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Amor sin celos no lo dan los cielos por JaviZzX4

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Notas del fanfic:

Heeeey corazones de amor, aquí estoy nuevamente para entregarles este pequeño -si claro- one-shot. La verdad tambien me quería disculpar con aquellas personitas que me han dejado comentarios en mi otro fic "The last Stand", sé que no lo he continuado, pero en serio no se preocupen ¡Lo continuaré! Es sólo que la universidad me tiene a tope con trabajitos y paros, jajaja.

Bueno, sin más excusas espero que les guste este pequeño escrito "parche", y de antemano gracias por leer~

 

Nos leemos abajo~

El día estaba espléndidamente soleado, y aunque toda la semana hubiese estado igual, para el rubio ese día había comenzado de una forma diferente, pues su Nami-swan le había mandado un mensaje de texto diciendo si podían reunirse antes de clases; detrás de la escuela, ya que tenía algo muy importante que decirle. “Quizás mis encantos han surtido efecto, y al fin se ha enamorado perdidamente de mi~” pensaba con entusiasmo el muchacho. Montando en su bicicleta iba a toda velocidad, no pensaba en nada más que no fuese la pelirroja, pero cuando iba llegando al establecimiento otro chico se cruzó en su camino repentinamente.

- ¡Oi, sal de ahí o te haré puré de marimo! -Le gritó a un chico de cabellos verdes que se disponía a entrar a la escuela.

- ¿Qué mier...? ¡¡UWAA!! -El mencionado se giró rápidamente, pero no lo suficiente, porque de todas formas la bicicleta lo impactó de frente tirando a ambos chicos al suelo.- Tsk… ¿¡POR QUÉ NO TE FIJAS POR DONDE VAS CABEZA DE POLLO!? -Le gritó el peliverde sobándose la cabeza por el dolor del choque. Genial, ahora sus cosas estaban tiradas por el suelo.

- ¿¡POR QUÉ NO TE CORRISTE TÚ, MALDITO IDIOTA!? -Le gritó Sanji de vuelta, ahora toda su mañana se había arruinado por este sujeto.- ¿O es que intentabas camuflarte con los arbustos de la entrada?

- Repite eso cejas de sushi… -Susurró con ira el peliverde, entrecerrando sus ojos.

El rubio sólo sonrió con suficiencia sabía que el marimo era bastante irritable, siempre terminaban peleando a golpes, y la verdad, es que así era mucho mejor. Pero antes de que estallara la tercera guerra mundial en la entrada del “Grand Line School”, una conocida voz les detuvo.

- ¡¡¡ZOROOOOOO, SANJIIII!!! -Ambos miraron en la dirección de la voz. Efectivamente era quien pensaban.

Y con una gota sobre ambas frentes vieron como alegremente un chico con sombrero de paja corría a gran velocidad hasta ellos. Ese era su amigo Luffy. Si, aunque no lo pareciese Zoro y Sanji eran buenos amigos -o algo más-, por lo que tenían más amigos en común.

- ¿Huh? ¿Otra vez peleando? Shishishi -Les preguntó Luffy una vez estaba frente a ellos. Siempre le divertían las peleas de esos dos.

- Nada de eso Luffy, es solo que este pervertido no sabe conducir… -Le respondió el de cabellos verdes con simpleza, mientras se ponía de pie para recoger sus cosas.

- Tsk, si serás maldito… -Susurró el mencionado mirando con odio al moreno, pero a éste ni le importo. Sanji se levantó del piso, limpió sus ropas y cogió su bicicleta que al parecer no tenia ningún daño. Suspiró, bueno… como no estaba rota no tenia excusa para partirle la cabeza a patadas al idiota verde… Tendría que ahorrarse la pelea para después. -Tengo que atender unos asuntos urgentes así que si me disculpan, me iré…

Al ver que sus otros dos compañeros no decían absolutamente nada, Sanji se retiró más molesto aún. “A veces puedes ser tan aburrido pequeño marimo…” Pensó el rubio. Dejó su bicicleta aparcada en la entrada y se dirigió rápidamente hasta el lugar que le había señalado Nami, estaba ansioso, pero no lo suficientemente emocionado. La verdad ya sabía cómo terminaría eso, siempre era así. En el camino se encontró a muchas compañeras que saludaba cordialmente, dándoles frases de amor y prometiéndoles regalos culinarios, pequeñeces que hacía para conquistar a las chicas.  Cuando llegó al patio trasero se encontró con que la pelirroja ya había llegado, estaba sentada en una de las bancas del lugar, esperando. Cuando ella sonrió inmediatamente cuando le vio llegar, cosa que derritió el corazón de Sanji.

- ¡Sanji-kuuun! ¡Que alegría el que llegaras tan pronto! -La chica no dejaba de sonreírle.

- Sabes que haría lo que fuese por mi merolline~ ¿Qué es lo que querías decirme mi Nami-swaan~? -Fue directamente al grano, ya no podía esperar más.

- Es… es algo que sólo tú podrías hacer por mi, la verdad no pensé en nadie más que en ti… Sanji-kun… -La chica le miraba con ojos seductores, o al menos, así lo veía él.

- ¿Y q-qué es eso que sólo y-yo puedo hacer por ti? -Su corazón latía a mil. ¿Sería verdad, y lo que había esperado por tantos años se cumpliría en ese instante? “Pobre marimo, llorará una vez le cuente que voy a salir con Nami-swan, ja ja ja” Pensaba el chico, imaginando la cómica escena.

- Lo que pasa es que… -La pelirroja se acercó a él y cogió sus manos; uniéndolas calurosamente.

- Es…. -Repitió él.

