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Inning por Ibe13

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Notas del fanfic:

Derechos a sus respectivos dueños.

Notas del capitulo:

Primero quiero disculparme porque este capitulo no esta hecho en base a la sugerencia de Madroj....me he quedado atascada en ese (1000 palabras) fic.

Este fue inspirado por el primer capitulo de Yowamushi pedal.
El nombre de la escuela es neutral, pero para el primer diálogo todo se entiende, creo.

Gracias por animarse a leer.

Gracias por comentar, Glow-chan.

El sonido del desplazamiento de la aguja más delgada del reloj, resonaba con potencia en los oídos de los presentes en la habitación. El tic tac del aparato provocaba una ligera tensión que se propagaba con rapidez, en el cuerpo de cada una de las seis personas que se encontraban sentadas en un círculo, formado por sillas de madera, al centro del salón.


No obstante, la creciente incertidumbre de los sujetos tenía su verdadera razón en la hora indicada por el reloj, ya que pese a que aún no aparecía por el lugar el último de los integrantes —el más ruidoso—; ésta, con cada segundo que avanzaba, se aproximaba a la que había sido pautada por todos, para dar inicio a la discusión semanal de los miembros del club de manga y anime de la escuela Katakura.


Como personificación del estrés causado por la situación, los dedos de las manos de las personas en la circunferencia, estaban entrecruzados en un agarre sudorífico. Era pronosticable para ellos que el inquieto joven tendría que acatar la sanción por llegar tarde; cuyo dictaminen, establecido por todos, sentenciaba que incluso un segundo de atraso, meritaba perder la oportunidad de participación en el debate del club.


Mas este posible hecho generaba contradicciones entre los miembros. Algunos estaban felices puesto que significaba una mayor oportunidad para manifestar su punto de vista del tema; pero otros, al contrario, esperaban que el muchacho lograra llegar a tiempo, porque en primera instancia las reuniones eran mejores estando el club completo y, en segunda, debido a que él era uno de los más emocionados cuando el viernes arribaba.


Su agobio se vio interrumpido cuando de un momento a otro, pisadas retumbaban en el piso del cuarto y después de unos instantes en los seis pares de orejas. Con el paso de los segundos el volumen de éstas aumentó hasta que el sonido tuvo su fin frente a la puerta del aula.


Llenos de expectativa, los miembros guiaron su cabeza y ojos hacia la madera que cerraba el espacio, y que en breve a tal desplazamiento, fue abierta.


—Disculpen la tardanza, el humilde Sawamura Eijun ha llegado —Un joven que jadeaba al hablar se inclinó con naturalidad a noventa grados.


Era un alumno del primer año sección "C", tenía el cabello castaño desordenado, piel un tanto bronceada y sus ojos, lo más llamativo de su apariencia para otros, tenían un iris parecido al suave color de la miel. Famoso en las instalaciones porque su personalidad, radiante y estrepitosa, era a criterio de la mayoría, tachada simplemente como molesta. Empero, a juicio de aquellos que lo trataban con regularidad, eran esas cualidades las que lo hacían destacar y ser alguien de gran aprecio para los demás —aunque esto nadie lo iba a vociferar frente a él—.


—Bakamura, casi llegas tarde —acusó un rubio de tez morena y rasgos severos. Su nombre: Kanemaru Shinji. Ambos jóvenes eran compañeros de clase y era habitual que Kanemaru, pese a pretender rechazó hacia el otro, cumpliera el papel de velar por éste en los diversos incidentes o aspectos del día a día.


Empero, con todo y sus quejas iniciales, Kanemaru, siendo muy modesto, pensaba que realizaba esa tarea personal con tanta eficacia, que de seguir con ella, ésta ya no sería un impedimento para él. Ahora bien, cada cierto tiempo, cuando la reflexión que moriría joven con él a su lado pasaba por su mente, su existencia se veía atormentada.


