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Poder y Deseo por DADELOS

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Notas del fanfic:

Confieso que da pereza dar los créditos, obviamente nada es mío salvo la trama y uno que otro personaje original por ahí.

 

Algunos datos pueden ser relacionados con la realidad, pero no profundizaré mucho sobre detalles culturales o socio-políticos de oriente, solo a conveniencia.

 

Poca referencia de la trama original de KNB como para advertir de spoiler. En este fic Kagami nunca fue a Japón. Notarán que otros detalles son alterados por igual.

 

Posibles actualizaciones semanales. Quizás antes o después, poned en alerta y resuelto; recibiréis el aviso de actualización.

 

 

 

 

Aclaración de lectura:

-Letra entre comillas: pensamiento de los personajes.

-En este capítulo y en todos los demás Kagami habla solo inglés, hasta que alguien le enseñe el idioma local.

 

 

 

Capítulo Uno

Prelude

 

 

 1

-¿Ha dejado mi hijo su mal humor mañanero?

 

El oficial hizo una ligera inclinación de cabeza, apenas mirando pocas y fugaz veces a la altura de los hombros de su señor y niega.

 

-No se le veía muy feliz al llegar de su paseo, Malik.

 

El hombre puso los ojos en blanco al descubrir el familiar agitar del pañuelo que velaba de la vista de todos el rostro de su monarca. No dejaba de parecerles peculiar descubrir que el hombre podía reír, no cuando hacía cagar gatitos a los jeques de la región y desayunaba hombres cada anochecer, casi literalmente.

 

Al parecer la noche anterior fue más un banquete para él, apenas vio salir algunos jóvenes hombres en la mañana sin sus mujeres.

 

-Sin embargo puede que su humor mejore más temprano esta vez, con el regalo que fue dejado en sus aposentos.

 

 

2

La bestia está frente a Kagami, observándole detenidamente, notando la tensión entre ambos. Apenas minutos atrás el pelirrojo había sido arrojado en el tálamo principal, unas dependencias más allá de su objetivo. Sin explicaciones ni directrices, como a su llegada, apenas dándole tiempo a librarse del polvo del camino y allí estaba en medio de una ricamente amueblaba estancia.

 

Miró de vuelta cada centímetro de hombre “armado” frente a él, sintiendo la presión que ejercía la mirada sobre su persona y no necesitaba alzar la vista para averiguar que estaba siendo violado su espacio personal por algo no físico. No sabía si sentirse halagado de acaparar la atención del otro o abochornado por el escrutinio.

 

Cada uno se centró en analizar al otro durante esos largos y extensos minutos llenos de ensordecedor silencio, aunque el pelirrojo no podía ver mucho bajo tanta ropa; aquel sujeto debía ser el señor de aquellas tierras, si no le engañaba el fino gusto en ropa y la presencia que se cargaba, y parecía que al lugar que había ido a parar tenían la extraña costumbre de velar sus rostros como las mujeres, a diferencia de otros sitios.

 

Entonces uno de ellos rompe en movimientos libres y confiados; el moreno alza una de sus manos para acariciar las cortas hebras pelirrojas, llevando hacia atrás y descubriendo la clara frente tan lechosa como el resto de la piel expuesta, haciéndole entrecerrar los ojos por la dureza en el gesto. Las manos siguen descendiendo hasta los bordes superiores del sarong del pelirrojo, la única prenda que se le permitió vestir al ser lanzado al tálamo tras ser desprendido de su propia bolsa con sus pertenencias.