- ¡Es que necesito que participes en una obra de teatro que se estrenará en dos semanas! -Soltó finalmente la chica destruyendo con esas palabras todas las ilusiones del pobre rubio. Apenado este iba a excusarse con la idea de no participar en ello, pero la pelirroja fue más astuta, le miró nuevamente con ojos seductores y acercándose de forma sensual hasta el pecho del chico; se apoyó en él.- Mmm...Tú sabes que me harías...muy feliz si aceptaras… Sanji-kyun~- susurró ella seductoramente, colocando un dedo sobre sus labios.   

- ¡¡C-COMO DESEE MI QUERIDA NAMI-SWAAN!! -Le gritó el rubio cayendo del banco a causa de una gran hemorragia nasal ¿Cómo podría decirle que no a ese hermoso rostro? La chica rió con suficiencia, era fácil convencer a su amigo.

- Bueno Sanji-kun, te debo dejar. Me alegra mucho que aceptaras, pero ahora tengo que ir a preparar algunas cosas con la maestra Robin, Sayo~ -Se despidió Nami, de todas formas su misión ya estaba cumplida. La chica se alejó feliz.

- Ah~ Nami-swan es tan hermosa… -Susurró Sanji con delicadeza,  aunque aún seguía tirado en el suelo. No podía creer cómo era que su ser, prefería a un gorila verde a una bella dama como ella. Y aunque lo gritase al mundo, nadie creería que alguien como él y el chico de antes estaban saliendo. Luego de estar unos minutos sumergido en sus pensamientos, Sanji escuchó como unos pasos se acercaban; que finalmente resultaron ser los de sus dos amigos, Ussop y Chopper.

- ¿Qué haces tirado en el suelo Sanji? -Comenzó hablando el chico de la nariz larga, agachándose hasta el mencionado.

- Quizás le duele el estómago. - Le respondió el más bajito, mirando a su amigo.

- Jejeje nada de eso. Lo que sucede es que Nami-swan me pidió exclusivamente a MI, que fuera parte de la obra que está preparando con tanto esfuerzo -Les dijo fanfarroneando su nueva buena. Estaba tan feliz que se podían ver pequeños corazones de amor rodeando al chico. Los otros dos se miraron confundidos.

- ¿Cómo? ¿A ti también? -Habló Ussop, destruyendo todo el ego del rubio.- Nami también nos pidió que nos uniésemos a esa famosa obra. Bueno… la verdad a mi me amenazó y a Chopper lo compró con un algodón de azúcar... -Confesó Ussop con fastidio mientras miraba a su feliz amigo.

Al escuchar las palabras del chico de nariz larga, a Sanji se le rompió el corazón un poco más. Aunque desde un principio el rubio estuvo consciente que el tema de “la confesión” sólo era una fantasía suya, como dicen los más viejos: soñar no cuesta nada.  “Nami-swan es tan astuta~” Pensó con lágrimas en los ojos. Sus amigos sólo le consolaron, siempre lo terminaban haciendo. Ya se le pasaría la pena. Los tres chicos sintieron el timbre sonar, era hora de entrar a clases y no querrían llegar tarde a la asignatura del profesor Aokiji, él era bastante frío con sus alumnos impuntuales.

Ese día las horas de clases no eran muchas, más bien se dividía en talleres y actividades recreativas, por lo que la hora de almuerzo llegó más rápido de lo que Sanji esperaba. Y como era usual, el rubio repartía cajas y cajas de dulces a sus damiselas o amigas más queridas. Siempre llevando la caballerosidad por delante, sin ningún tipo de motivo oculto o algo por el estilo. Vio su bolsa, lo único que quedaba por entregar era una un bentou de madera y un termo con té verde. Suspiró, no podía creer que también prepararse comida para ese idiota. En fin… no se podía evitar, era su culpa por enamorarse de alguien así después de todo. Guardó unas cosas en su casillero y caminó hasta la azotea del edificio, no era un lugar muy frecuentado por los estudiantes, así que era perfecto para sus encuentros con el peliverde. Abrió la puerta y se encontró con que el otro ya había llegado, pero estaba plácidamente durmiendo en una de las esquinas, así que no contaba como que lo estuviese esperando.

- Oi… alga parlante despierta… -Lo removió ligeramente con su pie.- Venga, se va a enfriar… y la verdad me importa poco volver a calentarlo…

- Molesto… -Fue lo único que soltó el peliverde.

Una vena comenzó a bombear en la frente de Sanji, y aunque se molestara, no dejaría que el marimo arruinase su perfecto día con una de sus mañas. Dejó las bolas a un lado, y se sentó junto a Zoro. Desde que habían comenzado con esta relación a escondidas de sus amigos que comían juntos. Era un momento en el que podían estar tranquilos sin que los demás sospecharan algo o los molestaran con cosas triviales. Ya un poco más despierto, Zoro acercó su mochila, del interior sacó un pequeño paquete y se lo entregó al rubio.

- Son… helados, para que no reclames que nunca traigo nada… -Susurró el chico. El rubio miró con incredulidad el regalo y luego a su portador, pero la sorpresa le duró muy poco, pues de un momento a otro estalló en risas. - ¿¡DE QUÉ TE RÍES IDIOTA!? - Gritó el moreno, estaba avergonzado lo sabía, pero no tenían que recalcárselo.

- Ajajaja... de nada, de nada. Pfff, es sólo que a veces puedes ser muy lindo Marimo-kyun ¡JAJAJAJA! -Volvió a reír en un mal intento por detenerse. Zoro sólo le dedicó una mirada de odio y un par de insultos por lo bajo, que le dieran por culo. –Oi, oi, era una simple broma… sabes que me los comeré de todas formas. -Le dijo a modo de consuelo sonriendo, pero el peliverde sólo hizo un puchero y comenzó a comer.

- Tsk, haz lo que quieras… ¿Trajiste los onigiris? –Zoro mostró interés en su almuerzo, pero aún seguía un poco enojado. El rubio se los pasó sin decirle nada, si continuaba molestándole podría ponerse peor y no tenía ganas de patearle el trasero -no todavía-.  

