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BEHIND BLUE EYES DRAGON por LEGNAEL

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Disclaimer: Yugi-oh, no es de mi propiedad como habrán imaginado, yo solo tomo prestados a los personajes de Kazuki Takahashi-sensei para escribir este fic.


 


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Capítulo 8. Desayuno


 


Si hubiera podio negarse a acompañar a su jefe al evento organizado por los Pegasus, lo habría hechos sin titubear. Sin embargo de alguna forma al estar la fiesta relación con el trabajo era su responsabilidad ir.


 


El nombre de su hermana acudió a su mente. Serenity. Su hermana a veces vacilaba en sus propias cavilaciones ya que ella estaba muerta o al menos eso se suponía. Por ello algunas veces se reprendía mentalmente diciendo, –olvídalo ella murió–, aunque muy en el fondo sabía que solo se engañaba: Serenity Wheeler no existía, solo existía Shizuka


 


Mientras miraba en su armario algo que pudiera usar para ir a la fiesta, mas negaba con la cabeza, desafortunadamente tendría que ir de compras y eso era terriblemente malo, más porque inminentemente tendría que recurrir a la ayuda de Mai, seguramente Valentine lo arrastraría a todos los pisos departamentales, la idea lo estremecía solo de recordar la vez que su amiga lo asesoro para comprar una simple corbata. Dejando eso de lado, no estaba muy seguro de encajar en un ambiente sumamente pomposo y extravagante.


 


– Lo mejor será que mañana vaya a buscar algo nuevo –musitó para sí mismo mientras se sentaba en el sillón. Después de todo mañana era domingo y por lo tanto era su día de descanso.


 


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Mokuba se había levantado sumamente temprano para poder salir, estaba caminando de puntillas e intentaba ser lo más sigiloso mientras se escabullía. Con mucho esfuerzo fue capaz de pasar por la habitación de su hermano, a veces era ridículo el sueño tan liguero que tenía Noah. Estaba por cruzar la sala cuando fue detenido por la voz de su hermano.


 


– Mokuba, es muy temprano para que estés despierto –comentó Noah mientras veía de reojo a su hermano–. Así que… ¿qué es tan importante? Usualmente duermes hasta tarde en domingo.


 


El más joven se detuvo en seco, no tenía idea de que decirle a Noah es más se suponía que su hermano aún debía seguir durmiendo y descansando.


 


– Debido a tu complejo de Houdini –dijo el mayor de los Kaiba mientras entrelazaba ambas manos–, decidí vigilarte el día de hoy.


 


Una imperceptible sonrisa se instaló en los labios del contrario.


 


– Verás –intentó calmarse Mokuba mientras pensaba una excusa creíble–. Voy a ir a desayunar en la casa de Joey –mintió.


– Tan temprano –masculló Noah ya que era obvio que el menor mentía.


– Sí… Joey es muy madrugador –afirmó Mokuba.


–¿Cómo piensa llegar?–inquirió el mayor.


– Tomando el autobús.


– En serio –comentó el mayor mientras alzaba una ceja–. Me parece bien que intentes viajar en el transporte público –admitió Noah–. ¿Por qué no te acompaño?


 


El menor no dijo nada y solo asintió con la cabeza.


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Joey se removía cómodamente en su cama, le gustaba dormir a pierna suelta y por lo general cuando se despertaba se encontraba con  las sábanas y las cobijas tiradas a un lado de su cama. Afortunadamente ese hábito cesaba en temporada invernal.


 


De imprevisto escucho como empezaban a tocar el timbre, de momento no le afligió probablemente era el timbre de la vecina pero no, un segundo timbrazo se escuchó y posteriormente agudizo su oído y se dio cuenta de que tocaban a su puerta. Perezosamente se levantó de la cama, echar un vistazo al reloj eran las "6:50 a.m.", maldijo para sus adentros a la persona que se le ocurría importunar a esas horas de la mañana.


 


Comenzó a caminar desganado. Llevaba puesta una playera holgada y unos pants de color gris. En cuanto abrió la puerta se halló con ambos hermanos Kaiba. Joey creyó durante algunos segundos que era alguna clase de sueño surrealista hasta que Noah empezó a conversar.


 


– Buenos días, Joseph –saludo amistosamente el de cabellos verdes.


– Eh... buenos días –contesto el rubio a pesar de que no tenía ni la menor idea de la visita dominguera de los Kaiba.


– Joey, hola –se apresuró a hablar Mokuba antes de que Noah pudiera decir algo–. Estaba tan ansioso por el desayuno casero que me prometiste, que me tuve que levantar antes –hablaba mientras sonreía sumamente entusiasmado.


 


Wheeler enarco una ceja, para empezar él nunca había prometido un desayuno casero. Es más no estaba seguro de si en el refrigerador hubiera algo para desayunar. Aun así no desmintió al menor.


 


– Llegaste antes de tiempo –musito–, de hecho aún no he ido a comprar las cosas para el desayuno –dijo Joey.


 


Noah estudiaba a su hermano y al rubio era obvio que estaban mintiendo, no obstante prefirió no decir nada.


 


– Podríamos acompañarte –comentó el de cabellos verdes, dejando atónitos a los presentes.


 


Aquella sugerencia tomó por sorpresa a Joey, quien no se imaginaba a los hermanos Kaiba comprando en el mercado.


 


– ¿Por qué no me esperan aquí? –Pidió Joey–. No demorare mucho además son visitas.


– Pero yo te quiero acompañar –rogó enérgicamente Mokuba.


– De acuerdo, solo espérenme unos minutos en la sala –pidió el rubio, ya que estaba seguro que ambos hermanos eran demasiado tercos.


