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Bajo la lluvia por DanyNeko

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Notas del capitulo:

Este one-shot tiene una dedicatoria especial.

Miraku-chan, este es mi regalo de cumpleaños para ti, espero que te guste, me esforcé mucho para que quedara medio decente ^^/

Yu-Gi-Oh! Y sus personajes no me pertenecen n.n

Salió corriendo sin pensar en nada más que en escapar de ese maldito desgraciado que se hacía llamar ‘su padre’

Corrió sin nada más impulsándolo que el mero instinto de supervivencia.

Huyó de ese tormento… de ese infierno al que algún día llamó… hogar

Escapó… porque sabía que si no lo hacía en ese momento, ya no tendría una segunda oportunidad… porque los muertos ya no pueden huir ¿cierto?

Y él lo sabía… Era consciente de que esa ocasión podría ser su sentencia de muerte si no se iba… así que eso hizo… corrió sin mirar atrás, escuchando como vidrios se estrellaban contra los muros de la casa, escuchando los iracundos y brutales gritos que vociferaba su progenitor: la mayoría eran insultos y sobre todo amenazas… amenazas que, sabía, ese hombre -si es que se le podía llamar así- era totalmente capaz de cumplir.

Y corrió… porque ese día se decidió a no soportar más aquello… Ese día Joey Wheeler decidió dejar atrás su oscuro pasado.

Aquel del que ni sus mejores amigos Yugi y Tea, ni Tristán que le conocía desde hace años, tenían conocimiento alguno. Aquel tormento que lo esperaba en casa todos los fines de semana, si no era que en días de semana también. Aquello que llevaba haciendo su vida una mierda desde hace ya varios años.

Porque Joseph Wheeler, su padre, era su tormento cada día desde que su madre y su hermana se fueran de su lado.

Por eso odiaba su nombre, por eso prefería que lo llamaran Joey y maldecía el momento en que su madre o quien fuese le puso el nombre de su padre… de ese hombre desgraciado que hacia su vida un jodido infierno.

No le importó ni siquiera que una lluvia torrencial empezara a caer sobre su cabeza a las dos cuadras, con su suerte era de esperarse… no le sorprendería si un rayo cayese cerca suyo y algún árbol o poste cayera le hiciera daño.

No había pensado a donde iría. No podía ir donde sus amigos, no quería preocuparlos ni mucho menos involucrarlos en ese lío… ese era su problema, no arrastraría a las personas que quería en eso.

Siguió corriendo varias cuadras hasta que llegó a un gran parque en frente del centro comercial y supo que tenía que parar cuando sus pantorrillas dolieron y la garganta le quemaba al respirar, la cabeza también le dolía pero eso era lo de menos. Llegó hasta una banca bajo un árbol más o menos frondoso que le cubría un poco del aguacero… aunque ya estaba empapado ¿Qué más daba? Por lo menos las gruesas gotas de agua no le darían más dolor de cabeza ante la fuerza con la que estaban cayendo.

Se sentó en la banca sin más y al final pudo tomar un respiro tranquilo. Se llevó una mano a la sien, donde una costra de sangre ya seca ensuciaba su piel y parte de su cabello, el agua la estaba lavando por lo que el metálico aroma de la sangre llegaba a su nariz. Jaló su manga hacia arriba dejando ver moretones y rasguños en su blanca piel. Movió el mismo brazo en círculos sintiendo dolor en la unión del hombro, a lo mejor se había desgarrado un tendón o algo por el estilo, agitó la cabeza de lado a lado sintiendo el tronar de su cuello, sentía la espalda en total tensión. No quiso ni levantar la bota del pantalón que llevaba puesto, claramente sentía el escozor de la herida que tenía allí; también le dolía el tobillo del pie contrario aunque no era demasiado, seguro fue al pisar mal en el momento en que salió corriendo y casi se cae en las escaleras del frente de su casa, no creía que estuviera siquiera esquinzado, no le dolía tanto.

El cuerpo empezó a pesarle más, aunque se lo atribuyó a sus ropas totalmente empapadas, la respiración se le hizo más pesada pero se lo aquejó a lo mismo, sintió que el calor aumentaba lo cual le pareció ilógico pues estaba bajo la lluvia en principios de otoño. Sintió los parpados pesados y que le costaba respirar un poco más… justo lo que le faltaba, pensó el joven rubio mientras se recostaba, seguramente estaría pillado un resfriado.

Llevó sus brazos a apresar su abdomen cuando su estómago rugió reclamando comida, no había comido nada desde que desayunó en casa de Yugi, pues la noche pasada se había quedado hasta tarde preparando un trabajo final para clases  por lo que el amable oji-amatista le invitó a pasar la noche en el cuarto de invitados. Ahora le dolía fuertemente el estómago y estaba casi sin energías.

