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Secretos por estheyaoista

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Notas del capitulo:

Hola a todos, espero que tengan un lindo fin de semana, este es el nuevo cap, espero que les guste... :)

17.- Agonizando.

Los constantes golpes en la puerta de metal le retumbaban los oídos, al estar encerrado en un lugar tan pequeño el sonido parecía una pelota que rebotaba de pared en pared. Los gritos de los asistentes de Reiko empezaban a ser más constantes y la radiograbadora había perdido efectividad, ya no funcionaba como una distracción para darle tiempo.

Había estado al menos unas tres horas dentro de los conductos de aire, con sus manos y pies recogidos para que pueda caber completamente. Sintió como sus piernas volvían a dolerle, anteriormente las había sacado fuera del conducto vigilando siempre no ser visto por el inconsciente Reiko, ahora no podía hacer eso, el Jefe empezaba a despertar y sus ojos ya visualizaban todo en su entorno aunque su boca no podía pronunciar palabra alguna. Hizo un movimiento con los pies que tocaron con insistencia la puerta de metal y unos gañidos desde lo profundo de su garganta. Entonces la puerta fue abierta.

Inspeccionó desde donde estaba a todos los que habían entrado, por una hendija que fácilmente le permitía hacer eso. Eran Parco y Pucho acompañados de tres hombres corpulentos, de Kyo y de Murata, quien al entrar, dirigió su mirada al conducto de aire y esbozó una leve sonrisa nerviosa.

-¡Padre!—Gritó Kyo corriendo a ver a su padre que estaba completamente amarrado de manos y pies con una herida supurante en la cabeza— ¿Pero qué ha sucedido?

-Un desgraciado ha entrado en el edificio y me atacó al momento que fui a abrir la puerta, agh—Se quejó mientras llevaba una mano a su cabeza y posaba los dedos en la herida, tiñéndolos de un color carmín—Maldición, como duele.

-¿Y dónde ha quedado Wolfram?

El jefe de la banda completa miró a su alrededor frunciendo el ceño al no ver al rubio por ningún lado, golpeó con un puño el suelo y vociferó maldiciones a todo pulmón.

-Desgraciado, se ha escapado.

-No deben haber ido lejos y más que seguro siguen dentro de la empresa—Dijo Murata acercándose a su jefe para ayudarlo a levantarse— ¿Se encuentra bien?

-Sí, Murata—Miró al muchacho y agradeció con la mirada—Debemos encontrarlos ¿Alguna idea de donde pueden estar?

Murata llevó su mano al mentón y meditó un poco mientras llevaba libremente sus ojos a los conductos de aire.

-Puede que hayan escapado por los conductos de aire.

El corazón de Wolfram latió tan fuerte que sentía el retumbar dentro de aquel pequeño espacio de lata. ¿Qué había dicho? ¿Acaso lo iba a traicionar? Solo esperaba que fuera parte de su plan para convencerlos de que no revisen los conductos y poder sobrevivir.

-¿En los conductos?

-Sí, es más, puedo estar seguro que escaparon por ahí.

-“Murata ¿Qué es lo piensas hacerme? ¿Me vas a traicionar? Maldición”

-¿Y porque tanta seguridad?—Cuestionó Reiko mientras se sentaba en el filo de la mesa debajo de un conducto de aire para luego llevar sus ojos hacia él de forma confundida.

-Porque han dejado los tornillos de la rejilla encima de la mesa.

Wolfram ahora si estaba congelado del miedo, sí, lo iba a traicionar y lo entregaría en bandeja de plata a los malos, un sudor frío recorrió su espina dorsal al saberse tan idiota como para dejar los tornillos encima de la mesa, incluso ni recordaba haberlos dejado ahí.

-¡Es verdad!—Dijo Kyo mirando a Parco—Ve y revisa el conducto que no tenga los tornillos.

-Es ese—Dijo Murata señalando precisamente en el que estaba Wolfram.