El joven, por su parte, al ser nombrado —así fuese por medio de un sobrenombre—, se irguió y dirigió su mirada hacia la rueda de personas frente a él. Al darse cuenta que era el último en presentarse, entendió el porqué del trato que estaba recibiendo y tembló como lo hace un flan al tomar parte de el con la cuchara.


—Sawamura-kun —expresó con alivio Yoshikawa Haruno, compañera de clases de los muchachos anteriores.


Al ser parte del club, la adolescente de rasgos agraciados y amables, y de naturaleza un poco torpe y tímida en cuanto a la socialización; se había acostumbrado y de hecho disfrutaba en gran medida, la compañía de sus socios de hobbies. Ella era la única fémina en la sala, pero debido a que los demás miembros la trataban con mucha amabilidad y siempre le animaban a expresar su parecer sin temor alguno, este hecho nunca le resultó incómodo.


—Oi, Sawamura, ¿por qué vienes tarde? —Isashiki Jun, del tercero "B" preguntó alzando su voz y causando que las personas a su alrededor se pusieran nerviosas.


Su nombre era reconocido en la escuela debido a lo feroz de su personalidad y apariencia. Mas nadie era tan apto como él para comprobar el dicho "no se debe juzgar un libro por su portada", pues aunque era tosco por fuera, al conocerlo quedaba claro que su interior era el de una persona energética, cálida y sensible que busca ser de ayuda para los demás.


—Barba presidente, mis más sinceras disculpas señor —el interpelado se inclinó con perfección por segunda vez— pero el motivo de mi retraso es que he sido detenido por el Narumiya Mei.


—¿Sawamura-kun, el vicepresidente del club de cocina? —cuestionó con curiosidad en su tono, Tadano Itsuki del primer año "B".


Las peculiaridades en la imagen del joven, era que poseía un cabello negro de los que unos mechones en corte zigzag cubrían parte de su frente y ojos, con aspecto de estar adormitados, que eran protegidos por cejas con cuerpo y cabeza de considerable anchura, y por las que se rumoreaba era pariente de un estudiante de tercer año.


Siempre daría su máximo esfuerzo en mejorar en las cosas que fallaba y aunque era muy educado con todas las personas, esto no le impediría defender su sentir frente a ellas. Gustaba más del anime que manga, pero este último, gracias a sus compañeros de club, ganaba cada vez más terreno en sus preferencias.


—Sí, el mismo. —replicó Sawamura después de enderezar su postura.


La razón por la cual Tadano sabía de dicho joven, se debía a que el club de cocina era muy popular al tener, según el estudiantado femenino, a los muchachos más guapos del todo el instituto. De hecho, sería raro que alguien no supiera del famoso príncipe, pensaba.


—Presidente, todos —un joven robusto se paró para poder ser escuchado con claridad—; ahora que Sawamura ya está aquí, debemos iniciar con la reunión del club. Creo que es muy importante el que nos ajustemos al horario —terminó de declarar, con la intención y tono de ser amable.


Mishima Yuuta era su nombre, y en esta ocasión tenía preparado un gran discurso con su punto de vista. Estaba impaciente por expresarlo. Sin embargo, y como era habitual, los miembros no prestaron mucha atención a las tácticas egocentristas del joven.


—¿Sawamura, por qué te detuvo ese engreído?—Isashiki movió una de su manos indicando a Sawamura que podía entrar al salón.


El mencionado realizó con prontitud lo sugerido. No obstante, después de cerrar la puerta e iniciar a caminar hacia la silla vacía que le correspondía ocupar, se vio interrumpido en su propósito cuando el comandante de la agrupación le instruyó que se acomodara en el suelo.


—¿Es la primera vez que le hablas?—Habló el vicepresidente después de un carraspeo para captar interés ajeno pues había sido ignorado por mucho tiempo.


Asou Takeru, estudiante de segundo año, era un joven cuya fisonomía demostraba un estado de estar en un enfurruñado en la mayoría del tiempo —la forma de copete de su cabello ayudaba a esto—. No le gustaba resaltar, pero sentía que siendo el segundo al mando, los menores le debían un mayor respeto. Era un fiel lector de mangas, y aunque sus gustos variaban de lo que solían leer en el club, de igual manera le agradaba formar parte de las pasionales discusiones.


