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Toxico por -Raiden-

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Notas del fanfic:

Bueno pues asi o mas cosas que no termino y luego ya tenia que subir tu regalo nena ^^ perdona por subirlo hasta ahorita... siempre ando con otros fics y siempre dejo al ultimo... perdonar...

Pero esto lo compensa! creo... espero te guste y gracias por tu amistad nena, muchas gracias.

 

Notas del capitulo:

Ahora si!

Pues este fic nacio... de una forma extraña, estaba muy triste... me deprimir por ver como los esfuerzos que hacia... no eran suficientes y lo peor... es que ni siqueiran eran para mi...  y Kairi aparecio y me ayudo mucho.

ok, basta de tristeza, esta basada en una cancion. 

En esta ocasion no dare el nombre pero saldra en otro de mis fics que por cierto ya voy a retomar.

Nena reitero muchas gracias por brindarme tu amistad.

Los personajes de One Piece son propiedad de Oda~sensei.

 

"Mirame a los ojos... es donde se esconden mis demonios..."

 

Tóxico

 

 

 

Más allá de una cruel bienvenida… en la comodidad de un corazón roto...

Ahora los colores se tornan sombríos… son una imagen después de la vida…

 

-Si te vas… no te molestes en volver… - su voz sonaba quebrada al punto del llanto, no soportaba la idea de que se fuera, pero era dura con él para que se quedara. Era parte de su sangre, de su carne, era… de su familia.

-Descuida… Prefiero morir en la calle que vivir otro puto día aquí… - era una promesa que cumpliría.

-¡¡Kid!! - grito desesperada desde la puerta pero ya era tarde… El ya había desaparecido entre la niebla.

 

Despertó agitado, con el sudor recorriendo por su sien después de escuchar su propio nombre entre sueños, sus raros sueños.

Era la primera vez que recordaba ese incidente, desde que había dejado su cruel vida con su “familia” hace dos años para vivir una mejor. La última conversación con su madre y no estaba ni cerca de tener esa mejor vida… por ahora.

Con la respiración agitada, sobre oxigenando sus adoloridos pulmones, llevo una mano para tapar sus dorados ojos… Necesitaba tranquilizarse.

-Necesito un trago… - dijo suspirando pesadamente.

O en el mejor de los casos… Un tóxico alcohol.

Seguía tumbado en la cama sintiendo la antigua fractura sobre el puente de su nariz, el aire disminuir aportando solo lo necesario para poder subsistir y la poca luz que entraba por la ventana dejarle ver entre sus pálidos dedos su nuevo hogar…

Estaba hecho un desastre todo aquello… Botellas vacías de vodka por todos lados, latas de cerveza a medio terminar, los escasos vasos de vidrio que no estaban rotos o hechos pedazos en el suelo, contenían aun restos de una bebida posiblemente adulterada.

La cama era enorme eso si… Siempre le gustaba tener al menos un espacio decente para dejar que su enorme cuerpo intentara descansar. Abarcaba un poco más de la mitad del pequeño remolque donde vivía… y todo el espacio restante era donde la ropa sucia o limpia estaba regada por todas partes. Las botas militares desgatadas siempre la pie de la cama como si fueran lo más indispensable para poder vivir y claro sus gafas de soldador…

Eran parte de él como si fueran una extensión más de su cuerpo…

No tenia cocina… no la necesitaba.

Su desayuno, comida y cena eran lo primero que pudiera pillar y que fuera comestible… Estar corto de efectivo hasta el día de paga no era precisamente su idea de administración financiera pero sobreviviría.

-Aun hay tiempo… - el extraño momento había pasado.

Tenía el control completo de todo su cuerpo…

Y el lugar del que hablaba era el bar que estaba junto al embarcadero… El embarcadero donde él vivía… y trabajaba…

Un trabajo para nada respetable.

Levantándose con lentitud dejo que la sabana descubriera su desnudo cuerpo.

Dormía desnudo…

Su pálida piel, carente de esa melanina que la tiñería de algún color exótico… la dejaba como un lienzo de blanco… como un espacio vacío, pero tan musculada y perfecta como un demonio del mundo antiguo… una criatura hermosamente maldita.

Peino un poco su rojiza melena rebelde hacia atrás con una mano exhalando por su suavidad. Era de un rojo sangre flameante… brillante como esa chispa maldita, carmesí como el líquido que corría por sus venas pero tan sedoso que caía por su frente molestándolo de vez en cuando.

El color de sus cejas seria igual… si tuviera, pero su mirada no necesitaba de eso.

Esos ojos color oro por si solos producían miedo, teniendo la mirada más intimidante jamás vista en un ser humano, pero si de una deidad maligna mitológica.

Ese hombre parecía una mezcla de un demonio y un humano…

Eustass Kid…

Tomo solo su vaquero negro, su camisa roja de manga corta, sus botas y sus gafas de soldador…

No necesitaba más…

La sed quemaba su garganta, y que mejor que un alcohol para calmarla o aumentarla, lo que pasara primero.

 

 

 

 

Solo… Rodeado de un millón de rostros, uno a uno… Veo el juicio en sus ojos…

 

-¡¡Harás lo que yo diga!! - esa orden junto el golpe en su mejilla solo eran el recordatorio de lo que era para él. Un objeto más en su vida.

-¡Ya basta! Es solo un niño… - se había arrodillado junto al pequeño pelirrojo ahogando su llanto sobre su cálido pecho maternal, no podía dejar a su hijo sufrir de esa manera.

-Es un inútil, eso es lo que es… No merece ni las sobras de los cerdos. ¿Verdad, pequeño bastardo? - tomo del brazo al niño alejándolo de su madre para sacudirlo con fuerza escuchando el extraño crujido de su pequeña extremidad.

Los ojos del pequeño no reflejaban dolor… sino furia.

 

El bar estaba tan lleno como siempre…

Los pobres diablos que rondaban ahí solo lo hacían para satisfacer sus necesidades más repulsivas y oscuras.

Eran peores que perros sarnosos…

Todos esas miradas sucias y lascivas estaban fijas en los cuerpos semi desnudos de esos pobres desgraciados.

Seguramente estaban enganchados a la prostitución y la droga. Nada raro por esos rumbos.

Pero él no estaba ahí por eso. No le gustaba temerle la polla a una tía o a un chaval que ya había tenido diez adentro… Odiaba su vida pero no por eso se mataría de una forma tan estúpida con una enfermedad venérea.

El había tenido una vida violenta y la terminaría del mismo modo…

Y sobre sus preferencias sexuales… le gustaban más los culos que los coños pero lo que si le importaba era que tuviera algo que llamara su atención.

Cada persona tenía algo de lo que enorgullecerse… Aunque sea un minúsculo, era suyo como un tesoro valioso.

Y eso era lo que le gustaba, los pequeños detalles de la vida.

Ahora estando en la barra después de abrirse paso entre la gente con un gruño, una mirada intimidante o un brusco empujón, estaba bebiendo por lo único que podía pagar por ahora.

Aguardiente… No era lo mejor de lo mejor pero saciaba su sed.

El ardor de esa bebida parecía que quemaba las heridas en su garganta por los cristales que parecían estar incrustados en ella.

Le sorprendía que no presentara los síntomas clásicos de un alcohólico y sufriera una enfermedad hepática crónica degenerativa. Llevaba dos años intentado ahogar la mala pasada en alcohol, para dejarse perder en ese lugar olvidado de Dios, para sentirse un poco más vivo… El mundo no estaba peor que él.

Al menos ese era su consuelo…

Volvió a empinarse la botella importándole poco que el líquido resbalara de sus labios tocando su blanca piel, perdiéndose tenuemente como si fuera su propio sudor.

