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Choque por Zeny

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Choque

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_ ¡Fulguris Gladi!

Sasuke flexionó las piernas y  se lanzó hacia abajo como una flecha del punto en el techo donde había estado suspendido usando el Potestatem en sus pies para mantenerlos pegados a la superficie. En el suelo, el rubio lo esperaba con una sonrisa zorruna plagada de suficiencia. Era como si le dijera con la mirada “¡Atácame! Puedo con todo.” Bien, Sasuke se lo daría. Rotó sobre sí mismo, y blandió las dos espadas luminosas en sus manos. A pesar de que se trataba de solo uno de los tantos entrenamientos que llevaban haciendo desde la primera vez que Naruto fue transferido a su equipo,  siempre parecía que Sasuke quisiera matarlo con aquellos increíbles ataques.

Nada estaba más lejos de ser cierto. Era verdad que el Uchiha solía tener comportamientos algo sádicos, pero al realizar ese tipo de tácticas le dejaba saber al rubio que lo respetaba; porque Sasuke solo usaría toda su fuerza con alguien que se lo mereciera.

Un escudo rojizo rodeó el cuerpo de Naruto y lo protegió de las cortantes espadas.

_ ¡Ignis Sphaerae!

Nueve bolas de fuego volaron en la dirección del pelinegro, comandadas por la mente de Naruto. Las recibió con una sonrisa torcida, pues él también tenía un escudo. Una pared de fuego negro se alzó delante de él y le sirvió de distracción para moverse con rapidez y atacar a Naruto por la espalda.

_ ¿Quién crees que ganará está vez?

_ ¡Sasuke, por supuesto! Eso ni se pregunta, dientes de tiburón.

_ Bueno, bruja, Naruto le ha apuntado un par de victorias las últimas veces. Y creo que hasta están llevando la cuenta.

_ Creo que las posibilidades son de cincuenta y cincuenta. – dijo calmadamente Juugo. Sus ojos seguían el intenso entrenamiento sin realmente prestar atención a la discusión de sus otros dos compañeros.

_ ¿Quieres apostar?

Naruto dio un poderoso puñetazo que hizo que Sasuke diera unos cuantos pasos atrás. Por suerte se había protegido con su “Segunda Piel”, un escudo que lo cubría como una membrana, y el golpe no le había hecho demasiado daño. Chasqueó la lengua e invocó al dragón de electricidad con el que le había dado un tremendo susto al rubio aquel primer día.

Esta vez el chico de cicatrices en las mejillas solo esbozó una sonrisa de oreja a oreja, como si eso fuera lo que había estado esperando desde el principio. Sin perder un segundo, incovó su propio monstruo de energía, el cual brillaba en tonos rojos y anaranjados.

_ Es increíble. – murmuró Juugo impresionado.

Sí que lo era.

_ ¡Aquí viene! – gritaron al mismo tiempo Suigetsu y Karin, que parecían estar a punto de quedarse sin dedos de tanto que se mordían las uñas.

_ ¡Vas a perder! – vociferó Sasuke por encima del rugido de las dos figuras de vibrantes colores que se agazapaban delante de ellos. Azul fulgurante y rojo fuego.

_  ¡Eso lo veremos, bastardo!

Resonantes rugidos. Y entonces, un deslumbrante choque.

¡BROOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOMMMMMMMMMSHHHHHHHH!

Varios segundos después…

_ Mierda… ¿Otro empate?

_ ¡No, no, espera! ¡Mira!

Tanto el pelinegro como el rubio estaban tirados en el suelo. Las ondas expansivas de los ataques los habían estampado en las paredes opuestas del centro de entrenamiento.

El lugar, una vez más, estaba hecho un desastre. A Tsunade le iba a dar otro ataque cuando viera el estado en que habían dejado el lugar.

_ Ay, mi cabeza-ttebayo…

Naruto se sobó el lugar donde se había logrado al impactar con la pared, y con algo de dificultad alzó su mirada hacia Sasuke, que se encontraba ahora hincado en una rodilla. Tenía un raspón en su antebrazo, pero no parecía nada demasiado serio. ¿Cómo era posible que siempre fuera el rubio el que salía más machacado de sus sesiones de entrenamiento, incluso cuando la victoria era suya?! Ese maldito teme era muy cuidadoso al pelear. Lo llenaba de una sensación de envidia y admiración.

