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El secreto por Luthien99

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—¿No puede ser tan difícil, verdad?

—Pues, al parecer... Sí.

James y Sirius miraban a la chica pelirroja sentada en la butaca frente a la llameante chimenea. Estaba allí, quieta, leyendo un voluminoso libro. Tenía los ojos entornados, James pensó que tardaría poco en quedarse dormida encima del libro y, en pensarlo, se enterneció.

Ambos estaban apoyados contra la pared justo al otro lado de la, ahora bacía, Sala Común de Gryffindor. James miraba a la chica desde lejos esperando el coraje suficiente como para poder ir a pedirle por tercera vez que sea su paraje para el baile de Navidad. Pero el coraje parecía nunca llegar.

—James, al final se quedará dormida —dijo Sirius— ¡Muévete y ves a decírselo!

—Me va a decir que no... Ya me ha rechazado tres veces.

—¡Ve! —Sirius empujó a con el brazo a su amigo hacía delante—. Vamos...

James se encaminó hacía la chica de la butaca, mientras Sirius le miraba con una sonrisa dibujada en los labios. Fue entonces cuando cayó en que él tampoco tenía pareja para el baile. No le había preocupado demasiado durante esas semanas en las que, prácticamente, toda la sección masculina de Hogwarts no había podido dormir a causa del baile. En cambio, él no se había molestado en pedírselo a ninguna chica, sabía perfectamente que tendría a la que quisiera a su disposición. Sabía perfectamente que fuera la chica que fuera, tuviera ya pareja o no, iría con él. Eso era evidente, jamas lo puso en duda.

—¿Otra vez James acosando a Lilly?

—¿Te extraña? 

Remus había aparecido y se había puesto al lado de Sirius. Llevaba en la mano un par de libros y del hombro colgaba su mochila. Había estado en la biblioteca, evidentemente. Ambos se quedaron mirando la escena entre James y Lilly desde la otra punta de la Sala.

—¿Donde está Peter? —preguntó Sirius— Creía que estaba contigo...

—Ha subido a la habitación, me ha dicho que tenía sueño...

—Yo tampoco tardaré mucho en subir o al final me quedaré dormido de pie, como los caballos —dijo Sirius bostezando y estirando los brazos en alto—.

Remus le miraba por el rabillo del ojo.

—¿Subimos ya? —dijo Remus— Es mejor que dejemos a estos dos solos... Lilly es más amable cuando no está bajo presión.

—Subamos... Prefiero no estar cuando le vuelva a rechazar —rió Sirius mientras avanzaban hasta las escaleras que llevaban a los dormitorios—. 

Ambos subieron en silencio vigilando los pasos ajenos.

—¿Vienes de la biblioteca? —dijo Sirius—.

—Sí, tenía que acabar los deberes de mañana. ¿Los has hecho?

—¿Habían deberes? 

—Ahora te los dejo...

Sirius se paró y esperó a que Remus llegará al escalón donde se encontraba y colocando un brazo por encima de los hombros de Remus, dijo:

—¿Te he dicho alguna vez cuando te quiero?

—La verdad, nunca... 

—Pues recuérdame que te lo diga con más frecuencia, —Sirius dejó su brazo en los hombros de Remus mientras atravesaban la puerta de la habitación que los Merodeadores compartían—.

En cuanto se encontraron a Peter allí, tumbado en su cama, ojeando el mapa, Sirius retiró el brazo y Remus se removió incomodo. No había motivo para incomodidades pero el chico no pudo evitar el gesto.

—¿Ya estáis aquí? —dijo Peter dejando el mapa aún lado—. 

Sirius se tiró en su cama, dejándose caer.

—Sí... Pero James se ha quedado abajo hablando con Lilly —dijo Sirius—.

—¿Se lo va a pedir otra vez? —Peter se incorporó—.

—Y lo va a rechazar otra vez... —dijo Remus— Voy a darme una ducha. Sirius, coge si quieres mis deberes, están en la mochila —y se metió en el cuarto de baño cerrando la puerta tras de si—.

—Paso.

—¿No has hecho los deberes de mañana?

—Y no los voy a hacer, demasiado esfuerzo para estas horas... Mi cuerpo no me lo permite, —dijo Sirius—.

—Eres un vago —se rió Peter—.

—Lo sé... Miraré el cuaderno de Remus si Slughorn me pregunta. —Sirius se llevó las manos a la cabeza y miró al techo—.

