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No todo es oscuridad por Jai Doshik

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Notas del fanfic:

Esta es una historia que empecé a hacer pensando en hacer un one shot pero... me ha ocupado bastante más de lo esperado, muchas páginas en word. Así que lo iré subiendo por días de dentro del fic, o sea cada capítulo será un día dentro del fic (y si alguno es muy corto, subiré 2 capítulos seguidos). Empecé a escribirlo y me puse hasta acabarlo cuando podía, dejando de lado otros fics (como la lumiere bleue) que seguiré continuando más ahora. Espero que os guste, iré repasando y subiendo cada semana.

 

Espero que os guste, cualquier cosa la podéis comentar ^^

Notas del capitulo:

Aquí el primer capítulo/día, sé que es corto pero así es el primero, los siguientes días son más largos... igual espero que sirva de introducción a lo que es la historia.

 

 

Escuchar esa canción de cuna era lo único que le acompañaba, canción que sonaba una y otra vez en su cabeza sin que nadie la estuviera tocando o tan siquiera la estuviera reproduciendo en algún lugar. Cada paso se sentía más pesado que el anterior, como si al subir por aquellas escaleras alguien lo estuviera empujando contra el suelo. Una sensación fría y de lo más desagradable, como si se llevara parte de su vida, un frio recorría su espalda por el hueco que aquella camiseta dejaba.

 

“Tik Tak” dijo un reloj al subir el último escalón, un reloj cerca de una puerta metálica tras un pasillo algo olvidado.

 

-Nada tiene sentido ya- Salió corriendo, aquel chico de 13 años avanzó rápidamente por aquel pasillo y abrió la puerta para salir a la azotea de un edificio de 10 plantas. Su algo despeinado cabello de color negro se movía de un lado a otro por los golpes que el viento le propinaba una y otra vez sin cesar. Sus verdes ojos se iluminaron y de uno cayó una lágrima que recorría su mejilla llena de pequeños y claros lunares que abarcaban parte de su rostro y nariz.  El atardecer daba unos colores bonitos en el cielo que cada vez se oscurecía más.

 

–Así dejaré de sufrir-

 

Se acercó al borde, topándose con el quitamiedos de seguridad y quedándose unos segundos en este mirando alrededor donde solo a lo lejos habían edificios más altos que ese, los de alrededor eran algo más bajos. Puso un pie encima del barandal más bajo del quitamiedos cuando de repente escuchó el sonido de la puerta metálica abrirse.

 

-¿Eh?- Al darse la vuelta vio a un chico de su edad que había cerrado la puerta tras de si y ahora se encontraba ahí mirándole.

 

El chico tenía su misma edad, o eso parecía. Con un cabello semilargo y castaño, algo desfilado y con ello algunos mechones levantados por la punta a los lados, sobretodo en el lado contrario al que le daba el viento, llegando su flequillo casi hasta sus ojos. Ojos con un color miel que se decoraban con unas mejillas algo rojas en la parte superior, fruto del frío de ese día y de su tono claro de piel.

 

-Ho… hola- Sus ojos marrones observaban con detenimiento al chico.

 

-Déjame en paz- Contestó, le daba igual si sonaba brusco o mal.

 

El chico de cabello negro llevaba una camiseta fina de manga larga y algo ancha de color gris con rayas blancas, a la vez que un pantalón corto de color blanco. El castaño por su parte llevaba una sudadera corta de color azul con los cordones que ajustaban la capucha de color amarillo, con un pantalón marrón claro grisáceo y un cinturón también amarillo.

 

-Per.. perdona, en realidad vengo aquí a menudo-

 

El chico pelinegro agitó su cabeza y se dio la vuelta de nuevo, empezando a subir a la barandilla inferior y alzando el pié para saltar el quitamiedos, escuchando de nuevo la suave y entrecortada voz del chico que acababa de entrar, pero esta vez más cerca.

 

-¿Tienes un boli?-

 

Un suspiro salió de la boca del chico que estaba tratando de pasar el quitamiedos.

 

-¿Acaso eres tonto?- Cuando respondió de esa forma algo ruda se dio la vuelta, el sentimiento de lanzarse durante segundos era cambiado por algo de enfado hacia aquel chico. No obstante, una sensación encogió un poco su cuerpo cuando una suave mano se puso sobre la suya encima de la barandilla superior.

 

-No lo hagas… por favor- miró hacia abajo, ya que tenía un pie en la barandilla inferior y otro en la superior.

 

-¿Q.. qué?- ¿Porqué se lo pidió de esa forma? Por un momento eso se preguntó aquel chico destrozado interiormente.

 

-No saltes, por favor-

 

-Pero.. ¿Quién te crees para venir y decirme qué hacer sin saber nada?- Preguntó molesto, aun sintiendo una calidez con esa mano sobre la suya, siendo curioso que notara dicha calidez con un acto tan simple.