 


El rubio se dirigió a su cuarto y comenzó a cambiarse rápido, a decir verdad no esperaba visitas. Al cabo de unos minutos ya que había terminado de cambiarse se apresuró a lavarse los dientes y el rostro. Ahora que lo meditaba, lo habían visto desalineado.


 


El mayor de los hermanos inspeccionaba el lugar, si lo pudiera describir en un par de palabras lo catalogaría como chico y cómodo. Después visualizo a Mokuba, quien parecía estar en su propia casa. Lo que calificaba como extraño, ya que el menor por lo general era bastante desconfiado.


 


No paso mucho tiempo antes de que Joey saliera recién cambiado, usando ropa casual.


 


– Perdón por la demora –se disculpó.


 


Los tres caminaron cerca de diez minutos para llegar a su destino. Wheeler miraba incrédulo a ambos consanguíneos. No sabía cómo describir lo que veía. Mokuba escrutaba las frutas, mientras que por el contrario Noah indagaba sobre los precios.


 


– Chicos –llamo el de ojos cafés, ya que en cierta manera no tenía idea de cómo referirse al de cabellos verdes. Técnicamente no estaban en horario de oficina.


– Que ocurre Joseph –alego el contrario mientras hacia un par de cálculos en su mente.


 


Joseph. De cierta forma al rubio no le gustaba mucho que usará su nombre; él prefería el diminutivo de su nombre. Joseph le parecía tan distante y ajeno.


 


– Ya es momento de que nos vayamos –dudo en que usar–. Jefe.


– Vamos Joseph, no estamos en horario de oficina.


– Entonces, Kaiba-san –musito aseguró.


– Está bien con que te refieras a mí por mi nombre –admitió.


– ¿Pero?


– No soy tan grande, Joseph.


– Joey tampoco lo es –intervino el menor–, es más creo que son casi de la misma edad onii-sama.


 


Ambos adultos miraron al más joven. Ciertamente los niños se complicaban menos las cosas con asuntos de etiqueta y todo eso.


 


– Mokuba tiene razón, es más es como si fueras parte de la familia.


 


A Wheeler esa especie de confesión lo tomo por sorpresa.


 


– Sí, debería llamarse por su nombre de pila –añadió Mokuba


 


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A las afueras del lugar. Seto analizaba las acciones de Wheeler. No pudo evitar aparcar el auto al ver al rubio. Fue entonces cuando vio que no estaba solo el perro, también lo acompañaban Noah y Mokuba. Había leído el expediente de Wheeler una y otra vez. Estadísticas, exámenes psicométricos, altura, peso, estado físico, y todo aquello no le servía para comprender absolutamente nada de aquel perdedor. Solo tenía una cosa segura, aparentemente el tipo le tenía cierta aversión a la mafia japonesa.


 


Investigo a sus familiares. Lo único que encontró fue la ubicación de Serenity Wheeler, solo hayo una tumba con el nombre grabado. Era extremadamente sospechoso que no existieran datos de los familiares de Wheeler. Incluso el acta de nacimiento del mencionado estaba casi en blanco, no se mencionaba el nombre de su padre, solo estaba claro que tuvo una hermana menor. Hablo con la encargada, quien le dijo que la mujer que los fue a dejar en el orfanato parecía desesperada. Aun así solo era algo que le había dicho esa mujer de segunda mano, ya que la encargada había pasado a mejor vida. Antes de que se diera cuenta alguien abrió la puerta del copiloto y se subió.


 


– Así que ahora eres un stalker*1.


 


Kaiba reconoció de inmediato la voz de Wheeler.


 


– Puedo pasear por donde yo quiera.


– Aja, mira Kaiba –arrastro el apellido con odio–. Deja de seguirme.


– ¿y por qué crees que te segura a ti?


 


Entonces el de ojos azules aprecio una sonrisa en los labios del contrario.


 


– Solo quiero una vida tranquila, nada que ver contigo. Suficiente tuve con lo de las portadas en revistas. Ocultas algo. Y si no me dejas tranquilo ten por seguro que averiguaré que es.


 


– Ahora te sientes capaz de ladrar, perro.


– Incluso puedo morder tu cuello, no me tientes.


 


La mirada de aquellos ojos desafiantes no mostraba ni un rastro de duda. Le recordó tanto a ella.


 


– En cualquier momento puedo destruirte.


– Es típico de los yakuzas. Solo asesinar a las personas. Alguien tan retorcido como tú. No te tengo miedo. Te lo advierto déjame en paz o veras que tengo colmillos –amenazó.


 


Kaiba empezó a reír, era enserio. Ese abogaducho perdedor se creía capaz de amenazarlo.


 


– Debiste haber sido un bufón. Tú también tienes tus secretos. Visite la tumba de tu hermana.


 


La mirada de Joey era fija.


 


– Por supuesto, amenazar con los familiares. Es una lástima que no tenga, si no seguramente los asesinarías. Puedes seguirintentándolo Seto Kaiba. Yo puedo jugar la mismo juego –afirmo antes de bajar del vehículo.


 


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Joey regreso a donde Mokuba y Noah lo esperaban. Había mentido y les había pedido que lo esperarán en la fila la que para su suerte era larga, hace algunos días tenía el presentimiento de que alguien lo seguía, pero no esperaba que fuera aquel sujeto.


 


– Joey tardaste mucho –replico Mokuba.


– Perdón, me entretuve hablando con un conocido.


 


Continuará…


 


Notas finales: lo admito de alguna forma me dije, o sí la fiesta de Pegasus. Pero termine divagando y como resultado tenemos el capítulo número ocho.


 


Aclaraciones:


 



  1. Stalker: Acosador en inglés.


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