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BEHIND BLUE EYES DRAGON por LEGNAEL

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Disclaimer: Yugi-oh!, no es de mi propiedad como habrán imaginado, yo solo tomo prestados a los personajes de Kazuki Takahashi-sensei para escribir este fic.


 


Notas de la autora:



  1. RotMond, respondiendo a tu comentario: me gustan ambas versiones de la canción, pero si tuviera que agregar algo, el cover del Limp Bizkit, es más triste o al menos así lo siento yo.

  2. Por cierto ya vieron el tráiler de la próxima película de Yugi-oh, yo de momento estoy que reboso de felicidad mientras espero por ver el duelo entre Yugi y Kaiba, ah, y no superó la imagen de Mokuba se ve tan lindo y con el cabello un poco más corto.


 


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Capítulo 4. Soborno


 


Oficinas Oricalcos…


 


El edificio parecía lujoso, grandes ventanales sumado al color blanco de la construcción. En la entrada estaba el simbolo, posiblemente el logo de la empresa, aunque no sabía a qué se dedicaba la misma.


 


– ¿Aquí trabaja tu amiga? –cuestiono el menor.


– Sí.


 


Ambos entraron al edificio, la recepcionista pareció conocer al rubio porque lo saludo con bastante familiaridad. Joey parecía un visitante regular de lugar, observo como saludaba a los empleados del lugar con bastante familiaridad. Llegaron a una oficina, claramente se leía el nombre en el cristal –Mai Valentine–. Mokuba había escuchado ese nombre antes, o al menos eso creía, no estaba completamente seguro.


 


Joey ni siquiera se molestó en tocar la puerta, es más la abrió como si se tratará de su propia casa.


 


– Joey –se escuchó una voz femenina.


– Hola Mai –dijo mientras movía la mano en señal de saludo.


 


Mokuba solo observo como la mujer, rubia y ojos de color violeta mantenía su mirada completamente enfocada en Wheeler.


 


– Oe, Mai.


– Tenía tiempo que no venias de visita.


– Eso no es cierto, no es mi culpa que tu estuvieras al otro lado del continente –expuso mientras sonreía.


– ¿y bien? –inquirió la rubia.


 


Joey sintió pánico. Posiblemente Mai supiera todo. Esto era malo, se le había olvidado ese detalle.


 


– Jeje –Joey fingió su sonrisa–. Pues veras.


– Espero una respuesta concreta Joseph Wheeler –le espetó la rubia.


 


Joey trago en seco. Mai solamente lo llamaba por su nombre cuando estaba molesta.


 


– Oh, es cierto. Te presento a Mokuba –comento el rubio mientras se escudaba detrás del menor.


 


La rubia miro al pequeño visitante, lo reconoció de inmediato.


 


–¿Eres el hermano de Noah?–replico la rubia sorprendida.


– Sí –admitió.


– De donde te fuiste a robar a ese niño –reclamo la rubia.


– Escucha Mai, yo no me lo robe –le aseguro.


– Oh, me vas a decir que eres su niñero –comentó la rubia de forma ácida–. Joseph –hablo Mai de forma seria–, dejaremos pendiente "esa conversación".


– Sí, señora –respondió en tono militar mientras colocaba su mano derecha en señal de saludo.


 


La acción realizada por Wheeler, no fue bien recibid por Valentine, quien de inmediato le arrojo el primer papel que tuvo al alcance de sus manos. El rubio esquivo por poco el lanzamiento de una goma. Joey sabía que de cierta forma era su culpa, así que opto por disculparse: – Lo siento ojou-sama–.


 


Mokuba observó a la rubia con temor, tenía un carácter fuerte. La rubia se dio cuenta de la pésima primera impresión que causó en el menor.


 


– Disculpa mis modales, Mokuba, pero cierto "sujeto" tiene mucho que explicar –comentó la rubia–. Así que… ¿en qué puedo ayudarte?


– Estoy buscando a mi hermano –comentó el menor.


