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Looking for the shiny fairy. por Kannon

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No tires basura, no contamines, cuida los árboles… durante toda nuestra vida hemos escuchado esas recomendaciones pero hacemos caso omiso de ello.
¿Reciclar? Eso no sirve. El planeta tierra estará siempre para nosotros, nunca nos faltará nada… o al menos eso era lo que los humanos pensaban.

*


Año 234 después de la primera crisis mundial.
El calentamiento global había llegado a su límite, los polos se habían derretido completamente, las estaciones del año dejaron de existir y los animales apenas pudieron sobrevivir. Los campos de tierra fértil y el agua potable se contaminaron y extinguieron. Los rayos UV dañaron tanto a la población que muchas personas perdieron el poder de tener hijos. Los constantes choques de plaquetas que causaban desastres naturales como terremotos, tsunamis golpeaban de forma más frecuente que dejaron a los humanos con recursos limitados para sobrevivir.
Es por eso que la organización de las naciones unidas, o lo que quedaba ella decidió entregar constancias por país que les permitía a sus habitantes tener hijos. Un trámite igual de tedioso como sacar un pasaporte y muy limitado. Gracias a ello los mejores científicos de todo el mundo se unieron para crear un robot que pudiera tener emociones y sentimientos y así dárselo a las familias que deseaban tanto tener un hijo pero que habían sido rechazados ante el trámite, o simplemente que no contaban con la capacidad monetaria para pagar dicho papel. A estas alturas un robot era más costeable que un humano, y siendo éste metal y circuitos no les robaría ni el contaminado aire.

 

*


Era un catálogo muy simple. Había cinco tipos de color de piel, cuatro de ojos y siete de cabello. Los rasgos faciales se determinaban en un monitor después de introducir una fotografía de quienes serían los padres y se podían elegir entre bebés recién nacidos hasta jóvenes de 16 años.
Sin embargo hicieron una excepción.
La familia Kim había perdido a su hijo menor en un incendio provocado por el calor del verano. Todos lograron salir de edificio en llamas menos él, Kim Yu Kwon, quien no podía irse y dejar a su pequeño gatito morir en el fuego.
Yu Kwon era un joven de 23 años que vivía con su novio JiHo en un departamento a las afueras de la ciudad de Seúl. Esa tarde había ido a visitar a su madre y a su hermano mayor como solía hacerlo cada domingo. Un beso en los labios, una caricia, y JiHo le deseó una buena tarde como lo hacía cada que YuKwon salía. Lo único que ninguno de los dos pensó fue que ese sería su último beso.


—Le pagaré lo que sea… pero por favor…

 

*


Tres meses después un enorme paquete llegó al pórtico de la familia Kim. Envuelto en papel plateado y un lazo de color azul metálico: El BLOCKBUSTER2011-B con el rostro del hijo menor había llegado.
Tenía todas las características físicas que YuKwon, la misma altura, complexión, incluso los mismos ojos rasgados. Junto con su manual y una tarjeta de presentación, la caja estaba empaquetada en perfectas condiciones que hacían ver al robot como un muñeco de porcelana tamaño real.

—¿Y esto cómo se enciende?— preguntó JiHo quien se encontraba con la familia Kim para la llegada del nuevo miembro de la familia.
—Mh… — YuShin tomó el manual, se acercó al robot y levantó ambos párpados al mismo tiempo. La cabeza del androide se movió hacia la izquierda y derecha y esa enorme sonrisa característica de YuKwon se dibujó en su rostro. Mamá Kim comenzó a llorar, como si aquel objeto fuera de verdad su fallecido hijo. YuShin, estático sólo lo veía fijamente con la boca abierta y JiHo ya se había abalanzado a él para abrazarlo con fuerza y acurrucarlo entre sus brazos.

—Hola. Mi nombre es Kim Yu Kwon— dijo un tanto frío pero aún con ese peculiar tono de voz —es un placer.

El nuevo Yu Kwon estaba programado para tener emociones y sentimientos, sin embargo no venía con ellos, debía aprenderlos como si fuera un bebé recién nacido… o una mascota.