-“Maldito traidor”

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Corría desesperado por la avenida secundaria del barrio central, miraba cada que podía hacia atrás como esperando encontrarse a alguien detrás suyo que lo estuviera siguiendo. Sudaba no por el esfuerzo, sino por el miedo de ser atrapado. Intentaba no detenerse así sus piernas le pidiesen clemencia. Se sujetó de las paredes para seguir en un trote leve y las luces de un auto lo alumbraron dejándolo enceguecido por la imponente luz.

-¡Eh! ¡Tú!—La voz masculina que dentro del auto lo llamaban hizo que regresara a ver enseguida hacia donde se encontraba. Su sangre se congeló al ver los negros cabellos que asomaban desde un auto de policía. Quiso correr pero fue detenido de la muñeca para apresarlo contra la pared.

-No te muevas—Una severa advertencia dicha en un susurro fue lo que bastaba para que sus piernas temblaran y callera al piso—Quedas detenido por secuestro y tráfico de drogas.

Sus ojos enrojecidos miraron hacia el suelo, el sonido de la puerta de la patrulla cerrarse lo pusieron alerta ¿Cómo había conseguido encontrarlo?

-Tu, Adalberto von Grantz, que has sido capaz de arruinarle la vida a un muchacho que llamabas amigo por la simple idea cerrada de los gustos ¿Escapas? ¿Miedo a qué?

Yuuri lo tomó de la solapa de la camisa y asentó su negra mirada en la celeste del ex mejor amigo de Wolfram, quien temblaba preso del pánico al encierro.

-¿Por qué huyes? ¿Qué vienes haciendo?—Pero sin embargo no iba a hablar, y lo único que ganaría que saliera de su boca iba a ser una gran escupida en la cara. Yuuri miró con odio al muchacho y lo lanzó contra la pared para limpiarse aquella asquerosidad—Si no quieres hablar, deberás ir directo a la comisaría donde utilizarán métodos más grandes para sonsacarte la verdad.

-Yo—Empezó a hablar al imaginarse encerrado por unos barrotes—No sabía, juro que no sabía lo que tenían planeado hacerle. Solo, solo quiero dejar de lado todo esto.

Yuuri miró a Gwendal que levantaba al muchacho del piso ¿Qué le iban a hacer? ¿Entonces por eso Murata pedía enseguida que llegaran a donde se encontraban?

-¿Qué le van a hacer?

-Lo van a matar—Susurró—Lo violarán uno por uno y luego lo matarán para que no queden testigos…acabo de enterarme y por eso escapé…no quiero ser partícipe de un asesinato.

-Y sin embargo fuiste partícipe de un secuestro y de la distribución de drogas—Dijo Conrad con los ojos irradiando furia contenida— ¡Maldición, son seres humanos que no razonan!

-Debemos apurarnos, no podemos llevarlo a la comisaría ahora, tendrá que acompañarnos—Dijo Gwendal caminando hasta la patrulla—No nos queda tiempo.

-Si no vamos ahora, Wolfram, él…

-Tranquilo, Conrad, llegaremos a tiempo, no dejaremos que nada malo le suceda.

Yuuri apretó sus puños enfurecido, no podía creer que la vida de Wolfram dependiera de si llegan o no a tiempo.

-Wolf, prometí protegerte, y así será.

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Cecile miraba con ira contenida a Waltorada, el hombre de gran porte y mirada despectiva que se encontraba en frente suyo, no podía creer que su difunto esposo fuera familiar de ese hombre que en nada se le parecía.

-Mi querida Cecile von Spitzberg, los años no pasan por su ruta ¿No es así? ¿Qué hace? ¿Los desvía con sus curvas?

-No me encuentro de humor para sus bromitas de mal gusto, Waltorada von Bielefeld. Quiero zanjar de una buena vez este problema que me ha puesto, no soporto la idea de que haga caso a ese pequeño detalle.

