Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No es como un cuento de hadas... por minima

[Reviews - 21]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo: bueno, aquí ya 10 de mayo va a ser dia de las madres, felicidades a las que son mamás o papá/mamá o son figuras maternas, :D
2.- Un encuentro peculiar

Mientras que muchas creaturas mágicas habían tomado la decisión de apartarse completamente de los humanos, había otras como Valka que habían decidido visitarlos de vez en cuando, algunos con simple curiosidad y otros con más atrevimiento los visitaban para jugarles travesuras o burlarse de ellos, de ahí el origen de varias historias de espanto y fantasía en el folclor humano, pero también había otras más crueles que detestaban a los humanos y cuando los tenían enfrente o si llegaban a tener la oportunidad preferían atormentarlos o matarlos.

Esos eran los llamados monstruos de las historias de los hombres, los villanos de las historias de héroes, los cuales se les tenía que matar o escapar de ellos de manera astuta para poder sobrevivir.

Aunque claro, siempre están los que salen mal parados en este tipo de situación, los que por odio de algunos terminan siendo odiados o pueden ser buenos candidatos para ser llamados monstruos a pesar de que eran inocentes de cualquier pecado.

Puede ser una idea algo infantil, si un humano tubo una mala experiencia con un duendecillo, llegara a la conclusión de que cualquier duendecillo tiene una naturaleza malvada, y ese mal pensar lo contagiara a sus congéneres hasta que conocedores de esa travesura creerán que toparse con un duendecillo solo traerá problemas.

Con esta clase de pensamientos los humanos llegaban al punto de excusar su comportamiento agresivo o mal intencionado a las creaturas mágicas con las que se toparan ya que ellas eran los “malos”, los “monstruos”, seres crueles y los humanos solo evitaban un mal mayor al enfrentarse a este antes de que propagaran su veneno en sus vidas.

En este punto ¿los humanos tenían el verdadero derecho de llamarse los buenos? ¿los monstruos son solo aquellos seres con colmillos y garras?

De las creaturas más temidas, tanto para humanos como para creaturas mágicas, eran las que no temían y no se molestaban en esconder, aquellas creaturas suficientemente fuertes como amedrentar a un ejército con una sola mirada.

Gigantes monstruosos, gárgolas con corazas impenetrables, hidras, nagas, minotauros, creaturas hostiles y temibles que dominaban sus territorios alejando a los intrusos indeseables con mínimo esfuerzo, ah, y también no hay que olvidar a los dragones.

Quizás una de las creaturas más temidas e incomprendidas en todo el mundo, ciertamente había razones para temerles, eran peligrosos en cualquier tamaño o forma que tuvieran, pero eso no quería decir que eran seres sin inteligencia con mero instinto, eran seres consientes e inteligentes, portadores de una magia antiquísima y poderosa, con nobleza admirable tras un aspecto feroz que pocos se habían atrevido a tan siquiera a conocer.

Los humanos les temían, enfrentar la ira de un dragón siempre era sinónimo de muerte, con escamas gruesas cual armaduras, garras afiladas cuan hojas de cuchillas, dientes fuertes y afilados más que cualquier bestia, y un aliento de muerte, solo un guerrero en verdad valiente y fuerte, además de quizás también un poco loco y tonto, se atrevería a enfrentarse a uno deliberadamente.

Supuestamente no había más grandioso héroe del que había sido capaz de escapar de la cólera de un dragón, y aún más aun lograr matar a uno.

…picas leyendas corrían en los pueblos del hombre de esa índole, de los héroes más grandiosos asesinos de dragones que habían aterrizado a poblados y reinos enteros se había convertido en reyes o héroes invencibles, se habían hecho de los tesoros que los dragones habían custodiado o robado, se habían bañado en sus sangres y se apoderaban de ciertas cualidades de invencibilidad de aquellas míticas bestias.

Con tan mala fama incluso varias creaturas mágicas les temían, era mejor darles su espacio y no tentar la suerte tratando de hacerlos enojar o molestar.

No era de extrañarse que fueran creaturas algo solitarias, al menos no apreciaban tanto la compañía de otras especies e incluso a veces de la suya propia.

Todos esos años de caballeros cazándolos sin razón, creaturas mirándolos con desconfianza, otras tratando de robar sus tesoros o hacerse de su magia, era preferible mantener las distancias, a pesar de que no había una razón para temerles u odiarlos a todos ellos.