Peter calló y siguió mirando en mapa en silencio siguiendo los pasos de los últimos alumnos que merodeaban por la escuela. Era tarde y todos aquellos que aun paseaban por los pasillos, se dirigían a sus casas. A la mañana siguiente había clase y Sirius sentía el cansancio del fin de semana sobre sus parpados. Y aunque su mente estaba inquieta, sus ojos le decían todo lo contrario.

Llegó el peso de la extraña preocupación por el baile de Navidad. No tenía pareja ¿Como era eso posible en él? Cuando se trataba de estos temas Sirius jamás tenía problemas. Nunca ninguna chica se le había resistido, tenía ese don natural. Y aunque había estado con alguna que otra chica últimamente no había sentido ese no-se-que especial para pedírselo. Si se paraba a pensar, caía a la cuenta de que no tenía ganas de baile. ¿Para que? Representa que el baile de Navidad es una excusa mala para ligar. Pero él, Sirius Black, no necesita la ayuda de un baile para conquistar a una chica.

Los ojos se le cerraban lentamente cuando un fuerte estrepito hizo que la puerta se abriera de un golpe seco. James entró en la habitación gritando y dando saltos hacía la cama de Sirius, se subió a ella y empezó a saltar sobre el colchón.

—¡HA DICHO QUE SÍ! ¡HA DICHO QUE SÍ! ¡HA DICHO QUE SÍ! —Sirius se levantó confundido de la cama y llevándose las manos a la cintura miró a su amigo que saltaba—. ¡Oh por Merlín! ¡ME HA DICHO QUE SÍ!

—¿Que son esos gritos? —Remus abrió la puerta del cuarto de baño y asomó el torso por el marco dejando las piernas dentro—.

Sirius tragó saliva y miró en silencio el torso desnudo de Moony. Las gotas de agua estaban adheridas a su cálida piel y los mojados cabellos se pegaban en desorden sobre su frente. Le brillaban los ojos y tenía las mejillas coloradas a causa del vapor del agua que había ardido sobre su piel.

Sirius volvió en si.

—¿Que demonios ha pasado Prongs? —dijo con una sonrisa al chico que seguía saltando en su cama—.

—¿Lilly ha dicho que si? —preguntó Remus—.

Peter miraba a James con los ojos muy abiertos.

—¡SÍÍÍÍÍÍ! —gritó y saltó más alto—.

—No me lo puedo creer, —Sirius se llevó las manos a la cabeza y sonrió—.

Remus soltó una carcajada.

—¿Enserio?

—¿Iba yo a mentir sobre eso, Moony? —dijo James—.

Los tres acompañaron a James en su grito de alegría. Se alegraban por su amigo. Por fin les darían algo de tranquilidad con el tema de Lilly. Desde hacía semanas, para James, el único de tema conversación era Lilly. No se podía hablar de otra cosa, en su cabeza solo existía la preocupación de que Lilly le dijera que sí a ir con el al baile de Navidad. Era lo único que le había importado durante semanas.

—¿Y como ha sido? —preguntó Peter—.

—¿Que has echo de diferente esta vez para que aceptara? —preguntó Remus desde el humbral de la puerta del baño—.

Sirius le miraba pero en no sabía que Remus se había dado cuenta.

—Pues ha sido diferente, eso es verdad... Yo estaba más relajado y como se lo he pedido bien, con calma y sin nadie con quien alardear —hizo una pausa y reanudó los saltos— ¡ME HA DICHO QUE SÍ!

Sirius rodó los ojos.

—¿Ya esta? ¿Esa es la tan difícil Lillian Evans? —rió Sirius—. Si hubiera sido yo, seguro que me dice que si mucho antes. Al primer intento ya hubiera sido mía...

James dejó de saltar y se giró hacía Padfoot que le miraba desafiante. James alzó las cejas.

—¿Crees que eres más irresistible que yo? —le desafió James—.

—Ya empezamos —Remus rodó los ojos y se dio media vuelta—. Vuelvo a la ducha, esto ha perdido interés... ¡No gritéis mucho! —y cerró la puerta—.

Sirius sintió el portazo en la cara. ¿Que demonios le pasaba?

—¡Eh Padfoot! —James atrajo la atención de su amigo— ¿Acaso tu tienes pareja para el Baile?

