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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Portada (Click para ver)

Actualizaciones: A diario.

Número de capítulos: 40

Naruto Uzumaki

 

 

 

Por fin era libre, tenía los dieciocho años, había salido del orfanato y llevaba una semana trabajando en ese prestigioso restaurante de Tokyo para ganar el dinero necesario y comprarme una casa decente, porque hasta el momento sólo había podido alquilar una mugrienta casa en uno de los peores barrios pero no había nada que pudiera hacer excepto trabajar para salir de esta situación.

 

Mis padres habían fallecido cuando nací o eso me dijeron, porque yo jamás les conocí, lo único que me quedaba de ellos era una fotografía conmigo en brazos y se les veía siempre tan felices, me habría encantado conocerlos y aunque antes siempre me hacían falta, ahora me había acostumbrado a mi vida en solitario, nadie me sacaría las castañas del fuego, era completamente independiente y el poco dinero que mis padres me habían dejado en herencia lo había dejado en el banco para alguna emergencia. Mientras tuviera mis manos podría trabajar y salir adelante.

 

Lo único que me molestaba de mi trabajo, era mi jefe, siempre me miraba con esos ojos lujuriosos y a veces me preguntaba… ¿Nunca había visto a un chico rubio? Vale no eran nada comunes en Japón, pero según me contaron, es que mi padre no era japonés y por la foto que tenía de él, yo me parecía mucho a él, había sacado su color de cabello y sus ojos, pero tenía la sonrisa y la vitalidad de mi madre.

 

Llegué a mi puesto de trabajo como todas las mañanas y mi jefe en lugar de ponerme a servir mesas para el desayuno, me puso en la barra, algo extraño, porque yo solía estar siempre entre la cocina y el comedor llevando platos, sirviendo a los clientes sus demandas y cogiendo los pedidos, más que nada, porque siempre iba con una gran sonrisa y eso según mi jefe… atraía a la gente y hacía que se sintieran más cómodos conmigo que con otro camarero. Pero hoy me tocó en la barra.

 

El local se llenó enseguida y es que siempre estaba lleno, los empresarios venían a tomarse sus cafés para el desayuno o incluso a medio día para almorzar y cuando todo parecía quedarse tranquilo, me tocaba ir a ayudar en la cocina para preparar las comidas que se servirían y es que venía aún más gente a comer y a cenar que para los desayunos, era un agotamiento, pero pagaban bien y necesitaba el dinero por dos motivos principales, uno para poder vivir yo y la segunda… quería ahorrar para contratar a un detective y que encontrase a mi hermano mayor, porque por deudas que según me contaron que tenía mi padre, había sido llevado a otro país para saldar la deuda. Quería encontrar a mi hermano, era la única familia que me quedaba.

 

Estaba ya limpiando la barra de los desayunos, cuando entró un chico moreno de impetuosos ojos oscuros y vestido con una elegante americana que hablaba con otro chico que venía con traje de ejecutivo. Pasaron por mi lado y se sentaron en un lateral de la barra así que dejé el trapo con el que estaba limpiando y tras recoger un par de vasos y meterlos en el lavavajillas del local, me acerqué a ellos para atenderles.

 

- Buenos días – les dije con una gran sonrisa - ¿Qué desean tomar?

 

- Un café americano, con poca leche – me pidió aquel chico moreno.

 

- Yo un café solo – me pidió el acompañante.

 

- Ahora mismo – les dije sonriendo y me marché a prepararles su pedido.

 

Mientras preparaba las cosas podía escucharles hablar, creo que eran abogados y no me extrañaba en absoluto, el edificio de al lado era un buffet de abogados muy importante o eso me habían dicho. Muchos ejecutivos y abogados venían por aquí a comer aunque yo nunca había visto a ese chico moreno.

 

Cogí los cafés una vez hechos y caminé hacia los dos hombres, pero cuando estaba a punto de llegar a ellos, mi jefe pasó por detrás de mí dándome una palmada en el trasero que por el susto y el empujón suyo, acabé desestabilizándome y le lancé los cafés al chico moreno encima de su camisa blanca. Aquel joven se apartó de golpe levantándose de la silla mientras decía alguna palabrota y es que estaba enfadado, no me extrañaba, era la primera vez que yo tenía un accidente como este, siempre había sido muy eficiente en mi trabajo y no sabía muy bien cómo reaccionar.