Luchó por no desmayarse allí mismo, pero los ojos le pesaban mucho, el cansancio y el hambre hacían mella en su cuerpo también. Su pecho subía y bajaba vigorosamente pero su respiración era superficial y algo forzada…

¿Qué más podría pasar?

…mejor ni se lo hubiera preguntado.

-.-.-

Cruzando la calle, una limusina negra esperaba a que el dueño de la misma saliera del centro comercial. Era bastante tarde y casi no había nadie en los alrededores, justamente por eso era el momento que aquella persona prefería para ir por esos lares.

El millonario CEO castaño de ojos azules, importante y famoso dueño y señor de Kaiba Corp.: Seto Kaiba, salía del centro comercial con una caja de donas y un vaso grande de chocolate caliente.

¿Qué? Todo el mundo tienes sus preferencias. Bien dicen por ahí que para gustos, colores.

Dejó su carga en la limusina y se disponía a entrar en el vehículo cuando, gracias a su vista periférica -y ¿por qué no? a un rayo que cayó en ese instante- distinguió a una conocida cabellera dorada en la acera del frente. Le dijo a su chofer que se quedara allí y avanzó con su gran paraguas negro hacia el parque de enfrente, su fría mirada azul y habitual ceño fruncido se relajaron al confirmar que, efectivamente, era Joey -mejor conocido como el perro- quien se encontraba en aquella banca.

Le extrañó enormemente la situación ¿qué hacia el perro, a esas horas en un parque, bajó la lluvia torrencial… y solo? ¿Qué diablos tenía en la cabeza ese perro tonto?

El rubio no pareció darse cuenta de su presencia, lo que es más ni parecía estar consciente ¿era tan estúpido para dormirse en un parque y que ni semejante aguacero lo despertara?

Se acercó un poco más notando con su afilada vista las deplorables condiciones en las que el rubio se hallaba. Aparte de las heridas que estaban a simple vista pudo notar que le costa respirar ¿acaso se había metido en una pelea callejera? Sería raro, sabía que Wheeler era un despreocupado, agresivo y un ex-pandillero, pero desde que se había juntado con Motou y el resto de la ‘pandilla feliz’ no se metía en ese tipo de líos ¿lo habrían asaltado o algo por el estilo?

Dio un par de pasos más y cubrió el rostro del rubio con su sombrilla, inclinándose un poco para observar más detalladamente su rostro, estiró una mano hacia la herida de su cien, sin embargo detuvo su mano sin haberlo tocado, tensando la mandíbula al pensar en que algún desgraciado había osado tocar a su propiedad.

Porque sí, aunque el rubio no lo supiera y aunque él mismo no dijera expresamente en voz alta, ese ángel de cabellos rubios era suyo. Ese chico era la única persona aparte de Mokuba capaz de hacer que se preocupara, era la única persona capaz de hacerle experimentar mil emociones distintas; capaz de desesperarle, de acelerarle el corazón, de suavizar su mirada y romper la fría coraza de hielo que rodeaba su corazón.

Por eso le pertenecía.

…Pensándolo bien, esa no era la primera vez que veía al rubio en condiciones similares; si bien en la escuela hacía lo posible por disimularlo, él no era tan distraído como la ‘pandilla feliz’ y podía identificar los moretones que el oji-dorado se esforzaba por ocultar, y el hecho de que al sentarse, golpearse suavemente contra algo o el simple hecho de que Taylor o Devlin le pasaran rudamente un brazo por el cuello a modo de abrazo le provocaba dolor.

¿En serio estaría involucrado en alguna pelea pandillera? O acaso… ¿le estaría ocurriendo algo en su casa?

Escuchó un quejido, un dolorido y triste lamento de boca del rubio.
Frunció el ceño  ya determinado a hacer algo.

─Wheeler...

-.-.-

Se extrañó al sentir que el agua dejaba de caerle en la cara, el que parara de llover no parecía una respuesta pues sus oídos aún se ensordecían por el sonido del agua estrellándose contra el suelo y todo lo demás a su alrededor. Sin embargo había decidido cerrar los ojos unos minutos para descansar un poco y ahora no podía abrirlos del cansancio que lo embargaba… simplemente no podía.

Su nariz alcanzó a identificar dificultosa y levemente, entre el aroma de la lluvia y la tierra mojada, una esencia particular, muy agradable y que estaba seguro que conocía: era una mescla de madera recién cortada y algo que no podía identificar, quizá el olor de una flor exótica o meramente desconocida por él. Conocía ese olor, solo había una persona con esa esencia en particular, pero era casi imposible que él estuviera allí en ese momento… seguramente ya estaba delirando de fiebre, sí, debía ser eso.

