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Magic Dust por Uruhasa_13

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Notas del capitulo:

Muy buen martes, aquí les traigo algo entretenido, un pequeño One Shot sobre mi pareja yaoi favorita (y única) de Harry Potter, espero lo disfruten. 

Sin duda alguna, mirar a su pasado jamás había sido una de sus cosas favoritas en el mundo, pero en esas noches solitarias cuando solo era él y su chimenea era algo inevitable de hacer. Aquel hombre alto, delgado con cabello negro y grasiento acentuando esa  nariz ganchuda en su rostro siempre hacía lo mismo en esas circunstancias.
 
Severus Snape, maestro de pociones en Hogwats recorría sus aposentos de un lado a otro sin poder conciliar el sueño. Eran alrededor de la una de la mañana y no podía seguir ni un solo minuto más en cama pero tampoco podía simplemente salir a vagar por el castillo así como así.
 
Odiaba tener insomnio, le hacía falta uno de los ingredientes para preparar esa poción que lo hacía dormir y era algo tarde para ir a buscar a la enfermera, aunque muy en el fondo le tenía algo de miedo a esa mujer tan intimidante.
 
Solo estaban él y sus viejos libros. No tenía caso releer toda aquella lista de libros de pociones que ya se sabía de memoria así que solo  pasó la vista por su estante con las manos en la espalda como solía hacerlo con sus estudiantes inútiles (no los de Slytherin claramente) hasta que su mirada se fijó en algo en lo que no se había fijado en años. Un viejo álbum de fotos que había enterrado al final de su estante y que había preferido que se quedara ahí pero una vez que su mirada se hubo fijado en él, ya no pudo mirar a otra parte.
 
Tomó el libro entre sus manos, pasó la palma de su mano derecha para quitarle el polvo de encima y lo escudriñó con la mirada como pensando si debía o no abrirlo pero a juzgar por la hora que era y que no podía regresar a la cama, no le quedó otra alternativa.
 
Se acomodó en su silla junto a la ventana que daba a la espesa obscuridad de la noche y abrió el viejo álbum de fotos.
 
En primera instancia no comprendió la razón por la cual había escondido eso, eran solo un montón de papeles y cartas que había escrito hacía mucho tiempo. Y entonces al voltear la página vio una foto de aquella preciosa mujer que lo había cautivado desde que era un niño. Era una foto de Lily cuando tenía apenas unos doce o trece años, la fotografía le sonrió y saludó con la mano con aquellos enormes ojos cristalinos que lo habían cautivado.
 
Su rostro inmaculado ni se inmutó, Lily era una persona extremadamente especial para él y mirar su tierno rostro sonriéndole le dolía mucho así que simplemente pasó la página pero pronto deseo no haberlo hecho porque enseguida recordó la razón por la que había guardado ese álbum en donde no pudieran encontrarlo.
 
En la siguiente página había una foto que nadie más que él y la otra persona en ella habían visto. Era una fotografía en donde salía él mismo al lado de James Potter.
 
James tenía un brazo sobre los hombros de Severus con una sonrisa pícara, no debían de tener más de dieciocho años en aquel entonces cuando tomaron esa fotografía pero lo que removió el estómago de Severus no fue la fotografía sino el recuerdo de aquella misma pero no era todo, junto a la foto donde James sonreía y guiñaba el ojo mientras él solo miraba de soslayo a la cámara, había un pedazo de pergamino, como una especie de carta escrita en una pésima caligrafía que Severus reconoció enseguida como la letra de James.
 
 
 
Querido Severus:
No  te preocupes, no les diré nada a Lupin, Peter y Sirius. Nuestro secreto es solo nuestro y de nadie más, ya sabes que no me gusta compartir.
 
James Potter.
 
 
 
El mago frunció el ceño como siempre solía hacerlo, no había cosa que le causara más dolor de cabeza que recordar al dolor en el trasero de nombre James Potter. Pero no le molestaba él en si, sino que odiaba recordar las circunstancias en las que estaban envueltos y más aún esa fotografía, no podía olvidar el día en que había sido tomada y nunca podría hacerlo.
 