 

- Discúlpeme – le pedí – ¡Oh Dios mío!… déjeme que le ayude a limpiarse.

 

- Joder… tengo un caso en diez minutos – se quejó el chico.

 

- Lo lamento de verdad, me tropecé – le mentí tratando de ocultar la verdadera acción de mi jefe.

 

- Vamos Sasuke, no hagas un mundo de esto – le dijo su compañero tratando de calmarle – puedes cambiarte la camisa en la oficina antes del juicio y la americana no se te ha manchado. Todo tiene arreglo, sólo ha sido un lamentable accidente.

 

- Cuando vuelva del juicio quiero hablar con tu jefe – me dijo de forma seria y me asustó.

 

Ambos se marcharon y me quedé allí con el miedo en el cuerpo ¿Cómo podía haberme pasado esto? Era increíble. Todo me pasaba a mí, vaya desastre de día. Me quedé allí en la barra y cuando se marcharon, agaché la cabeza hasta tocar con mi frente la barra por el desánimo.

 

- Naruto – escuché a mi jefe llamarme desde atrás y levanté la cabeza mirándole – deja de holgazanear y cuando termines de limpiar la barra te quiero ver recogiendo la cámara frigorífica ¿Queda claro?

 

- Sí señor – le dije algo enfadado aún por lo que me había hecho.

 

No aguantaba que nadie me tocase sin permiso y menos que me dieran una palmada en el trasero ¿Qué confianzas tenía ese hombre conmigo? Tenía la ira hacia mi jefe dentro de mí y traté de calmarme, necesitaba el trabajo y tenía que tranquilizarme para no cometer alguna locura de la que luego pudiera arrepentirme.

 

Terminé de recoger la barra y luego fui a recoger la cámara frigorífica como me habían pedido. Cogí las cajas que había traído el camión de reparto y empecé a ordenarlas.  Sasori entró en aquel momento trayendo otra caja y me sonrió mientras la colocaba en su sitio.

 

- ¿Te ha tocado ordenar hoy?

 

- Eso parece – le dije sonriendo y él sonrió  - cosas del jefe.

 

- Ya me han contado que le has tirado un café encima a un cliente.

 

- Ufff – exclamé - ¿Crees que volverá a quejarse? No puedo permitirme que me despidan.

 

- No creo que te despidan Naruto – me dijo sonriendo – el jefe no sé por qué te tiene aprecio.

 

- Más del que me gustaría. ¿A ti también te toca el culo a veces? – pregunté.

 

- Sí – me respondió – pero es el jefe, como bien dices… tampoco puedo permitirme perder este trabajo. Sólo tienes dos opciones, aguantar y quedarte o marcharte y buscar otro empleo.

 

- Lo sé. Espero no volver a ver a ese abogado – le dije sonriendo – porque no quiero que me despidan.

 

- Cálmate Naruto, trabajas muy bien, no te despedirán por un accidente.

 

- Eso espero.

 

- Sasori – escuchamos el grito del jefe que estaba tras de nosotros – deja de estar perdiendo el tiempo en conversaciones y vuelve al trabajo, no te pago por hablar.

 

- Nos vemos luego Naruto – me dijo y me despedí de él forzando una sonrisa.

 

Miré hacia mi jefe para descubrir como seguía con sus ojos fijos en mí, pero desvié mi mirada y seguí cogiendo cajas y organizándolas en las estanterías. Cogí la última caja que quedaba de fruta y miré por encima de mi cabeza… había que colocarlo en el estante más alto y no sé si iba a llegar, así que me subí a una silla y me estiré todo lo que pude para dejar la caja. No conseguía subirla del todo pero cuando ya casi la tenía, sentí unas manos que tocaban mi miembro por encima del pantalón y del susto perdí el equilibrio cayéndome de la silla mientras veía como la caja llena de fruta se caía encima de mí.

 

Me quejé en el suelo por el dolor y es que creo que me había roto la muñeca al caer. Mi jefe estaba también en el suelo a mi lado pero cuando le miré, tenía en su rostro una sonrisa lujuriosa y se abalanzó sobre mí besándome el cuello mientras yo trataba de quitármelo de encima como podía. Grité, pataleé y le empujé todo lo que pude haciéndome aún más daño en la muñeca, pero me daba igual si conseguía apartarlo.