—No, ya le ha hablado antes— intervino Kanemaru antes que el interrogado fuese capaz de responder.


—Kanemaru, explícate —exigió el presidente.


Ante el tono usado, el citado dio un sobresalto en la silla, antes de responder:


—Sí. Presidente, siempre que se encuentran en los pasillos, Narumiya Mei fuerza a Bakamura a comer cualquier cosa que haya hecho en su club. —suspiro al terminar.


— ¿Por qué hace eso? —Haruno no entendía cómo Sawamura termino en esa situación.


Kanemaru agradeció a Yoshikawa por acordarle. El presidente siempre mencionaba que lo correcto en empezar una historia era relatarla por completo y por supuesto, con lujo de detalles.


—Porque una vez este tonto se quejó del sabor de su comida.


Y en ese momento todos los demás entendieron. Narumiya Mei tenía reputación de poseer ese tipo de personalidad. Debía sentirse humillado y por eso mismo alimentaria a Sawamura hasta que éste admitiera que su comida era la mejor del mundo y él era un simple desdichado con mucha suerte por probarla.


—¿Cuándo paso eso?—preguntó el de mayor edad después de calmar las carcajadas causadas por el espléndido dato.


—Si me permite, Barba presidente —el, casi, procesado que se encontraba arrodillado en el sitio que se le había indicado con anterioridad, levantó su mano pidiendo permiso para hablar.


—Deja de llamarme así. — gritó por la insolencia. Le había repetido muchas veces lo irrespetuoso que era hacerlo—. Habla—concedió.


—Sucedió en el primer día que llegue aquí. — El adolescente había sido el último en unirse al club y a la escuela en general, ya que al tener poco tiempo de haberse mudado a la ciudad, tardó una semana en acomodarse al cambio y en encontrar la preparatoria a la que debía de asistir—. No podía encontrar el salón de nuestro maravilloso club y fui abriendo cada puerta que iba encontrando en mi camino.


—¿Entonces fuiste a otros club aparte del de cocina?—había inquietud en el tono de Itsuki, quien esperaba su compañero no hubiese tenido problemas.


—Sí, fue un suceso extraño. —Sawamura respondió con una seriedad que se veía agravada por su ceño fruncido y una mano que acariciaba su barbilla.


—Sawamura, ¿a qué clubes entraste? —Mishima, quien ya se había resignado ante la plática, cuestionó lleno de interés.


Al ser preguntado por ello, en la mente del susodicho se dio una sucesión de imágenes recapitulando las cosas que sucedieron en ese eventual día. Empezó a tratar de recordar a qué clubes había entrado y hasta después de estar seguro en que ya tenía todos los nombres, habló:


—Además del club de cocina, entré al de biología, shogi, arte y el de caligrafía. —para apoyar lo que decía, uno a uno los fue enumerando con los dedos de su mano izquierda.


—Traidor, ¿qué hiciste en ellos?—Asou reclamó arrugando los componentes de su rostro.


—¡En el de caligrafía estaba el excelentísimo maestro! —inició con apasionamiento.


—¿Maestro?—Itsuki intervino confuso.


—Sí, el gran maestro —confirmó con demasiado entusiasmo en su tono que advirtió a los demás de no hacer muchas preguntas.


—¿Te refieres a Chris?—Para Jun, su amigo era el único que podía parecer un maestro, aunque no sabía si era su físico el que hacía que Sawamura lo llamara de esa forma.


—Sí, Chris-senpai estaba ahí —confirmó mientras sus ojos que resplandecían, sugerían el deseo de que le preguntaran más respecto a esa grata persona.


Takigawa Chris Yuu, era un atractivo y encantador estudiante de tercer año. Sawamura quedó fascinado con él, al ver como en ropas tradicionales, que le recordó a Chihayafuru, trazaba con elegancia líneas sobre un papel que en definitiva no merecía tal privilegio.