No estaba ni cerca de estar borracho… sería una larga noche…

Volteaba de vez en vez hacia el escenario donde eran presentados algunos de los nuevos, la carne fresca del lugar.

Kid miraba los rostros desfigurados en depravación mal contenida de esas personas…

Repugnantes…

Solo en esa parte del puerto, había este tipo de entretenimiento con la bebida más barata y que la justicia fuera un rumor… Podían estar a sus anchas sin remordimiento alguno.

La maldad es parte de la naturaleza humana… y él lo sabía.

 

 

 

 

Como una enfermedad… Siempre estoy equivocado…

Y ahora el entumecimiento se ha ido, no puedo soportar el dolor…

 

 -¿Dónde está el dinero? - extendió su mano sin siquiera mirarlo, esperando que le diera lo que quería para poder mandarlo a la mierda.

-No lo sé… - contesto con un susurro lleno de furia. No estaba para soportarlo con todas las mierdas que se inyectaba o se tomaba como si fueran agua.

-No te atrevas a responderme así maldito mocoso. Si estás aquí es porque yo te lo permito.- ahora si le miraba dejando de lado esa larga jeringa con una solución acuosa demasiado espesa. No quería levantarse de su lugar pero si había olvidado cual era su lugar, con gusto se lo recordaría - ¡¿Dónde está mi maldito dinero?!

-Deja de joder… - ya estaba por salir de su rango de visión cuando le tomo por el rojizo cabello estampando su cara contra la pared.

Sintió un calor extraño en su nariz… Se la había fracturado solo con un golpe.

 

La nueva canción junto con otra nueva víctima de ese lugar llegaba…

Kid podía ver como arrastraban al pobre chico hasta la silla donde ofertaban por el sin más.

Desde hace un rato ya miraba todo aquello sin mostrar ninguna emoción, solo su ceño fruncido como siempre… Intentando analizar todo eso.

El no era una buena persona… ni siquiera se consideraba una persona. Se veía a sí mismo como un demonio que vino a pagar los pecados que cometió en otra vida…

Ese pensamiento era más alentador.

Era la quinta botella de aguardiente que se bebía, su vista estaba perfecta y ahora veía como empezaban a desvestir al chico en cuestión.

Cabello oscuro, piel morena, unos pendientes dorados en su orejas, extraños tatuajes en su cuerpo que ahora solo llevaba las prendas inferiores… Esos raros vaqueros moteados.

Pero se dio cuenta de un detalle.

-“Aliento del demonio” – susurro molesto cuando miro su rostro y sus raros ojos metálicos totalmente perdidos.

En otras palabras… habían drogado a ese chico.

Y sabia que esa era la droga que habían utilizado por como obedecía fielmente cada palabra dicha por el presentador, un hombre asqueroso de bigote prominente y barba en igual medida vistiendo como si fuera un domador de leones.

Le había pedido que se levantara de donde había estado y que caminara un poco para que todos los presentes lo vieran.

Kid solo bufo molesto.

Aquel chico con algo de esfuerzo se levanto jadeando por solo esa simple acción… Y cuando empezó a caminar… lo hacía muy lento para no caer.

Sabía el efecto y duración de esa droga.

El mismo la distribuía cuando necesitaba un dinero extra, algo más que manchaba su hoja de vida e incluso el mismo tenía unas dosis guardadas en casa por si la ocasión le requería… Cuando tenía “visitas inesperadas”

Termino su bebida de un trago para poner toda su atención en ese chico.

Al parecer tenía algo especial porque todos en ese lugar le miraban atentos, no dejaban escapar cada movimiento o paso de quedaba, tenía algo… hipnotizante.

Parecía un hermoso felino ronroneando, sumiso en el escenario, caminado… no… pavoneándose calmado mostrando su hermosa delgadez, seduciendo de un modo natural a todo el que le miraba.

Pero era de forma inconsciente…

Solo estaba bajo el efecto de esa droga...

Negó con la cabeza cuando empezaron a subastar por él.

La puja empezó con un alto precio sobrepasando los diez mil berrys, que muchos de esos hombres trajeados, alguno de que otro con pintas de matón y predicadores, mostraban que traían bastante pasta en sus carteras.

La inmundicia solo era una palabra olvidada en ese lugar, o más bien carente de significado como la decencia humana.

El presentador solo sonreía mostrando sus amarillos dientes para elevar más el precio hasta que se terminara el tiempo.

El dinero mueve al mundo… y ese mundo es muy codicioso…

Con forme pasaban los segundos, el precio final quedo registrado por ese hombre que gritaba más que extasiado con la enorme cantidad de: 44,000,000 berrys.

-Impresionante… - susurro Kid para ver cómo lo bajan del escenario por la parte de atrás.

Ese chico tan extraño… Tenía ese algo que le gustaba.

Sonrió ampliamente cuando la próxima víctima paso, era llevada de igual modo para ser vendido como carne de res.

Su mente torcida y desgastada por todo el mal que lo había tocado, producía la más descabellada pero extraña idea que se le hubiera ocurrido solo a un hombre de hojalata.

 

 

 

 

Me pongo en la línea… Siempre lo he hecho…

Necesito ser paciente mientras perfecciono el diseño de la muerte… esa es la señal.

 

-¡Déjale! - grito desde el marco de la puerta mirando como brotaba la sangre su boca y marcaba su blanca piel a perlada con sus sucias manos.

-No te metas en esto mocoso del demonio… Es culpa de esta zorra. Siempre ha sido su culpa. - le culpaba a ella de todo lo malo que le pasaba. Era lo único que sabía hacer cuando no conseguía lo que quería… Si no era ella iba a por él. El circulo vicioso de la autodestrucción.

-Sabes algo… No respondo bien a la amenazas… - Ahora su tono de voz era uno extrañamente calmado… No era una advertencia, si no la calma antes de la tormenta. Llego con una increíble velocidad a donde estaba para torcerle la mano de una forma muy dolorosa.

Le enseñaría que ya no era el crio de tiempo atrás…

-¡Kid! ¡Para! ¡Le matarás! - pero no podía escucharla… esta vez no.

 

No le costó ningún trabajo colarse en la parte posterior del escenario.

Todo era más sencillo cuando el público estaba distraído con tan depravado espectáculo…

Abrió la pesada puerta de madera húmeda por el agua de mar, estaba corroída por la sal pero aun servía para su propósito. Mantener alejados a los curiosos.

Dentro de todo aquello, la basura, los roedores y la podredumbre era lo de menos, ver todas esas gruesas cadenas junto con los grilletes demostraba la crueldad humana para dejarse esclavizar a su propia especie era suficiente para una noche.

Pero el buscaba otro tipo de tesoro… Uno más humano.

Veía a todas esas personas enjauladas como bestias… si alguien debía estar ahí no eran ellas, sino sus captores.

Ni siquiera se molesto en hablarles o sacarles de ahí. Estaban aun bajo el efecto de la droga y eran más de veinte… Notarían si les liberaba a todas pero no lo haría, el era un antihéroe, veía por sus propios intereses, sabía que la vida no era justa con nadie… Así que… ¿Por qué ayudarles? Cuando nadie le ayudo a él…

Empezó a frustrarse un poco al no encontrar al moreno.

¿Dónde coño le habían dejado? ¿Encadenado a una cama?

Y bien dice el dicho: “Piensa mal… Y acertaras”

Porque cuando llego al último cuarto al final del pasillo donde tenía puesto el letrero de Estrella principal… estaba ese chico encadenado al cabecero de la cama.

Como odiaba tener razón… Kid sabía que eso era una maldita trampa.

Ignorando un poco su instinto, entro sonriendo cuando ese chico de ojos color de estrella le miraba pero sin mirarle, sonriendo pero sin sonreírle, solo acostado en la cama sin el más mínimo intento por zafarse de sus cadenas.

