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Travesuras del Destino por ItouMiyu

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Notas del capitulo:

Hola! Este es mi primer FanFic y la verdad estoy nerviosa, aun hay cosas que yo misma me tengo que aclarar de la historia pero tengo algunas ideas del porque de las cosas... Espero sea de su agrado lo que leeran a continuacion.

 

Si hay algun error en la narracion o en las palabras desde antemano pido disculpas c: 
Bueno... Sin mas que decir, les dejo leer~ 

Te preguntaras que es lo que hago en este lugar ¿No? Ni yo mismo lo sé,  ¿Qué hago parado frente a la tumba de quien fue la persona que me lastimo de tal manera que empezara a alejarme de todo aquello que alguna vez me daba felicidad y alegría… A su vez, aquella herida me estaba rodeando el alma en un abismo oscuro. Pero, por si fuera una travesura del destino, también era la misma persona a la que ame tanto que mi corazón latía desenfrenado cuando estábamos frente a frente, al escuchar su voz, al sentir sus manos sobre alguna parte de mi cuerpo, al perderme en sus ojos… Esos ojos que llegando al final de su vida me miraron con odio, dolor y sufrimiento.

Sí, yo ame a aquella persona pero lo que pensaba que era correspondido no resulto ser así, me odiaba, me detestaba, quería hacerme sufrir y lo logro, jugó con mis sentimientos sin ningún remordimiento. ¿Por qué había hecho aquello? No tengo idea, hasta ahora después de 1 año de su muerte no se la razón de su odio.

Ahí estaba su tumba en aquel cementerio que se encontraba a las afueras de la ciudad, me quede mirando la placa donde estaba escrito su nombre.

-Fred Evans- susurre agachándome un poco para poder quedar a la altura de la tumba –Después de tanto tiempo aun no logro saber en qué pensabas, siempre fuiste una incógnita para mí y aun muerto lo sigues siendo ¿Qué razón tenías para hacer lo que hiciste? ¿Por qué no me lo dijiste antes de irte?- Sentía que las lágrimas luchaban por salir de mis ojos, a pesar del daño que me causo yo no había dejado de amarle, puede que sea masoquista pero… No podía dejar de tener estos sentimientos en mi pecho.

Me pare y mire a mi alrededor, el cementerio estaba vacío no se veía a nadie por el lugar dando le un aspecto escalofriante, se lograban ver como las tumbas se perdían a lo lejos demostrando  así  que era un terreno grande.

Luego de volver a leer aquel nombre me cubrí la cabeza con la capucha de mi sweater, estábamos en temporadas frías y si no me abrigaba bien podía enfermarme cosa que no quería que pasara. Salí de aquel cementerio dirigiéndome a la ciudad, a pesar de que estaba a las afueras podía ir caminando tranquilamente, eran las 2 de la tarde así que no corría peligro alguno.

Pasado unos 50 minutos de caminata estaba ya en el centro de la ciudad, las personas pasaban de un lado a otro cada quien metido en sus propios asuntos ajenos a lo que los rodeaba. Cansado de caminar me senté en un banco que se encontraba a no más de 3 metros de distancia, podía oír las voces lejanas, los pasos, las risas pero nada de eso me importaba, me recuesto en el respaldar del banco y alzo mi mirada al cielo. Este se encontraba un poco nublado y algo grisáceo.

-Creo que lloverá- cerré los ojos mientras un suspiro salía de mis labios.

Abro los ojos y decido pararme, cuando miro al frente mío logro ver mi reflejo en un ventanal de una cafetería, mechones de cabello negro que se veían saliendo de la capucha, ojos azul claro, no más de 1.75, un cuerpo delgado pero no delicado. Ese era yo… un joven de 19 años. En mi rostro no se notaba emoción alguna, mi mirada estaba perdida en la nada, se había perdido desde que todo paso, desde que descubrí que la persona que decía amarme me odiaba en realidad.

Vuelvo a suspirar, este día no estaba saliendo bien ya que se sentía una depresión a mi alrededor y para empeorarlo llovería, me dispuse a caminar pero mi teléfono comenzó a sonar, saque aquel aparato de mi bolsillo y veo el nombre del indicador de llamadas. Sí… este día no era el mejor.

-¿Qué ocurre?- Conteste con notable tono de molestia en mi voz.