Con cada pincelada que observaba hacer al otro, le parecía que el tiempo se detenía y algo mágico se sembraba en su pecho —por un momento incluso pensó en la posibilidad de cambiarse a de club para aprender de alguien tan respetable como él—.


Su admiración incrementó más cuando el mayor, justo cuando estaba a punto de terminar su intromisión, se aproximó a él y luego de narrarle lo que lo llevó a estar en su presencia, lo guió con paciencia hasta la puerta que en estos momentos estaba a su espalda.


—Toujo también—agregó viendo a Kanemaru, pues éste era su amigo íntimo. Suspiró. Esa había sido una remembranza satisfactoria.


—Shirakawa y Watanabe también están ahí—murmuró Asou dejándose llevar por el rumbo de la conversación.


—¿Y en el de arte?—preguntó impaciente Isashiki, el informante estaba desconectado de su entorno desde hace un par de minutos.


El cuestionado palideció al escuchar a su jefe.


—¡Sí! El club de arte da miedo señor. Ni-san es terrible.


—¿Ni-san?—desconcertados dijeron en unísono las personas en la rueda. Era la primera vez que se enteraban del hermano de Sawamura.


—El presidente del club —aclaró con el espanto aún presente en sus facciones.


—Pero Ryousuke solo tiene un hermano, y ese no eres tú—el joven de barba razonó.


—Ni-san…—repitió con consternación Sawamura, al recordar su visita al lugar.


Kominato Ryousuke era el hermano mayor del agradable Kominato Haruichi —de ahí la designación que Sawamura le daba—. Las personas solían comentar respecto al paralelismo entre ellos, pero mientras que en el físico eran semejantes al tener una estatura baja y un color de cabello inusual: rosa; era en la personalidad de cada uno en la que se diferenciaban.


Harucchi —como Sawamura lo llamaba— era menos aterrador que su hermano y muchísimo más afable. Prueba de ello era que fue la primera persona que habló con él cuando estaba perdido, y quien lo orientó con cordialidad a su salón de clases a primera hora de la mañana.


Claro, no era solo por el presidente que la opinión de ese club estaba en la esquina de temor de la mente de Sawamura. Los integrantes restantes, exceptuando a Harucchi, habían producido un efecto similar en el joven. En especial dos chicos que parecían sacados de una película sobre delincuentes; uno de cabello verde y otro de piel muy morena y con poca ropa.


—¿Qué ocurrió en el de shogi?—Haruno habló antes que Sawamura fuera reprimido por volver a distraerse.


—Jugué contra el líder supremo —declaró con voz firme.


—¿Tetsu?—Jun suponía que solo podría tratarse de su amigo de muchos años, y presidente del citado club, Yuuki Tetsuya.


—Sí, el líder me invitó a formar parte del club, pero le dije que no podía porque mi ferviente sueño era venir aquí con ustedes.


El presidente del club de shogi era una persona calmada, directa y sensata en todo lo que realizaba. Sawamura, al ver su fuerte espíritu luchador, durante una pequeña partida que tuvo contra él y que ganó con facilidad, no puedo evitar sentir esa sensación que siempre le transmitían los grandes generales y comandantes en las épicas batallas de los libros históricos que frecuentaba leer.


Mientras se despedía, Sawamura pensó que sin lugar a dudas, el mayor era y estaba destinado, a ser un guía formidable para muchos.


—Kazuma también está ahí—Yuuta añadió alardeando. Pero seguía sin entender porque su amigo se unió a ese club y rechazó su oferta de formar parte del de animanga.


—Harada-san también—Itsuki agregó inadvertidamente.


Harada Masatoshi era la persona con quien los estudiantes lo relacionaban y hasta aseguraban que bien era su hermano mayor o primo. Itsuki —que no entendía del todo esto porque creía que su similitud era mínima—, sabía ese tipo de hechos sobre el otro, por todas las personas que se lo comentaban en los pasillos.