Ciertamente había algunos a los cuales había de temer y andarse con cuidado con ellos, pero no todos tenían una naturaleza desde su nacimiento inclinada a la maldad.

Adentrémonos en la historia de uno en particular.

No era el dragón más grande pero tampoco el más pequeño, no era el más antiguo pero tampoco el más joven, ni sus escamas eran las más coloridas, todo lo contrario, eran de un profundo color negro como la noche.

Sus alas eran fuertes y su fuego potente, era un viajero sin lugar fijo para llamar hogar, había vivido sus propias batallas y ganado la sabiduría de la experiencia; enfrento a un par o más de caballeros que intentaron hacerse famosos al tratar de matar a uno como él solo para terminar derrotados, chamuscados e incluso con un miembro roto o casi faltante e irse regresando como pudieran de donde vinieron cargando su vergonzosa derrota.

No tenía el interés de acumular tesoros como en algunas leyendas decían que los suyos estaban obsesionados, tampoco de atemorizar a los poblados de los seres humanos, a pesar que ninguno de ellos era de su agrado, pero lo que si compartía con mucho de los suyos era su amor por volar y su libertad, los dragones eran creaturas indomables.

Podía volar kilómetros y kilómetros sin descansar, sintiendo la sensación del viento chocar contra su cuerpo, era una sensación plena y tan necesaria como respirar; no había limites, arriba y abajo cambiaba con un giro en cualquier segundo, el firmamento era interminable y las posibilidades también.

Pero claro, siempre llegaba el momento de posar los pies en la tierra para poder descansar.

Prefería lugares solitarios, libre de humanos, pero no podía tener lo que quisiera siempre, es por eso que después de un largo viaje un día tuvo que aterrizar en una pequeña isla en los mares del norte que para su suerte en una parte tenía un poblado humano, por lo que aterrizo en el extremo opuesto del lugar lo más alejado posible de la población humana.

Fue esa decisión que no le agrado en un principio que le cambiaría la vida para bien o para mal.

Normalmente no despertaba con los primeros rayos del sol una vez que había hecho un viaje tan largo, menos si había encontrado un buen escondite como una cueva en la que ninguna creatura pudiera encontrarlo a simple vista, solo si se asomara descaradamente por la entrada, y si ocurriera, si este intruso fuera peligroso o inofensivo, el fácilmente podría espantarlo con gruñidos o con su fuego, tenía derecho a presumir que sabía defenderse muy bien solo.

Aun así despertó temprano ese día, no por algún intruso asomándose a su cueva, no un pequeño roedor o inofensivo insecto como una mariposa, ni un caballero o cazador tonto tratando de probar su valía, fue un sonido, un sonido extraño, que bien en la bruma de su despertar pudo confundir entre la combinación del arrulló de un rio y el cantar de aves juguetonas, pero entre más lúcido estaba se daba cuenta que no era ninguna de esas dos cosas.

Para empezar no había ningún rio cerca de donde él se encontraba, y ningún ave que hubiera conocido en sus innumerables viajes sonaba como aquella cosa.

No era un ruido constante, sino que sonaba como en oleadas, ¿Qué era?

No era un ser demasiado curioso, las experiencias en su vida le habían enseñado que no todas las veces en que investigabas algo podían terminar con buenos resultados, pero ese sonido le atraía hasta el punto de querer saber el origen de este.

Salió de la cueva encontrándose con el aspecto de aquel bosque bajo la luz de un nuevo día, a pesar de que los dragones tienen buena vista en las horas nocturnas, es bajo la luz del día en que podía apreciar el lugar con todo su esplendor.

Podría ser como un bosque más, como cualquier otro que hubiera visitado, pero se dio cuenta en el aroma del aire y en la sensación sobre sus escamas que había algo diferente en aquel bosque, no podía definir qué.

Cuando se dio cuenta el sonido que le había despertado se detuvo.

Ya que se encontraba despierto decidió que era bueno buscar un poco de alimento antes de continuar con su viaje, si no le fallaba la memoria había unos riscos cerca que daban hacia el mar, el pescado siempre era lo mejor, podía comer otro tipo de carnes como los animales que llegaran a habitar en ese bosque pero prefería el pescado sobre todo.

