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Cupido me hace bullying por Princesa de los Saiyajin

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Notas del capitulo:

¿Qué tal?, ¿me extrañaron? Aquí está el ansiado epílogo :3 Está un poco largo pero contiene muchas sorpresas y la aparición de nuevos personajes (°o°  )

Epílogo

 

Me llamo Vegeta Saiyan, actualmente tengo 24 años. Mi vida dio un giro inesperado durante mi adolescencia, más exactamente en mis días en la secundaria.

     Sonará absurdo, incluso ahora admito que lo es, pero cuando tenía 12 sufrí una decepción que, si bien no era amorosa, provocó que quisiera nunca enamorarme. Solía repeler a las personas, y después de ese incidente preferí continuar de ese modo para nunca más sufrir algo igual. Me abstuve de enamorarme e incluso de tener amistades.

     ¿Qué gané con eso? Resulta que tres años de amargura después recibí la visita de a quien consideraría en ese entonces como la persona más molesta del mundo.

     ¿Han escuchado la expresión “situación sentimental: cupido me hace bullying”? La usan como metáfora divertida para referirse a fracasos en el amor. ¿Les cuento algo? En el sentido literal no es tan divertido como parece.

      Imaginen tener a alguien acosándolos, que además tiene toda su información personal, ese maldito posee alas que le permite llegar a donde te encuentras y, además, posee el poder de que hagas estupideces porque hace que te enamores de alguien a quien ni conoces.

      Sí, mi situación era esa. Cupido era mi bully. Y no, no abusaba físicamente de mí, se aprovechaba de sus poderes para hacerme cometer tonterías y hacer que me enamorara.

     ¿Qué hice yo? Terminé enamorándome de ese idiota de nombre Goku.

     Ni yo sé cómo ocurrió, sólo pasó. Por sus insistencias y por su manera de ser, tal vez fueron nuestras almas las que nos hicieron ver nuestro destino juntos. No tengo idea, sólo sé que ambos decidimos compartir nuestra vida.

     ¿Cómo fue que ocurrió esta locura de amor? Lo conocí un domingo, el miércoles de esa misma semana nos volvimos pareja y el sábado hicimos el amor. ¿Creen que esto ya es suficiente? Pues por increíble que parezca, el maldito ser mágico me embarazó, para después irse a la guerra prometiendo que volvería.

     ¿Volvió? Claro que lo hizo, cuando nuestro bebé tenía ya casi dos años de edad. Ese día ocurrieron muchas cosas donde el amor demostró que lo podía todo. El amor que Bardock y mi padre se tenían y el amor que Goku y yo nos tuvimos.

     Hemos pasado por tantas cosas: la distancia, los malos entendidos, el muy idiota casi muere… Pero aquí seguimos, amándonos con locura sin medidas. Somos el uno para el otro, de eso no hay dudas. Todos aquellos que tuvieron la oportunidad de conocernos lo han notado, nuestro amor es demasiado evidente, nuestros destinos ya estaban trazados y estaban entrelazados.

     Ahora me encuentro de rodillas frente al inodoro, tras haber vomitado lo que desayuné hace unas horas. Bardock dijo que Goku y yo sólo tendríamos un bebé porque la magia sólo funciona una vez. ¿Quieren saber que es tener la miseria siguiéndote? Resulta que eso lo dijo porque había una condición para que pudiera darse un embarazo nuevamente: planetas del sistema solar alineados y noche de luna llena. Esto era casi improbable de que ocurriera, ¿y saben qué? ¡Pasó justamente hace un mes!

     ¿Qué hice ese día? Goku y yo hicimos como locos el amor. El evento astrológico se da cada quinientos años aproximadamente, así que yo también hubiera pensado que no tendríamos más hijos. Bardock, no te culpo, tú también estás sufriendo por no haber pensado en esto. Creo que lo tuyo fue peor: primera vez que deciden cambiar los roles en la cama y es precisamente ese día donde la fertilidad es mayor.

     Goku se llevó a Kakarotto a un entrenamiento especial en su mundo hace tres semanas, por órdenes de su padre; quien, por cierto, vino esa misma tarde a hablarme de este tipo de situaciones, creo que él tampoco se lo esperaba.  Yo porque no tenía idea, y él por no haber investigado la fecha.

     Sinceramente no lo veo como mala suerte, creo que… es muy buena suerte. Hace mucho Goku y yo soñábamos cómo sería el haber tenido otro bebé, pero era prácticamente imposible según lo dicho por su padre.

     Bien, ahora mi verdadero problema será ocultárselo a Goku, quisiera darle la sorpresa y no que él se enterara por la manera en que los síntomas se hacen evidentes. Bardock dijo que ellos sienten la presencia de un bebé. Aunque también concuerda conmigo en que su hijo es un idiota, así que por ser tan despistado no lo notará.

     Me pongo de pie lentamente, el dolor es demasiado que no lo puedo resistir. No recuerdo que esto ocurriera con Kakarotto. Bah, ya se me pasará. Una nueva vida nos espera…

 

*

      

—¡Vegeta!—el de cabellos alborotados entró por la ventana y abrazó fuertemente a su novio—. Te extrañé tanto—juntó su frente con la suya para mirarlo dulcemente—. ¿Tú también me extrañaste?

     —Claro—unió sus labios—. Ehm, ¿dónde dejaste a Kakarotto?

     —Pues...—empezó a reír—. Lo perdí—rascó su nuca con nerviosismo.

     El más bajo, en lugar de  gritarle molesto, sólo suspiró decepcionado. Con  un bebé en camino  este tipo de detalles le preocupaban. Nunca le exigía nada a Goku,  pero que no estuviera comprometido a ser el padre que sus  hijos necesitaban lo hacía dudar decirle del embarazo. No sabía si permanecer soportando  la situación.

    —¡Papá Vegeta!—gritó el rubio entrando por  la ventana, había adquirido esa pésima costumbre del de cabellera alborotada. Abrazó a su padre cariñosamente.

     —Vegeta, iré a preparar el almuerzo—avisó.

     Kakarotto seguía en los brazos del mayor, hasta que percibió algo. Bajó al suelo y colocó su mano en el abdomen de su padre, deslizándola de un lado a otro con lentitud. Miró emocionado al adulto.

     —Ya lo notaste, ¿verdad, Kakarotto?—se arrodilló para quedar a su altura.

     —¿¡Hay…?!—fue callado por la mano de su padre en su boca, Vegeta con su mano libre puso su dedo índice sobre sus labios en señal de silencio, el menor asintió.

     —Es una sorpresa—el más pequeño, con los ojos brillantes, asintió nuevamente.

     —Tendré un hermanito...—susurró abrazándose al cuerpo del pelinegro.

     —Vamos a cuidar que no incendie la casa…

     Ambos caminaron hacia la planta baja. Ahí estaba el de cabellera alborotada terminando de calentar comida. Padre e hijo se sentaron frente a la mesa cercana a él, esperando que la comida esté lista.

     —¿Cómo les fue en su entrenamiento?

     —Bien, Kakarotto aprendió a usar el arco—respondió el mayor.

     —¡Sí, papá! Estuve entrenando con los querubines, ellos me enseñaron a usarlo. Dijeron que las flechas hacían menos daño a los humanos, y que no las verían—el de cabellera en forma de flama escuchaba atento a su hijo emocionado—. Quería pasar tiempo con el abuelo, pero él no estaba en el cuartel.

     —¿Bardock está con  mi padre?—el rubio infló sus mejillas.

     —¡El abuelo Vegeta es muy malo!—se quejó—. Me dijo que no quería que fuera a su casa.

     —Te recuerdo que sigue molesto porque tú y Goku incendiaron su sofá hace dos meses jugando a los bomberos—el rubio bajó la mirada, sus mejillas estaban sonrojadas por la pena.

     —Fue un accidente—se excusó—. Además, me disculpé con él.

     —No puedes forzar a una persona a ser amable—el menor asintió débilmente.

     —Quería visitarlo para saber cómo estaba el bebé—el mayor se sorprendió.

     —¿A qué bebé te refieres?—cuestionó.

     —¡Al bebé del abuelo Bardock!—infló nuevamente sus mejillas—. Nacerá en dos meses y abuelo Vegeta no me deja verlo.

     —No sé si mi padre se lo pidió—se metió Goku en la conversación, colocando los alimentos sobre la mesa—. Aunque cuando le preguntamos si quería acompañarnos a entrenar dijo “debo estar con él”.

     —Entiendo...—soltó aire—. Su bebé nacerá muy pronto, creo que es por ser de su raza…

     —El abuelo Vegeta es muy malocruzó sus brazos—. Tampoco dejó que el tío Tarble jugara conmigo.

     —Tarble ya es un adolescente, posiblemente esté con sus amigos y no quiera jugar. Recuerda que tiene catorce años.

     —Extraño jugar con élbajó la mirada. Y el tío Gotenks siempre está estudiando. El único que juega conmigo es Vegetto.

