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La fusión de amor
—Vegeta, ¡eso no es justo!—se quejó Goku haciendo un puchero infantil.
—Ya me harté de intentar enseñarte ajedrez—dijo ya frustrado, ese chico era un caso perdido. Sin embargo toleraba su pequeño problema para aprender esas cosas, principalmente porque era algo muy diferente a lo que estaba acostumbrado y también en el fondo le parecía tierna su estupidez.
—Pues yo sólo sé que esta pieza tiene forma de caballito—decía mientras la tomaba en sus manos y la examinaba, delatando que ese animal le parecía muy bello.
Llevaban un rato jugando. Vegeta se había tomado la molestia de explicarle a su novio cómo se jugaba. Es sábado, por tanto no hubo clases, permitiéndole a los amantes pasar más tiempo juntos y solos. El padre de Vegeta fue a visitar a su hermana, Vegita, y se llevó a Tarble con él. Estaban sentados en el suelo, lo único que los separaba era el tablero cuadriculado en blanco y negro, que estaba lleno de piezas ya revueltas por el ataque de desesperación del mayor por no comprender el juego.
—Es increíble que seas tan idiota—dijo entre divertido y frustrado.
—¡No soy ningún idiota! Si lo fuera, no me hubiera enamorado de ti—le dijo con una sonrisa.
Vegeta se sonrojó, ese comentario era lindo. Empuñó sus manos y desvió la mirada. Después con determinación apartó el tablero y se acercó a él, para besarlo.
—Te amo, cabeza hueca—le dijo con una media sonrisa, disfrutando el poder compartir ese momento con él.
—Yo también te amo, mi Veggie—le dijo.
Lo atrajo hacia sí. El menor se sentó en las piernas del más alto, pasó sus brazos por su cuello y lo besó sutilmente. Goku acarició su espalda, dejándose llevar por el momento. El mayor lo fue recostando en el suelo, de modo que quedó encima suyo. Era algo inconsciente, pero su consiente no hacía nada para evitarlo, incluso parecía que estaba totalmente de acuerdo.
Lentamente fueron despojándose de sus vestimentas, ayudando al otro. Goku no entendía por qué, pero sentía una necesidad de hacer eso. Su cuerpo emanaba un calor indescriptible que ansiaba compartir abrazando al menor con fuerza. Vegeta estaba completamente nervioso, estaba desnudo frente a su novio, sabía lo que ahora pasaría, pero eso no evitaba que sintiera un poco de miedo. No negaba que quería hacerlo, pero estaba levemente preocupado. Sería su primera vez, y había oído que es doloroso.
Pudieron ver el bien formado cuerpo del otro, sus mejillas ruborizadas, y cristalinas gotas de sudor que resbalaban por sus frentes. Volvieron a unir sus labios, pero esta vez el beso no era tan inocente. El de cabellera alborotada invadió la cavidad bucal del menor con su lengua, explorando cada rincón. Paseó sus manos por el torso desnudo, para dejarse llevar por su instinto. El calor en su cuerpo aumentó, y era mayor en su entrepierna, que ahora por primera vez se encontraba erecta.
Vegeta acercó su boca al oído del más alto y le preguntó si sabía hacerlo. Una gota de sudor resbaló por su cabeza cuando negó riéndose nerviosamente. Soltó aire y se tomó un respiro para poder explicarle cómo hacer las cosas. Tomando la iniciativa, el de cabellera en forma de flama comenzó a acariciar el miembro del más alto, sacándole varios suspiros.
Goku dirigió una mano a la entrada del menor, guiado por lo que le había explicado anteriormente. Introdujo un dedo, causando un sobresalto en Vegeta. Lo movió con cuidado, para después meter un segundo y tercer dedo.
—Kjj—se quejó entre sollozos, sin embargo no era capaz de admitir que le dolía demasiado.
—Vegeta, tranquilízate, por favor. Mi intención no es lastimarte.
El joven Saiyan se relajó un poco. A los pocos segundos desapareció ese dolor y se convirtió en placer. El mayor, ante el leve dolor de su miembro sacó sus dedos, levantó las caderas de su pareja, se posicionó en su entrada y fue penetrándolo despacio.
El menor apretaba los dientes con fuerza, sentía un poco de dolor mezclado con placer. Respiraba hondo, quería ignorar el dolor que le producía. Cupido se quedó unos momentos quieto, no quería lastimar a su novio pese a que su cuerpo imploraba moverse en busca de más placer. El compás comenzó cuando el de cabellera en forma de flama comenzó a mover un poco su cadera. Lo tomó de la cintura, y empezó con el vaivén.
El movimiento era lento, pero se volvió más rápido al poco tiempo. La habitación era inundada por los gemidos de placer que salía de las gargantas de ambos, así como el sonido de sus pieles chocando. Unieron sus labios en un apasionado beso, en el que acallaban sus gemidos. La danza de lenguas se hizo presente, así como caricias por parte del mayor en el miembro del más bajo.
Instinto. Eso es lo único con lo que se podía explicar aquel momento íntimo derrochante de pasión y lujuria donde ambos cuerpos inexpertos se entregaban sus más profundas sensaciones. El vaivén era muy rápido, que sólo bastó de unas cuantas estocadas más para que ambos liberaran su semilla al mismo tiempo, Vegeta en su abdomen y Goku en el interior de su pareja.
—¡Ahhh! —gimieron al unísono mientras liberaban su esencia.
Cayeron rendidos, las energías les hacían falta. Cuidadosamente salió de su interior, y se recostó a su lado, para abrazarlo mientras regulaban sus respiraciones.
—Vegeta, ¿qué... fue esto... realmente? —preguntó aún con su respiración agitada.
—Hicimos... el amor...
—Esta... es una de las pruebas... de amor más grandes... que existen. Pero quiero saber si ¿tú quieres estar... el resto de la vida... conmigo? —preguntó al recordar aquellos viejos pergaminos que había leído acerca de pruebas de amor, de esas que se sellan y jamás se rompen.
—Yo... sí quiero—alcanzó a murmurar antes de que el sueño se apoderara de él.
—Te amo... —murmuró para quedarse dormido a su lado.