Él no podía estar ahí ¿cierto?

─Wheeler…

¡¿Cierto?!

¡Debía ser una jodida broma! ¡Debía estar delirando o algo por el estilo! ¡Él NO podía estar ahí! ¡¡¡Cualquier persona menos él debía verlo en ese estado!!!

Con gran esfuerzo abrió los ojos levemente, lo suficiente para ver quien estaba frente a él y le había llamado.

Maldita sea… ahí estaba él… Seto Kaiba.

Simplemente perfecto… …Bueno, aun le quedaba el consuelo de que seguramente era una alucinación provocada por la fiebre.

─Wheeler ─ ¿o no? Abrió un poco más los ojos sorprendido ¿era real? ¿Él estaba allí, bajo la lluvia… y cubriéndolo con su sombrilla? ¿el mundo iba a acabarse o algo así?

─ ¿K-Ka Kaiba? ─a duras penas pronunció su nombre, la garganta le ardía horrores y la cabeza le martilleaba. Estiró una mano débilmente y sus dedos alcanzaron a rozar el brazo del castaño… mierda, eso no era una alucinación ¿verdad? Dejó caer su mano de nuevo sobre su abdomen.

El castaño afiló su mirada sobre el rubio luego de sentir el débil toque de su mano contra su brazo.

─ ¿Qué se supone que haces aquí perro? ¿Ya te tocaba baño y no había agua en tu casa?

No se lo estaba imaginando, ese era Seto Kaiba en persona.

Suspiró desganado e hizo el máximo esfuerzo por sentarse correctamente, no le iba a permitir que lo humillara más… aunque fuera por esa noche, ya había aguantado suficiente.

─ ¿Qué te importa lo que haga o deje de hacer, ricachón engreído? ─le regresó de la misma manera, apoyando pesadamente su espalda en el espaldar de la banca ─a todo esto ¿Qué se supone que haces tú aquí, tan tarde y con esta lluvia? ─no pudo evitar preguntarlo, le parecía ilógica la presencia del CEO allí.

Seto suspiró imperceptiblemente y cerró los ojos ─eso es lo que yo acabo de preguntarte, si no me respondes tu ¿por qué debería hacerlo yo?

─Tsk, olvídalo ─bufó desviando la mirada, pero ese sencillo acto le hizo recordar su dolor de cabeza, sin darse cuenta se llevó las manos a la sienes y las apretó allí, su respiración era cada vez más dificultosa.

Seto inclusive alcanzó a notar un rubor en el rostro del rubio, seguramente tenía mucha fiebre.

─Estar afuera bajo semejante lluvia sin tan siquiera una sombrilla, digno de un perro descuidado ─Joey alzó ligeramente a vista para verlo, notando el gran paraguas negro que también lo cubría a él ─ ¿no deberías estar en tu casa?

Aquella pequeña palabra hizo que los ojos del rubio se abrieran como platos, bajó sus manos hasta sus brazos para abrazarse a sí mismo y empezó un leve movimiento, como si se meciera él mismo ─no ─murmuró, Seto estaba impresionado con esa reacción ─no quiero ir a ese lugar… no, yo no iré ─musitaba casi aterrado.

─Wheeler ─le llamó de nuevo, esta vez puso su mano en el hombro del rubio, este reaccionó con un violento estremecimiento, luego los ojos dorados se encontraron con los azules de Seto y este pudo distinguir todo el dolor y el sufrimiento del rubio ─oye… levántate, vamos ─pasó su mano hasta su antebrazo para que se levantara pero apenas el rubio medio se puso en pie cayó de nuevo en la banca con los ojos perdidos ─ ¡Joey! ─no pudo evitar el grito, lo preocupó tal reacción ¿tan mal estaba el rubio? ─oye… perro, respóndeme ─Joey parecía al borde del desmayo ─tsk… ven.

─ ¿qué? ─alcanzó a murmurar el rubio al ver que el castaño se inclinaba frente a él luego de quitarse la gabardina blanca y sostenerla con la misma mano en que llevaba la sombrilla, con su mano libre Seto le tomó un brazo y lo pasó por sobre sus hombros, dejando en claro que intentaba ponerlo sobre su espalda. Sin saber porque y con las pocas fuerzas que le quedaban, Joey hizo su parte y se acomodó en la espalda del castaño, abrazándose a su cuello. Quizá fue el agradable aroma del castaño, o su calor tan atrayente y reconfortante en estos momentos… quizá fue saber que nada peor podría ocurrirle… o que su estúpido corazón quería creer que el CEO se preocupaba por él, aunque fuera mínimamente.