-No es pequeño detalle, mi querida cuñada. Es algo que puede costarle la empresa.

-¡Costarme la empresa!—Gritó agudamente Cecile para llevarse las manos a la cintura—Por si no lo recuerda, la empresa ha sido creada por mi esposo y por mí. El hecho de que haya tenido otros compromisos delante del que tuve con William no significa que me desacredite la empresa.

-Por favor, Cecile, no fue un matrimonio antes que mi hermano, fueron dos ¿Y sabes que es lo peor de todo?—Cecile apretó los dientes ante la sonrisa de burla que tenía su cuñado—Ah, sí, que tienes hijos de ambos compromisos.

-Cállate.

-Un estorbo con cada uno de tus maridos.

-Que te calles.

-Es tan repugnante pensar que mi hermano tuvo relaciones con una cualquier…

-¡Dije que te callaras! No voy a soportar que desprecies a mis hijos, ninguno de mis tres hijos deben de pasar por tus estúpidos insultos. Tanto Conrad como Gwendal merecen respeto, el mismo respeto con el que ellos te suelen tratar cuando te ven.

-Querida pero ¿Ya se lo dijiste a Wolfram?—El rostro de Cecile palideció ante la pregunta—Claro que no lo has hecho, y quizás no pienses hacerlo, pero imagina ¿Qué rostro pondrá Wolfram cuando sepa que tiene dos hermanos mayores de diferentes compromisos? Cielos, un shock total ¿No crees? No me eches la culpa luego si Wolfram no quiere verte y decide regresar conmigo a mis tierras.

Sonrió con satisfacción al ver el rostro abatido de Cecile, había ganado esa pelea verbal, dudaba que Cecile se quedara con las riendas de la empresa después de eso.

-Sabes una cosa—Dijo Cecile mientras elevaba una tenue sonrisa—Podré haber tenido mala suerte con el matrimonio, podré haber sido viuda tres veces, pero por eso hay una sola cosa con la que puedo tomar nuevamente las riendas de la empresa, y esta vez para siempre—Miró a Waltorada a los ojos y rio a carcajadas mientras llevaba un mechón de su cabello detrás de la oreja—Tengo un heredero legítimo ¿Tu lo tienes?

Y con esas palabras se retiró, siendo vista orgullosamente por Meiko desde el otro lado de la sala.

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Wolfram fue brutalmente lanzado hacia la pared de la habitación, su cabeza dio un golpe seco que lo dejó algo confundido, miró de reojo a Murata y este se mantenía neutro, no decía ni hacia nada por ningún lado. Pero sin embargo lo había traicionado. Vio la sonrisa burlona en los labios de Kyo al momento que se acercaba y lo apresaba de las mejillas con fuerza. De esa sí que no se iba a escapar.

-Que tonto, pensaste que podrías librarte de nosotros tan fácilmente—Introdujo su mano en su pantalón y sacó su celular, meciéndolo de un lado a otro en frente de Wolfram—Sabes que esto te costará un poco ¿Verdad?

-Q-que vas a hacer.

-Nada interesante—Dijo mientras regresaba a ver a su padre y este le asentía con una sonrisa de burla—Solo subiré la última foto en la red social de tu cuenta ¿Qué te parece? Necesitamos un nombre apto para esta linda foto—Acercó la pantalla del celular al rostro de Wolfram mientras lo restregaba, ahí estaba él, con orejas de gato y en su boca el miembro de Kyo que derramaba su semen por las comisuras de sus labios. Sin duda la foto más vergonzosa de todas— ¿Qué te parece “Amante de la leche”?

-N-no la harías, tenemos un trato.

-Trato que no has cumplido dado que, no tenemos más encargos para ti.

-¡Ese no es mi problema, yo solo cumplo sus pedidos!

-Y como ya no tenemos, esta foto queda con nosotros.