-Te necesitamos acá para poder terminar el trabajo, te recuerdo que eres parte de este grupo así que por favor mueve tu trasero y en 20 minutos te quiero frente a la puerta de mi departamento- La llamada se cortó haciendo que otro suspiro pesado saliera de mis labios.

Camine entre la multitud por un largo tiempo, me detuve frente a un edificio de 13 pisos de alto, me adentre a este y la recepcionista me sonrío al verme entrar, solo le di un saludo con mi mano  y me dirigí hacia el ascensor, dentro de él marque el número 7 que era el piso de mi destino. Luego de unos minutos las puertas se abrieron y salgo de este, camino por el pasillo llegando a la tercera puerta con la letra “C” en ella. Toco el timbre e inmediatamente se escuchan pasos fuertes y rápidos acercándose, la puerta se abre de golpe dejando ver a un joven rubio con ojos grises los cuales no se podía apreciar bien debido a que este usaba lentes, su ceño estaba fruncido y su mirada reflejaba molestia.

-¡Por Dios Alan te dije 20 minutos!- agarro mi mano derecha y con su dedo señalo el reloj que se encontraba ahí –Te tardaste 30- su voz era un poco grave por lo tanto supe que estaba enojado.

-Que importa el tiempo, ya estoy acá ¿Es lo que querías no?- Zafe mi mano de su agarre -¿Me dejaras entrar o me cerraras la puerta en la cara por llegar tarde?-

Me miro unos segundos con aquella misma expresión que tenía al abrir la puerta, hasta que suspiro y se relajó haciéndome espacio para entrar a su departamento, camine hasta llegar a living, el lugar era agradable, muebles bien ordenados y de buen gusto, escuche la puerta cerrarse y voltee a verle.

-Alan, sé que esto no te importa mucho debido a tus notas, sé que a mí tampoco debería de importarme pero no quiero suspender el trabajo por no poder terminarlo, David y yo hemos hecho la gran mayoría de él… Haz tu parte también- Se acercó a mí haciendo ver la diferencia de tamaño de ambos, aunque fuera más alto que yo no se notaba mucho, pero lo que lo hacía ver más grande era su cuerpo que estaba bien formado, no por nada era él capitán del equipo de Rugby de la universidad.

-De acuerdo ¿Qué es lo que les falta?- Isaac sonrío dejando ver una perfecta dentadura blanca.

-Lo que más te gusta hacer- Había un tono burlón en sus palabras. Comenzó a caminar y lo seguí, llegamos a su cuarto donde se encontraba David de espalda a nosotros sentado en el piso murmurando unas cuantas palabras poco audibles para nosotros – ¡Hey David!- El aludido volteo a verlo –Alan ya llego, deja de matarte la cabeza intentando hacer que funcione y déjalo en manos de él-

David suspiro y lentamente se fue levantando del piso, entre los tres él era el más pequeño y no me refiero a la edad, hablo de su cuerpo, era más bajo que nosotros midiendo 1.70 y con cuerpo delgado, tenía el cabello color castaño claro un poco ondulado y ojos miel.

-Alan… termina de armarlo, es imposible para mí- Señalo detrás de él, seguí su dedo hasta que vi aquello en lo que debía ponerme a trabajar, era una pieza de metal pequeña que tenía varios cables y algunas piezas más a su alrededor. Sí, de nuevo… este día no estaba siendo bueno conmigo.

Me acerque al aparato y lo tome entre mis manos junto con las demás piezas, los revise unos minutos y luego comencé a trabajar en él. Pasaron segundos, luego se convirtieron en minutos, hasta convertirse en una hora –Ya termine- esas palabras fueron las primeras que se pronunciaron luego de que David hablara, a mí me gustaba trabajar en silencio y mis compañeros de grupo lo sabían por lo tanto no hablaron en todo este tiempo.

-¿En serio terminaste?- hablo emocionado David, solo respondí asintiendo con la cabeza –Wow! Eres impresionante, nos estaba costando hacer que funcionara-

-Te lo dije, deja en manos del experto y veras como se termina más rápido de lo deseado y con mayor eficacia- Su sonrisa reflejaba lo seguro que estaba de decir todo aquello –Bueno, ya que todo está terminado ¿Quieren algo de comer?- Se acercó a su escritorio, tomo un pequeño estuche y guardo en el sus lentes, no es que los necesitara siempre, solo cuando estudiaba eran necesarios.

