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When Memories Fade por FatiiySaade123

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Notas del fanfic:

Sé que aun no he terminado con Cordura Perdida, pero es que esta historia me llego a la cabeza y me estaba pique y pique, así que tenia que publicarla. Si lees Cordura Perdida, no te preocupes, yo continuare esa historia.

Notas del capitulo:

Tengo algo así como el borrador de esta historia. Mas o menos, ya tengo la idea de lo que va a pasar en los siguientes capitulos, así que espero poder actualizar mas rapido.

Si te gusta la historia, comenta, por favor. Si veo que este fic no tiene mucha aceptación, lo eliminare. 

Buena lectura ;)

 

Descargo de responsabilidad: Los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto. Yo solo los utilizo para alimentar nuestra imaginación.

 

Muy pocas personas transitaban las calles. Amigos que fueron de fiesta, parejas que salieron a dar una vuelta, gente caminando sin rumbo fijo. Y esas pocas personas observaban con curiosidad a un muchacho que corría como desesperado por la banqueta, empujando a todo aquel que se interpusiera en su camino.

Y solo esas pocas personas se percataron, con pánico, como el chico cruzaba la calle en el preciso momento en el que un carro atravesaba la carretera a toda velocidad.

Algunos tuvieron la oportunidad de gritarle al chico que se quitara  de la carretera, pero fue demasiado tarde. El carro arrollo violentamente al muchacho y luego se perdió en la obscuridad de la noche. Las personas se acercaron con apuro al chico, quien permanecía tirado de cualquier manera en el suelo, sangrando, inconsciente.

Y de esas pocas personas, nadie se percato de dos hombres escondidos entre las sombras, observando en silencio su inminente fracaso.

 


***

 


El inconfundible olor a medicamentos llegó repentinamente a sus sentidos, asqueandolo inevitablemente. Intentó abrir los ojos, pero solo consiguió marearse aun mas de lo que ya estaba. Cuando por fin pudo abrirlos, lo primero vio fue un inmaculado techo blanco. Eso le decía que, tal como pensaba, estaba en un hospital. Con mucho esfuerzo logró sentarse en la incomoda cama en la que había estado acostado. Sus extremidades se sentían entumidas, como si no las hubiese movido en mucho tiempo.

Volteó la cabeza hacia la izquierda donde se encontraban unas bellas flores de un extraño color azul, sobre una mesita blanca. Se quedó contemplándolas un rato, en silencio. Soltó un pequeño suspiro cuando la puerta, de la que no se había percatado en un primer momento, se abrió tranquilamente, atrayendo su atención hacía ella. Por la puerta entró una enfermera revisando unos papeles, ignorándolo a él por completo. Ella, como casi cualquier persona minimamente consciente de su entorno, al sentir una insistente mirada sobre sí levantó la cabeza, sólo para toparse con la visión del muchacho sentado en la cama, observándola con molestia.

La enfermera dejó caer los papeles que tenia en la mano y salio corriendo de la habitación llamando a gritos al doctor. Ni medio minuto mas tarde, la misma mujer entró corriendo de nuevo, seguida de cerca por un hombre maduro vestido con una bata blanca.

_¿Cómo te sientes, muchacho? - preguntó el doctor, acercándose sigilosamente al chico. El joven en la cama solo se quedó mirando fijamente al hombre, examinándolo de pies a cabeza, sin contestarle nada - ¿qué pasa? ¿no puedes hablar? ¿te duele algo? - cuestionó nuevamente, intentando obtener alguna respuesta del chico. Pero de nuevo, éste no dijo nada.

Antes de que el doctor pudiera volver a abrir la boca para hacer otra pregunta, la puerta volvió a abrirse estrepitosamente y por ella entraron esta vez un hombre y una mujer, ambos adultos jóvenes. Ellos se acercaron rápidamente a la cama y la mujer, sin previo aviso, se lanzo a los brazos de la persona mas joven en esa habitación y comenzó a llorar desconsoladamente.

_¡Mi niño! ¡Pensé que nunca ibas a despertar! ¡Gracias Dios mio, gracias! - exclamaba entre sollozos la mujer, estrujando entre sus fuertes brazos al joven, casi sacandole todo el aire de los pulmones.

_Tranquila, cariño. Creo que deberías soltarlo, se está poniendo morado - dijo con nerviosismo el hombre que la acompañaba. El cual, apesar de sus palabras reprendedoras, se veía igual de emocionado que ella.

La mujer finalmente soltó al chico y se sentó frente a él en la cama, mirándolo con ojos llorosos de felicidad - ¿Cómo estás? - le preguntó, ansiosa de volver a escuchar su voz.

El muchacho tan sólo se les quedó viendo a ambos con curiosidad y extrañeza. El hombre joven iba a decir algo, preocupado por la falta de respuesta, pero antes de que pudiera decir nada fue interrumpido por el mismo chico.