 
 
-_
 
 
 
 
Como siempre, los pasillos de la escuela estaban abarrotados de chicos y chicas de todas las casas buscando el camino indicado para sus clases, tratando de no pisar algún escalón que se desvaneciera o abrir una puerta que ya no podrían encontrar después. Y entre esta multitud se encontraba un Severus Snape de alrededor de dieciocho años caminando con los libros sobre su pecho encaminándose al gran salón para poder tomar el desayuno con sus compañeros.
 
Normalmente a esa hora de la mañana ya estaban todos sentados en sus respectivas mesas tomando el desayuno pero cuando Snape se sentó en la mesa de Slytherin y miró hacia el otro lado de la estancia pudo darse cuenta de algo. Justo al lado de Lily había un espacio vacío, esto en circunstancias cotidianas habría alegrado a Severus al penar que esa bola de ineptos no estaban molestando a la chica que a él le gustaba pero ese día tuvo un mal presentimiento y supo que la ausencia de aquel grupo solo quería decir que nada bueno podía pasar.
 
El desayuno transcurrió sin mayor problema pero aún después de que este hubiese terminado no se veía ni un solo indicio de dónde podían estar aquel grupo de chicos que se hacían llamar “los merodeadores”  y el que no aparecieran solo quería decir una sola cosa: estaban planeando hacer una broma.
 
Por lo general, las bromas de los merodeadores eran solo para molestar a los profesores y también en específico a Severus que siempre era el blanco de las bromas de Sirius Black siendo secundado por sus demás compañeros, pero peor aún que Sirius estaba James, ese era ni más ni menos que el que más odiaba pero la razón de su odio era muy simple, odiaba quererlo tanto.
 
Uno no debía confundirse, Severus estaba perdidamente enamorado de Lily, aquella chica con la que había compartido desde que tenía memoria pero que al conocer a James se distanció de él. Ese fue el principio del odio hacia James pero luego surgió lo inesperado.
 
James era un canalla y eso Severus lo tenía muy presente porque él sostenía un romance con otra persona además de Lily pero tampoco podía sentirse como un santo, porque esa persona era él mismo.
 
Sí, James Potter gustaba de tener aventuras esporádicas con Severus y esa era la razón principal por la que la mayoría de sus burlas recaían en él, según James, de este modo nadie sospecharía aunque claro que Sirius, Lupin y Peter lo hacían solo por el gusto de hacerlo.
 
Los pensamientos en la cabeza del pelinegro lo distraían más de lo que le habría gustado porque al entrar al aula de transformaciones una especie de líquido viscoso cayó sobre él empapándole el pelo y la túnica seguido de un grupo de estruendosas risas. Ahí estaba la respuesta de la pregunta sobre el paradero de los merodeadores.
 
-oh no-dijo Sirius fingiendo preocupación- te has llenado la túnica de saliva de troll
 
Y una vez más el estallido de risas volvió a llenar el aula. Severus solo se limitó a fulminarlos a todos con la mirada, ya ni siquiera le importaba el asqueroso líquido escurriéndole por todos lados.
 
-¡¿Qué pasa?!-dijo la voz de la profesora al llegar segundos después
 
Casi como una rutina, los autores de la broma se dirigieron campantes a la oficina del director que los recibió con un aburrido “¿Otra vez ustedes?” que era lo que ultimadamente les decía cada vez que entraban por esa puerta. Por su parte, Severus había sido enviado de nueva cuenta a los dormitorios de Slytherin para que se pudiera limpiar la saliva de troll que aquel grupo de infames le había echado encima.
Iba de camino a las mazmorras, pero a mitad de ese camino, una puerta apareció en una de las paredes, esa era la puerta a lo que llamaban “sala de menesteres” que solo aparecía para los estudiantes que necesitaran llegar. Miró a la puerta desconcertado pero cuando volvió a reparar  en que estaba todo cubierto con saliva de troll supo que tal vez aquella sala había aparecido a su conveniencia. Sin tomarle más importancia al asunto entro.
 