 

En silencio, como era propio en su persona, el moreno empieza a desnudarle sin prisas, como si estuviese admirando algo más que la mercancía pero con el mismo detenimiento y cuidado, hasta que le deja totalmente desnudo. El pelirrojo frena el impulso de cubrir sus partes íntimas y observa furiosamente ruborizado bajo el flequillo como el moreno le acecha mientras se despoja a sí mismo de sus finas y elegantes ropas, quedando apenas con las piezas más ligeras; una camisa blanco pulcro muy fina y casi transparente y una ropa interior extraña… ¡oh, diablos! ¿En verdad eran…? Eso no era encaje, pero se veía demasiado fresco y dejaba poco a la imaginación... Había aprendido en todo ese tiempo que las vestimentas de ciertos orientales eran más que simples trozos de tela envueltos por aquí y por allá, sin necesidad de profundizar en el arte de la costura; turbante, túnica, sarongs, hiyab, abaya… aquellas ricas telas eran como el cofre de un tesoro que guardaban celosamente los cuerpos más sensuales. Kagami no era muy seguidor de alguna opinión tan trivial, pero hasta allí sus pensamientos empezaban a trabajar con algo más… mundano, después de todo tenía ante sí la prueba viviente de cuan pecaminoso era mirar bajo esas capas de tela. Tuvo cuidado de no mirar más arriba del pecho sin embargo, de todas formas su atención estaba sobre la boa entre las piernas del otro que aun se alzaba orgullosa bajo la tela.

 

Desvió la mirada a cualquier sitio. ¿Por qué apenas era consciente del calor sofocante allí?

 

La vista ante él era sin duda mejor que la de aquellos viejos verdes que toquetearon su culo por tanto tiempo. Contrario a lo esperado dejó escapar un suspiro y se relajó, creyendo que era mejor ser tomado por el moreno y ser usado como esclavo o mercancía que ser la puta de esos viejos verdes. Su mirada de soslayo volvía siempre al mismo punto así que intentó distraerse recorriendo de manera morbosa el cuerpo frente a él.

 

El cuerpo magro y tonificado se aceraba hasta él sin denotar menor confianza que la de un rey en su propia casa, era pura fibra y lleno en los lugares correctos; un culo duro, firme y macizo, espalda ancha y facciones angulosas. Las líneas duras en su rostro se anteponían a las líneas de risa en las comisuras de sus labios, resaltando en su ceño unas notables arrugas.

 

Sintió que algo se le estaba escapando al mirar el rostro contrario, mas fue disipado el pensamiento ante la señal de peligro. Era bien sabido que se penaba incluso con la muerte ver a los ojos de un noble en aquellas tierras si no se tenía el permiso previo, así ellos se desnudasen ante sí.

 

Y quizás fue torpe haber sido tan impulsivo como para confiarse de poder seguir su ejemplo y extender su mano para tocar la contraria, eso fue tomado en acción defensiva, ya que fue apresado contra la superficie plana más cercana.

 

Un jadeo escapa de sus labios antes de terminar de cara a la pared; el primer impulso fue luchar por liberarse, lo que provocó que su captor le presionase aún más contra la superficie dura y su cuerpo protestase por la forma brusca y dolorosa al ser aplastado con tamaña fuerza. Entones es girado en un movimiento fluido y del mismo modo separadas sus piernas, la rodilla contraria presionando dolorosamente contra sus partes y sin darle tiempo a respirar su boca es asaltada al minuto en un beso brusco y fogoso.

 

Rodea con sus brazos la nuca contraria, fijando sus dedos en el nacimiento de las hebras negroazuladas, mientras intenta mantener la estabilidad en el beso, pero la diferencia es muy notable. Su boca está siendo devorada como si fuese el primer bocado tras meses de hambruna, la lengua invasora se abre paso en su boca hostigando la propia y siente como empuja contra las paredes de su cavidad, provocando un cortocircuito que hace estremecer todo su cuerpo y exprime de él toda energía dejándole cual gelatina.

 

Se siente demasiado intenso, morboso y pecaminoso para ser solo besos.

 

Sus piernas flaquean y por un momento agradece tener el apoyo del cuerpo contrario al estar de pie, increíblemente logra completar el pensamiento antes de que la falta de oxígeno le haga delirar y gemir, su cabeza dando vueltas y vueltas, puntos brillantes tras sus párpados, el cuerpo caliente y explosiones dolorosas presionando en su cabeza.

