Desde tiempos inmemoriales ha existido una guerra interminable entre el bien y el mal, pero esto no siempre fue así…
Hace mucho tiempo atrás, Dios creo a Luzbel, el primer ángel y portador de luz, sello de perfección, lleno de sabiduría y acabado de hermosura, que con toda clase piedra preciosa adornaba su vestidura. Tanta fue su perfección que todos los ángeles creados después de Luzbel no tenían la belleza ni la grandeza que poseía el primer ángel de la mañana, pues era el favorito de Dios colocándolo sobre toda la jerarquía angelical, confiándole muchos de los secretos del mundo y del mismo creador.
La convivencia en los cielos en ese entonces era paz y tranquilidad, todos los ángeles habitaban armoniosamente entre sí, trabajando juntos, orando y cantando himnos de alabanza sin ningún tipo de maldad en su corazón, hasta que un día… la guerra se desato en el reino de Dios.
Se dice que Dios puso a prueba a los ángeles, revelándoles sobre la futura encarnación de su divino hijo en humano y que a este deberían de alabarlo y obedecerlo, sin embargo uno de los ángeles más gloriosos y elevados de la corte celestial se negó, se trataba de Luzbel mejor conocido ahora como Lucifer, quien enaltecido su corazón a causa de su hermosura creo un narcisismo extremo donde su centro dejo de ser Dios y fue él causando que en un acto de vanidad y soberbia se revelara.
—“¡Me niego!” —Vociferó con fuerza un hermoso ángel ante la noticia—“¡No serviré a una criatura que sea inferior a nosotros!"—Y con estas palabras llevó con él a un tercio de los ángeles que tampoco estaban de acuerdo con la voluntad de Dios, haciendo que se unieran su ejército.
—“¡Subiré al Cielo, en lo alto, junto a las estrellas de Dios alzare mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré; sobre las alturas de las nubes subiré y seré semejante al Altísimo!” — Proclamo con voz vivaz frente a su legión avivándola. Y en ese momento empezó una batalla en el cielo, entre los desertores comandados por Luzbel y los defensores liderados por el Arcángel Miguel junto con el apoyo de Dios.
Miguel y sus ángeles combatieron al Monstruo, el cual se defendía apoyándose en sus propios ángeles, la guerra duro días, meses, años, cada día se veían miles de ángeles caer derrotados de ambos bandos, pero los desertores no pudieron resistir mucho más tiempo, siendo derrotados.
* No le damos al diablo su merecido si no concedemos que él tenía bastante razón para esperar victoria. Que los planes de Satanás fueron elaborados astutamente, queda evidenciada por el hecho de que su conspiración malvada, si triunfó en un grado asombroso. En lugar de haber sido rápidamente sofocada esta rebelión terrible ha continuado hasta este día* Si no fuera porque Dios previo la rebelión y creo un plan, del cual no estaban enterados los ángeles buenos ni los malos, la rebelión de Lucifer hubiera tenido éxito. Pero Dios no perdono a los pecadores y los desterró al Infierno donde vagarían hasta el fin de los tiempos por su atrevimiento.
El tiempo pasó y el infierno se dividió en 7 regiones lideradas cada una por uno de los siete príncipes del infierno con su respectivo pecado asignado: Lucifer- Soberbia, Belcebú-Gula, Mammón- Avaricia, Belfegor-Pereza, Leviatán- envidia, Asmodeo-lujuria, y por último pero no menos importante, Amón el demonio de la Ira.
Cada uno de estos príncipes tiene bajo su mandato legiones de demonios que se dedican a vagar y tentar a las criaturas para evitar que vayan al cielo. Dando paso al terror y a maldad que ahora existe en el mundo... —Contaba una voz angelical deteniendo un poco su relato para mirar a cada uno de los 4 pequeños ángeles que estaban sentados en el suelo frente a ella.
—Por eso mis pequeños, ustedes deben tener mucho cuidado con estas criaturas o su corazón podría ser corrompido llevándolos al mismo destino trágico que ellos.—Puntualizo con una sonrisa poniéndole fin a su relato.
—No entiendo porque se revelaron—Dijo el pequeño peli azul mientras se cruzaba de brazos. — Lo tenían todo y fueron castigados por una tontería—refunfuñor—Ahora no son para nada hermosos.
—Aunque no lo creas Rei-kun, algunos demonios muestra una gran belleza con la que seducen a sus víctimas llevándolas a pecar.—Dijo la voz femenina que contaba el cuento.