- Jeje~ Sabes… hoy me sucedió algo muy bueno. Mi querida Nami-swan me pidió que me uniera a una obra que está organizando, seguramente seré su príncipe azul o su caballero en un corcel. -Habló el rubio fantaseando con las posibilidades que tenía como personaje dentro de esa obra. Zoro susurró un “O su bufón” provocando la ira del de orbes azules.

- ¿Supongo que no aceptaste? -Preguntó sin dejar de comer. El Rubio contestó que obviamente si había aceptado ¿Como decirle que no a una dama?- Tsk, caíste en la maldita trampa de esa usurera. -Le respondió el moreno antes de echarse otro bocado, él conocía mucho a esa chica y Nami era cosa seria cuando se trataba de favores.

- ¡¡No le digas así a Nami-san, césped parlante!! -Le gritó Sanji mientras le zamarreaba, pero Zoro no se inmuto demasiado, solo siguió comiendo.- Tsk, y ¿Qué tanto hiciste tú? Después de todo no te había visto en casi todo el día.

- ¿Acaso me extrañaste cocinero? -Susurró el moreno acercándose peligrosamente al mencionado, pero este  lo alejó devuelta a su sitio.

- Ja, ya quisieras cerebro de alga. –Sanji no pudo evitar sonrojarse un poco, porque aunque no quisiera, en parte era verdad.

- Estuve ayudando a Luffy a entrenar en el gimnasio. En dos semanas más será la final de Básquetbol y me pidió que le ayudara con eso de los pases, nada muy difícil... -le respondió encogiéndose de hombros. Luego miró frustrado la caja de bentou, ya no quedaban más onigiris.

- Mmm... -Fue lo único que salió de los labios del rubio. No era que le molestara que Zoro pasara tiempo con Luffy, pero ¿acaso el chico no tenía otros amigos para pedirle ayuda? siempre era lo mismo... Luego de pensarlo se reprimió mentalmente, eso había sonado muy, pero muy celópata. - En fin, no me interesa, mientras se mantengan alejados de mi Nami-swan~ me da igual...

El comentario había molestado un poco al peliverde, ¿Por qué siempre tenía que hablar de ella cuando estaban juntos? Bueno, era algo que no se podía evitar, Zoro lo tenía claro, pero de igual manera no dejaba de molestarle. El estudiante de Kendo terminó de comer su último onigiri y sin quedar satisfecho aún; se recostó sobre el regazo del rubio quien no hizo comentario al respecto; más allá de regalarle una mirada desconfiada y un suspiro. Sanji aún no terminaba su almuerzo, así que le pasó a Zoro uno de los helados que había traído, para que no se aburriera.

- Oi, oi, oi, oi… ¡Oi! -Susurró el peliverde.

- ¿Qué quieres? Tengo que terminar de comer, marimo. -Pero su amante no le respondió.- ¿Qué…?

- Tienes helado en la cara cejillas…

- No es cierto, si no te diste cuenta no he comido idiota… -Contestó molesto.

- Si tienes.

-¡Que no ten...! -Y antes de terminar, el espadachín acercó el postre a la cara del rubio y le manchó un poco.- ¡Heeey no, qué haces? -El rubio se iba a mover, pero el brazo de Zoro le sujetó. El peliverde se acercó al chico y comenzó a lamer el helado que había en sus mejillas. Un truco sucio. Sanji dejó su plato de comida a un lado, e intentó mover al espadachín, pero éste continuaba lamiéndole.- A...aquí no, cabeza de musgo, nos pueden ver…  

- Déjales que vean… -Susurró mientras comenzaba a morder el blanquecino cuello de Sanji. Habían pasado unos días desde la última vez de su “encuentro de estudio”, así que necesitaba unas lecciones con urgencia.

El rubio de a poco se dejó llevar, dejando que el moreno degustase cuanto quisiera. Ahora recordaba porque es que siempre volvía a su lado, esas toscas manos y esos suaves labios le volvían loco. Zoro de un movimiento inmovilizó a su compañero sobre el tibio suelo y con lentitud tortuosa fue desabrochando su camisa. Sanji comenzó a suspirar de forma involuntaria, intentaba hacerlo bajito, pero al sentir un fuerte apretón en su pecho y una lengua escurridiza sobre su lóbulo, no podía evitar subir el tono. Con el tiempo se había hecho más débil ante esas atenciones, pero él no era una maldita virgen, así que con lujuria demandó que la polera del peliverde saliera de su lugar. El moreno sonrió ante eso y se la quitó de un golpe, pero cuando estuvieron a punto de volver a juntar sus labios, una leve vibración los interrumpió.  

- Ma… Marimo mi celular... -Vocalizó Sanji, con un poco de problemas.

- Ignóralo, debe ser el idiota de Ussop… -La llamada se cortó.- ¿Ves? Ya se detuvo… -Y sin perder el tiempo, Zoro desabrochó los pantalones del rubio; pero el teléfono, insistente, volvió a sonar. Quizás si era importante…

De una repentina patada el moreno fue a dar al otro lado de la azotea, ya que Sanji había reconocido de quien era el tono que sonaba especialmente en el celular. Zoro se sobó la cabeza más que irritado, mataría al dueño del teléfono y a quien le llamó.

- ¡NAMI-SAN!.. Si, si. Tranquila no interrumpes nada... je je... no... ¿Ahora? etto...¡¡CLAROO QUE SÍ MI MEROLLINE!! ¡No te preocupes, que tu estrella principal estará allá en cinco minutos, ¡si adiós! -Se despidió amorosamente, mientras se arreglaba la ropa con rapidez.- Oi marimo, tendré que ir a un ensayo de medio tiempo. Termina este plato por mi ¿Si?

Zoro no contesto, ni siquiera se volteo mirarle, sólo le hizo una seña con la mano para que se fuera. El rubio suspiró, tendría que recompensarlo luego, y entró rápidamente al edificio. El moreno se giró un poco al ver que se había ido, siseo de molestia. No estaba enojado porque no pudiese terminar de follarle...en parte… estaba enojado porque siempre era lo mismo con Nami.

