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Curiosidad por -Raiden-

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Notas del fanfic:

Se desarrolla en el mundo de OP cuando eran más peques y asi. XD

Kid en la actualidad de esta historia tiene 12 y Killer tiene 16, para que se imagen como son nuestros protagonistas todos hermosos.

Aniko~san espero que te guste el primer cap jejeje y aun le sigo llamando KIKI XD 

Oh si, la historia viaja entre el presente y el pasado vale. 

 

Notas del capitulo:

 

"Esa impotencia dentro de su pecho que va más alla del dolor fisico..."

 

 

Ese día hacía mucho calor, demasiado para su gusto.

 

Vivir en una isla del South Blue siempre significaba sol sofocante durante todo el día, asfixiante aire caliente llenar cada rincón de la isla y por las noches apenas refrescarse con la brisa marina que llegaba con cada nuevo oleaje, porque el calor acumulado mantenía esa elevada temperatura casi todo el tiempo.

 

Abrió sus ojos azules debajo de su flequillo rubio cuando escucho las olas golpear contra las rocas.

 

Estaban en un casa abandona muy cerca de la playa en un acantilado del lado sur de la isla.

 

 Apenas eran las 7:00 am y ya estaba sudando como nunca…

 

-Mierda… - susurro para intentar levantarse.

 

Pero un peso extra sobre su cuerpo se lo impidió… Sonrió ligeramente.

 

Su cabello rubio ahora por debajo de sus hombros, y su flequillo tapando su misteriosa mirada azulada era algo que siempre le había gustado, a pesar del maldito calor, le gustaba el cabello largo, pero solo era un complejo suyo.

 

-Kid… Despierta. - ese era el peso extra sobre su cuerpo.

 

Un chico pelirrojo estaba sobre su pecho acurrucado como un tierno gatito gruñendo por lo bajo enterrando más rostro en su torso sin abrir sus ojos.

 

Ambos estaban desnudos en esa desgastada cama que había visto días mejores pero con sabanas limpias, y sus ropas decorando el suelo como si hubiera pasado un tornado dejando un caos a su paso.

 

Miro a su alrededor sin moverse mucho para ver el cuarto más detenidamente.

 

La ropa no era nada en comparación con lo que estaba clavado en las paredes de madera enmohecida y desgasta que conformaba el cuarto donde habían pasado la noche.

 

Cucharas, tenedores, algunos cuchillos, ollas, sartenes, espadas y lo que parecía ser… ¿restos de metralla? Todo lo que fuera de metal estaba enterrado como si una bomba hubiera estallado y esparcido todo aquello como una mancha de fina pintura.

 

Volvió a sonreír para llevar una mano a su rostro.

 

Ya recordaba lo que había pasado la noche anterior…

 

-Killer… - el chico pelirrojo sobre su pecho susurro su nombre para seguir durmiendo profundamente como siempre.

 

 

Era la primera mañana que tal vez lo dejaría dormir hasta tarde…

 

 

 

~+~

 

Cuando era más pequeño, Killer conoció a Kid…

 

 

Un niño de apenas seis años de edad, corría por las callejuelas de los bajos barrios con el cabello rojo bien revuelto y las ropas más andrajosas que podían pasar más por trapos viejos que por ropa.

 

Estaba aterrado huyendo de un enorme hombre que le seguía muy de cerca…

 

-Está muerta… Por tu culpa. - el hombre alcanzo a pescarlo por el cuello de la playera sin mangas que traía.

 

-¡¡Suéltame!! - el pequeño niño trataba de soltarse pateando, gruñendo  e incluso tratando de morder el pálido brazo de ese hombre.

 

-¡¡Cállate maldita rata!! - le sacudió con fuerza para terminar de acorralarlo contra una de las paredes de ese callejón que se asomaba al final de la estrecha calle. - Si no fuera por ti… Ahora estaría conmigo… - empezó a susurrar cuando le estrello contra la pared sucia.

 

El pequeño pelirrojo soltó un grito cuando su pequeño hombro descubierto golpeo con fuerza la rasposa superficie del ladrillado muro. Su blanca piel tan clara como la espuma de mar que se arremolinaba en las hermosas costas de esa isla, se abrió con facilidad por las afiladas rebabas de la piedra naranjada, era una de las tantas marcas que se convertiría en una cicatriz en su blanco lienzo.

 

Las gotas de sangre cayeron sobre el sucio suelo junto con el pequeño que solo se cubría con sus brazos esperando los golpes que pronto recibiría.