*

 

—¿Y en esa caja eléctrica puedo ver lo que quiera? — Yu Kwon estaba sentado en el sofá de la sala frente al televisor con YuShin aquella tarde en que Mamá había salido por los víveres.
—¡Todo lo que quieras! Sólo debes tomar el control ¿ah? —levantó el control con la derecha y lo señaló con la izquierda — tenemos más de 300 canales, y están ordenados, mira: deportes, animales, niños, documentales, películas.
—¿Películas?
—Sí. Películas — mientras hablaba iba cambiando cada canal para mostrarle a su hermano menor, pero terminó en uno de películas —esta es Pinocho… ¿quieres verla? Se trata de un títere que tiene vida, pero es de madera y quiere ser un niño de verdad. Ya sabes, de carne y hueso como noso…

YuKwon se quedó atento a su hermano mayor, y tras el silencio de éste, bajó la mirada entristecido.

—Como yo… — dijo el menor en voz baja, sus ojos se cerraron un momento y al abrirlos sonrió —han hecho una película de mí sin saberlo. YuShun ¡Tú eres ese viejito! —de un salto se subió al sillón y acomodó las manos en los hombros del otro —Oh, ahora es mi película favorita.

*


Tras la muerte de YuKwon, Woo JiHo se quedó viviendo solo, y aunque el robot era la viva imagen de YuKwon, no pensaba llevárselo a su casa. Solía visitarlo casi todos los días después de salir del estudio donde trabajaba como productor y compositor. Y es que YuKwon en ese estado, era como un niño pequeño apenas descubriendo el mundo.

—Y aquí estábamos viendo las estrellas en nuestro segundo año juntos — JiHo extendió una fotografía bastante obscura donde apenas se podía diferenciar el brillo de sus ojos —tú dijiste que tu celular si iba a sacarnos el rostro y al final no se veía nada hahaha.
YuKwon acercó la mirada a la fotografía y la tomó con ambas manos.
—¿Todas las personas tienen recuerdos así? — preguntó con los ojos bien abiertos, mirando a JiHo.
—¿Recuerdos cómo?
—Así — levantó la fotografía —recuerdos guardados así.
—¿En fotografía? Pues… es una fotografía, mi amor. Se toman con una cámara, con un aparato, y el aparato guarda el momento. Lo dibuja en papel así como esta.
—Y cuando la gente toma una… ¿fotografía? ¿El recuerdo nunca muere?
—Es una forma muy bonita de decirlo, Kwonnie. Y…sí, algo así.
—¿Tenemos más recuerdos juntos, JiHo?
—Muchos… tenemos muchos recuerdos juntos…

*


La vida de la familia Kim parecía estar mejorando. YuShin había vuelto al trabajo y su madre había dejado de llorar. YuKwon se sorprendía hasta de la cosa más pequeña, como aquella ocasión en que se sorprendió tanto por ver un arcoíris en el cielo.

—¡Un arco colorido está bajando desde el cielo! ¡Vengan a verlo! ¡Tenemos que encontrar dónde inicia! Ahh quiero tocarlo, por favor, por favooooor.

Pero eso no le importaba a ninguno de ellos, ni siquiera a JiHo cuando intentó besarlo y YuKwon solamente comenzó a reír porque era algo que había visto en una película. Además del contacto personas, era la forma en que aprendía de la vida: mirando la televisión.

YuKwon se veía y sentía como un humano de verdad. Podía sentir el pasto en la planta de sus pies, el aire golpear su rostro y jugar con sus cabellos, incluso el zumbido de las moscas cuando alguna pasaba por su lado. Podía percibir aromas, sabores, calor o frío; pero en las noches, cuando todos dormían, YuKwon se sentaba en el marco de la enorme ventana de su habitación para observar aquellos puntos brillantes en el obscuro cielo. No podía conciliar el sueño, no estaba programado para ello. Había aprendido a que cuando el sol se escondía era hora de dormir, y si hacía ruido podría despertar a alguien, eso no era bueno en las mañanas para mamá, porque debía despertar temprano.