Seto lo acomodó lo mejor que pudo, sujetándolo con su mano libre por el muslo, cosa que logró poner algo nervioso al rubio. El castaño lo sintió temblar así que se apresuró a regresar a la limusina, Roland -su chofer- se quedó en una pieza al ver al CEO con el rubio en su espalda, Seto abrió la puerta de su limosina y dejó el rubio adentro, luego entró él y cerró la sombrilla antes de cerrar la puerta del vehículo.

─Roland a la mansión ─ordenó a secas ─no quiero que me interrumpas a menos que sea expresamente necesario ─dijo mientras subía el vidrió polarizado que separaba la parte del conductor al resto.

─Sí señor ─atinó a decir Roland antes de que subiera el vidrio.

Ahora sí, Seto dirigió toda su atención al rubio sentado a su lado, en el borde de la inconsciencia, con suavidad le cubrió con su gabardina, enseguida el rubio se dejó caer contra él, recostándose en su hombro. El castaño pudo sentir el aliento caliente de la boca del rubio contra su cuello así como su forzosa respiración. El rubio no había dicho una sola palabra, lo cual era sumamente raro hablando de Joey Wheeler, debía de sentirse muy mal… sin embargo era el momento perfecto para averiguar lo que le pasaba.

─Joey –se atrevió a llamarlo por su nombre con suavidad, llevando dubitativamente una mano a la empapada cabellera rubia ─ ¿Qué hacías en el parque? ¿Por qué estas herido? ─le preguntó de primeras.

Joey no dijo nada, pero Seto sabía que estaba despierto y consciente.

─ ¿A dónde vamos? ─fue lo único que musito.

─ ¿Quieres que te lleve a tu casa? ─consultó frustrado, al notar que la conversación hasta ahora no había sido más que preguntas sin respuestas.

Casa… esa palabra resonó en la cabeza del rubio.

─ ¡No! No, no, no, no ─sorprendiendo a Seto, Joey se llevó las manos a la cabeza, negando con la misma mientras sollozaba ─no quiero ir allí… mi padre me va a… ─guardó silencio, acurrucándose bajo la gabardina como un niño asustado.

A Seto le dio un vuelco en el corazón al ver a Joey tan… roto.

Sin ser muy consciente de lo que hacía, Seto envolvió el tembloroso cuerpo del rubio entre sus brazos, acercándolo a su pecho.

─ ¿Tu padre te hizo esto? ─empuño las manos con furia, aún más cuando Joey asintió ─ ¿por qué? ─esperó un minuto pero Joey no dijo nada ─dime por qué lo hizo, Joey ─le tomó con ambas manos el rostro, sintiendo la inusual e insana temperatura de la blanca piel, aun mojada por la lluvia.

─ ¿Por qué te interesa? … ¿por qué me ayudas? ─alcanzó a musitar el rubio, buscando refugio en el castaño, apretando entre sus manos la remera negra del mayor.

Seto dudo en contestar ─… porque me importas ─dijo al fin, juntando su frente con la de Joey.

Los ojos dorados se abrieron con sorpresa ─ ¿qué? ─musito ya sin fuerzas para mantenerse.

─lo que oíste ─y sin más… junto sus labios con el rubio.

Joey casi se desmaya… aunque por una causa diferente a su malestar, la boca del castaño era cálida y dulce aunque sus labios se movían de forma inexperta sobre los propios pero era agradable, incluso ¿cariñoso? No era posible ¿o sí? Bueno, no creía posible que Seto Kaiba lo estuviera besando, con esfuerzo llevó sus brazos a rodear el cuello del CEO respondiendo lo mejor que pudo a su beso antes de perder la consciencia.

-.-.-

Siendo sincero Seto se había puesto muy nervioso, nunca había besado a nadie antes y Joey no hacía nada, por eso sintió un enorme alivio cuando el rubio respondió dulcemente a su beso, rodeándole inclusive el cuello con suavidad.

Llevó sus manos a la estrecha cintura del oji-dorado cuando sintió que este se apoyó más en su cuerpo, pero al mismo tiempo dejo de responder a su beso,  así que reticente se separó de la dulce boca solo para descubrir que se había desmayado entre sus brazos, le miró con preocupación y llevo una mano a su frente, la piel estaba aún más caliente, a un nivel preocupante.

Afortunadamente la limosina llegó en ese momento a la mansión, el agua había menguado un poco en el trayecto, sin esperar más le acomodó la gabardina atrás y lo subió de nuevo a su espalda para sacarlo del vehículo, Roland los cubrió de inmediato con la sombrilla y el castaño entró a la mansión, algunas sirvientas lo esperaban adentro y ahogaron un sonido de sorpresa al ver a señor de la mansión trayendo a un muchacho inconsciente en su espalda, cargándolo con sumo cuidado y cubriéndolo con su ropa.

