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Esclavo de tus deseos por Haku1008

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Notas del fanfic:

Aclaro, este es un fic piloto, sí la historia les gusta la hecho a andar, así que haganmelo saber en sus comentarios.

Notas del capitulo:

pues no estoy muy convencida si continuar la historia o no, así que ustedes aconséjenme ¿les gustaría continuación?. y este es el cap piloto e introductorio a la verdadera historia

Se sintió a morir, incluso dejo de respirar al tiempo de que todas sus extremidades comenzaron a temblar y su rostro llego a la palidez extrema. No lo creía. No podía ser posible. No le podía estar pasando a él. Sus ojos verdes se posaron en el rostro del más alto, mirándole casi suplicante, pero el otro pareció realmente satisfecho con la reacción del más pequeño.

-vaya, vaya, al parecer aquí tenemos una zorra- dijo casi saboreando las palabras, sosteniendo muy cerca del rostro del otro su celular, mostrando el contenido de un video casero.

 

-…- trago saliva, sus ojos se humedecieron y en su cabeza se a galoparon un montón de preguntas ¿cómo? ¿por qué? ¿qué quería de él?

 

-si no me equivoco tu nombre es Subaru ¿no? Eres de primer nivel ¿cierto?- preguntó mientras ponía pausa al reproductor con total parsimonia que no hizo más que desesperar al pobre chico oji-verde

 

-…- intentó asentir pero no pudo moverse siquiera, el shock que había recibido no era para menos a decir verdad, de la palidez de su rostro pasó a un bochornoso rojo –p-por fa-vor…- murmuró casi inaudiblemente

 

-¿sabes lo fácil que me resultaría subir este video a la red? Toda la escuela se enteraría ¿te lo imaginas? Serias famoso

 

-¡no por favor! ¡no hagas eso!- dijo asustado, si ese video llegaba a ser publico moriría de vergüenza, más que eso, su vida estaría arruinada –no lo hagas ¡te lo ruego!- suplicó mientras traicioneras lágrimas descendían por sus mejillas

 

-venga, pero que listo, al parecer podemos llegar a entendernos, Subaru- sonrió con tranquilidad, pensó en usar aquel video para sacar provecho pero no creyó   que en verdad fuera a funcionar –mira, la cosa es sencilla, estas  en mis manos, no te queda otra opción más que hacer todo, TODO, lo que yo te diga

 

-¡¡…!!

 

-de lo contrario toda la escuela se enterara de lo zorra que eres y además que te gusta que den por detrás y vas por la vida abriéndole las piernas a otros hombres- dijo con una ligera mueca de asco y desprecio

 

-¡¡¡…!!!- Subaru se sintió a morir con aquellas palabras, destrozado, porque aunque eso no era verdad, sabía que si alguien viera ese video eso era lo que pensaría, las lágrimas siguieron descendiendo, estaba acorralado y no había salida posible.

 

-quiero que seas mi esclavo- dijo con tranquilidad increíble, casi con indiferencia, la verdad era que no conocía al chico de nada, más que de aquel video, pero si podía serle útil, pues mejor aprovechar y que mejor ahora que lo tenía en la palma de su mano

 

-¿…q-qué?

 

-que quiero que seas mi esclavo… o de lo contrario, mañana mismo puedes verte en la página oficial de la escuela, y a ese novio tuyo- sonrió con malicia

 

-…- sintió un estremecimiento en su pecho, su llanto paró en ese momento tras la forma en que recibió aquella bofetada mental al escuchar la palabra “novio”

 

-claro, si es que era tu novio- otro golpe bajo para el menor. Sonrió satisfecho al ver que no se defendió, así que no estaba tan equivocado después de todo –tienes tres segundos para decidir… tres

 

-¡¡…!! ¡p-por favor! ¡no puedes hacer eso! ¡tú no puedes hacer eso!