Había un agujero en el medio del suelo que si hubiera sido más profundo tendría la apariencia de un pequeño cráter. Si se le llenara de agua funcionaría como una pequeña piscina. El rubio sonrió divertido ante la disparatada idea.

_ ¿Estás bien, idiota? Creo que dejaste medio cerebro en la pared. – Sasuke tenía la voz levemente enronquecida. Probablemente por el polvo y por los gritos que se lanzaban el uno al otro mientras peleaban.

Solo ellos se tomaban un entrenamiento tan en serio. No era sorpresa que fueran hasta hoy uno de los mejores equipos de la Torre Beta. Prácticamente luchar contra las bestias no era casi nada comparado a lo que hacían una vez a la semana.

_ Creo que es un empate. – anunció el pelinaranja, dando por finalizada la querella.

_ ¿¿Otro?? Bah. – Suigetsu dejó caer sus hombros y se dio la vuelta – Bueno, iré a comer algo. Ver esto me ha dado hambre.

_ ¡Pero si no has movido un músculo! – Protestó Karin, y antes de seguirlo junto a su otro compañero, dijo en voz alta en la dirección del líder del equipo – ¡Prepararé tu almuerzo, Sasuke!

_Hn.

El trío de idiotas salió y Sasuke al fin se puso de pie. Naruto estaba recostado contra la pared, en el proceso de recuperar su respiración, considerando el estado de su cuerpo por si era necesario pasarse por la enfermería o no. Sakura le gritaría y le regañaría, así que prefería no tener que hacerlo. Suspiró agotado y volvió a mirar a Sasuke, quien a pesar de su apariencia se veía tan elegante e imponente como siempre.

Bastardo. Ni con el cabello revuelto dejaba de ser tan condenadamente hermoso y atractivo.

_ Gané yo. – pronunció el rubio en tono desafiante. El pelinegro soltó un bufido y alzó una ceja.

_ Dobe, o gané yo o se quedó en empate. Confórmate con que tienes por lo menos la mitad de la victoria. – Sus finos labios se curvaron en una sonrisa torcida y arrogante. Sasuke no iba a admitir que estaba impresionado del avance que había hecho Naruto durante esos meses. Controlaba su potestatem con un nivel casi perfecto que comenzaba a rivalizar con el del Uchiha. Eso le hacía sentir tanto orgullo como una ligera sensación de envidia.

Después de todo, siempre lo había sabido. Naruto se volvería muy poderoso. Era solo cuestión de  tiempo.

Caminó lentamente hacia la salida, y pudo escuchar el crujido que indicaba que el rubio lo estaba siguiendo. Suspiró silenciosamente.

_ Esto fue más victoria mía que tuya, y lo sabes. – dijo el Uzumaki cuando llegaron a las puertas del elevador, que demoraron casi un minuto en abrirse.

_ Puedes fantasear con eso. -  Naruto no necesitaba verlo para saber que tenía esa molesta sonrisita de superioridad adornando sus labios.

“Uy, sí. Soy Uchiha Sasuke y me aparezco en tus sueños siendo dominado por ti. Lástima que solo sean sueños, dobe. En la realidad eso nunca va a pasar. Nunca, jamás de los jamases…Y lo del otro día no cuenta.”

Entraron en la cabina y el pelinegro marcó el piso al que debían ir, para luego recostarse en la pared metálica, como era usual que hiciera. Se veía cansado. Actuando fuera de lo que sería habitual en él, Naruto dio dos pasos y se colocó a su lado, imitando su posición.

El vibrar de sordo de la electricidad inundó sus oídos durante un eterno minuto. Sasuke ladeó la cabeza para mirarlo a los ojos, y el Uzumaki sintió como su corazón se saltaba un latido y retomaba el ritmo de una forma casi escandalosa.

Al instante recordó lo que había sucedido…Ayer.

En su cuarto.

Los dos…

Sasuke lo estampó contra la pared y atrapó sus hebras rubias con firmeza. No en su memoria, sino ahora, en el presente, en ese preciso instante. Mierda, Sasuke lo estaba besando.

¡Me está besando!

Una corriente eléctrica le recorrió el cuerpo. Se sintió muy cálido de repente. Sus brazos se movieron y no tuvo ni que pensarlo para rodear la cintura del pelinegro y empuñar su nuca con la otra mano. No supo qué lo poseyó, solo se movió hacia adelante. Sasuke soltó un jadeo ahogado cuando su espalda tocó con brusquedad  la pared opuesta.