¿Cuántas jodidas dosis le habían dado para tenerlo así de calmado?

Su dorada mirada viajaba por todo su cuerpo examinando cada detalles sin ver una sola imperfección en su ser. Un hermoso ángel reposando frente a él.

Tuvo que sacudir su cabeza para dejar de pensar cosas insanas en esos momentos… no había tiempo para el sexo por ahora.

Saco de su bolsillo dos pequeñas ganzúas para quitarle esas esposas que tenía en sus delgadas muñecas.

-Rojo… - escucho como el moreno decía.

Kid en todo momento, desde que se acerco a él, no le dirigió una sola palabra ni le miraba, esperaría para sacarlo de ahí pero la voz casi rasposa de ese chico le detuvo por un instante.

Era obvio que hablaba de su cabello…

Tener un color tan poco natural le hacía resaltar de inmediato y eso no le gustaba.

-Sera mejor que te calles, si quieres que te saque de aquí. - Kid no era el más amable con las palabras pero así era él.

El chico de cabello oscuro obedeció pero no dejaba de mirarle con esos hermosos plateados. Su mirada seguía turbia por la droga como si fuera un niño pequeño contemplando algo que le gusta mucho pero que le habían negado a tocar.

-Listo… Venga vámonos de aquí. - forzar cerraduras era una de sus especialidades de Kid cuando era pequeño.

Cuando una persona es encerrada… tiende a interesarse por esos temas.

En cuanto las esposas dejaron sus muñecas, Kid le tomo de la mano para que caminara junto a él pero…

El moreno casi caía al suelo de no ser porque Kid le había sujetado por su esbelta cintura.

-Y ahora que… ¿No me digas que no puedes caminar? - no esperaba eso, ahora sabía que su instinto nunca le fallaba cuando se trataba de hacer alguna estupidez como la que ahora estaba haciendo.

-No… - el pelinegro le mostro parte de sus talones que cubrían su pantalón.

Eustass frunció más su ceño al ver las heridas en estos…

Al parecer no solo eran unos bastardos violadores, eran unos de hijos de puta de lo peor.

Le habían cortado minuciosamente parte de su musculo para que no pudiera caminar del todo bien, y ahora sabía porque en aquel escenario parecía costarle mucho el hacerlo.

-Mierda. - no había opción, tendría que cargarle para sacarlo de ahí.

Deslizo su mano con suavidad por su delgada cintura desnuda una vez más para tomarle de una forma posesiva y cargarle sobre su hombro como si fuera un saco de patatas.

No hubo queja por parte del moreno al ser cargado así por su nuevo captor pero si soltó una risilla que le agrado a Kid de sobre manera.

-¿De qué coño te ríes? - tenía que preguntar para saber la razón de esa hermosa melodía pero siempre con una blasfemia acompañada.

-Nos están vigilando. - otra vez esa dulce voz para los oídos de Kid pero… ¿Qué había dicho?

Le miro sobre su hombro cuando la mano tatuada del moreno apuntaba a una cámara que estaba sobre sus cabezas.

-Me tienes que estar jodiendo… - la verdadera diversión apenas empezaba.

 

 

 

 

No puedo negarlo… pero no puedes evitarlo tampoco…

De todas formas… siempre es mejor si estas bajo la línea…

 

-¡¿Por qué coño lo defiendes?! ¡¿Qué no ves que es él es el monstruo no yo?! - no podía creerlo que lo que le había dicho sobre lo bueno que era y chorradas así, cuando el solo buscaba defenderla como podía del verdadero demonio con el que “vivían”.

-No Kid… Tú eres el demonio aquí… El único monstruo aquí… eres tú. - intentaba no romper en llanto cuando le dijo aquellas palabras. Eso era lo más doloroso que una madre le podía decir a su hijo… Estaba condenándolo a un infierno del que nadie le ayudaría a salir.

-Te odio… ¡Te odio! - había quebrado la poca cordura que tenía para perderse en la oscuridad. - Tú no eres mi madre… - susurro para subir con paso lento a su habitación dejándola ahí sin decir nada más. Esa sería la última semana que dormiría en esa casa.

 

Con sus manos desnudas terminaba de romperle el cuello al pobre idiota que intento golpearlo con esa vara eléctrica.

-Maldito bastardo… - susurro con rabia para dejar ahí el cadáver limpiándose las manos sobre la pared.

Había dejado una huella de su enorme mano…

En efecto la seguridad de ese mal oliente lugar había llegado para detener a Kid quien quería llevarse a su grandiosa fuente de ingresos.

Nada difícil de suponer la verdad pero…

Dos enormes hombres más llegaron por el pasillo.

-No saben lo mucho que disfrutare esto… - Kid ya tronaba sus nudillos anticipándose a la golpes que les daría respectivamente.

Pero algo más llamo su atención.

-Jeje… Eres muy gracioso pelirrojo-ya. - era el moreno quien le miraba desde el suelo.

Le había bajado de su hombro para poder moverse con mayor facilidad, pues matar a alguien con un peso extra no era de lo más ventajoso.

Ese chico de cabello oscuro parecía estar divertido con todo eso.

La situación en la que estaban no era la más cómica… pero para ese chico si lo era.

Y eso le gusto a Kid.

Sonrió para ver como aquellos dos sacaban un revolver y un dorado cuchillo respectivamente que al pelirrojo le gusto de inmediato.

-Muéstrame lo que tienes pelirrojo-ya. - mordió su labio inferior de una forma sensual, casi podría decirse que estaba coqueteando con poca decencia.

Al parecer había encontrado a alguien que gustaba de la violencia tanto como él…

Cuando recibió el primer disparo en su pálido brazo solo pudo sonreír más… El dolor parecía no ser un efecto secundario cuando disfrutaba de la matanza.

Su sangre llego a salpicar al chico en el suelo que relamió sus labios al probarla con gula, parecía que no solo le gustaba la violencia, sino la muerte también.

Con un solo movimiento Kid había quitado de sus asquerosas manos la belleza de navaja que traía ese idiota y que no sabía usar.

La oscuridad de la violencia y la furia… empezaban a dominarle…

Como amaba la embriaguez de esos deliciosos vicios. Uno siempre llevaba al otro y así hasta explotar lentamente.

Eso era justo lo que lo hacía tan fuerte, tan macabro, tan endemoniadamente sensual.

Un pálido demonio salido del infierno…

Corto la garganta del otro sujeto con facilidad, disparando la sangre a todo lo que estuviera cerca, un cuadro hermosamente macabro.

-Jejeje. - y el chico moreno no dejaba de reír por lo bajo cuando los mato como si no fueran nada.

Parecían ser hechos de papel ante sus manos, meros títeres de trapos viejos.

Y apenas estaba comenzando…

-¿Te ha gustado todo el espectáculo, enano? - pregunto Kid al mover los dedos sintiendo la espesa textura pegajosa de la sangre.

Se los había cargado con una facilidad aterradora.

-Mucho. – contesto con una sonrisa, mordiendo levemente su labio, dejando sus dientes presionando por unos segundos, soltándolo, haciendo el sugerente movimiento.

Ese moreno le estaba provocando.

Excitándose con la muerte a su alrededor… con la sangre sobre sus manos.

Esta vez cuando le cargo por la cintura, la sangre mancho su perfecta piel morena.

Los dedos de Kid se pasearon de forma más sugestiva, posesiva y suave, dejando el color rojo aparentando ser gruesos pinceles que dibujaban sobre un lienzo nuevo.

No dejaban de mirarse… de comerse con la mirada.