Wolfram vio con pánico y miedo como el dedo de Kyo viajaba directamente a la pantalla de su celular para seleccionar “Subir”. Todo fue en cámara lenta, el dedo, la foto y la barra azul que pedía pacientemente “Espere por favor”. La risa de Kyo junto con la de Reiko invadió el área, y de sus ojos solo quería dejar escapar unas cuantas lágrimas de dolor.

El extraño sonido de “Fallo” se hizo escuchar y Kyo miró la pantalla enseguida, un aviso de fondo blanco se hizo presente en el celular junto a signos de admiración que decían no encontrar red para realizar lo que deseaba.

-Maldición—Farfulló Kyo un tanto alterado mientras veía el celular—No hay red.

-Imposible, hace poco las computadoras estaban funcionando correctamente con la conexión a internet—Dijo Pucho llevando una mano a su cabeza.

Wolfram pudo tragar saliva de forma tranquila, al menos le quedarían un poco más de tiempo con su orgullo. Miró a Murata de forma furibunda y este solo le dedicó una sonrisa ladina, como asegurando saber todo y nada a la vez, con sus manos entrelazadas por detrás de la espalda y sus piernas perfectamente juntas.

-“No sé lo que tramas, pero no me veo beneficiado”

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Yuuri observaba impresionado el gran edificio que se alzaba ante su vista, veinte pisos y aún no terminaba de contarlos, el vértigo se apoderó de su estómago al imaginarse cayendo desde la terraza de ese majestuoso lugar. Negó con la cabeza intentando evadir imágenes de muertes o relacionadas a ello, debía de pensar positivamente y entrar en el edificio para buscar a Wolfram. Gwendal estaba a su lado, hablaba por un intercomunicador a Conrad que estaba cinco patrullas más allá. Revisó el panorama que los rodeaba, la parte trasera de la empresa estaba un poco desarreglada, con cajas de madera y cartón por todos lados, cinco cajones de basura y mucha más regada por su alrededor como si de un juego de encestar se tratase. Había una sola puerta de metal por la que podrían ingresar siempre y cuando recibieran las indicaciones de su ayudante interno.

Habían llevado todas las patrullas a la parte trasera de la empresa, ocultas bajo la sombra del bosque que nacía a unos cincuenta pasos de ella, el aroma a roble, hierba humedecida por el leve rocío que había caído antes de llegar, tierra y el dulce aroma de las nueces se mezclaban en su nariz dándole un banquete delicioso. Sentir un leve aroma a primavera en medio invierno le hacía disfrutarlo incluso mucho más.

-No puedo creer que en vísperas de noche buena nos encontremos en este lugar en vez de estar disfrutando con la familia y amigos—Susurró Yuuri mientras pateaba una pequeña nuez sobreviviente al invierno—Y tampoco puedo creer que el aroma de las nueces se vuelva algo intenso en el invierno.

-Es porque el frío tapa todo aroma, pero el de la nuez es algo escandaloso y por eso se percibe mejor—Respondió un muchacho de al menos tres años mayor que él, con su uniforme de policía pulcramente colocado y con su sonrisa de oreja a oreja.

-¿Y no piensa nevar en Osaka?

-Bueno, me he dado cuenta que se ha demorado un poco, el frío es propio del invierno e incluso está a la temperatura que estamos cuando cae nieve pero, no sé si este año nevará.

Yuuri miró el cielo, tan claro y sin indicios de nieve cayendo para cubrir con su manto a toda la ciudad, de seguro en Tokio las calles se encontrarían apresadas de sábanas blancas que invaden hasta los tejados y tapan el más mínimo recuerdo del otoño.

-El clima está completamente loco.

-¡Chist! Si te trajimos aquí es para que ayudes y no para que te pongas a distraer a nuestros refuerzos—Gwendal miró molesto a Yuuri y este le sonrió bobaliconamente pidiendo disculpas con sus manos—Ve junto a Conrad y dile que de el aviso.