     —Ajáarqueó una ceja—. ¿Y exactamente a qué juegan?

     —¡Al béisbol!—por un momento Vegeta buscó un comportamiento indebido para poder dañar tanto como quería al  castaño.

      Sin embargo, hasta la fecha había demostrado que hablaba en serio cuando dijo que cambiaría y haría lo que fuera para poder estar con Gotenks. Y no sólo eso, también se había ganado sinceramente el aprecio de Kakarotto como su sobrino, mientras el aprecio de Tarble también se lo había ganado desde que el menor tenía sólo seis años.

     —Me alegra en parte que Vegetto haya ido a esa competencia internacional hace un mes en la temporada de exámenes de Gotenks, así no tendría el problema del embarazo… Es muy joven y tiene muchas metas...—salió de sus pensamientos cuando notó la mirada preocupada de su novio e hijo.

     —¿Todo bien, Veg?

     —Sí, sólo… pensaba en unas cosas—miró la comida ya servida y se puso a comer.

      —Vegeta, quiero avisarte que tendré que suplir a mi padre hasta que nazca el bebé—miró al rubio—. Kakarotto se encargará de cuidar de ti ahora que yo estaré trabajando allá.

      —¡Sí, papá!—el rubio miraba con una gran sonrisa al de cabellera en forma de flama.

     —¿Te irás hoy?—preguntó con seriedad.

     —Me temo que sí—bajó la mirada—. Es… mi deber—miró con una sonrisa al de ojos esmeralda—. Y no quisiera que él cargara con esa responsabilidad todavía.

     Vegeta observó con un poco de pesar esa escena. Sintiéndose incapaz de contarle lo del bebé se mantuvo en silencio y terminó de comer.

  

***

 

—¡Ya llegaron!—avisó el rubio volando desde el piso superior hasta llegar a la planta baja tras haber oído el timbre. Ocultó sus alitas y esperó a que el mayor abriera la puerta.

     —¡Kakarotto!—exclamó.

     —¡Marron!—la tomó de la mano—. Vamos a jugar...—ambos corrieron escaleras arriba hasta la habitación del rubio.

     —Perdona que no te haya saludado—se disculpó a nombre de su hijo.

     —No importa, Marron tampoco lo hizo—abrazó al pelinegro—. Me da gusto verte, Vegeta.

     —¿Quieres un café?

 

Los adultos conversaban amigablemente en la sala bebiendo café y comiendo bocadillos, aprovechando que los  niños estaban arriba jugando. La rubia ocasionalmente notaba el cambio en el chico, ya que se ponía a ver a la nada muy pensativo.

      —¿Me podrías contar el chisme, por favor? Yo también quiero saber qué te tiene tan distraído—el pelinegro soltó una risita.

     —Perdona—soltó un suspiro—. ¿Recuerdas a Bardock? Estuvieron aquí en la cena de Navidad—ella asintió—. No sé si fue una maldición o tortura para él pero… según algo acerca de los astros, había un día especial cada quinientos o mil años donde la fertilidad era mayor en su  raza… En resumen, esa fecha fue hace un mes y él tendrá un bebé—ella sonrió.

     —¡Tendrás un hermanito!—luego cayó en cuenta de algo—. Vegeta, no me digas que tú...—él, aún con la mirada gacha, se sonrojó—. ¡Es una excelente noticia! ¿Qué dijo Goku cuando lo supo?

     —Aún no lo sabe.

     —¿Qué? ¿Por qué no se lo dijiste hoy si te dijo que se iría?

     —Lazuli… Hoy Goku, cuando volvió, ni siquiera sabía dónde había dejado a Kakarotto—ella guardó silencio—. ¿Recuerdas mi graduación? Pasó lo mismo.

     —¿Tienes miedo de que no sea el padre sobreprotector?—él débilmente asintió.

     —Quisiera que mostrara un poco de interés—ella soltó una carcajada, desconcertando al pelinegro.

     —¿Te estás escuchando, Vegeta? Esto es muy divertido. ¿Recuerdas la pelea y que al final una nube rosa nos rodeaba? Kakarotto tenía un poder más fuerte que Goku, ¡y sólo era un bebé!—le dedicó una mirada tierna—. Vegeta, preocuparse es parte de la naturaleza humana, y es normal en los padres. Pero Goku, estoy segura, sabrá  cuando verdaderamente haya un peligro para su hijo y ahí actuará para protegerlo. Sabe que ahora Kakarotto es muy fuerte y nada malo le pasará.

     —…—miró la sonrisa sincera de la chica y reflexionó sus palabras—. Soy un egoísta.

     —Ya, no te preocupes. Podrás darle la sorpresa cuando vuelva—sacó de su bolso una revista—. Gotenks vendrá hoy, ¿no?

     —Sí, pasarán las vacaciones de verano aquí, ¿por qué?

     —Dime, ¿qué se siente ser el cuñado del chico de la portada de la revista juvenil más popular del país?

     —Lazuli, ¿qué tomaste?

     —¡Oye!—lo golpeó con la revista—. Es Vegetto—el pelinegro observó la portada y, efectivamente, era él—. Pero sin su flequillo ni sus pendientes, además se tiñó el cabello rubio para la ocasión. Fue modelo para una marca popular de ropa y a la editorial le interesó conocerlo porque es un papucho, su cara parece tallada por los mismísimos ángeles.

     —Te recuerdo que eres casada.

     —No lo digo en ese sentido, la revista lo dice así—empezó a reír—. Sería una completa decepción para las chicas que leen esto saber que el famoso Vegetto sale con un chico.

      —¡Vegeta!—la puerta se abrió y entró el de cabellera bicolor—. ¡Te extrañé!—abrazó al pelinegro—. Hola, Lazuli.

    —Hola—miró al castaño cerrando la puerta—. Hablando del rey de Roma… Vegetto, fírmame esto—le entregó la revista.

     —Creí que no te interesaba—dijo Vegeta.

     —Conozco a varias que sí, puedo aumentar varios billetes al costo de la revista únicamente por este garabato—le sonrió  al castaño que lucía ofendido—. Gracias, eres un amor.

      —Vegeta, ¿sabes cómo está Bardock?—preguntó el de cabello bicolor.

     —¿Lo sabes?

     —El tío Vegeta llamó hace unos días para avisarnos, no quiere que vayamos a molestar a Bardock—soltó una risita—. Pero que cuando den la noticia oficial actuemos sorprendidos.

     —Entiendo… Sinceramente no lo sé, no he ido a visitarlos. Creo que está bien, pero no es un hecho—el menor asintió aliviado.

     —Dáles la buena nueva, Vegeta—dijo la rubia.

     —A este ritmo lo sabrán todos menos quien debería…

     —¿Saber qué?

     —No sólo Bardock espera, yo...—calló y bajó la mirada. Al menor se le iluminaron los ojos.

     —¡¿Tendrás otro bebé?!—exclamó sonriente—. Es bueno, estoy feliz por ustedes…

     —Gracias—la rubia abrazó al pelinegro—. Me haré cargo yo porque el verdadero padre no lo sabe.

     —¡Cállate!

     —Vegeta, ¿no le has dicho a Goku?—preguntó su primo.

     —No se ha dado la oportunidad...—tomó su cabello con frustración—. Odio esto.

     —Bueno, podrás decírselo cuando venga—miró al pelinegro con vergüenza—. Vegeta, ¿podemos cocinar algo? Sólo desayunamos esta mañana.

     

     Pasados unos minutos los cuatro adultos se encontraban en la cocina, cada uno haciendo una tarea distinta para poder terminar antes la comida.

     —Vegeta, ¿dónde dormiremos Vegetto y yo?—preguntó el menor.

     —En la habitación libre—soltó un suspiro—. Tarble se quedará aquí hasta que el bebé nazca, mi padre ya se hartó de su actitud y no lo quiere cerca de Bardock para que no lo moleste.

     —Me pregunto qué le pasa últimamente, siempre fue un niño tranquilo—dijo la rubia.

     —La culpa la tiene Gure—empezó a decir el mayor—. Engañó a mi hermano con Fish.

     —¿Qué Fish no era el mejor amigo de Tarble? Recuerdo que de pequeño siempre estaban juntos—mencionó el castaño.

     —Ahora entienden su enojo—soltó aire—. El problema es que lo desquita con todos.

     —Vegeta, ¿es buena idea que Tarble se quede aquí, contigo en las mismas condiciones que Bardock?—preguntó la chica.

     —A estas alturas Tarble pasa más tiempo en esa pandilla que en casa—colocó las tiras de pollo en el sartén para freírlas.

     —Me recuerda en parte a ti—dijo ella bebiendo un poco de jugo—. Recordando un poco de lo que me contaste de tu adolescencia, la historia se repite.

     —El desenlace es lo que cambiará—miró al techo—. No puede correr con exactamente la misma suerte que yo.

     —Ay… Hubiera sido increíble que Goku tuviera un hermano.