 

 

Hace seis años…

 

Un hombre de clara piel, fuerte y recio secuestro a una bella damisela de cabello rojo como el fuego…

 

No sabían si era amor lo que había entre ellos, o solo la falta de compañía en ese ancho mar antes de llegar a la isla donde pagarían por su rescate, pero ahora… Ambos habían huido a esa apartada isla casi perdida en el South Blue para intentar vivir y dar a un hijo inesperado…

 

Todo en ese mundo se paga… y el precio nunca se dice…

 

El hermoso bebe nació, pero reclamo la vida de la bella mujer…

 

Lamentarse por esa pérdida era la nueva forma de vivir de aquel hombre recio.

 

 

-Maldita rata… No sirves para nada. - el alcohol subía más esos niveles de odio que tenía por su propio hijo. - Espera… Puede que solo sirvas para algo. - empezó a desabrocharse el cinturón para seguir con la cremallera de su pantalón.

 

La maldad tiene muchas formas… y curiosamente sale de la forma más perturbadora.

 

Con el cinturón en una mano dándole la golpiza de su vida, dejando marcas muy rojizas en sus claros brazos y parte de su rostro, y la otra sosteniendo su polla aun flácida para masturbarla intentando ponerse a tono.

 

Si no se le caigan los pantalones fue por mera suerte.

 

Golpearlo ya era normal, mandarlo a mendigar era normal, e intentar hacerle tragar su polla era algo nuevo…

 

Ver a su propio padre a punto de hacerle eso… Era como mirarse en un espejo macabro del que no podía apartar la vista… Entonces se dio cuenta de que ya no sabía cuál era la imagen real… y cual el reflejo…

 

-Si… solo servirás para esto. – ese asqueroso hombre ya le tomaba fuertemente de su rojizo cabello para levantarlo a la altura y dejar su angelical rostro inocente frente a su enorme polla erecta. – Venga maldita rata… abre la puta boca.

 

Pero el pequeño niño apretó más los labios, y cerró los ojos aguantando el dolor de los golpes previos que le dado sumando la enorme mano que tiraba de su cabello.

 

Nunca conoció a su madre… Y lo poco que conocía de ese hombre, que decía ser su padre, no era nada agradable…

 

Traumar a su propio hijo de la forma más hija de puta posible… no tenia precio…

 

El tirón en su cabeza le hizo gruñir pero no abría la boca.

 

-Te enseñare maldita ra… - una fruta podrida le dio en la cara interrumpiendo la pesadilla que le haría pasar al crio que ya se hacía bolita en el suelo.

 

Los pedazos negruzcos de la fruta con el agrio sabor de la putrefacción, resbalaban por todo su furioso rostro, manchando su ropa y dejando al niño pelirrojo por fin…

 

Limpio con rapidez toda esa asquerosidad para acomodarse la ropa, buscar con la mirada al pobre idiota que tuvo la poca inteligencia de molestarle en medio de ese castigo que le daría a su hijo… pero no había nadie.

 

El callejón seguía tan vacio como cuando llegaron, con solo la basura rodeándoles, sin ventanas abiertas que dieran una pista del estúpido bromista y los tejados tan altos que guardaban bien las mierdas y escorias de la ciudad.

 

-¡¿Dónde estás?! - grito iracundo aquel asqueroso hombre buscando por todos lados con la mirada aun turbia por el alcohol.

 

Mataría al pobre bastardo de la peor manera… quizás desollándolo para continuar con…

 

Otra fruta podrida le dio en el pecho y ahora si vio de donde vino: Del tejado sobre su cabeza.

 

 

 

Todo por un momento quedo en silencio…

 

El pequeño pelirrojo solo escucho un “Ahora”  para abrazarse más fuerte sus propias piernas enterrando su rostro entre sus rodillas, junto con todas las blasfemias que gritaba su padre frustrado por mantener el equilibrio.

 

No sabía que estaba pasando… y francamente no quería saberlo.

 

Rogaba porque todo terminara, que sus amargas lágrimas no salieran de sus ojos, que todo el miedo que sentía desapareciera como un mal sueño donde te despiertas agitado por lo real que parecía ser…

 

 

Seguía en el mismo lugar cuando una mano le tomo por el brazo…

 

Grito de dolor por ese agarre en las marcas ahora ya violáceas de su pequeño brazo cuando ya estaba corriendo torpemente lejos de ahí.

 

-Sigue corriendo. – una voz agitada un tanto infantil, le decía para seguir jalándolo y corriera más rápido.

 

Por fin abrió sus ojos, mostrando el color ámbar pálido de sus iris por las lágrimas que ya no retenía más.

 

No eran lágrimas de tristeza… eran lágrimas de coraje… de odio puro…

 

Habían abandonado ese callejón de pesadilla, dejando al horrible monstruo atrapado entre la suciedad y la podredumbre, escapando de todo el mal que le atormentaba desde que nació.