El rostro el moreno se sonrojo levemente pero seguía con esa lujuria saliendo por cara poro de su delicada piel, tan fina, tan suave, grácil al tacto…

Kid quería besarlo…

-¡¡Bastardo!! - habían llegado más molestas basuras a interrumpir el mágico pero macabro momento.

Tendrían que esperar un poco más.

 

 

 

 

Estoy equivocado… pero ya lo he estado antes…

 

-No comiste… - retiraba el plato que estaba en la misma mesa donde lo dejo la noche anterior. La comida estaba intacta, fría, aun con la espesa salsa de champiñones que con tanto amor había hecho. - ¿No tienes hambre? - ya estaba preocupada al ver que era el tercer día que no probaba bocado.

-Dime una cosa… ¿Qué es lo ves… cuando me miras? - se levantaba de la cama donde había estado acostado todo ese tiempo… Seguía siendo un joven impulsivo con mucha furia dentro de él, pero quería que le dijera lo que realmente pensaba su propia madre al verlo.

-Kid… No quiero que acabes como el… - no era la respuesta a su pregunta. Esperaba que entendiera que no todo estaba en las manos del destino, que podía ser una mejor persona de lo que su padre era, alguien que podía elegir y no quería que acabara de la misma forma solo por la furia.

-Demasiado tarde… - se levanto para pasar a su lado tirando el plato de la comida recién hecha de esa mañana.

Todo se había ido al infierno…

 

Cuando salió de nuevo por la puerta trasera que daba al bar, todo estaba en caos.

Su “pequeña misión”  solo era la cereza sobre el pastel…

Al parecer los “clientes” querían sus preciadas adquisiciones antes de que terminara el espectáculo, exigiendo como siempre con el único lenguaje que entendían: la violencia.

Pasar por la lluvia de balas no era una buena idea…

Y menos con un moreno que no podía caminar… No podía estar más jodido.

-Escucha enano… Pase lo pase… No levantes la cabeza ¿Vale? - el pelirrojo ya lo llevaba en su espalda, sosteniéndolo por sus bien torneados muslos.

La verdad esa forma de llevarlo le provisionaba mas contacto.

Pero no era el único…

-Te he mencionado que… Odio las ordenes… Pelirrojo~ya. - y en efecto, el pelinegro le susurro sensualmente ahora que estaba muy cerca de su oído.

Estaba abrazado a su fuerte cuello inhalando el misterioso aroma que desprendía su exótica piel pálida.

Esos extraños flirteos estaban incluso en las peores circunstancias… pero no por eso menos encantadoras.

Un gruñido muy grave recordando a una bestia salvaje fue la respuesta de Kid.

Se follaría a ese chico toda la puta noche si era preciso por provocarle de esa manera.

Y la droga ya estaba siendo procesada. Seguramente para la mañana no tendría rastros de ella…

Pero antes que nada, tendrían que salir de ahí…

Por la derecha los dueños del lugar… y por la izquierda los impacientes clientes…

No sabía quiénes eran más estúpidos.

Y ninguno era peor que el otro.

Técnicamente, les estaba robando a ambos bandos… La mercancía de uno de sus clientes y la ganancia de otro.

Lo mejor para salir era la ventana al otro lado de la puerta principal… Estaba relativamente cerca.

Bien… cosa de dos pasos y listo.

Empezó a caminar cautelosamente con el moreno para no llamar su atención mientras los idiotas se mataban entre ellos, olvidando la regla mas básica del combate: mirar tu entorno.

Llegaron a la ventana…

-Venga tu primero enano. - con cuidado, más del que le hubiera gustado, lo ayudo a pasar el otro lado cuando…

-¡¡Tú!! - vieron a Kid sacando la preciada mercancía.

-Joder… - y estando tan cerca de salir…

La herida previa del impacto de bala en su brazo izquierdo no era el suficiente para detenerle pero otro más… quizás sí.

Había crecido en un hogar violento y se creía que era invencible… que era inmune a todo… que no perdería nada que no hubiera perdido ya…

Pero un buen día se despierta, conoce a un chico que cambia su jodida perspectiva y se da cuenta de que no era tan invencible.

-Coño… - empezó a sangrar.

Genial… ahora tenía un agujero en su segundo brazo favorito para beber y la única forma para salir era cruzando una jodida ventana que tenía salpicada su sangre…

-¿Pelirrojo-ya? - el moreno miraba la nueva herida en su brazo cuando salió.

Se veía bastante mal.

-No es nada… - Eustass no necesitaba la compasión de nadie.

 

 

 

 

Y desearía que nunca hubiera pasado… Y ahora sé que es solo un sueño…

Ahora estoy ciego… No puedo abrir los ojos…

 

-¿De dónde eres? - pregunto curioso aquel hombre para el que pronto trabajaría. Alguien sin escrúpulos, con una reputación dudosa, quizás un traidor si querías jugártela pero era la única opción… por ahora.

-¿Eso importa? - contesto con otra pregunta… Como odiaba las interrogantes inútiles que solo creaban más desconfianzas, si es que había alguna confianza. - Solo dígame que hay que hacer. Podemos saltarnos las putas presentaciones.

-Kid, mi querido Kid~chan. - chasqueo los dedos para que se dignara a mirarle de una buena vez en lugar de ver el miserable paisaje que estaba en la ventana. - Eso es lo divertido de este juego… Quiero saber, de qué lado juegas antes de hacer un trato. - ya sacaba un sobre con lo que tenía que llevar a un destino incierto.

-Odio a la poli… Odio a la gente que se pone en mi camino… Y sobre todo odio perder el tiempo con un chalado que usa gafas de sol bajo techo. - sus palmas estaban sobre la mesa… amenazando con soltar un merecido puñetazo por hacerle perder el tiempo. La paciencia nunca fue su virtud.

--Fufufufufufu…

Esa risa… jamás olvidaría esa risa…

 

El camino de regreso a su remolque fue corto, pero no menos agobiante.

Las pequeñas manchas de sangre que había dejado por la herida de su brazo fueron borradas por la nueva lluvia que caía.

-¿Sabes lo que haces? - en realidad Kid solo podía mirar las manos tatuadas que ya trataban su herida.

No solo había sacado la bala que parecía haberse incrustado en su músculo, sino también el roce de la primera.

El moreno estaba muy concentrado en su trabajo.

La droga aun estaba en su cuerpo… le había ordenado que se callara y así lo hizo.

Quisiera o no, obedecería hasta que la metabolizara por completo…

-Tks… Ya puedes hablar. - ordeno para que el chico que le estaba curando volviera armonizar el ambiente con su voz.

Jamás había visto esa facilidad de manejar una herida, y menos con tanta sangre saliendo de esta…

-¿Eres médico o algo así, enano? - la aguja atravesó su pálida piel, dejando una gota de sangre descender hasta sus dedos.

Su mirada dorada permanecía fija unos momentos en sus dedos tatuados, que subía por sus antebrazos, miraban el gran corazón de su pecho y se perdían en sus oscuros pezones que estaban erizados por la falta de ropa.

Desde que llegaron… el pelinegro no parecía tener frio… o al menos no lo decía.

-Algo así. - al fin hablo. Una voz calmada casi serena pero un poco fría, dulce pero masculina… suave. - Estudio medicina, pelirrojo~ya. - esta vez alzo la vista de la herida para ver sus ojos dorados.

Kid nunca había visto unos ojos así… los ojos de ese chico eran metálicos, como platinados. Sus pupilas estaban dilatadas, signo característico de los efectos de la droga pero esa sonrisa gatuna era suya.

Aun estaba esa extraña tensión sexual.

Que estuvieran en la cama era una gran ventaja, porque esta vez no habría ninguna maldita interrupción.

Con la mano donde no estaba la herida, al fin toco su moreno rostro. Estaba sonrojado tenuemente, pensó que era por el frio que hacía gracias a la lluvia, pero no era así.