 

Al fin, luego de lo que parecieron eones, sus labios se separan y ambos respiran agitados; el pelirrojo con los párpados fuertemente cerrados y el pecho en un sube y baja arrítmico. Vuelven a besarse nada más recuperar un poco de aliento, mas no por mucho tiempo, haciendo que la saliva de los dos escurra por la barbilla de Kagami. El moreno permanece peligrosamente en silencio y aunque no le conoce Taiga aprende a leer en esto una señal de peligro. ¿Pero hacia qué? ¿Acaso algo más que su hombría estaría en juego? Sin duda sabía que iniciar esta empresa iba a ser peligrosa, si bien para su orgullo su ego, pero la meta lo valía. No sabía exactamente dónde diablos estaba e iba a salir de allí sin hacer mayor alboroto; ya suficiente con llamar la atención de un emir particular y que este se antojara por su culo.

 

Ni que decir de la condena a su cuello por supuestamente coquetear con la esposa de otro. Sin duda la vida en el oriente era difícil y aún más para un extranjero que no podía acceder a ninguna embajada, pedir asilo o ayuda alguna sin que su culo o cabeza corra peligro.

 

3

Un camión se detuvo a orillas de la ruta 95, en camino de Kwuait, dirección sur. Algunos harapientos abandonaron el camión escapando de sus opresores, pero fueron atrapados al momento. 

 

“Es cosa estúpida intentar escapar en su estado, pero aún así lo intenta.”

 

-Espera,  no debes mezclarlos.

 

El hombre mugriento que falló en su fuga se lanzó al segundo camión y atrapó una de las doncellas, amenazando con lastimarla en su desesperación por escapar a su destino. Los hombres que les llevaban no parecían muy reacios a darle ánimo en su huida, resignados a enfrentar lo mismo cada año; siempre había algún siervo enfermo que creía las patrañas de sus compañeros y pensaba que su destino era algún vertedero. No era muy lejos de la realidad, ya que la aldea a la que se dirigían no poseía por el momento un sistema de acueducto, tardarían unos meses más antes de que el proyecto se realice en toda kwuait, pero estaba acondicionada de manera confortable para que los más viejos y pobres hombres sin tierras pasaran los últimos años cuando ya no se precisaba de sus servicios en alguna casa señorial. Aquel anciano ya había terminado de perder la lucidez por el calor sofocante.

 

Pero estaban entorpeciendo un trabajo que les podría costar sus pobres pescuezos y eso incluía a cierta mercancía enviada al emir. Mala idea la de su señor de ahorrarse en combustible y enviar ambas caravanas juntas, la de los pobres diablos y las de futuras putas para el rey. Habían perdido uno de los mozos extranjeros por un simple desliz, no podían imaginar el castigo que les vendría encima por ese simple hecho.

 

4

Daiki lleva un rato acariciando su cuerpo y cuando baja a su entrepierna le agarra la polla haciéndole gemir más roncamente. El pelirrojo se muestra distante un instante y más tarde ansioso pero receloso de cualquier acción por su parte, puede notarlo en su lenguaje corporal y en la falta de disponibilidad. Este no era un típico mozo de entretenimiento, su apariencia y actitud distaba de la de una. ¿Qué estaban pensando al enviarle a sus aposentos y qué pasaba por esa cabecita roja?

 

“Esa mirada fiera suya y la manera en que responde dejan mucho que decir…”

 

Pero es un extranjero en aquellas tierras, el hecho mismo pautaba un camino de sospecha que habría infinidades de posibilidades y ninguna buena, pero se resumían en dos principales: o había llegado hasta allí por una acción estúpida como la gran mayoría de los turistas en busca de mágicas aventuras de cuentos de hadas o estaba simplemente prostituyéndose.

 

Esas cuestiones podían esperar, lo averiguaría para más tarde. Mientras le importaba muy poco quien fuese.

