos del ahora destrozado lugar.
-Ayer por la noche, según los testigos un grupo de 14 personas ingreso al bar supuestamente para festejar...los testimonios nos dicen que ya pasados de copas acosaron a un mesero del lugar uno de ellos intento violar al chico, aprovechando que este se retiro a los vestidores-tomo aire para continuar-el chico era uno de los 8 corazones de Orochi, era muy bajito y encantador...su sonrisa es hermosa y su rostro adorable-Asahina vio a su trabajador fantasear con el recuerdo del mesero incluso podía jurar que el brillo del príncipe aumentaba hasta el punto de cegarlo.
-Yukina deja de babear mi piso y continua-le dijo con claro reproche en su voz, tratando de retomar la atención del príncipe brillante claramente perdido en su fantasía amorosa.
-¡¡AAHH!! Si perdón... problema se inicio cuando los demonios quisieron golpear al hermoso y adorable mesero, sus compañeros lo defendieron los meseros y el barman eran otros de los corazones de la serpiente casi mataron a golpes a los demonios-Yukina espero paciente la respuesta de como debían actuar. La oficina Marukawa tenía años buscando a los hijos de Orochi y gracias a un disturbio habían podido encontrarlos.
-¿Cuánto de los corazones de Orochi había en el bar?-pregunto algo inquisitivo el hombre de traje cuyo porte reflejaba elegancia y autoridad, debía emitir ese tipo de impresión siendo el líder de una oficina tan importante del país.
-Los 8...Asahina-san, los 6 meseros, el barman y el dueño tienen el tatuaje de la serpiente blanca en la espalda por seguridad los tenemos retenidos en la celda-termino el joven esperando alguna orden o algo referente a como debía actuar.
-Llama a los otros relámpagos pondremos bajo custodia a los corazones-el tono de su voz de nuevo era serio, el joven asintió marchándose de inmediato del despacho. Asahina descubrió su muñeca mirando el tatuaje en ella. El kan ji del relámpago, la marca de Susano-o aquella que lo obligaba a pasar el resto de su vida atado a un extraño del que dudaba poder llegar siquiera a agradarle. Apretó con impotencia sus puños hasta tener los nudillos blancos, su destino lo golpeaba con crueldad en la cara y no podía hacer nada para devolverla el golpe.
Recluidos en varias celdas se encontraban varios hombres, unos golpeados con la sangre escurrida después de recibir semejante paliza, les resultaba humillante su estado. Los demonios querían matar a los tipos encerrados frente a ellos, aquellos que los habían humillado y permanecían intactos ni un solo rasguño había recibido.
-Isaka-san ¿qué aremos ahora? nos arrestaron por defender a Kisa-san y ahora estamos en Marukawa-pregunto un pequeño castaño obscuro de ojos esmeralda ahora rojos e hinchados de llorar, era consolado por otro castaño más alto y de cabellos más claros.
-Ni idea...solo esperemos a que nos dejen ir, no pueden detenernos por siempre aquí ¡relájense hombres!-dijo el despreocupado jefe sin darle importancia a estar encerrados en la peor cárcel posible: Marukawa, todos los demonios y seres sobrenaturales sabían que estar ahí era estar en peligroso.
Ahora estaban mettidos en serios problemas.