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Mi demonio particular por YunaYami

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Notas del fanfic:

Personajes extraídos del juego de citas online Corazón de melón: www.corazondemelon.es

Siempre le he observado. Cuando toca su guitarra,arrancando suaves o duras melodías él está como en otro mundo. Su mirada transmite tantas cosas que deja ver un poco del torbellino que lleva dentro. Sacude la cabeza,molesto porque su cabello se le mete delante de la cara y eso es algo que no soporta. Supongo que hasta él tiene sus puntos adorables. Aunque no creo que desee que nadie lo sepa. Bromea con cortárselo,supongo que esperando que yo le apoye en la iniciativa pero,me gusta su cabello rojo fuego por los hombros. Casi podría decir que es una de las partes que más me gustan de él. Pero estaría mintiendo. Hay más. Llevo la mano a un lado,esperando encontrarme con mi libreta. No está por no variar. Quizá la encuentre a lo largo del día. Siempre suele aparecer. Él chasquea los dedos frente a mi cara y me pregunta si he dejado de dormir. A veces sus palabras son tan agradables que lo azotaría. Aún así,esa parte también me gusta. Puede que sea rematadamente gilipollas o masoquista.
 
***
 
Hacía dos años que habíamos cambiado los pasillos del instituto por los de la universidad. Para mi por lo menos un cambio algo drástico. Sumergirte en el mundo adulto de repente no deja de ser perturbador. Como la relación entre Rosa y mi hermano parecía ir cada vez más en serio decidí,por su bien y por el de mi salud mental, mudarme al apartamento de Castiel.
Para mi sorpresa el orden que reinaba en aquel lugar distaba mucho del que su dueño presentaba en su mente. Me instalé en lo que se suponía que era el cuarto de invitados,o como él lo llamaba "el cuarto de los trastos". Tuvimos que trabajar durante dos días para hacer aquella habitación mínimamente habitable. El único punto malo era que no tenía cama. Cuando pensé que me vería obligado a dormir en el suelo o en aquel incómodo y gastado sofá-cama él me propuso compartir su cama. Decía que era bastante grande para los dos. Me apresuré a rechazar la oferta,inquieto. Cuando dormía era terrible,me movía mucho y no quería...en realidad me daba miedo que se malinterpretara alguna erección matinal por ejemplo. Vamos,que sabía que durmiendo a su lado todo parecería menos tieso comparado con mi miembro. Y conocía muy bien lo que vendría a continuación. 
En ocasiones me preguntaba porqué me habría enamorado de aquel pelirrojo demoníaco. Otras simplemente lo dejaba estar.
 
Al final me acostumbré a pegarme al borde de la cama y agarrarme con fuerza de manera que por las noches ni siquiera movía un músculo. Tragaba saliva y cerraba los ojos rogando que no se me diera por voltearme y,si al final lo hacia,que al menos mis sueños no me delataran corporalmente. Necesitábamos con urgencia otra cama. Al menos para mi era extremadamente necesaria. 
Por ello decidí buscarme un trabajo. Aunque,con mi despiste debería buscar algo en el que no perdiera niños,perros,documentos importantes o algo parecido. Algo relacionado con mi carrera universitaria estaría bien. ¿Una librería,quizá? Giré el bolígrafo entre los dedos. Realmente no sabía que hacer con mi futuro. Los estudios no me entusiasmaban y tampoco sabía si deseaba continuar con el grupo de forma profesional. Solo seguía con ello por el pelirrojo al que adoraba. 
A veces le envidiaba. Tenía un claro objetivo. Yo simplemente me dejaba llevar por aquello que marcaba el momento.
 
Encontré un trabajo de medio tiempo. Era en una pequeña librería,de esas en las que sientes que los libros te engullirán en cualquier momento. Estanterías hasta al techo y pasillos estrechos,lámparas antiguas y muebles que parecían sacados de un museo. Era como estar en la tienda de mi hermano pero con libros en vez de ropa. Como en casa.
Castiel refunfuñó cuando se lo dije. La verdad es que solo gruñía aquellos días. Estaba estresado porque no conseguía componer nada y teníamos una actuación a final de mes. Creo que para él no era tan fácil inspirarse cuando la presión era excesiva. En eso yo tenía ventaja,ya que mi inspiración se sentaba a tocar su guitarra en el sofá mientras se fumaba un cigarro tras otro.
 