 

Emite un chasquido de molestia. No tiene por qué preocuparse de ser rudo o cuidadoso al tener sexo con un hombre, y sus empleados no le llevarían a sus aposentos sin revisarle primero, o eso esperaba y sino rodarían cabezas. El humor que se cargaba en ese momento le había llevado a aceptar un hombre joven en quien descargar tanta tensión, en vez de alguna doncella o concubina, y lo mínimo que esperaba del pelirrojo era que se comportase a la altura. Debía descargar lo que quedaba de su ira o esta crecería con el paso de las horas.

 

Iza una de las piernas contrarias y sus dedos se escabullen bajo el sarong, complacido de no encontrar ropa interior bajo ella; sus dedos se mueven en todas direcciones comprobando por sí mismo la mercancía y sin previo aviso hunde dos en las nalgas prietas y firmes, sintiendo como los anillos se cierran al instante alrededor de ellos, la carne tierna inmediatamente empezó a humedecerse de un líquido viscoso y caliente.

 

Miró el rostro contorsionado por el dolor y la furia, los labios cerrados fuertemente en una mordida voluntaria para evitar dejar escapar cualquier sonido que le pusiese en desventaja.

 

“Muy emprendedor de su parte.”

 

Pero no bastaría.

 

Retiró sus dedos y no se molestó en prepararle; el objeto de meter sus dedos en su culo había sido más por precaución. Si era tan cerrado debía ser porque no había sido usado y el moreno era muy quisquilloso a la hora de meter su polla en algún agujero usado.

 

Dándose por satisfecho y considerando que ya había perdido demasiado tiempo, desató la tela que rodeaba su parte inferior y todo en su camino antes de tomar su propia verga y abrirse paso entre aquellas paredes. Un ronroneo bajo retumbó en su garganta al sentir como era estrangulado por su estrechez, el calor abrazador a su alrededor y la familiar sensación de ser tragado por un culo codicioso.

 

Un quejido de dolor atrajo su atención hacia su presa; el pelirrojo había tenido la mala suerte de ser escogido para su desfogue después de haberse cabreado con un par de accionistas y la incompetencia de sus hombres ante ciertos asuntos de gobierno, pero debía reconocer que estaba haciendo un buen trabajo, a esta altura de juego estaría acabado y sangrando en el suelo.

 

Sus dedos, antes usados para desflorar la virgen entrada, fueron a la boca contraria y separaron aquellos labios y dientes. Esperaba que el chico no fuese tan estúpido de morderlo. Él solo se concentró en empujar fuerte y repetidamente contra ese agujero, descargando su molestia aun latente, arrullado por los quejidos y gemidos de Kagami.

 

Si no estuviese tan centrado en su propia satisfacción apreciaría más que por morbo la voz tan sensual y los bonitos ruidos mezcla de placer, dolor y frustración del otro.

 

Era imposible no ponerse caliente al oírle.

 

El moreno restriega todo su cuerpo contra el de su amante y este último abre sus piernas desnudas para cobijar la cintura del otro, permitiendo que se hunda aún más profundo dentro de su culo, con tanto ímpetu que le hace ahogar un alarido de dolor y a partir de allí Kagami pierde el control completo de su cuerpo.

 

-Hah! Aah….ah! ¡¡agh!! ¡¡Más!! ¡¡Más!! ¡¡Fuerte!! - Los músculos en la espalda del moreno se contraen y flexionan a medida que mueve su cadera para embestir a su amante, mientras gruñe furiosamente de placer. El otro le abraza con todas sus extremidades intentando abarcar la ancha espalda y el torso contrarios, y continua gimiendo sin control mientras su cuerpo intenta seguir el ritmo del moreno, pero se da cuenta de que sus esfuerzos son algo infructuosos como el dolor explota en su espalda por las heridas infringidas y en su clavícula donde el moreno le ha mordido.

 

-¡¡¡Aghh!!!.- un par de arremetidas más y Kagami se da cuenta de que se ha corrido haciendo un lío pegajoso entre sus cuerpos, pero el moreno continua moviéndose en su interior, siente como la gruesa polla sigue entrando  y saliendo de su maltratado agujero que se contrae y es forzado a abrirse desgarrando los músculos en su ano. A partir de allí empieza a tornarse más sensible cuando la nube del reciente orgasmo empieza a disiparse y su cuerpo se convierte en un lío de nervios que apenas puede sostenerse sin que sus articulaciones colapsen, aunque su cabeza ha estado a punto de rodar de lado y se ha golpeado innumerables veces ya tras cada embestida salvaje.

