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Secretos por estheyaoista

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Viernes en la mañana, el día en la universidad para Yuuri había sido todo un dilema, pues al ser el último día de clases debía de presentar sus últimos exámenes para así tener las vacaciones completamente libre de libros y cuadernos de apuntes. Escribió las últimas palabras en una hoja y dio un suspiro de alivio mientras entregaba la hoja llena de cálculos y gráficos. Tomó la mochila colocándola en su hombro y salió con dirección a su casa, en el camino se encontró con su linda novia quien le recibió con una botella de agua fresca y un dulce beso en los labios.

-¿Cómo te fue en tu examen de historia?

-¿Espera era historia?

La chica rio divertida al escuchar la respuesta de su novio, la verdad es que esa clase de bromas se hacían muy a menudo, si él no las respondía con la misma diversión en su tono de voz era porque había salido pésimo, se alegraba de que su novio se encontrara animado.

-Alégrate de que se han terminado los exámenes por un periodo al menos extenso.

-Me alegra pero—La tomó de la cintura y le plantó un dulce beso en sus rojizos labios mientras sonreía juguetonamente—Lo que me entristece y opaca mi felicidad de universitario en vacaciones es el hecho de que no te veré en todas las vacaciones de invierno ¿En verdad tienes que viajar?

-Sí, es importante, en el trabajo de mi padre necesitan una contadora ¿Qué mejor contadora que yo?

-Osada.

-No soy osada, es la verdad, además tú también tienes que ir a visitar a tu abuela en Osaka.

-Si pero—hizo un puchero mientras la miraba a los ojos—Si te quedaras podría decirle que la visito en otros días y listo—acarició levemente la mejilla sonrojada de la mujer que más amaba en esa vida—Así podríamos pasarla juntos y, tal vez, tener una cena romántica.

-¿Con vino y comida cara?

-Con vino, comida cara y un largo paseo por las calles llenas de nieve de la ciudad.

-¿Así?

-Si—delineó sus labios con su dedo índice— ¿Y, que dices?

Megumi sonrió ante tantos mimos entregados por su novio, no podía decirle que no a tan dulce sonrisa, cualquiera aceptaría de una a tan deliciosa oferta pero, ella no era cualquiera.

-Me saludas a tu abuela de mi parte—Ella era nada más y nada menos que Megumi, la novia de Yuuri y la única inmune a sus dulces miradas.

-Por eso te amo.

-Lo sé. Yo también te amo.

Se tomaron de la mano y caminaron juntos a la casa de Yuuri, para irse juntos a la estación de trenes y poderse despedir como era debido.

-¿A qué hora viajas?

-Dos de la tarde, tenemos hora y media para empacar todo.

-¿Y las maletas que estabas haciendo el otro día que llegue a tu casa?

-La estaba buscando, según decía mi madre se las había prestado el otro día a una amiga suya y por eso comenzó esa búsqueda implacable.

-Miko-san puede llegar a ser tan despistada en algunos aspectos.

-Pero no te fíes de ella, puede llegar a ser también más que perceptiva.

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Cecile y Meiko terminaban de dar sus últimos toques a la habitación que iba a pertenecer a Yuuri, divertidas por decorar, amabas mujeres no se había dado cuenta de la hora que era.

-Cielos, no he preparado el almuerzo, pronto vendrá Wolfram y si no tengo el almuerzo listo…

-No te preocupes, Meiko, eres ágil en la cocina por lo que no dudo que demores menos de media hora.

Meiko le regalo un dulce sonrisa a Cecile y se dirigió a la cocina a preparar el almuerzo como era debido. El celular de Cecile sonó sacándola de sus pensamientos, miró la pantalla y notó que era un mensaje de su hijo.

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Viernes: 01H30 PM
De: Honey Wolffy
Asunto: Retraso.

Madre, lo siento, hoy llegaré tarde a casa, el maestro me pidió que lo ayude con unos asuntos. Pero estaré ahí para recibir al nieto de mi Nana. Nos vemos luego.

