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Guardian y Dragon por RainbowEyes

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Notas del fanfic:

 

 

Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen.

How to train your dragon son propiedad de Cressida Cowell y Dreamworks.

Rise of the Guardians son propiedad de William Joyce y Dreamworks.

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Aviso: El fic me pertence, esta publicado en fanfiction.net bajo el mismo titulo.

Se adapto a una version yaoi, en este caso no hay Fem!Hiccup como originalmente era. Conforme publique se modificaran levemente algunos capitulos.

Parejas:

Toques mayores de Bunnymund x Hiccup

Toques menores de Jack Frost x Hiccup

Capitulo Uno

La leyenda de la protectora y el guardián

Ser niñera en sábado era en algunos casos tedioso, pero la paga era buena y la verdad disfrutaba más con los niños que con los jóvenes de su edad.

Esos eran los pensamientos de la joven Katherine al estar en la cocina de la familia Jones preparando el desayuno favorito de los niños.

El reloj marcaba las diez de la mañana cuando la risa de los niños trajo su atención, sonrío de manera maternal y termino de poner la mesa. Se volvió hacia la ventana de la cocina, donde los pequeños diablillos a los que cuidaba se correteaban con palos que simulaban espadas y para su desgracia las sabanas usadas como capas –que otra vez deberá limpiar- que se encontraban regadas en el jardín.

-¡A desayunar! – exclamo, logrando hacerse escuchar entre los gritos y chillidos.

Ahora los ruidos eran dentro de la cocina, cinco cabezas pasaron volando de la puerta a la mesa,  los niños se emocionaron cuando descubrieron hotcakes en los platos.

-Tranquilos no son carreritas, Amber mastica despacio.- comento divertida una vez sentada a la par con la mencionada, que gestulaba y comía como nunca en su vida.

Tras ver que nadie se atragantara y limpiar todo, volvieron a salir, solo que esta vez la muchacha les acompaño. El aire le revoloteo el cabello y prosiguió a levantar las sabanas y palos ya olvidados en el suelo, compuso una mueca, las manchas de lodo eran cada vez más difíciles de quitar. Un pequeño tirón en el pantalón la hizo detener toda acción.

Unos castaños ojos aguados, aguantando las ganas de llorar la recibieron. – Katherine me duele.- dijo señalando su codo que tenía un raspón, la piel se había pelado un poco y la zona se veía irritada y roja.

-Ay Ben, es la cuarta vez que te lastimas.- negando con la cabeza le levanto del suelo y lo llevo dentro de la cocina, donde lo sentó en la encimera delante de la ventana para lavar su herida, escuchando como el infante intentaba no sollozar, en ningún momento dejo de reprenderle su falta de atención pero sin levantarle la voz y una vez terminado le coloco una bendita roja.

Ben tenía la cabeza gacha y se mantenía quieto, pero Katherine vio un rastro de lágrimas ya seco en su mejilla, el labio inferior se torcía por la vergüenza. La joven le levanto el rostro y le sonrió picara, de su bolsillo extrajo una paleta roja.

-Te mereces un premio por ser el guerrero más valiente, Ben el bárbaro. –

La cara del niño se ilumino en seguida, el dolor y la mancha en su mejilla quedaron en el olvido. Con el dulce ya en la boca y de un brinco se bajó de la encimera, provocando un pequeño susto en su niñera.

 -¡Benjamín!- exclamo con una mirada de reproche, no necesitaba que el niño tuviera más raspones, eso es más explicaciones a los padres que prefería evitar.

-No soy Benjamín, soy Ben el bárbaro, el vikingo más fuerte y valiente de todos! – proclamo alzando la paleta, provocando la risa de la joven.

-¡Oh!  Entonces prepárate vikingo, yo el Giganticus Maximus el dragón más poderoso y letal de todos te venceré! – contraataco ella poniendo sus brazos doblados a la altura de su cabeza con las manos simulando garras empezando a corretearlo hasta que ambos salieran al jardín.

El pequeño reía y chillaba mientras que escapaba de la joven, quien lanzaba rugidos y gritaba “¡Ven aquí pequeña cena!” algo que inevitablemente capto la atención de los otros infantes, quienes no se lo dudaron y se sumaron a la persecución y ayudar a derrotar a tal terrible criatura. La niñera alcanzaba a alguno de los niños y lo alzaba en sus brazos exclamando “¡La Muerte Roja ha comido otra pequeña cena!”, tras lo cual y sin previo aviso tirarse al pasto dándole oportunidad a todos de echarse encima suya siendo atacada con cosquillas.

-¡Por Dios, por Dios, jaja paren, no jaja, no respiro.- hablaba como podía Katherine, bajo brazos y cuerpos con una sonrisa y soltando carcajadas.

Las horas pasaron y juego tras juego, se fue la hora del almuerzo y dieron las cinco de la tarde, las sabanas al final se convirtieron en tanto como suelo de campo de batalla como camas improvisadas, sobre ellas seis figuras estaban recostadas respirando rápidamente. La figura adulta se enderezo viendo como los chiquillos literalmente cayeron rendidos, no dormidos pero si muy cansados y si era sincera a ella también se le agoto la energía, pero bueno era algo que disfrutaba bastante.

Con un suspiro estaba a punto de levantarse para meter a los niños cuando sintió una presión en su pierna, una cabeza rubia y unos ojitos casi cerrados le observaban atentamente.

-Cuéntame un cuento.-

-De acuerdo, pero primero deben asearse.-

-¡No!, por favor, cuéntalo ahora.- replico con un puchero, la niñera suspiro cansada.

-Mary, ya sabes que tienes que…- no alcanzo a decir más, porque enseguida sintió varios cuerpos encima de sus piernas.