Mire a Isaac mientras se volteaba a vernos, cuando nuestros ojos se encontraron se notaba que no me lo estaba pidiendo, me lo ordenaba así que no pude negarme a aquello, aparte mi mirada de él y se escuchó una pequeña risa proveniente de este. Había logrado que me quedara a comer con ellos.

-¿Qué tal si comemos pizza?- David miró a Isaac –Puedo prepararla, a menos que quieran pedirla a domicilio- Lo último lo dijo con un todo de voz tímido y casi inaudible para nosotros.

-¿Ordenarla? ¿Y perderme de la cocina de David?- Se acercó y le desordeno un poco el cabello con su mano –Eso no pasara nunca… Así que querido amigo, te toca cocinar- Sonrió y aquello hizo que David se sonrojara un poco, yo no era estúpido como para no darme cuenta de que entre ellos había algo más que una simple amistad, puede que no haya pasado nada todavía pero eso no quita el hecho de que esos dos sienten algo por el otro.

-Bueno no quiero interrumpirles el momento romántico pero… - Los dos me voltearon a ver, uno con un gran sonrojo y otro con una sonrisa de satisfacción –necesito que me den la parte escrita y los planos con los que diseñaron el motor-

-¿Luego de hacer que funcionara me pides los planos?- Me encogí de hombros e Isaac suspiro –En serio que no sé cómo es que haces para que todo se te sea tan sencillo- Camino hasta su escritorio y tomo unos papeles en su mano derecha –Ten- Me extendió los papeles y los agarre.

-Gracias-

No hubo más palabras y un silencio se apodero de nosotros, revise los papeles y al cabo de unos minutos los deje sobre la cama, miro a mis amigos y los dos estaban en los mismo lugares que se encontraban antes del inicio del silencio. Isaac se había recostado en su escritorio cruzando sus brazos sobre su pecho mientras David se encontraba sentado en una silla mirando hacia la ventana.

-¿Todo está en orden?- La voz de Isaac resonó en la habitación, solo asentí… Una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios y miro de reojo a David – ¡Bien! Entonces vamos a la cocina-

Salimos de su habitación al llegar a la cocina David se adueñó de ella, se movía con mucha facilidad encontrando los ingredientes y utensilios a usar sin preguntar dónde estaban. Luego de una hora más o menos la pizza estaba frente nosotros.

-Espero les guste- Hablo con timidez y un pequeño sonrojo se dio paso a cubrir su rostro cuando Isaac sonrió y tomo una porción dando su primer bocado.

-¡Está muy buena! No importa cuántas veces coma tus comidas, siempre me gustaran y no me cansare de comerlas- Bien… ya su cara era color de tomate. Tome otra porción y empecé  a comer, David me miraba y solo le sonreí asintiendo con la cabeza, el entendió lo que significaba ya que me devolvió la sonrisa y seguimos comiendo.

Luego de que termináramos de comer Isaac se encargó de lavar los platos, en eso habían quedado ellos dos durante la preparación de la comida: David cocinaba, el lavaba.

-¿Te gusta verdad?- A pesar de que el tono de mi voz fue bajo para que Isaac no nos escuchara el salto que dio David dando como consecuencia que se cayera de la silla hizo que nuestro amigo volteara a vernos, cuando se dio cuenta de que el castaño estaba en el piso su expresión se volvió de preocupación y  fue rápido en su ayuda.

-¿Estas bien? ¿Te hiciste daño? ¿Por qué te caíste?- Sus ojos analizaban cada parte del cuerpo de chico, quien solo tenía su mirada baja y sus cabellos tapando parte de su rostro -¿David?-

-Es… estoy bien- levanto su cara y me miro, yo solo sonreí un poco y desvío su mirada –Disculpa por preocuparte, no me paso nada-

Isaac que observo la actitud de David solo suspiro y luego me miro con el ceño fruncido unos segundos luego se paró y ayudo al castaño a pararse –Ten más cuidado ¿En serio no te hiciste mal?- David solo asintió y ya no hizo más preguntas.