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Cecile dio un suspiro de resignación, desde el día anterior su hijo había estado llegando tarde a casa y cuando lo hacía notaba cierto cansancio en su voz y en sus acciones un poco de desinterés. Se estaba comenzando a preocupar por como actuaba su hijo, pero no le podía decir nada por miedo a que pensara que desconfía de su palabra, y no era que desconfiara de su hijo, desconfiaba del mundo que lo rodeaba.

Bajó las escaleras y se encontró con Meiko, quien estaba picando unas cuantas verduras para el almuerzo.

-Cocina tranquila, Meiko, Wolfram no vendrá a almorzar.

-¿Otra vez?—Cuestionó Meiko al ver el rostro de decepción que tenía Cecile—No me diga ¿El profesor lo puso a hacer alguna cosa importante de la materia?

-Así es.

-Discúlpeme por lo que voy a decirle pero, yo creo que Wolfram le está mintiendo.

-Yo también pienso lo mismo, pero tengo miedo a preguntarle lo que sucede, desde el jueves luego de que se levantó empezó a actuar un poco extraño, el no solía ser de esa forma.

-Espero que lo que hablamos la otra noche se vuelva realidad.

-Claro que se cumplirá, su nieto va a ser la luz que guie el camino de mi hijo, espero.

Cecile y Meiko se miraron un tanto ajetreadas mientras el sonido de la cantina se hacía presente y dejaba un ambiente algo tenso.

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-¿Recuerdas lo que te dije?

-Si madre, comportarme adecuadamente.

-No olvides saludar a tu abuela de mi parte, dile que la extraño mucho.

-De acuerdo, de acuerdo.

-Nos vemos pronto, Yuuri, espero no me engañes mientras estés por allá. No quisiera sentir el peso de tu engaño encima de mi cabeza.

-Si quieres terminamos y luego cuando vuelva te pido ser mi novia nuevamente.

Megumi le dio un pellizco fuerte en la mejilla dejándola sonrojada, le había dejado en claro que no era asunto de broma.

-De acuerdo, de acuerdo, nada de ligues por allá.

-Así se habla—le miró divertida—Cuídate mucho.

-Tú también, Megumi, cuídate mucho.

Ambos se despidieron con un beso mientras el sonido del tren avisando que pronto partirían se hizo presente.

-Bueno, es momento de irme.

-Llama cuando llegues hijo, no te olvides de llamar todos los días.

-No me olvidare madre—Dio un suspiro por la nariz y susurro-En verdad ¿Cuántos años cree que tengo?

Entró en el tren y por la ventana vio a su madre y su novia que lo despedían con la mano, se le hacía difícil dejar a su novia en la estación pero procuró no demostrarlo en frente de ella por miedo a que le dijera algo que lo hiciera decidir quedarse a su lado.

El tren empezó a moverse y pronto se encontraba lejos de la dulce sonrisa de su madre y los hermosos ojos de su novia, miraron hacia el frente y cerró los ojos, esperando que el tiempo que iba a pasar con su abuela se fuera tan rápido para no darse cuenta de la ausencia de ambas mujeres.

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Eran las seis de la tarde, Cecile se encontraba preocupada en la sala de su casa por su hijo que no aparecía, miraba por la ventana a cada momento y movía su pie en forma de desesperación. Meiko intentaba calmarla como más podía pero ella también se sentía intranquila.

-Según me enteré iban a salir temprano el día de hoy, y cuando me escribió eran la una y media de la tarde, Meiko, son las seis y este niño no aparece.

-Tranquila, Cecile, estoy segura que pronto va a aparecer, quizás y se quedó con sus amigos por ahí.

-Recuerda que su único amigo era Adalberto, pero con él se ha peleado.

El timbre de la casa sonó y Cecile se levantó asustada al escucharlo, corrió al intercomunicador y preguntó con tono preocupado quien era.

-Disculpe ¿La familia von Bielefeld?

