Tu calor sobre la cama que antes compartíamos se ha ido y ahora cada noche me hace falta, aferrarme a los recuerdos es mi único consuelo, y aunque estos mismos son los que me impiden darme realmente cuenta de que ya no estás, de seguir viviendo en una fantasía, de verte cada noche entrar por la puerta, aquella por la que saliste dejándome con un corazón destrozado, no puedo permitirme dejarlos ir, ya que son el pilar que aún me mantiene de pie, esperando el momento en que por algún milagro regreses a mi lado volviendo a ser la feliz y perfecta pareja que, al menos, llegue a creer formábamos.
Puede que sea una estupidez seguir intentando cegarme, hacer caso omiso a la realidad cruel que me has dejado con tu partida, pero no puedo aceptar que te vas sin importar el tiempo juntos, como si no hubiera pasado nada entre nosotros, como si solo fuéramos 2 compañeros de cuarto que únicamente han compartido una construcción cualquiera, como si no hubiéramos compartido tanto tiempo, tantas anécdotas formando un hogar, nuestro hogar, aquel que está esperando tu regreso…
Ha pasado tanto tiempo desde tu partida que debería de aceptar tu decisión, pero no puedo, simple y sencillamente no puedo hacerme a la idea de que te perdí, de que tal vez no volverá a haber un nosotros...
Lo que más me destroza es desconocer en qué te falle, que hice o deje de hacer como para que me dejaras, para que dijeras ya no amarme; que hizo él para enamorarte, para hacer que a pesar de nuestras promesas, nuestros sueños, ilusiones y metas juntos decidieras ir con él, escribiendo en el libro de tu vida una nueva historia, poniendo punto final a la nuestra, dando vuelta a la página y comenzando a escribir tu nueva vida con él con una facilidad e ilusión en tu rostro que hace parecer que realmente nunca sentiste algo por mí, ya que si al menos me apreciarás un poco no te hubieras ido así de cruelmente, tal vez hubieras decidido pensar mejor las cosas antes de tomar una decisión tan precipitada...
No imaginas el dolor que se adueña de mi ser cada que abro los ojos deseando amanezcas a mi lado y no verte, al ya no tener aquel toque que representabas en mi vida que me hacía tan feliz...
Saber que ya te perdí, que sólo queda la luna como mi única compañera en las noches, recordándome las veces que nos amábamos bajo su luz, que acariciaba con gentileza tu rostro, tu ser, provocando mis celos y a la vez mi alegría al saber que teniendo a tantas opciones me habías elegido a mí, saber que era el único que gozaba de ti, tu compañía, tu voz, tus besos, tus caricias, tus días, creyendo que eso sería eterno, que cumpliríamos juntos todo lo planeado...
No puedo creer no haberme dado cuenta de los cambios en tu ser que anunciaban tu adiós; cuando eras distinto a los primeros años, creí que era por algún asunto en tu trabajo, el estrés tal vez, nunca creí que....
Fui un tonto al no prestar más atención, de haberlo hecho tal vez estarías a mi lado, tal vez no estaría escribiendo esta carta, esta carta como otras tantas que son testigos fieles de las veces que lloro sin consuelo escribiendo a lo que ahora solo es un fantasma en esta construcción vacía, aquellas cartas que nunca llegarán a quien van dirigidas, que sólo se perderá en algún lugar lejos de ti.