"Yo estoy aquí"
-Bueno, eso es todo por hoy- anunció el capitán.
El entrenamiento del día por fín había terminado. Todos estaban muy cansados ya que ese día Inui había decidido hacerlos correr más. Según él, en los últimos partidos se habían mostrado bastante flojos.
Ryoma tomó su buzo de Seigaku que había dejado en uno de los bancos y se dirigió a los vestuarios.
- ¡Ryoma!- gritó a lo lejos Momo. - ¡Tengo que ir a devolver un libro, espérame asi vamos juntos!- le pidio.
-Esta bien-
Unos minutos más tarde, Momoshiro regresó a la zona de las canchas. Había tenido que esperar un par de minutos más de lo previsto ya que la bibliotecaria no se encontraba. Por consiguiente, fue hacia la puerta del colegio, pero su amigo no estaba allí. Supuso que aún seguía en el vestuario.
El chico de segundo año estaba a punto de abrir la puerta cuando escuchó a dos personas discutiendo.
-...ya no hay nada más de qué hablar- ¿Esa era la voz del capitán acaso?
-Pero yo...- comenzó a decir una voz muy familiar.
-Eso es todo- interrumpió Tezuka.
Se escucharon unos pasos que se acercaban, asi que Momo se separó de la puerta y se escondió.
Tezuka salió de los vestidores y fue caminando a paso rápido hasta perderse de vista.
¿Qué era todo aquello que había escuchado? ¿De qué Tezuka no quería hablar más?. Bueno, ya se lo preguntaría a Ryo...
- ¿Ryoma? ¿Estas bien?- preguntó sorprendido. Su compañero del club estaba sentado al en uno de los bancos. Parecia...estar llorando.
El joven de septimo grado levantó la vista sorprendido. Ya estaba atardeciendo por lo que la luz en el lugar era muy débil. Aún asi, el morocho pudo ver que los los ojos de gato estaban rojos, y tenía las mejillas empapadas.
- No es nada, espérame afuera que en un minuto voy. - trató de disimular. -Tengo...- se puso de pie. -Que cambiarme aún...-
- ¿Estas seguro? porque sino...-
- ¡Déjame un segundo solo!- subió la voz Ryoma dándole la espalda a su amigo.
Momoshiro no dijo nada más y salió. Realmente nunca había visto así a su amigo. ¿Primero llorando y luego gritando? Algo raro le estaba ocurriendo.
Cinco minutos despues, Ryoma salió de los vestidores con un buzo azul oscuro y unos pantalones negros largos, todo acompañado de su gorra, porsupuesto.
Comenzaron a caminar. Momo no sabía qué hacer. Estaba preocupado por el estado en el que se encontraba el chico de septimo, quería saber qué era lo que le había sucedido y así poder ayudarlo.
- ¿Acaso tiene algo que ver con el capitán?- soltó Momoshiro al doblar una esquina.
Silencio.
- Vamos, sabes que puedes contar conmigo para todo. Somos amigos ¿o no?- trató de convencerlo.
- Sí...tienes razón. Pero Momo, no se cómo decirtelo.- comenzó.
- Vamos Ryoma, tal vez pueda solucionar tu problema. ¿Estas así porque aún no pudiste ganarle un partido? ¿O porque te molesta como te mira siempre...?-
- Estabamos saliendo- soltó al fín.
Momo trató de asimilar las palabras ¿¨Estabamos saliendo¨ dijo? ¿Saliendo? Sali...
- Sí, éramos novios...- comenzó a relatar al ver la cara de Momoshiro a la que solo le faltaba un signo de interrogación grande sobre su cabeza para estar completa.
Un dolor apareció en el pecho de Momoshiro pero éste lo ignoró. Pensó que ahora todo tenía sentido incluyendo esas miradas que le dirigía el capitán a su amigo.
- Empezamos a salir hace unos meses, pero hoy me dijo que ya no me quería, que en realidad amaba a Fuji...- Ryoma fue bajando la voz a medida que pronunciaba cada palabra.
- Ya veo- Momo no podía creer como Tezuka había roto el corazón a Ryoma, encima por Fuji. Su amigo no se comparaba para nada con aquel joven que tras esa sonrisa escondia una personalidad totalmente sádica. Ryoma, a pesar de mostrarse como alguien serio y de pocas palabras, era en verdad una persona muy dulce, que de seguro le entregaría todo su corazón a la persona que amaba. Y Tezuka había hecho pedazos su corazón. Que vergüenza. -Sabes Ryoma, Tezuka se lo pierde.-
Ryoma siguió sin levantar la vista. El morocho podía escuchar como Ryoma estaba llorando nuevamente. No podía verlo así, no soportaba verlo en ese estado.
Se detuvo frente al pequeño y lo abrazó.
- No derrames más lágrimas por él, no vale la pena.- dijo en un susurro. Ryoma permaneció inmovil, con su rostro apollado en el pecho de Momo. Increiblemente, dejó de llorar. El mayor se separo y se arrodilló frente a él, quedando ambos cara a cara.
- Así esta mejor- djo sacándole con el dedo índice la última gota de agua.
- Gracias Momo.- Ryoma le dirigió una sonrisa y siguieron caminando hasta la casa de él.