- Tsk, maldita usurera… -Y sin siquiera tocar el plato que había dejado Sanji, se volvió a recostar en el suelo. Dormiría hasta que el timbre tocara.

El rubio corrió a gran velocidad por los pasillos del establecimiento, si sus matemáticas no le fallaban le quedaban exactamente 32 minutos para que terminase el almuerzo. Quizás si hacía rápido lo que Nami pedía podría volver con Zoro y disculparse adecuadamente. “Las cosas que hago por ti marimo, deberías ser más agradecido….” Se dijo a sí mismo. Al cabo de unos minutos llegó hasta el auditorio de la escuela, nunca había estado ahí antes, a ser verdad él no era un gran fan de las obras o shows escolares, pues ninguna de sus damiselas favoritas era parte de esas cosas, así que no tenía por qué asistir.  

Entró despacio al lugar, pues había una escena en curso. Al parecer el grupo había comenzado a practicar desde temprano, ya que estaban totalmente concentrados en sus papeles. Sanji divisó a la pelirroja sentada en una de las butacas del anfiteatro, se notaba que era ella quien dirigía la obra, pues estaba gritando indicaciones a diestra y siniestra. “Díganme si no se ve bella cuando les grita a los demás~” Pensó Sanji.  El chico se acercó a Nami para preguntarle que es lo que necesitaba de él, y ella le explicó la montaña de cosas que habían sucedido la semana pasada, empezando por que el actor principal de la obra se había roto literalmente una pierna y que la encargada de los vestuarios les estafó, así que tendría que hacer maravillas para poder sacar la obra adelante.

- Espero no te moleste tener que ensayar en las horas de almuerzo Sanji-kun, necesito toda la ayuda posible… -Susurraba la muchacha intentando tener un tono "sensual" para cautivar al chico.

- ¡N-no claro que no, Nami-swan! ¡Te daría todo el tiempo del mundo mi merolline~! -Sanji intentaba contener su hemorragia, pero es que la hermosa chica no se lo hacía fácil.

- Escúchame bien, la obra trata de un par de hermanos que pasaban su vida discutiendo y peleando por cosas sumamente insignificantes, entonces un día mientras discutían en la calle, pasaron a llevar a una pequeña anciana tirándola al suelo, ninguno de los dos fue capaz de ayudarla en el proceso y para su mala suerte la anciana era una bruja gruñona que molesta por lo sucedido, les puso un hechizo, cambiándolos de cuerpo… -La chica estaba muy emocionada contando la historia, quizás imaginaba que sería su próximo best seller.- La cosa es que si los hermanos no logran comprenderse el uno al otro, no volverán a su forma original… etc., etc.… ¿Qué te parece Sanji-kun?

- Es…. ¡impresionante! Se oye demasiado entretenida, como esperaría de una creación de mi merolline~… ¿Quiénes actuamos?

- Bueno… Tú eres uno de los hermanos, Kaya será la otra hermana… Chopper es un médico, Ussop el prometido de la hermana, Vivi es la sirvienta y así… el reparto es mucho, podrás verlo con más detalle en tu libreto~ -Le sonrió la chica.

- ¡¡¡Entonces iré a verlo enseguida Nami-swaan!!! -Habló Sanji dado vueltas sin parar, y aún soltando corazoncitos corrió hasta el vestíbulo. Cuando se hallaba completamente sólo, suspiró, en que rayos se había ido a meter… “Todo sea por la sonrisa de nami-san!” y dándose ánimos busco dicho libreto.

Al final, no pudo volver con el Marimo.

Los días pasaron como pestañeos dentro del “Grand Line School”, ya que media escuela estaba ocupada con los acontecimientos importantes que se avecinaban dentro de ese mes. Uno de ellos era la gran obra dirigida por Nami, pues el 70% de su elenco se trataban de alumnos chantajeados y obligados a devolver favores que alguna vez cometieron el error de pedirle a la pelirroja; y el otro eran las finales del campeonato regional de básquetbol, que por primera vez en muchos años la escuela sería la casa anfitriona de los partidos finales.

Nuestro querido rubio nunca se imaginó que la vida de un actor sería tan estresante, apenas salía de clases era arrastrado por sus compañeros a ensayar y luego de toda esa tarde de ensayos, no tenía más ánimos que llegar a su casa a dormir. Incluso las juntas con sus amigos habían disminuido, Ussop, Chopper y Nami estaban junto con él en la obra, Robin, Brook y Franky eran profesores y el final de semestre siempre les mantenía más que ocupados, y por último estaban Luffy y Zoro que entrenaban sin parar para las finales. Suspiró pesadamente mientras tiraba su bolso en alguno de sus sillones, nunca lo admitiría, pero comenzaba a extrañar un poco la precedencia de ese cabeza de alga. Hace más de una semana que no se veían ni las narices, o Sanji estaba muy ocupado con el libreto o Zoro acompañaba  al moreno a entrenar…

- Joder...que fastidio. -Se dijo un poco frustrado de tener ese malestar dentro. Miró con pereza su teléfono y no tenía ningún mensaje o llamada perdida. Quizás debía llamar él, no era como si estuviese prohibido o algo por el estilo. Marcó el número del peliverde, después de todo pasar una noche juntos no afectaría en nada su desempeño como actor, era tarde y seguramente estaba durmiendo, pero de todas formas intentarlo no perdía nada. -¿Aló m-marimo...?  

- ¿Cejillas…? ¿Qué ocurre? -Contestó Zoro.

- Llamé para saber si estabas ocupado, tengo un poco de tiempo libre… y quiero probar una receta nueva que me enseñó el viejo, ¿Te me unes marimo? -Fue sincero el chico, aunque obviamente no le iba a decir que lo extrañaba lo suficiente como para llamarle.