El muchacho se retiró dándole una leve sonrisa a Yuuri que de igual forma la devolvió ¿Cómo se ponían a conversar del clima en un momento tan importante como ese? Solo había deseado olvidar que estaba sucediendo aquello con su mejor amigo. Miró al oficial de policía y sintió una leve opresión en el pecho, quizás no le iba a ayudar mucho en el rescate, pero al menos lo había dejado ir, no sabía porque, ni tampoco tenía intenciones de averiguarlo. Y lo único que le importaba y sabía era que el policía destacado por su ceño fruncido y mal carácter le había dejado asistir sin refutar un solo momento. Y eso importaba.

-Gwendal, gracias por tomar el caso de Wolfram.

-Es personal, es algo demasiado personal como para no tomar el caso.

-¿Personal?

El oficial suspiró dándole a entender que no quería hablar del tema en ese momento. Yuuri calló y miró hacia el frente, el aviso de entrar ya se había hecho presente y miró hacia una de las patrullas, Adalberto estaba callado, encerrado en la patrulla con un poco de la ventanilla abierta, uno de los policías lo resguardaba con pistola en mano.

Gwendal movió su mano y Conrad dio un paso hacia adelante, Yuuri imitó la acción y fue seguido de Gwendal, los demás quedaron quietos en su lugar. Rodearon entre los tres la puerta, esperando que esta se abriera, el tiempo que Murata les había dicho que esperaran había terminado y, la puerta no se abría.

-¿Pero porque?

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Reiko abofeteó el rostro de Wolfram y un hilo de sangre recorrió la comisura derecha de su labio mientras sus ojos lo miraban inyectados de odio y repulsión. Murata dio un paso hacia el frente y se acercó a Kyo, quien miraba con una sonrisa todo lo que sucedía.

-Pensaste que te ibas a librar, que iba a ser sencillo desembarazarte de aquella culpa que cargabas en tus hombros—Murata prestaba atención a todo lo que decía el hombre mayor de la sala. Solo habían quedado ellos cuatro, Wolfram, Reiko, Kyo y su persona. Los demás habían salido por la petición de Reiko—doce años intentando enterrar junto a tu padre el recuerdo de aquella tarde, doce años martirizándote con el hecho de haber cometido ese horrible suceso que llevo a que tu padre perdiera la vida.

-Y-yo no quise…no fue mi culpa.

-Lo fue—Susurró en su oído—Lo fue porque si no hubieras interrumpido en nuestro asunto, tu padre estuviera vivo y a tu lado.

-¿Quién me lo garantizaba? Además, era un niño en ese entonces, con cinco años de vida no sabía lo que sucedía perfectamente a mi alrededor.

-Él tampoco lo sabía, pero sin embargo lo hiciste—Miró con odio en sus ojos—Lo mataste.

-Yo no lo maté—Bajó su rostro desesperado, intentando liberarse de esa culpa que simplemente lo acompañaba toda su vida.

-Lo mataste.

-¡Yo no lo maté!—Elevó su mentón dispuesto a demostrar que todo había sido un accidente, en su cabeza las imágenes de aquella tarde se acomodaban en su lugar, aunque tuviera cinco años, ese trauma había quedado grabado con lujo de detalles en su mente.

-¡Lo mataste! Te llevaste un pedazo de mi corazón, un motivo para vivir.

Sintió las manos de Reiko apresando sus muñecas, sintió las palabras de Reiko apresando su corazón y la voz de su padre que le susurraba al oído el dolor que sintió al separarse de él y que a la vez le echaba la culpa de todo, todo eso le venía a la mente.

-Tú también lo hiciste.

-En venganza.

-Tu mataste a mi padre por un accidente de mi parte ¿Por qué no me mataste a mi entonces?

-Te quería ver sufrir.

-Pues lo conseguiste.

-Y me alegro.