-Sí, aquí es ¿Qué desea?

-Ah, mi nombre es Yuuri Shibuya ¿Se encuentra mi abuela, Meiko?

-Ah, claro, enseguida te abro—aplastó el botó negro junto al intercomunicador dejando entrar a Yuuri—Meiko, es su nieto.

-Oh, Yuuri ha llegado.

-Lamento que mi hijo no se encuentre ahora.

-No se preocupe Cecile-san, de seguro pronto va a llegar.

Meiko y Cecile salieron a la puerta en espera del nieto de la primera mencionada, la sonrisa de Meiko se hizo grande cuando vio a su pequeño nieto acercarse a ella.

-Oh, Yuuri, mira nada más lo grande que estas, casi no te reconocía.

-Abuela, que gusto verte de nuevo, no has cambiado nada.

-Déjame presentarte: Cecile, él es mi nieto, Shibuya Yuuri, Yuuri, ella es Cecile von Bielefeld, la persona que me ha acogido en su casa todo este tiempo.

-Mucho gusto, Cecile-san, es un placer conocerla. Gracias por cuidar siempre de mi abuela.

-Oh, el gusto es mío, Yuuri-kun, dime Chery no más.

-De acuerdo, Chery-sama.

-Oh, su nieto es una ternura completa, Meiko.

-Gracias, Cecile-san.

Yuuri se sonrojó de sobremanera al sentirse cohibido por las dulces y sensuales palabras de Cecile mientras lo abrazaba fuertemente contra su pecho, por un momento pudo ver a Megumi furiosa con las cejas fruncidas y lanzándole chispas con la mirada.

-Pero que descortés he sido, pasa por favor y siéntete como en casa.

Los tres personajes entraron en la gran casa, Yuuri se sorprendió de sobremanera al ver tanta elegancia en una sola habitación como lo era la sala. Se sentó en uno de los muebles color crema que había y miró detalladamente cada pintura colgada en la pared.

-Todas ellas son únicas—Dijo Cecile al ver el interés en los cuadros de la pared—Mi hijo las ha pintado.

-¿Su hijo?

-Si, por el momento  no se encuentra, pero pronto estará aquí y se lo presentaré.

-Oh, muchas gracias.

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Wolfram baja de un auto color negro, de la parte delantera se fue abriendo la ventanilla dejando escapar el olor a cigarrillo y alcohol tras la sonrisa de un hombre alto y de cabellos azules. Se acercó un poco y este lo tomó de la barbilla posando en sus labios un beso brusco que provocó que cerrara sus ojos con dolor.

-Mañana te esperamos en el mismo lugar, el trabajo de mañana será un poco pesado por lo que te recomiendo descansar desde ahora. ¿Entendido?

-Sí.

-Así me gusta—Lo soltó con brusquedad alejándolo de él—Ah, y ponte hielo en ese hematoma, no quiero ver que se inflame para mañana.

-Lo haré—Dijo mientras topaba su brazo derecho con delicadeza—Hasta mañana.

-Sí, claro.

El auto arrancó y dejó a Wolfram parado en la vereda de su casa, dio un suspiro de cansancio mientras con una mano limpiaba sus labios, había sentido el vivo sabor del cigarrillo, como odiaba tener esa sensación de querer vomitar. Tocó el timbre de su casa mientras miraba la hora, de seguro y su madre lo reprendería nuevamente como lo había hecho el día anterior por llegar a esa hora. Ahora le daría más razones puesto que olía a cigarrillo y alcohol, sobre todo con ese moretón en su brazo y la cortadura en su mejilla.

-¿Si, diga?

-Nana, soy Wolfram, abra la puerta.

-Oh, mi niño, enseguida abro.

La puerta de fierro se fue abriendo dejando paso a que entrara a su casa, en la puerta lo esperaban Cecile y Meiko como siempre. Sintió deseos de no acercarse a su madre, pero debía de entrar o sino su madre se preocuparía incluso más de lo que ya estaba.