- Sabes que no rechazaría la oferta, es obvio que me quieres ver cejas de remolino... -Y el chico al otro lado del teléfono hizo una pausa- ... es solo que no estoy en mi casa ahora... es que Luffy....

- ¿Luffy? -Repitió inmediatamente el rubio.- ¿Qué tiene que ver Luffy?

- Tsk, te dije que tiene su partido dentro de una semana y que le estoy ayudando a entrenar porque el muy vago no lo hace por su cuenta...

- Zoro, son las 10 de la noche… ¿Y me dices que estás en casa de Luffy ayudándole a entrenar? Si no quieres venir te entiendo, pero no inventes excusas... -La voz del rubio sonaba algo molesta.

- ¿Excusas? ¿Qué dices? He intentado buscarte en cada descanso dentro de la maldita escuela, pero siempre había alguien que me decía que estabas ensayando, probándote cosas o qué sé yo… ¡hasta llegué a pensar que me estabas evitando cejas de sushi! Si me lo preguntas, no creo que sea Luffy un obstáculo la verdad…

- Oi, sabes que tengo que ayudar a Nami-swan, no puedo decirle que no cuando la obra está a días de ser estrenada marimo, te lo dije antes ¿No?  

 - ¡Ves! Ahí va de nuevo, Nami, Nami… Es por eso que no me he tomado la libertad de interferir en tu obra. –Contestó Zoro en un tono más molesto. No le preocupaba que Sanji pasara tanto tiempo con Nami, sabía perfectamente que el rubio no era la clase de persona que engañara a otra, es sólo que estaba algo frustrado con la situación. 

- ¿Qué tiene de malo el que hable de ella? Al fin y al cabo es SU obra; espadachín de cuarta, yo tampoco te molesté cuando iba a buscarte al gym y estabas aconsejando con el entrenamiento al equipo Mugiwara… ¡Cuando no tienes nada que ver con el basquetball! ¡Tú practicas KENDO!

- Siempre he jugado básquet callejero con Luffy y los demás, hasta tú has estado allí y lo sabes…

- Yo… -En ese momento Sanji se dio cuenta de lo que estaba haciendo, y que si la cosa seguía así, sería mucho peor.-…sabes, lo siento, llamé en un mal momento.

- Yo creo que mejor hablamos esto otro día Sanji, y no por teléfono.

- Si… vale... entonces dale saludos a Luffy de mi parte,  hablamos otro día...

Sanji colgó el teléfono. Con algo de enojo lo echó a un lado y de su bolsillo sacó un cigarro, exactamente para que su preciado tabaco calmara sus nervios... y celos.  El peliverde tenía razón,  no valía la pena armar un numerito por teléfono, pero no podía evitar pensar en que rayos hacía él ayudando tanto al moreno. Y también le sabía mal porque sabía que Luffy no lo hacía a propósito, no era para nada su culpa, después de todo, son todos amigos. "Joder, no puedo creer que casi estropee todo... como si fuese la novia celosa o algo así..." Se reprochó a sí mismo. Con el transcurso de sus pensamientos ya casi se había acabado el cigarrillo, e inhalando una última calada; lo apagó. Ya que no había quedado en nada con el espadachín,  lo mejor que se le ocurrió hacer fue tomar una buena ducha, comer algo e irse a la cama.

Al día siguiente todo fue de lo más normal, las clases, el receso y el ensayo. Sanji no había vuelto a ver a Zoro en todo el día y tampoco le preocupaba demasiado, o eso quería pensar. La fecha de estreno de la obra estaba a la vuelta de la esquina y por esa misma razón los días se le pasaron volando. Los exámenes y las escenas eran su mayor preocupación en ese momento, pero a pesar de eso su puesto de cocinero en el restaurante de su abuelo seguía intacto, se podría decir que era todo un profesional.

Cuando Nami puso sobre la mesa la petición de una participación especial por parte del rubio, nunca detalló la clase de vestimenta que éste debería usar en la función hasta unos días antes del estreno. Exactamente ese detalle no le había convencido del todo al joven rubio, ya que con cada ensayo se daba cuenta de la clase de ropa que debería usar en las escenas más importantes. El resultado no era ni más ni menos que un tierno uniforme de mujer, ya que si se supone que  representaría al alma de su “hermana” dentro de su cuerpo, la ropa de chica era la que le entregaba ese toque cómico a la obra. Al comité de vestuarios les costó mucho convencerlo de que ESA y no otra sería su ropa para la función, pero finalmente Nami fue la vencedora con un par de golpes propinados con amor. Por esa razón Sanji era perfecto para el papel, por su nula voluntad ante las mujeres. El pobre chico le daba gracias a dios que el marimo estuviese ocupado, porque no soportaría que lo viese usando tales vestimentas. Y si ese sería su vestuario el 80% de las escenas, prefería que estuviesen separados por tanto durara la obra.

Las luces finalmente se apagaron dentro del escenario y los aplausos se hicieron presentes, otro ensayo exitoso había finalizado. Los actores más que satisfechos bajaron para irse a sus casas a descansar, mañana sería el gran día. Sanji se disponía a lo mismo, pero la pelirroja le interrumpió pidiéndole un favor con ojos llorosos, si podría guardar todos los trajes en la habitación del vestuario. Obviamente el rubio no se pudo negar y accedió a su pedido.

- Bueno Sanji-kun, te dejo las llaves de la sala del vestuario, cuando termines deja bien cerrado. Yo apagaré las luces aquí, y duerme bien porque si mañana la cagas… te mataré. Bye, bye~ -Y con esas tiernas, pero con aire de amenazadoras palabras la chica se marchó.

