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Mika por ItaDei_SasuNaru fan

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Notas del fanfic:

Hola, amantes del MidoTaka~ Es un honor y un placer imaginar que se han cruzado con este fanfic~ ( ^^ ) No importa si ha sido por error xD

Debo advertirles que es mi segundo trabajo del fandom de KnB y de la pareja, así que es para mí un enorme privilegio saber que están leyendo esto ( >///< )

Vale la pena aclarar que tengo la sensación de que esta historia no será tan bien recibida como la primera xD Es menos poética y mágica ( ¿-.-? ) Pero les prometo que la cotidianidad no deja de ser linda ( >0< )/

No soy una persona que confía en lo que hace, ni soy experta en el MidoTaka, así que ofrezco mi trabajo para que le tengan mucha paciencia, por favor ( D: )

Sin embargo, por lo que me falta de talento, lucho por redimirme entregándome a la historia con mucha pasión y muchísimo amor~

Este one-shot se lo dedico a una persona simplemente adorable ( ♥.♥ ). Danny, muchísimas gracias por ser una constante en la ecuación de mis días ( ^w^ )

Hasta yo sé que la historia es demasiado cursi ( .///. ), lo siento, pero es que no puedo evitarlo xD

Notas del capitulo:

Formalidades: Solo la trama es mía (está protegida por SafeCreative.org). Los personajes no me pertenecen, son propiedad intelectual de Tadatoshi Fujimaki. Todo es hecho sin fines de lucro, no recibo ninguna remuneración por ello. Hecho únicamente por y para fans.

Perdonen todos los errores de ortografía, redacción, narrativa y semántica que encuentren. Saben que soy humana y a pesar de mis esfuerzos, estoy segura de que habrá errores. Además, yo no tengo ni tendré beta-reader, por lo que toda la limpieza corre por mi cuenta.

No quiero entretenerlos más tiempo. ¡Disfruten~! :D

 

Mika

 

 

Estaban tumbados en la cama con la bebé en medio de ambos. La nena era muy pequeña para hablar aún, pero eso no evitaba que los padres pusieran palabras en su boca, a manera de estímulo y juego. El doctor jamás hablaría en jerigonza para su reina porque le parecía extremadamente inadecuado para el desarrollo de su lenguaje, pero Takao siendo quien era, no le podía importar menos la palabrería científica que su esposo tenía que decirle.

No podía evitar hacerle muecas, sonreír o decir todo lo que se le viniera al pensamiento con tal de ver sonreír a su chica.

—Papá debería de llevarnos a pasear, ¿verdad~? Debería llevarnos a una excursión para divertirnos —murmuraba el moreno mientras sostenía la pequeña mano con su dedo, acunándola cerca de su pecho.

—¿Excursión? Mi pequeña Mika no soportará una salida tan pesada, deberíamos ir a un museo —respondió Midorima acariciando el cabello negro de la nena que se rió contenta—. ¿Ves? La idea le gusta, quiere ir a ver arte con su padre.

—¡Eso es aburridísimo! Al menos deberíamos ir al mar a recolectar almejas, yo sé que adorará estar en el agua —insistió Takao irradiando emoción. Mika secundó a su papi con una risa sonora y cristalina, moviendo los brazos en su dirección—. Mika quiere conocer el mar y que prepares cosas deliciosas para nosotros~

—Ese es un intento venturoso de apelar a mi vanidad —dijo el otro enarcando una ceja—. Me preocupa que un d-

El sonido del teléfono de la casa reverberando contra las paredes del hogar, destruyó la burbuja de calor, luz y alegría que habían construido alrededor de su hija. No por su repentina aparición, sino porque significaba una desesperada invasión al tiempo que estaban pasando juntos como familia. Por eso los tomó por sorpresa a ambos.

Takao no tuvo una idea muy clara de qué tan apretado era el horario de trabajo de Shintarou hasta que su esposo comenzó a permanecer más tiempo en su consultorio que en casa. Sin embargo, desde el nacimiento de la pequeña Mika Midorima, el doctor había determinado las condiciones de tiempo y espacio que disponía; indicó amablemente a todos sus pacientes que su prioridad era su familia y debía cuidar de su esposo e hija cuando más lo necesitaban. Las llamadas en un fin de semana era casi una imposibilidad astronómica.

Kazunari gruñó al escuchar ciertas partes de la conversación sucediendo a su lado. Él sabía, mejor que nadie, que Midorima era un prodigio en todo lo que se proponía. Por lo tanto, con mucha dedicación y disciplina, rápidamente había disipado el humo del fracaso, convirtiéndolo en una ilusión derrotada. Había alcanzado el éxito derribando con paciencia las manos que quisieron detenerlo. Ahora Midorima era un médico excepcional. Takao sabía que muchos pacientes no se retirarían sin luchar, sus súplicas eran cada vez más rebuscadas.