-pensé que nunca llegarías
 
Para desgracia de Severus, James estaba sentado en una silla al lado de lo que parecía ser una cama en donde descansaba un cambio de ropa limpia.
 
-me tomé la libertad de traerte una muda, no te molesta ¿verdad?-suspiró-ustedes los de Slyterin deben reforzar la seguridad en su sala común
 
Severus sintió que la cara comenzaba a arderle, no encontraba un buen motivo para no golpear a James en el rostro. Pero no podía olvidar el hecho de que seguía empapado con saliva de Troll así que sin decir nada tomó la ropa y fue detrás del biombo junto a la cama.
 
-lamento lo de hoy-decía James aún sentado
 
-¿lo lamentas?-rio irónico-si me dieran un galeón por cada vez que me dices eso creo que necesitaría más de una bóveda en Gringotts
 
-no seas así conmigo Severus, sabes que esto lo hago para que…
 
-para que no sospechen-completó
 
-¿ves? Por eso me gustas tanto, eres estúpidamente inteligente
 
James se puso de pie y camino hasta detrás del biombo en donde Severus seguía limpiándose. Lo abrazó por la espalda y le quito la ropa sucia de las manos para echarlas a un lado. El azabache se quedó pasmado sin moverse, podía sentir a James con cada poro de su delicada piel y era una sensación grandiosa.
 
-basta James
 
-¿quieres que me detenga? ¿de verdad?
 
-James…-cerró los ojos con fuerza y los abrió enseguida- piensa en Lily
 
Usar a Lily en esas circunstancias era la última opción de Severus, aquella bella muchacha era la tercera en discordia. Ambos estaban enamorados de ella sin dudarlo pero aún con eso, aquella conexión magnética entre los dos no desaparecía.
 
-ella está bien, no va a enterarse
 
Severus puso su mano en el pecho de James para poner algo de distancia entre los dos, sabía que si James se acercaba más, las cosas no terminarían bien y no tenía ninguna intención de saltarse las clases por estar teniendo una aventura con el delincuente número uno en todo el colegio.
 
-espera…-dijo Severus mirando a James a la cara-se supone que tú debías estar en el despacho del director
 
-hay muchas cosas que yo debería estar haciendo, como por ejemplo…
 
El castaño empujo a su compañero haciendo que la barrera que había se desvaneciera de nuevo pero nada de eso importo cuando los labios de James tocaron los suyos. Se estremeció de la cabeza a los pies sintiendo aquella corriente eléctrica recorrerlo entero, ese era el efecto que solo Potter podía provocar en él.
 
-basta-susurró Severus
 
-¿vas a ponerte quisquilloso ahora?
 
-no lo entiendes, esto está mal en muchos sentidos
 
Ahí estaba de nuevo, James odiaba que Severus se pusiera tan pensativo antes de hacerlo, así no lo disfrutaba tanto. La cabeza del muchacho era todo un enigma para el Slytherin que no terminaba de entender la razón por la cual el Griffindor insistía en mantener esa relación enfermiza que solo los destruiría tarde o temprano.
 
Siempre fue así desde el primer día en que conoció a James Potter, siempre con esos ojos acusativos y seductores detrás de esas gafas que le daban ese aire inocente pero a la vez pícaro y muy atractivo. Claro que todo influyó en lo que tenían juntos, desde Lilly, hasta la selección de casas cuando él fue separado de aquella niña que quería tanto al ser enviado a la casa de Slytherin mientras ella fue enviada a Griffindor con James y sus amigos.
 
Al poco tiempo comenzaban a verse en secreto, primero eran solo encuentros furtivos y miradas comprometedoras pero después las cosas se fueron complicando cuando Sirius comenzó a sospechar que algo andaba mal con James. Fue cuando el castaño comenzó a cortejar a la bella Lilly matando dos pájaros de un tiro, tendría una hermosa novia y alejaría las sospechas pero aun así James no podía explicar esas ausencias que casualmente concordaban con las ausencias de Snape.
 