-¡Si, cuéntanos un cuento! Te prometemos bañarnos cuando termines, por favor! – chillo una cabeza negra poniendo ambas manos juntas, cosa que sus hermanos imitaron cuando vieron como ella en vano intentaba sacar sus piernas y decía que eso no era justo. –Y..y…y te…prometemos ocultar las sabanas sucias para que mamá y papá no se enojen! – termino cuando Katherine  había quitado a Max y Mary de su pierna atrayendo su atención con eso último.

Un eterno minuto de silencio invadió el lugar, la expectante mirada de los infantes chocaba con la seria de la joven, quien realmente sopeso la idea y para saberse que fue derrotada solo dijo –Está  bien pero vamos adentro antes que algún bicho les pique.

No había que ser un genio para saber porque se rindió, el intentar  convencer a cinco niños tercos y duros a algo que repudiaban -como lo era el asearse- era inútil, lo había descubierto prácticamente el primer día de trabajo, aquel en que descubrió que debía cansarlos aplicando todo tipo de juegos  para al final del día dejarlos ya limpios y dormidos para cuando llegaran sus padres. Era agotador pero adoraba a los niños y ellos a ella, eran su debilidad.

-Al menos es sábado.-

Tras asegurase de todo estuviera en su lugar, los niños ocultaron la sabanas sucias en un viejo  ropero, todos estaban sentados en la alfombra de la casa, esperando a la niñera. La joven ingreso con un libro de pasta caoba y sin título, de lo que se alcanzó a observar era que estaba muy gastado de las esquinas y las hojas ya estaban amarillas.

Los curiosos ojos de los pequeños seguían de cerca todo movimiento del libro.

-Bueno antes de comenzar, ¿Nadie tiene que ir al baño? Porque una vez empezada esta historia no me detendré, acérquense mis niños para poder escuchar una historia que nunca han de haber oído hablar.- Relataba con voz cantarina sentándose en el suelo formando un circulo, dejando que Amber y Nick, quienes tenían chispas en los ojitos se acercaran casi hasta tumbarla.

-¿La historia será de princesas y príncipes?- pregunto Mary con un sonrojo, ella siempre había sido gran oyente de las historias clásicas de cuentos de hadas.

-No, que sea de guerreros feroces! – reclamo Max, quien alentó a Ben y Nick para que eligieran esa historia.

Katherine les iba a calmar cuando la voz de Amber se hizo escuchar. -¿Puede ser una de fantasía?- pregunto ignorando a sus hermanos.

-¿De fantasía, uh? – indago con una mirada curiosa

-Sí, con sirenas, animales que hablan, magia.- respondía con simpleza.

-¿Quieren que sea de fantasía entonces?-

-¡SISISISISISISI!-

Ante las exclamaciones de los niños, Katherine rio y acomodo su libro en su regazo, antes de comenzar, se quedó pensando y ante la impaciencia de sus niños, pregunto con una sonrisa con mucha intención.

-¿Saben que es la fantasía?-

Los hermanos se quedaron callados y se miraron entre ellos, no sabiendo porque su niñera de repente preguntaba tal cosa. La observaron y Nick con una mirada decidida le respondió.

-Pues es sobre mundos mágicos.- confirmo firme.

-¿En serio?- le pregunto todavía con su sonrisa, viendo como flaqueaba un poco.

-S-Si… y de reyes y hadas.-

-¿Y qué más?-

-¿Mas..?- cuestiono con una mirada dudosa.

-Sí, debe haber más, no?-

-No se…-

-También hay unicornios y duendes!- salto al rescate de su hermano una Mary ya no tan tímida.

-Y brujas y demonios y ángeles.- ayudo Amber tras su hermana.

-Gigantes y castillos acuáticos.- dijo Max que junto a sus hermanas recuperaron la chispa en sus ojitos.

-Bosques encantados y volcanes que escupen diamantes!- se animó Ben a la par que sus brazos se alzaban.

-¡Muñecos de peluche vivientes!-

-¡Piratas y robots!-

-¡Laberintos y trampas!-

-¡Fantasmas!-

-¡Chicos, chicos, lo entendieron, sí, todo eso y más!- exclamo con alegría la joven viendo como la competencia de ideas crecía.

-Es como el dragón la Muerte Roja!- dijo Ben recordando como ella lo había perseguido hace unas horas.

-Cierto.-

-¡Ya se! Cuéntanos una historia de dragones!- proclamo Max y sus hermanos asintieron con unos gritos.

La muchacha sonrió, los cuentos siempre habían sido su fuerte, tenía una pasión por ellos desde que tenía uso de razón, contarlos y ver como los niños expandían las fronteras de su imaginación le daban una sensación cálida y difícil de explicar. A veces le gustaba pensar que estos traían la alegría y la esperanza, escuchar risas y exclamaciones por lo que sigue. Inocencia, sueños y maravillas con tan solo las palabras que vengan de un portador igual de inocente, esa siempre le habían dicho las personas. Pero ella sabía que más que una pasión era un don.

Su sonrisa se relajó y sus manos abrieron el libro, y comenzó.

-Este no es cuento, es una leyenda que cuentan los vientos y los ríos. Una vez existió un protector que tenía una idea equivocada sobre todo y un guardián aislado y solo, jamás se habían visto pero el destino quiso que sus caminos se cruzaran y de ahí aprendieran que había más para ellos ahí afuera.-

-¿Cómo se llamaban?- pregunto uno, los demás lo callaron pero esperaron la respuesta.

-Hiccup Horrendous  Haddock III y E. Aster Bunnymund, aprendan bien sus nombres porque ellos nos dejaran entrar en sus mundos.-

Y así empieza una odisea.

 

Notas finales:

Se aceptan sugerencias, comentarios y criticas (para mejorar, hace mucho que no escribo)

Hasta luego.


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