Mokuba llegó corriendo.

─ ¡Hermano! Bienvenido a ca… ¡¿Joey?! ─el pequeño pelinegro venia bajando las escaleras para saludar a su hermano pero se sorprendió al ver al rubio en su espalda ─ hermano ¿qué pasó?

─Mokuba, llama a un médico y que venga de inmediato ─dijo con firmeza mientras se dirigía por las escaleras a su habitación ─Roland, mis cosas ─recordó vagamente su chocolate y donas en la limo ─a mi habitación.

Subió las elegantes escaleras de caracol con envidiable facilidad teniendo en cuenta que cargaba con un chico chico encima, y se dirigió a su habitación. Entró y tomó un par de toallas del armario, puso una sobre una de las almohadas de la gran cama matrimonial donde dejó al rubio y con la otra se dedicó a secar el cabello y rostro del rebelde adolescente.

Roland se limitó a dejar los alimentos en el escritorio de la habitación y salir sin decir una sola palabra, a los pocos minutos Mokuba entró con un teléfono en manos.

─Ya llamé al médico Seto, estará aquí lo más pronto posible ─informó el pre-adolescente, luego caminó hasta la cama para sentarse al lado de su hermano, al costado del rubio ─ ¿qué fue lo que le sucedió a Joey? ─consultó preocupado, el rubio le agradaba mucho y para que su hermano se haya tomado semejante molestia de traerlo a casa -y de la forma en que lo hizo- debió de ocurrirle algo muy grave.

─Estaba en una banca del parque frente al centro comercial, golpeado, herido y con mucha fiebre ─le dijo Seto en voz baja.

─ ¡¿Qué?! ─se sobresaltó el pelinegro ─ ¿él solo y con esa tormenta? ─miró de nuevo al rubio, notando los moretones, la herida de su brazo, la palidez de su piel al contrario del rojo en sus mejillas y su dificultosa respiración ─ ¿Qué crees que le haya pasado?

─De lo poco que me dijo antes de desmayarse… creo que su padre le hizo esto.

Los ojos azules de Mokuba se agrandaron como platos ─ ¿su padre? ¿Cómo pudo hacerle algo así, que clase de bestia es ese hombre? ─con suavidad llevó una mano a la cara del rubio ─descuida Joey, pronto estarás mejor, ya lo verás─dijo en su amable susurro, acomodándole un poco el flequillo.

La puerta sonó ─mis señores, el medico está aquí ─dijo una voz femenina.

─Mokuba…

El chico se puso de pie ─sí, enseguida lo traeré, ya vuelvo ─y sin más, salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

─Joey… ─Seto imitó la acción de su hermano, acariciando los cabellos rubios ─no permitiré que nadie te vuelva a poner un dedo encima ─se inclinó más cerca de él ─tu eres mío ─depositó un rápido beso en sus labios antes de levantarse para esperar al galeno.

-.-.-

Joey se despertó desorientado y sintiéndose un poco como en la mierda, traducción: no sabía dónde estaba y de paso le dolía todo el cuerpo, se tomó unos minutos para abrir los ojos y notar que estaba en una gran cama muy cómoda, cubierto con sábanas blancas hasta el cuello y un paño mojado en la frente.

Se llevó una mano a la cabeza, en la herida de su sien, notando que estaba vendada, lo mismo que su brazo herido, sentía al frío contra su tobillo y una venda en su muslo, lo siguiente que notó es que no llevaba su ropa sino una remera gris por lo menos dos tallas más que la suya.

Se ruborizó cuando cayó en la cuenta de que eso significaba que alguien lo había desvestido ¿en dónde demonios estaba?

Se incorporó lentamente hasta poder sentarse y apoyar la espalda en la cabecera de la cama, entonces se revisó mejor, ya no le dolía tanto la cabeza, la venda en su muslo cubría la herida que su padre le había hecho con el cinto, la de su brazo cubría los cortes que le había hecho con las botellas rotas y tenía una compresa fría amarrada a su tobillo.

¿Qué demonios estaba pasando?

Tomó el cuello de la remera que tenía puesta y la levantó un poco para acercar la tela a su nariz e inspiró profundamente sintiendo que lo rodeaba un aroma particular, como a madera recién cortada y alguna flor… ¿Dónde había olido eso antes?