     —Lo tenía, murió hace varios años—tomó un plato grande y sirvió el pollo—. Actualmente tendría 28 años, creo.

     —Es una pena, Tarble será el único en la familia que tendrá que conformarse con un simple mortal—fingió un tono dramático, sacándole una sonrisa al pelinegro—. Llamaré a los niños para que vengan a comer…

 

***

 

Después de dos meses el bebé de Bardock y Vegeta nació, no hubo ningún tipo de complicación, por lo que el de cabellera alborotada se  recuperó rápidamente. Ese mismo día, en la tarde, comenzaron a recibir las visitas que ansiaban conocer al nuevo integrante de la familia Saiyan.

     —¡Abuelo Bardock!—el rubio abrazó primero al hombre de cicatrices en el rostro—. Quería venir a visitarte pero el gruñón de abuelo Vegeta no me dejó.

     —¡Hey!—se quejó del insulto de su nieto mientras que Bardock sólo reía.

     —Papá—llamó el azabache—. ¿Qué es?

     —Niña—le extendió a la menor para que el pelinegro la cargara, ella inmediatamente notó el parecido entre su padre y él.

     —Es muy linda—rio al sentirla removerse en sus brazos—. Me sorprende que fuera niña.

     —No tengo la menor idea de cómo tratar con eso—admitió cruzando sus brazos y recargándose en la pared.

     —Y dentro de quince años, te apuesto, la celará hasta por sonreírle a los vecinos—dijo Bardock, él estaba sentado sobre su cama reposando su espalda contra la pared, tenía al rubio sentado a un lado suyo abrazándolo cariñosamente.

     —¡Oye!—se quejó.

     —Ya llegamos—dijo el de cabellera bicolor entrando a la habitación—. A ver...—se asomó por un lado del pelinegro para ver a la pequeña—. Qué linda es… Mira, Vegetto.

      —Voy—se acercó para apreciar a la menor. Ella tenía el cabello negro, un mechoncito solamente de cabellos delgados, muy finos. Sus ojos eran levemente  rasgados, con unas pestañas rizadas que adornaban ese par de orbes. Sus labios eran carnosos y levemente rosados. La bebé, al observar al castaño, inmediatamente extendió sus bracitos hacia él.

     El chico de pendientes la tomó entre sus brazos al ver sus insistencias, Vegeta frunció el ceño al verla acariciando el rostro del castaño. Gotenks sólo rio al ver celoso a su primo por la preferencia que tenía con Vegetto.

     —No entiendo por qué quiere estar contigo—soltó al fin.

     —Creo que se enamoró, es lógico si ve alguien apuesto como yo—dijo en aires de grandeza.  Miró enternecido a la menor que tocaba sus mejillas, ella lo veía y sonreía ocasionalmente.

     —Papá—miró al hombre—. Ya tienes nueva niñera.

     —¡Vegeta!—reclamó el castaño, acunando a la menor para que durmiera—. Por cierto, señor, ¿cómo se llama?

     —Debido a que Bardock no me dejó ponerle mi nombre a la niña—empezó a decir.

     —¡Deja de ser tan engreído! ¡Ya  tienes un hijo que se llama así!—exclamó Bardock desde  su lugar.

     —Pff, como sea—rodó los ojos—. Se llama Sharotto.

     —Bonito nombre—miró a la menor—. Sharotto, eres muy linda. Ay, Gotenks, creo que me enamoré...

     —¡Vegeta!—gritó alguien desde la planta baja, luego esa persona subió rápidamente las escaleras hasta llegar a la habitación—. Vine a conocer a tu hermanito.

     —Es hermanita—corrigió el pelinegro.

     —A ver—volteó a ver al castaño que la llevaba en brazos—. Ya, Vegetto. No acapares a la bebé tú solo.

     Lazuli logró que la bebé se fuera con ella y la arrulló en sus brazos, sonriendo tiernamente al tener a esa pequeña criaturita con ella.

     —Bardock, ¿Goku vendrá hoy?—preguntó el joven Saiyan.

     —No—soltó aire—. No puede descuidar su trabajo, y yo  no estoy en condiciones de volver todavía.

     —Bardock regresará dentro de seis meses—dijo su padre.

     —¿Seis meses?

     —Sharotto es más humana que de mi raza, es preferible tenerla aquí para llevarla a un médico si es necesario—explicó el hombre azabache—. Podrá venir cuando el bebé vaya a nacer.

     —Eh, sí, bueno… sobre eso...—titubeó un poco, el mayor suspiró frustrado.

     —No le dijiste, ¿verdad?

     —Bueno, yo…

     —Y el muy idiota tampoco sintió la energía—bufó.

     —Creo que Tarble acaba de llegar—mencionó el joven al escuchar el sonido de la puerta principal cerrándose fuertemente.

     —Hijo, ven a conocer a tu hermana—mencionó el hombre al verlo pasar frente a la puerta de la habitación.

     —No me interesa—mencionó sin voltear, yéndose a su habitación.

     —Iré a hablar con él—dijo su hijo mayor—. Si va a estar aquí con ustedes a partir de hoy, es necesario que mejore su actitud.

     El pelinegro fue a la habitación de su hermano, que estaba contigua a esa. Abrió la puerta sabiendo que si preguntaba él le negaría la entrada. Lo vio acostado sobre su cama jugando con su teléfono.

     —Tarble, ¿estás bien?—el menor, al escucharlo, sólo soltó aire y se colocó sus audífonos.  Vegeta frunció el ceño y se acercó, desconectó el cable para que le pusiera atención.

     —¿Cuál es tu problema, Vegeta?—impulsado por su enojo empujó al mayor. Éste, debido al ataque repentino, cayó al suelo.

      —Kjj—apretó su abdomen sintiendo una punzada. Esto no pasó desapercibido por el más bajo.

     —Vegeta, ¿qué tienes?—preguntó preocupado. El mayor lentamente se puso de pie y se sentó en la orilla de la cama.

     —Nada, el bebé celoso de nuestra hermana está llamando la atención—el menor abrió los ojos completamente sorprendido.

     —Vegeta, ¿tendrás un bebé?—el más alto asintió, sonriendo—. ¿Por qué no me lo dijiste? Eso quiere decir… todas esas veces que te grité...—se mostraba completamente arrepentido.

     —Tranquilo, no pasa nada...—acarició su cabello—. Mejor dime, ¿por qué estás tan molesto?

     —Yo...—sus ojos se llenaron de lágrimas, así que se abrazó al mayor—. Gure me engañó con mi mejor amigo… Y después me dijo que nunca quiso nada conmigo…

      —¿Te usó?

     —¡Sí! No es justo, yo sí la quería…

     —Ya...—acarició su espalda—. Calma… Tarble, sabes que estas no son formas de arreglar las cosas, ¿verdad?—se refirió a las marcas en su cuello.

     —Lo sé...—limpió sus ojos bruscamente—. Creí que si lo hacía con alguien me olvidaría de ella, pero… no fui capaz de hacerlo.

     —No lo hagas, sólo te dañarás más en lugar de olvidar…

     —Para ti es fácil decirlo, tú ya estás con el amor de tu vida—dijo un poco más calmado, acomodándose de modo que su cabeza reposara sobre el regazo de Vegeta.

     —Ya pasé por lo que tú—sonrió—. La felicidad viene después.

     —¿Cuánto tardará?—cerró los ojos al sentir las manos de su hermano acariciar su cabello a modo de consuelo.

     —Conmigo tardó dos años, es tu elección cuándo dejarás de sufrir por algo sin relevancia—el menor mordió su labio inferior.

     —A veces siento que no encontré a alguien… ¡Auch!—sintió un leve golpecito detrás de la cabeza, justo donde estaba pegado el abdomen del mayor.

     —El bebé dice que no digas tonterías—el menor sonrió.

     —Gracias, Veg—suspiró—. Perdona que me haya comportado así este tiempo…

     —No hay problema, la mejor manera de desahogarte es hablando y no guardar el enojo—pasaron unos segundos más así, el mayor acariciaba la cabellera del más bajo—. ¿Quieres ir a conocer a Sharotto?

     —No sé si sea buena idea después de cómo me porté…

     —Anda, vamos...—animó.

     Ambos hermanos fueron a la habitación donde estaban todos reunidos.  El joven Tarble se veía levemente incómodo debido a su anterior comportamiento, aun así todos fingieron que lo ocurrido hace unos minutos no pasó para apoyar al menor. Gotenks le entregó a la pequeña bebé para que la cargara, él algo nervioso la sostuvo. Sonrió al verla dormir plácidamente, con sus manitas hechas puño.

     —Es linda—miró a su hermano, él sólo veía la escena sonriendo.

     —Kakarotto, ¿cómo vas con tu entrenamiento?—preguntó el de cabellera alborotada.