No volaría, no correría el riesgo de que algún humano lo viera y decidiera tentar su suerte o su valía tratando de enfrentarle, no es que no se pudiera deshacer fácilmente de cualquiera que lo enfrentara, pero prefería evitar las molestias, por lo que recorrió el bosque a pie.

Miro a sus alrededores fijándose en los detalles que podrían distinguir a ese lugar de cualquier otro, y que es lo que le hacía sentir que era diferente.

Había un aroma a hierba fresca y a flores recién florecidas, pero normalmente en esas regiones no florecían en esta época del año las flores; el aire a veces tenía cierta sensación parecida como a la que se sentía antes de una tormenta de rayos y truenos; de los animales que se encontraban estos huían al percatarse de su presencia, pero había momentos en que se detenían y lo observaban, seguramente jamás habían visto un dragón como él en su bosque, pero lo miraban con curiosidad y cierto brillo de inteligencia ajeno para la mayoría de los animales.

En su camino también paso por un claro donde había un hacha incrustada en el suelo, enredaderas y flores se aferraban a ella como si la misma tierra la estuviera reclamando y tratara de engullirla, el pensamiento le pareció un poco extraño, pero más extraño fueron los sentimientos que llego a provocarle la simple observación de aquel lugar en específico en su ser.

Nostalgia, pero no sabría de qué o de quien; un deje de tristeza, como el eco de una memoria triste que no podía recordar; aunque esos sentimientos eran algo deprimentes también había atisbos de algo más brillante y alegre, como los reflejos de la luz del sol sobre el mar. Ver el hacha ahí, era una escena tanto enigmática como bella.

Entonces lo supo, algo había muerto en ese lugar, no algo humano o animal, sino algo parecido a él.

Quizás por eso ese bosque era diferente.

Todo lugar que ve morir o nacer a una creatura mágica poderosa queda impregnado con algo de su esencia, las cosas comunes cambian, e incluso los animales denotan cierta inteligencia superior a la del promedio en ellos y las plantas demuestran más vida.

Con este hecho en mente decidió continuar con su caminata hacia los riscos, pero no le dio mayor importancia que la búsqueda de su desayuno, estas cosas pasaban, todo ser que respire muere, y que no también, la suerte para los seres que contienen magia en sus venas es la misma.

No importa los años, siglos o milenios que puedes llegar a vivir, todo tiene un fin.

Al estar ya cerca de los riscos pudo sentir como se mesclaba la fragancia de los bosques junto a la briza marina, ya podía saborear los peces en su paladar.

Se paró sobre al acantilado pudiendo visualizar una playa de rocas y arenas y ahí la cuna de la fuente de su alimento, el inmenso mar azul, fue cuestión de un solo salto, extender sus alas y planear hasta las heladas aguas que a la mayoría congelaría al sumergirse hasta el punto de agarrotar su cuerpo sin poderlo mover, pero para él, un fuerte dragón con una gruesa capa de escamas y con un fuego palpitando dentro de él en su corazón, sumergirse en esas aguas era un simple chapuzón más.

Para un cazador nato como él capturar a los escurridizos peces fue tarea sencilla, en los mares del norte había una rica variedad de pescados de gran tamaño, salmones, bacalao, arenques y demás eran atrapados por él y devorados en un par de bocados.

Nadar para él era una tarea sencilla, a pesar de su gran cuerpo se movía con gracia y velocidad bajo las aguas así como lo hacía al volar, podía aguantar la respiración por largos periodos de tiempo y recorrer grandes distancias impulsándose con la potente fuerza de sus extremidades así como sus alas y cola, que debido a sus formas podían funcionar similarmente a las aletas de un pez.

Estuvo buen rato alimentándose y de vez en cuando salía a la superficie para respirar.

Y ahí fue cuando lo escucho de nuevo, ese sonido que le había despertado esa mañana.

Miro a su alrededor en el mar y luego dirigió su mirada hacia las rocas de la playa, entre las sombras grises y negras algo de color sobre salió, pequeñas figuras en tonos verdes anaranjados y hasta rojizos, saltaban de roca en roca y hasta escalaban por la pared del riscos que llevaba hasta el bosque, incluso los vio saltar y planear con unas pequeñas alas cuando llegaban a lo más alto para volar de aquí para allá.