Empezó a repasar todo lo que había pasado desde que el castaño llegó al parque:

Seto Kaiba lo había encontrado -por alguna razón que no entendía- habían discutido un poco -como era habitual- y luego… y luego…

El rubor se le subió a las mejillas, Kaiba lo había cargado, lo había llevado a su limosina, lo había cubierto con su gabardina y abrazado ¡ABRAZADO! Entonces… entonces lo había ¡¿BESADO?!

Era oficial, el mundo se iba a acabar en unas horas.

“─… porque me importas” recordó sin querer.

Se mordió el labio inferior ¿en serio el CEO había dicho eso? ¿Le importaba a Seto? Se relamió los labios a notar un sabor peculiar, era agradable y le recordó vagamente el beso que el castaño le dio en la limo.

Se acomodó mejor la prenda al notar que no tenía puesto tampoco sus pantalones.

Al poco tiempo escuchó el sonido de la puerta abrirse…

─ ¡Joey! Qué bueno que estas despierto ─no esperaba escuchar la amble vocecita de Mokuba en la puerta del cuarto ─ ¡Hermano, Joey despertó! ─gritó hacia afuera antes de correr a su lado ─ ¡Joey! ─con ánimo infantil se lanzó a abrazarlo, teniendo cuidado de no lastimarle el brazo, se colgó del cuello del rubio, quien, sorprendido, le regresó el abrazo de inmediato.

─Hola chibi ─con suavidad, Joey colocó una mano en lo alto de la melena azabache ─ ¿Qué tal? ─le ofreció una sonrisa cordial en cuanto el menor se separó de él, escuchando los acelerados pasos, supuso, del CEO.

─ ¿Cómo que ‘qué tal´? ¡Joey ¿qué fue lo que te ocurrió?! Mi hermano te encontró en el parque bajo la lluvia con fiebre y lastimado ¿Quién te hizo esas heridas? ─cuestionó sin pararse a respirar.

─Wow, wow, tranquilo Mokuba, una pregunta a la vez ─le calmó, su dolor de cabeza estaba regresando.

─Wheeler ─esa voz…

Con lentitud, casi avergonzado, Joey levantó su mirada para ver al castaño, llevaba puestos sus pantalones negros ceñidos y una camisa blanca con algunos botones abiertos. Joey no pudo mantenerle la mirada al ver los ojos azules aliviados.

─Vaya, así que el perro perezoso al fin despertó ─espetó, Joey se mordió la lengua para no decir nada. Seto se acercó a la cama, sentándose al lado de Joey para tenderle un vaso humeante, el rubio lo miró dudoso.

─Es chocolate caliente, pedí que lo preparan ─le dijo Mokuba con una sonrisa ─anda tómalo, seguro que te hará sentir mejor ─le animó y Joey tomó el vaso, reprimiendo un escalofrío cuando sus dedos fríos rozaron los tibios del CEO ─ ¿o no te gusta el chocolate? ─cuestionó de pronto, algo decaído al no haber pensado en esa posibilidad.

─No es eso ─Joey le sonrió al menor ─ ¿a quién no le gusta el chocolate? ─bromeó con su ánimo de siempre ─muchas gracias Chibi ─una vez más acarició con cariño los mechones negros antes de empezar a tomar, de a poco, el espeso y dulce líquido.

─Eso está bien ─le sonrió el chico, entonces un ligero gruñido sonó desde el estómago del rubio, cuando por fin recibió algo de alimento desde hace más de 12 horas ─jeje, parece que alguien tiene hambre ─se burló inocentemente el menor.

─jeje ─Joey se llevó una mano a la nuca en vergüenza mientras una gota le bajaba por la cien ─lo siento, es que no he comido nada desde el desayuno.

─ ¿en serio? Eso está mal, espera un poco, pediré algo de comer en la cocina y te lo traeré en unos minutos ─dijo animado el pelinegro, bajándose de la cama para ir a la puerta.

─No, espera Mokuba, no te molestes ─quiso detenerlo, ya habían hecho mucho por él.

─De eso nada, el doctor dijo que debes guardar reposo y alimentarte bien para sanar esas heridas ─sentenció el chico antes de salir, cerrando la puerta tras él.

─Creo que lo mandón lo llevan en la sangre ─murmuró el rubio al verlo irse. Sin querer cruzó su mirada brevemente con la azul que no se apartaba de él, así que bajo la vista a su vaso y se concentró en tomar su chocolate.

Seto afiló la mirada y frunció el ceño, era ahora o nunca. Apretó en su mano las sabanas y se movió para acercarse más al rubio.

Joey se puso nervioso pero trató de dejarlo pasar… no así el castaño, esperó a que el menor terminara su bebida y de inmediato retiró el vaso de sus manos para dejarlo en la mesita de noche, entonces se acercó más al rubio, como asechándolo.