—Ah, Zono también —Asou mencionó a la vez que golpea su puño derecho en su palma izquierda.


—¿Sawamura-kun, y en el de biología?—La introvertida muchacha volvió a adelantarse al venidero regaño si el relato no continuaba.


—En el de biología vi como alimentaban una serpiente, esa gente es muy valiente. —comentó lleno de vigor ante la memoria.


Después que sonara la campana e iniciara su búsqueda, ese había sido el primer club al que había entrado. Ahí se encontró con dos silencioso jóvenes de su edad que resultaron de gran ayuda para él.


—Raichi está ahí—presumió Mishima. Su amigo de la infancia era tímido, pero era bueno que los demás supieran que tenía un amigo tan bueno como él para cuidarlo.


Sawamura movió con rapidez su cabeza afirmando. Todoroki Raichi había sido el muchacho, con cabello negro y una muy distintiva cicatriz en su mejilla izquierda, que con cara roja como un tomate y en una voz baja y temblorosa, le respondió que se había equivocado de club luego de haber preguntado si ese era el de manga y anime.


—Shirasu también. —Asou aseveró.


—Furuya-kun también—Itsuki había visto a su dormilón compañero de clases entrar al mencionado club.


Sawamura volvió a afirmar con su cabeza. Furuya Satoru fue el otro joven que le ayudó en su momento de angustia. Le aclaró que se encontraba en el club de biología y luego le dijo que aunque no sabía con exactitud dónde estaba lo que buscaba, iba por buen camino.


Después de escuchar tales palabras, Sawamura se animó y prosiguió con su búsqueda.


—¿Qué pasó en el club de cocina?—profirió irritado Kanemaru. Trataba de recuperar el sentido de la conversación.


—¡Ah! Estaban haciendo una demostración y me ofrecieron un mochi. —inició con tono sorprendido. Había olvidado el objetivo de su historia.


—¿Y? — la joven continuó con su misión.


—Yo estaba muy emocionado por comerlo, se miraba súper delicioso —exhaló, aún recordaba el apetitoso olor.


—¿Y? —Itsuki, que se percató de lo que hacia la moza, quiso contribuir a su tarea.


—Pero cuando mencioné que tenía un sabor y textura desagradable, Miyuki Kazuya —se indignó con la mención del nombre— y otro tipo de actitud relajada, rieron. —al hablar, sus cejas casi se vuelven una, evocar lo hacía molestarse.


—¿Entonces? —Kanemaru demandó.


—Narumiya Mei enfureció por completo y dijo que me haría tragar mis palabras. —su tono revelaba el aturdimiento resultado de los hechos. Aunque, recapacitando, fueron las escandalosas risas del par, las que produjeron sus actuales aprietos.


Desde hace un mes y medio, día a día, el rubio con ojos azules lo buscaba y si lograba encontrarlo, lo obligaba a comer los alimentos —así fueran pequeños refrigerios, o a veces bentos completos— que, según lo que había proclamado, le harían reconocer su error.


La comida gratis nunca era mala, y él no era alguien quisquilloso en lo que ingería —todo excepto el natto estaría bien—, así que de alguna forma estaba agradecido por eso. El único problema era Miyuki Kazuya, un muchacho usuario de gafas, con actitud desesperante y solo un poco, poco, apuesto, a criterio de Sawamura.


Se habían conocido durante el receso de su primer día, cuando en un descuido, el menor tropezó y en su caída pasó arrollando al mayor. Esto, a la postre, lo llevó a terminar encima de un sorprendido Miyuki, que acabó tendido sobre el suelo. La vergüenza que sintió fue inmensa y luego de disculparse, corrió de la escena. —Es de más indicar que fue una nada placentera coincidencia encontrárselo en el club de cocina—.


El fundamento en su afirmar sobre que representaba un problema, se debía a que luego de su infame percance con Narumiya Mei, el tipo había estado haciendo lo mismo que éste —aunque no de manera tan desmesurada—. De vez en cuando le haría comer algo y, le mortificaba admitirlo pero era un buen cocinero, le hacía comparar inevitablemente su comida con la del rubio.