Sirius no era tonto,  sabía que algo estaba pasando así que puso a su mejor amigo a prueba, de todas formas más problemas ya no podían tener. Armaron una broma pesada para el primero que pasara por la puerta del gran comedor solo que James no sabría que estaba planeado que Peter atrajera a Severus ahí mismo y al momento de la acción James estuvo tentado a detenerlo todo pero no lo hizo solo por librarse de las sospechas de Sirius que pronto volvió a confiar en su amigo pero a costillas de Severus.
 
-todos piensan que nuestro odio es por Lily-susurró Severus
 
-¿y?
 
-que ella ni siquiera tiene idea de lo que de verdad está pasando, mejor dejemos esto así James, odiémonos por ella
 
Pero sus palabras eran muy inestables, claro que no soportaba ver a Lily con James y claro que a él le gustaba mucha aquella muchacha porque estaba perdidamente enamorado de ella pero tampoco podía hacer nada ante el hecho de que sentía algo muy profundo por james.
 
-hemos hecho esto por bastante tiempo, una vez más no hará la diferencia
 
Severus seguía con el torso descubierto y empapado en saliva de troll que solo dios sabía de donde la habían sacado. Los ojos negros de Snape se clavaron en los de James que lo miraban desde detrás de las gafas con aquella sonrisilla burlona que adornaba sus labios.
 
-¿Severus?-dijo acercándose más al cuerpo del menor
 
Esta era una de las muchas debilidades de Severus Snape, no le gustaba que James se acercara de esa manera dejándolo vulnerable y a su merced. No sabía si era por ser tan joven o simplemente era así pero la razón de aquel sentimiento de atracción le seguía siendo desconocida.
 
-no debemos…
 
-claro que no debemos pero las cosas prohibidas son las más divertidas ¿no lo crees?
 
James tomó el rostro del menor y lo obligo a mirarlo directo a la cara hipnotizándolo con su mirada para que pudiera aprovechar y reclamar sus labios como suyos cosa que el pelinegro no detuvo, el sabor de James siempre era el mismo y el mejor.  
 
-¿ves? Tú también lo necesitas
 
Ya no había vuelta atrás, no se negaría y eso lo tenía bien claro porque aunque no lo quisiera su cuerpo estaba más que acostumbrado al Griffindor que siempre lo tocaba con  gran maestría siempre tocando en los lugares correctos y en los momentos perfectos que lo hacían suspirar y pedir por más.
 
Ahora Severus entendió la razón de la sala de menesteres, la cama y el biombo, la saliva de troll  y el cambio de ropa, todo había sido una infame trampa tendida por uno de los cerebros más maliciosos (y brillantes) de todo el colegio.
 
James abrazó a Severus más hacia él rodeándole la cintura desplazando sus manos hasta llegar a su trasero en donde dio un buen apretón.
 
-¡James!-gritó separándose de un solo empujón de su compañero
 
-¿qué?-dijo juguetón-así es más divertido
 
Una vez más, el pelinegro había caído rendido ante los encantos seductores de James Potter y de alguna manera aquel pervertido tenía toda la razón, estaba ansioso porque lo tocara y poder perderse una vez más en la piel de James.
 
Volvieron a besarse, James acariciaba con la punta de las uñas la espalda del menor haciéndolo estremecerse y así sin siquiera separarse fueron hasta la cama que les esperaba perfectamente acomodada aunque no duraría más así.
 
Severus se sentó en esta para luego ser empujado por el peso de James hacia atrás acostándolo en el colchón arrugando las sábanas perfectamente alisadas. Los besos de James se hacían cada vez más apasionados y profundos, se separó un momento para quitarse las gafas y dejar su rostro desnudo y perfecto ante los ojos del pelinegro.
-desnúdate-le ordenó este sentándose en la cama- anda, quiero verte
Aun en esas circunstancias James no podía abandonar esa arrogancia que lo caracterizaba y que tanto molestaba a Severus pero este mismo ya estaba excitado y solo quería terminar así que se puso de pie y termino de desnudarse desabrochando su pantalón todavía pegajoso junto con su ropa interior, intentaba no mirar a James a la cara, conocía bastante bien esa expresión de depredador que usaba cuando lo hacían juntos.
 