***
 
_Eres a la última persona del planeta que esperaba encontrarme en este sitio.
Levanté la vista hacia el joven rubio que me hablaba. Exceptuando por aquella barba de cuatro días y la camisa de cuadros le habría reconocido en cualquier sitio. Nathaniel. Desde lo de su padre se había abierto al mundo de una forma arrolladora,aunque se había seguido llevando a matar con mi pelirrojo adorado. Por ese mismo motivo no hablaba mucho con él. 
_¿Cómo te va,Lysandro?
_No puedo quejarme. ¿Y a ti?
_Supongo que yo tampoco. ¿Has seguido estudiando?
_Literatura,sí. 
_Suena interesante ¿es por tus canciones?
_Podría decirse.
_No creo que lo necesites,la verdad. Recuerdo aquel concierto que hicimos en el instituto. Siempre me pregunté de donde sacabas la inspiración para componer aquellas letras tan profundas.
_Un poco de aquí y otro poco de allá. No de nadie en particular ni nada.
Noté como mi cara se iba poniendo roja y aparté la mirada.
_Perdón ¿que era lo que necesitabas?
_Ah,si. Casi me olvido. 
Sacó un papel bien doblado del bolsillo de sus tejanos y me lo tendió con una sonrisa.
_Necesitaba este libro.
_Ahora mismo lo busco... 
Me quedé pensativo un momento. Debería estar en...¿la estantería de la izquierda? Rebusqué entre los papeles del mostrador la pequeña guía que me había hecho. Otra cosa que no aparecía. Salí de detrás del mueble y me dirigí hacia donde yo creía que estaba el libro.
_Kim me comentó que Rosa se había mudado con vosotros.
_Sí,pero yo ya no vivo con ellos.
_¿No? 
_Me mudé con Castiel
_¿Aún sigues haciéndole de niñera?
_Claro que no. Soy su amigo.
_Bueno,tu ya me has entendido.
Seguí con la infructuosa búsqueda del libro contestando a sus preguntas con monosílabos y gestos de cabeza. Me incomodaban los interrogatorios, pero supuse que era algo que solía hacerse cuando alguien no se veía en mucho tiempo. Recordé que debía pasar a por tabaco para Castiel de vuelta a casa y uno de los libros se cayó de su balda,acertándome de lleno en la cabeza. Me mordí la lengua. Prefería aquello que soltar alguna cosa soez.
_¿Estás bien?
_Sí,no es nada. Ni siquiera me ha hecho sangre. 
No podía creérmelo cuando vi el título del libro.
_¿Era este?
 
***
 
_¿No tienes nada que contarme?
Le miré fijamente,recorriendo con lentitud los músculos de su torso. Él y su manía de salir a medio vestir de la ducha. No me molestaba en absoluto,pero solía resultar incómodo cuando me levantaba después de verlo así. Quizá necesitara sexo con urgencia,pero a la única persona con la que deseaba hacerlo se le veía con una chica diferente cada día colgada del brazo. Tenía muy claro que jamás podría decirle aquello. Una sola frase y le perdería para siempre. Por eso continuaba a su lado,frustrado por no poder tocarle,por no poder besarle. Frustrado porque a él jamás se le pasaría por la cabeza la idea de amarme como yo lo hacía.
_Lysandro,vuelve al mundo real y contesta.
_Estás de mal humor
_¡Pues claro! ¿Qué es esto?
¿Aquello que tenía en la mano era mi teléfono? Vaya. Y yo preocupado sin saber donde estaba.
_¿Por qué tienes el número de ese tío en tu teléfono?
Solo Nathaniel podría causar semejante revuelo. Tras traerme hielo y haberle cobrado el libro me pidió el teléfono. No vi que tenía de malo dárselo. Ya éramos mayorcitos para seguir con aquellas disputas infantiles. Al parecer yo era el único que pensaba de aquella forma.
_Vino a la librería donde trabajo
_¿Y te dio su teléfono?
_Me dijo que estaría bien hacer una reunión con los chicos de la clase y me pareció una idea bastante interesante.
_Paso,yo no voy a ninguna chorrada de esas y menos sabiendo que ese delegado de pacotilla irá también.
_No entiendo exactamente porqué continuais enfadados
_¿Tienes tiempo?
_No mucho. No encuentro mis libros y debería buscarlos para las clases de esta tarde.
_No era necesaria una contestación ¿sabes...? Da igual. Yo he quedado ¿tienes la nueva canción?
_¿Con quien?
_¿Qué ..?
_¿Con quién has quedado?
_Con una chica de gran pechonalidad.
_¿Otra de la que no sabes ni el nombre?
_¿Y a ti que más te da? 
_Tienes razón ¿y a mi que más me da?
Apreté los puños viéndole marcharse. Cada día me costaba más controlarme para no meterle un puñetazo en la cara.

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