– ¿Hermano? –Musitó confundida la rubia–. ¿Acaso Noah desapareció?


 


El de cabellos negros negó con la cabeza.


 


– No, me refiero a mi hermano mayor.


 


Valentine observó confusa al menor, ella sabía que el matrimonio Kaiba solo tuvo dos hijos, pero un tercer hijo. Muchas ideas comenzaron a circular en su mente, existía la posibilidad de un medio hermano, un hermanastro, incluso un primo.


 


– Mokuba, ¿a qué te refieres con tu hermano mayor?, por lo que se, solamente Noah y tú son los únicos hijos del matrimonio Kaiba –ilustró la rubia.


 


La rubia miró el rostro del menor, el que parecía un tanto confundido.


 


– Lo juro, somos tres hermanos –hablo con confianza el menor.


– Podrías proporcionarme más información –pidió Mai en voz conciliadora.


– Chicos voy al baño –interrumpió Joey.


 


Mai le lanzó una mirada, acaso no se daba cuenta de que Mokuba y ella estaban hablando de algo sumamente importante.


 


– Joey, estamos en medio de una conversación. No interrumpas,  ve de una buena vez al baño –ordenó Valentine.


 


Joey hizo lo que su instinto le dictaba y sin rechistar se apresuró a salir del lugar. Camino rumbo a los sanitarios cuando se encontró con un hombre vestido de traje negro, el sujeto parecía sacado de una película, cabello de color negro, vestido de forma pulcracon un traje sastre de color negro, zapatos negros bien lustrados, camisa blanca, de apariencia impecable y el toque de misterios lentes oscuros. Al verlo intentó caminar apartándose del desconocido,  sin embargo el sujeto lo seguía, esto le ocasionó a Joey un mal presentimiento.


 


Aceleró su paso,  sin dudarlo entró en el baño, esperando que solo fuera su loca y acelerada imaginación. Espero alrededor de cinco minutos en aquel lugar, abrió la puerta y afuera estaba el hombre. Un breve instinto de pánico le dio, pero había bastantes personas trabajando en aquel lugar, además él no estaba relacionado en algún asunto, –Espera. Tal vez sea alguno de los empleados de Noah, que han venido por Mokuba–, con ese pensamiento salió a encarar a aquel sujeto.


 


– Joseph Wheeler, haga el favor de acompañarme –pidió el hombre.


– ¿Por qué debería acompañarlo? –inquirió el rubio mientras actuaba lo más serio que su temple le permitía.


– Mi jefe, me mando a traerlo –comentó el hombre.


 


Por la obviedad de la situación Wheeler imagino que se trataba de Noah.


 


– Te sigo –respondió el rubio.


 


Wheeler persiguió al sujeto, llegaron hasta un auto de color negro.


 


– Oye, ¿hasta dónde vamos a ir? –cuestiono el rubio.


– A una cafetería un poco más discreta –aseguró el contrario–. Haga el favor de subir al vehículo –pidió el hombre mientras abría la puerta del copiloto.


 


El viaje en auto no duró más de diez minutos, observo el lugar parecía un lugar caro, de aquellos lugares en los que tendría que partirse el lomo para poder ordenar como mínimo una entrada.


 


– Dijiste que era una cafetería –menciono el rubio.


– Y lo es, solo la sección a la que iremos.


 


Wheeler asintió, esto ya no le estaba gustando, tal vez era la famosa excentricidad de los ricos. Al llegar el mesero los guió a una zona privada. Joey observó los muebles, vio que había una bandeja repleta de dulces. Sus ojos se iluminaron, pero recordó la cruel realidad, su cartera no estaba en su mejor disposición, posiblemente solo le alcanzaría para comprar un vaso con agua.


 


El mesero de inmediato regresó con dos juegos de menús, el hombre de traje de inmediato negó y dijo algo como que el solo esperaría hasta que su jefe llegara.


 


– Wheeler, mi jefe dijo que podía ordenar hasta que él llegara; él me dijo que se encargaría de la cuenta.