 

Al fin el moreno da la última estocada, quedando estático en un momento y explotando dentro del abusado culo que se contrajo aún más de ser posible ante un reflejo doloroso; Kagami sintió como si le hubiesen quemado las entrañas cuando el abundante esperma bañó su interior y sintió parte de este resbalar entre sus piernas cuando el moreno se retiró de él.

 

En el mismo momento sus piernas fallaron y se deslizó al suelo, emitiendo un gruñido de dolor al sentir su espalda ya lastimada rasparse más.

 

Los ojos inusualmente azules le miraron penetrantes mientras su dueño se vestía y acomodaba sus ropas permaneciendo tan fresco como si no acabara de arrollarle y follarle rudamente. Eran como nada que hubiese visto antes, quizás el místico tono azul del cielo nocturno en el desierto pudiese comparársele un poco.

 

-¿Sintiéndote insolente a la primera cogida?

 

Bajó la vista, visiblemente mortificado. Había olvidado que no debía mirar a los ojos de ningún noble de aquellas tierras, pero al parecer su mente aun no superaba el cortocircuito y el oxígeno que lograba llegar a su cerebro con la respiración aún agitada era insuficiente para devolverle la homeostasia y que todos sus sistemas continuasen trabajando en orden.

 

Al momento se dio cuenta de que acaba de hablarle en su idioma.

 

¡Pero claro! Este tenía ser el dueño de aquellas tierras a las que fue a parar.

 

-Yo….- dudó un momento; en verdad no esperaba que su primera tarea fuese la de complacer sexualmente al señor de aquellas tierras. Aunque no sabía exactamente qué esperaba si el moreno aquí presente tenía todo cuanto pudiese desear o necesitar. Cada objeto en la estancia, la manera en que fue decorada y las insignias rebelaban un cierto rango particular y se pateó mentalmente. Solo él podía tener tan grandes meteduras de pata.- Malik…- pero fue interrumpido al ser alzado bruscamente por el cuello hasta la altura del moreno.

 

-Ya que has tenido la osadía de hacerlo desde un inicio, ¿no te sientes tan valiente después de ser amonestado?

 

Se estaba burlando por su atrevimiento de mirarle a la cara.

 

-Lo siento, ha sido una estupidez.

 

Eso pareció calmar un poco los ánimos enfebrecidos del otro, que le dejó caer sin ninguna gracia sobre su culo maltratado.

 

Evitó soltar cualquier quejido o signo de dolor, pero no pudo hacer nada contra el rictus de que cruzó su faz y el temblor en sus piernas.

 

-Ha sido una buena cogida, por supuesto. Me has hecho replantearme la idea de conseguir un par de mozos para mi harem. Considérate afortunado, serás el primero.

 

5

Le miró incrédulo desde su posición, recordando inmediatamente que no debía mirar a su cara, por lo que apenas vio los bordes de sus túnicas antes de cruzar la puerta de salida.

 

-Y deberías saber que no debes confundirte por las apariencias. Desgraciadamente no soy un sultán. Pero quién sabe…

 

Y se escapó tras reírse en su cara, su risa aún se escuchaba unos segundos después en los pasillos.

 

Kagami perdió el color en su faz.

 

¿Qué diablos…? ¿Acababa de dejarse follar por un cualquiera? El dueño de aquel lugar podía tirarlo ahora mismo de patitas al desierto y acabar con su última oportunidad, si no era de los que coleccionaban mozos para compartir con sus invitados. El sujeto que le había roto el culo no parecía ser tan pobre, pero podía engañarle.

 

“¡El asunto es que me engañó de la peor manera, el malnacido…!”

 

 

 

Continuará?

 

 

 


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