-Aquella tarde—El fatídico día que había marcado su vida completa rememoró su cabeza tras recordar nuevamente a su padre y su gesto de dolor al morir. La desesperación que sintió en ese momento al ver a su padre perder una batalla a mano limpia le cavó los sentimientos y nubló su razón. El desenfreno de tomar lo primero que vio, un arma, una pistola que había cerca de sus pies y que había llegado a sus manos, la agonía de apuntarle directamente al hombre que lastimaba a su padre ya herido por la misma arma que él tenía en sus manos, el retumbar en sus oídos de la bala al salir del cilindro de la pistola y el desgarrador grito de quien muere, su último suspiro junto a ese pequeño cuerpo que caía a los pies de su padre, todo eso detuvo su vida—En la que mi infancia se perdió y quedó la madurez prematura con mi futuro manchado de sangre. Aquella tarde marqué mi camino.

-No sabes la desesperación que sentí en mi pecho al ver a mi hijo tendido ante mis pies en un charco de sangre, y con la misma pistola que tú me había arrebatado una parte de mi ser, yo te arrebaté una parte tuya.

-Mataste a mi padre, aun sabiendo que mi intención no era matar a tu hijo, sino a ti.

Murata retrocedió unos pasos para abrir la puerta y salir de ahí, Kyo comprendió que quizás sentía incomodidad al escuchar algo tan personal y aceptó que se marchara.

-A mí, a él o a tu padre, el camino era el mismo, uno lleno de dolor para terminar en un placentero adiós—Elevó entre sus manos una pistola, pistola que él reconocía a la perfección, que sus manos recordaban y su infancia le temía—Con la misma pistola que matamos a nuestros seres queridos, hoy correrá tu sangre.

El dedo pulgar movió el gatillo haciendo un estruendoso “clic” que indicaba que estaba lista para atacar, la llevó en medio de sus ojos, justo en el ceño. Su sonrisa se reflejaba en el color plateado y el nerviosismo que sentía Wolfram en ese momento se dio a ver cuándo cerró sus ojos esperando el disparo.

-Todos estos doce años planeando este momento, meticulosamente, minuciosamente, esperando pacientemente que llegaras a nuestras manos sin necesidad de irte a buscar. Y así lo hiciste. Desde el momento en que conociste a Adalberto tu caminó se empezaba a ceñir bajo tus pisadas. Wolfram, desde el momento en que se dijeron su primer “Hola” ya estabas remarcando el sendero que tú te encargaste de teñir con sangre.

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-¿A dónde vas?

La mirada seria de Murata se interceptó con la socarrona sonrisa de Parco, quien lo esperaba cinco pasos más allá de la puerta, limpiaba la hoja de su navaja con un pañuelo rojo como la sangre y masticaba odiosamente con sus dientes un caramelo de menta que había ingerido anteriormente. Pucho estaba a su lado, mirando hacia la nada, tan desinteresadamente que pudo causar dudas en el moreno de lentes. Sonrió sin miedos o temores.

-El jefe se ha puesto a conversar sobre cosas privadas junto a su hijo, cosas personales por lo que decidí salir—Introdujo sus manos en los bolsillos de su chaqueta y arrimó su espalda en la fría pared de piedra lisa. Miró hacia su derecha, el camino que había decidido tomar era ese, debía de buscar la forma de cruzarlo sin ninguna clase de interrupción por parte de esos dos buenos para nada.

-El muchachito rubio debió hacer algo demasiado cruel al jefe como para que se encargara personalmente de matarlo.

-Nadie es libre de sus actos—Susurró Murata mordiendo levemente su labio inferior—Así que no es como para juzgar si hizo algo bien o toda su vida ha sido errada—Se paró erguido y dio tres pasos hacia la derecha, la hoja de la navaja de Parco viajó directamente a la garganta del chico de lentes pero no se inmuto, solo la mirada reprobatoria le llegó a Parco mientras Pucho reía tranquilamente.

-Algo tramas, y te he descubierto.