– En serio –comentó el rubio.


– Sí.


 


Joey leyó los menús, en qué clase de mundo un simple café costaba tanto, miro los postres, bueno se habían ofrecido a pagar la cuenta, podía ordenar un café helado.


 


Wheeler ya había bebido la mitad de su bebida en lo que esperaba. Joey miró su reloj, ya se había tardado en llegar Noah. Se puso de pie y justo cuando estaba a punto de preguntarle a hombre de lentes por su jefe, vio que en el establecimiento iba entrando Seto Kaiba, con su cara de superioridad y aquellos penetrantes ojos azules. Vestía un traje blanco y una camiseta de color azul celeste en conjunto con una corbata blanca.


 


De inmediato un nudo se formó en su estómago, sus ojos de color café miraron con odio al castaño. De pronto vio como Kaiba, se acercaba hacia donde estaba él. Miro a los empleados, al parecer hicieron una breve reverencia cuando vieron llegar a ese sujeto, la sangre de Wheeler se helo.


 


"¡¿Que carajos quiere?!". Se preguntó internamente sin dejar que su expresión se externara.


 


Seguidamente el hombre que lo había guiado hasta este lugar se acercó a hablar con Kaiba.


 


– Seto-sama, lo estábamos esperando –dijo mientras realizaba una reverencia.


– Buen trabajo, Roland –dijo escuetamente Kaiba.


 


Un nudo se formó en su garganta, pero Joey Wheeler no se acobardaba.


 


– Wheeler –expresó con cierto aire de desprecio.


– Kaiba –gruño el rubio.


– Siéntate de una buena vez –ordenó el castaño.


– No tengo tiempo, dime de una maldita vez que carajos quieres –exigió el rubio–. Si es otra portada para tus revistas amarillistas, no me interesa ser el titular otra vez.


 


Roland estaba atento al más mínimo movimiento de Wheeler.


 


– Roland cuida la puerta –le espetó el castaño.


– ¿Pero, señor?


– Puedo cuidarme solo.


 


Joey observó la sombra de Roland mientras la puerta estaba cerrada.


 


– Al principio creía que simplemente eras un "mediocre" –comenzó a relatar Kaiba–. Pensé que solo eras un simple empleaducho, aun así  tuve que intervenir –gruño–. Ahora me pregunto cuál es tú…


 


Wheeler se levantó del lugar furioso interrumpiendo a Kaiba:  – Escucha, maldito cabrón –gruño Joey–. No sé en qué carajos piensas, pero no caeré en tu maldito juego.


 


– Siéntate –mandó Kaiba.


– Yo no tengo porque –espeto Wheeler.


 


Kaiba sonrió levemente, mientras buscaba en su saco una pistola. Joey se quedó casi blanco por el arma. Ante los oídos de Kaiba Wheeler mascullo de forma baja mientras se sentaba.


 


– ¿Y qué quieres? –pregunto Wheeler, intentando mantenerse sereno mientras era amenazado por un arma de fuego.


– Como decía, antes de que me interrumpieron, ¿cuál es tu verdadera cara?... no te acercaste a Mokuba sin conocerlo.


– ¡¿Eh?! ¿De que estas hablando? –contesto confuso.


– En serio, eres un actor consumado, pero no finjas –añadió Seto mientras colocaba el portafolio en la mesa, comenzó a abrirlo dejando al descubierto el contenido, eran billetes y todos de alta nominación.


 


Joey miró a Kaiba.


 


– Supongo que sabrás que hacer con esto –comentó Kaiba.


 


Wheeler se puso de pie, ok, esto no lo veía venir, pero definitivamente iba a mandar a Kaiba muy lejos.


 


– No séqué carajos quieres, pero no voy a lavar tu "sucio dinero". Además no me interesa nada que provenga de ti.


– Accediste a venir aquí.


– Ah… ¿Tú crees que si hubiera sabido que eras tú?, ¡NO ME JODAS!, sabes que gracias a ti estoy vetado de todos los bufetes de abogados –le espetó mientras lo miraba de forma seria–. No me interesa tu estúpido dinero.