 

-Suéltame… - susurro el pequeño pelirrojo al chico que le tomaba del brazo. No lo miraba pero veía sus pies descalzos sucios. - ¡¡Que me sueltes joder!! – ahora ya apartaba la mano que lo lastimaba.

 

Se detuvo en seco en medio de las callejuelas para limpiar los rastros salinos que marcaban sus mejillas tenuemente sonrojadas por la palidez de su piel. No quería seguir llorando como un niño tonto que no sabe hacer nada más que eso, pero le dolían los golpes que le habían dado…

 

-Oye… - volvió a sentir esa mano sobre su brazo pero ahora de una forma más suave.

 

No quería mirar a quien ahora le debía un favor…

 

Estar solo siempre era algo a lo que estaba acostumbrado… algo que no le gustaba pero que sabía que era mejor que estar mal acompañado…

 

Un niño solo y sin amor… pero no era el único.

 

-En este mundo sobran quejicas niño…Venga, no podemos quedarnos aquí. - una vez más la voz que lo había sacado de ese infierno le hablaba serio, tomándole del brazo para que lo mirara de una buena vez.

 

Si el dolor le no saco de sus malas pasadas al crio pelirrojo, que le dijera quejica si lo hizo.

 

Por alguna razón que desconocía de su genética… odiaba que se metieran con el… Era como un raro detonante cortesía de su padre.

 

Levanto la vista molesto, aun con algunas lagrimas rodando por sus pómulos pero decidió a no dejarse llamar así por alguien que no conocía su pasado.

 

Lo primero que vio fue el dorado cabello cubriendo la mitad de su rostro, lleno de tierra y algunas marcas de moretones en lo que podía ver en su cara.

 

El chico con la piel morena por el sol era más alto que él y sus ropas estaban aun más desgastados que las suyas, pero la falta de calzado con algunas ampollas en sus pies dejaba ver que la calle era su hogar.

 

-¡Que te den! No pienso ir a ningún sitio. Tú no sabes nada… - a pesar de ser un crio, sabía más formas de insultar que una puta del barrio más bajo.

 

Al menos eso aprendió de su padre…

 

No quería regresar con su creador… pero tampoco irse con alguien que podía ser peor que el.

 

La desconfianza siempre fue su mejor aliada para evitarse algo más grave que un par de hostias, bueno hasta ahora.

 

-¿Qué no yo no sé nada? – el crio rubio que era más alto que el, más fuerte tan solo por edad y seguramente más recio que el pelirrojo, le encaro dejando un mínimo espacio entre ellos. – Mis padres fueron asesinados cuando tenía tres años.  Me mandaron al orfanato donde nos vendían como ganado en ese puñetero lugar y ahora que salvo a un crio, es solo un llorica que no sabe nada del mundo que hay en las calles… Si… Yo no sé nada. – termino con ironía para cruzarse de brazos.

 

Vale… eso no lo esperaba el pelirrojo.

 

Todos tenemos un lado oscuro… A veces es obvio y a veces no.

 

Y cuando piensas que toda la mierda que esta sobre ti te ahogara hasta la muerte, habrá alguien más que este peor que tú…

 

-Tks. - el menor nunca había vivido en la calle, su padre siempre le obligaba a pedir limosna pero nunca le dejaba solo como tal.

 

Mientras más miserable se viera el crio, más dinero le daban y no quería que ni sola moneda fuera a parar a sus pequeñas y asquerosas manitas, pensaba que le robaría como la rata que decía que era.

 

-Vale… Si quieres quédate y que te coja ese desgraciado, pero no me vengas llorando pidiendo ayuda de nuevo. – ese crio rubio había vivido mucho para su corta edad pero no lo pidió y aun así no se quejaba ni lloraba.

 

Ya se alejaba del niño pelirrojo cuando sintió una mano sobre su ropa sucia.

 

-Que no soy un llorica. – era el crio quien ya le seguía insistiéndole que no era una maldita nenaza.

 

El niño pelirrojo estuvo tentado a no seguirle, a mandarlo a la mierda con todo y su puñetera ayuda, pero su instinto le decía lo contrario…

 

Algo le decía que tenía seguirle.

 

-¿Cómo te llamas enano? – al menos quería saber su nombre para no seguir llamándole llorica.

 

Quería llevar la fiesta en paz con ese nuevo crio que ahora viviría en las calles con todos los demás niños.

 

-Eustass Kid… - dijo el niño pelirrojo para soltarle algo avergonzado porque nadie más le había preguntado su nombre.

 

El chico rubio sonrió para empezar a caminar…

 

El pequeño pelirrojo tenía un nombre muy curioso.

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Cualquier cosa estoy para servirles.


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