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Detrás de los vestidores. por kenni love

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Notas del fanfic:

Este fic lo hice hace ya un tiempo y se me habia olvidado publicarlo aqui.

Notas del capitulo:

Espero les guste.

Todo sucedió después de la práctica.

Había sido como cualquier otro día. Después de clases, ya estábamos listos para comenzar con las actividades de voleibol. Calentamos  y el entrenador Ukai nos puso ejercicios para mejorar nuestra técnica. Al terminar lo que nos pusieron, jugamos varios partidos hasta que se terminó la hora. Incluso, nos quedamos un poco más tarde de lo habitual.  Todos estábamos muy emocionados puesto que los preliminares de primavera estaban a la vuelta de la esquina. Fue por eso que decidí quedarme aún mas tarde para practicar mi saque. Ya no fallaba tanto al sacar, pero aun así tenía que mejorarlo para hacerlo perfecto.

En ese momento, solo estaba concentrado pensando en practicar y ansioso de que todos se fueran, fue por eso que no me di cuenta que Tsukki aún no salía de los vestidores. Ni Kageyama tampoco.

–“Me pregunto si aún seguirán aquí.”– Fue lo que pensé en cuanto hube terminado de practicar. Y los vi. Abrí la puerta con sigilo y fue lo primero que mis ojos captaron.

Kageyama se encontraba tirado en el piso, con el trasero levantado; siendo penetrado por Tsukki. No supe cuánto tiempo estuve viendo. Pero fue como si mi cuerpo se hubiera paralizado. Llego un punto en donde no puse soportar ver como Tsukki tocaba a Kageyama. Como acariciaba su cuerpo y como masajeaba su miembro mientras lamia cuello y mordí su oreja. Como sus caderas embestían duro contra el trasero de Kageyama, para luego bajar el ritmo y hacer gemir de placer y desesperación al otro. Mientras estuve viendo, Kageyama eyaculó varias veces. No supe cuántas, pero cada vez que lo hacia gemía el nombre de Tsukki.

Haber visto eso fue un trauma para mí. Jamás pensé que Tsukki hubiera mirado a Kageyama de esa forma. Y mucho menos por cómo se trataban. A simple vista podías decir que se detestaban uno con el otro, que no se soportaban. Pero ver  como lo tocaba con gentileza, como si Kageyama pudiera romperse en cualquier momento, fue destrozante. Una profunda tristeza me aplasto y un vacío llenó mi cuerpo. No fue hasta ese momento que me di cuenta por que admiraba tanto a Tsukki. No. No lo admiraba….

 

 

 

 

 

Kageyama podía sentir como las caderas de Tsukishima embestían contra él. Su miembro duro y erecto se abría paso por su pequeña entrada, hacia unos minutos virgen. En esos momentos ya no pensaba el por qué no detenía los brazos que lo habían aprisionado por detrás y esas manos que comenzaron a acariciar su cuerpo con descaro y lasciva. Ahora lo que deseaba era jamás separarse de ese cuerpo que le brindaba ese placer nunca antes sentido.

Tsukishima le levanto una pierna, dejándolo en diagonal. Haciendo las embestidas más profundas. Apenas y podía mirarlo a los ojos. Los vidrios de los lentes de Tsukishima sacaban destellos de la débil luz que estaba encima de ellos. No podía ver su expresión. Sin saber por qué, kageyama se impulsó y giro su cuerpo, quedando de frente para poder quitarle esos lentes que tanto lo molestaban. Tsukishima no evito el gesto y Kageyama por fin pudo ver su mirada. La lujuria que destellaban de esos ojos era impresionante. Momentos más adelante, Kageyama se arrepentiría de haber hecho tales acto, pero en esos instantes no pensaba más que en su propio placer. El placer que era provocado por las caricias de ese chico que tanto detestaba. Nunca se había fijado en eso, pero las manos de Tsukishima eran realmente grandes y poderosas. Firmes y duras, pero a la vez suaves cuando acariciaban su miembro, haciendo que se corriera en sus manos una y otra vez….

Kageyama despertó desorientado. Todo su cuerpo le dolía y sus fuerzas eran nulas. Poco a poco comenzó a recordar los sucesos que habían pasado, cayendo en la cuenta que aún estaba en la escuela y que tenía que llegar a su casa, porque si no preocuparía a sus padres. En el momento en que se sentó, un dolor agudo atacó su espalda baja y podía sentir una extraña viscosidad  saliendo de su trasero. Enojado consigo mismo, supo inmediatamente que era. No podía creer lo débil que había sido, dejarse llevar y más por ese chico.

–“Tsk.”– Pensó con enojo. –“Me las va a paga.r”–kageyama se levantó y encontró su uniforme acomodado encima de los casilleros. Encima de él había un pedazo de papel doblado a la mitad. Lo tomó y abrió con cuidado.

“Anoche estuvo sorprendentemente dócil, su alteza. Espero y también se comporte así en la cancha”

–“¡Desgraciado¡ ¡Me las pagaras, Tsukishima!”– Pero, en su fuero interno, Kageyama estaba feliz. 

Notas finales:

¡Gracias por haber leido!


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