     —Mal—cruzó sus brazos  haciendo un puchero, se parecía mucho a Goku en ese aspecto—. Papá está trabajando, y papá Vegeta no puede ayudarme por mi hermanito…

     —Mañana entrenaremos tú y yo.

     —¡¿De verdad?!—se iluminaron sus ojos—. Pero...—bajó la mirada—. Debo cuidar a papá.

      —Kakarotto, yo lo cuidaré—dijo Tarble—. Seguiré en su casa hasta que nazca el bebé.

     —¡Genial!—miró a su abuelo—. ¡Podré entrenar contigo, abuelito!

     —Momento, ¿quién cuidará a Sharotto?—cuestionó el de cabellera en forma de flama.

     —Tú, ¿quién más, Vegeta?—le respondió a su pareja.

     —¡Yo no sé cómo cuidar niñas!

     —Es buena oportunidad para que aprendas—el hombre se indignó.

     Ambos empezaron a discutir, mientras que los demás sólo se reían por la manera en que los hombres se peleaban. Su orgullo era demasiado grande, pero eso no evitó que su amor perdurara.

 

***

 

—¡Ouch!—se quejó por el golpe en su interior. Desde hace unos días los movimientos de su bebé se incrementaron, causándole incomodidades al de cabellera en forma de flama, quien sólo esperaba el momento en que su cuerpo diera señales de que nacerá su hijo.

     En esos momentos terminó de cepillarse los dientes, su hijo ya había caído dormido hace unas horas por el cansancio, su entrenamiento duraba horas y era muy duro, por lo que el pequeño de ocho años se agotaba demasiado.

     Vegeta se tomó un tiempo para reflexionar las cosas. Aunque quisiera, sus hijos no tendrían una vida normal, tendrían que cumplir sus obligaciones como criaturas de amor. Eso implicaba que no podría llevarlos a la escuela, en algún momento tendrían que dejar de estudiar para prepararse como sucesores de cupido, teniendo que ir a vivir a ese mundo mágico dejando atrás todo.

     Soltó aire, en el fondo sentía una pequeña satisfacción de que sus hijos tendrían un futuro asegurado. Además, cuando Kakarotto, el hijo mayor, esté listo tomará el cargo, permitiéndoles a él y a Goku continuar con una vida normal juntos.

     Salió del baño y miró una figura sentada sobre la cama, observándolo con una sonrisa resplandeciente.

     —¿Goku?

     —¡Vegeta!—se puso de pie y lo abrazó cariñosamente—. Te he extrañado tanto.

     —¿No deberías estar trabajando?—correspondió el abrazo.

     —Goten me está cubriendo, quería conocer a mi hermanita y verte a ti—besó su frente—. ¡Estar allá es demasiado aburrido!

     —Es tu obligación—sonrió al oír su aniñada voz quejándose de su trabajo.

     —Lo sé—soltó aire—. Pero pasaré esta noche contigo, mañana volveré allá. Dentro de cuatro meses papá volverá a hacerse cargo.

     —Antes de que lo olvide, quiero hablar contigo de algo importante—se sentó en la orilla de la cama, el más alto lo imitó—. Goku, tendremos otro bebé—dijo viendo al suelo. El más alto soltó aire.

     —Vegeta, ya lo sabía. Pude sentir la energía en tu abdomen cuando regresé con Kakarotto después de entrenar—el menor volteó a verlo—. Esperaba que tú me dieras la noticia antes, pero no lo hiciste.

     —Yo...—frunció el ceño—. Es que tú… ¡Aight! ¡Eres un irresponsable!

     —¿Eh?—no sabía si era por el mismo cansancio, o si era estrés acumulado. Pero la reacción del Son fue fruncir el ceño de la misma manera que  el Saiyan—. ¿Y eso es motivo para que decidieras no contarme de mi hijo?

     —¡A Kakarotto lo olvidas en el camino!—replicó.

     —¡Él es muy fuerte! Además, siempre estoy pendiente de sentir su ki y si alguna entidad mala se acerca…

     —¡También lo perdiste cuando sólo era un bebé!

     —¡Fue un accidente!—se excusó.

     —A veces siento que no serás capaz de cuidar a tu familia...—confesó.

     El de cabellera alborotada estaba atónito por lo que escuchó. Su ceño seguía fruncido, pero por dentro estaba dolido. Las palabras del de cabellera en forma de flama habían lastimado su corazón.

    —Iré al cuartel—bajó la mirada—. Volveré otro día—salió por la ventana sin esperar respuesta del más bajo.

     Con sorpresa observó su partida. ¿Qué había sido eso?, ¿por qué si lo tenían todo en el contrario tuvieron que actuar de esa forma tan estúpida?

     —¡Vegeta!—llamó alguien al otro lado de la puerta. Con desgano la abrió y vio a su hermano e hijo con expresión preocupada—. Escuchamos gritos, ¿estás bien?

     —Tsk, quiero estar solo—bajó en dirección a la cocina, dejando a los menores angustiados por lo que le ocurrió al pelinegro.

     Vegeta estaba muy pensativo, a su mente sólo llegaban las palabras que le dijo a su novio. Pero sólo dijo la verdad, ¿no? Era cierto que Goku siempre descuidaba a su hijo y terminaba perdiéndolo de vista, o lo dejaba atrás en sus vuelos. ¿Y qué había de la vez que incendiaron el sofá en donde ahora sólo vivía su padre y hermano? Goku estaba ahí cuando pasó y ni siquiera fue capaz de apagar el fuego, lo hizo él cuando llegó.

     Era normal que estuviera molesto por su falta de interés en la seguridad de su hijo. ¿Entonces por qué sentía como si fuera lo contrario? Decidió dejar de atormentarse con ello y fue a la cama.

 

***

 

Asustado. Esa palabra definía perfectamente su situación. Su embarazo había sido muy doloroso en comparación del primero, se sentía muy incómodo y los movimientos del bebé eran muy violentos, sacándole incluso lágrimas del dolor. Su abdomen ahora en sus cinco meses estaba unos centímetros más sobresalido que la vez anterior.

     Pero esto no era el motivo de su angustia, sino el hecho de que desde hace dos días, más específicamente la noche en que él y Goku discutieron, el bebé no se había movido ni una sola vez.

     Esa situación comenzaba a causarle terror, ¿y si algo malo le había pasado a su bebé?

 

***

 

Soltó aire después de haber pagado al conductor del taxi. Había sido un largo viaje, y muy aburrido con eso de que Gotenks no lo pudo acompañar por aquella entrevista con un profesor. Se alegraba porque su novio progresara tanto, pero el hecho de que sus trabajos, estudios y competencias los distanciaran le afectaba mucho. Tomó las maletas suya y de Gotenks para llevarlas al interior de la casa, después de todo más tarde o mañana llegaría el de cabellera bicolor.

     Aprovechando las vacaciones de invierno pasarían tiempo en casa de Vegeta, ya que así podrían ayudar a Bardock con el bebé o al mismo Vegeta que pronto tendría a su segundo hijo. Sonrió al imaginarse en un futuro a él y a Gotenks en esa situación, teniendo a sus propios hijos.

      Entró a la vivienda y avisó su llegada. Al no oír respuesta pensó que no había alguien en casa, quizá Vegeta salió a visitar a su hermanita y Tarble probablemente estaba en la escuela, ya que los de secundaria salían poco después que los de preparatoria y los universitarios.

     Un grito en la planta alta lo hizo soltar las maletas y subir rápidamente buscando el origen. Entró sin permiso a la habitación del Saiyan y lo vio tirado en el suelo, apretándose fuertemente el abdomen.

     —Vegeta, ¿estás bien?—preguntó  acercándose. En ese momento visualizó un pequeño charco de sangre en el suelo bajo él. Lo cargó con cuidado y lo colocó sobre la cama, el pelinegro solamente soltaba quejidos de dolor.

     —¡Ah!—gritó  y se acomodó en posición fetal—. El bebé…

     —¿Nacerá… ahora?—se alarmó el castaño—. Llamaré a Bardock…

     El castaño marcó el número de la residencia Saiyan.  Sin embargo nadie le respondió, desviándose la llamada al buzón de voz. Intentó con todos los familiares del pelinegro, pero al parecer todos estaban ocupados.

     —Nadie responde, maldita sea...—tecleó un texto—. Les enviaré un mensaje, espero que alguien lo vea y venga.

     Una vez lo hizo guardó su teléfono en su bolsillo. Se acercó al más bajo, su frente estaba completamente perlada de sudor y se veía muy agitado. Pasó su mano por su cabello, en un intento inútil por relajarlo.

     —Tienes que… ayudar… me...—apenas pudo decir. Al chico se le colocó el rostro azul al pensar en ello.

     —Pero…

     —Sé que he sido un idiota contigo, pero… ¡Ahh!—gritó, doblándose del dolor.

     El castaño rápidamente le bajó el pantalón que llevaba puesto junto a la ropa interior. Ambos estaban teñidos en un rojo carmín. El pelinegro,  al verse libre de esas prendas, flexionó sus piernas y las separó, le era más tolerable el dolor en esa posición.