Murata rio libremente mientras retrocedía un paso para alejarse de la navaja y sonreír con sinceridad a Parco.

-Sí, tramo algo, no podría engañar al gran Parco ¿Verdad?

-¡Ja! Lo sabía—Llevó sus manos hasta el cuello de la camisa del moreno y lo lanzó a la pared con brusquedad— ¿Qué tramas?

-Escapar.

-¿Escapar? ¿Por qué? ¿Robaste?

-Parco, no le digas las cosas tan rápido, necesita responder a todo—Parco miró de forma molesta a Pucho, el hombre más ingenuo con el que había trabajado en toda su vida, aunque eran compañeros hace apenas unos meses, no le había simpatizado en todo ese tiempo.

-Silencio, Pucho, no me interesan tus comentarios—Volvió a mirar a Murata y sonrió con malicia—Ahora dime ¿Por qué quieres escapar?

-Parco, te digo que no lo atosigues más, déjalo tranquilo.

-¡Que te calles de una maldita vez Pucho!

Parco volteó para ver a Pucho pero se encontró con el reluciente cilindro de una pistola negra que apuntaba directamente a su cabeza, tragó gruesamente al ver como Pucho sonreía.

-¿Q-que demonios estás haciendo? Baja eso.

-He dicho, por última vez, que dejes tranquilo a Murata.

Parco soltó la solapa de la camisa de Murata y este solo la acomodó mientras miraba a Pucho apuntarle sin miedo alguno a su compañero.

-Gracias, Dorcascos, has sido de gran ayuda.

-Es mi trabajo, señor—Sonrió ante lo dicho y se acercó a Parco, sacando unas esposas de la pretina de su pantalón y esposando las manos de su ex compañero—Parco Lesear, quedas arrestado por complicidad.

-Malditos, son unos desgraciados policías.

-Policías si, desgraciados no—Dijo sonriendo Murata mientras caminaba por el lado derecho—Asegúrate que no escape, yo iré a buscar los refuerzos.

-Claro.

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Yuuri miraba con desesperación la puerta cerrada, el tiempo que había dicho Murata había pasado, la puerta estaba completamente cerrada y el tiempo se les acababa, miró el rostro de Gwendal, de verdad tenía que ser algo muy personal como para que esté así de alterado.

-Maldición ¿Cuánto más nos piensa hacer esperar?—Susurró Gwendal mientras arrimaba su espalda a la pared del edificio.

La puerta se abrió para la alegría de todos los que esperaban, tras ella un agitado Murata les saludaba haciéndose aún lado para que entrase.

-Ya te habías demorado mucho, Murata ¿Qué fue lo que te detuvo?

-Unos pequeños defectos en el plan que logré controlar enseguida.

-Bien, ahora que estamos dentro debemos…

El retumbar de un disparo proveniente de la dirección a la que se iban a dirigir los dejó callados, la sangre de todos se congeló y el rostro de Yuuri se comprimió en desesperación total. Miró enseguida a los otros tres y asintieron corriendo y llamando a toda la tropa de policías que habían fuera, no esperarían un segundo más. Yozak asintió a la orden que le envió Conrad y empezaron a seguirlos con sus pistolas listas para disparar, el sonido había sido estruendoso al no tener la puerta que lo amortiguara por lo que todos lo había escuchado.

El corazón de Yuuri se aceleró por la adrenalina, desesperación y angustia que sentía muy en el fondo de su interior. Quería correr, derribar paredes y llegar enseguida a donde tuvieran a su amigo. Murata los guio por unas escaleras y bajaron, Yuuri solo esperaba que ese disparo no significara nada grave.