 

-…dos

 

-es m-mi in-timidad ¡no tienes ningún derecho!- su voz tembló de temor y rabia, intentando defender su integridad humana, o al menos, lo poco que le quedaba, estaba con un desconocido, de dos grados superior, bastante intimidante y por si fuera poco le tenía en video desnudo y teniendo sexo con otro hombre ¿¡cómo consiguió eso!?

 

-¡ja! ¿tu intimidad? Pero si eres tú el que anda por la vida teniendo sexo en lugares públicos- dijo divertido, el rostro de Subaru se tornó rojo –¿te recuerdo que lo hiciste en los vestidores?

 

-…- tuvo ganas de echarse a llorar como un niño, abandonarse al llanto, ocultarse debajo de un hoyo en la tierra y no salir jamás, pero no podía, la realidad era esa, no había vuelta atrás por más que desease que aquello no hubiera pasado. La primera vez de una persona es un momento mágico, glorioso que no olvidara nunca, y él nunca olvidaría la suya, pero por otras razones menos agradables ¿cómo llego hasta ese punto? De pronto todo comenzaba a hacer perfecto y después todo su mundo comenzó a desmoronarse.

 

-Dos y medio…

 

-¡está bien, está bien! ¡lo hare!- gritó desesperado –seré tú… esclavo- murmuró sintiéndose un gusano, de persona libre pasaba a ser el “esclavo” de un desconocido, apretó los labios con fuerza, no tenía ni idea de qué iba a suceder ahora.

 

-buen chico- sonrió -mañana mismo búscame en la hora del descanso, si no asistes ya sabes lo que pasara ¿eh? así que no me provoques- se acercó hasta quedar muy cerca del rostro del oji-verde –se un buen chico, maricona- sonrió con prepotencia y se alejó con elegancia casi felina

 

-…- cubrió su rostro con ambas manos, no podía, no podía con esta situación. Se dejó caer hasta quedar en cunclillas, sollozando bajito. Tonto. Tonto. Tonto, se repetía, cómo había podido ser tan estúpido, la respuesta no escapaba de su consciente, lo sabía, estaba enamorado. El amor es un sentimiento realmente poderoso y peligroso a la vez, era verdad, desgraciadamente para él lo había comprobado por experiencia propia. “Él” fue su primer amor, jamás se había enamorado, pero con él conoció ese sentimiento, él le hizo sentirse especial, le hizo confiar ciegamente, le hizo caer.

Se enamoró perdidamente, de otro hombre además, tanto que se entregó a él. No le importo que fuese en los vestidores de la escuela, a aquella hora ya no quedaba nadie, claramente se equivocó. De igual forma se sintió feliz, le había dolido, cierto, pero también había disfrutado, creyó que luego de esa muestra de amor mutuo las cosas entre ambos se habían solidificado, claramente erró de nuevo. Él comenzó a cambiar, se volvió distante y frio, hasta que finalmente, lo dejo… sin más, sin darle ni una explicación, su relación terminó dejándolo con un gran dolor, ¿qué había hecho mal? No lo sabía, tan sólo sabía que le dolía, dolía y para mejorar las cosas ahora llegaba un extraño del cual ahora era esclavo. Genial.

Limpió sus lágrimas y se incorporó, no podía quedarse resignado simplemente sin hacer nada, tenía que buscar a su… antigua pareja… sí, es verdad, si aquel video salía a la luz él también tendría problemas, así que podía pedirle ayuda, seguro que le apoyaría. Sintió un grato sentimiento al pensar en ello y se sintió seguro. Mañana mismo hablaría con “él” y seguramente se encargaría de ese extraño que ahora mismo le había amenazado, no sería su esclavo, no señor. Una vez que se sintió mejor salió de la escuela rumbo a la estación. Los rayos del atardecer estaban en todo su apogeo, y los alumnos habían casi desaparecido.

Mañana todo se resolverá. Realmente quería que eso pasara.