No desaprovechó la oportunidad y coló su lengua entre esos finos labios. El inferior estaba algo magullado por un golpe, y Naruto sintió que debía confortarlo con una lamida. Tal vez su saliva haría que dejara de arder…Mas lo único que logró fue que Sasuke se estremeciera ante la exquisita mezcla de dolor y placer que la boca el rubio le estaba regalando.

_ Mghh

Naruto atesoraba cada sonido que esa testaruda garganta emitía, porque eran pocas las veces en las que Sasuke se dejaba llevar y mandaba a la mierda su orgullo. Muy pocas veces. Tenía que ser cuando su cabeza estaba demasiado nublada por el éxtasis y la presencia y el tacto y el calor. Cuando hacían este tipo de cosas, a veces hablaban, se insultaban, se retaban. Ahora, tal vez por el cansancio, no tenían deseo de hacer nada por el estilo. O puede que el silencio fuera mucho más elocuente de lo que las palabras podrían llegar a ser.

Sasuke había descubierto hacía bastante tiempo que esos momentos de mutismo junto a Naruto eran como un delicado bálsamo para su alma.

Las manos pálidas se deslizaron hacia los costados del chico de piel canela. Lo atrajo más a su cuerpo, y en medio del fogoso beso una corta risita vibró en la garganta del rubio. Sasuke probablemente no se daba cuenta de lo que hacía cuando se dejaba llevar por él. Succionó el sonrojado labio y se contentó al escuchar un gemido morir en la garganta del pelinegro.

Se apegaron más por instinto y el pelinegro soltó un gruñido de apreciación. La fricción superficial entre sus entrepiernas le estaba mandando tirones muy placenteros por todo su cuerpo, y su mente no dejaba de entonar un cántico repetitivo que pedía por más; más.

Él era codicioso. Solo que jamás se había imaginado que iba a desear tanto el contacto de otro ser humano como lo hacía ahora. Se había incluso olvidado de que estaban en el elevador, y que probablemente ya habían llegado a su piso y cualquiera podía verlos, pero le importaba un reverendo comino. Naruto se hizo espacio entre sus piernas y acarició la parte externa de sus muslos, con la clara intención de hacer que Sasuke le rodeara con ellas y así poder repetir el desenfrenado magreo que había acontecido ayer.

La puerta se abrió y Juugo se quedó mirándolos con los ojos más abiertos que los de un sapo… hasta que las puertas volvieron a cerrarse automáticamente y el elevador se movió de nuevo.

El par de tortolos  ni se dio cuenta.

Hmm, tal vez un elevador no era el mejor de los lugares.

Tuvo la oportunidad de hablar cuando el rubio se dedicó a lamer su cuello. No entendía como Naruto no se asqueaba de que estuviera sudado y algo sucio; el que  eso no le importara hacía que un sentimiento extraño y molesto revoloteara en su estómago.

_ Na-Ah… - Cerró los ojos y frunció el ceño. Era difícil concentrarse con tales atenciones en la curva de su cuello. – Naruto…

_ ¿Mh? – Oh, al rubio le encantaba cuando decía su nombre. Sasuke debería hacerlo más, en vez de inventarse tantos insultos creativos.

_ ¿Te… das cuenta-Ah – Se mordió el labio inferior. ¡Deja de succionar de esa manera, maldita sea! Tomó aire -   … De lo que estás haciendo?

Sus ojos negros se encontraron con los azules. Las miradas de ambos ardían, como si sus pupilas fueran consumidas por el deseo. Su pulso parecía martillear en todas partes de su cuerpo.

_ Ya sé que no te gusta que te deje moretones, pero no puedo evitarlo.

Sasuke abrió los ojos como platos.

_ ¿Me dejaste otra marca, idiota!?

El rubio esbozó una sonrisa de oreja a oreja.

_ Es que se ve bonito-tebayo.

Con una maldición, Sasuke lo empujó, exasperado, y presionó el número del piso en el panel electrónico del elevador para que la cabina metálica volviera a subir.

_ Auch. Eso dolió, teme. – se quejó el rubio haciendo un puchero.