_¿Quienes son ustedes?

Los dos adultos jóvenes que estaban en el cuarto se quedaron pasmados. El doctor se apresuró a acercarse a la cama - ¿No recuerdas nada? - preguntó, mirándolo con suspicacia. Intentaba saber si mentía, no sería la primera vez que alguien trataba de hacer algo así para poder escapar de ciertas circunstancias. Pero el muchacho se veía seriamente confundido y perdido.

El joven bajó la mirada, pensativo, pasados unos segundos negó lentamente con la cabeza - ¿Qué paso? ¿Por qué estoy aquí? ¿Quienes son ellos? - cuestionó lo ultimo al doctor, pero mirando a los dos adultos que permanecían en algún tipo de shock, ambos con los ojos redondos como platos y finas lagrimas saliendo de ellos.

El medico soltó un suspiro, y le dijo con pesar - ellos son tus padres.

Los ojos del chico se abrieron sorprendidos, y luego miro a sus supuestos padres con asombro. El doctor también los miró y les dijo - parece que su hijo tiene amnesia, debió ser causada por el golpe que se dio en la cabeza en el accidente. Era de esperarse en realidad, hay muy pocas probabilidades de que alguien salga totalmente ileso de un golpe así.

_¿A-accidente? ¿Cual accidente? ¿Qué paso? ¡Díganme! - se alarmó el muchacho, enderezando completamente la espalda.

_Tranquilo, vamos con calma ¿sí? - dijo el medico, poniendo sus manos en el signo universal de paz. El joven en la camilla se tranquilizó a regañadientes y asintió - bien, te dejaré con tus padres para que te expliquen - el hombre de la bata blanca se levantó de la cama y se acercó a los padres para susurrarles algo, ambos asintieron con parsimonia, y finalmente el doctor y la enfermera salieron de la habitación, dándoles privacidad. Los mayores se acercaron a la cama y se sentaron en las dos sillas que había en el cuarto. La mujer fue la primera en hablar.

_Creo que será bueno presentarnos - dijo con dulzura - mi nombre es Uzumaki Kushina, y él es Namikaze Minato. Eh, ¿recuerdas tu nombre? - pregunto ella, con duda. La expresión del chico se volvió triste y negó con la cabeza - bueno, tu nombre es Namikaze Uzumaki Naruto. Estuviste en coma durante 8 meses - dijo, y los ojos del menor se volvieron a abrir exageradamente de la impresión.

_Okey - susurró el muchacho, tratando de asimilar la información. Levantó la vista y se le quedó mirando a sus padres. No los había observado con detenimiento, pero ahora se daba cuenta que ambos eran bastante guapos. Su madre se veía muy joven, con su largo cabello casi tan rojo como la sangre, sus ojos eran de un color azul marino, y su piel era blanca como la leche. Su padre también tenía un aspecto joven, su cabello era rubio amarillento, sus ojos eran azul cielo y su piel bronceada. Sí, ambos eran muy, muy atractivos. ¿Será él mismo así de guapo? se preguntó a sí mismo - ¿Hay algún espejo por aquí?

Los adultos se extrañaron por la pregunta, pero de todas formas su madre sacó un pequeño espejo de su bolso y se lo entregó. Naruto lo tomó y se vio en él.

El espejo le devolvió la imagen de un muchacho joven; su cabello era rubio, pero no amarillo como el de su padre, el suyo era de un tono mas clarito, y su piel era acanelada. Algo que le extrañó eran las tres marcas oscuras que había a cada lado de sus mejillas, levantó la mano y las tocó pero no sintió ningún relieve o hundimiento, como si ellas fueran parte de su piel. Pero, sin duda, lo que mas le llamo la atención de sí mismo eran sus ojos. No eran azul oscuro como los de su madre, o azul cielo como los de su padre, los suyos eran de un atrayente azul eléctrico.

Le devolvió el espejo a su madre y con clara arrogancia soltó: - ¡Rayos, sí que soy guapo!

Los mayores soltaron un suspiro de alivio al ver la gran sonrisa que puso el menor, por lo menos se lo había tomado bien.

 


***

 


Naruto se quedó mirando la enorme mansión en la que estaban entrando con los ojos y la boca abiertos de la impresión, una expresión muy cómica para sus padres que lo miraban divertidos. Una vez que entraron, el rubio comenzó a explorar todo el lugar, soltando chillidos de asombro cada cierto tiempo. Cuando terminó su "excursión" (porque sí, el lugar era francamente enorme) se reunió con sus padres en la sala de estar.

_¡Este lugar es increíble! ¡Hay una sala de juegos! ¡Demonios, estoy en el Paraíso! - exclamaba con entusiasmo el menor, sus padres podían ver que sus ojos brillaban de la emoción.