 

 

Al día siguiente estaba nervioso, una vez llegada la hora del descanso se apresuró a buscar a su antigua pareja, su única esperanza. Cuando al fin lo encontró, se sintió desfallecer, estaba besándose con una chica castaña, una hermosa chica castaña además. Su corazón experimento un dolor como nunca lo había hecho. ¿puede alguien morir de desamor? Bueno, estaba pensando que quizá pronto lo descubriría. Su primer impulso fue volverse pero pensó en aquel extraño ¡no podía irse! No podría solo contra él, tenía que recurrir a su ayuda, no había otra opción.

Pasó saliva y caminó hasta dónde se encontraban besándose, se obligó a sí mismo a tragarse las posibles lágrimas. –Yamato- llamó tímidamente, la voz le tembló delatando su estado lastimero.

El recién mencionado, un castaño de cabello corto, de finas facciones, bastante atractivo y buen cuerpo dio un respingo y observó al muchachito, Yamato era dos años mayor que él por lo que su estatura era superior, aunque fuese sólo por unos centímetros. La chica observó a Subaru con molestia y superioridad que le hicieron sentir intimidado.

 

-Subaru ¿qué pasa?- preguntó el castaño

 

-y-yo…- sus mejillas se tiñeron de rojo, sentía molestos cosquilleos en el estómago, era así siempre que estaba frente a él, cada que él le miraba, realmente seguía muy enamorado de Yamato –yo quería…- observó a la chica que continuaba observándolo sin disimular ni un poco la molestia ante su presencia -¿p-podemos hablar a solas?- preguntó casi en un susurró

 

-Subaru, ahora estoy ocupado- dijo sin más, sin una pizca de consideración, pasando un brazo sobre el hombro de la chica que al instante sonrió triunfante

 

-e-es importante… p-por favor- dijo casi suplicando, ignorando las lágrimas que comenzaron a acumularse en sus ojos

 

-…- Yamato suspiró con pesadez, se lo pensó un momento y se volvió hacía la chica –Yunny ¿nos das un segundo?- preguntó con ternura, una que logró que las entrañas de Subaru se removieran, recordando cuando usaba esa ternura en él

 

-vale, no te tardes, estaré en la cafetería- antes de irse le dejo un beso en los labios, mordiendo levemente el inferior y dirigiéndole una mirada despectiva al oji-verde

 

-¿de qué quieres hablar?- preguntó con frialdad, cruzándose de brazos y mirándolo casi con molestia

 

-yo…- esa actitud dolió más que cuando le dijo que tenían que terminar ¿por qué Yamato había cambiado tanto con él? ¿por qué lo trataba así? –y-yo…

 

-mira, Subaru, no tengo tiempo para esto- le miró exasperado y comenzó a caminar rumbo a la cafetería

 

-¡n-no, espera! Yo… tú… tienes que ayudarme, hay un chico que…

 

-Subaru- se detuvo, observando al pelinegro que lo había seguido –tú y yo ya no tenemos nada que ver, arregla tus asuntos tú solito- dijo y sin más se fue, sin importar lo desesperado y preocupado que lucía Subaru, sin importarle las evidentes lágrimas que comenzaron a descender, sin importarle herir sus sentimientos otra vez…

 

-…- la garganta comenzó a dolerle por aquel nudo que se había instalado en ella y, mientras más lo reprimía éste más doloroso se volvía, las personas pasaban por su lado sin prestarle atención, ignorando su deplorable estado, ¿a quién le importaría alguien tan patético como él? A nadie… ni siquiera a la persona que amaba…

 

-oye- habló con prepotencia justo detrás de él -¿por qué estás perdiendo el tiempo? Creí haberte dicho claramente que me buscaras ¿pretendes hacerme enfadar, mariquita?

 

-…- apretó sus manos, y se volvió con expresión desafiante hacía aquel chico pelinegro de ojos cafes, su piel era clara aunque no tan blanca como la suya, y su figura era… bastante generosa la verdad, buen cuerpo, alto, seguramente tendría la edad de… Yamato, sintió un estremecimiento en su pecho y las agallas descendieron a los suelos dejando únicamente  la sensación de dolor.