—Los demonios sí que dan miedo—Confirmaba el pequeño Makoto ante la historia escondiéndose detrás de las pequeñas alas de Haru.
—Nee~, nee~ ¿No sería genial encontrarse con un demonio, Haru-chan?—Decía ilusionado el ojirosa—
— No es algo en lo que esté interesado — Comento indiferente girando el rostro hacia otra dirección.
—Buuu~ no seas amargado Haru-chan —Refunfuño mientras agitaba sus manos en puños y hacia un puchero
—Quita el chan —Replico rápidamente.
La fémina ángel que los veía cubrió su boca con una mano mientras ahogaba una diminuta risilla.
—Nagisa, es mejor si te mantienes alejados de ellos, recuerda que son nuestros enemigos—Sonrió dulcemente tratando de convencer al pequeño—Ahora es tiempo de que vallan a jugar—Dijo levantándose de su asiento invitándolos a que hicieran lo mismo.
Como menciono el relato anterior, el infierno se había dividido en 7 secciones con un príncipe cada uno y todos tenían bajo su mandato varias legiones de soldados formados por algunos de los ángeles caídos, humanos que se habían convertido en esbirros e hijos bastardos del líder.
Este era el caso de cierto pelirrojo que se abría paso entre los marchitos árboles. Llevaba puesto un pantalón holgado de color negro que se ajustaba a sus tobillos y cadera con un listón rojo, en la parte superior usaba una fina tela negra decorada con un entramado de color dorado que dejaba al descubierto su pecho y en su espalda llevaba una espada adornada con piedras preciosas del color de sus ojos. Sus ojos eran como el fuego: implacables, vivaces y hermosos pero sobre todo peligrosos, sus alas eran de un hermoso plumaje negro como los cuervos, que con un simple aleteo desprendían flamas dejando atrás una ola de calor. Sus facciones eran finas y hermosas, herencia de lo que un día su antepasado fue.
Él era Rin Matsuoka, un hijo no reconocido por Amón, el demonio de la ira.
Desde su corta edad fue entrenado para ser un arma mortal, sin mostrar piedad y traer la destrucción a su alrededor. Y en sus ojos se podía ver el fuego de la ira que habitaba en su interior producto de entrenamiento.
La misión de todos ellos era acabar con Dios y sus ángeles, buscando venganza por su exilio, estando en constante pelea los enviados del bien y del mal, tratando de apoderarse de todo el territorio posible, arrasando y esclavizando a sus criaturas divinas hasta que el Creador se quedara sin protección facilitando su derrota.
Rin era el líder de una de las 40 legiones bajo el mando de Amón y como tal su ejército debía ser de los más feroces a la hora de luchar, lo cual solo se podía conseguir con una de las capacitaciones más rudas y estrictas del infierno.
— ¡Takuya!¡Recuerda mantener la espada en alto a la altura de tu rostro! ¡Minami, sostén bien ese cuchillo! —Exclamaba el líder recorriendo el campo de entrenamiento gritándoles a sus subordinados, para luego continuar con su recorrido acercándose a la arena de lucha viendo como Momotarou había logrado desarmar al pequeño peliplata arrojando su espada lejos.
—Te tengo Nitori-senpai – Se regocijo con voz triunfante el más alto antes de lanzarse ferozmente contra él.
—Alto ahí— Intervino Rin en el último momento deteniendo el golpe de Mikoshiba quitándole la espada.
Nitori suspiro entre aliviado y agradecido de que Rin hubiera detenido aquel ataque.
— ¡Atención! Reúnanse todos en la arena de lucha.—Los demonios acataron su orden rodeando la arena.
—Nitori toma la espada—Ordeno Matsuoka arrojándole la espada que le había quitado a Momo.
—Les voy a enseñar una técnica que consiste en desarmar a su enemigo simplemente con sus manos desnudas.—Informo Rin dando unos cuantos pasos lejos del peliplata— Ven, intenta golpearme Nitori—Dijo Matsuoka llamándolo con su mano.
— ¡Haai!—Dijo nervioso— ¿Rin-senpai está completamente seguro?
—Sí, yo estaré bien – Tomo posición de defensa alzando sus dos puños protegiendo la cara— Adelante.
Aiichirou tomo la espada con sus dos manos y corrió hacia Rin con la intención de atacarlo.