-Bueno, ya que terminamos el proyecto yo me tengo que ir- Los dos me miraron mientras guardaba mi teléfono y mis llaves en mis bolsillos –Nos vemos mañana-

-Ah… espera Alan- Isaac se pasó una mano por la cabeza despeinando así sus cabellos –Veras… mañana no puedo ir a clases, así que no podre entregar el proyecto-

Lo mire unos segundos, estaba nervioso –Bueno entonces será David el que lo haga-

-Yo tampoco puedo hacerlo- Alce una ceja –La verdad es que… tengo unas cosas que hacer y no puedo cambiarlos para otro día-

-¿Me están diciendo que tienen planes para mañana y por lo tanto no podrán entregarle el proyecto al profesor y como soy el único que podrá asistir mañana tengo que dárselo personalmente sabiendo que no nos podemos ver ni en pintura?- Los dos se miraron y luego volvieron a verme –Esta bien, ya entendí… Eso es lo que quieren decirme- Suspire y comencé a caminar hacia la habitación de mi amigo.  Salgo con el pequeño motor en mano junto con los planos y el trabajo escrito –Dame algo en que llevarlos- Isaac busco una bolsa de tela y me la entrego, guarde aquel aparato y los papeles en ella y me dirigí a la puerta.

-Alan- fue prácticamente un susurro

-Tranquilos, que la pasen bien mañana juntos- Voltee a mirarlos y tenían sus rostros algo sonrojados, claro… uno más que otro. Me despedí con la mano y salí de aquel apartamento, llego al ascensor y una vez dentro de este observe la bolsa que estaba en mi mano –Genial… ahora tengo que verle la cara a ese degenerado- Mi teléfono suena y lo saco. Había llegado un mensaje.

“Alan disculpa que te pida que lo hagas, pero es que esto fue inesperado… La verdad no pensé que David aceptara salir un día conmigo y ya lo habíamos decidido hace una semana, pero nos olvidamos que mañana era la entrega… No podíamos cancelarlo. De nuevo disculpa.

Isaac”

Guarde mi teléfono luego de escribir un simple “Esta bien, disfruten mañana” pero la verdad es que no estaba bien… Odiaba a ese profesor, siempre quería estar cerca de mí para molestarme con sus comentarios de doble sentido. Volví a suspirar mientras cerraba los ojos y aquella musiquita del ascensor sonaba.

Ya fuera de edificio comienzo a caminar por las calles sin detenerme a mirar a ningún lado, solo quería llegar a mi casa, ya estaba oscureciendo a pesar de que aún faltaban unos minutos para las 6 de la tarde. Llego a una esquina y espero a que el semáforo me permita cruzar la calle, miro a mí alrededor y se podían ver unas cuantas personas caminando, la luz verde me indico que ya podía seguir con mi camino, el viento comenzó a soplar y algunas gotas empezaron a caer.

-Lo que faltaba- seguí caminando hasta llegar a una cafetería, ya dentro de esta me senté en una mesa cerca de la ventana. Podía ver las gotas caer por aquel cristal, la calle queda casi vacía solo unas cuantas personas caminaban gracias a que tenían paraguas que les protegían de la lluvia.

-¿Qué va a ordenar señor?- Una voz suave me hizo voltear. Una chica con cabello rojo recogido de medio lado algo ondulado y con ropas de mesera se encontraba frente a mí con una libreta.

-Ehm… por ahora no quiero nada gracias-

-Cuando quiera ordenar algo solo háganoslo saber- me sonrío para luego alejarse.

Cuando ya no la podía ver fije mi vista en la mesa, no es que fuera muy interesante en realidad era una simple mesa de madera, solo que… no tenía nada más que hacer, solo iba a esperar a que dejara de llover y retomaría mi camino para llegar a mí casa que no se encontraba lejos de donde me encontraba.

Después de un largo rato la lluvia había dejado de caer, miro la hora y eran las 8 de la noche. Llamo a la mesera que me había atendido desde un principio.

-¿Me podría traer la cuenta?-

-Claro, ya se la traigo-

Como me había cansado de esperar a que dejara de llover pedí un café y un pastel, la chica regresa dándome la cuenta y así saco el dinero para pagarle. Ya fuera de la cafetería mire al cielo y como era de esperarse estaba oscuro, las calles eran iluminadas por las luces de los edificios y postes de luz. Mi caminata no duro mucho solo unos minutos. Desde la entrada de mi casa escucho voces y risas, suspire y abrí la puerta para entrar.