 

 

-ah, vamos, estuvimos llorando- dijo con falsa expresión de pena, se acercó hasta su “esclavo” y le tomó el rostro con una mano, apretando sus mejillas dolorosamente –en la vida no puedes quedarte llorando o te comerán vivo, mariquita, mejor aprende a afrontar tus problemas como todo un hombrecito ¿entiendes?

 

Con brusco movimiento logró que le soltase, con su brazo limpió rudamente sus lágrimas y le miró con desprecio, definitivamente no lloraría delante de un ser tan despreciable como lo era esa persona. Su pecho se alzaba agitado, por más que lograra intimidarlo no se podía dar el lujo de quedarse sin hacer nada, tenía que pensar las cosas, algo tenía que hacer para librarse de esta situación, aunque fuese sin la ayuda de Yamato. Se tranquilizó un poco, tenía que pensar con la cabeza fría.

 

-así está mejor- murmuró el más alto. Le miró en silencio unos segundos y después comenzó a caminar pasándole de lado, esperando que el menor le siguiera, pero al parecer el chico no lo entendió pues se quedó en su lugar –date prisa- se quejó

 

-¿¡eh!?... s-sí- comenzó a caminar tras él –yo… no sé cuál es tu nombre- dijo tímidamente, si las cosas ya eran bastante malas por lo menos intentaría hacerlas más amenas para ambos, pensando en que si lograba acercarse lo suficiente a él podría quitarle su celular y deshacerse del video, sí, era su mejor opción

 

-ah, es verdad- dijo distraídamente –es Seishirou

 

-Seishirou- repitió en voz baja, ese era el nombre de la persona que lo tenía amenazado. Que despreciable sujeto.

 

***

Se sentía realmente raro,  definitivamente ese no era su lugar, los varios pares de ojos se posaban en su casi insignificante presencia. Un poderoso sonrojo se apodero de sus facciones, observó a Seishirou en busca de una pisca de apoyo, cosa que él otro no pareció notar.

-¿y tú quién eres?- preguntó una chica rubia de cabello corto y puntas de un rosa pálido, estaba sentada en aquella mesa con sus amigos de siempre, el único que no encajaba en nada era aquel chico pelinegro de ojos verdes

 

-am… y-yo…

 

-su nombre es Subaru, está conmigo, no le presten atención- interrumpió Seishirou con tranquilidad, todos parecieron conformes con aquello e ignoraron la presencia del menor, concentrándose en pláticas banales pero entretenidas –“Su”

 

-¿eh?- le observó, ¿quién le había permitido llamarle de aquella manera? Ese sujeto era en definitiva insoportable, despreciable, molesto…

 

-ve por mi almuerzo, por favor- dijo con una sonrisilla divertida, no, no era un favor, era una orden, sus ojos amenazadores se lo decían.

 

-…- apretó los labios en una mueca de lo más tierna, observo la fila para los almuerzos, ésta parecía eterna, duraría años en conseguir un solo almuerzo. Suspiró resignado. –claro- murmuró de mala gana y se levantó para hacer fila. Hasta ahora, ser un esclavo se ganaba un 5

 

-¿Subaru?

 

Dio un respingo y se volvió hacia la voz que le había llamado. Tuvo deseos de lanzarse a sus brazos, suplicarle ayuda y… y… ¿¡qué estaba pensando!? ¡no podía! Por más que se tratase de su mejor amigo no podía contarle lo deplorable de su situación, moriría de vergüenza. No. Tenía que resolver sus problemas por él mismo.

-hola, Kamui- le sonrió, o al menos hizo el intento por sonreír.