     —Recuerdo que una vez me dije que te bajaría el pantalón y te llevaría a la cama, pero no pensé que lo cumpliría de esta manera—el  pelinegro rio un poco ante la broma, pero nuevamente se quejó del dolor—. Resiste, Vegeta…

 

***

 

Soltó un suspiro cansado y bebió un poco de agua. Estar vigilando a los querubines era algo muy aburrido, ellos hacían todo bien y su trabajo era impecable, se preguntaba a sí mismo por qué razón tenía que estar ahí, vigilando lo que ellos perfectamente hacían. El sonido de su celular lo sacó de sus pensamientos, era una llamada.

     Decidió ignorarla pensando que era Vegeta con intenciones de discutir nuevamente. Maldecía hacia sus adentros la forma en que su novio se comportó, pero maldecía aún más su propio comportamiento, el haberse ido sin arreglar las cosas, principalmente por su estado.

     Otro sonido de su teléfono lo hizo salir de su  ensoñación, esta vez era un mensaje. Miró el remitente y se sorprendió al ver que era de Vegetto. Pensando que no podría ser nada importante decidió ignorarlo, probablemente sólo era para avisar que se quedaría en su casa junto con Gotenks o algo similar.

     Miró a los querubines nuevamente. Bueno, tal vez regresarle el mensaje a Vegetto e iniciar una conversación con él sería la excusa perfecta para tomar un descanso de su agotador trabajo. Abrió el mensaje y su corazón casi se detiene al leer lo que tenía escrito:

 

Vegetto: ¡¡¡El bebé va a nacer!!!

 

     —Goten, estás a cargo—dijo rápidamente, el aludido asintió desconcertado.

     —¿Ocurre algo malo?

     —¡Vegeta tendrá al bebé!

     Sin decir más salió lo más rápido posible del cuartel y emprendió vuelo rumbo a su hogar, maldiciendo el haber ignorado la llamada, y el mensaje no haberlo abierto al instante. En un inicio se molestaría de que haya sido Vegetto quien le avisara del nacimiento de su hijo, pero lo cierto era que conocía perfectamente  a Vegeta y sabía que en una situación así doblegaría su orgullo, lo que quería decir que algo andaba mal.

     Por fin  visualizó su hogar, descendió rápidamente y entró corriendo a su casa, subió las escaleras y entró a su habitación. Ahí vio a Vegetto con paños limpiando sangre de la entrepierna de su pareja, quien estaba soltando varios quejidos. Se sorprendió de que nadie estuviera ahí ayudándoles.

     —Vegeta, ¿estás bien? —preguntó tomando su mano, la cual fue estrujada fuertemente acompañada de un grito.

     —Ay, no. El bebé está saliendo—dijo el chico.

     —Vegetto, ¿podrías recibirlo tú? Vegeta se ve muy débil y necesito transmitirle mi energía—pidió al notar la piel pálida de su pareja y el gran esfuerzo que le costaba pujar en ese momento.

     —¿Eh? E-está bien…

     —¡¡¡Ah!!!

     Goku empezó a transmitir su energía al más bajo, quien seguía luchando por dar a la vida a su bebé.

     —Ya casi, Vegeta…

     Al no visualizar una cobija cerca se quitó la chaqueta para poder tomar en brazos al pequeño bebé que nacía. Un llanto inundó la habitación, sacándole un suspiro aliviado a Goku y al castaño.  Vegetto miró al bebé y sonrió al notar lo pequeño que era, trató de arrullarlo para que se calmara. Sin embargo se preocupó al oír al pelinegro quejarse todavía. Por mera curiosidad miró hacia sus partes bajas y se preocupó al notar una pequeña cabecita asomarse.

     —Ay, no...—dejó al bebé  en la cunita que ya había sido instalada y se acercó al cuerpo del pelinegro—. Vegeta, tienes que seguir luchando.

     —¿Qué pasa?—preguntó el de cabellera alborotada angustiado.

     —Hay otro bebé…

     Vegetto se quitó la playera, sin importarle el frío del clima invernal, quedando su torso desnudo. Con ella pudo envolver al segundo bebé que nació con las últimas fuerzas del pelinegro. El llanto de este bebé fue más agudo, ocasionando que el primero, que apenas se había calmado, volviera a llorar. Con cuidado cargó al mayor de los hermanos, teniendo así a ambos en brazos.

     —Vegeta—llamaba a su novio, quien lucía débil y casi inconsciente—. Estarás bien, ya verás...—empezó a sollozar—. No te duermas…

      El sonido de la puerta principal se escuchó, luego los pasos pesados de alguien subiendo. Bardock apareció en el marco de la puerta, inmediatamente se acercó.

     —Vegeta, espera allá abajo con Kakarotto—ordenó—. ¿Cómo está?

     —Papá, Vegeta  se ve débil...—decía llorando, aún sosteniendo la mano del menor—. Casi no siento su pulso…

      —Lo que me temía… su cuerpo no resistió...—se acercó y pasó su mano por su cabellera.

 

POV Vegeta

     No puedo abrir los ojos, estoy demasiado débil para ello.  Mis ojos están entrecerrados, muy apenas veo borroso a Goku, está a mi lado. Tengo frío, y mucho sueño.

     —¡No puedo dejarlo morir así!—escucho que dice.

     —Hijo, no hay nada qué hacer…

     ¿Así que así se sienten los últimos minutos de vida? Me consuela saber que por lo menos los bebés están bien, escuché dos llantos. Me hubiera gustado haberlos visto, si tan sólo pudiera cargarlos una vez antes de irme de este mundo…

     —¿Quién eres tú y cómo entraste?—escucho la voz de Vegetto reclamar, ¿qué está pasando?

      —¡Dende!—¿Dende?

     —Estuve observando todo este tiempo. Me pareció interesante que el joven tuviera gemelos—no reconozco esa voz, ¿quién será?

     —¡Por favor! ¡Ayude a Vegeta!—¿ayudarme? ¿Quién es y por qué puede hacerlo?

     —Dime, ¿qué estarías dispuesto a hacer por él?—¿es una broma? ¿En serio le está preguntando eso en un momento así?

     —Cualquier cosa…

     —¿Incluso renunciar a tu magia y convertirte en humano?—¿Quién se ha creído ese sujeto?

     —Si lo hago… no podré proteger a mis hijos. Ellos podrían morir en guerra mientras no seré capaz de hacer algo para ayudarles—imbécil, no le des explicaciones, simplemente niégalo—. Pero por Vegeta estaría dispuesto a entregarle mi vida y magia, para que él viva y al mismo tiempo cuide de nuestros hijos…

     Idiota, ¡no! Maldita sea, ya entendí. Si piensas que con eso pensaré que eres responsable, pierdes el tiempo. Ya lo creo, siempre te preocupas por nuestro hijo aunque no parezca… Goku, ni se te ocurra hacer una tontería. Nuestros hijos nos necesitan, a ambos, perdona lo que dije, no pensé las cosas. Siempre has arriesgado tu vida por nosotros, fue estúpido pensar que no te preocupabas.

      —Suena tentadora esa propuesta. ¿Renuncias a tu magia y a tu vida solamente para que él viva?—idiota, no hagas esto. Ni siquiera lo pienses…

     —Sí...—¡no!

     Demonios, desearía poder hacer algo, pero… estoy muy cansado. Mis párpados están muy pesados. ¡No te duermas…! ¡No te…!

Fin del POV

 

     —¿Eh? ¡Vegeta!—exclamó Goku.

     —Sólo duerme—dijo aquel hombre misterioso.

     —¿Pero…?—sus ojos estaban llenos de lágrimas.

     —Debo agradecerte que acabaras con Majin Buu, es lo menos que puedo hacer por ti—Goku se permitió sonreír un poco al oír esas palabras.

     —Gracias, Kamisama…

     —¡¿Kamisama?!—repitió sorprendido el castaño.

     —Un gusto—dijo ese hombre—. Goku, Bardock. Espero poder contar con ustedes si hay otra emergencia…

     A pasos lentos salió de la habitación, para finalmente desaparecer. El castaño seguía sorprendido por esa extraña visita. ¿En serio aquel sujeto era Kamisama? Bueno, tal vez no era tan extraño considerando que estaba frente a cupido, una criatura que era “un mito solamente”. Soltó aire y miró a los pequeños bebés que cargaba, estaban un poco manchados de sangre y otros fluidos.

     —Goku, ¿quieres ver a tus hijos?—preguntó.

     —Quiero esperar a que Vegeta despierte para que los conozcamos juntos—respondió tomando el rostro del pelinegro.

     —Entiendo, iré a asearlos…

     —Gracias, Vegetto—alcanzó a escuchar antes de salir.