- Ahhh~~ Nami-swan es tan hermosa cuando actúa así~ -De sus labios se escapó un suspiro de amor. Y ya que Nami se lo había pedido, no le quedaba otra que acatar su orden. Cogió vestidos y chaquetas, se dirigió a dicho cuarto que estaba a la salida del pasillo. Por otro lado, Sanji tenía que quitarse lo más rápido posible ese uniforme, no es que le quedara mal o algo por el estilo, pero la poca dignidad que le quedaba estaba en juego. Había sido demasiado difícil para él hacer que Ussop y Chopper mantuviesen la boca cerrada, no le importaba si fuese Luffy, la verdad él no lo entendería, pero si llegara a enterarse Zoro… Tan solo pensarlo le dio un escalofrío.

Salió asegurándose de que no había nadie en los pasillos, sabía que no sería así, después de todo; ¿Quién andaría a estas horas en la escuela? Entró en la habitación y cerró rápidamente la puerta tras de sí. Por lo que podía apreciar algunos de sus compañeros ya habían dejado todo ordenado para mañana, así que sólo le tocaría dejar los trajes colgados y sería todo. Pan comido. De a poco comenzó a ordenar los vestidos, capas, abrigos y sombreros, eran tantos personajes que incluso se le hacía difícil dejar las prendas categorizadas. Mientras  se ocupaba del favor, se fijó en el gran espejo que había dentro del cuarto, seguramente era el que usaban los actores para recitar sus líneas, o algo así le había contado Ussop. Se acercó a él y admiró su reflejo, tenía que admitir -aunque no quisiera- que no se veía tan mal con ese uniforme, de hecho recordaba lo sorprendidas que habían quedado Vivi y Nami al vérselo puesto. “Por un lado es bueno que ese cabeza de chorlito te tenga ocupado… No puedes burlarte de algo que no viste… ¿No es así marimo-kun?” Fue el pensamiento que surgió al verse reflejado en el espejo. Tocó sus bolsillos, y al no encontrar una cajetilla,  se maldijo a sí mismo por haberlas dejado dentro de su casillero.    

El sonido de una puerta abriéndose le descolocó, devolviéndolo a la realidad. “¡Mierda olvidé el pestillo! ¡Genial Sanji, eres un… un idiota!” se reprochaba. El chico de dorados cabellos que se escondió tras unos paneles de escenografía, pensaba que quizás una persona había olvidado dejar algo y ahora volvía a colocarlo en su lugar. Era lo más probable, pero su idea se esfumó cuando escuchó la voz de quien había entrado a la habitación.    

- Oi, cejillas… sé que estás aquí, la usurera me lo dijo, venga sal. -Hablaba el chico desde el marco de la puerta.  A Sanji le dio un escalofrío, esto no le podía estar pasando.-…Te dije que habláramos otro día, así que lo pensé un poco y venía a disculparme…

- ¡O-oh, cabeza de césped... jaja!  No imaginé que estarías por aquí a estas horas… jeje, ¿Disculparte?... eh, lo entiendo, lo entiendo, no te preocupes… -Sanji buscaba desesperadamente con la mirada alguna prenda que se pudiese cambiar, pero todo estaba del otro lado de donde se encontraba.

- No me digas así... ¿Y se puede saber dónde estás? -Zoro pudo sentir que algo raro le pasaba al cocinero, así que decidió entrar al cuarto, no sin antes cerrar la puerta con pestillo… sólo por si al rubio se le ocurría escapar. Ya estaba harto de no verlo nunca.

Zoro comenzó a investigar por la habitación, debía aprovechar mientras el rubio estaba distraído haciendo preguntas un tanto incoherentes. Todo el lugar estaba lleno de cajas, telas, ropa, muebles e incluso maquillaje que se le hacía difícil encontrarlo. No tenía idea de que su escuela tuviese tantas cosas. De hecho nunca se fijaba en nada que no fuese el gimnasio, en fin, no es como que disfrutara estar en el lugar de todas formas. El estudiante de Kendo perdió la paciencia, si Sanji no quería salir, entonces jugaría sucio.

- Ah… además como sé que eres un terco, venía a mostrarte una foto que me mando Ussop, es algo así como una ofrenda de paz… ¡Pero demonios, ese bastardo pervertido toma buenas fotos de esa bruja! - Zoro exclamó la única mentira que sabía que el cocinero no podría resistir.  

- ¡UWAAAA! ¡YO QUIERO VER A NAMI-SWAN! - Sanji salió corriendo de detrás de los paneles, y como era de esperar, el chico cayó redondito en el improvisado plan del peliverde.- E-espera… ¿Foto, Nami-swan, pervertido?

- Era broma… ahora, ¿es por eso que te escondías cocinero? -Dijo esbozando una sonrisa mientras señalaba el atuendo que llevaba puesto su amante.- No sabía que tuvieses esos fetiches, me lo hubieses dicho antes ¿Es por esto que estabas tan raro cejillas?…

- ¡CÁLLATE IDIOTA, ES PARTE DE LA OBRA DE MAÑANA!

- Oh, entonces ahora tengo una buena razón para asistir. -Se dijo con falsa sorpresa el peliverde. Sanji sintió en ese momento que podría asesinarlo aquí mismo y nadie se daría por enterado.

- Tsk, ya da igual. Ahora lárgate y espérame en la salida, que no tardare tanto.- El rubio tomo su chaqueta e intentó taparse un poco. “¡Maldición esto es demasiado vergonzoso!” pensó sin mirar al otro. Aún tenía la esperanza de que su dignidad no hubiese escapado por la ventana en busca de otro dueño. Entonces sintió una leve brisa por debajo de su falda y cuando miró, se encontró con el peliverde que la levantaba mirándola con curiosidad.

- Tienes boxers…

- ¿¡Y QUÉ ESPERABAS ENCONTRAR MALDITO IDIOTA!? -Le gritó quitando la mano de su amante de un manotazo, pero este no se quedó atrás acorralando contra uno de los mesones cercanos.

- Oi, cocinero eso te queda realmente bien… -Le susurró cerca de su odio haciendo que el mencionado se sonrojara un poco.