—Esos puntos brillantes ¿son hadas? — preguntó una madrugada cuando JiHo pasó la noche a su lado. El menor se encontraba detrás de YuKwon, abrazándole por la espalda con la cabeza recargada en su hombro.
—Sí. Ellas te conceden deseos. Cuando veas que una se mueve, o que brilla mucho, es porque te está escuchando, y tú puedes pedirle el deseo que quieras.
—¿Tú le pedirías un deseo a las hadas, JiHo?
—Hace mucho les pedí uno, Gatito.
—¿Y se hizo realidad?
—… No nos han separado ¿ah? — finalmente se soltó de él y caminó hasta la cama para meterse bajo las cobijas —anda ven, es hora de dormir, Kwonnie.
—Espera… quiero ver si una de las hadas me escucha.
—¿Les vas a pedir algo?
—Sí… quiero ser un humano de verdad…

*

 

Después de cinco meses, el entusiasmo por tener de nuevo a su hijo había pasado. De ser una alegría y algo agradable de escuchar, las preguntas de YuKwon y su comportamiento desesperaban en más de una ocasión a su madre y a su hermano. Preferían esconderse de él para que no les hiciera absurdas preguntas como ¿por qué el agua está mojada? Era suficiente, era más de lo que ellos podían soportar. Yu Kwon necesitaba adaptarse de una buena vez y comportarse como el humano de verdad que no era.

—¿Y si lo apagamos? — preguntó YuShin una noche en la que Yu Kwon había decidido que no se iría a dormir hasta terminar de ver por milésima vez la películas de Pinocho.
—¡YuShin! ¿Cómo puedes preguntar eso? Es tu hermano — ofendida su madre respondió, pero no parecía del todo una idea tan descabellada.
—No es mi hermano. Es un juguete que compraste que se parece a mi hermano, pero por favor, mamá ¡Ya no lo soporto! Te juro que si escucho su voz de nuevo me voy a matar y tendrás que comprar un robot de mí también.
—No podemos apagarlo, hay que enseñarle.
—¡Ha pasado mucho tiempo! Necesitamos hacer algo con él, podemos regresarlo a la fábrica entonces. Ya ni JiHo lo aguanta ¿y cómo lo haría? Cuando lo besa no toca nada más que frío metal disfrazado de piel.
—YuShin…
—Es enserio ¿lo has visto? Pobre JiHo, ya no sabe ni qué hacer, por eso ya casi no viene a casa. Afortunado más bien, porque él puede irse y no verlo cuando se le da la gana.
—YuShin…
—No, nada de YuShin. Estoy siendo sincero, mamá. Tenemos que deshacernos de YuKwon ahora.
—…Ya acabó mi película… — YuKwon empujó la puerta para terminar de abrirla y que pudieran ver por completo su cuerpo que había pasado la mayor parte de la plática del otro lado de la pared —tengan una buena noche…
—YuKwon…

Y cerró la puerta tras irse hacia su habitación. Sus lágrimas sintéticas caían por sus mejillas, sus piernas se movieron rápido para encerrarse en su cuarto y en vez de tirarse en la cama a llorar, se sentó en el borde de la ventana.
—Por favor… por favor hada brillante… quiero ser un humano de verdad… quiero que mamá esté orgullosa, quiero que mi hermano me quiera como yo lo hago… quiero que JiHo se sienta cómodo a mi lado… por favor hada brillante… quiero ser un humano de verdad, por favor… por favor hazme regresar a ser un humano de verdad… por favor… — justo en ese momento una estrella fugaz se apareció en el cielo, YuKwon recordó las palabras que JiHo le había dicho: un hada lo había escuchado. Y en su inocente mente de robot, el que el hada se moviera significaba que debía seguirla.

Saltó por la ventana, corría con todas sus fuerzas para alcanzar al hada brillante que le concedería su deseo. Caminó por calles y largas cuadras hasta que finalmente la estrella desapareció.