-Cariño ya regresaste, me había preocupado por la lluvia- Mi madre me miraba desde el salón sentada en un sofá. Su cabello era del mismo color que el mío: Negro. Sus ojos color ámbar, me sonreía mientras en sus manos tenía un ovillo de lana. Su pasatiempo era tejer, se podría decir que se la pasaba todo el día en ello.  Al lado de ella se encontraba mi hermana menor, era solo unos 2 años menor que yo, a diferencia nuestra tenía el cabello rubio recogido en una trenza, sus ojos eran azul, un poco más oscuros que los míos. En sus manos sostenía una revista donde se podía apreciar varias prendas y peluches de lana.

-Estaba en camino cuando comenzó a llover- mire hacia las escaleras que daban al segundo piso –Me refugie en una cafetería-

-Bueno me alegro que no te pasara nada- Comencé a subir las escaleras -¿Quieres comer algo?-

-No gracias, ya comí donde Isaac- No hubo más palabras, siempre era así… Cuando mi madre quería hablar conmigo yo evitaba cualquier tipo de conversación con respuestas cortas y sin emoción. Nunca la miraba cuando me comportaba de esa forma ya que no quería ver su rostro triste.

Ya en mi habitación deje la bolsa que tenía nuestro trabajo sobre la cama y me dirigí al baño. Me quite la ropa poco a poco, una vez desnudo entro a la regadera y abro la llave. El agua caía sobre mi cuerpo, estaba tibia y eso me relajaba. Luego de unos minutos salgo y me seco con la toalla que después de hacerlo me la coloque en la cintura.

Camine hasta el lavamanos y mire mi rostro en el espejo, las gotas de agua caían por mi cabello deslizándose por mi rostro y llegando a mi cuello. Me doy vuelta y salgo del baño, abro mi  armario y saco una ropa para dormir, luego de cambiarme me dirijo hasta mi cama, tomo la bolsa y la coloco en mi escritorio que se encontraba a un costado de esta. Me siento en ella y dejo caer mi espalda sobre el colchón.

-¿Hace cuánto no pasaba un día tan deprimente?- mis ojos se cerraron y volvieron a abrirse -¿Sera porque fui a visitarte?- Suspire y me acomode bien en mi cama, lo único que quería era que se terminara este día. Estaba por quedarme dormido cuando escuche como volvía a caer la lluvia –Fred…- Susurre su nombre mientras lágrimas salían de mis ojos –En mi corazón también hay lluvia… no ha dejado de llover desde ese día- Lágrimas y más lágrimas corrían por mis mejillas, no recuerdo que fue lo que paso después solo sé que me quede dormido con su imagen en mi mente.

 


Ya había pasado la mitad de la mañana y aun no entregaba el proyecto, a decir verdad tenía menos ganas de hacerlo y me estaba importando ya poco el que suspendiera el trabajo, solo estaba algo que me impulsaba a caminar por estos pasillos llegando a la puerta de una oficina de un profesor, y ese algo era: Isaac y David. Ellos habían trabajado mucho para poder terminar de hacerlo y que por mi culpa lo suspendieran no era justo.

Toco la puerta esperando una respuesta que me indicara que podía entrar pero no se escucha nada, vuelvo a tocar y pasa lo mismo. Abro lentamente y observo el lugar vacío, me adentro a la oficina cerrando la puerta.

-¿Qué haces acá?- Aquella voz me tomo por sorpresa, habría jurado que no había nadie en la oficina, me volteo a verle y quede sorprendido por lo que estaba viendo. Un joven de unos 1.83 de alto, cuerpo delgado pero se notaba que estaba ejercitado ya que la ropa que tenía se moldaba a este haciendo ver sus músculos bien formados, cabello castaño oscuro algunos mechones estaban en su rostro y otros al costado, se podía ver que tenía recogido el cabello en la parte de atrás de su cabeza en una pequeña cola de caballo, ojos dorados como el sol, su rosto tenia facciones bien masculinas y aquella poca barba que tenía lo hacía ver muy maduro -Te pregunte algo- su voz era hipnotizaste, no podía articular alguna palabra. Al ver que no hablaba se sentó en un sofá que estaba cerca de él -¿Eres mudo o te comieron la lengua los ratones?- una pequeña sonrisa se formó en su rostro.

-¡Claro que no soy mudo!- hable de golpe intentando que mi voz sonora segura, cosa que creo que no funcionó muy bien.

-Oh… y yo que pensaba que si lo eras- se volvió a reír -¿Y? ¿Me vas a decir que haces acá?- Podía notar que se estaba divirtiendo por su tono de voz.

