Capítulo uno:
Pensamientos
Sirius, por suerte, no había caído en el velo mientras se formaba la batalla en el ministerio, pero aún así, no estaba feliz.
Desde el comienzo de las vacaciones ninguno de sus amigos les habían mandado una carta, ¡ni siquiera en su cumpleaños! Los únicos que se habían acordado de él fueron su padrino y Remus, el cual ya consideraba como parte de la familia. Pero no se sentía... conforme.
Incluso, Sirius ya es completamente libre, por lo cual al fin pueden ser una familia, y ya habían decidido que hoy iría a buscarlo, para así pasar las vacaciones con él y Remus. Sonrió levemente, tal vez allá se sienta más tranquilo.
Miro el pequeño reloj, el cual tenía el vidrio roto, más aún así funcionaba: 6:15.
Decidió bajar, desde hace no más de dos años prefería despertarse el mismo para hacer el desayuno a su «querida» familia. Le parecía mejor eso a tener que escuchar todos las mañanas los gritos agudos de Petunia. Cuando ya estaba terminando de servir, Vernon y Dudley se lanzaron sobre la comida, en cambio Petunia comenzó a comer de manera lenta, ya que no quería engordar.
Harry los observó desde lejos, ¿realmente eran su familia? No era de cuerpo robusto, como su tío y primo, y tampoco tenía un largo cuello como su tía. Entonces, ¿en qué se parecían? Recordó el momento en que le comento esto a Dumbledore; este se molesto, y le dijo que jamás volviera a tocar el tema. Frunció el ceño mientras subía las escaleras, desde ese momento comenzó a desconfiar del director, el cual solo daba más material para ello.
¿Cómo no reconoció los planes de Voldemort cuando esté era joven? ¿Por qué no ayudo a Sirius cuando se le fue acusado de la muerte de su padres sabiendo de antemano quien era el guardián? ¿Por qué lo dejo con sus tíos cuando sabía cuando despreciaban la magia?, esa solo era algunas de las preguntas de Harry hacia el «buen» director. Y no sólo comenzó a dudar de él, sino también de sus amigos, algo que le hacía sentir culpable, ¿por qué le pasaba eso?
Se acostó en la pequeña cama, para así volver a sumergirse en su mente: ¿Tenía motivos para desconfiar de sus amigos? Recordó qué Ron solo comenzó a hablar con él al ver que era «él niño que vivió», también pensó con amargura como de manera tan fácil lo dejo de lado al pensar que había puesto su nombre en el cáliz. Pensó en Hermione; no se le veía a la mente algún momento en que lo haya dejado de lado o traicionado, pero si momentos en los que ella le hacía sentir menos. En primer año solo fue sus calificaciones, y mediante crecían, se le añadían cosas a la lista: su cabello, su ropa de segunda mano, la manera en que agarraba la varita, y muchas cosas más que en ese momento no quería recordar.
—Malnacido, ¡te buscan! —Escucho la gruesa voz de su tío. De seguro era Sirius; se sorprendió un poco, ya que aún era temprano.
Agarró las maletas mientras pensaba en preguntárselo a su padrino cuando estuvieran en la casa de los Black.
En la sala estaban sus tíos, mientras frente a ellos estaba Sirius; estaba más repuesto desde la última vez que lo vio, incluso se asemejaba a su apariencia de cuando fue la boda de sus padres. En pocas palabras: todo un galán.
—Hola cachorro, ¿listo para irnos?
—Si. Vámonos.
Ambos salieron por la puerta, y después de que Sirius se asegurará de que nadie estaba viendo, se apareció junto a Harry. El niño que vivió (él cual ya no era tan niño), apoyo sus manos en sus rodillas al tocar tierra. Ya estaba comenzado a aceptar que nunca se adaptaría a la sensación de la aparición; siempre terminaba con náuseas.
—¡Qué bueno que llegaron! Ya pensaba que Sirius se había vuelto a dormir. —Harry miro a Remus, se veía sano, y llevaba puesta ropa nueva, la cual seguramente se la había dado su padrino. Ahora entendía el por qué había llegado tan temprano—. Vengan, el desayuno esta listo.
Cuando los tres estuvieron en la cocina comenzaron a conversar; hacia tiempo que Harry no reía tanto. Siempre tenía una sensación de calidez al estar con Sirius y Remus. Por ahora dejaría de lado sus preocupaciones, ahora estaba con su familia, y no iba a desperdiciar ese tiempo por nada.