-Buenas noches, Nana, madre.

-Wolfram von Bielefeld ¿Qué son estas horas de llegar?—Cecile lo tomó del hombro y lo acerco hacia su persona para verlo cara a cara, enseguida el olor a trago y cigarrillo le llegó asustándola de sobremanera—Hueles a alcohol y cigarro ¿Por qué hueles a alcohol y cigarro Wolfram?

-Debe ser tu imaginación, madre.

Meiko se acercó a su niño y ciertamente, sus ropas estaban impregnadas con el olor a cigarro y alcohol, tapó su boca con sorpresa y negó con su cabeza.

-Mi niño.

-No se preocupen, no he tomado ni he fumado, solo han sido unos amigos que se han puesto a probar un poco y se me ha pegado el olor—Les sonrió delicadamente intentando no preocupar más a sus dos madres, porque a Meiko la consideraba como a una madre.

-Bueno, te creeré, hijo, ahora entra, que ha llegado el invitado.

Wolfram entró junto a las dos mujeres y se encontró con la sonrisa de Yuuri, el apuesto chico de ojos negros y cabello del mismo color que mostraba una camiseta color roja con cuello en cero y unos pantalones azules.

-Wolfram, él es Yuuri Shibuya, el nieto de Meiko.

-Mucho gusto, es un placer conocerte.

-Igualmente, siéntete como en casa—Sonrió a Yuuri de una manera tan sincera que casi hace desconcertar al chico de cabellos negros—Bueno, con su permiso, me tengo que ir a cambiar de ropa y hacer la tarea.

-¿No vas a comer?

-Lo siento, vine comiendo con mis amigos.

-Ah, bueno, no te desveles mucho hijo.

-No madre.

Cecile vio a su hijo desaparecer por las escaleras y dio un suspiro de cansancio, todo eso le estaba deteriorando con el paso del tiempo. Meiko lo notó y posó su mano en forma de apoyo en el hombro de Cecile.

-¿Sucede algo malo?—Dijo Yuuri al notarlas preocupadas.

-Cielo ¿Podrías hacernos un favor?

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Wolfram entró a su habitación y se tumbó en la cama, olió su camisa y ciertamente estaba impregnada con ambos olores, se la quitó enseguida, dejándola a un lado de su cama, miró la nueva herida que tenía en su brazo y la delineó con sus dedos, dando un nuevo suspiro.

-¿Hasta cuándo pienso seguir con esto? Si ellos no me matan, me matare yo.

La puerta de la habitación de Wolfram fue tocada, él se alarmó y enseguida se puso lo primero que vio en la cama, una camiseta de mangas cortas como a él le gustaba. Se acercó a la puerta y la abrió encontrándose con Yuuri, quien le sonreía amistosamente.

-¿Puedo pasar?

-¿Eh?

-Oh, interrumpo algo quizás.

-No, no, no estaba haciendo nada por el momento, pasa.

Yuuri entró en la habitación inspeccionándola de rincón a rincón, no notaba nada extraño por los lados. Wolfram notó su mirada de inspección y supo que buscaba algo.

-¿Sabes una cosa?—Dijo sentándose en el filo de la cama tranquilamente mientras miraba el techo sin preocupación alguna.

-¿Qué cosa?

-Se tu secreto.

El rostro de Wolfram pasó a un color pálido casi nunca visto, tragó saliva gruesamente y rio divertido por lo dicho, intentando no sonar preocupado.

-¿Secreto? ¿Qué secreto? Recién nos conocimos hace unos minutos.

-Oh, por favor ¿Crees que entraría a tu cuarto con la loca idea de decir deliberadamente “Se tu secreto” para empezar una broma? No soy un niño de escuela, si digo que se tu secreto, lo sé y listo.

-¿Pero qué sabes?

-Todo, de inicio a fin. Lo has ocultado bien a tu madre y a mi abuela pero a mí no me lo puedes ocultar.

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Continuará.

Notas finales:

Espero que les haya gustado.


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