La mayor parte de los clientes respetaron el primer mes de la recién nacida, pero a partir de ese momento, cuando el doctor regresó a trabajar (aunque con tiempo limitado), hubo una paciente en particular que quería seguir monopolizando su tiempo.

"Tú no trabajas hoy", pensó el moreno colocándose de espaldas al otro mientras ponía a Mika sobre su corazón, ignorando sin querer la expresión de angustia en el rostro de Midorima.

La llamada no duró mucho y al finalizar, quedó claro que tanto el mar como el museo ya no pintaban nada en aquel cuadro.

—Solo será unas horas —prometió el doctor, irguiéndose para arreglarse.

—Sinceramente, no entiendo por qué vas. Entonces, ¿para qué supone que hacen citas? —replicó Takao al ponerse de pie y concentrando su atención en su hija, que lo miró con unos ojos verdes injustamente idénticos a los de su padre.

—Hay un contrato que me obliga a responder a cada necesidad de un paciente, sobre todo si es una emergencia.

—No es una emergencia.

—Tú no puedes saber eso y no puedo darme el lujo de ignorarla —Shintarou terminó de arreglar los botones de su camisa mientras insistía—. Te prometo establecer reglas más firmes para que esto no se repita. Planeo darle el número de un cardiólogo experto y mostrarle técnicas para relajar sus músculos arteriales, en lugar de que vuelva a recurrir a mí.

—Ella quiere que le enseñes otras "técnicas" —dijo Takao, verbalizando lo que se había guardado para sí mismo demasiado tiempo.

Midorima detuvo todo movimiento, buscando encontrar los ojos de su esposo. Se dirigieron una mirada inexplicable que edificaba un pesado silencio. Contrario a lo que parecía, el doctor continuó buscando una corbata y un saco en su armario.

—Tengo que ir a trabajar, volveré tan pronto como haya terminado.

Esa frase golpeó a Takao de la peor manera desde todos los ángulos imaginables.

—Claro, trabajo —repitió Kazunari con envenenada dulzura, al momento de tomar a su hija entre sus brazos—. Nada parecido a lo que yo hago mientras no estás. Somos tan afortunados, ¿verdad, Mika-chan~? Tenemos un papá tan trabajador que está dispuesto a dejar a su familia en su día libre, solo para entretener a una mujer que dice necesitar unos masajes en el pecho para su pobre y atormentado corazón.

Midorima iba a ignorar aquella perorata hasta que...

—Si no fuera por el trabajo de papá, nosotros estaríamos solos, en la calle quizás, durmiendo en los parques debido a que tu papi no puede ir a trabajar todavía. Además, no olvidemos que no soy un genio en tooodo lo que hago y que me paso el día comiendo chocolates caros —canturreó Takao a la pequeña Mika, con furia camuflada en un tono juguetón, derramando sarcasmo y frustración en cada sílaba.

La morenita había decidido permanecer muda ante esta nueva faceta de su papi.

—¿Eso es lo que te parece que he dicho? —preguntó uno.

—Siéntete libre de irte al trabajo, yo tengo doramas que ver —respondió el otro pasando a su lado y saliendo de la habitación a toda velocidad, con Mika afianzada en la curva de su codo.

—No tengo ni una maldita idea de lo que eso significa —admitió el doctor siguiendo a su esposo a la sala—, pero debes saber que lo que dije no tenía ninguna intención de lastimarte.

—Excepto que querías aclarar que tienes un trabajo seguro con grandes responsabilidades, mientras yo estoy aquí cambiando pañales y limpiando baba todo el día —reiteró Takao colocando suavemente a la nena en su cuna y tomando la libertad de enfurecerse más, volteando a ver a Midorima con las manos en las caderas.

—Pero tú tienes una gran resp-

—¡Si lo que quieres es decir que cambiar pañales y limpiar baba es toda mi responsabilidad, vas a tener que llevarte un cambio de ropa a la oficina!

Takao no solo amenazaba a su esposo con un rugido en su voz, sino con un dedo golpeándole el pecho y la mirada calibrada con certera frialdad. Midorima detuvo los pasos en su dirección con la esperanza de que su calma se transmitiera y desalojara la ira que su comentario había generado -inconscientemente-. Quería acercarse al otro pero ni siquiera comprendía como la situación se había tornado así. No quería hacer nada que provocara a Takao a seguir enfadándose con él.

—Kazu, escúchame...

—¡Kazu, tu abuela! ¡Lo que haces no es más importante que lo que yo hago, solo porque tú te pones un traje y una bata impecable y yo tengo que cantar una canción de cuna sesenta veces al día! —Midorima comenzó a retroceder con cada palabra—. ¡Ni siquiera tien-!