— Al momento de que lance el ataque buscas sostener la mano que lleva la espada—Inicio Rin tomando la mano del pequeño— Golpean la cara con su mano libre, después golpean en la articulación del brazo, pateas el estómago de tu víctima y voilá consiguieron desarmarlo – Termino Rin arrojando la espada que hace un momento le pertenecía a Nitori.
— ¡Ahora háganlo!—Todos se dispersaron formando parejas que practicaban bajo la atenta mirada del ojos rubí.
El entrenamiento continúo alrededor de 4 horas más acabando con la energía de todos y el cansancio era visible en el rostro y cuerpo del pelirrojo, a pesar de que todos eran buenos soldados dentro de los enfrentamientos, en la arena de combate y en batalla, eran unos completos idiotas fuera de ellas y soportarlos era lo que más lo desgastaba. Decidido a despejar su mente se propuso recorrer los adentros del bosque infernal, en su recorrido entre el sonido de fondo de sus pasos logro distinguir un sonido irregular preveniente de un lugar cercano.
— ¿Agua?—preguntó extrañado al escuchar un poco de agua natural en el infierno donde a causa de las altas temperaturas esta se evaporaba fácilmente y por lo tanto tenía que ser tratada para ser apta para el lugar.
La curiosidad pudo con él y decidió ir a ver, encontrándose con el pequeño flujo de agua, que caía por el costado de una montaña haciendo ruido y se evaporaba a pocos centímetros antes de tocar el suelo. Se acercó y formando con su palma un pequeño hueco, tomó un poco de agua y la bebió. Acuno un poco más de agua y se remojo el rostro, de alguna manera este líquido era diferente en sabor y sensación al que él conocía, fascinado tomo la iniciativa de explorar buscando su origen, dio 3 pasos hacia atrás, fijo su vista en lo alto y extendió sus alas para emprender el vuelo hacia la cima de la montaña.
Sus alas se batían con fuerza y gracia dándole una gran velocidad que alborotaba los mechones sueltos de su rojizo cabello. A medida que se alejaba del suelo los colores de su alrededor iban cambiando, los tonos rojizos del cielo y el negro de los árboles se degradaban dando paso a unos más claros, el aire repleto de azufre se volvía menos denso y más puro. Mientras ascendía las nubes grises taparon su vista sin dejarlo saber hacia dónde se dirigía exactamente, en vez de detenerse aumento su velocidad hasta que todo fue más claro, él había dejado atrás su territorio adentrándose en uno nuevo.
Por debajo de él se extendió una superficie completamente blanca donde lo único a la vista era el pequeño río que caía hacia al infierno por el costado de aquella gran montaña que acababa de sobrevolar, descendió lentamente hasta que sus pies tocaron el suelo y siguió caminando a un costado del rio. El camino blanco se fue tornando más vivido mostrando pequeños pedazos de pasto crecer al costado del rio que paulatinamente aumentaba su tamaño. El color verde aumentaba dando paso a grandes extensiones de pasto adornadas con diminutas flores de colores que dejaban atrás lo pálido del blanco.
—Estoy en el purgatorio… —Dijo para sí al divisar frente a él un puente de piedras blancas que se alzaba sobre las aguas cristalinas funcionando como entrada para todas aquellas almas que acaban de fallecer y que ahora se dirigían a ser juzgadas en base a sus acciones para definir si su destino era el cielo o el infierno.
Paso de largo el puente adentrándose en el verdor del camino encontrando el lugar donde su camino se dividía en tres, al parecer aquel rio era producto de la desembocadura de 3 ríos más grandes, la cuestión en este momento era ¿Cuál de los tres caminos elegir? El camino de la izquierda estaba oculto por una montaña de gran tamaño cubierta con una especie de planta parecida a la hiedra Garland que colgaba desde lo alto, haciendo parecer imposible el paso ya sea por el aire o tierra, el del centro estaba rodeado por pequeños arbustos que fácilmente podrían ser removidos si se quisiera y el de la derecha estaba completamente despejado permitiendo el paso sin ningún tipo de esfuerzo.
Rin dedujo que el primer lugar no estaría bloqueado o al menos no completamente si es que el agua lograba atravesar la roca así que tomo el camino de la izquierda. Al llegar junto a la montaña tomo la planta descubriendo que esta era una cortina que ocultaba una cueva de gran altura y lo suficientemente ancha para entrar con sus alas extendidas permitiéndole caminar a un lado de rio sin mojarse, tardo unos cuantos minutos en recorrerlo todo hasta que vio una luz al final, cegado por el resplandor coloco una mano frente a sus ojos y avanzo firmemente hasta el final extendiéndose ante él una laguna rodeada por un pequeño claro.
