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And A Fool I Shall Be por Hadassah

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Notas del fanfic:

¿En serio? No tengo ni idea de porque estoy escribiendo esto. El fic es mio, ni siquiera use nombres o un diálogo decente porque soy el tipo de persona horrible que no puede concentrarse en una sola cosa. Estaba leyendo un fic muy melancólico el otro día y me dio una sensación muy agridulce. Es tal vez por eso que escribí esto.

 
And A Fool I Shall Be
 
 
 
One Shot: And I Am His
 
 
By Hadassah
 
 
 
-Te protegeré.-
 
-Tendrás todo lo que tú quieras.-
 
-Eres mio.-
 
Y mi corazón late. Late fuerte. Fuerte. Contra mis costillas. De tal manera que parece que un martillo esta arremetiendo contra mi interiores. Es como un clavo. Él es como un clavo. Se habré paso entre mi piel, mi carne, mis hueso, mis sentimientos. Y mi ser. Y me toma. Y se queda estancado hasta lo mas profundo de mi. A veces, cuando he sido desobediente, esto es muy literalmente.
 
Mi corazón late. Late. Late. Por él. Late loco, salvaje. Fuera de control. Enamorado.
 
Su belleza y sus palabras. Su todo. Todo me arrastra a él. Todo. Desde sus palabras (esa con las que mueve multitudes, con las que hace sonrojar a las señoritas y con las que manipula a los tontos en las cortes hasta someterlos a su gusto y esas que me grita, colérico, y esas que me dejan sangrando a través de puntadas y esas que me susurra al oído, esas que gruñe cuando llega a casa dentro de mi) hasta sus sobrenaturales ojos como caleidoscopio y sus sonrisas. Esas que podrían hechizar a un gigantesco furioso y esas que les dedica a sus enemigos (a mi) antes de destruirlos, antes de reducirlos a cenizas.
 
Soy impotente. Impotente. Soy nada. Soy un tonto impotente.
 
-Eres mio,- eso es lo que él dice y mis rodillas tiemblan, se doblan, me dejan caer, me abandonan a mi suerte, traicionándome. Y mi mente esta truncada en una niebla brumosa y calida y no puedo ver más que su rostro, a él, y no puedo oír mas que su voz aún contra mis propios deseos. ¿Cuán perdido estoy, si no puedo manejar mi propio cuerpo y mente sin que él lo ordene primero? Solo soy capaz de aferrarme a él.
 
 A él.
 
A él.
 
A él.
 
aélaélaélaélaélaélaélaélaélaél
 
-Eres mio-. Y lo soy. He tratado de escapar. Innumerables veces. Suficientes para que yo mismo perdiera la cuenta. Traté siempre de escapar. De una forma u otra. Escapar. De él. Del castillo. Incluso de mi mismo. Soy mi peor enemigo. Soy mi propia destrucción. Escapar. De él. De sus guardias. De su cama. Soy demasiado débil.
 
No soy nada contra él.
 
Pero no importa cuantas veces me las arreglo para escapar. No importa lo que haga o cuán lejos corra. No importa si visto el rostro de otros o que me reduzca a un bicho en la inmundicia. Siempre vuelvo. Él siempre me encuentra. Me encuentra. Me arrastra de regreso. Mis gritos y chillidos y protestas son ignorados. Mis aullidos caen en oidos sordos, mis acciones en ojos ciegos. Soy ignorado. Tal como mi corazón es ignorado.
 
Y esas noches, después de mis intentos fallidos, me encuentro a mi mismo allí. De regreso allí. Después de días o semanas. Una vez fui lo suficientemente inteligente para mantenerme lejos por no menos de cuatro meses. Fui libre y salvaje y me sentí, por primera vez en mucho tiempo, tan abrasador y veleidoso como el viento. Tonto, tonto de mi. Lo pagué muy, muy caro.
 
Me encontré a mis mismo, una y otra vez, allí. Sábanas de seda y grilletes de acero. Almohadas de plumas y cadenas llenas de púas. Encadenado. Acorralado. Reducido a un poco mas que nada. Y gritó. Y aúllo. Y desgarro mi garganta. Pero no soy liberado. Nunca soy liberado. Nunca. Y él llega. Y mi estupidez es castigada. Mi deseo, mi anhelo de ser libre es castigado. Es aplastado, es pisoteado hasta que poco o nada queda. Hasta que queda poco o nada. De mi. De mi cuerpo y mente y deseos. Por que tal como él hace, el destruye y deshace.
 