- Estamos en la escuela... gorila pervertido... -Contestó a la obvia insinuación del otro. Volver a sentir el aroma de Zoro se sentía bien, y eso le asustaba.  No sabía que podría extrañar tanto su presencia en tan solo dos semanas. “Dios en que me he convertido...” pensó Sanji sonriendo para sí mismo.

- Venga, concéntrate aquí… -Habló el peliverde tocando lentamente por debajo de la polera del rubio, éste jadeo por el contacto.

Zoro acercó lentamente sus labios a los del rubio, igual que la primera vez que se besaron, como preguntando si realmente podía continuar. Aunque el moreno tenia claro que Sanji no se resistiría, después de todo lo conocía muy bien. El cocinero un poco dudoso –pues aún seguía enojado- se dejó besar. Estaba vestido de colegiala, encerrado junto al marimo a altas horas de la tarde, dentro de una alejada sala en la escuela… si lo pensaba detenidamente sonaba a una fantasía sexual muy excitante. Durante el beso y con ambas manos Zoro apretó la cintura del rubio, haciendo chocar sus cuerpos rudamente. Sanji soltó un leve jadeo, pero sin perder el ritmo comenzó a frotarse contra la creciente erección de su amante, tanto estar juntos le habían hecho saber las cosas que ponían a tono a Zoro.  Luego en cosa de segundos el rubio quedo encima del mesón, con el peliverde entre sus piernas.

- Admito que es una excitante vista la que me das cocinero…. -Habló el moreno refiriéndose a la erección que se notaba por debajo de la falda de su compañero.

- Suenas como un viejo pervertido marimo-kun… -Contestó su amante.

- ¿Quién es el pervertido aquí…? Ero-cook… -Susurró cerca de su piel, volviéndola a besar.

- Ja... no te distraigas… -Dijo el rubio sonriendo con suficiencia, mientras le ponía un pierna sobre el hombro acercándolo contra él. Zoro le sonrió de vuelta, el maldito sabía que se veía sexy y le sacaba provecho a eso.

Zoro no dejó que el chico siguiese fanfarroneando, así que comenzó a besarle apasionadamente, en parte para que se callara y en parte porque la cosa ya comenzaba a necesitar un poco más de contacto físico. Aprovechando la posición el peliverde comenzó a frotarse lentamente contra la erección de Sanji; sacando de su boca uno que otro gemido.  Por otro lado, el joven cocinero maldecía el día en el que se había vuelto tan dependiente de un chico como el marimo, no podía creer que ya estaba tan excitado con tan sólo unos cuantos besos y toqueteos atrevidos, su cuerpo se había acostumbrado a ese calor, aroma y presencia que Zoro inducía en él.

- Vaya… sí que estás ansioso... ¿No es así cook? -Le susurró el estudiante de Kendo.- Estás bastante húmedo aquí abajo… ¿Es por qué estás usando una falda, pervertido?

- Ah… deja, me la voy a sacar maldito bastardo… -Respondió Sanji entre dientes intentando apartar al otro.

- ¡Ja! De eso no te preocupes… te las sacaré yo… -Y dicho esto, el peliverde comenzó a desvestir a su amante, comenzando por la polera del uniforme dejando ver el blanquecino pecho del rubio.

Sanji sólo se dejaba hacer, la verdad era que también quería sentir al marimo más cerca, sabía muy bien que estar en ese lugar le daba otro toque a la situación. Dejó que el peliverde siguiese explorando su cuerpo, sus roces eran suaves, casi como si estuviese tocando algo sumamente frágil, el rubio dejaría que se divirtiese un poco más, ya habían esperado mucho. Después de un rato de besos y toqueteos, ya no había rastro ni de poleras o de ropa interior, lo único que tapaba el cuerpo del joven cocinero era la falda que por mero capricho Zoro no había querido sacar.

El peliverde estaba disfrutando la situación más de lo que esperaba, nunca imaginó que hacerlo en la escuela, encerrados en una sala, y con el cejillas vestido de esa manera fuese tan excitante. Sus besos bajaron recorriendo el pecho del rubio hasta llegar a su entrepierna, donde se encargó únicamente de resolver el problemita que tenía Sanji. Quería hacerlo gemir lo más posible, verle así despertaba en él un instinto medio animal. Las temblorosas manos del chico se posaron sobre la cabellera verde de Zoro, no intentaba alejarle, sino más que nada para servirle de guía en el vaivén.  

- ¡E-espera, marimo… voy a...! -Jadeó de placer el pobre de Sanji. Y aunque fuese una plegaria, su compañero no se detuvo hasta que el rubio hubiese acabado en su boca. Zoro sólo había necesitado su lengua para hacerle casi llegar a un clímax. - Ah… ah…, joder… -Después de eso el rubio se recostó sobre la mesa, volviendo a levantar su falda, indicándole perfectamente a su compañero que es lo que venía ahora.

- Ero… -Fue lo único que susurró el contrario.

La vista era demasiado excitante para el peliverde, así que aprovechando un poco del clímax anterior, Zoro depositó algo de saliva en su mano y la usó para comenzar a preparar su entrada. Mientras lo hacía escuchó algunos quejidos del rubio, pero eso ya era normal, sabía que dentro de un rato esos quejidos se volverían gemidos y pensar eso le encendía aún más.

- Ah… respira Cocinero, hoy estás muy estrecho... -Susurró el peliverde mientras que con la otra mano, metía un par de dedos en la boca de su amante incitándole a respirar. Sanji se aferró a ese brazo e intentó acatar la orden, pero siempre en un principio se le hacía difícil.

- Ngh... N-no digas eso, suena extraño... ¡Ahhh! -Sintió un leve empujón en su interior, observando que Zoro sonreía con satisfacción.

- Es que si no lo digo “Esto” no entrará y lo sabes... cejillas -Contestó sacando sus dedos del interior del rubio, para luego frotar a través de su pantalón su erecto miembro.