-Te vas a helar, enano… - era una indirecta de algo…

-¿Acaso quieres calentarme, pelirrojo~ya? - y respondió con otra indirecta…

Aún tocando su sonrojada mejilla, deslizo su mano por su delgado cuello hasta llegar a su nuca…

-Aahh… - un leve jadeo por parte del moreno se escucho, cuando lo tomo con fuerza de su oscuro cabello.

-Me llamo Eustass Kid, enano… No pelirrojo. - prácticamente gruñía en ese agarre posesivo.

Sus rostros estaban muy cerca, podían sentir la respiración ajena mezclarse con propia, sin rechazarse, sin dejar de contemplarse, sin dejar de ser una caricia ruda…

-Y yo no me llamo enano… Mi nombre es Trafalgar Law… - ronroneaba cada silaba para terminar de posar sus tatuadas manos sobre el pecho descubierto del pálido chico.

-Je… Bien se acabaron las presentaciones. - Kid no pudo esperar más para besarlo.

Era todo lo que necesitaba saber de el por el momento… Le gustaba tener, al menos un nombre que decir cuando lo estuviera follando.

 

 

 

 

No puedo permanecer despierto… Ardiendo en vida…

No puedo respirar este aire tóxico lleno de mentiras…

 

-¡Estoy cansado de esta puta mierda! - llego molesto tirando la puerta del despacho de su jefe. - ¡Dame algo más entretenido! - termino por arrogarle el fajo de billetes frente a la mesa donde su jefe estaba sentado.

Se había cansado de ser solo un “mensajero” para la corrupta organización de la cual aun no era parte… Y quería ser de la “familia” de una maldita vez.

-Fufufufu Kid~chan. - dijo negando con la cabeza para recoger la pasta y guardarla en uno de sus cajones. Era la parte proporcional del paquete que le había encomendado entregar esa misma noche. - ¿En serio quieres ser un miembro oficial de todo esto?

Ese pelirrojo no tenía idea en lo que se metía pero a él, le daba absolutamente igual… Tenerlo dentro, significaba que vendería su alma al demonio… y el era ese demonio.

-Venga Doflamingo… ¿Qué tengo que hacer? - se arrepentiría de por vida el hacer esa pregunta que se abría a toda interpretación posible.

-Quiero que mates a mi hermanito… - la fotografía de un rubio muy parecido a su jefe llego a sus manos.

Ese era el contrato, era la sentencia de muerte…

 

No les había tomado ni un minuto desvestirse mutuamente, y que solo llevaran los pantalones cuando empezaron a besarse, era una ventaja.

Se besaban furiosamente, comiéndose la boca del otro de la forma más sucia posible, dejando que sus lenguas danzaran desesperadas incluso fuera de sus labios uniéndolas por un hilo de fina saliva.

Law se cerraba sus hermosos ojos grises, acariciando la roja cabellera de su amante, le gustaba mucho ese color… rojo como la sangre.

Y Kid… bueno el se entretenía con otra cosa más estrecha, una deliciosa abertura que pronto recibiría su gran polla que ya palpitaba de emoción.

No dejaban que ni un mísero suspiro escapara de sus bocas, sus pollas frotándose vigorosamente entre ellas, dejando que el líquido pre seminal saliera de la punta de la moreno y humedeciera la del pálido chico.

Parecían dos animales en celo…

-Joder… quiero metértela ya. - gruñía Kid en sus labios para agarrar su culo y abrirlo metiendo un dedo más.

En efecto… Kid estaba sobre Law y esté abierto de piernas dejándose hacer tanto como el otro quisiera.

-No… no se que estas esperando… - jadeaba dándole el permiso, que no obvio el pelirrojo no necesitaba, pero tirando más de su cabello para seguir besándolo.

Con una enorme sonrisa… más bien una muy macabra… Kid contemplo el cuerpo de Law desde su posición.

Una suculenta escena pornográfica: su morena piel bañada por el sudor,  esas marcas resaltadas con su propio brillo macabro, sus pezones erizados, llamándolo a probar su dulce sabor, pero su rostro era lo más erótico de todo…

Sonrojado con fuerza, dejando escapar su exquisita saliva por la comisura de sus labios, resbalando por su delgado cuello perdiéndose con su sudor y sus ojos turbios de placer… Un placer que con gusto le daría.

Relamió sus labios provocando el vórtice de lujuria que emanaba su cuerpo, invitando al moreno a participar en esa erótica obra… solo ellos… como los putos protagonistas.

Lo tomo de sus manos con fuerza, entrelazando sus dedos con los tatuados del moreno que eran más pequeños que los suyos, abarcando casi toda su delgada mano.

Basto un solo movimiento, para nada ensayado, de la cadera del pelirrojo para meterla de golpe, un delicioso envaine donde su polla entro con fuerza en su estrecho culo, tan suave y húmedo… estaba en la gloria.

-¡¡Eustass-ya!! - grito agudamente enterrando sus uñas sobre el dorso de las manos ajenas.

Había dolido pero también le había encantado a la vez, un dolor placentero que sobresalía de las escalas de normalidad para el acto sexual, pero él no era alguien normal.

-Joder, Trafalgar estas muy estrecho… joder que apretado culo tienes… - gruñía sobre su oído sumido en el placer, ignorando el dolor en sus manos.

Quizás debió ir más lento, con más cuidado y calma pero eso no sería posible, el follaba así de duro, así de salvaje, como un maldito animal en celo, y aun se preguntaba de donde había sacado eso.

No dejo que se acostumbrara al enorme tamaño de su dura polla, su cuerpo ya pedía la necesitada fricción sexual, la intensa necesidad de reproducirse como Dios mandaba, y su moreno amante correspondió su gesto malsano apresando su gruesa cintura con sus torneadas piernas…

Ambos demandaban más, sus bocas volvieron a fundirse en un intenso beso buscando al verdadero dominante de la bella sinfonía, y siempre sobre poniéndose uno sobre el otro.

Law era un chico duro de dominar, a pesar de estar debajo, con una enorme polla llenando su lindo culo, y una sonrisa gatuna que descolocaba a más de uno; tocaba los cojones de una manera poco conocida y atrayente en muchos sentidos que solo conseguía atraer más a Kid.

El pelirrojo gustaba de las cosas difíciles, de los retos, de las cosas que estaban fuera de su alcance para reclamarlas como suyas, y una vez que estaban en sus manos… Eran suyas y de nadie más.

Arremetía con fuerza y rapidez…

En verdad que el culo del pelinegro era apretado, Eustass podía sentir como succionaba su polla, apretando inconscientemente cuando la metía hasta la base y relajando cuando la sacaba para volver a repetir el proceso.

Los sonidos húmedos apenas se escuchaban… el placer era tal que dificultaba decir palabra alguna…

Y si… el pequeño remolque empezó a mecerse levemente, por la fuerza de las embestidas de Kid.

Los gemidos casi gritos de aquellos dos empezaron a escucharse siendo mimetizados por la ligera lluvia.

Era una noche hermosa para follar…

 

 

 

 

No puedo ver… Que ha sido de mí…

Vivo aterrado de que el sol caiga del cielo… No puedo permanecer despierto...

 

-No te muevas imbécil… - estaba apuntado a la cabeza de ese hombre, al que tenía que matar, solo una víctima más.

Al final… había aceptado el último encargo…

-No tienes que hacer esto. Sé que tú no eres un asesino. - sabía en la posición que estaba, que en cualquier momento podría volarle la cabeza esparciendo su cerebro sobre la pared más cercana pero arriesgaría todo por salvar su alma.