 

-N.. no soy nadie pero.. tengo…- Miró en sus bolsillos. –Tengo chuches, te las daré todas para ti si no lo haces.. por favor-

 

-¿Por favor otra vez?- Levantó la mano para apartar la de aquel chico. –¡Voy a hacerlo! ¡Así acabaré con todo de una vez!- Volvía a seguir subiendo poco a poco tembloroso y con ganas de que todo pasara de una vez. En su campo de visión, a la derecha, volvió a ver algo, ladeando su mirada y viendo como aquel otro chico empezaba a subir también.

 

-¿Qué… Haces?-

 

-Por lo menos iré contigo… para que no estés solo al empezar en el otro mundo- En realidad se lo estaba inventando, fruto de algunas creencias de que hay vida más allá de la muerte, pero era en parte por dar una inicial razón a su comportamiento.  

 

-¿Qué? No… baja, no quiero que te hagas daño-

 

-No dejaré que vayas solo a algo así-

 

-¿Pero por qué… por qué haces esto?- El chico de cabello más oscuro no entendía apenas la forma de actuar de aquel chico.

 

-Porque no quiero que lo hagas… pero si lo haces al menos te acompañaré en el otro lado, incluso si lo haces antes que yo me tiraré-

 

Esas palabras atemorizaban al chico que había estado tan convencido de llegar allí y suicidarse, sobre todo por el hecho de hacerle daño con ello a esa personita. Estuvo durante unos buenos segundos mirándole, convenciéndose a sí mismo de hacerlo, pensando en todos los problemas y situaciones que le habían llevado a ello mientras que ahora alguien parecía estar preocupándose por él. Su corazón se encogió, su piel se erizó y un malestar empezó a hacerle sentir pesado, angustiado: no por el no poder hacerlo sino por pensar que al hacerlo iba a acabar con aquella otra inocente vida, no se lo podría perdonar. En realidad incluso vio que de verdad alguien se estaba preocupando por él, por un momento vio una luz en todo ese mundo, así que empezó a bajarse de aquel quitamiedos y al hacerlo se tiró al suelo, empezó a sollozar y, envuelto en un manto de profundo pesar, rompió a llorar. Su mundo estaba muy hundido y no pensaba que nada fuera ayudarle e incluso veía a aquel chico como un incordio pero… lo próximo que sintió fue como tomaban sus brazos, le levantaban y era acurrucado enterrando su rostro en el pecho de aquel otro chico que estaba en la azotea, quien lo abrazó con fuerza, apegándolo mucho a él y dejando que llorara ahí y se desahogara todo lo que quisiera.

 

-Yo estoy contigo, puedes apoyarte en mí- Dijo el castaño sin dejar de abrazarle, haciendo que aquel chico se sintiera tan bien que incluso el mismo sujetó la sudadera y se acurrucó aun más, llorando sin cesar. “Menos mal que funcionó, de veras no sabía qué hacer” Pensó, por esa forma de hacer que se apartara del borde. Quizá podría haberlo simplemente apartarlo pero trató de pensar en alguna forma que le hiciera sentir mejor después de aquello.

 

-Gracias…- Dijo entre sollozos, tras unos minutos habiendo llorado sobre aquel chico, empando su sudadera de lagrimas en la zona de su pectoral. Se erguió y quedó sentado frente a aquel chico que acariciaba sus brazos y hombros y le sonreía cariñosamente, subiendo una de sus manos para acariciar esa mejilla mojada por la lagrima, acercándose y dándole un besito en dicha mejilla, separándose de nuevo y mirándole alegremente con sus mejillas algo sonrojadas y a su vez haciendo que el chico de cabello negro se sonrojara también.

 

-No hay de que- Su sonrisa hacía que el otro chico se sintiera más cómodo. –Me llamo Deniuk ¿y tú?-  Preguntó el chico de cabello castaño.

 

-Deniuk-Se quedó pensando, el nombre era algo curioso. –Yo me llamo…- Miró a un lado y luego volvió a mirarle –Peter, me llamo Peter-

 

-Bonito nombre- Sonreía.

 

Aquel chico solo se quedó callado y mirando al suelo.

 

-¿Qué te ha pasado? ¿Por qué has llegado a esto?-

Seguía manteniéndose callado, apartando la mirada hacia el suelo y tan solo sintiendo ese vacío en su interior. Aunque aquel chico parecía amable y había actuado de la manera más extraña posible incluso con intenciones de tirarse si él lo hacía, no sentía la fuerza de hablar de aquello con alguien que acababa de conocer. Así pues se levantó de golpee, limpió su rostro y se dirigió a la puerta.

 

-Lo siento, me voy. Gracias por todo-

 

-¿Qué? Espera- No recibía respuesta e igualmente seguía caminando. -Bu… bueno vale pero al menos prométeme algo… que no volverás a intentar más esto- El chico castaño estaba realmente preocupado por ese chico y aunque quería ayudarle, este no parecía dejarle.

 

-Prometido- Dijo después de un suspiro, cerrando la puerta tras de sí.

Notas finales:

¿Qué le habrá llevado a eso? Pronto lo veremos. 


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