—Sabes perfectamente que eso no tiene nada que ver... —dijo Sirius desafiante— Puedo tener a quien quiera cuando quiera. Y lo sabes tan bien como yo.

James se lo pensó y aceptó arqueando una ceja.

—Tiene razón, James... ¡Y lo sabes! —dijo Peter—.

—Oye, ahora enserio —James se sentó en la cama y miro a Padfoot— ¿A que esperas? Todas las buenas habrán volado si te esperas al último día.

—No me apetece ir... —dijo Sirius—.

—¿Como que no te apetece? —James dio un respingo—.

Sirius se dejó caer al lado de James y se tumbó mirando hacía arriba y con las manos bajo la cabeza.

—Ay no sé, Prongs...

—¡Pues yo me niego a ir si tu no vas! —James le miró, cruzó los brazos y frunció los labios a modo rabieta de niño de cinco años—.

Sirius rió.

—Bueno, mañana se lo pido a alguna ¿Sí? —dijo intentando complacer a su amigo—.

Jamás permitiría que James se quedará sin baile solo porque a él le había dado el arrebato de no ir. No sería tan egoista, nunca. Era perfectamente consciente de lo difícil que había sido para James todos los rechazos que había recibido por parte de Lilly, y ahora que al fin lo había conseguido, jamás haría que su mejor amigo renunciara por él.

Mañana se lo pediría a la chica más guapa que viera en el Gran Comedor. Dibujaría esa sonrisa torcida, se removería el pelo con la mano derecha y luego alzaría la ceja al mismo tiempo que soltara un comentario ingenioso. ¡Listo! Con eso ya tendía pareja para el Baile de Navidad.

—Seguro que alguna queda sin pareja que caiga en tus redes —dijo James—. Pero no te hagas muchas ilusiones, la mas guapa ya esta pillada. —Chasqueó la lengua y le guiño un ojo—.

—Tranquilo, Prongs, tranquilo... Toda tuya, —ambos rieron—.

—¡No puedo creer que vaya a ir con ella al baile! ¡ME HA DICHO QUE SÍ! —volvió a gritar James—.

—Yo aun no puedo creer que te haya dicho que sí... —dijo Sirius—. Hace un par de días era una batalla perdida.

Remus apareció de nuevo en la habitación. Salió detrás de una nube de vapor que emergía desde la puerta del cuarto de baño. Llevaba el pelo mojado y una toalla alrededor de la cintura que dejaba su torso al descubierto. Sirius le seguía por el rabillo del ojo.

—Yo de todos modos mañana hablaré con Lilly, —decía Remus mientras iba hacía el armario—. No se si creérmelo.

—Por favor, chicos... ¿Como os voy a mentir? ¡Estamos hablando de Lillian Evans, no de cualquier otra! —gritaba indignado James—.

Remus rebuscó en el armario el pijama y unos calzoncillos limpios. Removió la ropa que Sirius había puesto encima de la suya y removió con ambos brazos toda la ropa desordenada.

—Eres un guarro, Padfoot —dijo Remus con la cabeza y los brazos metidos en el armario—.

—¿Que he hecho ahora? —Sirius se inclinó de repente—.

—Esta toda tu ropa tirada encima de la mía... —gruñó—.

—¡El guarro de Padfoot, ese soy yo! —Sirius dejo caer su cuerpo hacía atrás y se recostó en la almohada—. Mañana hablamos sobre eso... Mañana, Moony, ordeno el armario ¿Si? —cerró los ojos y bostezó—. Pero ahora, todos a dormir.

—¿Dormir? —James dio un brinco y se puso de pie—. Con toda la adrenalina que tengo en el cuerpo yo no puedo dormir ahora.

Remus volvió a entrar en el cuarto de baño para vestirse. Cerró la puerta al entrar y dejó, la toalla que llevaba atada a la cintura, encima de la pica. Se vistió en silenció, se puso el pijama y se quedó mirando su reflejo en el espejo empañado por el bao.

Sirius le había estado mirando.

Últimamente sentía esos ojos grises fijos en cada paso que daba. Sentía que los ojos de Sirius se le seguían, como si buscaran algo, como si quisieran algo de él.