-eso es, ahora ven aquí- dijo James ensanchando su sonrisa-mi ropa no se irá sola
 
Y lo seguía haciendo, aun estando solos seguía siendo un patán de primera pero una vez más, el deseo y la calentura le pudieron más que el orgullo así que se acercó y se inclinó sobre el mayor para quitarle la capa de encima de los hombros, le aflojó la corbata y la quitó sobre su cabeza para tirar toda la ropa al suelo. Su camisa fue lo más sencillo, solo desabotonó lentamente disfrutando de la piel que iba mostrándose de apoco.
 
Ahora venía la mejor parte, se encuclillo entre las piernas de James y lentamente comenzó a desabrochar el pantalón para bajarlo solo un poco y dejar descubierta una erección recién formada.
 
-sabes que hacer-le susurró James
 
Si que lo sabía. Con el rostro ardiendo Severus tomó la erección de su compañero y comenzó a masajearla para después introducirla en su boca, movía la cabeza de atrás hacia adelante en un vaivén lento y tortuoso pero pronto James supo que si seguía así entonces se correría muy rápido, Severus hacía el mejor sexo oral en toda Europa y si no lo detenía entonces su diversión terminaría ahí mismo.
 
-ven aquí, vamos a hacerlo
 
El azabache se puso de pie y se sentó en las piernas del Griffindor y lo besó de nuevo mientras una de las manos de James sostenía a Severus de la espalda, con otra empezaba a masturbar su miembro junto con el del Slytherin. A este punto Severus empezaba a mover sus caderas pidiendo más y más.   
 
James se acostó en la cama con Severus sentado en su cadera recargándose en su pecho, se alzó un poco para que James pudiera introducirse y así Severus se fue sentando poco a poco. Gemidos roncos salían desde la garganta de James mientras su compañero terminaba de sentarse y así comenzar a mover su cadera.
 
Pronto, los dos se movían armoniosamente a un ritmo delicioso para ambos, entonces James aprovecho ese momento para voltear la situación, literalmente, pues se movió tomando a Severus por sorpresa y sin dejar de penetrarlo dejo  al pelinegro acostado en la cama y él ahora estaba arriba embistiendo más duro y más a gusto.
 
Severus no podía soportar tener que ver a James a los ojos mientras este le seguía dando placer de esa forma así que puso su brazo sobre su cara para que su rostro enrojecido y avergonzado no pudiera ser visto pero claro que James no se iba a quedar así nada más.
 
-quita el brazo de tu rostro-le dijo en un susurro ronco
 
El Slytherin se puso aún más rojo de lo que estaba y apretó los labios y también los ojos para poder quitar su brazo y descubrir su rostro.
 
-mírame Severus, mírame a los ojos
 
Y con toda la dificultad del mundo Severus abrió sus ojos poco a poco solo para encontrarse con la escena más sensual que había visto hasta ese momento.
 
Vio el rostro de James sonrojado y sudoroso con los ojos entrecerrados y la boca entreabierta que dejaba escapar de vez en cuando algunos gemidos o sus piros perdidos. Su pelo castaño estaba revuelto y tenía mechones pegados a la frente por el sudor. Nada en el mundo podía gustarle tanto a Severus como esa vista, los ojos cristalinos de James Potter mirándolo por sobre aquellas pestañas delgadas además de ver como de aquellos labios finos salían solo suspiros que él mismo estaba provocando.
 
El efecto de la preciosa cara de James tuvo el efecto esperado, Severus rodeo el cuello de su amante con sus brazos obligándolo a acercarse más a él en una especie de caluroso  y muy placentero abrazo.
 