-¿Tengo que decírtelo?-

-Puede que sí, puede que no… Todo depende-

-¿Depende de qué?-

-Depende de las ganas que tenga de escucharte- Alce una ceja.

-¿Y cuantas ganas tienes de hacerlo?- Ya me estaba cansado esta conversación que no llevaba a ningún lado.

-No sé, dime tu- Se levantó y camino hacia mí -¿Tengo ganas o no?- Otra sonrisa más en sus labios.

-No tengo ganas de seguir hablando de esto. ¿Dónde está el profesor de Mecánicas Electrónicas?- Su rostro se oscureció, su sonrisa desapareció de su rostros y sus ojos reflejaban molestia.

Se alejó de mí y se sentó en la silla frente al escritorio del profesor –Salió unos momentos a buscar unos documentos, debe de estar por llegar pronto- Su voz se oía fría, muy diferente al tono que estaba utilizando hace unos momentos atrás.

Un silencio se apodero de nosotros hasta que la puerta se abrió y por ella entraba un señor de más de 45 años, cabello negro con algunas partes blancas y de ojos negros, su cuerpo no era nada de admirar, tenía unos cuantos kilos demás y su pansa lo demostraba muy bien. Venía con total seriedad pero al verme una sonrisa muy grotesca se formó en su rostro – ¡Alan! No pensé verte por acá algún día ¿A qué se debe tu visita?-

-Vine a entregarle el proyecto que se nos encargó a nuestro grupo- Hable bruscamente sin importarme que se tratara de un profesor.

-¿Y por qué razón viniste tú sabiendo que David o Isaac podían hacerlo? Así ha sido siempre ¿No?- Camino a paso lento y sin despegar su mirada de mí llego a su escritorio y se sentó en su silla, luego saco unos papeles del sobre que tenía en mano y se los dio a aquel chico –Ten, estos son los papeles necesarios para hacer la transferencia, espero pronto tenerlo en mis clases Elliot Thompson-

-Gracias por su ayuda en todo este asusto- tomo los papeles y los miro unos segundos –Bueno, no quisiera interrumpir algo importante-

-Tranquilo no hay problema- Dijo levantándose de su asiento –Alan, no has respondido mi pregunta ¿Por qué viniste tú?-

-Ellos no podían hacerlo, solo eso- Fue una respuesta cortante.

-¿En serio? ¿No será que tenías otras intensiones?- Y ahí estaban sus estúpidos comentarios, odiaba cuando se comportaba así.

-No tengo otras razones por las cual venir acá- Me acerque al escritorio y deje el trabajo junto con los planos y el motor sobre este –Esto es todo, así que me retiro-

El profesor no dijo nada al igual que aquel chico que solo se quedó en silencio observando sus papeles sin tomarle importancia a lo que ocurría a su alrededor. Salí de aquella oficina, no soportaba estar más tiempo dentro de ella y tener que soportar sus palabras, camine por los pasillos sin rumbo fijo hasta que una mano me tomo por el brazo halándome y tirándome contra una pared

-Pero que mierd…- No pude hablar ¿¡Y cómo demonios podía hacerlo si tenía unos labios sobre los míos!?

-Me has interesado… espero vernos más seguido Alan- Susurro sobre mis labios, se alejó un poco y pude ver esos ojos dorados, me perdí unos segundos en ellos, sentía mi rostro arder y al parecer se notaba que estaba sonrojado ya que Elliot sonrío un poco para luego volver a unir nuestros labios una segunda vez, y así como los unió los separo –A partir de ahora eres mío- dijo aquello y se fue, dejándome sin saber que decir, mi mente estaba en blanco. Lleve mis dedos a mis labios, aun podía sentir los suyos sobre los míos ¿Qué rayos había pasado?

Notas finales:

Y... ¿Que les parecio? Se pudieron imaginar a los personajes? es que me costo describirlos xDU Y un gran amigo que fue el primero en leer el fanfic me dijo que le habia costado x3 
Bueno... esto es todo por hoy... espero que les gustara, si quieren dejarme algun consejo o escribirme por alguna razon estaria contenta de leerles. 

Actualizare mas o menos en una semana, quizas un poco mas ya que ahora la facultad me tiene corriendo para todos lados, pero en mis tiempos libres intentare escribir. 
Bye bye~ >w</


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