Una súplica matizada de tristeza se impuso sobre la tormenta que caía sobre los adultos. Mika los llamaba con gemidos agridulces, que quebrantaban el corazón a sus padres que se acercaron para verla. Cuando los vio, la morenita extendió su peluche de ranita favorito a Takao, que le sonrió enamorado y olvidó su mal humor en menos de un segundo. Tocó la ranita con cuidado y le preguntó:

—¿Me vas a regalar tu ranita para que no siga enojado con Papá? ¿Yo me quedo con Kentarou-chan si dejo de gritar, es eso? —prosiguió el moreno sonriendo para su niña, relajándose conforme bebía de su carita tierna y tratando de tomar el juguete—. ¿No, no vas a dármelo? ¿Entonces puedo seguir gritándole a tu padre~?

Mika lo observó con sus críticas esmeraldas y no soltó la ranita a pesar de que sonreía. Al parecer, quería distraer a su papi, quería que jugara con ella y lo estaba consiguiendo.

—Creo que quiere jugar contigo —aportó Shintarou, palpando el ambiente.

—¿Tú crees? ¿Acaso hay algo que el magnífico Doctor Midorima no sepa? —dijo Takao mirándolo con una ceja enarcada pero incapaz de suprimir la sonrisa.

—Bueno... No sé como llegué a tener tanta suerte.

El moreno se rió y esta vez lo miró con picardía.

—Tu suerte podría ir mucho mejor si te quitas ese traje~

—No me provoques, no estás listo para quedar embarazado otra vez —dijo Midorima luego de entender que el enojo había abandonado a su anfitrión y sopesando la oferta de quedarse.

Takao contempló con amor profundo a su hija una vez más antes de voltear hacia Midorima y concentrarse en él. Suspiró derrotado, tomó la corbata que colgaba de la mano de su esposo y la alisó un poco, ya que el doctor la había sujetado fuertemente debido a los nervios. El moreno decidió no hacer ningún comentario y se dispuso a anudar la prenda en su cuello, mirándolo a los ojos.

—Ve a trabajar. Se el Doctor Midorima, salva el mundo y has feliz a las personas. Pero por favor, cuando regreses y cruces nuestra puerta, se el padre de nuestra hija.

—¿Y para ti?

—Simplemente Shin-chan~

—Siempre que tú me lo permitas —prometió Midorima, abrazándose a Takao en toda su silueta y apretando los labios contra los suyos, saboreando la miel de aquel beso, adorando el saber que Takao estaba sobre la punta de sus pies para alcanzarlo, el dolor de su cuello al inclinarse tanto, los dedos del moreno en su cabello. Cada detalle era maravilloso. Por todo eso y más, lo besó demostrando estar completamente entregado a él con entusiasmo creador.

El fuego febril y fluctuante que le devolvió su consorte en la mirada al separarse, convenció a Shintarou de que si bien había alcanzado el perdón, debía continuar ofreciendo disculpas más tarde, en privado y con suprema devoción.

Antes de irse, llenó de besos el rostro de su hermosa Mika, absorbiendo de ella su dulce aroma a narcisos y su saludable olor a bebé. A pesar de todos los conocimientos biológicos que Midorima tenía del ser humano, no lograba explicar completamente la perspicacia de su hija. Vislumbraba entre aquel huracán de nuevas experiencias, que probablemente Mika había hecho aquello para alegrar a su papi, para ofrecerle la misma alegría que recibía de él.

Tal vez la pelea no tendría mucha trascendencia y quizás se hubiera resuelto a su propio ritmo, pero Mika se había interpuesto entre ambos para distraer a uno y defender al otro. Y lo más importante de todo era que al final Takao estaba sonriendo dominado por la más sublime emoción.

Midorima sabía que los dioses le estaban recompensando su disciplina. Daría gracias eternamente toda su vida, ya que sus dos amores se embelesaban mutuamente.

Si existiera alguna otra persona, aparte de su hija, que hiciera a Takao reír así... Midorima se sentiría tentado a enterrarlo vivo.

 

 

Notas finales:

 

Bueno, eso ha sido todo por esta vez. Espero que lo hayan disfrutado aunque sea un poquito, que los haya entretenido y ruego a Marx que no los haya decepcionado ( _ _ )/

No tengo planeada una continuación de esto, pero considerando que me gusta la pareja más allá de lo saludable, es probable que regrese con alguna otra locura. No me despediré, ya que espero volver a encontrar valor para escribir MidoTaka ( ;D )

Deseo reiterarles mi sincero agradecimiento por posar sus ojos en mi trabajo, y preguntarles:

¿Merezco comentarios? Soy todo ojos, y toda crítica que quieran hacerme será bien recibida, se los prometo.

Me retiro, esperando que solo sea un hasta pronto, su romántica servidora...

ItaDei_SasuNaru fan


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