_Haha tranquilo. ¿Deseas algo? ¿Tienes hambre? puedo pedirle a la cocinera que te prepare algo rico de comer - preguntó Minato apresuradamente, aparentemente tan emocionado que las palabras se le enredaban en la lengua.

_Estoy bien, gracias, no tengo hambre  - dijo el joven rubio con una sonrisa de oreja a oreja.

Naruto en su lugar preguntó donde quedaba su habitación, así que sus padres le dijeron que él no vivía con ellos antes del accidente. Le dijeron que él había decidido mudarse a un departamento en el centro de la ciudad, pero no le explicaron el motivo, y por alguna razón no quiso preguntarles al respecto, prefirió dejarlo así, "Luego preguntare" se dijo. De todas formas, sus padres casi le suplicaron que se quedase en la mansión con ellos. No tenía porque negarse, por ahora ellos eran todo lo que tenía y no pensaba alejarse de ellos, por ahora.

Finalmente terminó quedándose en la que según sus padres era su habitación antes de mudarse, aunque por obvias razones la habitación estaba totalmente vacía a excepción de una cama matrimonial, un ropero grande y un escritorio sencillo; parecía que se había llevado todo cuando se fue. 


Dos meses después...


Naruto se había pasado casi todo el tiempo encerrado en casa, ejercitándose la mayor parte de las horas. Decía que su cuerpo estaba en muy mala forma, lo que era bastante lógico, después de ocho meses sin hacer movimiento alguno era obvio que perdería condición física.

Dos meses después de haber despertado del coma, el año escolar estaba apunto de comenzar. Naruto estuvó rogándole a sus padres que lo metieran a la escuela, pero éstos estaban muy reacios a acceder, aun desconfiados de de los males de que las calles traían consigo. Finalmente el rubio pudo convencerlos.

Sus padres movieron ciertas influencias para que Naruto entrara a la Preparatoria sin ningún problema. Sin embargo, según les habían informado, el rubio tendría que repetir segundo grado debido a que había perdido todo el año anterior. Lo habían metido a la misma escuela en la que había estudiado hasta antes del accidente. Naruto no tenia problema alguno con eso.

No es que estuviera muy entusiasmado por la idea entrar a estudiar, más bien estaba aburrido. Fuera de los ejercicios, no hacía nada mas que estar de vago por la casa, y ya estaba especialmente cansado de eso. Además quería hacer amigos, conocer gente.

Las únicas personas que había visto hasta ahora eran sus padres, la servidumbre y las enfermeras del hospital.

Necesitaba desesperadamente convivir con alguien de su edad, quería ver si algo en el exterior de su hogar podía hacerle recordar. No lo había mencionado por supuesto; pero a pesar de parecer muy tranquilo y despreocupado de su situación, no lo estaba del todo, todo el tiempo trataba de recordar algo, lo que fuera, incluso algún recuerdo de sus padres, pero nada. 

Se veía constantemente en el espejo, pero no se reconocía. Su mente estaba en blanco todo el tiempo y eso lo frustraba. Debido a sus muchos intentos por recordar algo tenía constantes dolores de cabeza. Al final, decidió dejarlo estár, con el tiempo recordaría, además el mismo doctor le dio unas pastillas que le ayudarían a recordar, pero también le había recomendado que no forzara su mente, que las memorias llegarían de a poco.

Pero a veces, por las noches, tenía sueños. Aunque en relidad no sabía si podía catalogarlos como sueños. Eran, a falta de una frase mejor, como ver un video a travez de un cristal empañado.



***

 


Estaba caminando por el patio de la Preparatoria, se dirigía hacia la Dirección para que le entregaran su horario de clases y los libros que iba a necesitar. Mientras caminaba, observaba todos los alrededores. El lugar era el triple de grande que su casa, de un estilo victoriano, "debio ser ser un castillo" pensó el rubio con admiración.

Había muchísimos alumnos caminando por ahí; algunos de cuales, por alguna extraña razón, le lanzaban miradas disimuladas y luego disviaban los ojos a otro lado. Decidió ignorar eso. Pensó: "Seguramente es porque soy nuevo". Pasando por alto el hecho de que, al ser una escuela tan grande, era casi imposible que  tantas personas se dieran cuenta de que era nuevo.

Cuando llegó a la Dirección se acercó a la secretaria y le pidió con una sonrisa su horario de clases y los libros. Ella muy amablemente se los dio, pero para Naruto no paso desapercibida la miradita de asombro que le lanzó cuando lo vio acercarse a ella. De nuevo no le presto atención a eso y tomó rumbo hacia su primera clase del día. Iba a medio camino cuando se fijó en la hora en su celular y se dio cuenta de que ya era bastante tarde, así que se echó a correr el resto de camino que le faltaba. Agitado y medio ahogándose por la carrera llegó por fin a su salón de clases. Trató de calmarse y regular su respiración, una vez estuvo listo tocó suavemente la puerta, de repente invadido no sólo por los comunes nervios del primer día de clases, sino también los de ser el chico nuevo.