     Visualizó a Lazuli, al señor Vegeta y a Kakarotto en la sala. Sabiendo que la limpieza de los bebés era más importante se dirigió al baño. Ahí los colocó a un lado del lavabo aprovechando la amplitud de su superficie y con una toalla húmeda empezó a limpiar su piel. Sonrió al ver que mostraban una dulce sonrisa al sentir el tacto del agua. Siguió limpiándolos, hasta que estuvieron bien. La puerta del baño se abrió, dejando ver a un agitado chico de cabellera bicolor.

     —Vine lo más pronto posible. Goku me dijo que tú cuidabas de los bebés—el castaño asintió.

     —Están bien—el menor soltó aire y se acercó.

     —¿Son gemelos?—acarició el rostro de uno.

     —Sí, Vegeta casi muere, pero… Kamisama les dio una oportunidad para seguir juntos...—sonrió viendo al pequeño bebé que trataba de morder su pulgar—. ¿Podrías traer su ropita?

     —¿Eh? Sí.

     A los minutos volvió con dos conjuntos. Uno era un mameluco color celeste, y el otro era de color azul rey. También traía un par de pañalitos y toallitas húmedas. Vegetto se encargó de vestirlos, haciéndoles caras chistosas para que rieran. Gotenks sólo sonreía al verlo.

     —Algún día tendremos los nuestros, Vegetto...—comentó.

     —Lo sé, y con ellos seré el mejor padre, ya lo verás—tomó a ambos bebés en sus brazos y después besó la frente de su novio—. Creo que todos quieren conocer a los nuevos integrantes de la familia…

 

***

 

—¿Dónde estoy…?—murmuró al abrir los ojos. Miró a su alrededor, percatándose de una persona que lo acompañaba. El chico castaño estaba sentado en una silla al lado de la cama, reposando su cabeza sobre sus brazos cruzados.

     Se le quedó viendo unos segundos, se veía algo cansado. Inmediatamente recordó lo sucedido antes de dormirse, ese intercambio de palabras de Goku con una persona desconocida. ¿Acaso él había aceptado el trato?

     —¿Dónde está Goku?—preguntó incorporándose, soltando un quejido de dolor. Vegetto abrió los ojos y colocó una mano sobre su pecho.

     —Tranquilo… Él está bien…

     —Pero…

     —Está trabajando, me pidió que cuidara de ti y que le avisara cuando por fin despertaras para conocer a los bebés. Llevabas dos días dormido—explicó.

     —¿Dónde están?

     —Gotenks los cuida, está en la sala junto  con Tarble—el pelinegro asintió y bajó la mirada, notando que las sábanas estaban limpias—. Me da gusto que estés bien—dijo sinceramente.

     —Gracias por haberme ayudado...—susurró.

     —Está bien, el pasado ya está en el olvido y ahora tú y yo somos amigos—le sonrió—. Aunque lo niegues.

     —Jaja—soltó una risita al oír eso. Luego se tornó un poco pensativo—. Tú y Gotenks disfrutan mucho cuidando a los bebés.

     —Sí—soltó aire—. Cuando Gotenks se enteró de que tú y Bardock estaban esperando se deprimió un poco, el día que ocurrió el evento yo estaba en una competencia. Ni siquiera era obligatorio que fuera, pude negarme. Sin embargo quise hacerlo por ego y él me apoyó. Gotenks está ansioso por que tengamos nuestros hijos.

     —Me siento mal por él, pero es lo mejor—miró al chico—. Deberían aprovechar este tiempo para convivir más entre ustedes, viajen por el mundo, prueben cosas nuevas, disfruten tiempo a solas haciendo el amor como locos… Con un bebé ya no podrán hacer  nada de eso.

     —No creas que no escuché todo lo demás, pero ¿en serio quieres que le haga el amor así a tu primo?—preguntó riendo.

     —Disfruten su amor, eso es todo—soltó aire y cerró sus ojos—. Te juzgué mal, antes eras un patán pero ya no queda nada de ese sujeto.

      —Cambié cuando conocí a Gotenks, por él soy lo que ahora soy—sus mejillas se sonrosaron.

     —Nunca le pregunté cómo se conocieron…

     —Yo estaba en un arcade, me peleé con un tipo y terminé con la mejilla hinchada. Salí del lugar, fui a un callejón a tomar aire y él pasó por un lado.  Se me quedó viendo, le pregunté qué demonios veía y en lugar de asustarse o enojarse, me preguntó si estaba bien—sonrió bobamente—. Me  acompañó a comprar algo frío para desinflamar y empezamos a charlar. Ese día me desahogué con él sin importarme que fuera un completo desconocido, me transmitía paz.

     —¿Desahogarte?—preguntó con curiosidad.

     —Mi padre había muerto tiempo atrás, y mamá se consiguió a otra persona que se la pasaba abusando físicamente de mí, me golpeaba, pateaba, empujaba… No sé si tú en algún momento de la secundaria me viste con un brazo roto, él me había empujado por las escaleras—el pelinegro estaba sorprendido  por lo que el chico castaño había pasado—. En fin, las citas, romper corazones, salir con amigos, perder el tiempo… todas esas cosas eran las que me hacían distraerme de mi tortura diaria. Hasta que conocí a tu primo y quedé flechado—miró aquellos ojos azabaches—. Después conseguí un trabajo de medio tiempo y  le pedí a un viejo amigo de papá que me rentara una habitación, él aceptó por mi situación.

     —Lamento haberte tratado como un idiota sin saber las causas de tu comportamiento.

     —No te culpo, sí me portaba como un idiota—borró su sonrisa—. La peor idiotez que hice fue embriagarme y acostarme con alguien.

     —¿Gotenks lo sabe?

     —Sí, le conté cómo sucedieron las cosas, incluso le dije quién fue esa persona—sonrió de medio lado—. Me perdonó todos mis errores pasados.

     —Vegetto, posiblemente si me lo preguntan lo negaré, pero creo que eres la mejor persona que Gotenks pudo haber escogido—al mayor se le iluminaron los ojos.

     —¡¿En serio crees eso, Vegeta?!

     —¡Aight! Me iré a bañar—algo avergonzado se  puso de pie. Con dificultad y a pasos lentos se adentró al baño.

     —Avisaré a todos que ya despertaste…

 

***

 

—¡Vegeta!—entró por la ventana y sonrió al verlo sentado sobre la cama secando su cabello.

     —Hola...—devolvió la sonrisa.

    —¡Lo siento!—dijeron ambos al unísono luego de varios segundos de silencio.

    —Empezaré yo—dijo el más bajo—. Lamento haberte dicho que eres un irresponsable. Sí lo eres, pero jamás con nuestro hijo. Siempre has demostrado que lo quieres y que harías cualquier cosa por él y por mí, perdona que tuviera que estar al borde de la muerte para aceptarlo.

     —Ay, Vegeta...—lo abrazó—. Yo también me disculpo por lo que dije, sólo que estaba un poco estresado. En realidad estaba feliz de que a pesar de que te daba pena me dijeras que tendrías un bebé—unió sus frentes—. Estaba ansioso por que me lo dijeras para poder tocarte y sentirlo.

     —Perdona que no pudieras haberlo hecho…

     —Sí lo hice—empezó a reír—. Cuando te abracé pude tocarte y en ese momento patearon.

     —Eres un aprovechado—sonrió.

     —Vegeta, nuestro amor no se puede acabar tan fácil—tomó sus manos—. Aunque tenemos diferencias tú y yo nos amamos y eso nos mantiene unidos y nos hace pedirnos perdón.

     —Espero que tu trabajo no nos separe mucho—el más alto sonrió.

     —Papá me dejó alternar días con Goten, así que estaré contigo más tiempo—su sonrisa se agrandó—. Vegeta, me encanta hablar contigo pero estoy ansioso por conocer a los bebés—el de cabellera en punta sonrió.

    —Vamos…

     Ambos se dirigieron a la planta baja, a pasos lentos por la dificultad que tenía el menor para caminar. Ahí estaban los tres esperando su llegada. Vegeta se sentó en el sofá y Vegetto le extendió uno de los bebés.

     —Ese día no quisieron conocerlos debido a que tú y Goku no lo habían hecho. Les llamé hace rato, todos vendrán a verlos.

     Vegeta se permitió observar a su hijo. Éste tenía los ojos azules y su cabello, a juzgar por el pequeño mechoncito, era color lila. El bebé lo veía con serenidad, su ceño estaba fruncido y sus mejillas infladas, parecía una combinación entre los gestos suyos y de su novio.

     —Es muy lindo—murmuró Goku, él estaba mirando por encima de su hombro.

     —Hermano, este es el menor—dijo Tarble entregándole el pequeño ser.

     Eran idénticos, salvo a que el hermano menor era un poco más inquieto. Se removía constantemente entre sus brazos mientras reía. Vegeta sonrió al tenerlos así, a ambos, dos regalos que la vida le había enviado.

     —¿Cómo les llamaremos, Veg?—preguntó su pareja tomando al menor y jugando con él como si fuera un avioncito de juguete.

