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– Lo… han subido hace veinte minutos.
Apagó su laptop y suspiro intentando liberar aquel remolino de emociones que se estancaban en su pecho, hace media hora un mensaje de texto anónimo los había alertado del catastrófico escándalo que pronto vendría por ellos, y no más que ahora entendieron el significado oculto tras ello.
Un video, un maldito video.
Inquieto y algo dudoso Eli tomo las manos de su amante con las pocas pero existentes fuerzas que aún le quedaban y que a la vez, de alguna manera, lograban mantenerlo calmado. Sabe Dios cómo le hacía este (su novio) para aguantar esas escurridizas lágrimas que amenazaban con humedecer aquel precioso rostro.
– ¿Qué hacemos? – murmuró Kiseop.
El malestar y la ansiedad de Kiseop eran mayores que hace unos instantes y en su vientre se acrecentaba un horrible dolor de estómago.
El miedo, la vergüenza y la preocupación lo dominaban por completo, y como si fuera esto una conspiración en su contra el cuerpo entero comenzó a temblarle. Se separó del agarre de Eli y se sentó en la cama de la habitación que compartían. Solo cuando la cabeza le bombeo tan fuerte que podía haberlo confundido con el mismo corazón es que finalmente comprendió que el esfuerzo de siete años, se había ido por el desagüe.
Si no fuera por esas manos grandes y firmes que ahora lo sujetaban de la cintura quizás ya estuviera atragantándose con pastillas o bebiéndose un buen raticida con naranja que lo ayudase a irse al más allá. Al cielo o al infierno según prefiera. Se bebería hasta la última gota, tomaría la última pastilla y descansaría al fin de esta porquería de papel que le había tocado interpretar y más rápido que de costumbre, carcomía sus entrañas. Pero para su fortuna o desdicha Eli no lo dejaría cometer algo tan desquiciado y fatal para ambos. Era pasado y había sido echado al olvido cuando decidieron salir juntos… o al menos eso intentaron creer.
Dicen que si anhelas demasiado, puedes resultar herido. Dicen que no debes amar demasiado cuando la relación no tiene sentido. Dicen que jamás desees algo cuando ni siquiera los caminos están unidos por la fuerza, todo eso dicen. ¿Pero quienes somos nosotros para decir cuando añorar lo imposible y cuando no? Eli y Kiseop han salido por dos años. En todo este tiempo no ha habido instante en el que hayan dudado de la fortaleza en sus sentimientos y contrario a eso, no pueden pensar lo mismo de quienes dicen quererlos. Este amor los ha obligado a salir a escondidas, ocultarse de quienes ansiosas los vigilan. A caminar a oscuras tomados de la mano. Todo, por el temor a herir a quienes los cuidan, por no mandar al demonio el esfuerzo en conjunto que habían hecho por mantener al grupo. Por anhelar demasiado, algo que no tiene sentido.
Hasta que un video, fue subido a la red.
“Usted sí que tiene agallas, mire que pasar de mis advertencias y atreverse a continuar junto a Eli es sorprendente. Pero al igual que usted yo tampoco soy fácil de derrotar y mucho menos con una traición como la suya. Se lo dije, termine con Eli pero usted hizo oídos sordos, hare lo mismo a partir de ahora”
– ¿Es… ella? – preguntó Kiseop.
– Si…
Y el infierno había llegado a sus vidas.