-Más…-se atrevió a pedir Severus
 
Este era el momento favorito de James, cuando Severus por fin se entregaba sin nada más a él. Claro que le iba a dar más. Salió del cuerpo de su amante haciéndolo estremecerse pero solo duro unos instantes en los que Severus no perdió ni un solo momento para ponerse en cuatro sobre la cama para que James pudiera seguir haciendo lo suyo.
 
Pero en vez de sentir la virilidad de James, lo que sintió fue algo húmedo que paseaba por su entrada arriba y abajo.
 
-¡James!-jadeo Severus dándose cuenta de lo que pasaba- eso es desagradable
 
Pero pronto cambio de parecer pues la lengua de James abarcaba con gran maestría toda la entrada del pelinegro, para Severus era una sensación muy extraña, no le gustaba sentirse tan húmedo ahí adentro pero teniendo esa clase de relación con James Potter las cosas serían así siempre.
 
-¡James!
 
-pídemelo
 
-James…-volvió a decir suplicante
 
-quiero que me lo pidas, quiero escucharte decirlo
 
Severus apretó los dientes y también apretó los puños hasta que los nidillos se le pusieron blancos, cerró los ojos y pego la frente a las sábanas.
 
-¿y bien?
 
-¡mételo de una buena vez pedazo de idiota!
 
Y así fue, James comenzó a embestirlo de nuevo dando rápidas embestidas para paulatinamente ir pegando su pecho a la espalda de Severus y con una de sus manos buscar el miembro del menor y comenzar a estimularlo.
 
La mente de Severus se había desconectado por completo de su boca, ya no había un filtro que regulara lo que decía porque en ese momento todo lo que salía de su boca eran gritos y gemidos en los que solo se podía distinguir una sola palabra. “James”.
 
Para este último lo que provocaba que su amante gritara su nombre era más excitación y lo único que podía hacer era mover la cadera cada vez más rápido y si podía, más profundo. Más y más hasta que en la última estocada Severus propinó un alarido estruendoso antes de dejarse ir en la mano de James que no tardó mucho también en llegar al final adentro de su amante.
 
-te he dicho que no adentro… sabes que odio que termines adentro- carraspeo Severus desplomándose boca abajo
 
-no seas así-le respondió James con voz ronca para besar su cuello- no puedo evitarlo, tú me pones así
 
De un salto James se puso de pie y comenzó a vestirse mientras Severus lo observaba sentado en la cama, no sabía cuánto tiempo había pasado desde que James le había tendido aquella trampa en el pasillo de las mazmorras pero debía de ser un buen rato.
 
-¿Qué hora es?
 
-no lo sé-dijo James abrochándose el pantalón
 
Severus se puso de pie para comenzar a vestirse de nueva cuenta pero las piernas le flaquearon un poco así que tuvo que sostenerse de la cama para no caer.
 
-toma-James le dio un pañuelo
 
Fue cuando Severus se dio cuenta que el semen de James había comenzado a salir de su cuerpo escurriéndole por la entrepierna. El pelinegro se sonrojó y tomó el pañuelo sin decir nada ni mirar a James, no necesitaba más momentos vergonzosos por el momento.
 
-Lily no lo sabrá-habló de nueva cuenta James
 
-¿quieres dejar de mencionarla cuando acabamos de hacer estas cosas?
 
-lo lamento-rio-sé que la has tenido difícil últimamente
 
-no te preocupes-dijo con ironía- me encanta que me bañen con saliva de troll… y hablando de eso-volteo a verlo mientras el susodicho se ponía las gafas- ¿de dónde sacaron saliva de troll?
 
-eso es un secreto que no puedo decirte
 
Y seguido de esto, le dio un beso en los labios, uno largo  y delicioso que Severus no pudo parar de disfrutar hasta el último momento.
 
James esperó a que Severus se vistiera por completo, incluso le ayudó a anudarse de nueva cuenta la corbata aunque más que ayudar solo lograba empeorar el nudo a tal grado que el pelinegro terminó atando su propia corbata más la de James.
 