—¡Hada brillante! ¡Vuelve! ¡Vuelve, por favor! ¡Hada brillante, quiero ser un chico de verdad! No quiero ser Pinocho por siempre ¡Hada brillante! — se dejó caer de rodillas en medio de la carretera, el frío viendo le hacía enchinar la piel y con los puños comenzó a golpear el concreto —¡Quiero ser un humano de verdad! ¡quiero ser un humano de verdad! — su piel se abría, sus manos se dañaban gracias a los golpes, pero no era sangre lo que salía, y no había dolor real, podía sentir el arder de sus manos siendo lastimadas pero en verdad no dolía, sólo eran sensaciones programadas en el cerebro de la computadora en su interior. Golpeaba y golpeaba hasta que sus dedos se averiaron y su respiración se agitó tanto que una vez más las lágrimas sintéticas bajaron por sus mejillas —quiero ser un humano de verdad…
—Hey… ¿a ti qué te pasó? — un hombre con un andar robotizado se acercó a él, portaba un sombrero de copa, con el flequillo largo que le cubría los ojos y un saco largo que parecía salido de una de esas películas de magos y brujas que había visto en la televisión —eres uno de … ¿nosotros? — y se quitó el sombrero que gracias al viento le hizo volar el cabello, bajo su ceja izquierda había un agujero justo donde el globo ocular estaba ausente —¿Eres un androide también?

YuKwon se le quedó viendo y asintió, el hombre le ofreció la mano y los lastimados dedos de YuKwon la tomaron para ponerse de pie.

—Estoy buscando al hada brillante para que me conceda un deseo… y pueda ser un humano de verdad…
—¿El hada brillante?
—JiHo dijo que esos puntos brillantes del cielo eran hadas y que les podía pedir un deseo… quiero ser un humano de verdad…
—Ah… el hada brillante… ¿Cómo te llamas?
—YuKwon. Kim YuKwon.
—Mucho gusto, mi nombre es JoonJae Lee. Soy uno de los prototipos. Los primeros robots que crearon, me querían desconectar como si fuera un juguete más pero logré escapar. Yo… no soy un hada brillante pero puedo concederte tu deseo.
—¿Puedes convertirme en un humano de verdad?
—Puedo convertirte en lo que eras antes. Tú… eres él ¿No? — el hombre sacó un pedazo de periódico donde el rostro sonriente de YuKwon se encontraba, era una nota donde explicaban que los científicos habían creado al prototipo BlockBuster2011 para reemplazar a los seres queridos que habían fallecido.
—Sí… — tomó el pedazo de papel y se lo acercó al rostro —¿Puedes convertirme en él?
—Puedo hacer que él siga su curso… y que tú también. Puedo llevarte a un mundo donde podrás descansar y donde todos te amaran por lo que eres y por lo que fuiste, ¿eso quieres, YuKwon?
—Sólo quiero que ellos me quieran como lo hacían con él.

*


La señora Kim lloraba desconsolada en la tumba de su hijo menor, YuShin, el mayor le sostenía por los hombros con fuerza, con una mirada triste y los labios fruncidos hacia abajo. Junto a ellos, JiHo estaba de pie para darle el último adiós a quien había sido su novio por tantos años.
Yu Kwon el robot había sido desconectado y se sentía como si hubiera muerto de nuevo, era el mismo dolor agonizante. Era el mismo vacío en el estómago, el mismo nudo en la garganta y el mismo golpe en el pecho.
Yu Kwon se había ido. Y el hombre no le había mentido, pues apenas el androide cerró los ojos, sintió una paz que le había envuelto el cuerpo, finalmente se sentía como un humano, un humano en su lecho de muerte listo para descansar y viajar a ese mundo donde la eternidad le esperaba.
Yu Kwon se convirtió en una estrella más del cielo, un hada brillante que concedería los deseos de aquellos románticos enamorados que se los pidieran.
Yu Kwon cumplió el deseo de JiHo, pues a pesar de estar físicamente lejos de él, ahora lo acompañaba desde arriba y lo esperaría hasta que fuera su turno de acompañarle allá. Ni siquiera la muerte se atrevería a separarlos.


El BLOCKBUSTER2011-B había llegado a sus vidas para hacerles notar que necesitaban dejar ir a esa persona que tanto amaban, y que aunque no estuviera ahí, siempre estaría presente en sus corazones.

Notas finales:

Escribí esto para un plot de Ohana_Always RPG.

r34;#‎TheFuturer36; r34;#‎Mission003r36; r34;#‎OhanAlwaysr36;

 

 

Gracias por leer. 

 


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