Narumiya terminaba perdiendo, pero en los recientes intentos había una notable mejora.


—¡Presidente!, ya ha pasado una hora desde el inicio de actividades.—Mishima, al finalizar las risotadas, señaló el reloj en la pared para recalcar su punto.


—Mishima-kun tiene razón—Haruno otorgó preocupada.


—¡Cierto! ¿No vamos a hablar sobre el final de Hirunaka no Ryuusei?—chilló Sawamura.


—Fue tu culpa que no empezáramos a la hora— Kanemaru replicó con mordacidad.


—¡Ah!, ¡No lo fue! Narumiya Mei tiene la culpa —se defendió.


—Yo doy inicio a la discusión. —dijo Jun al estar de pie y después de aplaudir con fuerza. Mishima tenía razón, habían desperdiciado demasiado tiempo. — Las reglas son las siguientes: El que quiera participar debe levantar su mano y los otros deben dejar terminar de hablar a esta persona para pedir su turno. Dos: Para hablar por segunda vez, deben esperar que todos los miembros lo hayan hecho antes. ¿Quedó claro? —exigió a la vez amenazaba con la mirada cualquier futura desobediencia a lo dicho.


Los menores asintieron con su cabeza.


—Muy bien, ¡empecemos! —alentó rugiendo el de tercer año.


—A mí me gustó mucho la escena en la que ella corre hasta donde está él. Creo que fue hermoso que la historia terminara con ella deseando ser su estrella —Haruno estaba ruborizada al expresarse.


—Casi abandono el manga por cómo término el capítulo anterior. —el aura del presidente irradiaba furia—pero me alegra no haberlo hecho. El final ha sido extraordinario. —terminó en tono ameno y con una sonrisa agridulce en su rostro.


—Para mí fue un poco apresurado. Me gustaba más el profesor, era más guapo. De hecho creo que se parece mucho a mí, es como una versión mía que necesita comer más—había una gran sonrisa en el rostro del joven de largas pestañas.


—Mishima-kun…—Yoshikawa lo nombró con nerviosismo.


Los demás no interfirieron ya que a pesar que el optimismo de Mishima era común, y en ocasiones, raras, apreciable; está no era una de esas y solo podían rodar sus ojos ante lo comentado.


—Yo pensé que se iba a quedar con el profesor —musitó el rubio del grupo. —No entendí como en pocos capítulos se enamoró del secundario.


—¡Qué! Kanemaru, Mamura-san era el definitivo. —Sawamura habló exaltado—. Desde el inicio era claro. ¿Acaso no recuerdas como siempre estuvo a su lado y poco a poco su relación fue creciendo? — una lágrima escapaba de su ojo.


—Bueno, yo también pensé así como Kanemaru-kun —Itsuki dijo con sosiego — pero al meditar más, creo que el final muestra cómo superar el primer amor, lo cual es mejor a estar estancado.


—¿Cuál fue su capítulo favorito? —inquirió el vicepresidente.


Pese a que él se limitaba más a escuchar y de vez en cuando participar, cambio la ruta que llevaba la discusión, porque en esta oportunidad tenía la sensación que debía asegurarse que los ardientes ánimos no terminaran en una pelea como sucedió con Heroine Shikkaku.


—A mí me gustó cuando sus amigas y Mamura fueron a su casa en el campo, para convencerla de regresar a la escuela —Sawamura se había tranquilizado—, me recordó a mi casa en Nagano.


—El mío fue cuando…


La conversación continuó hasta que el reloj marco las seis de la noche. En ese momento con diligencia iniciaron a limpiar la habitación y preparar sus cosas.


Al finalizar, cada integrante se marchó a casa con un paso lento producido por el pensamiento en la sugerencia que debían presentar el lunes, el día en que se elegía el siguiente manga a discutir el próximo viernes.

Notas finales:

Ojalá les haya gustado. 

Gracias por leer.

PD: El presidente del club de cocina es Masuko-senpai.


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