─ ¿Qu-qué sucede? ─atinó a preguntar nervioso.

Seto lo tomó del mentón con ligereza ─ ¿recuerdas esto? ─musitó cerca de su rostro antes de juntar sus labios.

Joey abrió los ojos a más no poder cuando Seto lo besó, sin embargo no pudo resistirse ni oponerse, los suaves y aun algo inexpertos besos del castaño le hicieron temblar, llevó sus brazos al cuello del mayor y presionó más su beso, haciéndolo más fogoso y ¿por qué no? más necesitado.

Su lengua rozó los labios de Seto antes de que sus dientes apresaran con suavidad el labio inferior del castaño.

Seto se separó algo sorprendido por la reciente acción del rubio, miró a Joey quien le regreso una sonrisa de lado junto con una mirada pícara y algo burlona por la facilidad de sorprenderse del castaño en ese tipo de cosas, incluso se relamió los labios, dándose el gusto de ver al CEO sonrojarse un poco.

El castaño estaba a punto de obtener otro beso cuando los pasos apresurados de Mokuba se oyeron por el pasillo, así que ambos se separaron un poco.

─Ya está, te traerán la cena en unos minutos ─dijo el menor entrando con una jarra en manos ─ ¿quieres más? ─ofreció con una sonrisa.

Joey le regresó la sonrisa y asintió, así que Mokuba sirvió el resto del chocolate y le regresó el vaso al rubio.

─Joey ¿qué fue lo que te pasó? ─preguntó de nuevo preocupado el chico, sentándose al lado de su hermano.

Joey miró el contenido de su vaso, que apretó ligeramente entre sus manos, Mokuba lo notó y puso su mano sobre el brazo del rubio con amabilidad.

─Tu padre te hizo esto ¿cierto? ─retomó Seto, Joey asintió aun con la vista gacha ─ ¿por qué?

Joey se mantuvo en silencio un minuto más.

─Cu-cuando mi hermana Serenity y yo éramos niños, nuestros padres se separaron ─empezó el rubio ─mi padre ─era notorio el desprecio en su voz ─se había estado comportando raro por ese entonces: discutía mucho con mamá, llegaba muy tarde y muchas veces ebrio ─suspiró ─así que mi madre decidió irse con Serenity y a mí me dejó con él ─los hermanos Kaiba lo escuchaban atentos ─nunca me quejé, Serenity estaba enferma y necesitaba cuidados médicos… si mamá me llevaba también no podría atenderla como necesitaba, así que jamás la culpe por nada ─cerró los ojos unos segundos ─algunos meses luego del divorcio mi padre se puso peor, salía cada fin de semana a beber, su actitud era cada vez peor, lo despedían con frecuencia, no duraba mucho en un solo trabajo y casi todo el dinero se lo gastaba en alcohol y… empezó a gritarme, a insultarme y agredirme con frecuencia ─tomó un poco de chocolate ─al final ni trabajo conseguía, así que apenas pude empecé a trabajar por mi cuenta, pero el dinero que lograba guardar me lo quitaba para seguir tomando ─frunció el ceño en desprecio y frustración ─si acaso intentaba oponerme me golpeaba aun peor… después de un tiempo se le hizo costumbre y empezó a golpearme cada vez que quería desquitarse por cualquier cosa.

─Por eso siempre tenías algún moretón o te encontrabas resentido en la escuela ─comentó Seto.

─ ¿Yugi y los demás lo saben? ─preguntó Mokuba.

Joey negó ─siempre eh ocultado esto de todos, nunca quise involucrar en este lío a las personas que me importan ─dijo decaído ─ni mi madre ni mucho menos Serenity.

─ ¡Pero Joey! Eso es peligroso, un día de estos tu padre podría… pasarse de la raya ─Seto tembló ante eso, la rabia le hervía la sangre, quería encontrar al maldito que se hacía llamar el padre de Joey y regresarle cada golpe que ese desgraciado le había dado al rubio, y aun así eso no sería ni mínimamente suficiente.  

─Lo sé… por eso hoy me fui de la casa cuando él empezó a… ─miró el vendaje de su brazo.

─ ¿Por eso estabas en el parque? ─preguntó Mokuba.

Joey asintió ─pensé que si no me iba en ese momento… no tendría otra oportunidad… y no precisamente porque no tuviera el valor para hacerlo ─se terminó su chocolate ─muchas gracias Mokuba ─Seto le quito el vaso y lo puso de nuevo en la mesita ─por cierto ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

─Apenas un par de horas, el medico te revisó, curó y vendó las heridas así que sanarás pronto ─le dijo el pelinegro.