Eran dragones, no como él, pero dragones a fin de cuentas, conocía esa especie, eran una de las razas más pequeñas de los suyos, eran curiosos por naturaleza así como traviesos, era común verlos en grupo.

No creía que ellos fueran capaces de hacer aquel ruido que hubiera escuchado, eran capaces solo de gruñidos y pequeños rugidos, no de ese sonido tan, no sabía describirlo, ¿cantarín? ¿armónico?

El sonido nuevamente se detuvo, ¿Qué era lo que lo causaba?

Iba a sumergirse de nuevo en el agua pero su vista viajo antes de esto a la orilla superior de los riscos, había algo ahí.

Otra figura, pero no de algún animal del bosque como los que vio en la mañana, tampoco de dragones, un humano, un cachorro humano.

¿Estaría solo? No, normalmente los de ese tamaño no se alejarían tanto de su poblado, menos solos, estaban prácticamente al otro lado de la isla, probablemente uno de sus padres lo estuviera enseñando a cazar o recolectar alimentos, incluso tal vez lo llevaron ahí para enseñarle a pescar, después de todo ya se había dado cuenta personalmente que en esa parte había gran cantidad de peces.

Era mala idea en esos momentos, los dragones que se encontraban en la base de los riscos en esos momentos no eran muy peligrosos individualmente, pero en grandes cantidades podían causar graves problemas, su fuego no era el más potente pero tenían una increíble puntería así como la fuerza con que la lanzaban era como si lanzaran rocas a gran velocidad, si sentían que estaban invadiendo su territorio o percibían una amenaza no dudarían en atacar, era sabido que no eran los más inteligentes de los dragones pero hasta ellos sabrían que tendrían ventaja contra un humano y más si este solo era un cachorro.

Fue cosa de cuestión de segundos, el humano se asomó demasiado por la orilla inclinándose para ver que había en el fondo de risco, momento en que uno de esos dragones alzó la vista y lo vio, el dragón pareció emitir un sonido que alerto a los de su alrededor y de repente no era el único con la cabeza inclinada mirando hacia arriba, mirando al humano.

Oh, esto no auguraba nada bueno.

Una cosa era que los humanos no eran de su agrado y otra era dejar que un cachorro indefenso fuera atacado con claras posibilidades de salir gravemente lesionado.

Tenía que salir del mar y espantar a esas pequeñas sabandijas antes de que… oh, ya lo estaban haciendo.

Volaron en una casi perfecta sincronización directo a donde el cachorro humano estaba, no podría salir a tiempo del agua, era sencillo despegar desde suelo firme y volar, pero en el agua era diferente, debía adquirir más impulso y aplicar mucha más fuerza para que sus alas lo levantaran en vuelo.

La pequeña banda de dragones llegaron a donde el cachorro humano y lo rodearon.

Esperaba escuchar los gritos del cachorro humano, en su lugar por tercera vez ese día escucho aquel sonido que lo despertó.

No era ningún alarido, ni un chillido, tampoco llanto, distaba mucho de todos esos sonidos que alguna vez escucho de la voz de un humano en alguna situación de peligro o dolor.

¿Qué era lo que estaban haciendo esas pequeñas sabandijas al cachorro humano entonces?

Agito sus alas con todas sus fuerzas para salir del agua, no tenía idea si ese sonido tenía un significado bueno o malo, o si el cachorro humano estuviera seguro con toda una banda de esos dragones tras su persona; como ya había mencionado, no le agradaban los humanos, pero no podía dejar a un cachorro indefenso ser atacado de esa manera.

Un par de aletazos más y ya se encontraba en la parte superior de los riscos, la escena que encontró le impreciono.

¡¿Se lo estaban tratando de comer?!

Veía como el pequeño cuerpo del cachorro humano era cubierto casi por completo por lo pequeño dragones, apenas podía distinguir una melena castaña y una piel blancuzca así como partes de las prendas de tela que llamaban ropa los humanos, todo lo demás eran los pequeños cuerpos de dragón que no paraban de moverse moviendo todas sus extremidades.

Solo los había visto así de emocionados cuando había comida de por medio o por peleas de territorio, así que a pesar de que el cachorro no emitiera gritos o llorando que estuviera cubierto prácticamente de pies a cabeza de esas creaturas altamente peligrosas no podía ser algo bueno, además, ¿sonidos de gruñidos y lametazos provenientes de los dragones?