 

-¿te sucede algo? Te noto algo…- hizo una pausa intentando encontrar la palabra adecuada –raro

 

-¿raro? ¿raro yo? Ja, ja, ja claro que no, e-estoy no-normal, todo bien

 

-¿en serio? Porque no apareciste para comer con nosotros y… estas sentado en la mesa de…- dirigió una rápida mirada a la mesa dónde se encontraban Seishirou y sus amigos –de esos… descerebrados, Subaru ¿hay algo que no sepa?- preguntó realmente preocupado

 

-n-no pasa n-nada, yo…- apretó los labios desviando la mirada, intentando encontrar alguna excusa que pudiese serle de utilidad pero realmente, no encontraba ninguna –me invitaron a comer con ellos y… am, quise aceptar, es… es todo

 

-… vaya- le miró sin saber si creerle o no hacerlo pero ¿por qué razón le mentiría Subaru? Así que decidió creerlo –supongo que es normal que intentes socializar con la gente popular ¿no?

 

-¿eh?- le miró de nuevo ¿popular? ¿el sujeto ese era popular?

 

-si te hacen cualquier tipo de grosería no dudes en decirme, me encargare de que no se metan contigo- le giño un ojo, Subaru sabía que era verdad, más de una vez Kamui le había defendido llegando incluso a pelearse por él, se conocían desde que eran niños y ha sido así siempre, realmente Kamui era una persona con la que podía contar.

 

-hum, gracias- sonrió sinceramente. Cuanto le gustaría contarle pero, no podía decirle simplemente soy gay, me acosté con mi ex-novio y alguien tiene un lindo video de eso y ahora me amenaza con hacerlo público sino acepto ser su esclavo, no, no podía.

 

-vale, vuelvo con los chicos- se alejó a su mesa, dónde sus amigos de siempre estaban, estos le saludaron con la mano y el correspondió poco animado. Pasó un buen tiempo antes de que pudiese pasar por el almuerzo que ni siquiera sería suyo, las reglas es que se tomara una bandeja por persona y si quería tomar el suyo tendría que volver a hacer fila, cosa que no quería hacer y además dudaba que le diera tiempo antes de tener que regresar a su siguiente clase. Así que se apresuró a volver con Seishirou.

 

-tardaste- dijo molesto. Subaru sintió algo retorcerle las entrañas pero decidió darle por su lado, no estaba de humor para pensar en sus provocaciones, dejo la bandeja con la comida que había elegido para él y se sentó a su lado sin ánimos, sus pensamientos rondaron en Yamato y en esa chica castaña ¿sería su novia? ¿no era demasiado pronto para haberlo olvidado? Más miserable no podía sentirse.

 

-¿…?- de la nada un plato de budín apareció frente a él. Observó a Seishirou.

 

-detesto el budín- murmuró continuando comiendo su comida. –para que te lo aprendas la próxima vez que me traigas mi comida- soltó con superioridad chocante.

 

-lo recordare- dijo de mala gana, claro, tenía que ser porque a él no le gustaba, no se imaginaba a ese sujeto siendo bueno con nadie, menos con él. Pero ya que el budín estaba ahí, al igual que el hambre que sentía, comenzó a comerlo mientras escuchaba vagamente la charla de los amigos de Seishirou, hablaban de una fiesta en donde “x” persona había hecho un desnudo para todos de lo borracho que estaba y comenzaron a reír. No le vio la gracia, pero en fin, deseaba volver pronto a su siguiente clase.

 

-oye, mariquita, necesito tu número de teléfono.

 

-¿para qué?

 

-no es para cortejarte, obvio- dijo con una mueca de asco. Por alguna razón el comentaría logro que Subaru se sonrojara hasta las orejas –para llamarte cuando te necesite

 

-no quiero darte…- calló al ver a Seishirou sacar su celular, dijo “chicos, hay un video que quiero mostrarles” -¡¡te lo daré!!- gritó llamando la atención de todos que le miraron con cara de póker

 

-olvídenlo chicos, se me han quitado las ganas- dijo sonriendo, y acercándose al menor para que le diese su número –cuando llame tienes que contestar, sin importar la situación, me importa una mierda si estas ocupado, o si estas en clases, ahora tu prioridad soy yo

 

-… mhm- murmuró sin opción, por ahora más le valía hacer lo que el lunático ese le decía, al menos hasta que pudiese deshacerse del video.