Sanji solo soltó un leve “Maldito bastardo” y vio como el otro se alejaba quitándose su polera dejando ver su bien formado cuerpo, el corazón del rubio dio un vuelco y al darse cuenta de eso este se sintió un poco turbado “¿Mi corazón saltó al ver a este sujeto desnudarse? Joder si que he perdido el juicio” se sonrió.  Aprovechando la distracción del otro, Zoro se alejó un poco para poder acomodarse mejor frente al chico, lentamente comenzó a penetrar al cocinero, al cual le recorrió una fuerte punzada por su espalda. Instintivamente se encorvó hasta pasar sus brazos por el cuello del peliverde y quedarse allí intentando aguantar el dolor. El moreno  al darse cuenta del estado del otro, se quedó quieto respirando agitadamente, realmente se había emocionado al verle de ese modo y eso le molestaba un poco, ya que él no era así de pervertido habitualmente, al parecer Sanji le pegaba sus malas mañas. Se volvieron a besar y paulatinamente el chico de la cicatriz se comenzó a mover en el interior de su compañero. Sanji ahogaba sus gemidos en los labios contrarios y acotaba con cortos contoneos para relajar la situación, pero la paciencia les duraría poco pues la idea no era pasar la noche allí.

Con uso de su fuerza, Zoro cambió de lugar al rubio dejándolo sentado sobre sus piernas, el cual dejó salir un agudo gemido por la rápida intromisión. Sanji se sujeto fuertemente de los hombros del peliverde mientras este lo embestía y se sorprendió de sí mismo al no lograr acallar sus ruidosos jadeos. Por otra parte el moreno envestía con rapidez, ya que el meneo de la faldita azul le estaba volviendo loco.  Zoro se dio cuenta que Sanji jadeaba más de lo normal, así que con una de sus manos comenzó a masturbar al rubio pues había dejado un poco abandonado su miembro, y también para torturarlo. Por su parte Sanji intentaba aguantar un poco más, pero el placer que estaba recibiendo superaba totalmente su límite de cordura, sobretodo cuando el peliverde comenzó a golpear ese punto en su interior que le sacaba de lugar. Los gemidos del rubio se hicieron más fuertes, Zoro siempre pensó que era un chico ruidoso, pero no es como que le molestara que lo fuese.

- ¡C-cuando… ah… volvamos a casa te… partiré en trocitos!  -Gimió el rubio, abrazado a Zoro ya no se podía controlar, estaba cerca de su clímax.

- ¡Ja! Haz... lo que quieras cejillas… -Susurró en su odio sin dejar de embestirle.

Por como iba el ritmo de la situación, sabían que no durarían mucho más. Sanji comenzaba aguantar sus gemidos con su mano, en verdad quería dejarse llevar completamente, pero aún recordaba que estaban en la escuela y si alguien les encontraba, entonces todo se iba a la mierda. Zoro continúo el vaivén en el interior del rubio hasta que sintió que éste no podía más. Y acelerando un poco el ritmo de las embestidas, salió de la boca del cocinero un gemido ahogado, finalmente esparciendo su semilla en el vientre de ambos. Zoro aguantó unos movimientos más antes de terminar dentro del rubio, le atrajo hasta su cuerpo y besó sus labios antes de volver a separarse.

Sanji continuó abrazado al peliverde para intentar recuperar su aliento, con cada encuentro se daba cuenta que su condición física no era nada comparada con la del marimo. Lo maldecía por eso también. Se mantuvieron un poco más en esa posición, pero no por mucho. El espadachín salió del interior del chico, y luego le dejó sentado sobre una mesa cercana. Se limpió un poco, se subió los pantalones y comenzó a buscar el uniforme de Sanji. “Wow… estas bien entrenado cabeza de musgo, eres un orgullo…” Pensó el rubio al verle tan concentrado en ordenar el “desastre”.

- Oi… toma, cámbiate, mañana tienes que usar eso ¿Verdad? … -Interrogó el peliverde mientras le entregaba sus ropas a Sanji.

- Ahora me dices que me cambie, obvio que lo tengo que… usar… ¡MAÑANA! -Miró la falda del disfraz, estaba bastante manchada y la polera estaba tirada en el suelo, muy arrugada también. - ¡MARIMO ESTÚPIDO MIRA LO QUE HAZ HECHO!

- ¡YO? ¡QUIÉN ES EL QUE SE INSINUÓ PRIMERO COCINERO PERVERTIDO? -Le gritó de vuelta.

- Tsk, no vale la pena discutir contigo cuando está claro que es tu culpa… -Rápidamente se limpió -con algo de vergüenza- y cambió de  ropas. Si lograban llegar a casa pronto, quizás podría lavar las prendas y traerlas mañana como nuevas. Sí, eso debía hacer.

- Sabes… ahora que lo pienso, creo que debería agradecerle un par de cosas a esa usurera…

- ¿A qué te refieres, idiota? y te dije que no hablaras así de Nami-swan… -Contestó molesto el rubio.

Zoro soltó una ligera risa que descolocó un poco al cocinero.

- No, nada… pero creo que no me perderé tu obra de mañana, cook…

- Entonces pondré un cartel con tu cara para que no te dejen entrar, Marimo. -finalizando con una leve pelea. Ambos ordenaron y salieron del lugar. No sin antes cerrar con llave como se lo había pedido Nami “Pensándolo así, yo también tendría que agradecerle un par de cosas a Luffy...” pensó con una sonrisa.

- ¡Oi, cabeza de pollo apúrate!

- ¡Joder, no me digas así!

Notas finales:

¡Bien! Jajaja, tengo un extraño fetiche con vestir a Sanji de mujer, es que él es muy lindo ¿No? Espero que les haya gustado, y ya saben... recibo tomates, dinero y por supuesto reviews~ 

PD: Lo siento por no actualizar hace tanto, y gracias por leerme nuevamente.

 


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