Aterrizo y dio un rugido llamando la atención de esas pequeñas sabandijas, y por lo tanto, también la del cachorro humano.

Algunos salieron volando espantados y sorprendidos por la presencia de un depredador de mayor tamaño, otros se quedaron aun sobre y alrededor del pequeño humano mirando al recién llegado con asombro y cierto grado de hostilidad, eran dragones después de todo, tercos y fieros aun cuando el posible enemigo fuera más grande y fuerte.

Ahora podía ver mejor al cachorro humano, era pequeño y delgado, obviamente el aspecto de una creatura frágil, tenía cabellos castaños con destellos rojizos en su cabeza, que en esos momentos por lo revueltos que estaban bien podían asimilar un nido de pájaros, lo que era su piel estaba cubierta por pequeñas manchitas sobre ella, que en algún momento más adelante aprendería que se llamaban pecas y lunares, sus prendas tenían un color verdusco y café, curiosamente no contaba con las típicas prendas de los humanos que cubrían los pies, se encontraba descalzo, cosa curiosa porque en esa parte del mundo por esa clase de clima inclinada a lo frio siempre procuraban cubrir esa parte así como mantenerse abrigados cuando el clima lo requería, lo cual era la mayoría del tiempo.

En general presentaba un aspecto ileso, no contaba con rasguños, moretones o mordidas de cualquier tipo, aparte de algo de saliva de dragón en las mejillas y ropa, los pequeños terrores no habían causado algún daño aparente en el cachorro.

Eso lo desconcertó, pero esa no sería la única sorpresa que se llevaría ese día.

Los pequeños terror que se habían quedado empezaron a gruñirle con fuerza, listos para escupirle fuego o incluso saltarle encima, sus ojos saltones y amarillos se le quedaban mirando fijamente, esperando cualquier indicio de ataque.

…l les gruño también en respuesta, no se dejaría amedrentar por esas pequeñas sabandijas.

Había otro par de ojos que le miraban a él así como la escena que estaban representando los dragones, ojos llenos de asombro pero no de miedo.

¿Las pequeñas bestias querían pelea? pues se las daría, se paró en sus cuatro extremidades y les dedico una mirada feroz, ya estaba viendo a una de ellos preparándose para saltar, por reflejo extendió sus alas para demostrar lo imponente e intimidante que podía ser, pero el dragoncillo no tuvo oportunidad de llegar hacia él ni un centímetro de cerca por que un par de manos humanas le detuvieran.

El cachorro humano decidió intervenir en ese momento, cometiendo uno de los actos más estúpidos en opinión del de escamas negras, era un acto prácticamente suicida molestar a un dragón molesto, peor aun cuando este parecía estar a punto de atacar, pero este cachorro se atrevió a agarrarlo así sin más, si había salido ileso antes ahora no creía que se libraría al menos de una buena mordida.

Pero no hubo ningún derramamiento de sangre, ni una gota, solo un ligero ronroneo proveniente del pequeño y temible dragón.

La causa del sonido eran los dedos del cachorro recorriendo con delicadeza el mentón y la garganta del dragón, sino estuviera siendo testigo de aquel hecho en ese preciso momento jamás se lo hubiera creído, y de hecho a pesar de verlo en persona aun le costaba terminándoselo de creer.

Miro de nuevo al cachorro humano como si jamás hubiera visto uno en su vida, y en realidad jamás había visto a alguien como este, pero todavía aun no sabía a ciencia cierta cuales eran las razones por las que era tan diferente, apenas era testigo de una de sus tantas rarezas.

Sus ojos se toparon con los suyos, mientras que las manos del cachorro seguían calmando y mimando al pequeño dragón su mirada siempre se mantuvo fija en los del de escamas negras, y vio un verde tan limpio y puro, tan brillante y tan único, un par de jemas únicas que escondían todo un universo dentro de ellas, sus ojos eran hermosos, ¿era posible que un humano tuviera esa mirada?

Entonces dijo algo que jamás espero escuchar en boca de un humano, menos un cachorro humano.

-Tus alas son enormes… y hermosas-

Ahí debió haber empezado a sospechar que lo que se había encontrado no era un humano normal, sino algo más especial.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).