─ ¿Por eso estoy usando esto?

Mokuba asintió ─tu ropa la mandé a lavar, no podías quedarte con esas ropas mojadas, además había que revisar que no tuvieras más heridas ─le contó el chico ─ ¿Cómo te lastimaste la pierna? Tu pantalón no estaba rotó.

─Allí… me golpeó con su cinto varias veces ─llevó su mano al vendaje de su muslo, su padre le había golpeado repetidas veces hasta romper la delgada piel de su muslo y hacerlo sangrar. Joey suspiró ─muchas gracias… por todo ─dijo apretando los parpados y los puños con fuerza.

─Descuida Joey ─Mokuba le sonrió ampliamente ─puedes quedarte el tiempo que quieras ─aquello sobresaltó al rubio ─ ¿cierto, hermano mayor? ─miró al castaño.

─Sí ─apoyó el mayor ─Mokuba sal un momento, y espérame en la oficina ¿entendido? ─dijo con suavidad pero firmeza.

─De acuerdo hermano mayor ─respondió obediente aunque extrañado ─mejórate Joey ─el chico se inclinó para darle un abrazo al rubio antes de salir.

─Gracias Chibi ─Joey le dio una sonrisa y le acarició el cabello de vuelta antes de que el pequeño saliera.

─ ¿Qué piensas hacer… respecto a tu padre? ─consultó el castaño en cuanto Mokuba se fue.

Joey suspiró ─no lo sé… pero no te apures, mañana me voy, no quiero molestar.

Seto se molestó y apresó las muñecas del rubio con sus manos ─de eso nada, te quedarás aquí, ya lo dijo Mokuba ─Joey lo miró desafiante sin titubear ─no voy a permitir que ese desgraciado hombre te ponga un solo dedo en cima ─dijo severo, apretando más las muñecas del rubio.

─ ¡¿qué puedo hacer?! ─devolvió en un grito no muy fuerte ─soy menor de edad, si llegara a denunciarlo terminaría en un orfanato, un internado o algo así… no puedo ir con mi madre, no quiero incomodarla… ¡además ¿a ti que te interesa?! ─reclamó.

Seto suspiró imperceptiblemente para calmarse ─ ¿no lo recuerdas? ─acercó su rostro el del rubio ─tú me importas ─le reiteró al oído ─no regresaras a ese lugar, te quedarás aquí el tiempo que sea necesario y es mi última palabra ─declaró severo.

─Tsk ─Joey desvió el rostro, cerrando los ojos ─eres demasiado mandón ─se quejó, luego de un suspiro volteó a enfrentar directamente los ojos azules ─ ¿vas a decirme por qué te molestas en hacer todo esto?

─ ¿Es necesario que lo diga… cachorro? ─de un brusco movimiento Seto soltó las manos de Joey para tomarle el rostro ─me gustas ─le plantó un beso, más firme y seguro que los anteriores.

Aun así, pocos segundos después Joey volvió a tomar el control del beso, imprimiéndole pasión y adentrando su lengua en la  boca  del castaño, enseñándole lo que era un verdadero beso francés.

─Aun tienes mucho que aprender, gato ─se burló el rubio.

─Cierra la boca, cachorro ─respondió de igual forma mientras lo tomaba por la cintura al rubio para acercarlo más a su cuerpo.

─Tú también me gustas ─le regresó con una sonrisa antes de volver a besarlo.

Desde la puerta levemente abierta unos grandes y traviesos ojos azules observaban la escena con una sonrisa pícara. Cerró la puerta sin hacer el más mínimo ruido y fue hasta la oficina de su hermano, tal como este se lo había pedido. Al llegar allí se recostó contra la puerta y sonrió con los ojos cerrados, su pequeña familia parecía haber crecido un poco, definitivamente las cosas serían más divertidas con el rubio cerca, sería genial que Serenity también se les uniera… siempre se preguntó cómo sería tener una hermana.

Fin.

Notas finales:

¡Todos juntos! ¡A la una, a las dos y a las TRES!

Todos: ¡Otanjobi omedeto, Miraku!  *explotan serpentinas y confite*

Dany: Este es mi regalo de cumpleaños para ti  ^^ me esforcé mucho en hacerlo bonito y medio decente, es la primera vez que escribo algo meramente puppyshipping y lo hice en menos de 24 horas xD, espero que haya quedado bien y te guste jeje =3

Ukyo: feliz cumpleaños, linda *la abraza*

Dany: Bueno, espero que hayas tenido un lindo cumpleaños, y que hayas recibido muuuuuchos regalos.

Saludos amiga, y muchas felicidades ¡Ja ne~nya!  

   


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