-Tú no sabes nada sobre mi… - refuto enojado, no estaba para más bromas estúpidas, y seguramente ese rubio era igual que su hermano y jefe, un loco psicópata.

-Se mucho sobre ti Kid… y sobre mi hermano también… - eso no lo esperaba el mencionado. - ¿Acaso no quieres cambiar tu destino? - el raro silencio que hizo, fue la respuesta de su indecisión de su atacante. Sabía que no le mataría…

-Tks… Nos volveremos a ver… Rosinante Donquixote… - por alguna extraña razón no pudo hacerlo en ese momento, pero no habría una segunda vez de eso estaba seguro antes de salir de ahí.

¿Por qué cojones la palabra “destino” lo afectaba tanto?

 

Habían cambiado de posición a una más… apetecible.

-¡¡Aahh!! ¡¡Así!! - gritaba extasiado el moreno arqueando su espalda, intentando mantener la cabeza en alto.

-¿Cómo?... ¿Así? - pregunto el pelirrojo burlón para hacer de nuevo el movimiento que le había pedido con fuerza.

-¡Sii! - afirmo con desespero, dejando que su saliva escurriera por sus labios y lengua hasta la colcha de la cama.

-¿Te gusta duro? - no podía dejar de sonreír, ni de preguntar arrogante como es que soportaba perfectamente todo eso.

¿Cómo es que no habían probado esta posición primero? Era una de sus favoritas porque podía someter más fácilmente a su presa, pero esto no había sido el caso, era su nuevo amante el que la había sugerido cuando se corrió por primera vez en su interior, dejando su culo en alto para que viera como salía el semen que antes había vertido en él, y obvio poniéndolo duro al instante.

Law estaba a cuatro patas sobre la cama…

Y quien era Kid para negarse tan apetecible cuerpo en su posición favorita…

Al igual que en un principio, volvió a empalarlo con fuerza, sosteniendo sus delgadas caderas para marcar el ritmo, para meterle la polla hasta el fondo y morder su figura con una nueva perspectiva.

No podía parar de morderlo, de besarlo, admirando ese bello tatuaje surcaba su espalda y parecía que el cuerpo de Law consumía el de Kid con ese estrecho culo, nunca había sentido eso con nadie…

Pero… ¿Acaso su moreno ya había estado con alguien? Y si, ya era su moreno, al menos en su mente sí.

No podía imaginárselo con alguien más,  y el solo hecho de intentarlo causaba unos celos posesivos natos en el, una rabia incontrolable por defender su propiedad como un lobo marcando su territorio, tenía que centrarse en meterle la polla con más fuerza.

Aumento más la fricción, cosa que Law noto de inmediato para girar su cabeza ligeramente, agarrando la cabecera de la cama como punto de apoyo, y mirando aun más excitado al pelirrojo detrás de él. Su furioso semblante que en lugar de intimidarlo, lo ponía más a tono, ver como se relamía los labios como si lo devorara y porque… el rebelde cabello rojizo que se pegaba a su frente tapando parcialmente su mirada y desvelándola con cada embestida…

Solo podía pensar una cosa…

“Ese hombre es un demonio….”

-K-Kid… - se atrevió a llamarlo por su nombre.

No sabía si era la droga la que lo hacía alucinar, o la enorme polla dentro de su culo estremeciéndolo, pero estaba delirando con esa imagen del pelirrojo tan jodidamente dominante, presintiendo que el sexo pasaría a un segundo plano en alguna parte de…

Un gemido interrumpió sus propios pensamientos…

El pálido hombre empezó a tocar su polla con fuerza, apretándola desde la punta, para descender hasta la base de esta, subiendo aplicando esa deliciosa presión y repetir el movimiento tantas veces fuera necesario.

-Law eres mío…mío… mío… - y ahí estaba la parte posesiva, celosa, irracional y casi animal de Kid.

Cuando quería algo intentaba desesperadamente mantenerlo a su lado, incluso  fuera por la fuerza… era un idiota en eso del romanticismo.

Tomo la nuca del moreno para bajar su cabeza de nuevo a la cama, quería que alzara de nuevo su culo solo para él, además de abrirle un poco sus torneadas piernas teniendo un mejor acceso y seguir moviendo su muñeca para darle más placer.

Kid no supo adivinar si Law se corrió por las furiosas y deliciosas penetraciones, si fue por la mano sobre su polla, o las constantes palabras posesivas de ser solo suyo… quizás una mezcla de todas ellas pero él también lo hizo por la fuerte presión que sintió en su polla, corriéndose en su interior con fuerza suprema…

Había sido el mejor polvo que tuvo jamás pero… ¿Podía repetir?

Claro que sí. Era Eustass Kid y Trafalgar Law ya era suyo.

Ya pasaba de la media noche… Solo unas horas más para que amaneciera, revelando el nuevo día.

-Vamos a por otra ronda… Trafalgar. - no era una petición, era una orden.

-¡Espera, Eustass-ya! ¡¿Qué crees que… ¡¡Ammm!! - ya le había jalado del brazo para besarlo.

 

 

 

 

No queda nada por romper… Mi vida está en mil pedazos… por millones de razones… ¿Por qué debería mantenerme lejos?

 

-Joder… - no podía creer que otra vez estaba bajo la mirada de un psicópata. Bastante tuvo con su infancia de mierda como para volver a tropezar con una piedra similar…

Estaba encerrado en aquel edificio abandonado.

-Kid~chan… ¿Dónde estás? - el tono cantarín de su antiguo jefe resonaba en la oscuridad y la vaciedad de aquella edificación.

Incumplir con una de sus órdenes significaba la muerte y ahora que ya conocía a su hermanito, simplemente no podía dejarlo vivir. Era lo bello de este juego… matas o mueres.

Solo tenía dos opciones muy claras.

-¡Kid! - alguien más había entrado al juego.

-Joder… ¿Qué mierda haces aquí Rosinante? - ahora estaban los tres ahí…

El cazador, la presa y el comprador…

 

Los rayos del sol empezaron a molestarlo cuando ya quemaban su pálida piel para dejarla rojiza.

Se percato que pasaba del medio día…

No importaba demasiado en realidad, lo único que le importaba era el chico durmiendo sobre su pecho desnudo.

Admiraba las marcas que orgulloso le hizo sobre su acaramelada esencia, su respiración tan pacifica signo de que dormía profundamente y le extrañaba las ligeras ojeras debajo de sus ojos, implicando que no tenía la costumbre de dormir mucho.

Eran curiosos los tatuajes que estampaban su piel, los pendientes en sus lóbulos, y… sus tiernos labios entre abiertos pidiendo un beso.

Algo dentro de Kid se removió, en su pecho más específicamente, como si su corazón se hubiera acelerado emocionado por verlo así de… ¿Lindo?

Movido por una magia extraña, acaricio su melena oscura sin prisa, entrelazando sus dedos con las hebras de su cabello negro, incluso lo despeino un poco sin querer, pero que importaba.

Esperaba no despertarlo, con su impaciencia al tocarlo tan suavemente, e ir descendiendo poco a poco, por su nuca, su cuello, parte de su espalda, definir su cintura para posarse en su lindo culo.

Suspiro fascinado cuando no pudo contenerse a sabrosear aquel perfecto glúteo moreno con su enorme mano, apretándolo y rozando su entrada pero sin penetrarla.

Demonios… se estaba poniendo duro.

Follar por la mañana era la mejor forma de empezar el día ¿No?…

-¡¿Qué mierda estás haciendo?! - una tierna amenaza por parte del dueño que ahora despertaba le hizo detener su pálida mano.

Trafalgar Law… estaba despierto. Y no estaba de muy buen humor.

Kid aparto lentamente la mano, intentando no provocar la ira de sus ojos metálicos cuando…

El moreno se levanto con una velocidad aparatosa, cayendo de la cama al suelo junto a la ropa, y la basura del lugar.