– Vamos, por poco creo en tu actuación –comentó sarcástico Kaiba–. Así que, pongámosle un precio a tu silencio.


– Mira, no me interesa… ¡¿espera me estas sobornando?!


 


La cara de Wheeler se veía furiosa. Estaba más que cabreado, estaba tan furioso que nunca pensó en – ¿por qué Seto Kaiba le ofreció un soborno?–, tal vez no sería la persona más rica, pero siempre se había mantenido fiel al trabajo honesto y al dinero bien habido.


 


– Solo pediste eso –comentó Kaiba mientras miraba que solo había un vasa de café helado en la mesa.


 


Joey lo miró furioso, ese tipo le estaba diciendo "muerto de hambre", "mediocre" y por si fuera poco le decía que era "deshonesto". Así que se puso de pie, e hizo lo más racional que podía hacer con toda su ira acumulada. –Era una lástima que el café no estuviera hirviendo, por lo menos se hubiera quemado Kaiba–. Tomó el vaso que estaba sobre la mesa. Ignoraba las palabras que salían de los labios de Kaiba, y vertió el contenido del vaso directamente en la cabeza de Kaiba.


 


– ¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! –se escuchó la queja de Kaiba.


– No tenemos nada que discutir, no sé en qué demonios piensas… pero yo odio a los yakuzas –la mirada de Joey era seria–. Ok, si sabes tanto de mí por tus supuestas investigaciones–gruño Joey–. Sabrías que no me interesa el mundo retorcido en el que estas.


 


Joey abrió la puerta, vio a Roland que lucía preocupado por la apariencia de su jefe. Y continuó su camino.


 


Seto Kaiba, estaba sin palabras.


 


– Señor, ¿se encuentra bien? –preguntó Roland mientras se acercaba.


– Trame de nuevo los antecedentes de Wheeler.


 


De pronto llegó Noah, a aquel lugar. El ceo no pudo contener unas ligeras carcajadas.


 


– Ni una palabra Noah –le recalco el castaño.


– No sé si, Wheeler es muy valiente o algo torpe por hacer lo que hizo. Pero, intentaste sobornarlo –comentó Noah–. Seto.


– En cuanto lo vea le arrancaré la cabeza.


 


Noah observó divertido la expresión furiosa de su hermano.


 


– Oe, no te atreverías a ponerle las manos encima a uno de mis futuros empleados.


– Espera, ¿qué diablos dijiste?


– Mire los antecedentes de Wheeler, digamos que cierta persona se encargó de que él ya no pudiera laboral –ilustró Noah–. Pero digamos que de alguna forma intuyo que debo contratarlo.


–¡Tienes que estar bromeando!


– Yo nunca bromeo en asuntos laborales, Seto –le espetó.


– Puedes buscar una persona más capacitada.


– Seto, estoy seguro que es una persona capacitada. Además no se puso a llorar como Magdalena por no poder conseguir trabajo, es perseverante. Me agradan ese tipo de personas.


– No fastidies, no puedes contratarlo solo por eso.


– Claro que puedo, además rechazo "tu magnífico soborno"... sabes cuántos abogados son honestos hoy en día. Asimismo no todos te tiran el café en la cabeza.


– Fue café helado.


– Ve el lado amable Seto, no era café hirviendo –bromeo.


–Jajá, es muy gracioso Noah, no sé por qué no eres comediante.


– Él no sabe nada –añadió Noah–, espero que tus acciones impertinentes no lo dejen pensando.


– Y por qué demonios lo piensas contratar.


– Uhm, es mejor mantener a las personas cerca que alejarlas –comentó el de cabellos verdes antes de salir del lugar.


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Joey caminaba por la acera de la calle, se sentía tan feliz, de seguro Kaiba estaba rabiando y lo mejor de todo esperaba que el yakuza pescara un resfriado por los hielos del helado.


 


Continuará…


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