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Blind Lambs por sleeping god

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Notas del capitulo:

Por lo visto tendrá uno o dos capítulos más.

Sin más, continuo.

El amor tiene su parte aterradora: perderlo. Pero, papá, tu dijiste eso una noche en la cual tu consoladora, la soledad, fue perezosa; en mi caso he despertado con tanto miedo a tenerlo.

Mírenlo, es mi hermano y mi amante. En su cabello azul me parece ver un negro azabache y en su pecho la promesa de unas montañas femeninas.

Mis hermanas.

Es el mismo pecado.

Se despereza y abre los ojos con la tranquilidad de una pantera sin temor de dios. Le envidio.

-¿Qué pasa? Es temprano. Vuelve a dormir.

-¿Te desperté?

-¿Cómo no vas a despertarme si estás tiemble y tiemble? ¿Tienes frio? ¿O tuviste una pesadilla?

-No me di cuenta que temblaba.

Sus ojos me sentencian en odio. Yo bajo la cara como disculpa.

Pido perdón, temo a dios.

Dios celoso.

-Ella e Isshin no deben saberlo.

Se levanta.

En su forma de moverse, de vestirse, de no ocultar su miembro ante mi vista, me dice que no teme porque ya decidió que es asqueroso lo que hace y aun así prefiera adornar la verdad.

Sentándome en la cama mi cuerpo recrimina el uso indebido de mi hermano y sensualidad. Me duele el cuerpo por la sensación de anoche jamás vivida. Demasiado placer y goce ahora mezclado con miedo.

Estoy cansado de temblar.

Pecador.

Dios vengativo.

Me cubro con la sabana al segundo que sus ojos azules atraviesan la norma social de la cintura para abajo.

Con pasos enfurecidos se monta encima de mí y aprieta mi cuerpo contra el colchón.

-te haré mío cuando quiera— ¿Han entendido a que vino esa oración?

Me ha besado dulcemente, apretando entre sus labios mi labio inferior con exquisita lentitud. Es un beso muy húmedo.

-No te cubras. No actúes. No pretendas. No mientas. Eres mío cuando nadie nos mira. Y lo sigues siendo cuando hay ojos presentes pero ahí puedes ser falso.

Sus reglas han nacido de la pena, la vergüenza de un adolescente ante la virginidad espiritual perdida.

Al levantarme y vestirme decido quitarle esa cara que es de todos y transformarla en una que es mía, que quiero que solo sea mía.

Espero a que se acerque al closet para subirme en la silla del escritorio y besarle el cuello.

Se ríe y voltea en actitud de ataque.

Me rio, esperando haga lo mismo.

No tarda en sonreír igualmente y soltar una carcajada. Le abrazo.

-Eso es mío. No puedes sonreír así frente a nadie más. Tu eres cruel y desquiciado. Aquí eres posesivo, egoísta e infantil.

Sus profundos defectos son míos.

Los defectos adheridos a su personalidad son de ella, de papá, de mis hermanas y del mundo.

¿Y sus virtudes?

Otro beso está vez con su lengua intimidando a la mía hasta invitarla a pasar a su hogar.

Tocan a la puerta.

-Ichigo, el desayuno está listo. Grimmjow ¿desayunas?

Me apena su voz que pide clemencia.

-Lo haré por ti—me señala mi hermano, abriendo la puerta y abrazando a su madre.

Mamá nos amaba y sin embargo parece que ella puedo superarla porque llora con el abrazo de su hijo.

-Vamos a desayunar—le dice.

Ella tiene lágrimas que fluyen con facilidad, no, con felicidad.

Los Jagerjaquez… lloran.

Voy detrás de ellos, esperando que una mínima distancia no haga que todos escuchen claramente como nuestros corazones laten sincronizados.

Es amor verdadero.

¿Por qué es un pecado?

Dios cruel, puede que sea infantil.

Dios es un niño.

Me tiemblan las piernas en las escaleras y soy atrapado por él.

Me sonrojo.

-Finge—me dice al oído.

-¿Estás bien, Ichigo?—me pregunta ella.

Me duelen las piernas, como si haber tenido un orgasmo hubiera castigado a mi cuerpo entero con un gran ejercicio.

-Sí, me tropecé. Estoy bien… Grimmjow—sus manos han quedado fijadas a mi cintura.

Finge, le ruego con la mirada y con la suya me dice que no puede.

-¡Olvide lavarme las manos! ¡Vamos, Grimmjow!—así logro llevarlo de la mano hasta el baño de arriba.

Pasando la puerta vuelvo a observarlo.

Eso me molesta nuevamente: es demasiado atractivo.

Me arrincono en la pared, esperando me bese otra vez. Sus manos acarician mi trasero y cuando me niego sonríe y ríe.

Eso es mío.

Tramposo.

¿Qué hace?

Sus dedos se mueven con fuerza en la tela para ir abriendo mis nalgas y tocar… muy adentro.

-Grimm… jow…

-Hoy te haré mío. Voy a penetrarte antes de que alguien más lo haga.