 

No podía contra él y no sé si alguien de los de fuera me escucharía gritar estando yo en la cámara. Rasgó mi camiseta entre el forcejeo y yo le hice un par de arañazos por el esfuerzo de tratar de alejarle, pero no había forma de quitármelo de encima y cuando empezó a desabrocharme el cinturón mientras yo no podía evitar que las lágrimas salieran, vi tras de mí el cuchillo de la sandía y lo cogí clavándoselo en el hombro.

 

Se alejó de mí entre quejidos de dolor y me levanté corriendo saliendo de allí cruzándome con Sasori que me detuvo viendo mi estado y me llevó hacia una sala a parte llamando a la policía y a la ambulancia para que vinieran por el suceso. No dejé de llorar hasta que llegó la policía, pero al menos Sasori aunque escuchó los gritos del jefe para que abriera la puerta de la sala, no lo hizo, permaneció allí conmigo tratando de calmarme.

 

Cuando la policía llegó nos sacó a todos del local y vi como la ambulancia se llevaba a mi jefe para atenderles mientras él me decía que me acordaría de esta, que estaba despedido pero ahora mismo me daba igual, no pensaba dejarme tocar ni que abusasen de mí por un trabajo, tenía mi orgullo y mi autoestima, no me rebajaría a esos niveles por un trabajo, él debería respetarme. La policía vino a interrogarme y mientras me preguntaban una y otra vez, yo permanecí en silencio aún en shock por lo que había hecho y es que… le había clavado un cuchillo, jamás pensé que yo llegaría a hacer algo así y aunque trataba de decirme que era en defensa propia, seguía sintiéndome culpable. Vi entonces entre la gente que se congregaba a aquel abogado y como su compañero le insistía en que dejase el tema, en que no hablase con mi jefe para que me despidiese y entonces al girarse todo convencido de que hablaría con mi jefe, me vio a mí tapado con una manta y con un policía delante haciéndome preguntas.

 

Preguntó a varias personas qué había ocurrido aquí y entre los muchos rumores que había, escuché que alguien le decía que le había clavado un cuchillo al jefe cuando intentó abusar de mí. Aquel chico de cabello oscuro me miró y yo aparté mi vista de él avergonzado mientras seguía escuchando al policía cada vez más nervioso porque no respondía sus preguntas, pero es que ahora mismo no podía, estaba demasiado alterado con todo lo sucedido.

 

Vi a aquel joven colarse entre los guardias que intentaban bloquearle el camino y volver a mandarlo fuera de la zona acordonada, pero él siguió avanzando indicándoles algo que no escuché y cuando llegó hasta el policía que me interrogaba, se metió en medio de nosotros.

 

- Déjele un momento y luego le contestará lo que quiera saber – le dijo aquel chico.

 

- ¿Quién es usted? – preguntó el policía.

 

- Su abogado, así que déle un momento para que se recupere, ¿Le ha leído sus derechos verdad? – le preguntó – entonces sabrá que tiene derecho a un abogado y a no ser interrogado sin mi presencia. Quiero un momento a solas con él ¿Nos disculpa? – le preguntó y el policía nos dejó allí solos.

 

Le miré con duda y bastante nervioso. Seguía igual de serio que cuando lo vi la primera vez y es que creo… que era así de gruñón siempre pero en parte, le agradecía que estuviera aquí y me hubiera dado un poco de respiro para poder calmarme, agradecía tener a alguien que entendiera la situación y pudiera ayudarme. Él seguía mirándome atentamente.

 

- Lamento lo del café – le dije serio y mirando hacia el asfalto de la calle y es que no me atrevía a mirarle a los ojos a ese chico intimidante – supongo que ya no hace falta que hables con mi jefe, estoy despedido.

 

- ¿Con el lío que has montado te preocupas ahora del café? – me preguntó – de verdad que vas a necesitar ayuda para salir de este lío – dijo suspirando como si le costase demasiado esfuerzo ayudarme pero seguía aquí a mi lado, no me abandonó con el problema.

 

 


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