Él esta allí conmigo y estoy gritando y chillando por otras razones. Su cuerpo es un arma y él la ejerce contra mi sin piedad. Hubo una vez en que caí de tal altura que olvidé tres cuartos de mi vida y, sin embargo, la memoria de sus caderas, como navajas, y sus hombros, como montañas, y sus ojos, ardientes y fogosos y tan penetrantes como lanzas al rojo vivo, se quedaron estampadas en mi memoria. Olvidé casi todo. Todo menos su nombre y su rostro y sus manos. Esas manos que dejaron, una y otra y otra vez, huellas en mi piel y más que en mi piel, en las esquinas mas escondidas de mi ser.
 
-Eres mio,- el gruñe toscamente, su voz tan sedosa y profunda que recorre hasta las partes mas recónditas de mi alma. Me hace gritar más alto, me hace perder lo sea que queda de mi mente, me pierdo en mis propios chillidos.
 
Todo lo que quiero decir en mis gritos, no se lo diré jamas a él. Él no escuchará. A él no le importará. Y mientras me quedo allí, con él a mi alrededor, en mi, sobre mi, con él inundando hasta lo mas profundo de mi cuerpo, mente y alma, lloro.
 
Silenciosas lágrimas que ruedan por mis mejillas encendidas y se pierden en las sedosas sábanas sucias. Sucias, por él y por mi. Por su semilla y la mia. Por mis lagrimas y mi vergüenza y mi desesperación. Y sé que él puede olerlas. Sé que puede oler el olor salado de mis inútiles lágrimas. Sé que puede oler mi completa impotencia y mi dolor velado. Sé que puede oler mi loco, ciego, maldito amor por él. Y él sabe. Él sabe. Él sabe, él sabe. Y besa mis lágrimas y lame sus manchas de mis mejillas. Y mi cuerpo quiere volar, quiere resquebrajase y quebrarse en mil pedazos porque no soy suficiente. Soy débil, soy un idiota, soy insuficiente. Las sensaciones me controlan a mi. Él me controla a mi.
 
Desde el inicio. Desde el verdadero inico. ¿Donde comienzo yo? ¿Donde termina él? ¿Es que importa? ¿Es que hay un mundo más allá de nuestras coléricas sensaciones viciosas? ¿Es que acaso no he tratado yo de encontrar la respuesta? ¿Cuantas veces he tratado? ¿Cuantas veces he triunfado? ¿Cuantas veces él ha ganado? ¿Cuantas veces ha él roto los componentes de mi cuerpo? ¿De mi mente? ¿Cuantas veces las he recogido y las he puesto de vuelta, co  variados resultados?
 
Cada vez, pienso que en realidad voy a quebrarme. A quemarme. A reducirme a nada. Por que él es mi todo. Por que él tomó cada cosa que me pertenecía, cada miembro y cada parte de mi corazón y cuerpo. Él me lo devolvió, en algún punto. Me lo devolvió pero sé que lo tomará otra vez. Tal como ha tomado lo que era, lo que fui, lo que soy y lo que seré. Pero no me importará. Porque no será nada comparado con mi depresión nerviosa y mental. Todos los días. Un círculo. Vicioso y sin receso. Un círculo de carne y huesos y emociones que nunca, tal vez, van a ser resueltas.
 
¿Quien soy yo? ¿Quien era, antes de conocerlo? ¿Que era yo? Nada. Asi de simple. Por que he vivido siempre para él.
 
Y mientras me quedo ahí, sucio y usado y completo y quebrado, me siento como la cosa más afortunada, más miserable y resquebrajada en el mundo. Y eso es lo que soy. Una cosa. Un objeto. No una persona. Jamas, jamas una persona. Siempre algo. Algo que él puede usar, puede quebrar porque sabe que se puede sanar. Algo que él puede tener, usar, quebrar y luego tirar. Algo suyo.
 
Lo he encontrado a travez del tiempo. A través de las catástrofes y los desastres y los Velos. Lo he encontrado bajo tierra. Lo he encontrado y lo he resucitado. Y lo he hecho mio. Tal como yo soy suyo. Por que yo sería nada, sin él.
 
Suyo.
 
Suyo.
 
Suyo.
 
Suyo.
 
Suyo.
 
Suyosuyosuyosuyosuyosuyosuyo
 
Una cosa. De él.
Notas finales:

¿Entendieron? Por que a decir verdad yo me quede un poco estancada en medio del fic. Y ni siquiera comenzó como un fic. Comenzó, simplemente, conmigo sintiendome en las nubes. Y no estoy hablando de drogas. O alcohol. Estoy hablando de que estaba triste as a fucking banshee.

 

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