Un minuto mas tarde, la puerta se abrió y por ella se asomó una mujer muy guapa, de piel blanca, cabello negro y ojos rojos.

_Tú eres el alumno nuevo, ¿cierto? - preguntó ella, Naruto sólo asintió con la cabeza. Ella lo invitó a pasar y una vez adentro hizo que se quedara enfrente de la clase, le dijo que tenia que decir su nombre, su edad y su lugar de nacimiento. El rubio volvió a asentir y dirigió su mirada hacia la clase, todos lo observaban expectantes.

_Mi nombre es Naruto Uzumaki Namikaze, tengo 18 años, y nací aquí en Konoha - finalizó con una gran sonrisa, haciendo que algunos de los presentes adquirieron un tono rojizo en sus mejillas. Una chica de cabello rubio y ojos azules levantó la mano, pidiendo permiso para hablar, la maestra se lo concedió.

_Pero tú no pareces muy asiático que digamos - cuestiona, muchos asintieron, dándole la razón a su observación, incluso la profesora. Naruto se llevó una mano detrás de la cabeza y se sobó la nuca con nerviosismo.

_Bueno, lo que pasa es que mi padre es de Londres y mi mamá es japonesa, pero ambos decidieron vivir en Konoha y pues, aquí nací.

_Mm, así que eres mitad británico - dijo la maestra, con dos dedos debajo de la barbilla - bueno, mi nombre es Kurenai, espero que tu estancia en esta Preparatoria sea muy agradable. ¿Verdad chicos? -pregunto ésto viendo amenazadoramente al resto de sus alumnos, todos asintieron con la piel erizada - muy bien, Naruto, toma asiento, por favor.

El rubio examino el salón, buscando con la mirada un asiento disponible. Un chico castaño que estaba sentado hasta el fondo levantó la mano, agitándola animado para llamar su atención.

_¡Aquí hay un asiento! - Naruto sonrió por la emoción que demostraba el muchacho y fue hasta él, sentándose a su lado - Hola, mi nombre es Kiba Inuzuka - se presentó con una gran sonrisa.

Naruto sonrió ladinamente.

El resto del día, entre cambios de clases, varios se acercaban a presentarse y preguntar un montón de cosas. Que si había estado en Londres, que si tenia algún hermano, que si tenia novia. En sí, el día había sido bastante bueno, a excepción de un pequeño percance.

Ocurrio cuando estaba caminando por el pasillo con sus nuevos amigos, éstos eran Kiba, Shikamaru, Chouji, Ino y Sakura, todos ellos habían sido muy amables con él, y le habían ayudado a quitar todo el nerviosismo por ser el chico nuevo, a nadie le gustaba ser el chico nuevo. Todos se dirigían a la cafetería porque ya era hora del receso.

Mientras iban, vieron a un chico que parecía de tercer grado y que tenía toda la pinta de matón, o su cabello blanco y múltiples perforaciones en la cara indicaban eso. Éste caminaba distraído viendo su celular. Naruto también estaba distraído, carcajeándose de algo que Kiba había dicho, fue así que inevitablemente, como automoviles sin freno, ambos terminaron chocando. Los dos se tambalearon pero pudieron estabilizarse.

Naruto ya estaba abriendo la boca para disculparse pero fue abruptamente interrumpido el furioso chico, quien aun no levantaba la vista de su teléfono que se había caído al suelo por el impacto.

_¡Fíjate por donde caminas, jodida mierdita! - siseo con rabia el chico. Naruto de nuevo iba a tratar de disculparse, pero fue en ese momento que el otro levantó la cabeza y vio al rubio. En ese preciso momento ocurrió lo extraño. Justo en el segundo en que el peliblanco vio con quien había chocado, su rostro casi se volvió del color de su cabello. Se había puesto tan pálido que daba miedo y su expresión era la de alguien que había visto al mismísimo diablo caminando entre los vivos - ¡Mierda! ¡Lo siento, lo siento, lo siento! ¡Perdóname, no volverá a pasar! ¡Lo siento! - y luego de soltar todo eso se fue corriendo despavorido.

Naruto y los demás se quedaron pasmados en sus lugares. ¿Qué fue eso? ¿Porque ese chico se había asustado de esa manera al ver al rubio? nadie podía entender lo que pasaba.

 

 


Continuara...

Notas finales:

Espero que les haya gustado. Por favor, comenten, diganme que les parecio. Si ven algun error o algo que se les haya hecho extraño, diganme.

 

Nos leemos.

 

 

FátimaRZ


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