     —Elige tú el nombre del mayor, es tu turno—el pelinegro amplió su sonrisa.

     —Quiero… que se llame...—miró a su alrededor—. Ehm...—colocó una mano detrás de su nuca—. Perdón, no puedo pensar, me estoy muriendo de hambre.

     Todos se cayeron al oír eso. Vegeta tomó aire para tener paciencia. Ese chico era muy despistado y la mayoría del tiempo pensaba en la comida. Sin embargo jamás cambiaría esa actitud suya, eso era algo que lo había cautivado y que agradecía siempre que se le haya cruzado en su camino.

      —Mirai.

     —¿Eh?—preguntó volteando a verlo. El pelinegro sonreía cálidamente.

     —Quiero que nuestro hijo se llame Mirai—el de cabellera en punta sonrió.

     —Entonces él será Mirai—miró al pequeño que reía por los movimientos de Goku—. Y él será Trunks.

     —¡Genial! ¡Oíste eso, pequeño! Tu nombre es Trunks—empezó a acunarlo mientras el menor sólo soltaba risitas.

     —¡Quiero conocer a mis sobrinos!—exigió la rubia entrando a la casa, llevaba de la mano a su hija Marron, y atrás venía su esposo Krilin.

     —Sí, Lazuli. Me encuentro bien, gracias por preguntar—ella se asomó por el hombro de su amigo y sonrió.

     —Bobo, sabes que a ti también te quiero—miró al pequeño bebé—. Se parece mucho a ti.

     —¡Krilin!—llamó el de cabellera alborotada al hombre bajito—. Ven, siéntate con nosotros—animó al ver su timidez.

     Lo cierto era que Goku había entablado una amistad estrecha con el esposo de la rubia, a pesar de que esa familia de tres integrantes no compartía parentezco con nadie todos les habían tomado gran cariño y los consideraban como parte de la familia, también a Lapis que ocasionalmente se aparecía.

     —Felicidades por ser padre nuevamente—dijo el hombre bajito.

     —Gracias—le extendió al pequeño para que pudiera cargarlo, la pequeña Marron también se acercó a verlo.

     La llegada de un nuevo bebé causaba gran emoción en todos, por lo que la familia se veía reunida en un ambiente cálido y agradable. La puerta se abrió y el pequeño niño rubio entró corriendo a abrazar al pelinegro de cabello en forma de flama.

     —¡Papá!—estaba  sollozando—. Por fin despertaste…

     —Ya...—acarició su espalda. Luego lo cargó y lo sentó a su lado, para abrazarlo mientras el menor se desahogaba.

     —A mí me parece que alguien está celoso...—dijo la rubia con tono burlón, alzando al pequeño  Mirai.

     —No lo estoy—cruzó sus brazos, luego suspiró—. Estaba preocupado por papá.

     —Entonces conoce a tu hermanito—la chica le extendió al bebé. Kakarotto con dificultad lo acunó  en sus brazos, sonriendo al ver sus bonitos ojos azules.

     —¡Se parece a ti, papá!—volteó a ver al hombre que estaba a su lado.

     —Por fin despiertas—dijo el hombre llegando—. ¿Cómo estás?

     —Bien, Bardock. Gracias—luego se percató de algo—. ¿Dónde está papá?

     —¡Bardock! ¡La niña está llorando de nuevo!—se escuchó afuera las quejas del mayor. Luego entró con la pelinegra en brazos llorando fuertemente.

     —¿Qué le hiciste ahora?—preguntó tomándola, ella empezó a calmarse.

     —¿Por qué siempre soy el villano?

     —¡Siempre llora contigo!

     —¡Es tu culpa por consentirla tanto!

     —¡Asustan a mi hermana!—el menor se puso de pie y cargó a la pequeña, quien se aferraba al adolescente sollozando todavía.

     —Tarble tiene razón—se metió Vegeta—. La asustan con sus gritos mientras que Trunks sólo se burla de ustedes—se refirió a que su hijo menor ría señalando a los hombres.

     —Hmph—el hombre desvió la mirada y se fue a un rincón a recargarse en la pared. Bardock, por el contrario, se acercó para estar con ellos y convivir un poco—. ¿Qué ustedes no comen? ¿Cuándo servirán la cena?—preguntó luego de un rato.

     —Llamaré a la pizzería—dijo la rubia sacando su teléfono, la puerta se abrió y ella fue a saludar—. Vegita—abrazó a la mujer—. Me da gusto verla nuevamente. Buenas tardes, señor Tomma.

     —¡Mamá!—saludó el de cabellera bicolor—. Hola, Tomma.

     —Hola, Gotenks.

     —Quiero conocer a mi sobrina—el joven Tarble se la extendió, ella sonrió al verla—. ¿Cuál es su nombre?

      —Sharotto—respondió Bardock.

     —Por un momento pensé que el presumido de mi hermano le pondría su nombre.

     —¡Vegita!

 

*****

 

Caminó dificultosamente hasta el interior de esa guarida. Su cuerpo estaba lleno de sangre y herido, se apoyaba en una muleta a falta de su pierna derecha, perdida en batalla contra ese niño infantil de nombre Goku.

    Dábura era el último guerrero fiel a Babidi que quedaba con vida. Era alguien muy astuto, tenía otra guarida más pequeña oculta entre unas rocas allá en las montañas. Con grandes complicaciones se adentró a ese espacio y encendió las luces. Sonrió al visualizar una cúpula con un líquido verdoso dentro, además había una persona allí.

      Había mentido. Raditz nunca murió, él lo había dejado en un estado de coma inducido para poder analizarlo y saber cómo vencer a cupido. Ahí estaba su salvación: podría dominar su mente y obligarlo a acabar con su familia.

     Sonriendo malévolamente dio media vuelta y buscó sus utensilios, podría empezar con instalar una bomba en su cuerpo por si algo salía mal…

     ¡Cuas!

     El sonido del vidrio rompiéndose y de agua corriendo a gran potencia lo hizo voltear. Pudo ver al de cabellera larga de pie, luego le sonrió de medio lado para que, finalmente, un resplandor destruyera todo el lugar.

 

***

 

La familia estaba reunida y muy alegre. Era el cumpleaños número nueve de Kakarotto, así que Vegeta y Goku decidieron hacer una pequeña reunión para celebrar. Todos estaban disfrutando mucho de la compañía que se brindaban mutuamente. Marron y Kakarotto jugaban en el jardín trasero con Vegetto y Gotenks, Lazuli y su esposo charlaban con Vegita y Tomma. Por otra parte Bardock, Vegeta y Lapis estaban cada quien en su mundo, siendo incapaces de adaptarse a alguna conversación.

     Goku terminaba de dormir a los bebés. Sharotto, como había dicho Bardock, era más humana que de su raza. Ella podía sentir las emociones y sentimientos como lo hacían ellos, pero no poseía alas. Por ello decidieron darle una vida tranquila como humana, ya que el actual cupido tenía tres sucesores y eso era más que suficiente.

     Y sus hijos, ambos, poseían alas blancas. Eso era por la pureza del amor que se tenían él y Vegeta; además por ser el cupido en función. Le agradaba demasiado el poder ver que tenían características de ambos, era la perfecta combinación de rasgos.

      Se sentía completamente dichoso de poder tener una  familia así, y amistades cercanas por quienes daría lo que fuera.

 

**

 

Tarble salió de la casa avisando que compraría algunas sodas, pero lo cierto era que no se sentía muy a gusto. Desde su rompimiento con Gure había tenido varios encuentros tanto con chicas como con chicos, por lo que dudaba si realmente encontraría a la persona ideal. Se sentía tan frustrado por haberle entregado tantos días a esa chica, dedicarle tantas cartas de amor y darle todos los regalos que quería.

     Ahora, aunque ya la había arrancado de su corazón, no era capaz de sentirse bien con alguien. Tal vez lo mejor era dejar de intentar por un tiempo.

     —Esto del amor es un asco...—murmuró antes de patear una piedra al adentrarse al callejón.

     —¡Ouch!—se quejó alguien. Levantó la mirada y observó a un hombre de cabellera larga sentado en el suelo, recargándose contra la pared. Se veía herido, y además lucía agotado.

     —¡Lo siento! ¿Se encuentra bien?—preguntó acercándose. Al estar a su lado notó las alas blancas que había en su espalda.

     —No le digas a nadie, niño—pidió el hombre con un quejido.

     —¿Usted conoce a Goku?—preguntó cautelosamente. El hombre abrió los ojos con sorpresa.

     —¿Conoces a mi hermano?

     —¿Tú eres Raditz?—el mayor asintió—. Goku dijo que habías muerto en batalla…

     —Estuve en una especie de sueño profundo, desperté hace tiempo pero estaba muy débil. Dábura apareció así que con las pocas fuerzas que tenía acabé con él y vine aquí buscando a mi hermano…

     —¡Él está en mi casa!