-Jajaja. - era inevitable reírse.

El pelirrojo no se estaba burlando de él, estaba riéndose con el… pero el otro no sonreía, solo le fulminaba con la mirada haciendo un leve puchero que lo dejo mudo.

-Venga Trafalgar… Te vas a helar si te quedas ahí. - ya daba pequeñas palmadas con una amplia sonrisa coqueta sobre la cama para que le acompañara un rato más antes de follárselo de nuevo…

Pero el moreno lo miraba enojado, no entendía nada de lo que pasaba y…

¿Acaso ese pelirrojo tenía una erección? Podía verla ahora que la tela blanca estaba ligeramente levantada en la zona de su entrepierna.

Se quedo en blanco por un momento al ver que estaba desnudo y el también… ¿Habían follado? ¿Cómo sabía su nombre?

¿Por qué no recordaba nada?  

Trafalgar ya empezaba a hiperventilar cuando Eustass le miro con el ceño fruncido, borrando su sonrisa…

El efecto secundario de la droga estaba manifestándose: pérdida de memoria temporal.

-Tks… Debí suponer que pasaría esto… - Kid ya empezaba a levantarse de la cama, dejando ver su cuerpo desnudo y la bonita erección matutina saludando al moreno para ponerse solo los pantalones. – Vamos a desayunar… no me apetece discutir con el estomago vacio.

-No me des ordenes pelirrojo-ya… - contesto molesto para vestirse con la ropa que supuso era suya por el tamaño, solo los vaqueros moteados y una camisa que estuviera limpia.

Ahora lo recordaba… Law odiaba las órdenes.

 

 

 

 

Difícil de definir… Siempre lo es… Es difícil gritar con la garganta llena de cristales…

 

-¿Cuándo se terminara esta puta pesadilla? - llevo sus manos a su cara intentando desaparecer, o morirse de una jodida vez, lo que pasara primero.

-¿Todo bien, marinero? - comento la chica que estaba en la barra sirviendo las bebidas.

Llevaba al menos dos botellas de vodka y era la primera frase que decía desde que llego a ese bar.

Tomaba el vodka seco, o en las rocas… pero el punto era emborracharse.

-¿Alguna vez… has tenido… un mal día? - en realidad no sabía si lo había dicho o solo pensado, y definitivamente la pregunta no era para ella.

-Últimamente no, cariño. - trataba de animarlo con su dulce voz.

Se termino su bebida para salir de ahí… había conseguido un nuevo trabajo en mensajería con otro bajo contacto era lo que más dejaba para alguien sin estudios.

 

Tuvo que llamar a un restaurante para pedir comida…

Se preocupo cuando Law intento levantarse, viendo su mueca de dolor, y la furibunda mirada hacía él cuando vio las heridas en sus talones junto con el dolor en su culo, termino por confirmarle que si estaba lastimado.

-¡¡Estate quieto!! ¡¡Con una mierda!! - gruñía Kid intentando por tercera vez agarrar el pie del moreno.

-¡¡No me toques!! ¡¡Maldito loco violador psicópata!! - vociferaba Law gateando por toda la cama escapando de su captor.

Había intentado curar sus heridas, diciéndole que no tuviera miedo, que no quería hacerle daño y…

El otro lo mando a la mierda con el bonito gesto de su dedo corazón.

Vale… despertar junto a un desconocido, lleno de sugerentes marcas de dientes y manchas violáceas en todo su cuerpo junto con las heridas en sus talones y el dolor de culo, no era la mejor forma de empezar el día.

Intento ser empático, pero el moreno se lo ponía muy difícil…

La comida seguía dentro de los paquetes herméticos, conservando el calor hasta que esos dos terminaran de discutir por sandeces… al menos así lo veía Kid.

-Escucha Trafalgar… - suspiro un momento para controlarse. - No voy a hacerte daño ¿Vale? - su ceño fruncido haciendo ver su mirada algo maligna no era la mejor forma de decir eso pero… - Se que te duele… Después de todo era medico ¿No? - se quedo a una distancia prudente con el botiquín en mano.

En la enorme cama, Law estaba pegado a la cabecera lo más lejos posible de Kid, quien estaba en la otra punta del colchón intentando acercarse lentamente para no asustarle más.

-Estudio medicina… pero ¿Quién te lo dijo? ¿Cómo conoces mi nombre? Yo… jamás te había visto. - Law seguía aterrado y desconcertado por cómo la forma tan natural de hablarle.

Presentía que… ya lo había visto pero todo se volvía borroso después de…

-Recordaras todo en un par de horas o días… - dijo ensombreciendo su mirada y dejando el botiquín en medio de la cama para tomar la bolsa que tenía la comida.

Por alguna extraña razón… eso le dolió a Kid.

No porque olvidara la estupenda faena de la noche anterior, no de cómo lo llamo como una perra en celo cuando se la metía con deleite… era algo más… humano lo que sentía.

Que no recordara su nombre eso era lo que le oprimió su pecho…

Vale, que era un capullo sin alma, un desgraciado cumpliendo el castigo que le fue dado, y aun así… ese demonio tenia corazón.

Kid… había sido arrogado a la realidad… sin paracaídas.

Law seguía ahí sin moverse, intentando procesar todo y captando el agradable aroma de la comida china que llegaba a su fino olfato.

En parte el pelirrojo tenía razón…

Si lo quisiera matar ya lo hubiera hecho por la cara de furiosa de mafioso, y si lo quisiera violar ya lo hubiera hecho por el tremendo cuerpo que tenía, y deducía que podía partirlo en dos por lo delgado que estaba…

Pero algo no cuadraba.

¿Por qué era tan amable con él?

El pálido chico ya comía los tallarines silenciosamente intentando no mirarlo, el extraño dolor no lo abandonaba.

-Yo… - la voz de Law lo dejo inmóvil por unos momentos. - Yo… solo recuerdo que fui a una fiesta de un… amigo. - hizo una mueca al recordar al pequeño moreno con sombrero de paja que lo invito. - Y… cuando me dio esa bebida…

No pudo continuar con aquello… y en realidad no hacía falta, se entendía perfectamente lo que sucedió a después hasta ese momento.

-No sé mucho de la amistad, pero… yo mataría a ese hijo de puta como mínimo. - dijo Kid para mirar al moreno. - Es difícil encontrar a un verdadero amigo.

Y lo decía por experiencia propia.

Se miraron unos segundos, sin decir nada, intentando descifrar algo en los ojos ajenos: dorados y plateados.

Un gruñido del estomago de Law pidiendo la algo de deliciosa comida, le hizo apartar la vista avergonzado y sonrojado violentamente.

La suave risa de Kid aumento el color rojizo en sus morenas mejillas, era una risa dulce no una burlona como la de hace unas horas.

-Come… - el pelirrojo ya le tendía la pequeña cajita con un par de palillos para que calmara su hambre.

Ese pelirrojo era todo un misterio…

 

 

 

 

No puedo evitarlo… No puedo negarlo… Siempre es mejor estar bajo la línea… Estoy equivocado y lo he estado antes…

 

-¡No necesito tu puta lástima! - estaba tan ebrio ese día que no alcanzo a darle el puñetazo que tanto quería por haberle buscado para semejante estupidez.

Llevaba en el negocio ilícito desde que era pequeño y ahora le ofrecían un trabajo decente con el cual no se sentía cómodo… pero como hacerlo después de tanta mierda llegándole hasta el cuello.

Eso no era para él…

-No es lástima, Kid aun eres un muchacho… uno con mucha furia mal canalizada. - intentaba que entrara en razón, pero con el alcohol en sus venas solo conseguía que lo mandara a la mierda.