_ Cállate. – Sus mejillas se quemaban de un adorable sonrojo que trató por todos los medios de esconder del desgraciado rubio. ¡¿Cómo se atrevía!? Había tenido que decir que le había picado un bicho semanas atrás cuando Suigetsu le preguntó a la hora del desayuno por qué tenía un moretón en el cuello, justo debajo de su pulso. Había notado la sonrisa descarada que había portado Naruto al decir aquella mentira… que probablemente nadie se había creído.

 No era que se avergonzara de su…ehem… “relación aún no definida” con Naruto, sino que estaba esperando el momento oportuno para anunciárselo a sus otros pupilos.

Estaba retrasando lo inevitable.

_ Hoy quiero ir a ver a los niños al orfanato después de almorzar-tebayo. – comentó el rubio cuando la puerta se abrió y salieron del elevador.

_Hn.

Naruto rodó los ojos. ¿Qué tienen que ver un par de marcas? No es como si fueran a durar mucho. Aunque tenía que admitir que le gustaba dejar su huella en esa piel tan blanca que se cargaba el bastardo. Le daba una sensación satisfactoria, como la que tiene un animal salvaje al marcar su territorio.

Seh, así era él. Y al parecer para al civilizadito de Sasuke no le agradaba mucho.

El olor de la comida flotó en el aire y el rubio inhaló con gusto. Su estómago emitió un ruidito de anticipación, pero sabía que si se sentaba a la mesa como estaba ahora – sudado y con las ropas de entrenar sucias – Karin lo botaría de la torre de una patada. Así que con un suspiro resignado se dio la vuelta hacia el pasillo, dirigiéndose a su habitación.

El pelinegro lo vio por el rabillo del ojo. Sus hombros anchos, el cabello despeinado y tan natural. Brillante. Sentía como si lo hubiera conocido desde siempre. ¿Cómo podía ser eso? Aun no se cumplía ni siquiera un año de haberse conocido…Y ese año se había sentido tan largo y tan corto; tan intenso y tranquilo. Itachi, el ataque de los Oscuros, lo intensos entrenamientos, los sentimientos revelados, las discusiones estúpidas, los viajes de exploración, las noches en vela, los sueños y las pesadillas que lo visitaban en sus horas oníricas… Era como si hubiera vivido una década, como si su percepción del tiempo se hubiera transformado desde que lo había conocido.

Ese usuratonkachi…

_Voy a darme una ducha. – anunció en un volumen de voz para que solo Naruto fuera capaz de escucharlo. La frase había sonado despreocupada, casi como si se la hubiera dicho a sí mismo, pero cuando el rubio se detuvo en seco y se volteó a verlo, notó la sonrisa provocativa que esos labios que tanto le gustaba besar le mostraban.

¿Un desafío, o una invitación?

O tal vez…Las dos cosas.

Sasuke le dio la espalda y entró en su  habitación. En vez de cerrar la puerta completamente como siempre hacía, la dejó entreabierta.

“Atrévete si eres hombre, idiota.”  Parecía decirle.

Esos silencios tan elocuentes.

Naruto sintió el bombeo frenético en su pecho, y el color se le subió a las mejillas. Bien, Uzumaki Naruto, ¡vas a hacerlo! Apretó los puños y respiró nervioso. Nunca se lo hubiera imaginado. Había pensado que ese bastardo nunca correspondería sus sentimientos, y que iba a tener que conformarse con amarlo desde lejos; tan lejos como se podía estar cuando viven en el mismo piso y se veían la cara todos los días, de todos modos. Había sido un inesperado giro de acontecimientos lo que había llevado a que ambos conocieran lo que callaba el otro en su interior.

No necesitaba nada más para sentirse feliz.

Caminó hacia la puerta con decisión, como si fuera a enfrentarse a un gran enemigo. Todo su cuerpo palpitaba de anticipación.

Y justo cuando su palma se posó sobre la puerta para empujarla y entrar, esta se cerró en su cara y lo dejó shockeado.

Abrió los ojos como platos. Dentro, pudo escuchar una risita burlona.

Su rostro se contrajo de indignación.

_ ¡TEME!

Volvió a escuchar la risita, e hizo un puchero.

Lidiar con ese bastardo no era nada fácil…

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Notas finales:

**Frases en latín:

Fulguris Gladi: Espadas de Rayo.

Ignis Sphaerae: Esferas de Fuego.


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