-ven aquí-dijo el Griffindor mientras su compañero se terminaba de acomodar la túnica
 
-¿una cámara?-contestó mirando el objeto en las manos de James
 
-quiero que nos tomemos una fotografía
 
-estas demente
 
-anda, una fotografía después de tener sexo salvaje-dijo esto haciendo el signo de la paz con las manos y sacando la lengua de lado
 
Severus solo se limitó a mirarlo con expresión de “eres un tonto” pero no se negó ni detuvo a James cuando este preparó la cámara en el viejo tripié de madera y lo arrastró al frente de la cámara, le pasó el brazo por los hombros y sacó su varita.
 
-sonríe Severus
 
Pero Severus no lo hizo a tiempo, cuando la tímida sonrisa se dibujó en sus labios James ya había disparado la foto con la varita mágica y tomado la imagen.
 
-salgamos de aquí antes de que alguien se dé cuenta de que no estamos
 
 
 
 
-_
 
 
 
 
Severus cerró de nueva cuenta aquel álbum de fotos y se froto las cienes, el recuerdo de esa fotografía era simplemente abrumador pero luego estaba la nota. No podía creer que aquel romance de escuela siguiera más allá de eso y aún después de desposar a Lily James seguía queriendo tener esa clase de aventuras con él.
 
No pudo evitar recordar cuando Sirius comenzó a sospechar de nueva cuenta sobre las aventuras que su mejor amigo estaba teniendo, solo que esta vez Severus tenía más que perder pero una vez más James supo qué hacer y qué decir dejando esa nota fuera de su dormitorio.
 
Pero las cosas no iban a durar mucho, todo el asunto del señor tenebroso lo complicó todo pero todo acabo abruptamente con la muerte de su amante y también de la bella Lily aunque no se había ido del todo.
 
 
 
 
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Al día siguiente el profesor Severus Snape estaba impecable como siempre, después de todo debía estarlo ese día siendo el día de inicio de curso escolar. La cena de bienvenida siempre le parecía un fastidio pero sin importar lo que hiciera no podía saltarse aquella formalidad por nada del mundo.
 
Se dirigió con paso firme al gran comedor en donde todo ya estaba preparado para recibir a los de primer año, ocupo su asiento y miro receloso al lugar que ocuparía el profesor Quirrell ese año en la codiciada (o al menos para él) asignatura de defensa contra las artes obscuras.
 
Pero nada pasó hasta que los estudiantes llegaron, el profesor Dumbledore dio su típico discurso de bienvenida, la selección de los de primer año y la siempre interminable comida que abarrotaba las mesas tanto de los estudiantes como la de los maestros. Severus pasó la vista por todo el salón comenzando con la mesa de Slytherin para terminar con la de Griffindor solo que sus ojos quedaron atorados en uno de los estudiantes.
 
Unos ojos como los de su amada Lily lo volvieron a cautivar pero al ver bien al chico dueño de aquella mirada, el pelo de todo el cuerpo se le crispo, era la viva imagen de James Potter sentado junto al grupo de holgazanes de apellido Weasley.
 
Aquella noche, aquel recuerdo de la muerte de Lily se le vino a la mente, aquel pequeño que no dejaba de llorar en su cuna. El niño que vivió, Harry Potter.
 
Pero ese niño no era solo los ojos de Lily, sino que todo él le recordaba a James Potter. Llevo su mano a la barbilla mientras lo observaba y al darse cuenta de que el muchacho también lo miraba  pudo notar de nueva cuenta aquel atisbo de arrogancia  y superioridad que solo su padre tenía.
 
Una corriente eléctrica le recorrió la columna al pensar de nuevo en él, solo hacía unas horas que había encontrado esa fotografía y ahora estaba ahí aquel muchacho de las entrañas del hombre que lo hizo sentir tan extraño, todo eso hizo que se sintiera de nuevo como aquel muchacho de escuela pero enseguida tuvo que mantener la compostura.
 
 
 
En cuanto los ojos del muchacho se encontraron con los de él lo supo. James Potter iba a pagar todas y cada una de sus fechorías. 
 
Notas finales:

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