En el extremo contrario del lago se encontraba una cascada de gran altura que le daba una gran frescura al ambiente que se respiraba, el agua era completamente cristalina permitiéndole ver el fondo, el pasto era igual que el anterior, con un hermoso color verde brillante que contrastaba con el agua y todo esto era rodeado por los arboles mostraban el color café de los troncos y el verde tan característico que en el infierno les faltaba.
— ¿Qué demonios es este lugar?—Se preguntaba a sí mismo una vez que sus ojos se habían acostumbrado a la luz.
Impresionado se acercó con cuidado rodeando y observando a su alrededor asegurándose de que nadie estuviera cerca, una vez seguro de estar en completa soledad decidió deshacerse de su ropa y disfrutar de la pequeño "utopía" que acaba de encontrar. Desabrocho la hebilla que sujetaba la funda de su espada y la coloco contra un árbol, se retiró la playera dejando a la vista su fuerte abdomen, y las serpientes entrelazadas que tenía tatuadas alrededor de su brazo izquierdo junto a un circulo que tenía las letras que formaban la palabra AMON como si fueran los puntos cardinales, en el centro contaba con extraños símbolos y una línea horizontal que señalaba a la M y a la N, marca que servía para identificar a que príncipe servían. Se retiró el calzado y los pantalones quedando simplemente en ropa interior.
Al momento en que sus alas tocaron la superficie del agua, estas hicieron reacción apagando las llamas que las acompañaba y evaporando parte del agua al instante, así que decidió replegar sus alas escondiéndolas en su interior para así poder nadar tranquilamente, busco la parte menos profunda del lago y se recostó.
—Aahh se siente bien —;soltó un gran suspiro al estar completamente sumergido del pecho hacia abajo recargándose contra la superficie de una piedra mientras cerraba los ojos lentamente. De alguna manera esto es lo que buscaba.
El agua lograba despejar su mente, sentía como cada musculo y parte de su ser se relajaba quitándole la tensión del día que acaba de tener. El tiempo en aquel lugar no parecía correr, nada parecía incomodarlo, todo aquello era para él solo o eso pensaba hasta que un ruido diferente al provocado por la caída del agua capto su atención.
Abrió los ojos y dirigió su vista a la figura que iba apareciendo entre el agua. Bajo la caída del agua logró distinguir unas hebras obscuras, un cuerpo masculino de piel blanca y tersa a la vista, un rostro de rasgos finos pero masculinos
—“Es tan hermoso parece un ángel”— Pensaba Rin sin poder quitarle la vista a ese ser que se presentaba poco a poco frente a él. Cuando la mayor parte de aquel individuo estaba fuera de la cascada sus alas blancas hicieron acto de presencia sacudiéndose un poco para quitar el exceso de agua que tenían.
—”¡Mierda! literalmente es un "ángel" -Al percatarse de esto rápidamente se puso de pie con una actitud segura y amenazante mientras que de reojo buscaba sus armas, pero al ver que estaban demasiado lejos opto por adoptar una posición de defensa, después de todo era bien sabido que los ángeles y los demonios no podían convivir en paz.
El pelinegro se percató de su presencia mirándolo directamente a los ojos de una manera estoica sin demostrar ningún signo de intimidación. Fue allí cuando Rin pudo notar el color azul de sus ojos, un azul tan brillante y hermoso que se atrevió a compararlo con dos zafiros.
—“¿No buscara pelea conmigo porque estamos en terreno neutral?”—se preguntó mientras seguía sosteniéndole la mirada de forma firme. El pelinegro después de un tiempo apartó la vista y sin prestarle atención se dirigió a una piedra donde tenía escondidas sus pertenencias, tomo su ropa y se vistió sin interesarse en la criatura que se encontraba con él.
—“¡Espera! ¡¿Me está ignorando?! ¡¿A mí?! ¡El líder del 22vo escuadrón de Amón! ¡¿Quién demonios se cree que es?!”—Refunfuño para sus adentros. Al ver como la figura se retiraba del lugar
— ¡A mí nadie ignora! – Sus pupilas se cerraron hasta quedar reducidas una fina línea de color negra mostrando un brillo feroz y de su mano broto un bola de fuego que tenía la intención de impactar contra aquel ser, pero fue extinguida por el agua de su alrededor, cuando quiso invocar de nuevo su ataque aquel ángel de mirada azulina había desaparecido.
—Tsk...Mierda—