Caminaba con pasos lentos, las manos en los bolsillos de una falda jeans corta, cada paso resonaba gracias a los tacos de las botas de diseño que calza, sonidos agudos hacen eco en una vacía calle. Flexionó la cabeza para atrás y sus cabellos castaños cayeron hipnóticamente por su espalda descubierta y contempló la noche cruel de tintes fuertes, el azul oscuro que se escurría en el negro, y los nubarrones que aspiraban a una gris coloración. Suspiró con desesperanza y con tal exhalación su resistencia se derrumbó, unas gruesas gotas resbalaron en sus mejillas sonrosadas, un irritable rojo poseyó su mirada entreabierta, cuatro palabras no contadas habían bastado para transformarla en un ser desolado, en quien observaba casi inalterable el reflejo de un tragedia… “No de esa forma”…
Había retomado una velocidad normal en sus pasos, y al fin podía distinguir a los ajenos que pasaban por sobre ella; ninguno dignaba a mirarle siquiera, ninguno notaba ese remolino en que se ahogaba más de uno, ninguno podía contemplarla y ver la lucha interna debatida y a punto de finalizar, sus lágrimas mecánicamente seguían destilándose y con ellas algo se iba, pero a nadie importaba en ese momento aquella extraviada figura.
“No de esa forma”… apretó el paso, llevándose a algunos peatones en el camino como desquite, aún se indagaba las razones del inesperado. Pensaba en el inicio de la formula para reunir las cenizas de un pasado que deseó un futuro alimentado en una ilusión marchita recogida ahora en el abismo de un recuerdo nublado…
“No de esa forma”… ¿Esta forma sería la correcta? –se preguntó entonces y ahora estaba segura, lejos del tumulto y abrazada entre las cubiertas de su cama, remontándose a la imagen enmarcada de un sonriente rostro, unos lentes fucsias que escondían unos ojos oscuros de largas pestañas dobladas, dibujada renuentemente en una sombra sin término, se esforzó en completar la silueta y rescatarla del abismo al que la había arrojado o más bien el que escogió aquella joven por no amarla.
Durmió con esa imagen, con la recreación de sus actos de hace horas. El calor del sol asomó muy temprano y la sombra de un corto y desgarrado techo de plástico se contrajo, abrió los ojos y viró a un costado, nunca olvidaría esa sonrisa regalada, el movimiento de sus labios, los parpadeos peinando el cristal de unos lentes, sus cabellos medianos de tinte intensos, las palabras y su voz delicada tan femenina. La había querido desde ese primer instante y había pretendido apropiarse de ella ilusoriamente… suspiró… quizás lo había logrado… sonrió
Hace horas había corrido extasiada por los recuerdos y las esperanzas, había esperado que una invitación de la nada se convirtiera en esa indirecta que ansiaba. Se recordó ahí, quieta aguardando el timbre del elevador que indicará el piso correcto, la voz electrónica a través de su celular aún resonaba en sus oídos, nítida y maravillosa, sólo producto de aquel sentimiento que picaba en su ser, se vio de nuevo, tocó la puerta y no tardó en ser recibida al interior, sonrió de manera sincera, saludó y habló más de lo debido asegurándose que los lazos con su princesa se hacían más estrechos con el tiempo y que era la hora de confesarlos recíprocamente para que sus vidas pudieran alcanzar la cúspide llamada felicidad.
Acompasó su irregular respiración luego de ser reprochada cariñosamente por la otra, o más bien de ser ignorado y calumniada de bromista. Nada, en ese solitario departamento nada iba a ocurrir. Se levantó bruscamente y la buscó, al fruto de sus sueños y ahora fruto de sus desesperos, reclamó por aquella muestra ambicionada, por el sabor de esos labios chocolate, por el brillo de esos ojos dirigidos a ella exclusivamente; y sólo entonces comprendió luego de ser descubierta por sus impulsos, las malditas reacciones de quien jugó emocionalmente con ella, de quien la cautivó con el encanto de una voz suave, de unos ojos y cabellos oscuros… “No de esa forma”…-dijo la contraria y ella golpeó en seco para luegomirar con pena, más propia que ajena, más tristeza que compasión; consumó su ira y le respondió a la afrenta de cuatro palabras “quiero que me veas y sientas aunque sea un poco lo que siento…por ti” … sonrió con descaro y acercó sus labios a los contrarios carmines y lustrosos.
Ahora acostada completamente en su cama intentaba cerrar su mano entorno al objeto para esconderlo, destellante y embarrado del líquido rojizo de su amada ingrata. Afuera el ruido del caos y el aturdimiento continuaba los recuerdos de cuan atractiva aquella figura lucía con el carmín apoderándose de su piel clara, salpicándole el rostro y el vientre cubierto de un plomo vestido, procuró entonces retenerla así, en esa imagen… en pesadillas y sueños así, con los ojos cansados, con la respiración nula y esos desbordantes labios de rojo… “De esa forma” la amaría…