    —Lo sé, vengo de ahí. Los vi muy felices y no fui capaz de interrumpir… Iré al cuartel, allá los veré cuando vayan.

     —Pero… son tu familia, ellos querrán estar ahora contigo. ¡Te aman!

     —Já, ¿hablas de amor cuando hace unos minutos decías odiarlo?—el  menor se avergonzó—. Dime qué te ocurre, yo ¡ouch! puedo escucharte.

     —No importa—desvió la mirada—. Sé que sin importar lo que diga dirás que tarde o temprano encontraré alguien para mí.

    —Si ya lo sabes, ¿por qué el odio?

     —Me harté de buscar y que jueguen conmigo en el proceso—suspiró—. Eso es todo.

     —Ya te llegará—sonrió al ver sus mejillas sonrojadas por la vergüenza y que no podía verlo al rostro—. ¿Has escuchado hablar del hilo rojo invisible que te conecta con la persona con quien estás destinada a estar? Hay una bruja, Uranai  Baba, ella te puede ayudar. Mucha gente va con ella por ser la única que puede verlo—soltó aire—. Es tu decisión ir con ella si te urge tanto.

     —¡No es urgencia!—gritó con su rostro enrojecido. El mayor sólo se puso de pie y le revolvió su cabellera, haciendo que se sonrojara más.

     —Me voy, no les digas nada sobre mí, esperaré a que vayan al cuartel.

     —Espera—bajó la mirada—. Gracias.

      —No es nada, pequeño…

     Sin más emprendió vuelo, dejando al menor con un rubor en todo su rostro. Miró al suelo y vio una pluma blanca como la nieve. La tomó y sonrió, era de las alas de ese hombre. Decidió conservarla como un recuerdo de ese encuentro con Raditz quien, a pesar de su estado herido, fue capaz de ayudar a su corazón a volver a creer.

     Fue a la tienda a comprar algunos refrescos y volvió a su casa, o más bien la casa de su hermano, donde pasaba igual cantidad de tiempo que en su propio hogar. Suspiró cansado. Su situación sentimental le causaba molestias, ¿a qué edad se suponía que encontraría a su verdadero amor?  El simple hecho de esperar era algo que no podía pasársele  por la mente. Incluso envidiaba un poco que todos en la familia tuvieran ya una pareja con quien estar.

     Entró a la casa y sonrió al verlos a todos felices. Fue ahí donde se puso a reflexionar un poco. Su padre había sufrido un abandono de un amor, pero después conoció a su madre y tuvieron hijos, y ahora pudo retomar la relación que había quedado inconclusa con Bardock, su  verdadero amor. Vegita, su tía, estuvo mucho tiempo sola, hasta que por fin conoció a Tomma, un hombre que supo quererla y aceptarla a pesar de que ya tenía un hijo.

     ¿Y Lazuli? Ella había tenido un bebé que perdió, un abandono de quien era su  novio, y abandono de su familia; pero después conoció a Krilin  y se enamoró nuevamente, dando lugar a una hermosa familia que formaron con su hija Marron. ¿Qué había de Lapis? Si bien era reservado, de vez en cuando se le veía con un chico rubio muy feliz.

    ¿Gotenks y Vegetto? Su primo estaba resignado, y  Vegetto era un mujeriego cuando se conocieron. Aun así el castaño cambió y se convirtió en lo mejor para su primo, porque ambos demostraron que podrían aceptar los retos del pasado y del presente para salvar su amor.

     ¿Y Vegeta y Goku? Su historia favorita: en contra de sus ideales sobre el amor, su hermano se enamoró de Goku a primera vista, y ambos demostraron que para el amor no había restricciones, sin importar que sólo tuvieron poco de conocerse sus almas se unieron en una sola y demostraron que no había que esperar si ambos sabían que eran el uno para el otro.

    Tarble se permitió soltar un suspiro. Todo llega a su tiempo, así que tarde o temprano conocería a esa persona con quien compartiría su vida, sólo era cuestión de tener paciencia y esperar que la vida le cruzara en su camino a esa persona. Miró de nuevo la pluma y sonrió al pensar en ese hombre.

    —Tarble—llamó su hermano—. ¿Podrías llamar a los niños para cortar el pastel?

    —Sí—dejó las botellas de soda sobre la mesa y fue al patio trasero, donde estaban su sobrino y la pequeña Marron.

     —¡Tío Tarble! ¡Ven a jugar con nosotros!—dijo el menor.

     —Kakarotto, ¿no prefieres cortar el pastel?

     A los menores se les iluminaron los ojos al oírlo. Fueron corriendo al interior de la casa mientras los adultos iban a paso lento. Tarble de reojo vio que Vegetto abrazaba con cariño a su pareja. ¿Algún día él tendría a quién abrazar de esa manera? Sólo le quedaba esperar. Antes de ir a la cocina fue a la habitación que le prestaban cuando se quedaba ahí, guardó celosamente aquella pluma y fue a la cocina, conservaría aquella pluma como el objeto más preciado que tenía.

 

***

 

Se encontraba ya toda la familia reunida alrededor de la mesa del comedor. Después de cantar las mañanitas llegó la ansiada hora de cortar aquel pastel de chocolate. Pero antes el menor debía pedir un deseo y apagar la velita que tenía forma de un número nueve.

     —Kakarotto, pide un deseo—animó Goku. El menor sonrió, cerró los ojos y se preparó para soplar. Pero un par de pesos cayendo abruptamente sobre el pastel le salpicó betún en el rostro. Abrió los ojos y pudo ver a sus hermanos menores sobre el pastel ya destrozado, riéndose.

     —¡Goku!

     —¡Sólo los descuidé un segundo! ¡Ya estaban dormidos!—se excusó. Todos estaban atentos a la reacción del rubio, creyendo que se molestaría con los menores que, al parecer, habían volado para comer aquella torta.

     Trunks y Mirai se acercaron a su hermano y mancharon su rostro de betún. El de ojos esmeralda sonrió y abrazó a los pequeños, besando sus frentes.

     —Los amo, hermanos—sin importar que estuvieran manchando su ropa los abrazó con cariño.

     —Llamaré a la pastelería para que traigan otro...—dijo Vegeta tomando el teléfono. Sintió un golpecillo en su nuca, se tocó y sintió algo pegajoso. Era betún.

     —¡Goku!—volteó a ver al mayor, pero éste sólo movía sus manos de un lado a otro con nerviosismo. Luego señaló a la mesa: los bebés eran los que habían arrojado el pastel, lo volvieron a hacer y ahora le cayó en la frente.

     —Deberías educar mejor a tus hijos—escuchó a su padre decir antes de recibir un pedazo de pastel en su cuerpo.

     Ese fue el inicio de una guerra de pastel en la que hasta los mayores participaron, sacándole carcajadas a todos por sus ataques y las mismas reacciones que les producía.

 

*

 

Mi nombre es Vegeta, y esta es mi historia. Y por más que lo pienso no la cambiaría por nada, gracias a todo lo que viví y a los errores que cometí soy lo que ahora soy, y tengo lo que está frente a mí: una hermosa familia y grandes amigos.

     Mi pequeño hermano es el único que ahora no está con alguien, pero sé que en algún momento él conocerá a alguien que lo ame. Y, tal vez, esta familia se haga más grande. Algún día pasará, tendrá su propia felicidad.

     Por ahora yo estoy disfrutando la mía, pese a todos los errores que cometí antes, o de la actitud pésima que mantenía, encontré a alguien con quién compartir mis días. Goku es el amor de mi vida, un amor que ha perdurado por varios años y que queremos mantener por mucho tiempo más.

     No sé si merezca tener a alguien como él conmigo, pero sea lo que sea que hice para conocerlo me alegra haberlo hecho.

     Porque sin importar los retos que se nos presenten, ni las diferencias que tengamos, siempre sabremos salir adelante. Para nuestro amor no hay imposibles.

     —Te amo, Vegeta…—me dice al oído con esa infantil voz que tiene.

     —Yo también te amo…—le respondo.

          Y sin importarnos que estamos en medio de una guerra de pastel y dulces, nos damos un beso donde nos podemos transmitir todas nuestras emociones.

Y es que con el tiempo hemos aprendido que sin importar nada, este lazo que nos une jamás se romperá.

Notas finales:

     Me ayudaría mucho que votaran por la historia en Wattpad :3

     Espero les haya gustado este capítulo, pudimos conocer a nuevos personajes, nuevos bebés y supimos que Raditz sigue con vida. Todos tuvieron un final feliz, solamente Tarble aún está en espera de su verdadero amor pero que algún día lo encontrará.

     Espero les haya gustado el epílogo. ¡Gracias por todo!

     Me hubiera gustado conseguir los 100 reviews, pero bueno, no todo se puede en esta vida. Este fic, con este cap, terminó… Claro que si un día consigo esos cien comentarios resurgiré de entre las sombras con un capítulo especial a modo de celebración. Mientras eso pasa me encargaré del resto de mis fics :3

     Los amo ;)


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