Desde que lo conoció sintió la necesidad de ayudarlo…

-Solo quiero que todo esto acabe, Rosinante… - ya se dejaba caer al suelo con las manos sobre cara. - ¿Es demasiado pedir… ser feliz? - pregunto para mirarlo tristemente como si ya estuviera vencido.

-Las cosas mejoraran… Lo sé. - despeino su cabellera rojiza como si fuera un crio.

Era el primer amigo que tenía Kid…

 

-¿Te sientes mejor? - pregunto aun preocupado vendando su pie con calma minuciosa.

-S-si. - intentaba no sonar nervioso pero estando tan cerca y con tacto de sus dedos sobre su piel, le agradaba extrañamente.

Cuando terminaron de comer, Kid ayudo a Law a curar sus heridas con las instrucciones del segundo por sus conocimientos de medicina.

Durante las curaciones sobre sus talones, se miraban de forma extraña pero coqueta, flirteando levemente en silencio, regalándose una que otra sonrisa pero pequeña sin pasar a nada mas…

Un silencio que les gustaba hasta que termino de vendarlo.

-Listo. - anuncio Kid para acariciar su pie lentamente, subiendo por su pierna por encima del vaquero moteado de Law hasta la rodilla.

Pensó que lo detendría pero este solo seguía mirándole con esos hermosos ojos grises y el rubor tenue en sus mejillas.

Volvió a retomar su curso, acariciando su muslo, sin apretar ni nada, solo con el roce de sus yemas hasta llegar a su delgada cintura…

-Law… - suspiro su nombre con voz grave para acercarse más a él sentándose a su lado.

Law se estremeció por esa forma de llamarlo, no pudo evitar sentirse excitado… como si ya lo hubiera escuchado.

-Ah… - jadeo cuando ese agarre le envolvió por la cintura en su totalidad, dejando muy cerca sus labios de los suyos.

Su cuerpo reaccionaba solo… reaccionaba a ese pelirrojo que…

-Eustass-ya… - recordó todo de golpe cuando lo acostó sobre la cama delicadamente.

Kid seguía sin la camisa, dejando al aire su musculoso torso terminó de posar sus fuertes brazos sobre la cama a cada lado de su cabeza.

-Pensé que tendría que drogarte de nuevo, Trafalgar. - no pudo evitar sonreír ante su propia e irónica declaración.

Jamás usaría algo tan burdo para tenerlo de nuevo en su cama. Y menos con esa sensualidad tan natural que desbordaba ahora que le sonreía como la primera vez que lo vio en ese lugar, ninguna droga podía contra su erotismo carnal.

-Dudo mucho que me hicieras algo así Eustass-ya. - empezó a decir confiando el moreno para acariciar sus fuertes brazos hasta llegar a sus hombros. - Me has demostrado que eres un encanto de persona. – pero eso si lo dijo con algo de burla.

-¿No te molesta que sea un loco psicópata asesino y violador? - sus labios fueron directo a su delgado cuello moreno.

En realidad… si se había cargado a esos diablos del bar y había gozado con ello pero…

-Por si no lo habías notado… - suspiro cuando abrazo su fuerte cuello, inhalando su masculino aroma. - yo tampoco estoy muy cuerdo que digamos.

Y esa era otra verdad… el también gozaba de una extraña atracción hacia la sangre y la muerte, por eso se metió a estudiar medicina.

Una rara obsesión que no sabía nadie, excepto Kid.

-Je… Menos charla y más acción. - el pelirrojo ya estaba duro al recordar la noche anterior.

La perversa idea no sonaba del todo mal…

-No me des órdenes. - el pelinegro tomo la iniciativa contradictorio a sus palabras.

Law nunca había conocido a una persona así, manchado por la sangre, furioso como un demonio y con el libido más alto que una persona normal podría poseer, pero capaz de ser tan alguien con un corazón dentro de su gran pecho pálido.

Un demonio con un corazón humano…

 

 

 

 

Y deseo que nunca haber vivido esto… Y sé que es solo un sueño…

Ahora estoy ciego… No puedo abrir los ojos…

 

Tres semanas después…

-Eustass-ya. - dijo ocultando su emoción pero ruborizándose ligeramente cuando lo vio de pie afuera de la universidad donde estudiaba.

Camino lentamente hasta quedar frene a él sonriendo de medio labio esperando que lo saludara del modo correcto.

-Has tardado en salir Trafalgar. - también guardo su emoción respondiendo algo brusco pero tomándolo de la cintura para besarlo.

Después de aquel incidente…

Eustass Kid había encontrado algo por lo que valía la pena luchar.

Seguía siendo un demonio devorador de almas en pena pero de un modo más… convencional. Consiguió un trabajo en una fábrica armamentista gracias a un viejo amigo…

Trabajaba con el metal y probaba las armas. Siempre le gustaron los juguetes peligrosos.

Y sobre su relación con Trafalgar Law…

Lo visitaba cada tercer día y los fines de semana se la pasaban en su nuevo remolque, en realidad seguía siendo el mismo solo que más ordenado.

No formalizaron nada en concreto pero tampoco hacía falta mencionarlo, se notaba que Kid empezaba a sentir algo más por ese moreno y viceversa.

Respecto al bar de mala muerte que antes frecuentaba… Contacto a su viejo amigo para que lo cerraran de una buena vez.

-Que te parece si vamos a comer algo Trafalgar. - sugirió Kid cuando descubrió los hábitos alimenticios pocos sanos. - Se me antoja algo más… - ya colaba su mano a través de su ropa cuando…

-¡¡Torao!! - un crio muy hiperactivo se lanzó al mencionado abrazándolo por la espalda ignorando por completo al pelirrojo que ya le asesinaba  con la mirada.

Era el pequeño moreno que le lo invito a la “famosa fiesta” y que por alguna extraña razón termino siendo vendido en ese maldito lugar…

-Luffy-ya… - dijo su nombre con dificultad para intentar quitarse al moreno menor de su cuello ya que empezaba a ahorcarlo.

Y eso no le agrado al pelirrojo… no sabía que él era el amigo que Trafalgar menciono hace semanas pero no por eso sería menos rudo.

Lo tomo por la camisa para quitarlo sutilmente de su moreno dejando que cayera de culo al suelo, apartando a su Law lejos de ese…

-¡Auch! - se sobo su zona baja el pequeño pelinegro y estaba por reclamarle al enorme chico pálido y… -¡¡WOW!! ¡Tu cabello es rojo! ¡Mola mucho!

Estaba emocionado por el llamativo color de melena además de estar contenida con las gafas que siempre traía y…

Luffy ya se acercaba a Kid para tocar su cabello cuando Law se puso en medio impidiendo tan indigno acto. Eso le gusto a Kid cuando le conoció: su cabello rojizo y no dejaría que nadie más lo tocara.

-Luffy-ya… ni siquiera lo pienses… - aparto la mano del mencionado para llevarse a su pelirrojo lejos del pequeño.

Cuando lo perdieron de vista…

-Veo que no soy el único celoso. - una sonrisa enorme nació en la cara de Kid.

-¡¿Quien dijo que estaba celoso?! - Trafalgar se sonrojo negando con la cabeza.

El encuentro con chico moreno había cambiado al pelirrojo de un modo radical, un nuevo toxico, seguía pensando que era un demonio que estaba condenado a cumplir una antigua deuda pero el castigo ya no era como tal… Podría decir que era más humano que demonio.

 

El demonio encontró un corazón humano dentro de su pecho… Y este latía con fuerza a un poder desconocido que las personas llaman: amor… El toxico más adictivo del mundo…

 

Continuara?

 

Notas finales:

Gracias por leer.

Cualquier cosa estoy para servirles.


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