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Wolfram tragó saliva al ver la pistola en frente suyo ¿Así acabaría su vida? Era lo que siempre había deseado y que se había intensificado cuando ellos llegaron a su vida. Cerró los ojos con desesperación y la imagen de su padre sonriéndole y sosteniendo un violín le llegó a la mente. Esa imagen se distorsionó por la de su madre, que alegremente elevaba unas galletas junto a Meiko, quien le entregaba su uniforme limpio. Ya no vería a su madre por las mañanas ni despertaría bajo los cariños de su Nana, la imagen se volvió borrosa y apareció Shion, quien le entregaba una tierna sonrisa y estiraba su mano para dirigirlo a una cita, su corazón se calentó unos minutos y al estirar su mano esta fue sujeta por una totalmente distinta, un poco más bronceada y algo grande. La imagen de Yuuri estaba justo en frente de él, lo tomaba de la mano y lo apresaba entre sus brazos repitiéndole una y otra vez la promesa que había hecho aquella noche bajo la luz de la luna “Te protegeré”. De sus ojos salieron lágrimas y la angustia invadió su pecho, no, no iba a morir de esa forma, debía luchar por su vida y decirle a Yuuri lo que sentía por él, al menos eso debía de hacer antes de marcharse. Forzó el agarre que tenía Reiko en sus manos y se soltó tomando la pistola y alejándola de su rostro.

-¡No voy a morir en tus manos! Viviré.

El forcejeó se empezó a hacer más notable, Kyo se mantenía al margen por la orden de su padre de que no se moviera de su lugar. Los cabellos de Wolfram pegados en la frente por el sudor le empezaban a molestar en los ojos, las manos se le resbalaban pero intentaba sostenerlo correctamente, no quería perder ante una persona como él.

Se levantó y dio unos pasos hacia adelante los que obligaron a Reiko que retrocediera inminentemente, la pistola era un juguete luchado por dos niños, bailaba sin temor entre sus manos y Reiko la dominaba un poco, con el dedo índice dispuesto a disparar en cualquier momento.  Wolfram evadía a la pistola como podía, pero a cada momento lo terminaba apuntando ya sea en la cabeza o en el vientre. Empujó a Reiko y fue su perdición.

Reiko al sentirse caer apretó y disparó directamente en el pecho de Wolfram, que miró con ojos desorbitados a su atacante, el dolor en el pecho se empezaba a sentir y un líquido caliente recorría y mojaba su ropa favorita. Calló de rodillas con las manos en su pecho, intentando disipar el dolor que se incrementaba con el paso de los segundos. Se empezó a marear, el mundo entero le daba vueltas  a su cabeza y con un jadeante movimiento cayó al suelo, cerrando sus ojos con fuerza a causa del dolor que sentía. La risa estruendosa de Reiko hizo que lo mirara directamente a los ojos.

-¿Ves? No era tan fácil ganar esta batalla.

-E-res un…desgraciado—Aludió el rubio mientras escupía sangre por la boca, el hilo seco que tenía en la comisura de su labio se había vuelto a humedecer por sangre nueva.

-Hiciste tu sufrimiento mucho más largo, si tan solo me hubieras dejado dispararte en la cabeza, ahora no estarías agonizando sino que te encontrarías muerto de una buena vez.

-N-no debía morir…al contrario de ti…yo tengo una vida…una vida que vale la pena…no…no soy un desgraciado que…e-enseña a su hijo…a matar por venganza…e-espero que mueras pronto…y vayas al infierno.

Reiko elevó la pistola en dirección a la cabeza de Wolfram, miró con furia mientras movía el gatillo.

-Pues entonces nos veremos allá.

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.

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Continuará.

Notas finales:

¿Qué va a suceder desde este punto? Nada es seguro en lo absoluto y sobre todo para mi ya que los avances de la historia que tenía se me borraron así que nuevas ideas van a ser escritas... por eso quería proponerles algo:

Si en sus cabecitas tienen una idea de lo que puede suceder y quieren que lo coloque estaré contentisima de recibir sus opciones... Bueno.

Hasta aquí, ya sabemos mucho más de la historia de Wolfram pero...esperen ¿Hay más? No lo sé :P

Nos vemos en la siguiente actualización :)


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