-Tengo miedo.

-¿Por qué?—su pregunta es muy seria. Está ofendido.

Entiendo. Creo que ustedes también. Le enoja que tema que puede lastimarme, que lo haga sin amor, que de alguna manera mi cuerpo es propiedad de otro e incluso mía.

Es infantil.

Es un niño.

-Pero no ahora.

-No, no ahora. Siéntate al otro lado de la mesa.

Bajamos.

En la cena el clima era de amor. Por papá, por ella… por Grimmjow y yo.

-Ichigo ¿quieres acompañarme a hacer las comprar?

Ella hace un gran esfuerzo. Salir por los víveres es una excusa de tiempo conmigo, otra para comprarme algo y una más para ganarse el titulo de madre.

Ilusa, ella jamás será mamá. Ella es ella.  Y eso está bien.

-Sí—voy detrás de ella y miro atrás. Grimmjow se está duchando.

¿Debimos avisarle?

Me está doliendo la distancia.

Quiero llorar.

Pero… los Kurosaki no lloramos.

 

El azul de sus ojos combina muy bien con otro azul y con el negro. Lleva ambas sombras para los ojos.

Sus labios son tan rojos.

Su cuerpo tan perfecto. Es temiblemente atractiva.

Ríe, ella ríe. Eso no es exclusivo de papá, es de el cajero, del intendente, del desconocido y el conocido, es de todos, incluso mío y tuyo.

¿Mamá pasaba inadvertida?

Ella llama la atención, es un sol hecho zorra. Un sol real. Un sol como el del día de hoy: brillante, azul y perfecto.

Mamá era NUESTRO sol.

Un sol brilla opaco en comparación de la luz que ella da.

Gigante, cálida, imposible no verla. Viva.

¿Mamá estaba tan destina a ser un fantasma?

 

Volvemos.

Tengo una nueva chaqueta y zapatos.

-¿Te divertiste?—me pregunta.

-Sí, gracias.

-Mañana qué te parece si todos hacemos un día de campo. Conozco un lugar donde además venden un fantástico helado.

-Seguro.

Es perfecta.

Quizá los defectos sean de papá.

 

Me golpea contra la puerta y el cuarto retumba haciendo tirar un bote con plumas.

Celoso, infantil y cruel.

Es… ¿dios?

-Te fuiste, maldito.

-Fue media hora.

-Fue una vida.

-Lo siento.

-Yo más.

Sus labios, sus manos, su odio y su amor.

 

Cuando cae la noche vamos a la clínica.

Me recuesto en la camilla y cierro con fuerza los ojos mientras me desviste.

Al estar desnudo pasa sus palmas enteras por mi cuerpo hasta mi pene que comienza a masajear.

No se para.

Abro por un segundo mis ojos y el esta erecto.

Me abre las piernas y lo pone entre mis nalgas. Empuja y sin lograr meterlo suelto un grito. Suspiro y me callo con las manos.

Otra vez.

Grito bajo pero me niego a romper en llanto y mucho menos a negarle el hacerlo.

Aprieto la boca y los ojos.

Un frio líquido recorre mi pecho y al abrirlo está derramando lágrimas sobre mí.

-¿Qué pasa?

Lo abrazo y con pesar me responde.

-Te estaba lastimando. Lo siento, lo siento, lo siento.

-Está bien, querías hacérmelo hoy.

-¿Quién demonios soy para hacerte sufrir para tenerme feliz?

Dios. Castígate, témeme, lastímate y serás bienvenido en el reino de los cielos.

Si no lo es, entonces cualquiera es mejor que dios.

-Te amo.

Detiene su llanto para abordar otro, uno de felicidad.

Los Jagerjaquez son tan sinceros.

Que falsos debemos ser los Kurosaki en comparación.

Sus palmas se posan en mis mejillas para verme directamente.

-Cuando sea el momento te lo haré. Pero ya eres mío y para demostrarlo no tienes ni que creerme, porque así de tanto te quiero.

Esa hipótesis volvería a dios real. Necesario e innecesario.

El amor más grande depositado en un hombre. Mi hermano. Por la matemática se cancelan y por la química se separan.

Dios no existe.

Afirmo y dormimos juntos. En la mañana explico que tuve una pesadilla y por eso compartimos cama cuando papá fue a despertarnos para el día de campo.

Grimmjow no es dios.

Es humano al solo amarme a mí.

Sonríe así sin que nadie lo note.

El dios que le temía no existe o simplemente es inmoral así que no hay nada que temer excepto a la felicidad de esa pareja, papá y ella, que quedaría destruida por un amor fraternal exagerado.

-Quería anunciarles algo—la abraza a ella.

Ella con miedo y papá eufórico.

Somos falsos.

-Nos vamos a casar.

No pasa nada.

Pero lo han visto. Quiere tanto a su madre que no le arruinará su unión con otro que no es su padre.

Teme a dios, uno amable, así como él.

Dios amable que sacrifica a uno por todos.

Que mierda.

Notas finales:

Gracias por leer.


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