“La peor parte es que antes de que llegue algo mejor nos dirigimos hacia un acantilado.”
Todo era confuso, así que la única información que tenía por ahora era que se encontraba en un hospital, la situación no sería tan extraña si no fuera por el detalle de que se observaba a sí mismo en una camilla mientras su cuerpo estaba conectado a diversas máquinas que le mantenían estable y que registraban sus signos vitales. Había transcurrido una semana en ese estado, al menos eso era lo que podía concluir después de escuchar a las personas que frecuentaban la habitación.
El primer día de esa semana había experimentado el pánico al “despertar” y no reconocer nada, ni siquiera recordar quien era y no ayudaba para nada que las personas que entraban al lugar no notaran su presencia aunque él gritara. En el transcurso del resto de la semana poco a poco la calma se imponía, dándole por momentos un respiro de la desagradable sensación que provocaba el pánico, al mismo tiempo sus recuerdos volvían, aunque no eran muchos, al menos había recordado su nombre y un poco de quién era, justo en ese instante había sufrido otro ataque de pánico al reconocerse yaciendo en la única camilla de la habitación. Era sumamente desesperante tratar de asimilar lo que ocurría, sin más se decidió por dejar de buscar lógica a lo que sucedía y comenzar a aceptar los hechos tal cual transcurrían, tal vez así las cosas se aclararían.
Y así había transcurrido una semana más, durante la cual más recuerdos volvieron, reconociendo así a las personas que frecuentaban visitarlo, su hermana, su madre, incluso su padre. Además se había enterado que tras un accidente y después de ser sido atendido en el hospital había terminado en coma, eso era lo que las personas a su alrededor sabían, ya que después de que lo instalaran en esa habitación su espíritu, alma fantasma o lo que sea que fuese ahora había aparecido allí. También durante ese tiempo se había dedicado explorar todo el hospital incluso comenzaba a familiarizarse un poco con las jornadas y su modo de funcionamiento. Sin embargo no parecía haber nadie más como él… mucho menos alguien que pudiera verlo.
En la tarde del último día de su segunda semana allí, al mirar por la ventana de la habitación hacía la ciudad, se había percatado de que esos días habían sido lluviosos y un poco fríos. Las gotas de lluvia golpeaban levemente la ventana y mientras las veía deslizarse por el cristal su impulso por salir del hospital se hacía más fuerte… Al cabo de un par de minutos se dirigió a la salida… Cierto, la lluvia solía dejar desiertas las calles.
Con los ánimos por el suelo y sin ganas de volver al hospital y contemplarse en ese estado continúo su camino pese a no tener un rumbo fijo. Sus pasos terminaron por llevarle a un parque que parecía ser aún menos transitado en estos momentos. Sin poder contenerse más desató su frustración resultante de todo en una serie de maldiciones en voz alta dirigidas a todos los dioses existentes.
“Dime que si vendrás”
Eso se leía en la pantalla de su celular y la respuesta a ello era un gran y tentativo “No iré”, sin embargo sabía las consecuencias de su respuesta: enojo seguido de acosos por parte de su amiga de toda la vida. A veces Stela era muy irritante.
Pero no podían culparle por querer dar esa respuesta, después de todo ¿A quien se le ocurría hacer una reunión de amigos en un día lluvioso? ah, sí, a los suyos… Pensándolo bien, sus amigos a veces resultaban ser muy irritantes. Sobre todo cuando ellos insistían en involucrarse en la convivencia social a través de fiestas ¿Que les costaba dejarle tranquilo en ese aspecto? A ellos los había conocido por casualidad y la mayor parte del tiempo le agradaba estar con ellos, sólo por eso aceptaba las salidas que ellos proponían en especial si no involucraban a tantas personas. ¿Entonces por qué decir “no” esta vez? Para empezar estaba lloviendo y era uno de esos días en que simplemente todo provocaba pereza… ¿Qué?... si, tal vez todos los días solía pecar mucho de ello pero este día en específico así era.
Suspiro antes de mandar su respuesta, al menos tenía el resto del día para sí antes de que comenzaran los reclamos. Y con ese pensamiento presente se dedicó a pasar su tiempo jugando algunos videojuegos o ponerse al corriente con alguna serie vista algunos días atrás, todo en la calidez de su departamento. Decir que ese día era perfecto al parecer era adelantarse y retar a la vida, pues, eventualmente su estómago reclamó atención y alimentos, no hubiera sido problema de no ser porque en ese justo momento la cocina carecía de algo comestible, lo que había querido evitar terminó por ser la única opción: tenía que salir.
Con resignación se dirigió a comprar algo para calmar su necesidad de comer, la lluvia no hacía más que hacerle enojar y maldecir mentalmente a su suerte. Mientras recorría el trayecto de regreso a casa trataba de calmar su mal humor y no arruinar así el resto del día, sin embargo algo inesperado se cruzó en su camino cuando pasaba por el parque que acortaba el trayecto. Un chico, castaño, alto y vestido de negro maldecía a los cuatro vientos sin parar, su primer impulso fue continuar con su camino, sin embargo algo le decía que debía quedarse. Tras unos segundos de pelea interna y dar un par de vueltas sobre su propio eje se dispuso a acercarse al chico desconocido que se veía sumamente molesto.
▬ Disculpa… amm.. ¿Necesitas ayuda? -Pregunto con cierta timidez… tal vez temor por lo que pudiera ocurrir,
▬ ¿Qué? ¿Puedes verme? -De pronto todo el enojo se había esfumado, justo cuando el chico de cabello negro había hablado y esas palabras eran resultado de su sorpresa.
Ambos se quedaron durante unos segundos mirándose mientras procesaban lo que acababa de ocurrir. El castaño trataba de contener la alegría eufórica que le provocaba el alivio de saber que por fin alguien podía notar su presencia, tal vez este chico podría ayudarle a comprender qué es lo que sucedía. Por su parte, el moreno cayó en cuenta de que había cometido un error al haber hablado, tal vez aún estaba a tiempo de huir.
▬ ¿Como es que tú puedes… verme? -Eso probablemente no era muy buen inicio y aunado a que se había acercado con rapidez al otro chico ayudaba aún menos definitivamente no había sido buen inicio.- Es que parece que nadie nota que estoy aquí, no pueden verme u oírme… -Agregó con la esperanza de arreglar las cosas, pero eso no sonaba aún peor.
▬Ahh… eso… -Las palabras del castaño habían interrumpido su intento de huir, simplemente no podía dejarlo así aunque precisamente esa era la conversación que quería evitar.
Desde que podía recordar, el moreno, podía ver cosas que el resto de las personas ignoraban, a esta “habilidad” solían conocerla bajo las palabras ver la luz. Esta peculiar capacidad consiste en poder ver a las personas fallecidas, incluso hablar con estas. Algunas personas consideraban eso como un “don” otras lo consideran una “maldición” y el moreno se encontraba en esta última posición, simplemente quería evitar ese tema lo más que podía.
▬ Bueno… tú -Retomó la palabra pensando en cómo comunicarle al otro chico lo que sucedía. Sin embargo no encontraba una manera de decirlo gentilmente… Stella era mejor para estas cosas. Mordió su labio inferior con algo de nerviosismo antes de soltar la noticia- Puedo verte y los demás no porque tú estás muerto.