A Mello jamás le gustó Wammy's House. Estar ahí lo deprimía, esperaba con muchas ansias el día en el que cumpliera 16 años y pudiera marcharse y hacer su vida a su modo. Ese orfanato era gris, feo y cuadrado y por momentos parecía que el orfanato era su vida y no se suponía que la vida debiera tener ese aspecto pero, sin embargo, lo tenía.
Tampoco es que tuviera muchas opciones, al fin y al cabo no tenía otro lugar a donde ir. Mello jamás había tenido nada. No pertenecía a ningún lugar y no tenía un hogar al cual volver. Simplemente estaba ahí y eso era todo, debía lidiar con esto solo un año más. A veces no era tan feo, dentro de todos esos niños cerebritos había alguien que le agradaba: el tonto y despistado Matt. Aunque a la hora de dormir, estar en compañía de Matt no era nada agradable
—¿Puedes bajarle el volúmen a tus malditos videojuegos? No sé si has notado que estoy cansado, me duele la cabeza y quiero dormir de una vez —dijo Mello al pelirrojo, que había estado toda la noche haciendo ruído y riéndose con sus videojuegos.
Matt no contestó nada e inmediatamente apagó su consola y se acostó en la cama ubicada al lado de la de Mello. En Wammy's House había múltiples habitaciones donde dormían dos personas en cada una. Las paredes eran grises, sin nada de color y las habitaciones bastante pequeñas y cuadradas, como todo allí. Mello no estaba cansado ni tenía sueño, pero la verdad es que era solo para estar en paz y en silencio (y sí, quizá un poco para molestar a Matt. Se sentía bien al ser el amo de la habitación).
La noche era el momento favorito de Mello, sobre todo porque nadie lo molestaba, no debía sociabilizar con nadie y podía perderse en sus pensamientos. ¿Nunca han experimentado esos silencios incómodos? Mello los odiaba. ¿Por qué siempre hay que buscar algo con que llenarlos? ¿Es que dos personas no pueden contemplarse en silencio sin que eso resulte incómodo? Otra razón por la cual le gustaba la madrugada, era porque allí era inmune al mundo y a sus ataques. Si se quedaba allí quietito, con la sábana hasta la barbilla, nada malo le pasaría.
Al menos eso creía.
El día en el que Near llegó a Wammy's House, no pudo evitar que su extraño cabello llamara la atención allí. Era blanco como la nieve, lo que resultaba chocante con sus ojos grises. Algunos se reían, otros lo miraban con extrañeza, pero al fin y al cabo era a Nate, y solo a Nate, a quien debía gustarle su aspecto. Y le gustaba. Por dentro, Nate siempre fue distinto a los demás niños. Jamás pudo encajar bien, y siempre fue tratado diferente debido a su fría y calmada personalidad. Pero poco le importaba, hace tiempo que ya no buscaba agradar a nadie. Los humanos son tan predecibles -pensaba Near- solo insulsos títeres en su obra, o como piezas de su rompecabezas. Cuando Near comenzó a madurar, creyó que ya no necesitaba el cariño ni el amor de nadie. Near creía que los humanos son como objetos a los que él puede utilizar para cumplir sus objetivos.
El director de Wammy's House acompañó a Near hasta la sala de clases, y lo presentó a los demás niños:
—Muy buenas tardes. Aquí les traigo a un nuevo estudiante, su nombre es Nate. Espero que sea bienvenido aquí, por favor trátenlo bien. Me retiro —dijo el director apurado, dando un portazo al salir.
Near se sentó en los asientos del fondo, para sentirse menos intimidado y porque en esta ocasión quería evitar llamar la atención. Mello observaba a Near desde la otra fila, extrañado por sus cabellos blancos. No es que le pareciera feo, de hecho le sentaba bastante bonito, pero era la primera vez que veía alguien con ese color tan extraño. Matt notó que Mello estaba distraído observando al albino, asi que para matar el aburrimiento decidió bromear un poco:
—Asi que ya le has echado un ojo al nuevo ¿eh, Mello? ¿Ya te has vuelto homosexual? —dijo el pelirrojo a voz alta, haciendo que todo el curso escuchara lo que había dicho.
La sala estalló en un mar de risas, y Near, que había escuchado tal cosa, soló miró a Mello con cara seria y mirada inexpresiva. En cuanto a Mello, no le hizo ni una pizca de gracia. Estaba rojo y furioso ¿qué necesidad tenía ese idiota para avergonzarlo frente a todos? Se levantó y empujó a Matt contra la pared, ardiendo de rabia.
—¿Pero qué mierda has dicho, imbécil? ¿Qué necesidad tienes de decir tales estúpideces de mí en público? Me las pagarás, jodido idiota —y estampó su puño contra la cara de su mejor amigo.
Todo el curso observaba traumatizado. Matt, en cuanto consiguió liberarse de Mello, salió corriendo inmediatamente de allí. El rubio sólo se quedó paralizado en el mismo lugar, mientras todos lo miraban asustados o haciendo bromas sobre él.
Near sonrió.