 

-buen chico- dijo burlón –bueno, me tengo que ir a mi clase, nos vemos, mariquita

 

-…- se tragó las ganas de soltarle un insulto, pero ¡ah, como le despreciaba! Estúpido, estúpido, despreciable y miserable. Se dirigió a su siguiente clase también.

 

Recién salió de sus clases se dirigió a su casa. Vivía con su hermana gemela, Hokuto y su abuela. Sus padres habían muerto cuando aún eran muy pequeños, por lo que desde entonces su abuela se había hecho cargo de los dos. Por ser una persona muy adulta quizá, les había educado con mucha severidad. Se cambió el uniforme y se disponía a realizar sus deberes cuando su celular comenzó asonar, el número era desconocido ¿será…?

-¿por qué a mí?- dijo bajito, esperaba con toda el alma que no se tratase de su “amo” y contestó -¿sí?

 

-¿ya saliste de la escuela?- preguntó directo, vaya, ¿es qué ese sujeto no conocía la vergüenza?

 

-sí, ya- respondió molesto

 

-mierda- murmuró del otro lado –necesitaba quien me midiera el tiempo, bueno, no importa. Por cierto, mariquita, te ocupo para mañana

 

-¡no me llames de esa manera! Y mañana es fin de semana, no hay clases

 

-ya lo sé, obvio, mariquita, pero te quiero en mi casa, mañana- ordenó

 

-¿q-qué? yo no pue…

 

-eh, eh, tu amo tiene prioridad, así que no importa cómo le haces pero mañana vas a estar en la dirección que te voy a mandar por mensaje ¿entendiste? O de lo contrario subo tu video y te conviertes en la sensación de la escuela

 

-vale, vale, iré- dijo molesto -¿a qué hora?

 

-lo más temprano que puedas, bueno, te espero ahí, mariquita

 

-¡¡que dejes de llamarme así!!- gritó pero la llamada se había cortado -¡ahh! no lo soporto.

 

-¿Subaru?- Su hermana tocó la puerta de su habitación. Se apresuró a abrirle -¿te pasa algo? Te escuche gritando

 

-Hokuto, no, no me pasa nada- murmuró cansado

 

-no tienes buena cara- su mano se posó en la frente de Subaru tomándole la temperatura –deberías recostarte- le sonrió, Hokuto era tan dulce, tan atrevida y valiente, abecés Subaru envidiaba su forma de ser, su fortaleza, el cómo se enfrenta a todo y a todos, desearía poder parecerse un poco más a ella, y talvez así no estaría en esa penosa situación ahora.

 

-lo hare

 

-bien ^^

 

-¿vas salir?- preguntó por la forma en que Hokuto iba vestida. Demasiado arreglada como para sólo estar en casa –a la abuela no le gustara- dijo preocupado, no quería que Hokuto volviera a ser castigada.

 

-regresare pronto, no te preocupes, anda, descansa, te deje comida en el frigo, tan sólo tienes que calentarla

 

-está bien, gracias

 

-no tardo- se despidió animadamente y salió de prisa para no encontrarse con su abuela, no sería la primera vez que Hokuto escapaba con sus amigas sin el permiso de ésta. Suspiró con pesadez, esperando que en verdad regresara temprano y que su abuela no se diera cuenta de su escapada. El celular vibró en su mano. Lo observó, un mensaje nuevo. Al abrirlo tan sólo había una dirección.

 

Se dejó caer con pesadez sobre la cama, realmente Seishirou lo trataba como a un esclavo, sintió escalofríos, no se imaginaba todo lo que sería capaz de obligarle a hacer, sintió miedo, si podía ese sujeto lo humillaría hasta que le diera la gana, eso era seguro, ese sujeto no conocía nada de consideración. Tenía que darse prisa en apoderarse de su celular a como diera lugar y borrar el video antes de que se volviera loco en manos de ese desquiciado. 

 


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