Por ti
- Sólo un beso más… Quisiera besarte de nuevo…– Rogaba un médico alto y apuesto a un pequeño rubio.
- Leorio… ¿Acaso te crees que porque me robaste un beso anoche te permitiré besarme? – Sus ojos mostraron un brillo amenazador que puso nervioso a Leorio.
- Pero… Kurapika… Yo…- No sabía cómo explicarse.
- No. – Negó rotundamente el más pequeño, dándose la vuelta y adentrándose en la casa. Ahora, vivían juntos Killua, Gon, Leorio y él. Leorio se había convertido en un médico de renombre, y él había podido vengar a su pueblo.
- Kura….pika…- Sus ojos se cerraron, cansados, sentándose en el borde de las escaleras que conducían a la entrada de la casa. No sabía cómo explicar con palabras lo que sentía por el pequeño, y no entendía porqué. Tal vez era ese miedo de que lo golpeara… Aunque no era sólo eso. Era que el sentimiento que llevaba dentro de su cuerpo por Kurapika no estaba completamente claro. Quería estar a su lado, deseaba sentirlo cerca…
- Leorio…- Un morenito de ojos cafés se acercó a él por la espalda, sorprendiéndolo un poco.
- ¡Hola, Gon! – Saludó con desgano el médico, volteando su mirada para ver la ventana de su habitación, la cual compartía con Kurapika. Allí estaba él, observándolo. Cuando notó su mirada sobre la del rubio, volteó su vista de nuevo, nervioso. ¿Y ahora porqué se le ponía la cara roja?
- Leorio… ayer Kurapika me contó que lo besaste…- dijo el muchacho, exponiendo de esa forma sus razones por la cual estaba allí.
- ¿Vas a reñirme? ¿Me dirás que soy un pervertido? ¿Un pederasta? ¿Un pedófilo? – Preguntó, cansado de todos los argumentos que Kurapika le había soltado justo después de besarlo.
- No, Leorio. Dime… ¿Desde hace cuanto lo sientes?- Preguntó entonces Gon, sorprendiendo al otro moreno que lo observó extrañado.
- Sentir… ¿Qué? –
- Lo que sientes por Kurapika. Porque tú lo amas… ¿Verdad? –
- Lo… ¿Amo…?-
Sus ojos se cerraron, pensando claramente en ese rubio. En que su corazón latía fuertemente cada vez que lo veía enfadarse, sintiéndose miserable. En que sus mejillas se sonrojaban de una manera imperceptible cada vez que le hablaba… Si lo amaba, pues era un idiota por no haberse dado cuenta antes.
- Sí… Yo amo a Kurapika y no me había dado cuenta antes…- Se levantó, decidido. - ¿Desde cuándo? Desde siempre, Gon. Deberías apresurarte, creo que Killua te está llamando desde hace rato…- Así se escapó, entrando a la casa y dejando a Gon sonrojado. Debía hablar con Killua.
Leorio entró en su habitación con sigilo, viendo que no había nadie allí. Luego, aguzó el oído, escuchando unas gotas de agua caer. En su habitación había un baño, y seguramente Kurapika estaba tomando una ducha.
- Te amo…- Susurró al aire. Lo amaba. De verdad que sí… Amaba hasta cuando se enfadaba con él, cuando lo golpeaba, cuando lo llamaba “bruto”… De todas las formas posibles amaba a ese rubio. Por eso lo había besado anteriormente. Por eso…
Se sentó en la cama, recogiendo las piernas y apoyando su cabeza sobre sus rodillas. Imaginó el dulce rostro de Kurapika… En el dulce tacto de ese beso robado… Misteriosamente, Kurapika no lo había apartado, aunque luego de que intentó profundizar un poco el beso decidió apartarlo. Lo empujó y luego le plantó una bofetada. Suspiró.
El rubio salió de la ducha en ese momento, colocando una toalla sobre su cuerpo. Salió del baño, para encontrarse con Leorio, profundamente dormido sobre su cama. Tenía una expresión tranquila y abrazaba fuertemente una almohada.
- Leorio… - Suspiró. La verdad era que no le parecía justo todo lo que en su corazón estaba pasando por culpa de ese idiota. Le acarició el cabello, luego el rostro, y al final, se detuvo en sus labios. Pasó un dedo por éstos, delineándolos.
- ¿Porqué, Leorio? – Preguntó. - ¿Porqué esperaste… tanto? – Luego, se inclinó, y besó los labios del mayor con suavidad. El doctor dio un respingo, correspondiendo el beso, y tomando el cuello de Kurapika, para hacerlo tumbarse sobre la cama, y sobre él.
- Porque… me daba miedo que no sintieses lo mismo… - Admitió.
El rubio se ruborizó escandalosamente, gritando - ¿¡PERO TÚ NO ESTABAS DORMIDO?! –
- No… sólo soñaba despierto con los ojos cerrados… - Rió un poco, acariciando con su mano derecho el perlado rostro de Kurapika. – La verdad… era que pensaba en ti… en lo hermoso de tu rostro… en lo delgado de tu cuerpo… en lo tierno que te ves cuando te enfadas… - Tomó aire, para decir por fin lo que tanto había costado asimilar. – Pensaba en que te amo, Kurapika –
- Le… Leorio…- Cerró los ojos, abrazándose a su pecho. – Yo… yo también… -
El moreno lo abrazó contra sí, subiendo su rostro y rodando en la cama para que ambos quedasen apoyados en ella.
- Disculpa el beso de ayer… pero… no pude soportar este sentimiento que me había estado carcomiendo desde hacía tanto… Kurapika… ¿Puedo besarte…?-
- Si te atreves… Si eres capaz…- Cerró sus ojos, acercando sus labios a los del doctor.
- Claro que lo soy….- Dijo, presumido, para dedicarse a besar esos dulces labios que tanto lo atraían.
/ Mientras, en otra habitación…/
- Qué lindos! Ya imaginaba que terminarían así…- Admitió Gon, viendo por una pequeña rendija en la pared.
- ¿Y qué hay de nosotros… Gon? ¿Acaso lo que me dijiste minutos antes no es de importancia? – Preguntó haciendo su primera aparición Killua, mirando fijamente al morenito que sonreía, y se ruborizaba.
- Claro que tiene… Me gustas muchísimo Killua… - Luego, se acercó un poco a él y sepultó su rostro en el pecho del albino.
- Y tú a mí, Gon…- Lo tomó de la barbilla, subió su rostro, y lo besó.