Miraba su reflejo, pero no veía nada. Solo vio ese chico de 16 años que aparentaba diez años más de los que tenía a causa de las ojeras, el pelo enmarañado y las horribles cicatrices que surcaban su rostro. Se daba pena a si mismo, se compadecía de su propia existencia y fue entonces cuando supo que los ojos de Sirius no podrían querer nada de él, que los ojos de Sirius no le seguían y que jamás lo habían hecho. Al fin y al cabo, ¿Porque iba Sirius a mirar a Remus?

—¿Te vienes a las cocinas, Moony? —James interrumpió abriendo la puerta de un golpe seco—. Wormtail no quiere y Sirius se ha quedado frito.

—¿Ahora a las cocinas?

—Un elfo me ha dicho que han traido la ultima creación de chocolates de Honeyduks —James había dado en el clabo—.

—¿A que esperamos? —Remus salió dando brincos del cuarto de baño y James fue hasta la puerta de la habitación—. ¡James, coge la capa!

—¡Oh, sí! —James dio un respingó y fue hasta el armario—. Joder, Moony. ¡Tienes razón, Sirius es un guarro! —dijo al ver el desorden causado por la ropa de Padfoot—. ¿Pero tu has visto como lo ha puesto todo? En fin... —cogió la capa y fue hasta la puerta—. ¡Vamos!

Ambos salieron por la puerta, James ya bajaba las escaleras a toda prisa cuando Remus se paró en el umbral. Retrocedió entrando en la habitación, apagó la luz de la habitación y ahí estaban de nuevo esos ojos que el seguían. Volvió a tener la sensación de que los ojos grises le observaban. Y, al girarse para comprobarlo, Sirius tenía los ojos cerrados. Estaba dormido.

Estoy empezando a tener alucinaciones... —dijo para sus adentros—.

Cerró la puerta y desapareció en la oscuridad del pasillo.

Por los pelos... —Sirius abrió los ojos y se dio media vuelta—.

Por un momentó creyó que Remus se había dado cuenta de que le estaba mirando. Pero alcanzó a cerrar los ojos antes de que Moony se diera cuenta, lo que fue un gran alivio. ¿Que pensaría su amigo si descubre que Sirius ultimamente le mira más de lo habitual? Algo que ni él mismo Sirius conoze el motivo de este extraño interés que crece por momentos.

Sirius miraba el techo con determinación.

Se acordó de aquella vez en que Remus le habló acerca de aquella chica de Hufflepuf y sintió algo extraño en su interior.

Recordó cuando Remus le explicó que empezaba a sentir algo por aquello chica y que ella también sentía algo por él. Recordó, especialmente, aquel brillo en los ojos de su amigo. Recordó aquella sonrisa, aquellas arrugas que se le formaban en las comisuras de los labios. Sirius le escuchaba, escuchaba cuando Remus le hablaba sobre lo bien que besaba esa chica y lo bonita que era. Nunca se había quejado, siempre se quedaba en silencio mientras Remus le hablaba de ella. Él disfrutaba del simple echo de ver en Remus aquel brillo, aquella vitalidad que parecía inexistente en él. Le hacía feliz el echo de que él lo fuera. Y lentamente cerró los ojos mientras su mente se apagaba despacio. Sirius se quedó dormido con esa imagen grabada.

Remus le sonreía.































Notas finales:

¡Buenas!

Vuelvo a vosotros con una nuevo creación de mi traviesa mente. No sé de donde ha salido esta ola de inspiración, quizás solo quede en esto, pero de momento ya es algo. Este no será un fic extremadamente largo, no tengo planeado que lo sea, pero nunca se sabe. Tengo claro por donde va a tirar esto, pero no tengo nada claro como va acabar, quizás lo alargo hasta que Harry entra en escena. ¿Quien sabe?

El primer capítulo y ya estoy hablando de el final ¿Donde se ha visto eso? Espero que no les moleste, simplemente me gusta tener al lector informado.

Quien se haya tomado la molestia de leer este primer capítulo, por favor, dejen su opinión. Me gusta saber que opina la gente antes de continuar. Me gusta recibir alguna que otra crítica para poder mejorar. Eso es importante. ¡Mejorar!

Supongo que ya habrán visto por donde tira la historia, algo así como un poco de yaoi y tal... Más vale que a la gente que no le vaya ese rollo vayan cerrando esta pestaña, porque aquí habrá mucho yaoi. ¡Quedan avisados!

Esto es todo, solo espero que se pasen por el siguiente capítulo ¡y que lo disfruten!

Besos, Lúthien.


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